Capítulo 47.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

—Era el presidente... —Jiyoon murmuró con horror. Ahora entendía porque la sociedad iba de mal en peor, porque en vez de avanzar parecían retroceder.

—Sí.

Ambos suspiraron y se quedaron en silencio por un momento. La noche había caído y la habitación cada vez se hacía más oscura y húmeda.

—Hace frío...

Jimin miró a la omega y le sonrió con tristeza. No tenían nada para cubrirse y la temperatura parecía descender rápidamente.

—Esperemos que...

El sonido de un quejido lastimero los interrumpió, y ambos llevaron su atención al joven omega que comenzaba a despertarse.

—Hola —Jimin susurró, acercándose a él.

Hajoon se quedó inmóvil, parpadeando un par de veces con confusión.

—Ho-hola —dijo luego de un rato, su voz salió ronca y tuvo que carraspear su garganta.

—¿Quieres agua? Tengo solo un poco.

El omega asintió frenéticamente con su cabeza, haciendo el esfuerzo por levantarse para poder quedar sentado.

Jimin le sonrió, incluso si su sonrisa no alcanzaba los ojos tristes del omega. Sacó la botellita de agua, la destapó y se la entregó. El joven prácticamente se la arrebató y la bebió con increíble necesidad. Jimin no le advirtió que tomara solo un poco, porque parecía que él realmente la necesitaba.

Cuando bebió todo el poco líquido de la botella, Hajoon suspiró aliviado. Llevaba días sin comer ni beber.

—Gracias —dijo Hajoon con timidez.

Jiyoon lo miraba en silencio mientras se mordisqueaba el labio. Quería preguntarle por su bebé, saber si estaba a salvo o junto al cargamento que se iría cuando el barco llegara.

—¿Por qué estás aquí? —Jimin preguntó y el omega bajó la cabeza— ¿Te lastimaron?

Hajoon asintió con la cabeza, su respiración acelerándose poco a poco.

Jimin se alarmó y le acarició el hombro, intentando darle algún tipo de consuelo.

—Hey, tranquilo... —no alcanzó a decir más cuando la puerta se abrió de repente.

Todos se congelaron y mirando al alfa que entraba a la habitación.

Jimin gruñó cuando lo reconoció. Era uno de los hijos de putas que lo había golpeado antes.

Pero su gruñido se detuvo abruptamente cuando vio entrar a otros alfas que arrastraban un cuerpo.

—Tienen visita —se burló el alfa, mirando a Jimin y luego a Jiyoon— ¡Reunión familiar!

Los otros dos alfas soltaron risas cargadas de diversión, luego soltaron sin cuidado al hombre herido que habían estado arrastrando.

Jimin no logró verlo claramente, pero supo de inmediato quién era.

Papá.

Su corazón casi escapa por su boca cuando lo escuchó gemir lastimero. Jiyoon jadeó medio sorprendida y medio horrorizada.

Jimin se mordió la lengua para no decir nada que alterara a los alfas, considerando que la balanza no estaba inclinada a su favor y perdería la batalla incluso antes de empezarla.

Aburridos por las reacciones de los omegas, los alfas se marcharon de la habitación, cerrándola desde afuera.

—¿Papá? —Jimin susurró mientra se arrastraba hacia el cuerpo lastimado de su padre

Jiyoon sollozó bajito, quizás sintiéndose un poco aliviada de poder volver a verlo.

—¿Papá? —Jimin volvió a decir, tocando con manos trémulas el cuerpo de su padre.

Hoseok se quejó adolorido, pero se esforzó por abrir los ojos. Y lo que logró ver entre la oscuridad, erizó cada vello de su piel. Ahí estaba su hijo, su cachorrito, con el rostro húmedo y herido, oliendo a tristeza y miedo.

—Ca-ngh... —sentía la garganta en llamas, tan seca e inflamada que hablar era jodidamente doloroso.

—Shh... —Jimin siseó, acomodándolo mejor en el piso— No hables, papá. Descansa un poco, ¿está bien? —aguantó lo mejor que pudo el llanto, pero sus lágrimas se negaron a mantenerse en su lugar y rodaron por sus sonrojadas mejillas.

Hoseok respiraba de forma irregular y su cuerpo temblaba ligeramente.

—Debes... —susurró Hoseok con voz ronca— Salir de aquí...

—Saldremos de aquí, papá —lo corrigió, porque no había manera de que solo él saliera de ahí, dejando a su padre o a los dos omegas atrás— Saldremos todos juntos.

—¿Todos? —la confusión de Hoseok solo provocó ternura en Jimin.

¿Cuántos años había desperdiciado en ignorar a su padre? Ahora lo estaba lamentando, y sabía que lo seguiría lamentando en el futuro.

—La tía y un chico omega —aclaró Jimin, sorbiendo su nariz.

Hoseok hizo una mueca de dolor y se estremeció. Jimin inmediatamente se alarmó.

—¿Qué tienes, papá? —preguntó, su voz al borde del llanto. Tocó el pecho de su padre, buscando alguna herida grave.

—La piern-ngh... —se quejó Hoseok— Debes atar algo alrededor de mi pierna... —respiró con urgencia una gran bocanada de aire. Se agitaba con cada palabra que decía— Para detener la sangre..

Jimin recordó entonces el disparo y se movió con rapidez, ignorando su propio dolor. Su ropa ya estaba rasgada, así que no le importó rasgarla un poco más. Cuando encontró la herida, sólo pudo rezarle mentalmente a la luna para que no fuera nada demasiado grave, y luego ató la tela irregular justo arriba de la herida.

Jiyoon miraba en silencio, pero no pudo contenerse más y como pudo, se acercó a Hoseok.

—Tía...

—Lo siento —ella sollozó, tomando con cuidado una de las manos de Hoseok. No lo estaba mirando al rostro, un poco avergonzada por su deplorable apariencia, incluso cuando la oscuridad no revelaba los detalles de este— Lo siento tanto.

Jimin estaba claramente confundido, así que abrió la boca para preguntar y saber que pasaba, pero Hoseok lo interrumpió cuando decidió hablar primero.

—Ji... —murmuró el alfa, apretando suavemente su mano alrededor de la de Jiyoon— No pude defenderte.

Jiyoon negó con la cabeza, llorando.

—Yo te metí en esto, lo siento. Lo siento tanto. Es mi culpa. Lo siento...

—No... no es tu culpa, Ji.

—¿Ustedes dos ya se conocían? —finalmente, Jimin decidió preguntar.

Hoseok torció los labios en una mueca. ¿Cómo le explicaba a su hijo el motivo por el que estaban metidos en este gran lío?

—Sí, cariño —dijo Jiyoon, sorbiendo su nariz— Pero tu padre no sabía que tú me conocías, ni yo sabía que él era tu padre.

—Oh...

—Y Woobin se enteró —ella continuó, todavía sin alzar la cabeza— Y por eso estás aquí...

Una oleada de sentimientos recorrió el cuerpo de Jimin cuando entendió todo. Ellos se estaban viendo, obviamente a escondidas, considerando la situación de Jiyoon, y obviamente Woobin al enterarse desató su ira en ellos, incluido él, que realmente no tenía nada que ver en las decisiones de su padre y de Jiyoon. Su hija había muerto por algo que él ni siquiera sabía que estaba pasando.

—Eran amantes —dijo Jimin con un poco de amargura.

Iba a tener el cabello lacio y oscuro, piel como porcelana, ojos marrones y unos bonitos labios rellenitos. Iba a heredar ese encantador lunar de Jungkook, justo debajo de su labio inferior.

Iba a ser tan hermosa.

Iba, maldita sea, porque ya se había ido hace rato.

Jimin se cubrió el rostro con ambas manos y rompió a llorar. Estaba tan deprimido por su pérdida, que de solo pensar en ella el llanto volvía con mucha más fuerza.

La vengaremos. Sangre por sangre. Muerte por muerte.

Jimin dejó que su omega lo consolara y lo envolviera en esa aura negra que estaba desprendiendo. No le negaría nada y le cedería el dominio total de su cuerpo, porque él mismo sentía la necesidad de vengar la muerte de su inocente hija.

—¿Cachorrito? —no supo cuánto rato lloró, porque cuando volvió en sí, cuando el aura de su omega se disipó, Hoseok estaba sentado a su lado, de manera incómoda, hablándole al oído mientras sus brazos lo envolvían cariñosamente.

Hoseok no tuvo que preguntar nada, porque lo había descubierto todo cuando enterró su nariz en el cabello húmedo de Jimin, y el olor dulce que resaltaba en él, ya no estaba más.

—Debemos salir de aquí... —dijo Jimin entre lágrimas, el llanto había disminuido considerablemente.

Hoseok soltó un suspiro tembloroso. No estaba en las mejores condiciones para iniciar un escape, pero haría todo lo que estuviera en sus manos para que Jimin y el resto lograra salir de aquí.

—Lo haremos, cachorrito. Saldrás de aquí.

Jimin se dejó arrullar por su padre, quien pese a todo, soltó feromonas paternales para calmarlo, envolviéndolo una última vez con ese delicioso olor familiar.



Ω


—¿Todo listo? —Inguk preguntó en un susurro. Habían vigilado el perímetro y contabilizado a las personas que habían ingresado a la fábrica.

El resumen de todo lo recopilado era un poco... desalentador, considerando que estaban totalmente en desventaja.

—Listo —respondió uno de sus subordinados.

Yongsun aprovechó que su novio estaba hablando con Seokjin para moverse y tomar la mano de Jungkook, dando un ligero apretón. Jungkook se puso rígido por un momento, luego se relajó cuando giró su rostro y se encontró con su mirada. Ella le sonrió dulcemente, como solía hacerlo en el pasado, cuando sabía que Jungkook haría algo estúpidamente arriesgado. Jungkook le dedicó una sonrisa torcida, devolviendo el apretón, uno suave, a la pequeña mano de su amiga.

—Todo saldrá bien —ella le aseguró, incluso si no estaba del todo segura, pero esperaba no equivocarse esta vez.

Tengo un mal presentimiento. Jodidamente malo. Sé que no todo saldrá bien. Habrán muertes que no podré evitar, pero lucharé contra lo que sea para encontrar a Jimin y ponerlo a salvo.

Jungkook dejó sus pensamientos para sí mismo. No necesitaba ponerla nerviosa, más de lo que ya estaba.

—Lo sé —se limitó a decir, suspirando.

—Señor, antes de empezar, póngase el chaleco antibalas —uno de sus hombres susurró, interrumpiéndolo, haciendo que su pequeña charla junto a Yongsun terminara.

Tomando el chaleco antibalas que se le estaba ofreciendo, Jungkook volvió todo su cuerpo grande y poderoso hacia Yongsun.

—Ponte esto.

Ella frunció el ceño.

—No...

—No hay suficientes para todos, así que no me discutas —Jungkook la interrumpió, casi gruñendo— Póntelo.

Ella refunfuñó, pero lo aceptó. Namjoon ya estaba a su lado, así que la ayudó a ponérselo más rápido. Cuando el grueso chaleco estuvo bien ajustado, Namjoon se inclinó y presionó sus labios en la frente de su novia.

—Mantente a mí lado, ¿vale? —pidió Namjoon, acariciándole una mejilla.

—Sí.

—¿Están seguros de que esto va a terminar bien? —Taehyung preguntó, nervioso, logrando captar la atención de Jungkook y sus hombres— Quiero decir... ¿de que va a funcionar?

Jongsuk había llamado antes, diciendo que estaba en camino, junto a un equipo numeroso de NIS.

El plan era descabellado, pero no había otra opción.

Entrarían por la parte de atrás, esa que no tenía tanta seguridad con la entrada principal. Atacarían a los que vigilaban, se vestirían con sus ropas y robarían sus armas para infiltrarse dentro y acceder al lugar sin problemas, mientras el resto los seguía desde atrás. Sabían que habían muertes involucradas, no solo de los hombres de Woobin, sino que también los que trabajan para Jungkook.

—Esperemos que sí, joven Kim —Inguk respondió, ofreciéndole un chaleco antibalas.

—Gracias —Taehyung lo tomó y se lo puso rápidamente. Seokjin ya llevaba el suyo.

Inguk asintió y luego miró a su jefe.

—Señor, estamos listos para empezar.

Jungkook simplemente se limitó a asentir con un movimiento de cabeza, sin molestarse a mirarlo. Sus ojos estaban clavados en la vieja fábrica. Estaba un poco... no, estaba jodidamente preocupado. Habían escuchado un disparo minutos atrás y eso los había tensado a todos. Esperaba que no fuera Jimin el herido, y se estaba autoconvenciendo de que no podía sentirlo porque fue Jimin quien decidió bloquear el vínculo y no por otra cosa.

Incluso si no está herido, los mataré.

El teléfono de Jungkook vibró de repente, justo cuando comenzaban a moverse sigilosamente hacia la parte trasera de la fábrica. Se agachó, escondiéndose entre los arbustos y respondió.

—¿Qué? —susurró un gruñido.

Ya estamos aquí. En realidad, estamos caminando hacia ustedes.

No había cuestionado la decisión de Jongsuk cuando este le informó del pequeño escuadrón que arrastraba, pero por el nerviosismo en su voz, supuso que este supuesto amigo y miembro activo de NIS, era algo más que un buen amigo. No le importaba una mierda quién era realmente para Jongsuk, solo le importaba que fueran de real ayuda y no una tropa de inútiles.

—Bien —dijo Jungkook, cortando la llamada. Miró a sus hombres por un momento, memorizando sus rostros, y luego suspiró.

Inguk lo observaba atentamente. Este era el primer trabajo que sabía terminaría en una verdadera masacre, y aunque no le emocionaba en lo absoluto, quería iniciarlo pronto para acabar con toda esta mierda lo antes posible.

—¿Señor...?

—Los quiero a todos muertos —dijo Jungkook con firmeza, interrumpiendo a Inguk. Todos los ojos se centraron en él, ya que había adoptado el papel de alfa líder en esta misión— No importa nadie más que sus vidas allá dentro, así que disparen a cualquiera que vean como amenaza. Manténganse con vida, encuentren a Jimin, liberen a los prisioneros y déjenme a Kim para el final.

Jungkook no miró a Taehyung cuando se refirió a su padre. Simplemente no podía ponerse sentimental con el bastardo que secuestró a su omega y mantenía a otros omegas prisioneros para luego venderlos a su suerte.

Taehyung agachó la cabeza, sintiendo como su corazón golpeaba con fuerza su caja toráxica.

Se lo merece. Sea cual sea su destino, se lo merece...

Apretó la mano de su novio, quien le devolvió el apretón. Inhaló una bocanada de aire y luego la expulsó lentamente. Solo debía concentrarse en encontrar a su madre para ponerla a salvo.

Yongsun, quien estaba cerca de Jungkook, lo miró con preocupación, sintiendo como su piel se erizaba ante sus palabras. Nunca había visto esta faceta tan despiadada de Jungkook, sin embargo, lo entendía.

—Y alguien debe quedarse aquí —dijo Jungkook, llevando sus ojos al rostro de amiga— Jongsuk está viniendo hacia acá ahora mismo, pero no podemos seguir esperando.

Yongsun resopló, pero luego asintió con su cabeza.

—Vale, yo puedo quedarme.

Namjoon arrugó su entrecejo, no muy contento con dejarla atrás, pero no pudo discutir absolutamente nada. Necesitaban que alguien se quedara para cuando llegara Jongsuk junto al escuadrón.

—Cuídate —le dijo Jungkook a Yongsun, y aunque la palabra había salido como un gruñido, ambos sabían qué significaba realmente. Había cariño y preocupación.

—Siempre.

Jungkook rodó los ojos y desvió su atención a uno de sus hombres, dándole un poco de privacidad a su amiga y a su novio.

—Te quedas aquí —ordenó Jungkook a uno de los alfas— Y la cuidas con tu vida

El alfa asintió con un solo movimiento de cabeza.

—Sí, señor.

—Bien, vamos.

Namjoon se despidió de Yongsun con un tierno beso en los labios. Taehyung y Seokjin simplemente la abrazaron antes de seguir al resto.



Ω


Yamato Suzuki era hijo único, de padres japoneses que habían decidido mudarse a Corea mucho antes de tenerlo. Tuvo una infancia demasiado normal y feliz, con padres amorosos que lo consentían demasiado. Vivió rodeado de lujos hasta su adolescencia, y todo fue perfecto, hasta que su madre, una omega bastante delicada de salud, murió repentinamente. Su padre, quien parecía perdidamente enamorado, no lo soportó. Con el tiempo, comenzaron a perderlo todo; amigos, trabajos, propiedades, autos e incluso le cancelaron la matrícula de la escuela. Quedaron en la calle, y Yamato vio como su padre fue consumido por la tristeza, y sin poder hacer nada, lo vio morir.

Jamás entendió a sus padres, ni el profundo amor que se profesaban. Era una mierda, la verdad.

Logró salir adelante sólo, metiéndose y saliendo de cada problema, hasta que conoció a Kim Woobin, quien lo contrató sin importarle que tuviera sus antecedentes manchados por los crímenes que ya llevaba cometido. Y ya después de eso, llevaba más de dos décadas trabajando para él, y conocía el trabajo a la perfección.

—¿Me estás escuchando, hombre? —su compañero preguntó, dándole un nuevo mordisco a su barra de cereal.

Yamato lo miró y luego suspiró.

—No, en realidad. Lo siento —no lo sentía realmente. Estaba en un punto donde ya no quería seguir viviendo esta mierda. Habían rebasado su cuota de crímenes injustificados.

—Eres una mierda como compañero —el alfa refunfuñó. Ambos caminaban por los viejos pasillos semi oscuros de la fábrica.

Yamato ignoró su comentario, sumergiéndose nuevamente en sus pensamientos. Había decidido ayudar a unos prisioneros, sabiendo que terminaría muerto sea cual sea el resultado del intento de escape.

Hajoon...

Pero ese omega, todo esquelético y demacrado, había removido algo en su interior, inquietandolo. Incluso su lobo rugió, maldita era.

—Oh, mierda, espera... —el alfa que lo acompañaba dijo, trayéndolo de vuelta a la realidad, nuevamente. Yamato no dejó de caminar, simplemente lo miró por sobre su hombro. El alfa estaba agachado atando sus cordones.

Dobló en una esquina y se detuvo en seco, retrocediendo unos pasos para no ser descubierto.

Mierda, mierda, mierda.

No alcanzó a ver con gran detalle, pero sí notó unos cuerpos en el piso. Habían matado a sus compañeros.

—Hombre, en serio —el alfa dijo, acercándose a él— Eres el peor comp...

Yamato se dio la vuelta y le cubrió la boca con su gran mano, empujándolo contra la pared más cercana. El alfa arrugó su ceño, sin saber qué estaba pasando realmente.

Piensa rápido, maldita sea.

—Shhh... —siseó Yamato, apartando su mano de la boca de su compañero. Los murmullos comenzaron a llenar el pasillo, acercándose a ellos.

El alfa, quien parecía confiar en Yamato, mantuvo la boca cerrada cuando su compañero se alejó. Pero, para su desgracia, no vio venir el siguiente movimiento.

Los años trabajando para Woobin le habían enseñado a pensar rápido y ser ágil. Yamato tomó la cara de su compañero con ambas manos y la giró, rompiéndole el cuello en un movimiento limpio y rápido. El cuerpo inerte se desplomó hacia el suyo, y Yamato lo sostuvo para ponerlo silenciosamente en el suelo, luego se alejó a toda prisa. Si los intrusos lo atrapaban, lo matarían, sin darle la oportunidad de explicar nada.

Necesitaba llegar a la habitación donde estaba Hajoon y el resto de los prisioneros.



Ω


—¿Por qué hay un cuerpo? —Jungkook preguntó, susurrando. No sabían si había más gente cerca de ellos.

Inguk se acercó al hombre en el piso una vez que terminó de acomodarse la ropa que había tomado de los cuerpos ya abandonados, y se agachó para tocarle el cuello. No había pulso, obviamente, pero el cuerpo estaba bastante fresco y tibio.

—Es una muerte reciente, señor.

—Manténganse en alerta. No bajen la maldita guardia.

—Sí, señor —sus hombres respondieron, comenzando a avanzar.

Los pasillos desolados eran iluminados por mediocres ampolletas viejas y llenas de polvo, atenuando aún más la luz. Algunos focos parpadeaban intermitentemente, mientras otros emitían un extraño sonido hasta que se apagaban definitivamente.

A medida que se iban moviendo, lograban escuchar sollozos, gritos y gente hablando. Había una mezcla de ruidos en todas las direcciones.

—Señor —Inguk susurró, deteniendo a sus hombres— Debemos elegir un camino.

Los pasillos se dividían en dos. Era como un jodido laberinto. Jungkook gruñó; bajo y amenazador. Estaba cabreado, estresado y preocupado. Ni siquiera podían ver el rastreador, porque se había apagado antes de que ellos lograran entrar a la fábrica.

—Nos dividiremos —dijo Jungkook, mirando a Inguk— Tú y algunos van por allá. Yo tomaré este camino.

Inguk asintió, pero antes de que se pusieran en marcha, unos pasos resonaron desde atrás. Todos se quedaron quietos.

Jongsuk apareció, junto al pequeño escuadrón que le acompañaba. Todos estaban bien equipados; con trajes y armas.

—Hola —susurró Jongsuk a Jungkook. Él también llevaba lo que parecía ser un chaleco antibalas, un casco y una pistola con silenciador.

Todos se saludaron silenciosamente con un movimiento de cabeza.

—Cual es el plan —preguntó uno de ellos, el que estaba sospechosamente más cerca de Jongsuk, envolviéndolo con su olor.

Jungkook reprimió una mueca, porque vamos, no hacía falta marcar a Jongsuk en un momento así, joder.

—Entrar, matar a todos y sacar a los prisioneros —respondió Seokjin. Era un resumen bastante bueno, según él.

Taehyung no pudo evitar sonreír, pese a los nervios que lo estaban carcomiendo.

—Genial. Me gusta el plan —dijo el alfa, y una bonita sonrisa iluminó su bonito rostro.



Ω


Un ruido fuera de la habitación los alertó, pero cuando la puerta se abrió de golpe, todos se tensaron, esperando lo peor.

—Cambio de planes —dijo Yamato en cuanto entró a la habitación, acercándose rápidamente al pequeño grupo de prisioneros que se encontraban en el suelo.

Sabía que intentar salir de aquí con ellos, sería un jodido reto, considerando que todos estaban bastante heridos.

—¿Qué? —gruñó Jimin, entrecerrando los ojos con desconfianza, provocando que Yamato le sonriera— ¿Y cómo por qué deberíamos confiar en ti?

—No debes hacerlo, chico, pero alguien viene por ti, creo —Jimin frunció el ceño ante la pequeña información. Yamato se detuvo frente a Jimin, pero miró a todos cuando dijo:— Debo sacarlos de aquí o los hombres de Woobin vendrán primero y los matarán.

—¿No eres tú uno de ellos? —cuestionó Jimin, quien parecía ser el único que tenía la energía suficiente para hablar. El resto solo lo miraba con desconfianza.

Yamato ensanchó su sonrisa.

—Sí, no. Bueno, desde que decidí ayudarlos, ya no más. Me matarán apenas tengan la oportunidad.

—¿Y por qué nos estás ayudando?

Yamato miraba a Jimin, pero por unos cortos segundos, desvió sus ojos a Hajoon, para luego volver a mirar a Jimin.

—Ya lo dije, quiero hacer mi buena acción del día —respondió con simpleza. Jimin resopló— Pero ya basta de charlas, demos salir de aquí. Arriba, chico —tomó los brazos y lo alzó hacia arriba, ayudándolo a ponerse de pie.

Como era de esperarse, Jimin gimió adolorido, doblándose hacia adelante a causa del agudo dolor en su vientre bajo, provocando que todo su cuerpo se estremeciera. Yamato se alarmó, olvidando que el chico no estaba en las mejores condiciones físicas.

—Lo siento, chico, pero debes ignorar el dolor por ahora.

Jimin suspiró temblorosamente, alzando el rostro para intentar asesinarlo con la mirada. Sus manos estaban apretando su abdomen, como si de esa forma el dolor fuera a abandonar su cuerpo.

Ugh, estúpido alfa.

—Jimin... —Hoseok susurró, mirándolo con preocupación. Jimin miró a su padre en silencio, y luego intentó regalarle una sonrisa.

—Estoy... estoy bien, papá.

Hoseok no le creyó, pero lo dejó pasar. Por ahora, no podía hacer nada más que seguir adelante, ignorando cualquier dolor que tuvieran, si es que querían salir de ahí.

Yamato ayudó a Jiyoon a ponerse de pie, intentando no mirarle el rostro. Incluso en la oscuridad que los envolvía, lograba percibir la hinchazón en la mitad de su cara. Era una lástima que Woobin le desfigurara tan bonito rostro. Luego se movió para ayudar a Hajoon, quien parecía un muñeco sin vida, moviéndose de manera automática.

—Escuchen, esto será practicamente un suicidio —les dijo Yamato, viendo como Jimin se movía apenas para quedar a un lado de su padre— Pero si queremos lograr salir de aquí, o al menos llegar hasta los que vienen por ti —dijo, mirando a Jimin— Debemos movernos rápido. Tengo un arma, pero cuando dispare la primera vez, daré la alerta a todos y vendrán por nosotros.

—Bien, supongo.

Yamato se movió hacia la puerta y se asomó, mirando en todas las direcciones, luego se agachó y empujó dos cuerpos sin vida hacia el interior de la habitación. Tocó sus bombillos y quitó las barritas de cereal que estos portaban, consciente de que estos prisioneros estaban en parte débiles por la falta de alimento, luego quitó cualquier arma que sus compañeros portaban.

Dos pistolas, dos taser y una navaja. Perfecto.

Se volvió hacia los cuatro prisioneros y le entregó a Jimin una pistola cargada, a Hajoon un taser y a Jiyoon el otro.

—Apunten y disparen —fue todo lo que Yamato les dijo, luego se dio media vuelta y caminó de nuevo hacia la puerta— Vamos —siseó, cuando notó que ninguno lo seguía.

Avanzaron todos juntos hacia el pasillos, a duras penas, con Hoseok prácticamente siendo arrastrado. Jimin se tragó su dolor, sintiendo como la sangre comenzaba a descender entre sus muslos.

Dios, que se detenga.

No quería que su cuerpo siguiera expulsando los restos de su bebé, porque maldita sea, le dolía tanto física como psicológicamente todo esto. Era, sin duda, la peor cosa que le estaba pasando hasta ahora.

—Ngh... —Hoseok gimió. Su pierna dolía con cada intento de paso que daba, incluso si era mayormente sostenido por su hijo y Jiyoon— Esto es... inútil —gruñó, gimiendo nuevamente.

—Saldremos de aquí —Jiyoon dijo, incluso cuando no había esperanza en su voz.

Solo alcanzaron a avanzar unos cuantos pasos, cuando frente a ellos aparecieron dos tipos altos y robustos.

—Pero que mierda —siseó uno de ellos, comenzando a desenfundar su arma.

Jimin se agitó, sabiendo lo que pasaría, así que siguió el consejo de Yamato. Apuntó y disparó.

El disparo resonó en todo el pasillo, causando un eco ensordecedor.

—Mierda —Yamato gruñó cuando vio el cuerpo caer sin vida al suelo. Y aprovechó la distracción para sacar su arma y acabar con el otro tipo. Ambos terminaron muertos frente a ellos— Buena puntería, chico, pero ahora debemos movernos porque vendrán sí o sí por nosotros.

Hanjoon temblaba, con las manos cubriendo sus oídos. A Yamato le dolía el corazón verlo así, mas no hizo nada. Arrancó su propio deseo de ir y protegerlo.



Ω


—¿Qué fue eso? —Seokjin preguntó con pánico. El disparo que habían escuchado lo había agitado considerablemente, haciéndolo muy consciente de lo peligroso que era estar en este lugar.

Jungkook apretó los dientes con fuerza, sin ánimos de responder lo obvio.

Taehyung, Seokjin, Jongsuk y un puñado de hombres lo acompañaban, mientras el resto andaba juntos a Inguk.

—Disparos —dijo el alfa, quien aún no se presentaba.

Jongsuk se lamió los labios, nervioso.

—¿Crees que...?

El alfa se encogió de hombros.

—No pensemos quién disparó o a quien dispararon. Mantengámonos alerta.

Ignorando al resto, Jungkook respiró profundo mientras cerraba los ojos, intentando concentrarse en su entorno, agudizando sus sentidos.

Ahí...

Su lobo susurró, sintiendo débilmente el olor de su omega.

—Sigamos —ordenó Jungkook, doblando en una esquina y avanzando a pasos firmes, dejándose guiar por su instinto.

Todos lo siguieron en silencio, con sus armas listas para ser usadas.



Ω


—¿Qué mierda fue eso? —Woobin gruñó, poniéndose de pie. Había estado hablando con Kang, esperando a que Sukyeol terminara de satisfacer sus asquerosas necesidades junto al pequeño omega que le habían encontrado.

Kang también gruñó, llamando a sus hombres.

—Ve a ver que mierda esta pasando —ordenó, sabiendo que algo iba mal.

—Sí, señor.

Cuando quedaron solos nuevamente, ambos alfas se miraron.

—Toma tu arma y salgamos de aquí. Si alguien nos descubre, estamos jodidos.

Woobin se rió, casi burlándose del pánico que comenzaba a exudar su socio y amigo.

—No seas cobarde, por dios. ¿Olvidas las bombas que tenemos en caso de emergencia? —Kang sacudió la cabeza— Este es el lugar más seguro en caso de que queramos activarlas. Todo explotará, Kang, menos esta oficina, así que cálmate.



Ω


—Oh, mierda —Yamato siseó, retrocediendo unos pasos e hizo gestos a los prisioneros, indicándoles que subieran las escaleras que estaban a su derecha— Rápido, suban. Viene gente.

Hajoon fue el primero en subir, y Yamato sintió un extraño alivio al ver que el omega se puso rápidamente a salvo, lejos del peligro que se avecinaba. Luego vio como los tres prisioneros restantes intentaban subir juntos las escaleras.

Mierda.

—Sube, chico —le dijo a Jimin, apartándolo de su padre, luego miró a Jiyoon— Usted también. Suban, yo me encargo de él.

Jiyoon subió con prisa, intentando no tropezarse. Tener un ojo menos era una mierda, sin mencionar que el lugar parpadeaba constantemente y solo provocaba mareos y desorientación en ella. Jimin también subió, ahogando los gemidos de dolor que burbujeaba en su garganta, amenazando con salir. Estaba seguro que ya comenzaba a dejar un camino de sangre, pero solo esperaba que los alfas no lo notaran aun.

Cuando todos llegaron arriba, se apoyaron contra la pared más cercana y aguantaron la respiración, escuchando como los alfas charlaban entre ellos mientras avanzaban por el pasillo.

—Sigue, yo voy a ver arriba —dijo uno de ellos, tensandolos de inmediato. Jimin miró a Yamato, quien le hizo un gesto para que permaneciera en silencio. Estaban en el ala oeste, justo donde estaba la mayoría de la mercancía.

Maldita sea...

Cuando el alfa comenzó a subir las escaleras, Hoseok, Jiyoon y Hajoon ya se estaban moviendo por el oscuro pasillo.

—Dispara el taser —le dijo Yamato a Jimin— Apunta a la cabeza o los genitales.

Jimin asintió con la cabeza, sintiendo como su cuerpo se retorcía del dolor y de los nervios.

Cuando el alfa terminó de subir la escalera y apartó la vista de su teléfono, se paralizó por un momento, luego frunció el ceño y separó los labios para gritar alguna maldición. Cualquier intento murió cuando Jimin disparó el taser y él cayó al suelo, convulsionando ante la descarga de electroshock. Yamato se acercó al que había sido uno de sus compañeros de trabajo, sacó la navaja y la enterró en su garganta, degollandolo con una facilidad aterradora.

—Muévete, chico —Yamato le susurró a Jimin, cuando notó que el omega había quedado paralizado por su acción.

Jimin tomó una gran bocanada de aire antes de comenzar a moverse, volviendo a ignorar su agudo dolor. Necesitaba un doctor, maldita sea, porque si seguía así, sabía que no aguantaría demasiado.

—Doblen a la derecha y sigan derecho por el pasillo —indicó Yamato, siguiendolos desde atrás— Luego verán una escalera. Hay que bajar e intentar llegar a la parte trasera de esta mierda.

Jimin respiraba con dificultad, se sentía cansado y mareado, pero aun así seguía adelante. Se detuvo, antes de llegar a las escaleras, doblándose hacia adelante y apoyando las palmas de sus manos sobre sus muslos. A estas alturas ya jadeaba con fuerza.

Jiyoon y Hoseok se detuvieron. Ellas no estaban mejor que Jimin.

—Vamos, chico —lo alentó Yamato— Debemos bajar y tomar unos atajos, esperando no encontrarnos a nadie para llegar a la parte trasera.

Jimin negó con la cabeza.

—No puedo... más...

—Sí, puedes. Los ayudaré a salir de aquí, ¿recuerdas?

Ladeando la cabeza, Jimin se encontró con los ojos del alfa.

—¿Qué hay en estas habitaciones? —preguntó en cambio. No habían podido ignorar los murmullos y sollozos detrás de las paredes.

Yamato torció los labios.

—Omegas —dijo sin rodeos.

Jimin cerró los ojos y respiró nuevamente una gran bocanada de aire. Desbloqueo su vínculo, llamando a su alfa, sabiendo que lo necesitaba más que nunca.

—Debemos sacarlos...

—No —la respuesta fue inmediata, sin siquiera darse un momento para considerarlo.

—Debemos...

—Si los sacamos, perdemos tiempo. Si perdemos tiempo, nos atrapan. Si nos atrapan, nos matan.

Jimin gimió, frustrado.

—Debemos sacarlos, maldita sea —gruñó ahora, sintiéndose abrumado— No podemos simplemente dejarlos a su maldita suerte.

—¡Alto ahí, perras! —una voz los paralizó a todos.

Yamato miró más allá de Jimin, justo detrás de él. Un alfa los apuntaba mientras apretaba el botón de su intercomunicador.

—Estoy en el ala oeste. Cuatro prisioneros y un traidor.

Los habían atrapado. Malditamente los habían atrapado.

Matalo.

Y eso fue todo. Era como si necesitara ese incentivo.

Jimin cerró los ojos, tragando una nueva bocanada de aire. Se relajó, y fue como si la adrenalina que empezaba a sentir bloqueara el dolor de su cuerpo. Cuando abrió los ojos, un dorado intenso brilló. Era su omega quien había despertado, sediento de venganza.

Y ahí fue cuando el caos se desató.








***

NIS : Servicio de Inteligencia Nacional, solo que las siglas están abreviadas del inglés.

TASER : es un arma de electrochoque que, al tener contacto con un sujeto, incapacita de forma temporal a las personas. No es letal.

Buenooo, les dije que ya queda poco de esta historia? :c pensaba no pasar de los 50 caps, pero siento que aun me queda un poco de historia por desarrollar, así que lo más seguro es que me pase solo un poco de lo que tenía previsto. Gracias por leer, comentar y votar ♡ ¡lo valoro mucho!

Si ven algún error, me avisan y lo modifico apenas tenga tiempo, porque el cap salió jodidamente largo y revisé por encima, para poder subirlo 🤭.

Nos vemos en la próxima actua~  

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro