Without regrets

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Primero que nada, déjenme decir que este one-shot fue creado a petición de LuciernagaMarchita, quien tiene el honor de obtener el segundo puesto de: #elsotanodewattpadNaruto. ¡Muchas felicidades! La verdad es que tienes muy bien merecido tu puesto, desde mi punto de vista, tu one-shot fue increíble. 

Segundo, el one-shot fue creado a base de un one-shot creado en fanfiction.net. La petición era crear algo como una secuela de ese one-shot, por lo que me estoy guiando de todo lo que leí en ese capítulo único. El autor o autora del one-shot se llama: Varmint. Y el nombre del one-shot es "Turn back the clock".  No es recomendable leer el one-shot sin haber leído antes la primera parte. Y ya dije mucho la palabra "one-shot". 

Repito, esto solo es como una "continuación" para nada canónica de aquel one-shot. No soy la autora. También les recomiendo leer el one-shot. Está bien redactado y tiene mucha, demasiada, originalidad. Está en ingles, pero Fanfiction puede traducirlo al español.

También quiero pedir perdón por si hay algunas cosas que no concuerdan con el one-shot original. Hay algunas cosas que no comprendí muy bien, pero que hice mi mejor esfuerzo para entenderlas. También con los sucesos de la guerra. Naruto me lo vi en el 2019 y no recordaré bien algunas cosas.

Y dejando de lado el hecho de que escribí trece veces la palabra "one-shot" (incluyendo esta), ¡demos inicio! 


De verdad que odiaba todo. 

Quería morirse.

Luego de la visita que lo quebró de forma involuntaria, no había vuelto a estar en paz de nuevo. La soledad se había vuelto un factor cotidiano en su vida, hasta que apareció aquella niña de seis años; entrando por su puerta como si fuera su propio hogar. ¿Ahora? Ahora eran sus dos alimañas junto con sus perros, los que entraban como si fueran los reyes de la casa. 

Claro, maldita familia tenían que ser.

—¡Ermitaño! ¡Mira, te he traído pescado!— La alegre voz de Kiba se escuchó por todo el lugar de forma sonora. 

Pasado el tiempo, Kiba comenzó a tomarle confianza junto con su hermana. Y claro, su nombre "Ermitaño" siempre estaba en la boca de esos dos niños, que eran un manojo de energía. Y el traerle de comer pescado se había vuelto una tradición para ellos. No es que se quejara, pero aceptaba la comida solo porqué disfrutaba de ingerir algo que no haya sido preparado por él.

—¡Ermitaño! ¡Mira lo que encontré!— La pequeña Hana traía entre sus manos una rama con forma extraña. Estaba curvada en forma de corazón. Algo extraño en una rama.— Ahora, es tuya.

—No la quiero.— Fue todo lo que Tobirama dijo, mientras bebía un poco de su té. 

Los ojitos de Hana se volvieron aguados e hizo un ligero puchero con sus labios.— ¿Por qué no?

—Porque no quiero nada tuyo.— Estaba siendo demasiado duro con ella, pero no quería relacionarse demasiado.

Ya era un peligro latente el que los dos niños lo fueran a visitar. No quería encariñarse con ellos, para luego ver como morían. Pasó con su hermano, con su difunta mujer, con Mito, con Katsuyoshi, con Kiba e incluso con Kuro. Todos murieron. Algunos de forma natural, otros de la forma más despiadada posible. No importaba quien fuera. Él siempre vería morir a esa persona. Su maldición no lo dejaba descansar en paz, ni lo dejaría nunca. Justo cuando pensó que Tsume no volvería a estar con él, comenzó a hacerle falta su presencia. ¿Luego? Luego conoció a sus dos retoños, los cuales de la nada, se volvieron parte de su vida.

Igual de entrometidos que su madre. 

Era imposible no ver a Tsume en aquellos dos niños, y eso le recordaba lo doloroso que sería su futuro. En algún punto de su vida, Tsume moriría, luego Hana o Kiba. Siempre perdería a esos seres que le dieron algo de luz a su oscura vida. Lo peor de todo, es que no podía hacer nada para evitarlo. No pudo estar al pendiente de la guerra contra Kiri para poder salvar a Katsuyoshi y a Kiba. No pudo mutilar al desgraciado de Zabuza por asesinar a la tierna pero salvaje Kuro. No podía, ya que eso significaría volver a ser Tobirama Senju.

Tobirama Senju, el segundo Hokage, estaba muerto. Él era ermitaño, un hombre con una maldición que le arruinó la vida. 

No quería encariñarse con ese par de niños. No quería que, cuando crecieran y se fueran, sus risas resonaran en forma de eco por toda su casa a modo de recuerdo. Que los ladridos de los caninos que siempre los acompañan hagan una armonía perfecta, pero molesta, junto con sus risas. Era muy doloroso el saber que tus seres queridos morirán en un futuro cercano, a diferencia tuyo.

—¡Vamos, tómalo! Tal vez esa rama finalmente te pueda dar algún olor.— Kiba se unió a la conversación de forma repentina. 

—No sigas con lo de mi olor.

—¡Pero es que no tienes! ¿Sabes lo imposible que es eso?— Exclamó Kiba con un puchero en sus labios. 

—Solo déjalo.

—¡No!

—Sí.

—¡No! 

—Sí.

—¡No!

—No.

—¡Sí! ...Espera... ¡Hey, eso no se vale!

El peliblanco exhaló con pesadez. Si que había caído bajo. ¿Cómo bajó tanto? Él, Tobirama Senju, segundo hokage de la aldea de la hoja, temido por las cinco grande naciones y conocido por ser el exterminador por excelencia de los Uchihas, pasó a ser un "Ermitaño" que pelea verbalmente con un niño de 8 años. Si su hermano estuviera vivo, se estaría riendo en su cara de forma ruidosa y constante. 

Todos esos años en soledad, se había dedicado a construir una coraza por completo indestructible. Una capa de hielo que rodeaba y protegía su corazón de cualquier futuro lazo que podría crear con alguien, para así ahorrarse el sufrir. Pero los del clan Inuzuka pareciera ser que tenían un don nato. Rompían sin piedad alguna su coraza; la hacían trizas, la tiraban a un barranco y luego se acercaban a él riendo junto con sus perros.

—Oye Kiba, creo que ya tenemos que irnos. Tenemos que ir a la academia mañana y se está haciendo tarde.— Anunció Hana mientras observaba el cielo desde la puerta de la sala.

—¡Está bien! Entonces adiós, Ermitaño. Volveremos mañana con más pescado.— Kiba agitó su mano en forma de despedida mientras se alejaba de él junto a su hermana.

—¡Sí, adiós Ermitaño!

Tobirama no dijo nada, solo los observó. Vio como se perdían en la oscuridad del bosque, aun iluminado por rayos del atardecer. Por unos momentos, se teletransportó al pasado. Era la misma escena que miraba, solo que los que la conformaban eran Tsume, Katusyoshi y Kiba. Sacudió su cabeza levemente. De verdad que estaba comenzando a perder la cabeza. Cada cosa que observaba en esos niños, le recordaba a los gemelos fallecidos y a la misma Tsume, quien lo iba a visitar seguido por las mañanas.

Decidió restarle importancia a todo eso. No debía estar pensando en el error que cometió al dejar entrar en su vida a Tsume y sus hermanos. Se dirigió a su cuarto y se recostó en su cama. Tardó un par de minutos, pero logró quedarse dormido.

—En la historia de la aldea de la hoja, han habido grandes shinobis que protegieron con gran devoción nuestra querida aldea, para que así nosotros podamos tener un futuro propio con nuevas eras por venir.— La voz de Iruka resonó por todo el salón de clases.— Los Hokages. Los cuales actualmente, son cuatro. ¿Alguien de aquí sabe los nombres de los cuatro Hokages? 

Ninguno de los niños presentes levantó su mano para responder. Iruka soltó un suspiro cansado.

—El viejo Hiruzen cuenta, ¿no?— Habló un niño de cabellos rubios y ojos azules. Tenía sus brazos reposados en su nuca, y las marcas en sus mejillas lo hacían ver como un lindo gatito inocente.

—Exacto. Gracias, Naruto. Hiruzen Sarutobi es el Sandaime Hokage y es el actual gobernador de la aldea. 

—¿Pero ese no debería ser el Yondaime?— Preguntó un niño gordito con marcas en sus mejillas regordetas.

—Si, debería ser así, pero el Yondaime nos protegió a todos al dar su vida en un ataque devastador a la aldea. Debido a eso, el Sandaime retomó el puesto de Hokage. Ahora, ¿alguien podría decirme el nombre de los dos primeros Hokages?— Una niña pelirrosa de ojos verdes alzó su mano.— ¿Sakura?

—El Shodaime era el dios ninja, Hashirama Senju. El Nidaime era su hermano, Tobirama Senju.

—¡Correcto! Hashirama Senju, el fundador de la aldea, y su hermano fueron dos de los cuatro Hokages de la aldea. Los más poderosos de sus épocas.

—Iruka-sensei, tengo una pregunta.

—Dime, Naruto.

—¿Cómo eran los antiguos Hokages? Es decir, no eran arrugados como el viejo Hiruzen, ¿verdad? ¡Me llevaría una gran decepción, dattebayo! Eso solo significaría que los Hokages son viejos y arrugados, ¡y yo no quiero ser así!

—Naruto, tenle más respeto al Sandaime Hokage. Debes aprender a respetar a tus mayores y superiores.— Lo regañó Iruka.— Pero respondiendo a tu pregunta, pues...- 

—Yo puedo responderte esa pregunta, Naruto.— El actual líder de Konoha hizo acto de presencia mientras fumaba de su pipa con una sonrisa.

—¡Sandaime!— Exclamaron los niños.

—¡Sandaime-sama! ¿Qué lo trae por aquí?— Le preguntó Iruka con una sonrisa.

—Solo estaba echándole un vistazo a nuestros futuros ninja.

—¡Y futuro Hokage, dattebayo!— Exclamó Naruto con alegría.

Hiruzen sonrió ante la exclamación de Naruto.—Bueno, respondiendo a la pregunta, ambos hermanos eran extremadamente fuertes. A pesar de ser de la misma sangre, sus comportamientos eran muy diferentes. El Shodaime era muy alegre y risueño, muy al contrario del Nidaime, quien era serio, callado y calculador.

—¿Y cómo eran físicamente?— Preguntó muy interesada una alegre niña de cabellos rubios y ojos azules, sentada al lado de la niña pelirrosa. 

—También eran demasiado diferentes. El Shodaime poseía una piel morena, de cabellos oscuros y ojos negros. En cambio, el Nidaime tenía piel blanca, cabellos albinos y ojos rojos. ¡Incluso sus vestimentas eran diferentes! El Shodaime utilizaba armadura roja y el Nidaime usaba una azul.

Kiba se quedó pasmado. La descripción dada por el Sandaime sobre el Nidaime, correspondía con la de Ermitaño. Se quedó pensando. ¿Sería una coincidencia? Si, es posible que sea una coincidencia. El segundo Hokage estaba muerto. Sacudió levemente su cabeza para alejar esos pensamientos de su cabeza y prestar atención en la clase. Pues ahora estaban hablando de las técnicas que utilizaban.

—Oye, Kiba. ¿Te ocurre algo? Generalmente estarías buscando pescado con Akamaru para llevárselo a Ermitaño.— Su hermana lo observó preocupada. 

Luego de que terminaran las clases, los dos hermanos estaban en la espera de su madre en la academia ninja. Kiba, desde la visita inesperada de Hiruzen y su historia con sus maestros, había estado pensativo. Era demasiado para un niño de 8 años el quebrarse la cabeza con algo así. Simplemente puede ser una coincidencia enorme. No debía darle tantas vueltas al asunto, pero se le era imposible. 

Hana estaba muy intrigada con respecto a su hermano. No sabía que era lo que lo tenía tan pensativo. No era para nada normal que su hermano pensara en algo. Siempre estaba corriendo de un lado a otro con Akamaru. A veces compraba pescado frito o lo atrapaba para que su madre lo cocinara para Ermitaño. Pero ese día no estaba haciendo nada. Solo estaba ahí, sentado, sin hacer nada.

—Es que hoy estábamos aprendiendo sobre los Hokages, y la descripción del Nidaime era exactamente igual a la de Ermitaño.

—Así que tú también piensas que es extraño.

—¿Qué? ¿Tú ya tenías sospechas?— Dijo sorprendido y con los ojos abiertos.

—Sí. Ebisu-sensei nos habló acerca de los Hokages hoy mismo. La descripción del Nidaime es igual a la de Ermitaño, pero recuerda que Tobirama Senju está muerto desde hace años. Es imposible que sea él. Sino, sería un costal de huesos andante.— Dijo Hana con una expresión divertida.

—Hmm, tienes razón. ¡Es imposible que sea el Hokage, ya que nadie puede vivir tanto tiempo! Mejor olvido ese tema. ¡Vamos, Akamaru! Consigamos algo de pescado para Ermitaño.— El pequeño perrito solo ladró en modo de afirmación. Seguidamente, se fueron corriendo del lugar.

—¡Espera! ¡Debemos esperar a mamá aquí!— Hana salió detrás de su hermano menor a toda velocidad. Se meterían en problemas con su madre, como siempre.

El tiempo pasaba demasiado rápido.

Ocho años.

Los hermanos Inuzuka ya eran shinobis excepcionales. Hana se había convertido en una talentosa kunoichi, que aparte de tener grandes habilidades de combate, era una gran veterinaria en el clan Inuzuka. Kiba, por otro lado, se había vuelto un ninja formidable parte de un equipo de rastreo excepcional. Tobirama no sabía si era coincidencia o simplemente una tradición absurda, pero su equipo era conformado por un Aburame y una Hyuga. Y él, al igual que su madre, estaba enamorado de la Hyuga.  Y como siempre, la Hyuga no lo correspondía.

Tobirama estaba pensando seriamente en cambiar el clan al que odia.

El caso es que, en todos esos años, los dos hermanos le contaban todo lo que les ocurría, más que todo Kiba. Su vida amorosa la escuchó 10 veces. Sus problemas en la escuela las escucho por lo menos 50 veces. Y sus experiencias con sus amigos las escuchó al rededor de 100 veces. 

Le hartaba demasiado que hablara tanto. 

Kiba pareciera ser que no tenía botón de apagado o siquiera de mute. Era demasiado diferente a su hermana. Hana, con el tiempo había madurado y se había vuelto más serena. Cuando lo iba a visitar, lo saludaba cordialmente y le ofrecía pollo frito, no pescado. Con ella podía llegar a tener una conversación de dos de forma apropiada. Con Kiba, no hablaba, solo escuchaba. 

Le había contado acerca del Uchiha desertor de su aldea y de la misión en la que se involucró por ir a rescatarlo. Le causo mucho enojo. Si no hubiera sido por ese Uchiha y su idiotez, Kiba y Akamaru no hubieran resultado heridos. 

Uchiha tenía que ser. 

También sabía acerca de las amistades más cercanas de Kiba y Hana. Las de Hana eran unas chicas del clan Yamanaka y Akimichi, mientras que las de Kiba eran el chico Uzumaki, con quien compartía una amistad-rivalidad de broma, o tal vez no, y el chico Aburame de su grupo. De las chicas, la Hyuga era con quien mejor se llevaba al ser de su grupo y su amor unilateral. Hubo un tiempo que había dejado de hablarle tan abiertamente sobre ellos, y eso le extrañó, pero el mismo se excusó con respecto a su etapa de adolescente. Al poco tiempo había sido el mismo chico que iba a misiones junto con sus compañeros de equipo, y él, a veces se aseguraba que regresara bien.

Tobirama cuidaba a los Inuzuka y a Konoha desde las sombras. Había estado al pendiente de todo lo que ocurría en su entorno y con el mundo. Partiendo desde la masacre Uchiha, de quien sabía sobre los responsables. Una organización criminal que quería cambiar al mundo, teniendo dos Uchihas de integrantes, la captura de los Jinchurikis por esta misma organización, y claro, la guerra que actualmente se estaba desarrollando allá afuera. 

El peliblanco quería ir a ayudar, pero no podía. Los de la vieja era lo reconocerían de inmediato, y más de alguno de la nueva era también. Además, ahí estarían los Inuzuka. Toda la mentira que había creado, se derrumbaría en cuestión de minutos. Las reacciones de los únicos seres que llegaron a apreciarlo serían de decepción pura. Por eso, no quería encariñarse con ellos. Todo lo que ellos piensen de él, le puede llegar a afectar de sobremanera.

Se había vuelto débil. 

Tobirama solo observaba todo desde la ventana de su cabaña. Le sorprendía el hecho de que el bosque en el cual estaba siguiera intacto. Presenciaba la muerte y la sangre derramada, pero a la vez, la maravilla de ver a las cinco grandes naciones unificadas en una alianza masiva. Nunca pensó que algo así llegaría a ser posible. Nunca. 

El Senju salió de sus pensamientos de forma espontanea al escuchar un gran estruendo. Sus sentidos ninja, luego de pasar tanto tiempo dormidos, despertaron de golpe. Con rapidez, salió de la cabaña, la cual fue destruida de inmediato. ¿Qué diablos había sido eso? No era un ataque directo a su cabaña, sino, era la honda expansiva de un ataque que, para otro objetivo, si fue directo. Escaló uno de los árboles del bosque hasta la punta para poder ver con mayor claridad. 

Un cráter por completo enorme junto con pocos escombros. El área pareciera ser que le cayó alguna especie de bomba, muy potente y enorme. Nunca había visto tal destrozo con un solo ataque. Su sentido del oído se agudizó lo suficiente como para escuchar un gran rugido a la lejanía. Frunció su ceño. 

—¡TOBIIIII!

De la nada, el peliblanco yacía cayendo del árbol y próximamente en el suelo. Un cuerpo grande, pesado y fornido estaba aplastándolo por completo. Enojado, apartó de inmediato a aquel cuerpo helado. Sorprendido, observó a su "agresor". Con felicidad en su interior, le habló.

—Hashirama. No te me vuelvas a tirar de nuevo o juro que te voy a hacer trizas

—¡Sabía que era tú chakra! ¡Si estás vivo! Tobi, ¿sabes cuanto te estuve buscando allá arriba? Cuando no te vi llegué a pensar que te habías ido para el otro lado. Te dije que el odio que le tenías a los Uchiha nunca fue sano. Pensé que el diablo te había llevado o algo así, ¡pero no! Era que seguías vivo y no sabes cuanto me alegra eso. 

—Hmp. ¿Y tú que haces aquí? Se supone que estás muerto... Espera, no me digas, ¿Edo tensei?— Dijo al observar los ojos de su hermano y las ligeras grietas  de su rostro.

—Sí. Es una situación de emergencia. Tobirama, el diez colas está destrozando todo el lugar. Si sigue, la alianza quedará por completo devastada. Sumándole el hecho de que el chakra de Madara está presente.— Las facciones de su hermano se tornaron por completo serias.

—Así que no era solo yo... Tsk, mi técnica no debería usarse para ese tipo de cosas. No la cree con esa intensión.— Murmuró con hastío. 

—Si no es para eso, ¿para qué es, Nidaime-sama?— La exótica voz de Orochimaru se hizo presente mientras emergía entre los árboles. Detrás de él estaba el equipo completo de Taka.

—El Sannin de la serpiente, Orochimaru. ¿Tú fuiste el que invocó a mi hermano? Tsk, parece que a nadie le cuesta usar el jutsu que inventé.

—Bueno, no soy solo yo...

Dos personas más llegaron al lugar. Reconoció a Hiruzen, más no al otro.

—Tobirama-sensei. Ha pasado mucho tiempo.— Le sonrió Hiruzen mientras se le acercaba. 

—Sí. Ha pasado mucho tiempo. 

Se le era muy difícil. Después de décadas de estar sin su hermano y alumno, se le era... lindo, el volver a verlos. Tuvo que reprimir una sonrisa de sincera felicidad que se quería escapar de sus labios. 

—Nidaime-sama, es un honor conocerlo.— Habló el rubio de ojos azules.

—Yondaime Hokage.— Fue todo lo que dijo mientras lo volteaba a ver.

—Oh, ¿me conoce?

—Sí. Se habla mucho de tus hazañas con respecto al ataque del Kyubi.

Minato solo se rascó la cabeza mientras sonreía nerviosamente.— ¿De verdad? 

Tobirama se cruzó de brazos y observó de reojo al azabache de cara seria. Frunció su ceño. Oh, claro que lo conocía. El Uchiha por el cual Kiba salió herido. Le tenía un rencor inexplicable.— Tú debes de ser Sasuke Uchiha.

—Sí.

El Senju estrechó sus ojos y apretó su mano en su brazo. Su mirada transmitía odio y venganza. Algo que no le extrañaba en un Uchiha. 

—¿Y tú que haces con los revividos? Si no estoy mal, lo único que querías era vengarte de tu hermano.

—¿Cómo lo sabes?— Preguntó Sasuke con enojo.

—¿Yo? Yo lo sé todo.

Tobirama, en sus tiempos libres, los cuales eran muchos y muy extensos, se dedicaba a observar la aldea de Konoha desde las sombras. Sabía que es lo que pasaba todos los días. Y si había alguna posible amenaza para la aldea, la exterminaba antes de que siquiera llegara a pisar el país del fuego. Cuando vio que Sasuke salió de la aldea para irse con Orochimaru, sabía que no le traería nada bueno a la aldea. Lo observaba desde la lejanía; viendo como mataba y hacía "misiones" para Orochimaru. Cuando vio que su locura comenzaba a exceder los límites, supo que sería un peligro enorme para la aldea.

—¿Qué lo sabes todo, dices?

—Sí... Al igual que sé, que eres un peligro para Konoha. No permitiré que le hagas daño a la aldea que los Hokages por generaciones han cuidado tanto.

Una ráfaga de aire se hizo presente. El albino estaba altamente furioso. Elevó uno de sus dedos mientras observaba a Sasuke con profunda rabia. 

—¡Tobirama! Baja la mano.— La voz de su hermano había sonado tan demandante, que solo lo observó de reojo. Exhaló con fuerza y se tranquilizó.— Jajajaja, ¡perdón por eso! Mi hermanito siempre ha sido muy explosivo.

Sasuke no dijo nada. Observó a Tobirama con el ceño ligeramente fruncido y una gota de sudor resbaló por su mejilla. Ese chakra. Esa aura tan aterradora. ¿Ese era el segundo Hokage? Al no verlo entre los revividos, le causó intriga, y aun más al ver la sonrisa torcida de Orochimaru al ver el cuerpo del Zetsu tirado; sin ser ocupado por el revivido correspondiente.

—Escúchame bien, niño. No importa que es lo que hagas, Con que vayas, o con quienes lo hagas, pero si te atreves a tocar la aldea de la hoja, juro que te asesinaré de la peor forma posible. La he estado protegiendo de maniáticos como tú por más de cuarenta años. Tú, no serás la excepción de ellos.

—¿Tú? ¿Protegiendo? Hmp, en la aldea ni siquiera saben que estás vivo.— Sonrió con altanería mientras se erguía.

—Ellos no necesitan saber que existo. Me muevo por las sombras. Lo hago por su bien, un bien que ellos no necesitan saber. Tsk, ni siquiera sé por qué me molesto en explicarte cosas, niño. Nunca entenderías lo que hago.

El Senju cortó de inmediato la conversación. Había hablado demasiado. Él no era de hablar mucho sobre esos temas, pero esos Inuzuka lo había hecho un "boca suelta". Soltó un suspiro y luego volteó a ver a su hermano.

—¿Entonces?

—Iremos a la guerra, Tobirama. El enemigo es demasiado poderoso. Esta generación tiene a ninjas muy hábiles y con fuerza de voluntad...— El oji-rubí pensó de inmediato en los dos Inuzukas.— ...más, van contra Madara. Madara no es un oponente que ellos puedan vencer. Necesitan de nuestra ayuda. Así que debes venir con nosotros, Tobirama.

Silencio. 

Él sabía que ese día llegaría tarde o temprano. El día en el cual su mentira se caería. Cerró sus ojos con fuerza y exhaló. ¿Estaría preparado para ver la decepción en los ojos de los que más aprecia? No, pero debía aparentar que sí. Eso era ser un ninja. Y él, oficialmente y en ese momento, volvió a ser uno. Observó a Hashirama con la cara enserio, y asintió con la cabeza.

—Ya hemos perdido demasiado tiempo. Debemos apresurarnos.— Habló Hiruzen.

Todos los presentes asintieron y comenzaron a correr. No estaban lejos del campo de batalla, por lo que no tardarían en llegar. Pero, tuvieron que acelerar su paso al ver una gran esfera gigante; siendo claramente un ataque del enemigo.

—¡Yondaime! ¿¡Puedes llegar a tiempo!?— Exclamó Tobirama. A pesar de ser el creador, su técnica del Hiraishin estaba muy oxidada luego de décadas sin utilizarla en combate. No llegaría a tiempo.

—¡Sí!— Seguidamente, desapareció en frente de la vista de todos.

—¡Es mucho mejor que tú, hermano!

—¡Cállate, Hashirama!

—Ay vamos, tú y yo sabemos que me extrañaste.

—No.

—Y tú y yo sabemos que ese no es y un sí.

—No.

—¡Es un sí!

—Podrían por favor dejar de pelear. Estamos en medio de una guerra.— Hiruzen se posicionó al lado de Hashirama.

—¡Oh! Tienes razón. ¡Démonos prisa!— Dijo Hashirama.

Con el paso al que iban, no tardaron ni 2 minutos en llegar. Hiruzen, al llegar, se posicionó al lado de Minato. Hashirama al lado de Hiruzen, pero se sorprendió al no ver a su hermano a su lado. Lo buscó con la mirada y no tardó en encontrarlo. Encima de una roca, estaba parado con el cuerpo tenso mientras observaba fijamente a alguien, quien le devolvía la mirada con sorpresa.

—¡Son los Hokages!

—El Shodaime, el Sandaime... ¡incluso en Yondaime! ¿Pero qué está pasando?

—¡Miren! ¡También está el Nidaime!— Exclamó un ninja de Kiri mientras apuntaba a Tobirama, quien solo se irritó al reconocer la ropa de los de Kiri y al ser delatado. 

—Nidaime...— Kiba solo lo observó con los ojos inexpresivos. Tobirama le devolvió la misma mirada.— No es momento de pensar... estamos en medio de una guerra. Tranquilízate, Kiba. Luego pides explicaciones.— Pensó el Inuzuka mientras inhalaba una gran cantidad de aire. 

No podía decir que estaba sorprendido por su identidad, lo estaba más por su aparición repentina. Cuando cumplió 14, comenzó a sospechar sobre "Ermitaño". Las similitudes entre el Nidaime y Ermitaño comenzó a parecerle más que una coincidencia. Se había vuelto distante con el peliblanco por un corto periodo de tiempo debido a sus suposiciones. Y sus dudas se disiparon cuando lo vio llegar al campo de batalla; recibiendo el nombre honorifico de segundo Hokage. 

Estaba dolido, pero lo que le dolía no era el que sea el segundo Hokage, sino, que les ocultó ese hecho a su familia. A su madre, a su hermana y a él. Sentía ira. Le había mentido durante todo el tiempo que estuvo con ellos. Cuando su madre era una pequeña, también le había mentido; y a día de hoy, seguía mintiéndole, pues su madre y hermana ni siquiera sabían que existía la mínima posibilidad de que fuera el Nidaime.

Era lo único en lo que su madre y hermana se parecían. Eran despistadas con respecto a los temas de apariencias. Ni siquiera ha de haber pasado, ni una sola vez, el pensamiento de que había una cara muy similar a la de Ermitaño tallada en la roca de los Hokages. Kiba, por muy poco creíble que suene, era observador.

—¡Te estaba esperando, Hashirama!— La estruendosa entrada y la voz ronca de Madara sacó de sus pensamientos a Kiba.

—¡Después iré por ti!— Tobirama disfrutó el ver la cara de decepción y disgusto de Madara.

—Hmp. Siempre supe que la amistad que tenías con mi hermano era muy tóxica.— Comentó Tobirama con el ceño fruncido. 

—Vaya, pero miren quien tenemos aquí. Me sorprende que no tengas las marcas del edo tensei, To-bi-ra-ma. Será mucho más fácil el hacerte trizas.

—Eso querrás, Madara. 

—Hmp, como sea.— El Uchiha se sentó en el suelo con resignación.

—Bien... ¡Hokages, en marcha!— Exclamó Hashirama.

—Bien... hace mucho que no hago nada de esto.— Murmuró Tobirama, mientras sentía algo nuevo en su interior. Adrenalina. Esa adrenalina que había sentido siempre, cada que había estado en una batalla. 

Debía dejar el miedo de saber la opinión de los Inuzuka. En esos momentos, su mayor prioridad era salvar el mundo shinobi, a como diera lugar.

Todo había sido un desastre total. 

Tobirama no sabía que había pasado. El Tsukuyomi infinito lo había atrapado. Intentó resistirse, pero no logró escapar. Lo último que recuerda son los gritos de su hermano por ayudarlo. En lo que estaba atrapado había tenido un sueño... relativamente... agradable. En su mundo, no tenía que esconderse de la aldea. No tenía que salvarla desde las sombras. Además, todos sus seres queridos y altamente estimados estaban con él. Sus hermanos, Mito, Tsunade, y claro, los benditos Inuzuka. Se le fue completamente imposible no verlos en su mundo ideal. 

En su sueño pudo reflexionar. Desde el inicio, había estado evitando encariñarse de esos niños junto con sus canes, empezando con Tsume, sus hermanos y sus perros, pero falló de forma horrible. Ahora, caía ante los descendientes de esa misma niña que le calentó el corazón con sus tiernas sonrisas y su simpatía. Lo admitía. Amaba a ese par de niños. Tsume había sido la primera persona en entrar a su frio corazón, siendo seguida por sus dos rayos de luz; sus hijos. No había querido admitirlo debido al miedo que sentía. Su miedo a perder a la gente que quiere. 

En el pasado le ocurrió mucho. Y todo por su maldita maldición. Vio morir a familiares y amigos queridos. Luego de tanto dolor, se quiso encerrar en una caja con candado. Lastimosamente, la pequeña familia Inuzuka, tenía múltiples copias de la llave. Los quería, los quería mucho. No se cansaría de repetirlo nunca. Finalmente era capaz de admitir que aceptaba a alguien en su corazón.

Puede que el clan Uzumaki tenga reservas de chakra, que el Uchiha tenga un dojutsu excepcionalmente bueno y que el Hyuga tenga habilidades de rastreo impresionantes. Pero su clan favorito, era el Inuzuka. Su habilidad de caer bien y de adentrarse en los corazones ajenos era impresionante.

Cuando fue liberado del Tsukuyomi infinito, su hermano ya no estaba presente, y eso lo entristeció un poco. Encontrarse con su ruidoso hermano había sido algo único y memorable. En ese entonces, su único hermano en vida, el cual lo había protegido y amado con todo lo que tenía. 

Estaba desconcertado con respecto a su al rededor. Múltiples personas estaban en medio de lo que parecían ser vendas. Entre los afectados pudo divisar a su sobri-nieta Tsunade. Se alegró mucho de verla hecha una mujer fuerte e independiente. Tanto así que, se le llegó a nombrar Hokage. Todos estaban inconscientes en el suelo con excepción de una persona. Kiba lo estaba observando fijamente.

¿Tendría que darle una explicación?

Sí, era seguro que sí. 

El Inuzuka, a pesar de recién ir despertando, se acercó a Tobirama, quien solo estaba estático en su lugar. Al tenerlo de frente, solo lo observó sin remediar una sola palabra.

—Así que... ¿segundo Hokage, Tobirama Senju?— El albino no dijo nada, solo desvió su mirada al suelo.— Hmp. Ermitaño te queda mejor.

El Senju no pudo contener la ligera sonrisa de sus labios; sorprendiendo a Kiba.

—Vaya, estás sonriendo. Eso es nuevo. ¿Deberíamos comer pescado para celebrar este gran logro?

Tobirama no sabía el por qué de su comportamiento tan tranquilo con respecto a la situación actual, pero no se quejaría. Le aliviaba el saber que el más feliz de los Inuzuka no lo odiaba. Pero, a pesar de eso, seguía con la duda del por qué.

—¿No vas a... ?

—¿Preguntarte acerca del por qué mentiste con respecto a tu identidad? No, la verdad no. ¿Sabes? Debiste haber tenido una muy buena razón para ocultar algo así. Y al final, yo no conozco al segundo Hokage, Tobirama Senju, el famoso Hokage genio creador de técnicas prohibidas. Yo conozco a Ermitaño, un hombre gruñón de edad dudosa que vive solo en el bosque y que le encanta el pescado frito, aunque él no quiera decirlo.

—No me gusta el pescado frito.

—¡Mentiroso!— Exclamó con diversión. Tobirama sonrió, y luego escuchó un ladrido.— Akamaru también piensa que estás mintiendo.— El albino meneó levemente su cabeza con diversión. Ese niño y ese perro. Ambos eran un dúo dinámico y nunca cambiarían.

—Así que si era cierto. 

Los presentes voltearon a ver a la divinidad que tenían en frente. El sabio de los seis caminos se encontraba levitando hacía Tobirama, Kiba y Akamaru. Detrás de él se encontraban Naruto y Sasuke, quienes eran ayudados a caminar por Kakashi y Sakura.

—Hay un inmortal en este mundo. Tu maldición es de un rango superior.

—¿Sabes acerca de mi maldición?— Hagoromo asintió.— ¿Sabes quien me la puso? ¿Sabes como me la puedo quitar? ¿Sabes qué ma-... ?

—Espera. Son demasiadas preguntas que no te puedo responder. Escucha, el tema de las maldiciones de tu nivel es un terreno con el cual no me quiero meter, ya que son temas complejos y de procedencia Otsutsuki. Solo te puedo hacer una sola pregunta: ¿Quieres morir?

Todos se sorprendieron por la pregunta. Tobirama no dudó en responder.

—Sí.

Estaba cansado. Se le estaba dando la oportunidad de poder ponerle fin a ese ciclo infinito de su vida. Ese ciclo en el que solo las personas de su al rededor morían, más no él. Sería la primera vez que un ser querido lo perdía a él. No le causaba mucha gracia, pero estaba arto de todo eso. Quería ver a su hermano, a su familia y a sus amigos.

—Bien. Es un procedimiento fácil, por lo que no tomará mucho tiempo. Cuando lo haga, tendrás menos de un minuto para despedirte de alguien.

Tobirama asintió y observó a Kiba, quien tenía un semblante afligido y triste. Akamaru gemía de tristeza al comprender lo que pasaría. Hagoromo le colocó una mano en la espalda y utilizó su poder ocular. Cuando sintió su cuerpo pesado, Tobirama sabía que era la hora.— Kiba, no te puedo dar la explicación que te mereces, ni a ti, ni a tu hermana y mucho menos a Tsume. Pero quiero que le cuentes a tu madre y a tu hermana sobre mi. Además, dile a Hana que siempre la aprecie. Que aprecie cada palabrería que me decía, que amé cada regalo que me daba y que siga adelante como Kunoichi, que tiene un gran potencial. Y a Tsume dile que aprecié cada dibujo, cada sugerencia y cada risa. También dile que deje de ser tan enojona con ustedes. Y tú, Kiba, aprecie cada anécdota de tu vida y cada pescado frito que me diste. Sigue adelante como ninja y asciende con honor junto con Akamaru. Lograron abrir mi coraza de hierro con tanta facilidad. Son realmente únicos. Mi yo pasado nunca estaría diciendo estas palabras, y menos en frente de tanta gente. Pero ni siquiera las palabras son suficientes para agradecerles todo lo que hicieron mientras estaba solo. La soledad es algo que te atormenta y te ataca cuando menos te lo esperas. Mi soledad, por suerte, fue contrarrestada con su felicidad. 

Mediante decía eso, una luz oscura comenzó a rodear a Tobirama. Varias grietas comenzaron a llenar su cuerpo. Las lagrimas de Kiba no se hicieron esperar. Comenzó a temblar ligeramente. Akamaru ladraba con fuerza y con tristeza. El cuerpo de Tobirama comenzaba a desintegrarse, como si fuera del edo tensei. Finalmente, su alma salió de su cuerpo y comenzó a elevarse hacía el cielo. Le dio una última mirada a Kiba.

—Despidete de Hana y Tsume por mi.

—¡Sí!— Exclamó rompiendo a llorar.

Ermitaño había sido una figura importante para él. Su padre había muerto años atrás, y Tobirama fue un consuelo enorme para él, su hermana y madre. Era alguien demasiado importante, y era muy difícil despedirse de ese alguien. Entonces, lo entendió. Tobirama había pasado por lo mismo que él estaba pasando, cientos de veces. Sin poder hacer nada, y sin tener el consuelo de que algún día podrías ver a ese alguien en otra vida. Se limpió las lagrimas y observó a Tobirama con una sonrisa.

El albino sonrió con sinceridad ante la mirada que le dio el Inuzuka. Dirigió su mirada a Sasuke, y habló con fuerza.— ¡Oye, Uchiha! Ya te lo advertí una vez. Si te atreves a tocar a la aldea de la hoja, te haré trizas. Si la atacas reviviré y te mataré con mis propias manos.— Lo miró salvajemente.

—Sí. Capté el mensaje.— Sasuke suspiró con fuerza mientras observaba a Tobirama irse. Todavía recordaba las palabras que le dijo.

"Ellos no necesitan saber que existo. Me muevo por las sombras. Lo hago por su bien, un bien que ellos no necesitan saber."

Moverse desde las sombras.

Era lo mínimo que podría hacer para remediar sus pecados. Proteger a Konoha desde las sombras, tal y como el segundo Hokage lo hizo. Sería el Hokage de las sombras del idiota que tiene por mejor amigo; el próximo Hokage, Naruto Uzumaki.

Ese día, Tobirama Senju finalmente pudo descansar. Luego de años y años de soledad y de tristeza, puede estar en paz. Lo que siempre había querido en su vida. Su mayor deseo. Y no se arrepentía de nada. No se arrepentía de haber protegido a Konoha desde las sombras, de haber ayudado en aquella devastadora guerra, y mucho menos se arrepentía de haber dejado entrar en su corazón a la pequeña Tsume. 

Vería a sus seres queridos. 

Se iría de ese mundo, el cual sabía que estaba en buenas manos.

Se iría de ese mundo, sin remordimientos. 

Fin

LuciernagaMarchita, espero que te haya gustado este one-shot. Hice lo mejor que pude y espero que sea de tu mayor agrado.

Lectores, espero que no se hayan confundido al leer o que ya hayan leído la parte canónica para entender. También rezo con que no me funen por algo. Idk, soy medio paranoica.

Ahora sin más que decir, me piro vampiro. Bye~💖

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