OO2 | DESEOS IMPUROS

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𝖂𝖔𝖒𝖆𝖓

Sehyeon observaba cómo su esposo, el cual llevaba zapatos, pantalón negro y una camisa celeste, acomodando sus mangas porque seguía preparándose para marcharse al trabajo, bajaba las escaleras para acercarse a ella que estaba esperando para despedirse. Este tenía su cabello dividido cayendo por sus lados, llegando a rozar su frente, como pocas veces lo veía. Pues, la mayoría de los días siempre lucía impecable para su trabajo, sin ningún mechón rebelde, ni alguna arruga en sus camisas.

Este al conectar sus miradas, inhaló intentando seguir pareciendo relajado mientras ella sentía cómo su corazón se encogía. La verdad era que no estaba segura de marcharse sola, pero su esposo estaba seguro de que sería algo bueno para que pudiera pensar con tranquilidad sobre qué pasaría con su matrimonio. En eso sabía que tenía toda la razón, pero pensar en estar lejos de él la desesperaba de gran manera.

Hyunsoo medio sonrió de manera tranquilizadora, lo que hizo que ella también lo hiciera, teniendo el impulso de abalanzarse a sus brazos. Aún recordaba cómo había pasado toda la madrugada entre sus brazos, pensando por horas cómo poder dejar de sentirse de esa manera, ya que deseaba más que nada que volvieran a ser el matrimonio de antes.

—Sohyun se encuentra afuera —informó algo nerviosa, notando cómo su esposo bajaba la cabeza mientras soltaba una ligera risa por lo bajo—. ¿Qué es lo gracioso?

—Tus nervios me recuerdan a un comienzo, pero ya llevamos tantos años juntos que...no los comprendo.

—Es un efecto que siempre has tenido en mí sin importar el tiempo.

Al escucharla volvió a aparecer una pequeña sonrisa en su rostro mientras se acercaba cautelosamente, llevando las manos a los hombros de su esposa, acariciándolos delicadamente con los pulgares hasta que acabó soltándola a la vez que suspiraba. Podía ver la inseguridad, como si fuese mayor la desesperanza en los orbes de ella, lo cual provocó una punzada en su estómago.

—¿Recuerdas la vez que me atreví a acercarme a ti?

—Jamás podría olvidarlo —murmuró bajando la cabeza.

—Esa mañana te mostraste tan...

—Perra —mencionó riendo, provocando la de él, que negó con la cabeza.

—No. Claro que no.

—Oh, vamos, algún día deberás aceptarlo.

En ese tiempo, Sehyeon estaba en sus veinte años y solía ir casi todas las mañanas a la cafetería Vita con Caffé, ya sea con alguna amiga o sola, lo que no le molestaba para nada. Pero luego de unos días había comenzado a notar que siempre estaba allí el mismo joven, con el cual solía compartir miradas, ya sea porque ella lo atrapaba a él mirándola o viceversa.

Aquella mañana había ido con una amiga que hizo en el comienzo de sus clases en la facultad, notando que cómo siempre, se encontraba aquel joven. No sabía qué era lo que se le hacía más atractivo de él, su físico o el hecho de que siempre tuviera un libro en su mano y sólo levantara la mirada cuando se encontraba con la de ella.

Su amiga había salido mientras ella terminaba de colocarse el tapado negro, pero cuando salió queriendo cerrar la puerta, se sorprendió cuando algo lo impidió. Se trataba de aquel joven que veía siempre, por lo que tragó con dificultad al encontrarse tan de cerca con su mirada oscura que se le hacía tan intimidante.
Este no tenía ninguna expresión en su rostro, pero eso parecía ser siempre así, pues en todas las veces que se encontraron, Sehyeon jamás lo había visto sonreír o algo así. Conocía a Moon Hyunsoo, era imposible que no lo hiciera cuando se trataba del hijo del reconocido CEO llamado Moon Namgil.
Siempre hablaban maravillas de su persona, de todo lo que lograba, así como también de sus dos hijos a los cuales siempre presumía, demostrando lo orgulloso que estaba de ellos.

«¿Cuál es tu nombre?» fueron las primeras palabras que salieron de la boca del joven, logrando sorprenderla.

«¿Por qué debería decírtelo?»

«Porque me gustas»

«¡¿Ni siquiera sabes mi nombre y te gusto?!»

«¿Cómo podría saberlo si no quieres decírmelo?»

«Eso no importa. Para gustarte, primero deberías conocerme aunque sea un poco»

«Eso hago al venir cada mañana, aunque sirvan un café horroroso»

Sohyeon abrió ligeramente los ojos al escucharlo, pues no podía creerse que a pesar de que no le gustaba para nada aquella cafetería, él tan sólo fuera para poder verla. En ese momento sintió cómo un cosquilleo recorría su estómago, y quería apartar su mirada, porque la forma en que la observaba con intensidad provocaba que estuviese sintiendo su rostro arder, pero ella jamás era de demostrar que alguien podría intimidarla, menos si se trataba de un hombre.

«¿Eres un acosador o algo así?» alzó una ceja mientras él seguía con su misma expresión, lo que llegaba a desesperarla.

«No. Sólo busco la manera de conocer a mi futura esposa»

Sehyeon no pudo evitar soltar una risotada histérica, queriendo creer que estaba bromeando aunque parecía no hacerlo en absoluto al no unirse a su risa y seguir igual.

«Qué bromista que eres»

«No estoy siéndolo»

«Entonces, estás loco, así que con permiso que están esperándome»

Sehyeon jamás lo notó, pero cuando volteó para caminar alejándose de él, las comisuras de sus labios se elevaron formando una pequeña sonrisa en los labios de Hyunsoo. Desde que la veía hablando con sus amigas había notado que tenía actitud, pero que se lo haya demostrado a él, lo dejó aún más fascinado por ella, así que buscaría la manera de seguir acercándose porque sabía perfectamente que la atracción era mutua.

—Fuiste algo difícil de conquistar.

—En realidad, ya lo habías hecho desde antes que tuviéramos citas —mencionó riendo.

—Ya lo sé.

—¡¿Y por qué tardaste tanto en besarme?! —preguntó desconcertada.

—Porque quería que dejaras de fingir que no provocaba nada en ti, cuando no eras capaz de mantenerme la mirada por más de unos segundos —confesó riendo.

—Es que siempre has sido intimidante.

—Eso sólo con las demás personas, cariño —murmuró acariciando su cabello, mirándola con dulzura, lo que hizo que ella sonriera—. Contigo siempre he demostrado estar a tus pies.

—Ya, basta —pidió sonrojada, aunque le encantaba escucharlo recordarle todo lo que sentía por ella.

—Disfruta tus vacaciones, ¿sí?

—No quiero ir —musitó desviando la mirada.

—Sabes que es lo mejor.

—¿Acaso me quieres lejos? —examinó sintiendo una punzada en su pecho, y este soltó una ligera risa.

—En realidad no estoy nada bien, Sehyeon —confesó sorprendiéndola—. Si en estas vacaciones te das cuenta de que ya no quieres estar a mi lado, no sé qué será de mí.

—No digas eso...

—Pero escucha...—dijo con suavidad, tomando sus manos—. Así cómo hace dieciocho años te dije que tú serías mi esposa, ahora diré que tú y yo vamos a seguir envejeciendo juntos —aseguró soltando una ligera risa, provocando la sonrisa de su esposa que tenía los ojos cristalinos.

—¿Me acompañas afuera?

—No tienes que preguntarlo. Quiero terminar de despedirme de ti, además, debo saludar.

Sehyeon asintió con la intención de voltear y tomar su maleta, pero Hyunsoo se adelantó a llevarla para salir, estirando su otra mano para que su esposa pudiera tomarla y empezar a bajar las escaleras. Cuando acabaron, Sohyun chilló abrazando a su hermana, la cual le correspondió aún sintiendo que no era correcto irse a esas vacaciones. Al separarse vio cómo Hyunsoo estrechaba su mano con la de Yunjae, conversando animadamente, hasta que Sohyun se acercó a saludarlo, por lo que ella saludó a su cuñado.
Hyunsoo metió la maleta en la cajuela, para luego despedirse de la pareja mientras ella se acercaba algo nerviosa.
No podía dejar de observarlo, la manera en la que hablaba con ellos e intentaba sonreír, fingiendo que todo estaba más que bien, que no se encontraba igual de angustiado o más que ella.

A pesar de todo, seguía fascinada con él, y es que aunque ya no estaba en sus veintidós sino que en sus cuarenta, parecía haberse puesto aún más atractivo. Si Sehyeon debía responder qué era la elegancia, sin dudas nombraría a su esposo, porque eso era una de las principales cosas que le había hecho enamorarse, aunque ella no lo fuese para nada.

Moon Hyunsoo era, simplemente, perfecto ante sus ojos.

Y ahora al tenerlo en frente, acercándose algo angustiado por más que intentase ocultarlo, le hacía dar ganas de saltar a sus brazos. Si de algo estaba completamente arrepentida en ese momento, es de no haberle confesado las ganas que tuvo la noche anterior de que le hiciera el amor. Pues, ahora pensaba sobre el tiempo que pasarían lejos, que ya no lo vería cada día, por lo que una presión se había instalado en su pecho.

—Supongo que...te veré en unos días.

—Elija lo que elija tendré que verte —trató de sonreir, aunque le salió más una mueca torcida.

—¿Puedo besarte?

—¿Cómo puedes preguntar eso? —preguntó indignada, pasando los brazos alrededor de sus hombros—. Soy tu esposa.

—Sí, sé que eres mi esposa, pero no sé si desde ahora seguimos...

—Cállate y bésame —ordenó haciéndole sonreír.

Este pasó las manos por su cintura para poder acercarla más, presionando los labios sobre los de ella, besándola de manera suave y delicada como la mayoría de veces. Pero terminó sorprendiéndose cuando ella con su lengua se abrió paso a su boca, explorándola, enredándola con la suya, besándolo de manera húmeda y lujuriosa cómo hacía tanto tiempo no pasaba. Lo estaba debilitando de gran manera, por lo que la apagó más a él, deseando poder tomarla y entrar nuevamente a su casa.

—Ya, ¡¿podemos irnos o van a seguir de calientes frente a nosotros?! —preguntó sacando la cabeza por la ventanilla, Sohyun.

Eso fue suficiente para que rompieran ese beso, Sehyeon riendo al notar a su esposo sonrojarse y bajar la cabeza mientras reía tímido. Pues, él no era un hombre que se mostrara de esa manera frente a más personas, siempre mantenía un gran respeto, pero su esposa había logrado que se olvidara completamente de todo en ese momento.

—¿P-Por qué...?

—Me arrepiento de no haber llegado a más contigo anoche —confesó acomodando el cuello de la camisa de Hyunsoo, que la miraba sorprendido.

—¿En serio? —ella asintió con una pequeña sonrisa—. ¿Cómo puedes decirme ésto ahora? Soy capaz de pedirles que nos den dos horas para subir...

—¿Dos horas? —preguntó sorprendida—. Creo que con el tiempo que llevamos sin hacerlo, con cinco minutos sería más que suficiente.

Hyunsoo soltó una ligera risa, volviendo a tomarla de la cintura, inclinándose hacia adelante para acercar los labios a la oreja de su esposa.

—Si volvemos a estar de esa manera, no saldremos de la habitación por un día completo —aseguró con voz profunda, provocando que ella sintiese cómo un cosquilleo bajaba por su vientre y sus piernas flaqueen.

—Hyunsoo...

—Aunque vayas para pensar, disfruta de tus días en Busan.

—Gracias por entenderme —murmuró con una media sonrisa.

—Siempre lo haré, pase lo que pase —aseguró acariciando su mejilla, para luego depositar un beso en su frente.

—Nos vemos pronto, Hyunsoo.

—Cuídate, cielo.

La mujer caminó hacia el coche, subiéndose en el asiento trasero mientras que Yunjae encendía el motor para marcharse,  y Hyunsoo movía la mano despidiéndose de ellos.

«Vuelve a mí»

Eso era todo lo que el hombre podía pensar, sintiendo una gran inquietud instalarse en su pecho al crear escenarios ficticios de todo lo que podría suceder mientras ella estuviese lejos de él. Pues, estaba seguro del amor verdadero que sentían el uno por el otro, pero con su error, el que ella haya tomado distancia de él por tanto tiempo, comenzaba a creer que quizás podría darse cuenta de que se sentía mejor sin que estuviera en su vida. Quizás para ella lo mejor podría ser darle un final a su matrimonio, tirando por la borda los dieciséis años de matrimonio.










(...)










Al llegar a Busan, bajarse del coche y buscar su maleta, la cual le entregó Yunjae, miró a su alrededor colocándose sus lentes de sol, deseando poder entrar de una vez ya que estaba sintiendo demasiado calor. La casa dónde se quedarían se le hacía bonita, por lo que ya quería ver cómo sería por dentro, pero un chillido llamó su atención, haciéndole girar a ver cómo Minhee se acercaba hacia uno de los jóvenes que estaban en la casa de al lado.

Su ceño se frunció al ver cómo lo abrazaba, y aquel joven rubio le correspondía para luego ambos juntar sus labios en un beso. Si bien, por su hermana sabía que aquella castaña estaba viéndose con alguien, pero no podía creerse para nada que invitara a ese joven y a sus amigos a pasar las vacaciones con ellos, por lo que rodeó los ojos para así comenzar a caminar hacia la entrada de la casa, subiendo los tres escalones del pórtico. La puerta se encontraba abierta por Sohyun, para que así pudieran entrar con el equipaje.

No sentía ánimo alguno de presentarse a aquellos jóvenes, siquiera se había tomado la molestia de mirarlos, más que por un segundo a aquel rubio con el que salía la mejor amiga de su hermana. Simplemente, se dirigió a las escaleras para así buscar la que sería su habitación, la cual era la última por lo que había escuchado decirle Yunjae.
Al entrar se sintió satisfecha ya que era algo pequeña, pero cómoda, contando con una cama grande, mesa de noche, armario, sofá para dos personas y un mueble. Dejó la maleta a un lado de la cama, acercándose a la ventana que daba hacia la casa de al lado, pudiendo ver cómo un pelinegro con ojos redondos y oscuros, demasiados llamativos, se asomaba también a su ventana mirando con curiosidad a su alrededor. Al cabo de unos segundos, este logró sentir su mirada, por lo que la fijó en ella, que para su sorpresa este abrió los ojos a la par, cerrando rápidamente las cortinas.

Se le había hecho demasiado extraño la reacción de aquel joven, pero decidió no prestarle atención y sacar el celular del bolsillo de su pantalón café, para así marcar el número de la persona que necesitaba en ese momento.

¿Hola? —al escuchar esa voz femenina, suspiró aliviada.

—Dime que estás llegando —pidió tomando asiento en la cama.

Hm...quizás en menos de una hora ya estaré allí.

Apresúrate, Siwoo.

¿Sucedió algo?

No, tan sólo sabes que te necesito.

Cierto, pero te escuchas como si algo no anduviera bien —mencionó lo que hizo rodear los ojos y echarse en la cama—. ¿Apenas llegas y ya algo va mal? Dime si también va a ponerme así para que pueda dar la media vuelta y volver a casa.

Oye, ¡no me puedes dejarme sola en ésto!

Bueno, la verdad es que tengo curiosidad de saber porqué insististe en que vaya contigo —confesó riendo—. En menos de una hora estaré allí para que me cuentes todo. ¡Besos!

Al darse cuenta de que colgó la llamada, dejó el celular a un lado, soltando un gran suspiro mientras observaba el techo blanco de la habitación. Los minutos empezaron a pasar y ella se perdía en sus pensamientos, sin ser capaz de escuchar a los demás subir, conversar y hasta reír, dirigiéndose a sus respectivas habitaciones para acomodar su equipaje.
En lo único que podía pensar era en si realmente había tomado una buena decisión, ya que desde que subió al coche viendo la silueta de su esposo desaparecer mientras se alejaba, sentía cómo un vacío iba extendiéndose por su pecho. No había querido dejarlo porque en las últimas horas con él sintió cómo la esperanza de que todo mejoraría entre ellos, aparecía, pero quizás era tan sólo el hecho de que no quería distanciarse por días porque estaba acostumbrada a su presencia, a tenerlo con ella cada día por más que construyera un muro invisible que los dividía.

Quizás, si no fuese por el hecho de que ahora sabía que lo más probable era que tuvieran que convivir con unos jóvenes, se sentiría más cómoda allí. Pero al menos, al saber que no faltaba mucho para ver a su mejor amiga, ayudaba un poco aunque sea, porque sabía que si estaba ella, entonces, se divertiría de alguna manera.

—¡Siwoo está aquí!

Al escuchar aquel grito de emoción de Minhee, se sentó rápidamente sobresaltada, pensando en cuánto tiempo había estado perdida en sus pensamientos, casi durmiéndose ya que se había pasado toda la madrugada despierta, por lo que durmió pocas horas. En cuanto se levantó, apresuró su paso para bajar encontrándose con su mejor amiga, Nam Siwoo, la cual entraba llevando su maleta roja.

No dudó en darle un abrazo, como si no la hubiese visto dos días atrás en el último día de clases, ya que su mejor amiga también era maestra en el mismo colegio que ella. Pues, allí se habían conocido porque la pelirroja llevaba dos años trabajando cuando ella entró.
En un principio, Siwoo parecía siquiera mirarla, siempre tenía una expresión en su rostro que parecía que cualquier persona que se le acercaba, le molestaba de gran manera, por lo que decidió mantener distancia. Así fue hasta que un día, otra maestra decidió invitar a todos a comer, por lo que al verse esa noche y beber, Siwoo parecía ser hasta risueña, lo que hizo que Sehyeon pudiese atreverse a acercarse.
Fue ahí cuando comenzaron a desarrollar una amistad, aunque sus esposos no parecieron conectar de la misma manera, pues no cruzaron más de cinco palabras, y Hyunsoo le hizo saber que aquel hombre no parecía ser nada agradable.

Una vez que Siwoo dejó la maleta en la que sería su habitación los días que estuvieran allí, comenzaron a ayudar a Sohyun con el almuerzo, mientras que Minhee y Yunjae guardaban la mercadería. Durante el almuerzo conversaron animadamente sobre cuánto les estaba gustando aquella casa, la vista, como también lo que les gustaría hacer en esos días que se quedarían.

Sehyeon decidió lavar los platos una vez que acabaron, mientras que Siwoo se encargó de secarlos y guardarlos, ambas conversando. Y al llegar el atardecer, decidieron salir a caminar por la orilla del mar, pasando un agradable momento, sintiendo cómo la brisa fresca despeinaba un poco sus cabellos.

—¿Ya vas a decirme por qué tanta insistencia en que viniera contigo? —examinó alzando una ceja, permitiendo que el agua mojara sus pies ya que llevaba las sandalias en una de sus manos, al igual que Sehyeon, la cual hizo una mueca al escucharla. Ambas habían dejado de caminar, la pelinegra volteando a ver hacia la casa dónde estaban quedándose—. ¡Cuéntame! Soy tu mejor amiga.

—Hyunsoo cree que es una buena idea que esté unos días aquí sin él.

—¡¿Hyunsoo cree eso?! —preguntó sorprendida y ella asintió—. ¡Pero si ese hombre se muere sin ti!

—Las cosas entre nosotros siguen sin estar bien, Siwoo —confesó desganada.

—Pero me habías dicho de la propuesta que te hizo, y parecías emocionada —replicó arrugando el rostro por el desconcierto.

—Lo sé, pero cuando llegué a casa...volví a sentirme de esa manera con él.

—Oh...

—Se lo dije, y por eso llegamos a ésto.

—Bueno, quizás tiene razón. Estas vacaciones sin él puede ser algo bueno para ambos —se encogió de hombros.

—¿Y si me doy cuenta que estoy mejor sin él? —preguntó atemorizada.

—Lo que sea que pase, estarás bien —aseguró apoyando la mano en el hombro de su mejor amiga, la cual era unos centímetros más baja que ella.

—Pero...no puedo imaginarme una vida sin mi esposo, aunque me sienta mal al tenerlo cerca.

—Escucha, yo también pensaba que no podría vivir sin el idiota de mi exesposo, y mírame ahora —mencionó extendiendo sus brazos—. Soy una mujer libre que disfruta de la vida.

—Siwoo, sabes que no es lo mismo —murmuró tensa.

—¡Lo sé! Tu esposo es un buen hombre a comparación de Kyesang, así que con más razón deberías relajarte —sonrió de manera tranquilizadora—. Dudo muchísimo que con estas vacaciones te des cuenta de que lo mejor es divorciarse. Hyunsoo y tú son perfectos el uno para el otro.

—Ya lo extraño —confesó por lo bajo, mirándola angustiada, lo que hizo que su amiga suspirara y rodara los ojos.

—¡Pero si apenas llevas unas horas, y ni siquiera tantas como las que saben pasar hasta que se ven en sus días normales! —exclamó exaltada.

—Es que...ahora sé que estamos lejos y que no lo veré a la noche —mencionó haciendo una mueca.

—Ya, mejor hablemos de algo más.

Sehyeon sabía perfectamente que Siwoo no era alguien con quien pudiese profundizar sentimentalmente, pues se le dificultaba demasiado y más luego de que se divorciara. En ese momento no se le ocurría para nada de qué hablar, pero al escuchar unas voces, giró para ver hacia uno de sus lados, dándose cuenta que a varios metros frente a la casa de al lado donde ellas estaban quedándose, se encontraba un pelinegro tirado en la arena mientras un castaño le daba una nalgada soltando una carcajada, incorporándose para caminar hacia la casa.
Sehyeon miraba esa situación arrugando el rostro, notando cómo él joven pelinegro al darse cuenta de la mirada ambas mujeres, se levantaba rápidamente tropezándose con sus propios pies casi cayendo nuevamente. Su rostro permitía ver lo avergonzado que se encontraba ya que estaba enrojecido, por lo que volteó apresurando el paso para volver a la casa, empujando su amigo que seguía riendo.

—¿Cuántos años tienen nuestros vecinos? —preguntó curiosa la pelirroja, sin dejar de ver al castaño que tomaba nuevamente la lata de cerveza que había dejado apoyada en la madera.

—Parecen no tener más de dieciocho —respondió volviendo su mirada al mar, restándole importancia.

—Pues, él parece tener más edad que el otro que entró.

Al escuharla alzó la ceja, fijando su mirada a ella que parecía seguir atenta al castaño, notando rápidamente lo que podría significar.

—Dijiste que ya no ibas a hacerlo.

—¡Él podría ser mi excepción! —exclamó conectando sus miradas.

—Oh, vamos, ¿debo recordarte lo que sucedió con ese tal Minhoo? —preguntó frustrada.

—Mira, si me dice que tiene más de veintiséis, podría tenerlo en cuenta.

—No hay mucha diferencia.

—Dos años pueden cambiar la mente de un hombre —se encogió de hombros—. Tiene cara de ser más maduro.

—Cuando también se obsesione contigo, no digas que no te lo advertí —apuntó antes de voltear para comenzar a caminar hacia la casa.

—¡Quizás no es la edad y soy yo que tengo mis encantos, lo que hace que se obsesionen!

—Ya, Siwoo, deberías buscar un verdadero hombre —suspiró.

—Cualquier hombre que tenga la edad que sea, es un imbécil —aseguró, llevándose una mirada de desaprobación de su parte—. Tengo que seguir disfrutando de mi soltería.

Sehyeon rodó los ojos, pues le parecía bien que disfrutara de su soltería, pero el hecho de que no le importara estar con hombres que seguían en en sus veinte, le provocaba demasiada incomodidad. Sentía que ella sería incapaz de fijarse en alguien tan joven que apenas estaba comenzando a realmente vivir.










(...)








Jungkook se había sentido terriblemente avergonzado y arrepentido de haber molestado a Seokjin, comenzando aquellas peleas que llegaban a ser divertida para ellos, sin esperarse que este acabase derribándolo siendo visto por aquellas mujeres. Pero lo que lo hizo enrojecer, fue ver que aquella mujer pelinegra estaba viéndolo.
No sabía porqué se sintió tanto de esa manera, cuando no le importaba para nada mostrarse tal cual era, porque sabía perfectamente que de todas maneras tenía sus encantos, pero aquella mujer lo había logrado intimidar desde que conectó su mirada con ella en la ventana. Todavía hasta se recriminaba por cómo había reaccionado al no soportar su mirada, y decidir por esa razón cerrar la cortina.

Había cenado en el pórtico junto a sus amigos, disfrutando de la noche, de la brisa fresca mientras conversaban animadamente, intentando sacarle información a Jimin sobre aquella joven con la que parecía estar saliendo. Pero, como era de esperarse, el rubio no dijo mucho más que el hecho de que estaban viendo qué podría darse entre ambos. Claro que ninguno pareció creerle, pues pudieron darse cuenta de que su mejor amigo parecía estar enamorado de aquella joven, pero Jimin parecía no ser demasiado bueno para hablar de su situación sentimental.

Jimin y Seokjin entraron para encargarse de lavar y guardar los platos, mientras que Jungkook tomaba asiento en uno de los escalones, dándole un gran sorbo a su cerveza. Disfrutaba de estar solo, de la tranquilidad, el cielo estrellado, y el sonido del mar, hasta que su mirada se dirigió a varios metros donde se encontraba una mujer caminando.

Este no podía apartar la mirada de ella, de aquel vestido blanco y largo que llevaba, la manera en la que la brisa despeinaba su cabello ondulado. Tomando una bocanada de aire, decidió levantarse, acercándose cautelosamente, dándose cuenta de que estaba hablando por llamada, por lo que al estar a unos pocos metros decidió fingir no estar atento a ella y mirar el mar.

—Sí, estamos más que bien...

Jungkook estaba sorprendido del tono suave y relajado con el que hablaba, que combinaba perfectamente con aquella sonrisa que llevaba en su rostro. La mujer pareció darse cuenta de su presencia, de su mirada, ya que levantó la cabeza encontrándose con aquellos orbes oscuros, lo que hizo que este tragara con dificultad y fijara nuevamente su vista hacia el mar, intentando no seguir sus impulsos por la manera en que lograba intimidarlo, más al tenerla a tan pocos metros.

—Debes cenar bien. Descansa tú también. Adiós —se despidió colgando la llamada, provocando que Jungkook cerrara los ojos por un momento al sentir cómo los nervios lo invadían por la tensión que comenzaba a crecer—. Es una linda noche, ¿verdad? —al escuchar nuevamente esa voz, sintió cómo un escalofrío recorría su espina dorsal.

—S-Sí...—dijo en un murmuro casi inaudible, detestándose al no saber porqué le provocaba tantos nervios, pero carraspeó su garganta, tomando la valentía suficiente para voltear y acercarse a la mujer que también estaba viendo el mar. Ella al sentirlo cerca, giró confundida, frunciendo el ceño al ver que estiraba su mano—. Por cierto, no nos hemos presentado. Soy Jeon...Jeon Jungkook.

—Es un gusto, Jungkook —dijo con una pequeña sonrisa—. Chae Sehyeon.

Este observaba su cabello ondulado y dividido cayendo sobre sus hombros, sus cejas perfiladas, sus ojos almendrados con largas pestañas, su nariz pequeña y redonda, sus labios pomposos y rosados. Parecía embelesado mientras la forma en la que había dicho su nombre, el tono usado, resonaba en su cabeza.
Desde un comienzo notó que parecía tener unos años más que él, pero eso no le importaba en absoluto, porque en ese momento se preguntaba si es que acaso no era capaz de notar que hasta estaba imaginándose su voz gimiéndole al oído.

La fémina tomó su mano observando aquellos orbes redondos y oscuros que parecían brillar con intensidad, quizás por las estrellas que lograban reflejarse en estos. No lo sabía con exactitud, pero eso se le hacía lindo.
Jungkook al sentir la suavidad de su tacto, bajó la mirada a sus manos, dándose cuenta que llevaba dos anillos en su dedo anular, lo cual le hizo sorprender.

Aquella mujer era casada, lo que significaba que debía ser prohibida, y debía borrar todos sus deseos impuros.

—Oh...—levantó la mirada, conectándola con la suya nuevamente—, ¿vino con su esposo?

—¿Por qué la pregunta? —cuestionó alzando una ceja mientras soltaba su mano.

—Es que...cuándo nos vimos hace unas horas, sólo vi a un hombre...

—Pues, él no vino.

—Oh...lamento si la incomodé...

—No te preocupes —lo interrumpió restándole importancia—. No sabía que Minhee está saliendo con tu amigo...

—Jimin. Se llama Park Jimin.

—Bueno, con él.

—Yo tampoco. Jimin no nos había hablado de ella, pero supongo que por el hecho de que es demasiado reservado —mencionó haciendo una mueca.

—Minhee me dijo que saldrá con él esta noche.

—Oh, sí. Jimin tiene unos amigos que están cerca, así que nos lo presentará y seguro nos divertiremos un poco —explicó con una media sonrisa.

—Suena bien. Nosotros descansaremos —presionó por un momento los labios, pensando—. Hace tiempo que no sé lo que es divertirme de esa manera.

—¿Y eso por qué? —frunció el ceño.

—Por ésto tal vez —respondió alzando la mano donde llevaba los anillos, enseñándoselos.

Jungkook pensaba en porqué no saldría a divertirse, pero al ver que ella le enseñaba los anillos, le llevaba a preguntarse en cuánto tiempo llevaría casada, y qué edad debía tener para estarlo. Si bien notaba que era unos años mayor que él, no pensaba que fueran tantos los que se llevaran, pero quizás estaba el hecho de que Jungkook pensaba que la etapa de los veinte no era una buena para hacer algo como eso, siquiera podía imaginarse el día que se sintiese preparado para unir su vida a la de otra persona. No era algo que deseara por más que se sentía un enamorado del amor, pero del amor libre, y para él casarse, era dejar sentirse atado.

—Entiendo...

—De todas maneras, no creas que por eso y mi edad no puedo divertirme —apuntó al notar que él parecía estar inseguro sobre qué decir.

—Oh, ¿y por qué no me demuestra que sabe divertirse, aceptando venir con nosotros? —preguntó con una media sonrisa, notando cómo ella se sorprendía.

—¿Qué? —soltó una ligera risa.

—La pasaremos bien. Si en verdad sabe divertirse, debería aceptar, ¿no cree?

—Hoy prefiero descansar, pero espero que ustedes se diviertan —asintió antes de voltear para comenzar a caminar.

Jungkook la observaba caminar hacia la casa dónde estaba quedándose, aún procesando lo que habían hablado, y pensando en que debía matar aquel deseo que nació desde que la vio, lo cual no debía ser nada difícil si apenas la conocía.

¡Hola!

¿Les va gustando cómo va la historia? ¿Les agradan los personajes?

Desde ya quiero aclarar que la historia probablemente tenga solamente unos 7 capítulos, así como pasó en Guys my age. Sé que hay algunxs lectorxs que esperan que estas últimas historias que vengo publicando sean más largas, yo también lo espero y me frustra no lograrlo, pero la verdad mi inspiración ya no es la misma, capaz porque llevo escribiendo en Wattpad desde los 13 y ya tengo 21 JAJAJS
De todas maneras, supongo que se los recompenso dándoles capítulos extensos

Espero que les haya gustado el capítulo, si es así no se olviden de votar y comentar

¡Nos leemos pronto!

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