VIII

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El grupo se encontraba saliendo de la arbolada, Día Nevado, cumpliendo su tarea al pie de la letra, guió a las visitantes perdidas hacia donde le habían dicho, un cosquilleo la recorría al pensar que ninguna de las dos se esperaba lo que les tenían preparado; algo era seguro, sería una gran sorpresa.

—¿Exactamente, qué es este lugar? —preguntó Joy, mirando al suelo.

Día Nevado tartamudeó, se había preparado mucho para el momento, y esa pregunta salió de la nada, (además de que no eran bienvenidas en la conversación), pero Joy se veía muy alterada por todo eso; y se sorprendió, a la vez que se entristeció, al darse cuenta de que de los cuatro en el grupo, ella era la única que mostraba una remota empatía con Joy.

—Bueno, me- me gusta pensar que es un regalo, ¿Sabes? —dijo la niña señalando al cielo, buscando las palabras correctas, tal vez—, este lugar salvó mi vida.

Meme se asomó sobre el hombro de Joy con especial interés en esa última parte.
—¿En serio? —cuestionó con un brillo en sus ojos—, Joy, ¡esa rana realmente es una muy buena persona! Y encima, ¡Nos conoce! ¿No es asombroso?

—Yo no la conozco —dijo Joy haciendo su mejor tono pasivo-agresivo—. Además, ella dijo que el lugar le salvó la vida, no la rana.

Se escuchó un gruñido por parte de la comadreja.
—Umm, técnicamente... La Sra. Rana fue quien creó este lugar, ¡así que sí, ella me salvó!

Si Joy estuviese comiendo algo en ese momento, se habría atorado con eso.
Ante la repentina reacción de Joy, Meme casi se cae de su hombro; y casi sin preocuparse por su propia seguridad, le recriminó a la mayor por eso.

—Cuando esta estupi- Argh... Cuando está tonta búsqueda del tesoro terminé, le voy a dar un escarmiento —gruñó Joy.

Día Nevado se resignó a bajar la cabeza y seguir su camino, de seguro Joy estaría más dispuesta si llegaban al lugar indicado.

Y caminaron, caminaron bastante, ciertamente la niña les iba a dar no un atajo, sino un verdadero tour por todo el mundo, pero ciertamente no era más de lo mismo, pasto y hojas fucsia en árboles altos y pequeños, si la rana realmente había creado ese mundo, fue muy floja con los diseños, y se puede confirmar por el hecho de que Meme se estaba empezando a aburrir de este nuevo mundo.

Día Nevado caminaba un poco más adelante que ellas, para evitarse la incomodidad de tener que llenar el silencio, y dejó que las dos, que parecían increíblemente cercanas, llenaran ese vacío por su cuenta, aparentemente se equivocó, y pensó que tal vez no eran tan unidas.

Por su parte, Meme no pensaba dirigirle la mirada a Joy, no por querer ignorarle; más bien, por vergüenza. Ella no era tonta, y sabía que tenía parte de la culpa del estado tan deplorable en el que se encontraba Joy, mentalmente al menos; nunca la había visto tan estresada.
Debía siquiera pedirle perdón, pero no le salían las ganas de hacerlo. Se estuvo divirtiendo como nunca, y se repetía que no debía sentirse mal por ello.

Sí, no debía sentirse mal por eso.

Ya a medio camino (como lo había descrito Día Nevado), la comadreja sintió un escalofrío, ¿Qué estaba pasando?
Ni corto ni perezoso, se adelantó al grupo, buscando al posible invasor, queriendo tal vez, ser un héroe por un momento. La niña advirtió  el creciente estrés en él, viendo con preocupación como el animal se erizaba, queriendo parecer intimidante Pero ciertamente no era rival para lo que se avecinaba.

Helos aquí otra vez, rodeados por un ente desconocido (Por lo menos para Joy y Meme); y hasta donde sabía, podría ser otro esbirro amigable de la rana. Al parecer, esta era su forma de saludar. Al parecer, a nadie le importaba causarle un ataque al corazón por el susto. Al parecer, está pesadilla no tendría fin.

El pasto a su alrededor empezó a quebrarse, algo lo estaba pisando violenta y rápidamente, a pesar de eso, la figura corría rápido como centella, haciendo imposible verla, y como pasaba tan rápido, y por sus movimientos hostiles; hasta Meme se asustó.

Joy apretó los dientes, frustrada, harta de tantos desconocidos jugando con su sanidad. Dio un paso al frente, casi haciendo que los demás saltaran del susto ante su acto. Una corriente corrió por su cuerpo ante el estrés, bombeando a su corazón y tal vez, a su determinación. Pero como una mala broma, un punto borroso en el rabillo de su ojo se movió al centro de su visión en medio segundo, quedando frente a frente con ella. Frente a frente con dos ojos café oscuro, una mirada llena de furia, que la atravesó como una cuchilla, antes de intentar rebanarla con una guadaña.

Joy calló, y la cuchilla del arma atravesó la tierra del suelo, justo al lado de su cabeza, quien estaba petrificada, con el corazón corriendo a mil, pero incapaz de mover un músculo.
La figura tomó forma humana, que a Joy se le hacía familiar, pero aterradora y extraña al mismo tiempo. La figura se reincorporó, casi temblorosa, como si nada hubiese pasado.

La voz de Meme la sacó de su trance. Casi gritándole que regresara a la realidad. Lo primero que vio Joy después de una ola de nauseas fue a su mejor amiga a su lado, a Día Nevado sujetando su mano, susurrando palabras de aliento y evidentemente haciendo un esfuerzo por no desmoronarse ante el susto, ya no necesitaban a dos muertas de miedo.
Y no fue hasta que se incorporó, que notó a la comadreja reclamándole a una nueva invitada.

Era otra niña, más bien una jovencita, mínimo unos quince, dieciséis años, piel blanca con una cara redonda y nariz puntiaguda, largo cabello negro hasta arriba de la cintura, un vestido sin mangas, de un morado casi negro, que le llegaba indiscretamente sobre las rodillas; el cuello de esta prenda era abultado y prominente, un cuello de tortuga, ocultando por completo su cuello; casi parecía estar hecho así a propósito.
El conjunto era completado por un par de botas del mismo color que el vestido, algo magulladas por la corrida.

Y fue entonces cuando la jovencita cruzó miradas con Joy, que esta supo que ella era la figura que la atacó.

Sin esperar por una invitación, Joy fue a levantarse para salir corriendo. Pero no contaba con que Meme y Día Nevado la sujetaran para no dejarla ir. Para ellas, era una ayuda a una amiga en apuros, para Joy, era una tortura, "¿¡Ahora Meme también!?".
Por más protestas y patadas que lanzó, se negaron a dejarla ir.

La jovencita arrugó la nariz al ver a Joy.
—¿Y por qué tanto escándalo? —preguntó despectiva.

Joy estaba dispuesta a dar un salto y romperle todo bajo la definición de "cara", pero fue cuando llegó a la realización de que la jovencita no llevaba ninguna arma con ella, solo un bastón de dandy.

¿Qué demonios? ¿Estaba alucinando?; podría jurar que ella la echó al piso y amenazó con rebanar su cabeza en dos con una guadaña, UNA GUADAÑA. Pero bueno, eso pudo haber sido tan real como todo el resto del lugar.
La cuestión es, ¿Qué tan real es este mundo en realidad?

—¡Sunny! —reclamó Día Nevado, dirigiéndose hacia la joven—, ¿¡Qué te pasa!? ¡Casi la matas del susto!

—¡¿Yo? Era ella la que tiene una cara rara!, además, estaba muy cerca de ustedes, tengo derecho a tener mis corazonadas —respondió como si no fuese gran cosa.

—¡ME IBA A MATAR! —gritó Joy, recordando de repente que tenía voz.

La niña la miró indignada e incrédula.
—¡PUES AÚN SOY MUY CAPAZ DE HACERLO! ¿¡Quiénes son ustedes, y que hacen con ellos!? —exclamó poniéndose en frente de la pequeña niña y la comadreja, a su vez, apuntándole su bastón a Joy con la empuñadura esférica casi golpeando su hocico; y estuvo a nada de desencadenar un ataque de pánico que la paralizaría de miedo.

Meme se sujetó de las medias de Joy y se impulsó detrás de su amiga, finalmente compartiendo el sentimiento.
—Umm... "Sunny", ¿verdad?

—Para tí, y para esta loca... —respondió con una mirada intimidante, y dientes apretados—, yo soy Día Soleado. Así que conoce tu lugar antes de hablarme, intrusa.

Joy se limitó a rechinar los dientes y arrugar la cara; a ella la podría patear y tratar como tierra, pero nadie se mete con Meme. Su nariz dejó salir un soplido con odio, para no muy poco después, estallar en ira y gritarle mil y un cosas a la jovencita, quien no tardó en seguirle el paso; le importaba un bledo que Joy fuese mucho más alta que ella y todos los demás, ella mandaba por aquí.

Día Nevado se retorció en su impotencia y nerviosismo, "Gloomy" se recostó pansa abajo sobre el pasto, ya que la algarabía duraba para rato. Y Meme se arrastró hacia la niña pequeña, buscando confort en su compañía.
—Snowy, ¿Quién es ella? Es algo... grosera-

La contraria la miró con pena, pidiendo disculpas sin molestarse en buscar palabras que a fin de cuentas no eran necesarias. Algo decepcionada porque nadie más tomó la iniciativa, fue y separó, con algo de dificultad, a las dos contendientes, que sin exageración, parecía que estaban en el punto de escupir fuego por la boca.

Snowy separó a la jovencita, y Joy se arrodilló cuando Meme le llamó la atención; para su suerte, esta vez su amiga actuaba como tal y la confortó lo mejor que pudo.
Aún con una llama de ira que casi que se sentía en el exterior, la mayor le prestó atención a la pequeña.
—¿Me explicas? —preguntó, aun con la nariz arrugada.

Aún sin poder expresar su desprecio por el comportamiento tan espantoso de su compañera, fue directo al punto y le habló firme, de repente sintiéndose más grande que ella.
—Ellas son nuestras invitadas. LAS invitadas. Así que si quieres colaborar- bueno, ¿sabes qué?, no; ¡Si quieres salvar tu imagen más te vale mostrar algo de respeto!

Día Soleado desarrugó su expresión y se deformó en una de arrepentimiento y vergüenza, se limpió el sudor naciente en su frente para mirar discretamente a las dos foráneas.
—Emm... Ups.

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