Capítulo 17

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Una x Dulce x Melodía


Una lapicera repiqueteaba como tambor sobre la butaca escolar. La profesora de aritmética intentó aplacar con el típico zumbido de silencio aquel palpitante ruidillo molesto.

Un canoro "¡Shhhhh!" inundó el aula de clases cuando el plumón para pizarra blanca se detuvo y dejó de lado su escritura numérica.

El sonido continuó hasta que...

—Leorio, silencio — era la suave voz de la pequeña Melody.

El nombrado se sobresaltó en su asiento, tanto que casi se cae de lado. El tintineo cesó y la profesora estuvo más que agradecida con su alumna.

Melody se volvió al frente, no sin antes regalarle una simpática sonrisa a su mejor amigo.

El azabache soltó aire por la nariz, una respiración melancólica. Era imposible darle cabida a la concentración en su desordenada mente. La escuela era más difícil cada vez. De hecho, estaba a punto de iniciar noviembre y con ello casi las últimas evaluaciones del año. Finalizaría tercero de secundaria superior el próximo año, exactamente en el mes de junio. Desde entrado el año, su madre comenzó a ser más exigente con él, puesto que, estaban próximos los exámenes de ingreso a la Universidad. Y como todos en Kyoto lo sabían, medicina era una de las carreras más cotizadas y con más demanda en el ámbito académico de todo Japón. Acceder a una de las instituciones especializadas en el campo médico, era de lo más dificultoso, cabe mencionar que también era realmente costosa la colegiatura y los materiales que exigían. En cualquier caso, quien quiera que albergara deseos de acceder, debía prepararse con suficiente antelación.

Leorio sacó brevemente su móvil del pantalón. Lo encendió y revisó las notificaciones en él. La bandeja estaba vacía como de costumbre. Con hoy, han acontecido dos semanas y un día desde que el viaje al Decatlón en Shirahama finalizó.

Ésta mañana intentó mensajear a Kurapika y... no hubo respuesta, cosa que a estas alturas era de lo más normal. Incluso si marcaba su numeración, el teléfono indicaba estar fuera de servicio.

La aritmética jamás fue tan compleja.

El timbre de salida alegró al grupo. Los felices cuchicheos de los compañeros y los sonidos destemplados de las sillas moviéndose presurosas y raspando en las baldosas lisas no se hicieron esperar. Leorio cerró su cuaderno y colocó su lapicera arriba de su oreja, atorándola ahí.

—¿Leorio? ¿te espero a la hora de salida?

Melody sonaba preocupada, Leorio sabía a la perfección que su actitud provocaba aquel tierno desvelo en la pequeña chica.

—Si. Te llevaré a tu cita como lo prometí.

La mujer sonrió. Y para demostrar su agradecimiento, cariñosamente palmeó el antebrazo de Leorio.

—No es necesario y lo sabes. Si deseas regresas temprano a casa, puedo ir yo sola.

El azabache acusó de repente —¿Acaso te verás con un chico? si es así y necesitas privacidad, lo entenderé — naturalmente, era una broma. No obstante, interiormente deseaba lo contrario. Melody era una mujer hermosa e inteligente además de talentosa con la música y en otros múltiples aspectos.

—Sabes que no. Es una cita de presentación. Tocaré para esas personas. Por lo poco que escuché decir a papá, es una pareja que desea celebrar su boda en el próximo mes de diciembre. Su intención es amenizar el ambiente de la recepción con música clásica, además, probablemente también soliciten clases de baile, especialmente para la presentación del vals de recién casados — con lo último se sonrojó. Su corazón se hinchaba de felicidad tan sólo de pensar en las bodas. Secretamente, la mujer era una persona exorbitantemente sentimental, y, en altas dosis, una fanática y amante del romanticismo.

—Me pregunto cuándo me presentarás a tu primer novio — era una cuestión seria para el joven alto de cabellos oscuros.

Melody y el joven alto ya estaban abandonando el aula. Pronto caminaban por los pasillos de la secundaria.

La pelirroja abrazó su maletín —No estoy buscando novio. Mi prioridad es la música y los estudios. Además, no he conocido a nadie que me atraiga — se ruborizó inconscientemente debido a la sorpresiva aseveración de su parte, no era un tema que solía externar muy a menudo.

—Si supieras cuántos chicos esperan de ti una oportunidad. Eres tierna e inteligente. Además de grandiosa con los instrumentos. Cualquier chico que caiga en tus encantos sería realmente feliz de tenerte a su lado. Hablo en serio.

Una risita de Melody timbró en los tímpanos del azabache —Me estimas mucho ¿no?

El pelinegro mostró un gracioso puchero en la cara —¡Oh, vamos! no te burles. Eres todo eso y más. Sabes que soy terrible mintiendo — replicó animado y con una amplia sonrisa en sus labios.

— Te agradezco, Leorio, es tan dulce de tu parte... — la chica frenó sus pasos al escuchar su móvil pillar. Sonrió con los ojos puestos en la pequeña pantalla que brillaba en tenue azul cielo — es Koe.

El pelinegro intentó mirar el mensaje también, pero la chica no tardó en bajar la mano con el pequeño aparato —¿qué cuenta? ¿sabes por qué motivo faltó hoy a la escuela?

Melody negó lentamente con la cabeza mientras decía —No se sintió muy bien desde el sábado por la noche. Su padre la llevó al médico y la indicación fue guardar reposo. No explicó exactamente qué es lo que padecía, pero, en el mensaje que me acaba de enviar, dice que se ha sentido mucho mejor. Ya sólo resta que el dolor de cabeza que tiene desaparezca. Por cierto, ha dicho que te echa de menos.

—Supongo que han sido días difíciles para ella. Después de todo lo que ocurrió, es normal que se sienta angustiada y hasta enferma — llevó los brazos hacia arriba y los colocó cruzados detrás de su nuca — realmente espero que se recupere por completo. Me refiero a su malestar actual y a todo lo demás. El tiempo es el único que logrará un real avance — terminó con un cúmulo de pensamientos saturando su cabeza.

Melody chasqueó la lengua — No puedo ni imaginar cómo se siente. Jamás debieron realizar ese maldito viaje... — denotó amargura y hostilidad en el tono que usó.

—Ese viaje sólo trajo desgracias que no parecen terminar — lamentó con voz cansina. Aunque Koe le preocupaba y pensar en su situación le intranquilizaba, la desaparición de Kurapika le preocupaba mucho más, incluso se sentía seriamente desencantado.

Si tan sólo supiera la clase de pensamientos que invadieron su cabeza después de la tarde en la cueva. Sinceramente, llegó a creer que estaba ocurriendo algo entre ellos, algo tan palpable como una atracción.

—Maldita sea, ¿dónde te metiste...? — estaba tan absorto en sus propios pensamientos que habló en voz alta sin darse cuenta. El rubio era algo delicado en su complexión y de rasgos finos, tanto que en ocasiones le resultaba difícil discernirlo como chico o chica, especialmente cuando se comportaba tan sumiso, en ese breve momento, sus gestos eran realmente tiernos. Recaía en el romanticismo cuando él venía a su mente.

—¿Eh? —Leorio actuaba extraño y ahora hablaba solo, ella le miró perpleja.

—¿Qué pasa? — interrogó el pelinegro. Después de todo, Leorio no había notado que habló fuerte.

—Oh, no es nada. Pensé que estabas hablando conmigo. Ahora sé que no... —la pequeña chica se silenció por un momento, en ese tiempo meditó lo que diría a continuación —todo indica que te preocupas por ese chico — suspiró —jamás te vi tan interesado en una persona. Por no decir que estás genuinamente enamorado. Quién lo diría — la mujer sonrió riendo en un volumen demasiado bajo, ojos divisando el rojo grana tiñendo las mejillas del muchacho —sabes que estoy totalmente en contra de él. Por otro lado, me tiene sorprendida la manera en que te hace volar fuera de la realidad. ¿En serio es tan especial para alguien como tú? ni siquiera Koe, que es hermosa, talentosa y dulce te ha conquistado como él. Incluso siento algo de pena por ella. Se ha esforzado todo lo posible, pero, tú no puedes ver en ella más que una amistad.

— ¿Cómo dices con tanta tranquilidad que estoy enamorado? — encorvó su columna y pateó al viento con uno de sus pies —ni yo lo sé todavía. Quisiera entenderme...

—No te martirices, en ocasiones uno no elije de quién se enamora. Mucho menos a nuestra edad — Melody dobló en un pasillo distinto al de Leorio — lo único que te recomiendo hacer es abrir bien los ojos. Al final, también tienes la opción de elegir quién te conviene. Y otra cosa — la mujer miró a dos chicas que caminaban por el pasillo, parloteando sobre nada en específico — no minorices lo que él hizo con Koe a pesar de tus sentimientos. En caso de que ese chico reaparezca, deberá hacerse responsable y asumir las consecuencias.

—Sabes que odio las injusticias — el pelinegro elevó las comisuras de sus labios con esfuerzo.

—Lo sé. Confío en ti, Leorio.

Melody se alejó caminando con comodidad.

Aquellas palabras se sintieron como dos toneladas de hielo sobre los hombros del joven aprendiz. La realidad golpeaba duro. Incluso sus sueños lo agobiaban cada anochecer. No podía dormir bien. Cada mañana despertaba con la esperanza de haber soñado lo del viaje y todo lo que ocurrió después. Leer frecuentemente novelas de romance edificaron en su mente una concepción poco pragmática del romance, una ilusión vaga, arriesgadamente fronteriza a la idealización. Inmaduro después de todo, quiera o no, era un adolescente. Inexperto y absurdamente temerario.


Unamos nuestras manos al resplandor, por favor,

no podremos volver a soñar nunca más,

nuestras manos están tan apartadas,

caminando por el alba que me dejó un sabor a hiel.

(Michiyuki – Kaori Hikita)


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Dos horas encerrado en esa habitación no eran la gran cosa. Hisoka le pidió que lo hiciera. Hasta el momento, no entendía por qué mierda escuchaba cada palabra y le obedecía como militar de bajo rango comandado por su general.

Después de todo, ¿tal vez sigue siendo un niño?

¿Qué tan adulto puedes ser con tan sólo quince años, incluso bebiendo vino, aspirando tabaco y compartiendo la cama con alguien cada fin de semana en un motel de paso?

De pronto, Kurapika se siente diminuto en el mundo, aunque sabe que solamente está dentro de una habitación. Su ánimo se reduce sintiéndose tan desprotegido, haciéndose tan pequeño. Y no sólo porque su constitución física sea excesivamente escuálida e insignificante, sino que, también lo es en otros aspectos que, ahora mismo desconoce. Termina por darse cuenta de esto mientras mueve su cuerpo, que tan pesado como metal taladra sobre lo mullido de la cama.

Se coloca boca abajo cubriendo su boca y nariz con el almohadón de gasa brillante y tersa. Pero, únicamente soporta pocos segundos en aquella posición, ladea la cabeza cuando sus pulmones exigen el ingreso de aire. Sus piernas primero temblarían antes de rehusarse a subir otra vez a una estructura tan alta como aquella. Recuerda esa tarde y esa noche, cada hecho rebobinándose dentro de sus pensamientos tristes en tan precarios milisegundos.

Suspira entendiendo que no tiene la fortaleza o la chifladura necesaria para suicidarse. Quizá puede hacer cosas más "interesantes o estúpidas".

Pero no está listo para morir, no puede morir todavía.

No cuando probablemente tus seres queridos se encuentran atrapados en una telaraña cimentada sobre basura materialista entretejida por manos de gente inescrupulosa y sin corazón.

El catálogo de clientes de un traficante de órganos es como la lista de la compra mensual. Cotidiana y corriente a pesar de la malsana tendencia que eso significa. Y, aunque su corazón pulse con fuerza y se tambalee temeroso en su interior, está decidido a no marcharse pronto.

Transacción cerrada por dos pares de ojos escarlata el 6 y 10 de marzo del año 2015 respectivamente. La verdad no es tan tonto, no lo suficiente para cegarse a la posibilidad de que su predicción se relacione absolutamente con los hechos. La información permite entrever que, aquellos orbes escarlatas que alguien se atrevió a preservar y mercantilizar justamente a tres y siete días del fallecimiento de su padre y hermano menor, inequívocamente, pertenecen a ellos.

Ahora, Kurapika coloca por cuenta propia una piedra más en el costal de horrores e infortunios que es su vida entera. En cambio, no tiene razón para derramar otra lágrima por esto. Porque si desea aprender de la vida, ha llegado el tiempo de eliminar la lástima por sí mismo. Ahora sabe que debería existir un límite para esto también. Pero si no existe, deberá establecerlo por su cuenta.


Si se va a poner violenta esta noche,

dime que vas a estar bien,

es ojo por ojo, y no sé si yo quiero que pelees,

estoy perdiendo la cabeza, no me dejes atrás,

necesitamos un poco de más tiempo.

¿Puedes escuchar mi llanto?

es como una vieja canción de cuna

estoy a la deriva a través del cielo.

(Ursine Vulpine ft. Annaca – Without you)


Hisoka regresa algo tarde, accede por la puerta que estaba cerrada, no pierde de vista a Kurapika cuando se sienta sobre el sofá más pequeño del lugar, entonces se da cuenta de una cosa. El pelirrojo es recibido por una expresión que es frívola y distante a través de sus cuencas marrones.

—¿Y esa cara?

Los labios de Kurapika temblaron como si quisieran decir algo, mas no lo hizo. Hisoka le entrega una pequeña caja, Kurapika la toma a sabiendas del contenido en su interior.

—Son azules. Supuse que se verían lindos en ti — el pelirrojo sonríe tan entrañable que el rubio cuestiona el engañoso gesto.

—El color es lo de menos — desvía la mirada y baja la cabeza añadiendo un retraído y renuente "gracias".

—Ve al baño. Deseo ver cómo se te ven puestos — ordenó casi con afabilidad.

Hisoka no es precisamente un sujeto confiable. No debe que olvidar que es un proxeneta ventajista y probablemente un traficante de órganos. No, no probablemente, sabe que lo es.

—Puedes hacerlo mañana que los use. Ya es de noche — respondió con un enronquecimiento matizando su voz.

—¿Siempre te comportas así de desconfiado y temeroso con las personas que te ayudan?

—¡No he dicho que tengo miedo! — siseó apretando la cajita con las lentillas.

Hisoka dio un paso al frente, Kurapika retrocedió dos. Por supuesto que el tipo incitaba la eléctrica sensación de escalofríos. Cualquiera notaría la sonrisa ladina en el rostro del mayor incluso a varios metros de distancia.

—Entonces ve.

Estaba en el baño de frente al espejo y había colocado los contactos hace cinco minutos, aproximadamente.

¿Qué estaba haciendo con su vida?

¿Tenía una vida acaso?

No podía regresar al mismo sitio. Además, estaba solo, nadie lo esperaba.

¿Tenía algún significado haber caído en ese lugar?

El adolescente de quince regresó a la habitación, el exterior del tocador. Hisoka caminó para encontrarse con el chico. Le dirigió una mirada que era de complacencia.

—Que tierno te hace ver el color azul de tus iris. Deberías quedarte a vivir aquí para siempre — tarareó infantilmente. Todo era como un juego para ese tipo.

Los ojos de Pairo, inclusive los de su padre no estaban en un buen lugar...

¿Debería alejarlos del egoísmo y la inmundicia de la sociedad?

Si quería investigar sobre las reliquias carmesíes de su sangre. Y si deseaba encontrar a los infelices que se atrevieron a comprar los ojos de una persona fallecida, inspirados por una enfermiza obsesión. Adquirir órganos para coleccionar y adornar sus salas o estudios con ellos, se catalogaba como una afición horrible a su parecer.

Si sumaba puntos y adquiría los beneficios que la mujer mencionó

—Estás muy callado esta noche. ¿Existe algo que quieras saber?

Sintió las manos del hombre acunando su cara para luego elevarla obligándolo a establecer contacto visual. Podía tartamudear, pero no dudar. Sabía lo que quería.

—Mi padrastro me odia. No regresaré a casa — dijo con firmeza e intentó desviar la mirada y mover su rostro, pero el otro no lo aprobó.

—¿Y? — con una sola letra procuró dar cabida al misterio.

—Entonces... necesito trabajar...

Hisoka liberó al chico muy lentamente — ¿realmente entiendes el propósito de la "Casa de las flores"? ¿estás consciente de lo que harías para mí?

— Lo sé.

El mayor rio, aunque no demasiado, se silenció al percibir la mirada de irritación del más bajo —tengo una idea y un claro propósito para ti. Lo planeé desde que me preguntaste sobre el negocio. Sin embargo, me desilusioné cuando te negaste. Realmente pensé que te marcharías de aquí al cabo de cuatro días más — los ojos miel de Hisoka se entrecerraron un poco — ¿puedo saber a qué se debe el cambio?

—Necesito el dinero — estaba tenso y aunque pretendió ignorar su estado de ánimo alterado, no podía.

—Si necesitas dinero, puedes ganarlo de otra manera. Incluso podrías encontrar un empleo modesto. Eso sí, mucho más honesto y decente — Kurapika desvió la mirada, hundió sus gemas marrones en el suelo. Hisoka sabía que estaba dudando — ¿consentirías que las personas tocaran tu cuerpo o te pidieran hacer todo tipo de actos impúdicos que habitan en su imaginación con la única finalidad de satisfacer su ambición y placer carnal? Sobran tantas personas como fantasías en el mundo ¿sabes? La clientela que predomina en nuestro catálogo en su mayoría son hombres, muchos de esos sujetos despilfarrarán su mesada con el propósito de poseer tu cuerpo por unos minutos ¿podrás hacerlo? — el pelirrojo escaneaba al adolescente con ojos agudos y analíticos.

—Jamás he recibido ningún beneficio con anterioridad. El acto sexual condicionado bajo una recompensa definitivamente no suena tan mal. Creo que puedo hacerlo — mordió su labio para dominar su estupidez, definitivamente no sabía lo que decía, pero no tenía la intención de retractarse.

—De alguna manera siento que me fascina tu actitud. Por otro lado, no tanto. Aún así, no es mi intención oponerme a tu decisión, mucho menos tengo la responsabilidad. Como dije, tengo en mente ciertos planes contigo. Incluso me atrevo a decir que el ambiente te agradará. Posiblemente, algunas de mis chicas compartan ciertas similitudes contigo. Las conozco demasiado bien ahora. Es curioso que, con el paso del tiempo, ellas parecen estar mucho mejor aquí a pesar de su pasado — el hombre de ojos miel se aproximó lo suficiente al rubio para romper con la distancia y contactar con él. Colocó una de sus manos bajo la barbilla del menor, y elevando ligeramente su rostro para confrontarlo a los ojos ahora color azul cielo, dijo: —tú tampoco tienes la necesidad de tolerar a las personas que te someten y clasifican como una sexoservidora barata cuando tienes la oportunidad de laborar bajo mi tutela.

Kurapika intentó ignorar la mitad del discurso del adulto antes de formular entrecortadamente su siguiente pregunta —¿Q-qué es lo que debo hacer primero?

Hisoka inclinó su cuerpo hacia el rubio y tras un suspiro respondió —Acordamos cuatro días para que tu pie se recupere. Mientras tanto, descansarás lo necesario, esa es la prioridad. Concluido el tiempo de receso, te explicaré a detalle lo concerniente a mi plan. Sin embargo... hay algo que debemos hacer y no puede esperar más allá del día de mañana — irguió su cuerpo y con las manos en la cintura observó analíticamente al muchacho —además, tienes que probar ahora mismo tu resolución.

El kurta tenía bastantes preguntas, demasiadas para su propio bien. Si de todos modos no obtendría las respuestas ahora, bien podía esperar cuatro días para hacerlas. Sin embargo, ¿a qué se refería Hisoka con: "tener que probar su resolución". El adolescente apartó la mirada de los orbes amarillos. Por aproximadamente cinco interminables segundos, la vista expectante del pelirrojo se volvió un tanto demandante.

—¿Probar mi resolución? — su respiración se aceleró instintivamente. Aunque no sabía exactamente por qué motivo.

—Si, necesito probarte— el pelirrojo apartó la mano que se hallaba sosteniendo el rostro del adolescente. Con pasos mansos y sugestivos se movió hasta alcanzar la amplia cama y se sentó ahí cruzando las piernas — aquí y ahora un beso conmigo — el aire se atascó en la garganta del rubio cuando le escuchó, Hisoka sencillamente tapó parte de sus labios para reír "disimuladamente" contra su mano. Cerró calmosamente los párpados y se puso de pie lentamente —si no puedes hacer algo tan sencillo como besarme. Lo siento por ti, pero, no puedo tomar en serio tus palabras. Tu disposición únicamente es aquella que manifiesta un niño desprovisto de mejores ideas para su porvenir — el pelirrojo observó el reloj en la pared — Tu ánimo no duró más de dos minutos, es una lástima.

Apretando las manos en dos puños, Kurapika contradijo las conclusiones del más alto —no recuerdo haber dicho que no podía hacerlo — siseó con desdén, aunque, desafortunadamente, el recelo crecía. La sonrisa que se formó en los labios sonrosados de Hisoka se volvió muy grande — siéntate... no te alcanzaré si te quedas así — señaló su petición y respiró hondo sin darse cuenta. Luego de ello, caminó mientras observaba a Hisoka, quien tomaba asiento una vez más.

El rubio se colocó al frente del pelirrojo y se quedó de pie sin mirarle precisamente a la cara, en realidad no estaba consciente del panorama que lo envolvía físicamente. Tal vez su cuerpo estaba temblando, pero no se percibía a sí mismo.

—Sólo es un beso, no deberías estar tan nervioso — insinuó con seriedad.

Era imposible aplacar su respiración tan agitada a causa de sus veloces palpitaciones. No cedería al fracaso, su renuencia debía desaparecer. Kurapika se aproximó a Hisoka con exagerada prisa y lo besó. El beso simplemente fue un mínimo roce entre ambos. No profundizó en absoluto. Kurapika no estaba seguro de haber "aprobado" o cumplido con las exigencias del "jefe". Así que, en vez de alejarse completamente, simplemente se separó escasos centímetros del rostro ajeno y le miró con expectación.

—No está mal, pero tampoco estuvo bien — insinuó el mayor — ¿quieres que te enseñe cómo se hace? — la sonrisa pícara que dibujaron sus labios era tan descarada como el infierno.

El rubio negó con la cabeza a toda prisa, sin embargo, se daba cuenta de lo inepto que se comportaba, precisamente en una situación como esa, entonces, procedió a iniciar otro contacto por su propia cuenta. La sonrisa que Hisoka le regaló milisegundos antes de alcanzar su boca por segunda ocasión, no pasó desapercibida para el muchacho. Kurapika colocó sus manos sobre los hombros del más alto e inició con un roce intenso, al menos lo era más que el anterior. Hisoka engulló con regocijo los labios del chico, pronto asestó una leve mordida en la tierna carne de su labio inferior. La ganancia fue un leve quejido de dolor, ya que la roída fue bastante ruda. No obstante, el pelirrojo la tradujo de forma disímil. Estaba acostumbrado a disfrutar del padecimiento ajeno. Le incitaba a ir por más de esa ignorante e inexperta atención del muchacho.

Kurapika se adaptó sin mucho problema al baile de labios y lengua del contrario. Después de todo, no era un novato. Cerró los ojos con la intención de apartar la imagen de la persona con la que compartía tan íntimo acto. Las manos de Hisoka lo sostuvieron firmemente por la cadera con la finalidad de apegar ambos cuerpos, con esto, arrastró el menudo cuerpo en su dirección. Kurapika colocó una de sus rodillas al costado del muslo del pelirrojo, sobre la cama, principalmente para no apoyarse totalmente sobre él y mantener poco del control que restaba de su parte.

Luego de un breve y ameno jugueteó con la lengua y encía superior del kurta, Hisoka se precipitó e introdujo sus manos en el interior de la ropa del menor, quien confuso y pasmado por la fría sensación de aquellas manos en su abdomen, reaccionó con una negativa. Kurapika movió sus propias manos y sujetó las extremidades del pelirrojo, sintiendo el corte afilado en las uñas largas y escrupulosamente arregladas.

Ladeando la cabeza, Hisoka hizo la siguiente pregunta —¿un beso es tu límite? — Kurapika no respondió. No encontraba palabras apropiadas o precisas —Illumi no está. No existen riesgos para nosotros, inclusive no necesitamos cerrar la puerta. Nadie entraría mientras realizamos el acto.

Kurapika se alejó del mayor, sus manos acomodaban torpemente su ropa, cubriendo por completo la parte antes expuesta de su tronco —sólo era un beso — intentó apaciguar su preocupación. No esperaba un asalto repentino, no cuando el otro simplemente solicitó un beso. Era tan ingenuo y apenas caía en cuenta, se sintió sumamente ridículo.

—En todo caso, tus respuestas sexuales están bien — el pelirrojo apretó los labios para no reír. Kurapika entendió. Podía ser un tonto, pero no lo suficiente para ignorar que tenía una erección. Obviamente por la cercanía con Hisoka, fue imposible disimular el despertar de su miembro — pensé que sería buena idea satisfacerte. Veo que me equivoqué — concluyó y se colocó de pie — si te soy sincero, creo que eso es lindo y muy útil. Me agrada.

La temperatura en el ambiente aumentó varios grados. El cuerpo del rubio transmutó de un estado de indolencia a uno febril. Era vergonzoso, especialmente porque el "propósito del beso" no era ese.

Aún sumergido en su bochorno, Kurapika sintió la necesidad de preguntar por el resultado de la "prueba". Se cohibió todavía más percibiendo que su voz enronqueció significativamente — y... ¿qué hay sobre la supuesta prueba?

Hisoka entrelazó los dedos de sus manos y descansó su mentón ahí con cuidado de no perder de vista el aturdido semblante de su inquilino —ya te lo dije. Muy apenas obtuviste una nota aprobatoria — la tierna mueca en el rostro del rubio lo complació, seguramente no era consciente de sus mohines tan infantiles. Concluyó como lo más sensato evitar mencionar cualquier cosa en absoluto. En todo caso, que hiciera de su conocimiento aquella actuación, era nada relevante. Probablemente, sus futuros clientes sentirían simpatía por ello. Sonrió ligeramente, un gesto exclusivamente personal que, sinceramente no deseaba compartir — mañana... — expresó observando un tenue salto en los hombros del chico — ...iremos de compras. Debemos adquirir ciertas cosas que necesitarás. No pretendo que tus padres te reconozcan, no cuando has decidido formar parte de mi suculento equipo de trabajo.

Kurapika deseaba rodar los ojos por la exasperación. Sin embargo, aquellas palabras le permitían entrever ciertos puntos. Simplemente asintió con la cabeza. Si no estaba del todo convencido de su aceptación, ya no importaba.

Actualmente, lo único importante para Kurapika eran dos cosas:

Primero: no regresar al mismo lugar. Con su padrastro. Debía valerse por sí mismo aún si eso significaba ser el propio objeto del mercadeo.

Segundo: encontrar los ojos de su padre y hermano. Era su deber recuperarlos. Ningún mortal tenía el derecho de poseerlos. El alma de sus familiares merecía un descanso digno y pacífico.

Cada vez que el pensamiento anterior cruzaba por su mente, la impotencia y la animadversión por aquellos que se involucraron tanto en la compra como en la venta de los ojos escarlata de los de su sangre, acrecentaba un poco más. Dos de esas personas habitaban en esta casa. Quizá se sentiría mucho más frustrado si no simbolizaran un valioso medio para su fin.

Finalmente, Hisoka acomodó la colcha arrugada de la cama y emergió de la habitación. Con esto, Kurapika se rodeó de soledad. Probablemente, sopesaría su situación actual. Quién sabe. Ni él mismo tenía la certeza. Era eso o dormir para escapar por un instante de la realidad.

¿De ser posible, lograría su cometido en el descanso? poco a poco, el deseo de soñar en paz encarnaba una triste utopía instalada en el solitario desierto de su mente.

No quiero que el mundo gire sin ti,

no quiero que el sol arda sin ti,

no tienes por qué ser el valiente siempre,

sé que quieres hacer lo correcto,

es una vida por una vida,

y me estoy cansando desde el otro lado.

(Ursine Vulpine ft. Annaca – Without you)


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Un joven de ojos verdes y cabello rubio caminaba tranquilamente por los pasillos de su secundaria. Sostenía con su mano derecha el tirante de su mochila sobre su hombro. Su boca iluminada con la dulzura de una sonrisa apremiante. Era hora de salida. Estaba a punto de abandonar las instalaciones de la escuela.

—¿Joven, Dousou?

Los verdes ojos se ampliaron. La familiaridad en la voz de su mentor le llamó desde su ángulo ciego. Sin optimismo, el rubio se volvió hacia la dirección del adulto y, manifestando modestia y amabilidad preguntó: —¿Si, profesor?

Wing-san sostenía su característico maletín, en donde guardaba sus apuntes e instrumentos de trabajo. Shalnark suspiró y después de echar un vistazo al pasillo en el que se encontraba, avanzó hacia el pelinegro de lentes.

—No te vi pasar por el aula del Decatlón el día de ayer. Creí que... revisaríamos juntos las tres nuevas solicitudes.

Por un momento, el ojiverde sintió enormes deseos de escapar. No deseaba conversar con el profesor. Las líneas del mayor eran claras, puesto que ambos sobrepasaron hace tiempo el límite que define al alumno y al maestro como tal.

—Tenía demasiados deberes pendientes. Siento que deba hacer todo el trabajo — se disculpó, mas no era sincero.

—Oh. Ya veo — el profesor cogió con más potencia su maletín recordando — las evaluaciones vendrán dentro de poco. Entiendo lo presionados que deben sentirse todos los alumnos en general. Incluso tú —sonrió afable al final. Shalnark sintió su estómago un poco revuelto. ¿Podría ser culpa?

—Me preocupa aprobar cada materia. Por eso me estoy yendo temprano también hoy — musitó con volumen demasiado bajo y giró sobre sus talones —¡nos vemos, profesor!

El rubio corrió, o casi corrió. El profesor sólo fue capaz de parpadear, extrañado. Una sonrisa de resignación se asomaba en sus labios. Shalnark ni siquiera le dio la oportunidad de despedirse. Soltó un suave suspiro y orientó sus pasos hacia el estacionamiento para conducir su auto y marcharse.

El rubio continuó su camino sin pausar. Avanzó lo suficiente para perder de vista a su maestro. Ahora que ya se encontraba bastante lejos, bajando su mochila al suelo pavimentado de la cancha de básquet bol, rio solo sintiéndose como un fugitivo. Lamió sus labios recordando aquella tarde luego de abandonar el diminuto departamento de Chrollo.

Recordó ágilmente como relámpago atravesando su memoria, las insolentes, pero para nada erradas palabras del pelinegro:

"¿Irán a una cita? ¿Ya lo conquistaste? ¿finalmente te olvidarás de los veteranos que te doblan la edad?"

Ya no tenía forma de ocultar la sonrisa que se formaba inconscientemente en su cara. Su vida giraba y entonaba de colores irreales jamás antes vistos.

Cerró los ojos y como película, los hechos vividos en casa de Feitan rebobinaron muy deprisa...


***

Los adolescentes lidiaban con fastidiosas ecuaciones con radicales. Un tanto avanzadas incluso para secundaria superior.

—Maldita sea, odio las ecuaciones. Odio la escuela — siseó Feitan mientras trozaba la puntilla de su lapicero contra la mesa de estudio.

Shalnark, quien mantenía el extremo superior de su lápiz entre sus labios, le miró de reojo, con desaprobación total —tres puntillas. Son tres en tan sólo media hora — evaluó detenidamente.

—¿¡Qué!? ­— el pelinegro casi gritó —¿llevamos una insignificante media hora de sufrimiento matemático?

Shalnark rio del azabache de mirada hostil —es correcto, sólo media hora —suspiró y se recargó más sobre el respaldo de su silla movible. Colocó sus brazos cruzados y relajados en la parte superior de su cuello —en este punto me atrevo a decir que estas ecuaciones infernales son muy molestas. No entiendo cómo resolverlas.

Feitan ignoró el comentario del rubio. Su intención era apartar el tema de la escuela, entonces dijo —¿viste a Chrollo?

De igual forma, Shalnark se olvidó de su preocupación por los cálculos y respondió — si — dejó el respaldo y se inclinó hacia adelante — lo vi y no está con Kurapika — sonó demasiado triste.

—¡Mierda y más mierda! — Shalnark suspiró de nuevo — ese rubio tonto se largó de su casa solo. Me pregunto si sigue con vida. Es demasiado crédulo. Por no decir que muy estúpido.

El cuarto de estudio de Feitan se rodeó de silencio. Transcurrió alrededor de un minuto hasta que Shalnark intercedió por la memoria de Kurapika.

—De todas maneras, espero que esté bien.

Feitan gimió y asintió con un casi silencioso "si".

Otro lapso de silencio envolvió el ambiente del cuarto. Esta vez, Feitan continuó con la interacción.

— Ustedes dos son mis únicos amigos — inevitablemente, el tono de su voz no sonaba del todo cordial — Además, es el más inteligente de los tres para eso de las matemáticas. Honestamente, lo hubiese elegido sobre ti para este absurdo trabajo — se sinceró.

Shalnark elevó una ceja y cerró el cuaderno, luego estrelló su propio lapicero contra la pasta. Resentido —¡iré a mi casa e intentaré resolver los ejercicios sin ti! — sentenció cuando cruzó los brazos.

Feitan logró sentirse algo mal. Estaba más que acostumbrado a tratar con insolencia al resto de las personas la mayor parte del tiempo —tranquilo, no lo decía en serio — el pelinegro vio cómo el rubio torció la boca, entonces añadió — está bien, lo dije en serio, pero no era mi intención hacerte enojar.

—¡Lo sabía! — elevó la voz. Un segundo más tarde, se encogió de hombros y sobrecargó la espalda en el respaldo —pero en eso tienes razón. Seguramente Kurapika hallaría la forma de resolver estas cosas — Shalnark chasqueó los dedos y dijo —¡no puede ser! — el más bajo lo miró con desgana — ya que estaba con Chrollo, hubiese aprovechado su asistencia.

Feitan rio —Gran idea la tuya. Desgraciadamente, es demasiado tarde ahora — con esto, logró que el rubio se encogiera de hombros otra vez — en fin, supongo que no ocurrirá nada grave si no llevamos la tarea — se colocó de pie, pero cuando intentó avanzar, algo le impidió moverse. Feitan se volvió con extrañeza —tengo sed, sólo iré a la cocina por agua.

El rubio soltó la extremidad del azabache con lentamente, se sintió apenado, su reflejo había sido muy apresurado —nunca sé cuándo hablas en serio y cuándo no.

—Sólo tomo agua y regreso — especificó —¿o quieres venir?

Shalnark y Feitan se adentraron a la cocina. Cada uno sobrecargado en la pared de la cocina y con un vaso de cristal con agua purificada en mano. Ambos bebían de su propio recipiente en total silencio.

El ojiverde fue el primero en terminar el contenido del vaso —¿y tu novia? — preguntó. No tenía mucho interés, pero igual lo hizo.

Feitan terminó de dar un trago y respondió —no lo sé. Hace una semana que no la veo — bebió otro trago del vaso.

Shalnark se sorprendió —¿y eso por qué?

—Es aburrido verla todos los días — soltó con simpleza y chasqueó la lengua infantilmente —además, se la pasa ocupada con la universidad y el trabajo.

Shalnark colocó su vaso ya vacío en el fregadero, para esto, tuvo que cambiar su cómoda posición contra la pared —suena complicado. Estudiar y trabajar al mismo tiempo. Deberías sentirse feliz, hace todo lo posible por salir adelante por sí misma.

Feitan fue al lado del rubio y cerró abruptamente la llave del fregadero — deja ese vaso ahí. Por la mañana aseará la empleada — ordenó con demanda. También colocó su propio vaso junto al otro.

El rubio le dirigió un avistamiento inusual —no se te caerá la mano por lavar un vaso de vez en cuando. Lo mismo pasa conmigo — diciendo lo anterior, giró la manija de la llave en media luna y comenzó a fregar el cristal, incluso planeaba lavar el de Feitan.

—Eres necio. Lava los sartenes también. Ya que estás comportándote tan servicial — se burló del rubio, quien, sin poner en tela de juicio la "proposición", prosiguió tallando con jabón de limón uno de los sartenes sucios.

—Estoy bromeando — bufó entrecerrando los ojos tras la espalda de su amigo.

—Lo sé — dijo Shalnark cuando colocaba la sartén humedecida dentro de una rejilla para que se secara —no me molesta fregar los trastos sucios.

Tal vez debiera pensarlo mejor, pero no lo hizo, realmente jamás pensaba mucho las cosas antes de decirlas —serás una excelente ama de casa —el pelinegro esperó por una respuesta. Sin embargo, el único sonido apreciable en aquella cocina integral era el tintineo del teflón y del acero inoxidable de las sartenes entremezclado con el ruido del correr del agua que venía de la llave.

El más bajo de los dos tronó la lengua. Estaba a punto de hablar cuando Shalnark cerró la llave. No estaban todos los trastos limpios —¿por qué eres tan... fastidioso? — vaciló en la última palabra.

—¿Quieres que responda algo que ni yo mismo sé? — se burló.

—Supongo — soltó bastante pensativo — en realidad no lo sé.

Sin más por agregar, sencillamente el de cabello oscuro hizo la siguiente proposición —¿y si olvidamos las ecuaciones y hacemos algo mucho más divertido? — una mirada pícara brotó en sus ojos haciéndolos brillar.

—No. Debemos terminar con esto, es para mañana y debo regresar a casa exactamente en dos horas.

—¿Por qué eres tan aburrido? no sabes cómo divertirte. Es más, ni lo intentas.

Shalnark colocó sus manos en las caderas y cuestionó — Según tú ¿qué sería más divertido?

—Ver una película, videojuegos, también podríamos ver pornografía. Son algunas de las opciones que tengo para ti.

Shalnark rodó los ojos, no compartía las opciones —ninguna me agrada más que las ecuaciones, de hecho.

—Eres irremediablemente aburrido — musitó entre dientes —no entiendo ni por qué somos amigos. Somos tan opuestos.

—Tienes toda la razón — la voz del rubio de ojos verdosos se volvió más grave —debería dejar de hablarte.

—No podrías hacerlo — argumentó entre risitas burlonas.

—Eso es lo que tú crees —siseó a la defensiva.

— De acuerdo, iré por tus cosas, así te podrás marchar — Feitan caminó de nueva cuenta hacia el cuarto donde anteriormente estaban batallando con las ecuaciones. Shalnark le siguió tan pronto lo vio partir.

Ambos entraron a la habitación, primero lo hizo el pelinegro seguido por el rubio. Shalnark abrió la boca, tenía la intención de hablar cuando el otro partió por la mitad la hoja cuadriculada con las ecuaciones escritas —¿¡Qué demonios haces!?

—¡No podemos resolverlas y estoy harto de intentar! — agitó las dos partes del papel con una de sus manos.

Shalnark se precipitó hacia el otro y tomando ambas piezas de la hoja ahora trozada, se lamentó por la descabellada polémica de su amigo —¡bien! ¡ahora debemos copiar los avances otra vez! — sonaba fastidiado. Arrojó con fuerza las partes de la hoja. Apenas se percató de lo que hizo, se arrepintió por ello. Se inclinó para coger los papeles, en eso, el otro interceptó sus muñecas en pleno descenso.

Los verdes orbes del rubio se agitaron bajo sus largas pestañas cuando el otro habló.

—Sé que te sientes exactamente igual que yo — dijo lo anterior de tal forma que sonó sarcástico.

Shalnark haló sus brazos sin éxito, el otro rodeaba con firmeza sus extremidades —No me siento igual. Estoy dispuesto a no rendirme con...

El pelinegro interrumpió —No estoy hablando de eso — Shalnark entrecerró los ojos. Ahora las palabras del pelinegro eran ambiguas. No comprendía absolutamente nada.

—¿Ecuaciones? — jadeó. Fue lo único que brotó de sus labios.

—No — negó concentrando su vista en los orbes esmeralda que bien podrían reflejar su rostro en cualquier momento —me molesta que preguntes por mi novia cuando no te importa para nada nuestra relación.

Los nervios se apoderaron del ojiesmeralda —¿ahora qué es lo que te pasa?

Feitan se quedó callado, cosa que al otro le resultó incómodo, realmente las cosas se habían tornado sumamente extrañas. Poco después, Feitan soltó al rubio y se agachó para tomar el papel. Cuando se puso de pie, depositó los trozos de hoja en las manos del otro.

—Gracias... — ¿debía agradecer?

El adolescente de los cabellos oscuros subió los hombros como respuesta. Y un segundo más tarde, atrapaba con frenesí la boca de su amigo, quien estupefacto, no logró reaccionar para responder el repentino beso. Una vez terminaron con el acercamiento estrictamente forzado por parte del pelinegro. Jadearon al unísono sin cesar con el confrontamiento de miradas.

Feitan inició otro beso. Esta vez, Shalnark correspondió colocando sus manos en la espalda del otro. La agitación se apoderó de sus cuerpos, especialmente de sus estómagos que revoloteaban con ardor. El más bajo de los dos se relamió los labios alejándose, rompiendo la compenetración. La cual resultó insospechada, especialmente para el de cabellos claros.

Las palabras sobraron por los próximos treinta y tantos minutos.

Shalnark no sabía qué pensar de todo esto, en realidad, no intentaba pensar. Simplemente se dio la oportunidad de disfrutar de aquel posible acto producto de su imaginación. El chico que le atraía y del cual se había enamorado perdidamente a pesar de ser su amigo, le correspondía. Si no lo hacía sentimentalmente, como mínimo lo hacía físicamente. Evidentemente no era tan positivo. Siempre creyó que era mejor no concluir nada por sí mismo. Evitar desilusiones era todo el tiempo una prioridad. 

Los besos se sentían mejor y más cálidos cada vez. Las ecuaciones ganaron pase directo al infierno. No eran importantes. Nada en el universo poseía mayor plenitud y esplendor que viajar aturdido por aquella acuosa y rica boca.

Recordar le hacía sentir un malestar y bienestar incontrolable. Luego de esa tarde, Feitan se comportaba diferente. Si era un buen o mal cambio, era lo que restaba descifrar...


***

¿Cómo fue que sucedió aquello? tan sólo acontecieron un par de días, sin embargo, se cuestionaba sin tregua y con regularidad.

Una voz que reconoció casi inmediatamente, lo trajo de vuelta al presente.

Shalnark se sentía sofocado y abochornado rememorando aquella tarde. Más con aquellos diamantes chocolatosos escudriñando su rostro recubierto de un notable sonrojo.

—¿Me recuerdas? — preguntó con duda. Ahora se sentía inseguro de haber venido hasta aquí.

El rubio curvó los labios hacia arriba en reconocimiento — Claro, del Decatlón ¿qué te trae por aquí? — hizo la pregunta y negó con la cabeza inmediatamente — corrección. Imagino qué es lo que te trae por aquí.

El chico alto de mata oscura vino de visita específicamente por una cuestión. Suspiró a sabiendas de su designio.

Hace unos minutos que se despidió de Melody a las afueras de una gran casa con jardines coloridos y excéntricos. La chica asistió hoy a ese lugar para realizar una demostración de música, canto y baile. Si los solicitantes quedaban encantados con su actuación, la contratarían como maestra de baile, también se convertiría en la músico principal de la ceremonia de casamiento, la joven pareja contraería nupcias próximamente, exactamente en unas cuantas semanas. Relativamente remaban contra el reloj. Marchar con el tiempo encima, era muy su estilo, a decir verdad.

Leorio decidió ir directamente al grano — necesito de tu ayuda.

Shalnark no perdió la suave sonrisa en su boca —no sé dónde está Kurapika, de una vez te adelanto la noticia.

El azabache sonrió, compadeciéndose un poco de sí mismo — esta vez no es él a quien busco.

La incógnita se apoderó del rubio de ojos verdes, entonces, tomando su mochila del asfalto, interrogó al pelinegro con anteojos de sol —¿eh? ¿no? ¿entonces a quién?

El pelinegro fingió no saber con exactitud el nombre del susodicho —¿Chrollo? ¿así se llama su novio?

Shalnark se calló y quedó en shock momentáneamente. Chrollo aborrecía a este sujeto por obvias razones. Entonces él aparecía de la nada y preguntaba por él.

—Si — asintió acomodando mejor la mochila en su hombro y espalda —pero...

—Por favor, dime dónde puedo encontrarlo — pidió con sumo interés.

Las pupilas del rubio se agitaron. Para controlar la interrogativa en su cerebro, cerró los ojos y colocó bajo su barbilla la mano izquierda, preguntando ­—¿exactamente para qué deseas verlo?

—¿No es obvio? estoy buscando a Kurapika.

Shalnark no se sorprendió. ¿Qué tenía Kurapika que volvía locos a estos dos? si pudiese tener la respuesta, le gustaría conocerla justo ahora.

—Mmmh... — estaba dudando demasiado. ¿Qué decir? ¿debía mentir u orientarlo? ¿Y si resultaba útil para localizar al rubio gracias a su tenaz interés? De hecho, como su amigo y compañero de clase, él también deseaba verlo pronto. Pasaron un poco más de dos semanas desde su misteriosa desaparición. Soltó aire escuchando otro disonante y sincero "por favor" de parte del adolescente de secundaria superior — Chrollo va a matarme.

El alma de Leorio se colmó de calma y triunfo. Era un pequeño avance, pero un avance después de todo —¿Me llevarías con él?

—¿Ahora mismo? — Shalnark musitó.

—No tiene que ser ahora mismo si no puedes — tranquilizó con serenidad.

Shalnark pudo respirar sin tanto agobio —Dudo que puedas verlo en este momento, pero, puedo hablar con él y... ¿cuál es tu número telefónico? te llamaré cuando lo haga — propuso con un semblante amigable. Tal vez transmitía más confianza de la que Leorio creyó encontrar en los amigos de ese tipo engreído. Por otro lado, era amigo de Kurapika también. Supuso que tenía mucho más en común con el rubio. Aunque... bueno, si recordaba la personalidad del oji marrón, tampoco era muy simpático que digamos. Al menos no lo era abiertamente. Menos cuando apenas lo conocías y entablabas extrañas conversaciones con su persona. Aun y con todo eso, lo echaba de menos. Ni él mismo era capaz de medir en qué medida y con cuánta intensidad. Antes de dormir solía pensar mucho, ¿acaso no era exagerada su obstinación por el rubio? Después de todo, era una locura romántica de un adolescente. Estaba dispuesto a vivirla de todas maneras, por eso estaba aquí.

Leorio compartió su número telefónico. Se despidió del rubio quien se comprometió a contactarlo al poco tiempo. Ambos separaron caminos. El azabache fue al exterior de instituto y buscó su motocicleta recién salida del taller. De hecho, su medio de transporte permaneció dentro del taller por largo tiempo. Se colocó el casco oscuro con estampado rojizo y miró el reloj antes de encender el motor. Restaba hora y media para volver por Melody a la lujosa mansión. Se le antojaba comer algo dulce, ¿quizá una tarta?

Brevemente pretendió emprender camino hacia la casa de Koe, sin embargo, desistió de la idea. Mientras más alejado de ella, mejor. No correspondería a sus intenciones y mucho menos a sus sentimientos. Su corazón estaba ocupado. Lamentablemente, su opción de enamoramiento no era la más cuerda. Además de que el susodicho era un chico al igual que él. No obstante, el sexo era lo más insignificante. Ya había acordado consigo mismo que no le importaba. Le gustaba todo en él, incluso su frívola personalidad.

Echó a andar la moto, el interior del casco se tornó bastante caluroso. Seguramente era su actual sonrojo expulsando vapor al interior. Sus floridos pensamientos elevaban su temperatura corporal, y claro que no podía gobernar su actual bochorno. Tampoco quería.


Ahora ya no me abrazarás más,

abrázame como si nunca hubiera hecho nada para lastimarte,

no puedo dejarte ir,

necesitamos un minuto más para vivir aquí en tu eco.

(Ursine Vulpine ft. Annaca – Without you)


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Apreciaba la música clásica. Un valioso legado de parte de su padre. Kurapika acomodó los mechones de sintético cabello grisáceo detrás de sus orejas, realmente resultaba molesto utilizar esa incómoda peluca que Hisoka le demandó colocar en su cabeza. Además de sentir calor, creía tener piojos que le picaban sin decoro el sensible cuero cabelludo. Además, los lentes de contacto hacían que sus ojos lagrimearan mucho. Estaba harto pero no tenía elección. Arrojar la toalla, estrictamente prohibido para él. Poco a poco, aprendería cómo desarrollar ampliamente su tolerancia.

Vivir en casa de Hisoka y su pareja Illumi resultó ser de lo más sencillo. Usualmente, esos dos desquiciados se encontraban ocupados con sus perturbadores negocios. Incluso los días que llevaba aquí, se dio a la tarea de rebuscar en los catálogos archivados algún tipo de información que le fuera útil o pareciera relevante. No consiguió mucho, sin embargo, cada una de las páginas reforzaban su decisión. Y, de alguna manera, sellaban su compromiso.

Caminó en dirección del sonido del violonchelo que cada vez aumentaba su vibración. Había prestado atención a las pláticas de los mayores durante las cenas. Sabía que estaban buscando al músico perfecto para la boda.

Exactamente hace dos días los visitó un tipo bastante habilidoso con los instrumentos. Su especialidad recaía en tocar el arpa. Los novios acordaron llamarlo en caso de requerirlo. Tal vez lo harían después de que éste otro prospecto se retirara y deliberaran su decisión.

Las actuales cuerdas le atraían más al menor. Incluso, presentía que también a los mayores, pues con el otro sujeto parlotearon cada segundo de su presencia. Hoy, el viento carecía de voces. Exclusivamente sobrenadaban las notas de la melodía en la elegante casa, volviéndola inexplicablemente acogedora.

No quiso entrar a la sala del fonógrafo, sencillamente esperó junto a la entrada. Sus ojos recubiertos de azul vislumbraron a una chica de baja estatura y cabellos lacios rojizos, con sus finas y habilidosas manos, pisaba las cuatro cuerdas al ritmo, entonando dulcemente una canción bastante singular. El arco que suave y ágil se deslizaba sobre el instrumento parecía volar como suaves plumas de un ala de cisne.

Los ojos de la pequeña fémina se encontraban estrictamente cerrados. Concentrada, seguramente placiéndose con su propia expresión artística.

Hisoka estaba sentado en el sofá de mayor tamaño junto a su pareja de cabellos oscuros, a quien sostenía con firmeza y ternura de una de sus manos. Ambos disfrutando de la pieza armonizando el ligero soplo del viento.

En cuanto la chica finalizó con la vibración emitida por su fiel instrumento, el pelirrojo aplaudió en reconocimiento, incluso se colocó de pie y redobló palmas. Realmente era merecedora de aquella gratitud. Illumi, por su parte, lucía relajado como nunca. No aplaudió, tal vez no era su estilo.

La chica sonrió, alegre, aunque con un probable matiz de timidez. Se inclinó ligeramente para retribuir las felicitaciones viniendo de su público pelirrojo. Cerró nuevamente sus ojos y comenzó a deslizar su arco con avidez. Una nueva harmonía.

Transcurrieron un par de segundos antes de que la mano alzada y la voz fuerte del pelirrojo le solicitara a la chica concluir con su interpretación. Desde el exterior del marco en el arco de la puerta, Kurapika observó la reacción del adulto. Melody, por su parte, abrió los ojos de golpe, como despertando de un extenso letargo. En un principio se aterró, temía que su interpretación hubiese resultado desagradable para la audiencia. De hecho, al inicio, cuando merodeó con sus curiosos ojos la extensión del recinto, supo de inmediato y sin temor a errar, que estas personas poseerían un exquisito gusto por la música. Quizá no se equivocó. Eso pensó.

—¡Me ha encantado! Estoy sumamente complacido con tu desempeño — Illumi no se movió para nada. Hisoka sonrió para sí y llamó al chico antes de que pudiese desaparecer tan pronto como vino hasta aquí — ¿Haru? — era su nombre falso. El otro día, Hisoka lo "bautizó". Fue algo ridículo. Él mayor actuó como un niño cuando lo mojó con medio vaso de agua fundamentando que lo hizo porque lo había bautizado con su nuevo nombre: "Haru". Kurapika se enfadó, además de que el agua estaba fría, lo tomó por sorpresa. ¿Quién en su insignificante vida pensaría que un loco te arrojaría medio vaso de agua con hielos sobre la cabeza?

Kurapika no deseaba colocar un sólo pie al interior de la sala. Pero lo hizo de todos modos.

—¿Sí? — respondió a duras penas. Esencialmente porque no deseaba ser poco cortés frente una visita.

Hisoka preguntó — ¿Reconociste el nombre de esa famosa sinfonía? la hice callar sólo para preguntarte. Quiero probar el conocimiento musical de mi lindo sobrino — coreó descaradamente.

El rubio la conocía. Asintió con la cabeza. El pelirrojo solicitó que mencionara el nombre.

—El vals de las flores de Tchaikovsky —sintió estar respondiendo a una gran trivia, de hecho, atrajo los viejos recuerdos en Shirahama y la competencia anual Decatlónica.

Hisoka sonrió muy complacido — correcto — felicitó.

Melody se silenció formando una luna creciente con sus sonrosados labios. El chico que apareció repentinamente en la puerta parecía tener su misma edad. Sería mayor o menor por uno o dos años, no más. Evaluó su aspecto con rapidez. Sus ojos azulados le proporcionaban un semblante encantador. Incluso el cabello lacio y de un largo cercano a su cintura, le aportaban candidez. Era delgado y de tez blanquecina. Francamente, cualquier persona era demasiado alta si los contrastaba con su estatura.

—Ya que estás aquí — el nombrado resultó ser el rubio, pues Hisoka se volvió completamente hacia él y lo miró con astucia — ven, necesito que hagas algo por mí — Illumi cambió la posición de sus piernas, cruzándolas una sobre otra. No sabía qué clase de petición requería su prometido.

Kurapika se contuvo de suspirar o resoplar en señal de oposición. Para nada convencido se adentró a la habitación.

Los azulinos orbes parpadearon, mostrando su confusión.

Melody saludó a Kurapika con una voz bastante aguda. "Buenas tardes" y ya está. Kurapika respondió con las mismas dos palabras.

—Mencionaste con anterioridad que tienes contigo una USB que contiene las piezas que interpretas ¿verdad? — el pelirrojo habló ahora con la chica.

—Sí, señor — introdujo la mano en uno de los bolsillos de su blusa de gasa rosada y extrajo el pequeño dispositivo de datos, mostrándolo tentativamente en sus largos dedos.

—Bien — Hisoka se aproximó a ella dando largos pasos y con una sonrisa engañosa, como las que suele esbozar todo el tiempo, tomó la pequeña USB y la llevó con él hasta colocarla en el fonógrafo. Era la primera vez que Kurapika vería encendido ese aparato. Era bastante versátil, no solamente servía para reproducir acetatos, sino dispositivos digitales. Ahora lo sabía.

Las palabras del hombre desataban su curiosidad, ¿para qué lo necesitaba? definitivamente, Kurapika no lo intuía. Debía aguardar.

El pelirrojo se distrajo alrededor de dos minutos buscando la pieza deseada dentro de la lista de reproducción digital.

Al parecer, localizó la pista deseada, sólo entonces rio ligeramente y se volvió de frente a la chica de cabellos rojos.

—También deseamos que establezcas los pasos del baile principal en nuestra ceremonia — dijo con un semblante muy feliz. En un rápido rodeo de ojos, buscó los orbes oscuros de su novio, quien movió la cabeza a modo de conformidad —me refiero al vals — caminaba lánguidamente hacia el adolescente de cabellos color plata —aun no elegimos la melodía para el vals. No obstante ¿podrías ofrecernos una ligera demostración de tu método de enseñanza?

La chica sonrió mucho y asintió con la cabeza revelando sumo entusiasmo. La mirada le brillaba como luna creciente iluminada por los tardíos rayos del sol.

Hisoka dio a conocer su petición con dos simples palabras — con él — señaló al kurta. Kurapika se tambaleó sobre su eje. Su episodio de descuido le causó gracia tanto a la mujer como al hombre de pelo cereza.

Melody, sumergida en su papel de músico experto, iniciaría con las instrucciones. Kurapika ya no tenía elección. Arrastrando pesadamente los pies, avanzó hasta el centro de la sala. Comúnmente, en ese espacio se ubicaba la mesa rectangular de café. Seguramente, los mayores la retiraron a sabiendas de que, precisamente en este momento, el mueble estorbaría.

Inclusive, el rubio se preguntaba si desde un inicio el adulto ya había planeado este desenlace. Simplemente lo improvisó ya que estaba cerca, esa era su otra conclusión.

Kurapika o Haru, escuchó a la chica:

—Se puede decir que un vals se baila dibujando un cuadrado con ambos pies. El vals tiene un ritmo en cuentas de tres y un compás de 3/4. Debes contar uno, dos, tres con cada paso. Para completar el dibujo del cuadrado tendrás que hacer dos cuentas de tres. El mayor acento está en el uno, mientras que el dos y el tres son más suaves.

La mente de Kurapika tradujo todo eso como: confusión y más confusión. La chica contempló la aterrada e incomprensible gesticulación del chico, entonces sonrió con amabilidad y dijo:

—Intentaré guiarte visualmente para que comprendas mejor. Mantente muy atento a mi voz. De igual forma observa mis movimientos e intenta copiarlos. Así lo haremos primero ¿está bien?

Kurapika asintió y rodó los ojos hacia el sillón. Hisoka se mantuvo expectante al igual que Illumi. Esos ojos curiosos... si tan sólo pudiera deshacerse de esos dos. Sobre seguro que, su intención era verlo hacer el ridículo mientras la chica luciría con su experticia. Un suspiro del rubio ahora peligris, arrancó una risita de los labios a su pareja de baile.

—La postura de la espalda debe ser erguida y las rodillas muy ligeramente flexionadas, esto para mejorar el movimiento — Melody habló a la vez que valoraba la postura de su aprendiz. Sonrió, el chico estaba en buena posición a pesar del ligero estremecimiento de su cuerpo —ahora, toma mi mano izquierda con tu mano derecha y mantenla a la altura del hombro — la chica se sonrojó ligeramente al hundir su vista en el amplió mar celeste de los iris del adolescente, quien se rehusaba a estrechar su delicada mano con naturalidad. Los dedos del chico se sentían tensos contra los suyos cuando tuvieron que entrelazarlos — usualmente, el hombre es quien guía. No obstante, en este caso seré yo la representación masculina, por esa razón hemos formado esta posición de manos. En todo caso, deberíamos sujetarnos al revés. Es decir, tomarías con tu izquierda mi derecha.

¿Julieta era su eterno papel? Kurapika se sintió insignificante. Melody bajó la mirada por un segundo preguntándose qué pasaba por la cabeza del muchacho. No hablaba, simplemente obedecía sus indicaciones como un muñeco mecanizado.

—Evita mover la cadera y los hombros — especificó — ya dijimos que en este momento yo simbolizo al hombre, entonces... coloca tu mano izquierda sobre mi hombro — Kurapika lo hizo — entonces, yo deberé colocar mi mano derecha un poco ahuecada sobre tu omóplato — Kurapika tembló con la mano de la mujer rozando su espalda. Incluso su respiración cambió de ritmo y su corazón palpitaba dinámico contra su caja torácica. La cercanía física no impulsaba su nerviosismo, sino sus inconvenientes pensamientos: "Definitivamente era Julieta y ahora tenía mucho sentido..."  Leorio, su imagen, era lo primero y lo único que irrumpía el interior antiguamente vacío de su cabeza.

—Nuestros codos deben permanecer siempre a la altura de los hombros — la fémina agregó. Kurapika se preguntó si todavía faltaban más explicaciones.

"Paso adelante con el pie izquierdo"

"Diagonal con el derecho"

"Los pies separados justamente a la altura de los hombros"

"Se juntan los pies arrastrando rítmicamente las puntas sobre la superficie del suelo"

"Paso atrás con el pie derecho"

"Diagonal con el izquierdo"

"Y... se repite de nuevo iniciando la secuencia hacia delante para completar el cuadrado."

De lo anterior, Kurapika entendió un demonio, por supuesto que intentó copiar y mantener un ritmo, pero, no lo lograba casi en ningún momento.

Terminó pisoteando a la chica más de cinco veces. Ella le pidió que no se disculpara tanto, no era necesario.

Bailar el distinguido Vals de la famosa obra del Cascanueces fue bastante difícil, todo un reto, por no decir que Kurapika fracasó totalmente pese a la precisión de la explicación.

A pesar de su penosa actuación, la diminuta músico y maestra de baile ganó la contratación de la pareja. El pelirrojo quedó enteramente satisfecho con ella. Quizá le llamó más la atención su completa resistencia a las lastimaduras que la exposición de la instrucción.

Cuando Melody se despidió. Hisoka dictó que Haru la escoltaría hasta el portón.

El chico de cabello plata caminaba a lo largo del jardín, acompañando a la jovencita. Quien le hizo un par de preguntas acerca de la "experiencia del día de hoy".

—Gracias, fuiste un excelente aprendiz — externó con sinceridad.

—Sé que no lo fui, pero agradezco tu modestia para reconfortarme — replicó el adolescente.

Melody cruzó poco el portón y asomó la cabeza hacia la calle, donde avistó a su mejor amigo montado sobre la moto negra.

—¡Ahí está mi amigo! — avisó excitada, incluso agitó brevemente y con ligereza ambos brazos — Nuevamente, muchas gracias por todo —Melody se calmó y sonrió con ternura.

Kurapika no devolvió una sonrisa, pero su rostro era pacífico — ¿una moto? ¿no es peligroso eso? — ¿qué le importaba de todas maneras? precisaba no meterse en asuntos ajenos.

—Un poco — sus mejillas se tornaron de color salmón y se sintieron ardientes — no pude negarme, fue un amable ofrecimiento de su parte.

—Siento lo que dije, la verdad no es algo que me interese — Haru se despidió después. Cortó demasiado seco para sorpresa de la joven mujer — Nos vemos.

—Hasta pronto... — ante el repentino cambio de actitud, devolvió con desilusión el gesto de despedida y caminó hacia la calle.

Kurapika observó desde la reja al conductor de la moto. Usaba un casco negro, camisa beige de vestir bajo una chaqueta fosca que hacía juego con sus zapatos oscuros. Sus piernas recubiertas por un pantalón ligeramente entubado de mezclilla azul marino.

Por otro lado, Leorio simplemente miró de reojo al chico de cabello largo, quien, con su fugaz presencia, prácticamente pasó desapercibido. El pelinegro se volvió hacia el otro lado y mostró un casco, era para su acompañante. Lo ajustó con esmero en su cabeza y le ayudó a subir a la parte trasera de la moto. Melody le abrazó desde atrás. Una vez afianzada a su cintura, el vehículo avanzó hacia el noroeste con rapidez.

Leorio recorrió Kyoto junto a su pequeña gran amiga. Pararon en la hermosa casa de teja de la pelirroja justo a las ocho treinta y siete de la noche. Ambos retiraron sus cascos y bajaron cada uno de sus respectivos asientos.

—Leorio, eres el mejor amigo — la chica elevaría las estrellas por su mejor amigo, si pudiera.

—Lo hago con gusto. Con esta belleza, puedo trasladarte a donde quieras y cuando quieras — el azabache mostró entusiasmo mientras palmeaba suavemente el asiento. Sonreía bastante y no era para menos. Extrañaba recorrer la ciudad sobre ruedas. Lo hacía desde que por azares del destino su madre logró tramitar su licencia a pesar de su corta edad.

—Trabajaré para ellos. Pasé la prueba de fuego. De hecho, son personas muy exigentes, supongo que tuve suerte — era un logro que anhelaba compartir con el azabache. Leorio propició un abrigador y cariñoso abrazo para felicitarla. La demostración de afecto no duró mucho, fue un simple parpadeo. Ambos se separaron al momento.

—Te dije que les gustarías — subió su mano izquierda a la cabeza, agregando más —que sean exigentes me provoca un poco de miedo. Aun así, sé que lo lograrás— Guiñó un ojo.

—Si te soy sincera, a mí también — juntó sus manos sobre su faldón —pero sabes... me entusiasma el compromiso. Es un vals de boda. Me encantan las bodas — sus ojos brillaban.

—¿Es una nueva faceta tuya? — boquiabierto preguntó.

—No — su ceño se frunció cuando negó — siempre me han gustado, no es nuevo. En realidad, no asisto a muchas, ni como músico o invitada — rio muy bajito, con sumisión.

—Me hace feliz que te sientas feliz ¿lo sabías?

Melody asintió para después encogerse de hombros, lo cual atrapó el interés del pelinegro, pero no mencionó nada al respecto.

—Yo también deseo tanto tu felicidad — aclaró arrastrando sus ojos hacia la puerta principal de su casa.

—Pues gracias. Lo soy y mucho — señaló la motocicleta estacionada —mi bebé regresó a mi lado. No necesito más dicha en mi vida — la amplia sonrisa del azabache hizo que los ojos de Melody rodaran como si dijeran: no tienes remedio.

—Hoy por la tarde... — sintió el impulso de callar por lo avergonzada que de pronto estaba, mas no lo hizo, interiormente se motivó a sí misma y prosiguió — ...conocí a un chico, de hecho, fue él con quien compartí parte de la demostración — conforme suspiraba sus palabras, colores de frutos rojos bordearon instantáneamente el cutis terso de la chica —sospecho que disfrutaré aún más de las prácticas si él está presente otra vez.


Palabras verdaderas se encontrarán,

en alguna parte de este mundo

al acecho de nuestra noche sin amor,

silenciosa, inclusive ahora.

(Michiyuki – Kaori Hikita)

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