Capítulo 24

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Gravidez x Credulidad x Revelación


Las palabras de Koe retumbaron en los oídos de ambos chicos. Fue entonces que Melody interfirió, quien era la menos informada sobre la situación.

—Koe, es el chico que encontramos ayer. Del que te hablé durante el camino — dijo pacíficamente, sus carismáticos ojos vislumbraban al rubio, quien empalideció hace un par de segundos.

—¡Sólo espero que sepas de una buena vez que ese idiota es el Kurapika que tanto daño me ha hecho! — la pelinegra vociferó con fuerza. Con su elevado tono de voz finalmente atrajo la atención de los adultos en la cocina, quienes aparecieron tras Leorio y Kurapika segundos más tarde.

—¿¡Qué ocurre con ustedes!? — exigió saber Lily, la madre de Leorio — no toleraré una disputa de adolescentes en el interior de mi casa. Leorio, por favor, haz algo con tus visitantes — demandó enérgicamente. Sakyo no habló, se limitó a observar en silencio a los cuatro chiquillos, después de todo, también era una visita.

Kurapika se pasmó todavía más, incluso su cabeza parecía dar vueltas. Melody quedó boquiabierta a raíz de la inesperada confesión de su amiga.

—Chicas, por favor, vamos a tranquilizarnos... ¿Melody? ¿me ayudas por favor? — sus ojos exhortaban a su mejor amiga. La pequeña mujer simplemente cerró la boca y tragó con amargura. Se sentía confusa y no sabía qué es lo que debía hacer con exactitud.

Koe, por su parte, no permitiría que Kurapika se fuera tan tranquilo — creí que ya no tenías ningún contacto con él... me mentiste todo este tiempo ¿no es así? ¿por qué Leorio? ¿por qué me haces esto? — inclinó la cabeza y sollozó para complementar su angustiosa actuación.

El azabache sintió un salto repentino en su corazón y pronto intentó tranquilizar a la ahora histérica mujer — jamás te mentí, he sido sincero contigo. El día de ayer cometí una imprudencia, ignoré el semáforo y casi lo arrollo con mi motocicleta. Kurapika se desmayó y... no supe qué hacer excepto traerlo a casa.

—Tu historia suena tan conveniente... — siseó con dureza. En medio de la conmoción, Kurapika intentó tomar ventaja y marcharse, pero la pelinegra se interpuso en su camino. Sus ojos negros lo asediaban con tirria —que afortunado, finalmente se te hizo pasar la noche con Leorio — soltó una risita sarcástica — imagino que ya estarás feliz. Dime una cosa... también te aprovechaste de él ¿o me equivoco?

Kurapika se puso muy nervioso y lo único que hizo fue abrir la boca y quedarse así. Fue en ese momento que Sakyo se acercó. Todos notaron la cercanía del adulto cuando este habló. En sus labios había una sonrisa extraña. Y a continuación supieron por qué.

—¿Es esta una escena de celos? — el adulto finalmente dejó que su risotada de gracia emergiera por su boca. De igual manera, Lily se aproximó y recordó aquella conversación con su hijo. Sabía que al pelinegro le gustaba Kurapika, pues así se lo contó él mismo. Y, aunque le molestaba lo que hizo la noche anterior, entendía la causa y los sentimientos de su propio hijo. Lily optó por quedarse callada mientras Sakyo mediaba en la disputa juvenil —no los criticaré, pues comprendo la intensidad con que los jóvenes actúan en esa etapa. Sin embargo, como ya lo dijo la señora. Deben comportarse cuando están de visita en casa ajena — dijo colocando una mano en el hombro de Leorio y la otra en el de Kurapika, este último se estremeció al darse cuenta.

—Pero... — musitó la pelinegra. Estuvo a punto de rendirse, mas no lo hizo —Leorio, sabes que Kurapika es una mala influencia.

—L-lo sé... — apenas se oyó su voz, Leorio deseó desde lo más profundo que Kurapika no escuchase, lo cual era demasiado improbable.

—¿¡Si lo sabes por qué lo ayudaste!?

—¿Eh? — el pelinegro jadeó y elevó la vista luego de que su cabeza se mantuviera agachada.

Sakyo sobó el puente de su nariz, probablemente exasperado por el desarrollo de todo ese teatro.

—Independientemente de lo que haya sucedido antes, es un ser humano como todos nosotros. Es natural que Leorio quisiera ayudarlo. Además, fue quien ocasionó el pequeño inconveniente de ayer — intervino la músico, quien recibió una mirada fatal de parte de su amiga.

Kurapika se movió haciendo que la mano de Sakyo se deslizara lejos de su hombro. Luego se plantó frente a Koe con la esperanza de que la fémina se moviera para irse.

—Que sea la última vez que te acercas a Leorio. Él es mi novio ahora — advirtió sin perder la oportunidad. Leorio cerró los ojos pesadamente, lo último que deseaba era ver el rostro de Kurapika después de oír aquellas palabras. De poder haber silenciado a Koe, lo habría hecho. Pero eso era imposible.

—Koe... — musitó la mujer de baja estatura y cabello rojizo.

—Tu aclaración era innecesaria... — refunfuñó a la vez que contenía su enorme deseo de apartar a la mujer del camino con una tacleada o algo parecido.

—Ya es suficiente, Koe. Kurapika necesitaba de mi ayuda y justamente eso fue lo que hice, ayudarlo. Durmió en mi habitación, sí. Pero sólo eso — el pelinegro abrió los ojos haciendo su mejor esfuerzo por evitar la cara del rubio.

La pelinegra sonrió en su interior e incluso un brillo en sus ojos apareció cuando añadió el golpe final —me alegra escuchar eso, porque... no toleraré que nadie se interponga entre nosotros. Mucho menos ahora que esperamos un bebé — podría haber escupido una enorme risa, la cara del rubio lo ameritaba, según ella.

Kurapika no estaba pensando claramente cuando se volvió hacia Leorio para interrogarlo, sin embargo, Lily ganó la palabra.

—¿Un... bebé...? ¿de qué se trata esto, Leorio? — quería saber de inmediato, el cúmulo emocional en la madre de Leorio originó un terrible tornado en su interior.

—¿Embarazaste a esta jovencita? — preguntó el hombre de cabello lacio — vaya, jamás esperé este tipo sorpresas en una visita.

Lily frunció las cejas, las palabras de Sakyo la incomodaron bastante, además, había en ellas una inflexión machista.

—Kurapika ¿puedes marcharte, por favor? tú también Melody. Sakyo y yo tenemos que hablar con nuestro hijo... — a la hora de callar, sus ojos fulminaron a Koe.

Kurapika no dijo nada cuando Koe le concedió el paso, simplemente se marchó. Melody se disculpó y por la puerta emergió con mucha prisa.


Comenzó como un sentimiento,

el cual después creció como una esperanza,

que después se volvió un pensamiento silencioso.

(Regina Spektor- The call)


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Kurapika caminaba con rumbo al burdel de Hisoka cuando reconoció la voz que lo llamaba a unos cuantos pasos.

—¡Espera por favor! ¿Podemos hablar un momento? — primero se exaltó y luego preguntó con voz suave.

—¿Para qué? — Kurapika estaba de espaldas a la chica. Antes de responder limpió su nariz con la manga de su camisa — tú eres su amiga, seguramente me odias por igual ¿de qué querrías hablar conmigo? — odiaba estar lagrimeando por las revelaciones sobre Leorio y Koe.

—No tiene nada qué ver con Leorio esta vez, sino conmigo — la pelirroja aclaró y dibujó una débil sonrisa con sus labios — fui yo quien se llevó tu mochila el día de ayer. Y... recordé algunas cosas sobre ti.

—¿Qué cosas? — giró su cuerpo para quedar frente a frente con Melody.

—La demostración de mi clase de baile. Tu voz y otras cosas. Eres Haru ¿cierto? — explicó calmadamente mientras mostraba la mochila de Kurapika y revelaba la peluca y también el contenedor con los contactos azules —intento devolver tus pertenencias.

—¿Qué piensas hacer después de eso? ¿denunciarme o algo así? — no quería preguntar, es más, no quería dirigirle la palabra a esa chica, pero de todos modos lo hizo.

Melody negó con la cabeza — estoy confundida — inició y avanzó un paso. Para su sorpresa, Kurapika retrocedió dos mientras la miraba bastante confuso —por muy raro que parezca, en mi corazón, presiento que no eres una mala persona — miró las nubes en el cielo, recordando que se encontraba charlando con Haru en plena calle — a pesar de la versión de Koe, no dejo de pensar en Leorio y en el interés que siente por ti.

—¿Interés? — farfulló — esos dos son pareja y esperan un hijo... está claro que jamás se interesó en mí — "Incluso me tendió una trampa ¿todo este tiempo se estuvo burlando de mí? ¿por qué...?" — ustedes tres sólo me causan conflictos.

—Tal vez, pero ¿podrías confiar un poco en mí? — más que una pregunta, era una proposición —sinceramente no prometo nada, pero no te delataré con nadie. Al menos no todavía — expresó extendiendo sus brazos con las cosas del rubio.

Kurapika no respondió e incluso no aceptó de inmediato la mochila con sus pertenencias.

¿Cómo podría confiar en una persona que pertenecía al mismo círculo social de Leorio?


No es nada nuevo para mí,

me canso y me siento mal,

y luego no tengo fuerzas para irme,

no puedo soportar el cambio,

nada de lo que hago está bien,

nada de lo que hago es suficientemente bueno.

(ROAR - I Can't Handle Change)


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Y cuando Kurapika finalmente regresaba al refugio de las Flores. Recordó lo miserable que había hecho su propia vida al venir aquí.

El rubio suspiró hondamente pensando en ese santuario de partes humanas y de especies exóticas que en su mansión instituyó Neon.

Por la heredera descubre que Habekane poseía los ojos escarlatas de su madre. Si quería recuperarlos, debía asistir al cumpleaños de la chica.

La charla de hace unos minutos con Melody no llegó a ninguna parte, pues se rehusó a contestar la mayoría de sus preguntas. Al final, optaron por despedirse y cada uno retomó su camino. Afortunadamente, la músico cumplió con su palabra, no lo inculpó con nadie y le permitió marcharse sin problema. No le agradecía su compasión, pero si se sentía aliviado.

Una vez en la entrada del Barco, pensó que quizá, caer aquella noche de la réplica de la torre parisina habría sido lo mejor. Sin embargo, debía admitir que, así como temía de las alturas, también le temía a la muerte. El rubio suspiró con fuerza en un intento por alejar la imagen de Leorio y Koe, también la de Melody y la de su arrepentimiento por vivir.

Y cuando empujó la puerta del burdel, alguien lo asaltó en menos de un segundo. Por supuesto que reconoció ese calor y el casual barítono.

A pesar de haber intimado con ese chico un centenar de veces, el abrazo que le dio por la espalda se sintió extraño. Era Chrollo.

—¿Qué haces aquí? — preguntó evidentemente con molestia. Sacudió sus hombros cuando el pelinegro se apartó.

—De todas maneras, ya sabía que no te alegrarías de verme — habló secamente — con respecto a tu pregunta. Vine por ti. Te llevaré donde estoy viviendo — Chrollo señaló con los ojos la maleta de Kurapika que estaba a unos dos metros de ellos.

Kurapika perdió un gramo de confort, pronto preguntó lo siguiente —¿quién te facilitó mis cosas? — Chrollo cogió a Kurapika por el brazo para que no se alejara, quien lo fulminó con la mirada.

—Machi es amiga mía. También conozco a Hisoka, aunque, no puedo decir lo mismo de él. Bueno, supongo que también éramos amigos —dijo y soltó al rubio.

—No puede ser... pensé que Killua te había dicho algo — musitó entre dientes.

Chrollo vio a la pelirosa asomarse por una puerta que estaba a unos cuantos metros de su lugar — acertaste en eso. Vine porque él me lo pidió — el rubio abrió mucho los ojos, sorprendido — este sitio es malo para ti ¿entiendes eso o no?

—¿En serio crees que tu lado estaré mejor? — se ayudó de un tono sarcástico, pero luego mordió su labio para no decir más que eso.

Chrollo mantuvo la calma a pesar de la descortesía del más bajo —honestamente, no lo sé. Pero hay algo que sí sé: Hisoka te hará pasar un infierno aquí — llevó los ojos hacia donde vio a Machi, pero la mujer ya no estaba ahí —¿por qué motivo quieres trabajar para él?

—No te importa — refunfuñó — no iré contigo a ninguna parte, ya estoy donde quiero estar.

—Hice un trato con Killua y...

—¿Y? — repitió.

—No puedo incumplir con mi parte, no cuando me compensó por adelantado.

—¡Los tratos que hagas con ese tonto me tienen sin cuidado! — objetó descortésmente.

—No puedo explicarte todos los motivos ahora mismo, maldición. ¡Entiende de una vez que tienes que venir conmigo! — el azabache comenzaba a desesperarse con el rubio.

—Ya no soy tu novio, rompí contigo hace mucho tiempo — dijo cruzándose de brazos.

—Lo sé y no importa... — arrastró forzosamente las palabras.

Kurapika se conmocionó. Chrollo no le reclamó ni nada por el estilo.

Minutos más tarde. Kurapika aceptó hablar con el pelinegro. Se dirigieron a una heladería cercana. Donde Chrollo pidió dos copas de nieve, aunque era el único que comía de la suya.

—Aun así, debes permanecer cerca de mí. Por eso, debes venir conmigo — tras sus palabras, Chrollo metió la cuchara con helado de vainilla en su boca.

—Entonces... planea venderme a mí si no consiguen el par de ojos rojos que Nostrade dará a su hija en su cumpleaños ... — Kurapika no era capaz de creer todas las palabras de Chrollo.

El de cabellera negra asintió sin tanta emoción — así es, eso es lo que Killua me dijo—"Porque Killua es quien debe robarlos..." el pelinegro pensó — Hisoka no intentará nada mientras estés a mi lado. Si bien puedes trabajar para él...— dijo lo último con el estomago revuelto y sintiendo la desazón que le provocaba imaginar a Kurapika compartiendo la cama con los clientes de aquel Barco — es mejor que no compartas dormitorio con las demás... trabajadoras. Si decimos que somos pareja, aunque no lo seamos en realidad. Esto funcionará todavía mejor. Digamos que no meterse con las personas que nos importan es parte de un viejo código de "lealtad" entre nosotros.

—No tiene sentido... — el rubio juntó sus manos y las apretó una con la otra —¿por qué debo ir contigo?

—¿Eres idiota o qué? — el rubio frunció el ceño, Chrollo le restó importancia y continuó —ya te lo expliqué dos o tres veces. Tienes que venir quieras o no. Hice un trato con el enano canoso.

—¿En qué momento comenzaron a llevarse tan bien? —  entonó irónicamente. Lastimosamente, no tenía mejor argumento que ese.

Chrollo apartó la copa vacía de helado y con un semblante sumamente estoico explicó lo siguiente —¿recuerdas nuestro viaje a Shirahama por lo del Decatlón? — el rubio asintió luego de renunciar a su deseo de voltear los ojos —sé lo que ocurrió y por qué regresamos de esa forma tan precipitada— afiló la vista y pudo ver que los iris de Kurapika trepidaban ligeramente, además de que un destello escarlata apareció por milisegundos —más tarde asesiné a Adamis y también a...

—¿Qué...? — su voz se quebró.

—También busqué a los demás, pero... — Kurapika le miraba con terror, a Chrollo parecía no importarle mucho, para él, hablar de esto se sentía como un tema casual — cuando llegó el turno de Jaen, me descuidé y fallé con él. ¿Ahora sabes que Killua pertenece a una familia de asesinos, no es así? — Kurapika no contestó, tampoco se movió. Aunque, de hecho, siempre lo supo. Pero también sabía que Killua era diferente, no era un ser despiadado como los demás miembros de su familia. Al menos este pensamiento lo hizo olvidarse por años del verdadero negocio de sus padres—internaron a Jaen, tenía que hacer algo al respecto si no quería que despertara y revelara mi nombre. Sin embargo, no podía arriesgarme ante la seguridad que sus padres colocaron a su alrededor.

Entonces, el kurta comprendió — le pediste a Killua que se manchara las manos en tu lugar... —el de pelo negro asintió muy poco.

—Y ahora debo pagar por su excelente trabajo — el de mirada obsidiana entrecerró los ojos — aunque te niegues, te llevaré conmigo así deba hacerlo a la fuerza.

—Cómo te atreves a decidir por mí... — el rubio se levantó del asiento como resorte, se sentía furioso y decepcionado al mismo tiempo — ¿por qué convenciste a Killua de cometer un acto tan ruin? él jamás quiso matar a nadie... incluso tú asesinaste a... — el rubio parpadeó, luego movió los ojos en círculos y con desesperación. El lugar estaba casi vacío a excepción de ellos y una pareja de novios sentados en otra mesa, quienes abrazados ignoraban todo a su alrededor. Así, Kurapika supo que nadie los estaba escuchando — acabaste con la vida de esas personas... — no podía ver su propia cara, pero no era necesario para saber que sus gestos comunicaban horror.

Chrollo se defendió, su rostro lucía muy disconforme —¿te violaron y aún sientes compasión por ellos? — amonestó al rubio con fiereza.

— Eran personas y tú las mataste...

—¿Personas? — se burló —por una maldita suma de dinero, esas "personas" cumplieron el capricho de una mujer que sólo estaba celosa de ti. Koe compró a esos malditos para que abusaran de ti y lo hizo únicamente porque le pareció divertido ¿todavía piensas que esa escoria merece tu clemencia? — enfrentó al rubio que aun estaba de pie al otro lado de la redonda mesa.

El corazón de Kurapika colapsó, luego musitó el nombre de la pelinegra —¿Koe? — y de pronto, las piezas encajaron.

Koe Ito siempre estuvo detrás de todo y era tan obvio ¿por qué no se dio cuenta desde antes?


Desmoronarse dos veces al día,

tienes un estado de ánimo que desearías poder vender,

si las lágrimas pudieran ser embotelladas,

habría piscinas llenas de mis modelos,

dicen que un vestido es el que te hace ver como una puta,

sólo tú sabes la forma en que me rompo.

(Billie Eilish – Idontwannabeyouanymore)

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