Capítulo 2

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No se sentía bien, su lobo estaba inquieto era como si algo malo estuviera pasando o iba a pasar. El Alpha no sabía que podía ser, se había encargado de cualquier imprevisto o un posible ataque.

Pero de todas formas, su instinto estana a flor de piel, era como algo que lo estaba perforando la nuca.

–¿Qué es lo que te tiene así?–Pregunto a su lobo interno, el animal solo bajaba las orejas y gruñia, entres pequeños sollozos.

¿Qué demonios? En todos los años que ha existido, su lobo jamás se ha comportando de esa forma tan... tan asustada, aterrorizado.

Sus pensamientos son cortados por los pasos apresurados que escucha, se dirigen hacia él.

–¡Alpha!–Su beta más joven, Lamin entra de forma abrupta a su despacho, luce agitado.

–¿Qué sucede niño?

–E-El señor Lewandowski volvió.–Responde.

–¿Cómo que volvió?–Era imposible, incluso para su forma lobuna le llevaría por lo menos dos días llegar a la otra manada.

–Trae a un omega, esta muy herido y los curanderos lo están revisando.

El Alpha no pregunto más, de forma rápida fue hacia las tiendas para heridos. ¿Cómo era posible eso? Ningún ser que esté en su territorio podía ser lastimado, incluso eso mismo fue causa de una potencial guerra en el pasado.

Pudo divisar a Lewandowski en la entrada, no parecía tener ninguna herida, era de esperarse era uno de los mejores Alfas de su manada.

Antes de poder llamarlo un aroma lo dejo congelado en su lugar, era menta con algo dulce era un olor único, también podía sentir el olor del miedo, terror y sangre.

–Alpha.–La voz de Robert lo sacó de su posible ataque de ira.

–¿Qué fue lo que pasó? ¿A quién has traído?–Ramos por primera vez, parecía afectado y más por el aroma de un omega.

Su omega.

–Cuando estaba por salir del territorio escuché gritos, cuando me acerque al lugar vi como el omega estaba por ser atacado. Eran tres Alfas lo venían persiguiendo al parecer.

Ramos estaba furioso, atacaron a un ser indefenso, tres Alfas contra un omega.

–Ellos iban ha aprovecharse de él, Sergio... El muchacho no es un lobo.

–¿Qué?–¿Cómo que no es un lobo? El podía olerlo desde aquí, era el olor de un omega, los humanos no tienen ese olor.

–Lo sé, yo tampoco lo entiendo los Alfas que lo atacaron también creían que él era un omega, pero por lo que pude ver y escuchar el chico no sabía nada de eso, incluso les pregunto que eran.

–Necesito verlo.–Dijo dando un paso al frente, no tenía intenciones de irse y dejar al "humano" solo.

–No, Sergio es mejor que no, el pobre estaba aterrado y si despierta y ve a alguien desconocido podría hacerle mal.

–No me iré, ese que esta ahí es...–¿Cómo demonios podía explicarle a su amigo que un humano era su omega? Era ridículo, los sobrenaturales y los humanos no pueden tener un lazo.

–¿Es qué?

–Es alguien que ha venido en busca de ayuda, y yo soy el líder de esta manada, mientras el humano esté aquí es mi responsabilidad asegurarme de que se encuentre bien.

Robert no pudo contradecir eso, pero sabía que había algo más, pero si su amigo no quería decírselo era por algo, tiempo al tiempo.

–Esta bien, solo asegúrate de no poner una de tus caras de Alpha malo, estaré por aquí si me necesitas.

Robert le dio unas palmaditas en la espalda y se retiro del lugar, su viaje por parteras iba a tener que cancelarse.

Sergio entró en la tienda, quedó más sorprendido y embobado, sus ojos jamás habían visto a una criatura con tan belleza.

Su cabello era castaño, tenía la piel blanca, con unas pestañas largas, hermosas.

Era simplemente hermoso, su aroma ponía en duda su humanidad, era imposible que fuera un humano.

Se sentó al lado de su cama, con timidez empezó ha acariciar los cabellos del omega.

–Mi omega, finalmente estas aquí, están conmigo.–Estaba tan metido en su labor de acariciar los cabellos castaños que sin darse cuenta tocó una herida que su omega tenía en la cabeza.

En respuesta el omega se quejó bajito, Ramos volvió en si, su omega había sido lastimado, estaba sumamente herido y el no pudo hacer nada, ahora lo entendía.

–Era por eso tu comportamiento ¿No? Sentías que algo le estaba pasando a nuestro omega, y no podíamos hacer nada.

–Prometo que haré todo lo posible he imposible para que nunca más alguien te ponga un dedo encima... Prometo que te protegeré con mi vida.–Dijo tomando la mano del humano.

Era una promesa para la eternidad, porque cuando un lobo hace una promesa ha su omega, es para toda la vida.

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