Mascota

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Era otro día en la aldea mantis, lleno de aventuras, peleas por la supervivencia y por supuesto, desafíos, o al menos así era como lo veía Rosa, con su energía interminable y entusiasmo por todo lo que la rodeaba. No era exageración decir que era la alegría de la casa, era muy querida  y por eso a todos les preocupaba su bienestar, en especial últimamente. Sus amigos trataban de distraerla de la cacería de esa presa imposible, su madre la animaba a cazar otro tipo de cosas, pero Rosa a veces podía ser obsesiva y no quería dar su brazo a torcer.

Esta obsesión fue la que finalmente hizo que su madre tomara cartas en el asunto.

—¿Me llamaste Lavanda? —Orquídea entró en el cuarto de su hermana.

—Sí, te quería pedir un favor... Como sabrás, Rosa últimamente está obsesionada con atrapar al... "Garpiés chiquito" y eso está haciendo que no se enfrente a otra clase de presas, todos los días llega lastimada y eso me tiene muy preocupada, así que quiero que vayas con ella hoy.

—¿Y por qué no la acompañas de cacería?

—Si voy con ella sé que no irá por el garpiés, tratará de desviar mi atención para que no lo encuentre porque pretende cazarlo sola. Me parece bien que tenga orgullo y metas que cumplir, pero me temo que quizás esta presa sea algo demasiado difícil para alguien de su edad, los garpiés son los seres más peligrosos de Páramos Fúngicos, se requiere casi una docena de mantis para someter a alguno e incluso las crías de garpiés son complicadas.

—Sí, lo entiendo ¿Pero por qué debo ser yo quien la acompañe?

—Porque nadie es tan sigilosa como tú, realmente, la idea es que la sigas en secreto, encuentres a esa presa problemática y te encargues de ella.

—De acuerdo me parece bien, a mi también me preocupa Rosa.

—Gracias Orquídea.

—No hay de qué, adoro a mis sobrinos.

—Sí, seguro hace que te den ganas de tener los tuyos propios, un niño es mucho más interesante que una mascota.

—Por favor, no empieces con eso. No me amargues el día. —Gruñó enojada— Como sea, ya me voy.

Cuando Rosa salió, como de costumbre se reunió con sus amigos, perdieron un rato el tiempo en jugueteos y bromas y luego se adentraron en Páramos Fúngicos para dedicarse a cazar. Orquídea los observó desde la distancia y sonrió para sus adentros, se notaban los cambios que había impulsado desde su puesto como Lord.

Recordaba que en sus tiempos de infancia la educación de los jóvenes mantis era mucho más estricta, los niños no tenían tiempo para bromear y hacer payasadas, se les exigían cuotas de cacería y se castigaba severamente a quienes no cumplían, este trato brutal hacía que solo las mantis más fuertes sobrevivieran, pero con una población diezmada como la suya luego de la guerra de hace siete años, esto no convenía. Usando este argumento a su favor, había modificado las políticas de crianza de los niños.

Se seguían exigiendo las cuotas de caza, pero no se castigaba el no ser capaz de cumplirlas, los retoños que no lograban seguir el paso al resto eran enviados a entrenamientos de refuerzo, eran duros y consumían mucho tiempo que ya no podían ocupar para jugar, por lo que seguían teniendo una motivación para esforzarse en sus cacerías.

Hasta donde se veía, los resultaron se podrían considerar positivos, habían más crías vivas, seguían siendo igual de letales y gracias a que ya no estaban sometidas a tanto estrés eran más saludables, pero algo que no se esperaban era que esta generación de mantis era más creativa y aprendía con más facilidad, jugar de alguna forma fomentaba la inteligencia.

Orquídea siguió a los niños un rato, quienes volaron por los alrededores buscando un buen lugar para acechar presas, un prado de hongos les pareció un buen lugar y de inmediato se pusieron a trabajar, mientras más rápido cumplieran con sus cuotas más pronto podrían ir a jugar, además Rosa como siempre les daba motivación extra.

—¡A ver quien atrapa algo primero!

Eso tomaría un rato, así que Orquídea se quedó quieta observando, los niños eran muy eficientes en su trabajo, hallando y dando caza a cuanta criatura pillaron en ese prado, pero el ojo experto de la Lord identificó algunas cosas mejorables de las que pensaba ocuparse en su siguiente sesión de entrenamiento, pero le enorgulleció  ver la técnica de cacería casi perfecta de Rosa, esa niña era un prodigio. Fue la primera en terminar con su cuota y fue luego de eso que llegó el momento que la hembra esperaba.

—Bien, chicos, ya terminé con lo mío, me voy por mi presa.

—¿Otra vez vas por el garpiés chiquito? Ya para Rosa, si nos esperas un rato luego vamos a jugar a algo.

—Lo siento chicos pero no puedo, esto es importante, hasta la fecha no hay presa que se me haya escapado y esta no puede ser la primera.

Nadie se molestó en discutir, ya sabían lo terca que podía hacer, se limitaron a verla alejarse, Orquídea manteniendo su sigilo la siguió.

El vuelo de Rosa la llevó a un estanque de agua limpia, la base de operaciones de Edwyn, sabía que el gusano siempre regresaba a ese lugar, solo tenía que esperar un rato y pronto lo encontraría.

Rosa se ocultó bajo unos hongos y Orquídea la imitó, ambas aguardaron  esperando por la presa prometida, pero fue una espera larga, más de media hora, la mayor de hecho pensaba en lo orgullosa que se sentía de su sobrina, tener tal paciencia a su edad era algo impresionante, la mayoría de los niños no aguantaban tanto y desistían, pero ella se mantenía firme.

Pero de pronto, un chapoteo en el agua llamó la atención de ambas y vieron a la criatura aparecer, el "garpiés chiquito" recién había salido del agua donde se había estado bañando y ahora por alguna razón se revolcaba en el lodo. Orquídea supuso que era un bicho con una piel delicada que necesitaba del lodo para protegerse, en cuanto a Rosa, a ella no le importaban las razones, solo vio el momento oportuno para atacar.

La niña mantis se arrastró por la tierra lo más silenciosa que pudo, buscando acercarse hasta estar a una distancia óptima para saltar sobre el gusano, este se veía despreocupado embetunándose la piel con tierra, de hecho en cierto momento se puso a excavar la tierra blanda junto al estanque, parecía que estaba enterrando algo, pero eso no era importante, al menos no para Rosa. Orquídea desde la distancia cambió de posición, había algo en todo esto que le parecía sospechoso.

Rosa finalmente llegó a una distancia mínima, estaba a las espaldas del gusano, a una distancia incluso menor que la necesaria para asegurar un ataque exitoso, ese gusano seguro estaba demasiado distraído como para no darse cuenta, o quizás estaba mejorando en su sigilo, su madre estaría muy orgullosa.

Agitó sus alas y brincó sobre Edwyn, pero él ya sabía de su presencia, asumió que estaba allí desde que llegó al estanque y fingió que no sabía nada, todo para que cayera en su trampa. A último minuto el gusano se hizo a un lado y rosa enterró sus garras en el lodo, pero no fue solo la tierra lo que tocó, allí enterrada yacía una bolsa repleta de un polvo paralizante el cual se liberó en cuanto la mantis la rompió. La sustancia salió disparada hacia ella y en cuanto la respiró un calambre generalizado invadió su cuerpo y quedó tiesa llorando de dolor, fue solo un instante, luego del cual todo pasó y simplemente se quedó paralizada incapaz de moverse. 

La niña estaba asustada, de todas las cosas que le había hecho su presa, esta era la peor de todas, estaba indefensa a merced de cualquier depredador que pasara por ahí, ella era una mantis y  jamás se había enfrentado a una situación así, estaba aterrada, y su miedo aumentó aún mas cuando el rostro enfadado del gusano se presentó frente a ella. 

—Bien ¿Tuviste suficiente? ¿Me vas a dejar en paz de una vez? ¡Llevas una semana molestándome! ¿Qué te he hecho yo para merecer este trato? Yo no me meto contigo y tú insistes en atacarme ¿Pero qué rayos tienes en la cabeza? Ni por las buenas ni por las malas me dejas en paz.

Finalmente Edwyn estaba sacando afuera toda la frustración que tenía, llevaba una semana aguantando los jugueteos de esta terca mantis y ya estaba harto.

—Traté de ser amable y hablar contigo, luego me puse rudo y comencé a defenderme, te puse trampas, hice que te cayeran rocas encima, que te atacaran unos fungiguerreros, que quedaras atrapada en un hongo ¡Qué cosa no he hecho! Y aún así insistes. Ya tuve suficiente, no quería recurrir a un método como este pero tú me obligaste, esa bolsa estaba hecha con el cuero de un fungiglobo y relleno con su toxina paralizante, así que ya no te podrás mover por un rato, pero se te pasará.

La niña sintió un alivio inmediato al saber que su parálisis era temporal y que todo estaría bien, pronto recuperaría movilidad y podría volver a sus andadas y a sus intentos de derrotar al garpiés chiquito.

—Ya sé lo que estás pensando, en cuanto me sienta mejor atraparé al gusano —La niña le dedicó una expresión de sorpresa— ¿Tengo razón? ¡No puede ser! ¡Tú no aprendes! Se acabó, ya me aburriste.

Se acercó a la niña y tomó una de sus alas, luego tiró un poco de ella para dejarla extendida, entonces sacó su garra la cual amenazaba con desgarrarla.

—Si fueras una mariposa o una mosca me sentiría mal por hacer esto, pero eres una mantis, cuando seas mayor perderás tus alas naturalmente, así que no creo que te afecte tanto dejar de volar un poco antes de tiempo, a ver si con esto aprendes de una vez.

Rosa lo miró con terror, no quería dejar de volar todavía, sus patas todavía no se desarrollaban del todo y le costaría cumplir con sus cuotas de caza, pero esto Edwyn no lo sabía, no estaba muy enterado del ciclo de crecimiento de una mantis, ahora solo podía pensar en que estaba harto de esta niña y en que estaba dispuesto a todo para que lo dejara en paz. Alzó su garra, pero justo antes de dejarla caer alguien apareció detrás de él y lo tomó de la cola.

—Así que este es el famoso Garpiés chiquito —Dijo Orquídea mirando a la criatura con curiosidad.

—Aaaaaaaahhh ¡Suéltame! —Gritó Edwyn desesperado.

El gusano se retorcía tratando de liberarse, pero Orquídea lo tenía dominado al mantenerlo agarrado de la cola colgando cabeza abajo. La mantis lo miró con curiosidad durante algunos instantes hasta que finalmente dijo:

—Rosa cariño, esto no esto no es un garpiés.

—¿No? ¿Y qué es?

—Pues... A mi me parece un gusano mestizo... Aunque ni idea de cual será el bicho con el que está mezclado, parecen garras de mantis, pero eso es imposible. 

—Señorita mantis por favor se lo ruego, no me mate —gimoteó el gusano.

—Sí tía Orquídea, no lo mates, yo soy quien debe matarlo.

—Ummm.... La verdad no me gusta mucho la idea de matarlo, esta cosa habla.

—¡Pero tía Orquídea! Es un insecto extranjero sin permiso para estar aquí! No ha probado su valor y fuerza, así que es una presa válida, se puede cazar, mamá lo dice.

—Pues. Mira como te ha dejando, la verdad yo creo que fuerza tiene.

—¿Que? ¡Pero eso no es fuerza! Eso es... Trampa, sí, él hace trampa, no pelea con su fuerza, solo pone trampas para que yo caiga en ellas, así no se vale —La niña logró agitar sus garras, poco a poco recuperaba su movilidad.

—En realidad se llama inteligencia y es un recurso tan válido como cualquiera para ganar un combate, pero bueno... La verdad estoy aquí porque tu madre me pidió que me hiciera cargo de esta molestia, ya no quiere que pierdas más el tiempo cazándolo, todavía estás muy pequeña para enfrentarte a un garpiés... Aunque esta cosa no es un garpiés y a decir verdad no se ve muy impresionante...

Le echó un segundo vistazo al gusano, no había tenido la oportunidad de ver muchos en su vida, normalmente no sobrevivían en Páramos Fúngicos, pero este había logrado sobreponerse a la adversidad y sobrevivir, por otro lado el bicho estaba en muy buena forma, se veía delgado pero atlético, sus patas se movían a gran velocidad y agitaba sus garras tratando de alcanzarla, era un insecto muy interesante, en verdad no le apetecía mucho matarlo.

Había una cierta belleza en él y una familiaridad que le atraía, no sabía por qué pero el solo verlo le provocaba ternura y el deseo de protegerlo ¿Sería quizás el hecho de que era un niño y que despertaba sus deseos maternales insatisfechos? ¿Sería la rareza del insecto que hacía que quisiera siguiera existiendo? ¿O serían tal vez esos ojos y esa mirada tan especial que le recordaba tanto a él?

Se le hizo un nudo en la garganta al pensar en ello, era igual a esa persona, no podía matarlo, no sería capaz, entonces se le ocurrió una idea.

—Bien, está decidido, lo haré mi mascota.

—¿¡Queeeeee!? —Gritaron ambos niños al unísono.

.................

—¡No puedes hacerlo tu mascota! ¡Es mi presa!

—No soy una bestia inferior, tengo intelecto! ¡No puedo ser sometido a esta humillación! ¡Además soy un príncipe!

—¡Se callan los dos! Ya estoy cansada de escucharlos.

Ambos niños guardaron silencio ante el gruñido de la mantis, pero se notaba en sus rostros el enojo que tenían. Aunque Orquídea no se sentía en la obligación de dar explicaciones, decidió darlas de todas maneras, a ver si así los mocosos se quedaban callados, pues aún les quedaba un largo rato caminando hasta llegar a la aldea.

—Rosa, yo ya te dije que tu madre no quiere que vuelvas a cazar a esta cosa, es una presa demasiado complicada para ti todavía, mejor enfócate en algo más apropiado para tu nivel.

—Pero... Pero... ¡Pero esa cosa está a mi nivel! ¡Míralo! Es pequeño y blandito, tampoco es una bestia letal ni nada, con suerte tiene un par de garras para defenderse, no se ve para nada complicado, de hecho... Si alguien lo ve y sabe que fracasé al cazarlo seré una vergüenza

—Si alguno de tus compañeros se burla de ti por no lograr atraparlos rétalos a que lo hagan ellos, así aprenderán a no juzgar a una presa por su aspecto.

—¡Oye pero qué te pasa! —Se quejó Edwyn— ¡No me puedes tratar como una bestia inferior o un juguete para unos mocosos mantis! ¡Tengo derechos!

—No, no los tienes, eres un ilegal aquí. Un extranjero que no ha aprobado la prueba de fuerza no está autorizado para vagar por Páramos Fúngicos y se le puede dar muerte por su osadía.

—Pero soy un príncipe...

—Pfff... ¿Crees que te voy a creer eso? Sé como luce el rey y tú no te pareces en nada en él —(aunque tu cara me recuerda a su hermano) pensó para sus adentros—. Los gusanos son famosos por contar toda clase de cuentos, mentiras y promesas en sus intentos por conservar sus vidas, no te creeré nada. Así que tu mejor opción para seguir vivo es ser mi mascota, eso o dar el examen para ser legal ¿Te sientes en condiciones de pelear con una mantis adulta?

Edwyn suspiró derrotado, su situación había vuelto a empeorar, había perdido su libertad, ya no podría vagar por el territorio buscando una salida, ahora sería un prisionero, es cierto que tenía comida, techo y protección garantizada, pero el precio a pagar era demasiado alto, de príncipe a bestia inferior, su orgullo estaba herido y su ánimo por los suelos. Ahora se imaginaba a sí mismo atado afuera de una casa como si fuera un tik tik cualquiera, siendo llevado por las calles con una soga y siendo forzado a hacer trucos y piruetas raras por algo de comida, solo quería llorar.

Pero había algo que lo aterraba aún más que las humillaciones, el maltrato. Sabía que había personas que adoraban a sus mascotas y las cuidaban casi como si fueran hijos, pero había otros que las pateaban o no se preocupaban por ellas cuando se enfermaban, a veces las tenían encerradas en un patio minúsculo por días completos sin nada qué hacer más que mirar las paredes de su cubículo. Era horrible y no podía imaginar qué tipo de dueña sería esta mantis, o como se comportarían las mantis en general, las historias decían que las mantis de Páramos Fúngicos eran salvajes y violentas, así que no tenía muchas expectativas sobre su destino.

El gusano se enroscó y cerró los ojos asustado, cosa que enterneció a Orquídea, le daba pena esa pobre criatura, era solo un niño, pero Rosa tenía razón, su situación era delicada y esa fue la única forma que se le ocurrió de salvarlo, quizás no era muy digno, pero al menos estaría vivo, y trataría dentro de lo posible de hacer su estadía lo más agradable posible.

Pronto divisaron la aldea mantis y Rosa decidió tomar la delantera para "acusar" a su tía con su mamá. Orquídea se mantuvo tranquila, confiaba en poder manejar la situación, pero por el momento, aprovecharía el quedarse a solas con él para hablar un poco.

—Y dime ¿Cómo te llamas?

—¿Mmm? Ah, ¿Ahora le interesa lo que yo tenga que decir?

—Necesito llamarte de alguna forma, pero si no tienes problemas con que te llame Spunky...

—Edwyn, me llamo Edwyn Patata.

La mantis no pudo evitar soltar una risa al escuchar aquel nombre, el gusanito bufó molesto.

—¡De qué te ríes!

—Nada, me hizo gracia, Edwyn es un nombre muy bonito y elegante, pero combinado con Patata queda una mezcla curiosa.

—Me lo puso mi tío —Suspiró—. A él le gustaba ese nombre y me dio un segundo nombre en honor a mi madre y a mi abuelo. Mi abuelo se llamaba Patata y en la familia de mi madre tenían la tradición de colocar a los bebés nombres de flores, plantas o verduras.

—Que curioso, en mi familia existe la misma tradición, por eso llevo el nombre de Orquídea, y mis hermanas se llaman Lirio y Lavanda.

Pronto se adentraron en la aldea mantis, Edwyn decidió guardar silencio y tratar de pasar lo más desapercibido posible, quien sabe si podría aparecer otro loco como Rosa que lo quería de presa. Pero nadie lo reclamó, más bien nadie se atrevería a hacerlo, a los pocos minutos Edwyn se dio cuenta de que Orquídea tenía un alto estatus dentro de la tribu, pues por donde quiera que pasaba una mantis se inclinaba ante ella. Ahora era la mascota de una noble, no sonaría tan mal si no fuera porque incluso las nobles de este lugar vivían con humildad, la casa de Orquídea no se distinguía mucho de las de otras mantis, con suerte era un poco más amplia que el resto.

Una vez que entraron se encontraron con otras dos mantis de rostro malhumorado y a la pequeña Rosa colgada del hombro de una de ellas, quería imitar a las dos hembras malhumoradas en su expresión de enojo pero resultaba más una cara graciosa que un ceño fruncido.

—Orquídea... Qué significa esto.

—No es nada, es Patata, mi nueva mascota.

—¿Nueva mascota? ¡Por Wyrm! ¡¿Qué acaso no tienes suficientes mascotas ya?! —Chilló Lirio.

—Orquídea, te pedí que te hicieras cargo de esa cosa —dijo Lavanda— pero mi idea era que mataras a ese bicho, no que lo adoptaras, además ¡Míralo! ¡Es un gusano! Al menos tus trepasetas eran lindos, pero esta cosa...

Edwyn se encogió en los brazos de Orquídea y escondió su rostro asustado, Lavanda no pudo continuar, esa cosa era endemoniadamente linda, casi hasta podría considerar tomarla en brazos, pero rápidamente desechó la idea, debía mantenerse firme, esto no era correcto.

—¿Y qué les importa a ustedes si adopto otra mascota? Si al final yo me hago cargo de ellas, las alimento, las saco a pasear y limpio sus desastres.

—Pero esta vez mi hija está involucrada —Lavanda dio un paso al frente en una actitud agresiva—. Esa bestia es la responsable de que Rosa llegue herida todos los días y se atrase con sus cuotas de cacería, es peligrosa ¿Pretendes tener a esa amenaza suelta en la casa? Hay niños viviendo aquí, si le hizo eso a Rosa imagínate lo que sería capaz de hacerle a los hijos de Lirio que son tres años menores ¡Ten más consideración por tu familia!

—No es peligrosa, es culpa de Rosa por perseguir a esta bestia, ella solo se defendió como mejor pudo, pero si tanto les preocupa, yo me encargaré de mantener a este bicho controlado y si llega a causar algún problema yo misma lo eliminaré.

Edwyn tembló ligeramente al escuchar estas palabras, más le valía evitar a esa niña mantis si no quería morir prematuramente.

—Orquídea ¿No crees que estás llevando esto demasiado lejos? —Lirio dio un paso al frente—. Esas ansias tuyas por ser madre te han llevado a adoptar a un gusano ¡Un gusano! Uno de los seres más repulsivos y débiles del mundo, criaturas sin ningún otro valor más que ser comida ¡Deja de ser tan terca y pídeles hijos a Cris de una vez! A estas alturas ya a nadie le importa si no es el mantis más fuerte o si está a tu altura, si lo eliges a él como padre de tus crías es cosa tuya.

—No es por eso que no quiero tener hijos con él.

Edwyn se asustó al sentir que la presión sobre su cuerpo aumentaba, podía sentir la furia de la mantis en su toque, pero en cuanto la mantis se dio cuenta de que podía dañar a la criatura que tenía en brazos aflojó su agarre y sin decir palabra salió del cuarto.

—¡Orquídea! ¡Aún no terminamos!

—Yo con ustedes ya terminé, ya dije lo que debía decir y si alguien tiene alguna queja podemos tratarlo en el campo de batalla.

Esto último las dejó mudas, ninguna era rival para Orquídea, nadie podía someterla y eso siempre significaba que hacía lo que quería, cosa sumamente frustrante debido a las ideas raras que había adquirido luego de su estancia fuera de Páramos Fúngicos.

—¡Más te vale que cumplas tu palabra! —Le gritó Lavanda a su hermana— Si esa cosa causa algún perjuicio a nuestros hijos, por muy mínimo que sea, la quiero muerta ¡Me oíste!

Orquídea agitó una garra dando a entender que la había oído y finalmente dejó a sus hermanas.

Edwyn notó la seriedad de la mantis, por lo que veía el tema de los hijos era complicado para ella. Aún era pequeño para saber de esas cosas, pero había escuchado de las sirvientas que si bien no todas las hembras quieren hijos, algunas parecen tener la necesidad de tenerlos y no cumplir con ese deseo puede causarles algunos malestares ¿Sería el caso de Orquídea? Sus hermanas habían mencionado que Orquídea tenía un problema de mascotas, seguro lo tenía, jamás había escuchado que una mantis tuviera una mascota, no se iban a molestar en mantener a una criatura que no reportaba beneficio alguno.

Llegaron a un cuarto grande que tenía una puerta trasera, la mantis tiró de una palanca y esta se abrió revelando el camino hacia un patio exterior donde dejó a Edwyn. Le dedicó una mirada gélida al gusano que daba a entender que no estaba de buen humor y lo mejor era no molestarla.

—Mas rato vendré a verte, familiarízate con tus compañeros.

No dijo más, se fue asegurándose de cerrar la puerta.

Edwyn se quedó allí, quieto, estupefacto sin saber como reaccionar, ahora estaba encerrado en un patio como si fuera un bicho inferior cualquiera, tenía el mismo estatus que todas las otras mascotas... Que pensándolo bien ¿Qué clase de mascotas eran? Temía que fueran algún tipo de criatura peligrosa.

Se dio la vuelta lentamente con temor a lo que encontraría y lo que vio fue impresionante.

Cuando las hermanas de Orquídea se quejaron de que había traído otra mascota, pensó que sería la quinta o sexta que tenía, pero se quedaba corto, había una veintena de trepasetas en ese patio, era un rebaño completo, menos mal que el patio era amplio para albergarlos a todos. Ahora le daba la razón a las otras mantis de que Orquídea tenía un problema.

Los bichos estaban apiñados en un rincón viéndolo con temor, al inicio le pareció una conducta extraña, pero tras pensarlo mejor quizás lo habían identificado como un depredador, uno que no iba muy alto en la cadena alimenticia pero que podía ser una amenaza para ellos.

—¡Eso! ¡Témanme! ¡Soy el rey del patio!...

Las últimas palabras le supieron amargas, ser el rey de un patio se quedaba muy corto con ser el príncipe de Hallownest. Añoraba sus tiempos de gloria, cuando era una príncipe reverenciado y atendido de la mejor manera, quizás no se llevaba bien con su familia, pero habían un par de personas que sí lo querían, y aún los que no lo querían al menos le tenían respeto. Su padre era frío, pero jamás lo golpeó ni lo insultó... No era lo ideal pero aún así tenía un mejor trato que aquí donde era nada más que un estorbo, un... Gusano cuya única utilidad era ser comido...

Las palabras de las Lords se le hicieron amargas, jamás en su vida nadie le había dicho algo tan cruel, ni siquiera Aster, aquí de nada valía ser un genio con una inteligencia superior y el desprecio que sintiera por otros no le hacía ningún bien, no era más que nadie, era solo un gusano al que nadie tomaba en cuenta.

No lo aguantó más y se puso a llorar, para emporarlo todo ya ni siquiera era libre y estaba condenado a permanecer encerrado en ese pequeño patio junto con las bestias, antes llevaba una vida sedentaria de poco movimiento pero ya se había acostumbrado a la libertad y al ejercicio, permanecer encerrado todo el día en una habitación se le hacía insoportable, quería correr por el páramo y enterrarse en el lodo fresco, jamás creyó que cosas tan triviales lo harían feliz, ahora lamentaba el no haber salido de casa más seguido.

En medio de su mar de lágrimas sintió un toque suave y una lamida, abrió los ojos tímidamente y se encontró con la mirada de un trepasetas que se había acercado a él y no era el único, varias de estas criaturas estaban a su alrededor mirándolo con preocupación.

—Supongo... Que no quieren verme llorar ¿Verdad?

Un chillido de parte de uno de los bichos sirvió como confirmación, la criatura se restregó contra él brindándole el consuelo que necesitaba, Edwyn abrazó a uno de ellos y susurró.

—Son buenas mascotas, no me extraña que la señorita Orquídea los quiera tanto...

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Tenía bloqueo pero salí rápido, yes! (No, en serio fue rápido, así como en cuatro horas)

Madre e hijo se han reencontrado, pero ninguno lo sabe y gracias a eso Edwyn ha pasado a ser un gato más de la vieja de los gatos, al menos podrán pasar algo de tiempo juntos y conocerse mejor digo yo ¿Alguna predicción sobre lo que ocurrirá?

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