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El resto del camino, prefiero ir caminando. Planeaba entrar en algún lugar y cambiarme la ropa... no podía entrar de vestido a Samezuka. ¿O sí?

Antes de llegar a Samezuka, le mando un mensaje a Mikoshiba.

"Necesito ayuda, no puedo entrar a Samezuka vestida de mujer"

Si Rin me viera... sería el colmo.

Me llega su respuesta:

"Dame un segundo, entra a la piscina y ahí te veo."

Ese chico es un ángel.

Como Mikoshiba dijo, me fui de modo incógnito rodeando el edificio para lograr llegar a la ventana abierta de la piscina. Entro una vez más y acomodo mi vestido, espero a que Mikoshiba llegue con mi ropa y no tarda más de cinco minutos.

—¿Cómo te fue? —es lo primero que me dice. Me entrega una sudadera y un pantalón.

—De lujo, en unos meses mi hermano entrará aquí para vigilarme. —digo con sarcasmo y realidad mezclada. Mikoshiba se ríe.

—Pobre de Rin.

—Y que lo digas... Iré a cambiarme.

Me meto a los vestidores del club y ahí me cambio con tranquilidad. Cuando salgo veo que Mikoshiba me esperaba pacientemente con los pies dentro de la piscina.

—¿Un día largo?

—Bastante largo. Ahora que lo pienso, éste es mi último año. —menciona neutro. Me siento junto a él en la orilla de la piscina.

—Ya falta menos para que te gradúes. ¿No? —murmuro tímida. Él se ríe.

—Así es... —se lleva una mano al rostro. —Rayos... olvidé que debo organizar el último evento.

—¿El último evento?

—El festival cultural, el club de natación aportará algo bastante agradable que ha pasado de generación en generación. —sonríe de lado. —Ahora que lo pienso. Podrías ayudarnos.

—¿Eh? Claro... dime qué es. Ayudaré en lo que pueda, después de todo te debo una por guardar mi secreto.

—Te lo contaré cuando sea el momento. ¿Te parece? —palmea mi espalda. —Por ahora lo mejor será que te vayas a tu habitación. Dentro de poco son los exámenes. ¿Verdad?

—Sí, debo estudiar. —murmuro apagada mientras saco mis pies del agua. Alzo mi mano. —Te veo mañana.

—Descansa.

Hago bolita el vestido justo debajo de mi brazo, no quisiera que alguien viera eso y crearan alguna teoría que me afectara o algo.

Ya era de noche y los pasillos estaban vacíos y en silencio, sin embargo mi habitación tenía la luz encendida y se podía ver por debajo de la puerta. Eso solo significaba que Rin estaba despierto.

Giro la manilla y entro a la habitación, me sorprendo un poco al ver a Rin haciendo ejercicio para el abdomen. Él se detiene al verme entrar.

—Hola... —murmuro tímida. Cierro la puerta detrás de mí, rápidamente camino hasta el mueble para esconder el vestido.

—Hola. —responde. Hiperventilaba. —Hace tiempo que no te veo.

—Eso mismo pienso. —guardo el vestido y giro a verlo. Ya no hacía ejercicio, solo se recostó en su cama. —¿Cómo has estado?

—Igual que siempre... —se levanta de la litera y estira su cuerpo. Me mira y alza su ceja. —¿No es muy tarde para que andes afuera?

—Salí de Samezuka, mi hermano está de visita en Japón. —me excuso. —Pero tú... deberías estar durmiendo. Mañana tienes otra competencia. ¿No?

—No puedo dormir. —admite. Acomoda su cabello pelirrojo hacia atrás, se veía algo abatido.

—¿Quieres hablar?

—Uhm... —me mira detenidamente, pensándoselo. —No... no es necesario.

—¿Estás seguro de ello?

—No te preocupes por mí... estoy bien. —sonríe de lado. Acaricio mi brazo con nerviosismo.

Sí, se veía muy triste. ¿De qué manera animarlo?

—Hey... ven... —me acerco un poco. Rin se sorprende cuando lo abrazo, no me gustaba verlo deprimido. —... tampoco tengo sueño. Podemos quedarnos a platicar o algo hasta que nos gane el sueño. ¿Qué dices?

Le siento sonreír, alborota mi cabello.

—Hablar va a ser muy aburrido. Podemos jugar a algo...

—¿Jugar? —me separo sorprendida. —Eh... claro. ¿Qué jugamos?

—¿Tienes cartas?

—No...

—Eh...Entonces tendremos que improvisar algo. —pasa por mi lado y alcanza una toalla pequeña que colgaba de la silla, la usa para quitarse un poco de sudor. Entonces le escuché suspirar. —¿Qué dices sobre jugar Verdad o reto? —pregunta de repente con su sonrisa de tiburón, algo malévola a decir verdad.

—¿Verdad o reto...? —repito completamente intimidada. Nunca he jugado esas cosas. —¿Quieres jugarlo?

—Será interesante y podremos conocernos más. —asiente.

No sabía en el error que estaba cometiendo.

Nos acomodamos mejor en la habitación, Rin estaba sentado en la silla de ruedas del escritorio, la silla estaba volteada de modo que él podía recargar sus brazos en el respaldo. En cambio yo estaba en su cama sentada a modo indio, casi entrando en pánico.

—¿Quieres iniciar? —sonríe con burla. Niego.

—Inicia tú.

—Bien. ¿Verdad o reto?

—Verdad... —murmuro por lo bajo. Rin sonríe malévolo.

—¿En verdad te gusta tu novia Mitsu?

—Eh... —me sorprendo al mismo tiempo en el que me sonrojo un poco. ¿A qué venía la pregunta? —¿Mitsu?

—Sí, contesta con la verdad. —recarga su barbilla en sus brazos, interesado. Desvío la mirada, no me quedaba de otra...

—No, no me gusta.

—En el fondo lo sabía. No tienen química. —bufa. —Te toca.

—¿Verdad o reto? —pregunto. Me retorcía los dedos de lo nerviosa que estaba.

—Verdad.

—Eh... —me lo pienso un poco. —¿Tu color favorito?

Rin me mira incrédulo, casi echándose a reír en mi cara.

—De todo lo que pudiste preguntarme... —niega divertido. —El rojo. Mi turno... elige.

—Verdad. —vuelvo a decir.

—Uhmm.... —sonríe de lado. —¿Alguna vez le has sido infiel a tu novia?

—Nunca. —niego. —Elige.

—Verdad.

—Cuenta algo vergonzoso que te haya sucedido. —sonrío tímida. Rin traga saliva.

—Algo vergonzoso... —repite. Entonces pude apreciar como poco a poco se sonrojaba. —Un día le dije mamá al entrenador...

—¿¡Qué!? —abro la boca sorprendida y estallo en carcajadas. Rin chasquea la lengua.

—No es divertido, y baja la voz. Se supone que estamos dormidos.

—Lo siento, fue genial. —cubro mi boca soltando una pequeña risa. —Tu turno, elijo verdad.

—Tengo una enorme duda, no te lo tomes a mal. —enseña sus dientes de tiburón. —¿Eres virgen?

Santo padre redentor. ¿Por qué no nos vamos a dormir ya?

—¿Disculpa?

—Estamos en confianza. ¿Sabes? —seguía sonriendo. —Es más, si quieres ésta también la contesto yo para que no te sientas mal.

Roja, estaba totalmente roja. Muerdo mi labio inferior y luego suspiro, desviando la mirada.

—Sí, soy virgen.

—También yo. —habla él. Le vuelvo a mirar, sonríe de lado. —Tu turno, elijo verdad.

Estaba en una situación complicada. Desde el punto de vista de Rin, éramos dos simples hombres compartiendo el tiempo entre sí. Para él estas preguntas no son nada porque así son los hombres... debía pensar como hombre. Piensa... piensa...

—Eh... —me sonrojo. —... ¿Actriz porno favorita? —hasta me tiembla la voz. Rin levanta su ceja, pensativo.

—No veo porno. —dice al instante. ¿¡Un hombre que no ve porno!? —Prefiero leer libros eróticos.

Abro ligeramente la boca con sorpresa, no me esperaba eso.

—¿Como cuál libro?

—Esas ya son dos preguntas. —dice divertido. —Mi turno. Elige.

—Yo... —recuerdo su pregunta anterior, y por su sonrisa apostaba a que quería preguntar algo bastante íntimo. Carraspeo la garganta antes de contestar. —Reto.

—¿Reto? —repite sorprendido. —Muy bien... Veamos qué puedes hacer... —se lleva el dedo índice a la boca. —Ya que tienes la llave que accede a la sala de los maestros... ¿Qué te parece bebidas gratis para la noche?

—¿Qué? —abro los ojos con sorpresa. —No puedo hacer eso... Sería abusar de mi poder.

—Solo son unas bebidas.

—Si quieres puedo comprar unas en la máquina que queda cerca. —señalo levantándome. Rin bufa.

—El reto es tenerlas gratis, no sucederá nada de todos modos los profesores nunca toman nada de ahí.

Lo pienso detenidamente. Todo este tiempo que he ido a la sala de maestros no les he visto tomar las bebidas del pequeño congelador, sin embargo seguía siendo algo peligroso y no quería arriesgarme.

—Yo...

—Si no cumples el reto, deberás cumplir con un castigo. —sentencia malévolo. Trago saliva, nerviosa.

—¿Castigo?

—Tú eliges.

Mierda. ¿Por qué elegí reto?

—Está bien... iré. —murmuro en un suspiro. Rin se ríe entre dientes.

—Procura que nadie te vea.

—Ya entendí... —contesto un poco molesta. La que se iba a arriesgar era yo.

Tomo las llaves de mi mochila y salgo de la habitación, el pasillo estaba completamente oscuro y no parecía que alguien fuera a aparecer hasta el amanecer. Caminé a paso rápido, quería terminar con esto de una vez.

Una vez acostumbrada a la oscuridad, logré identificar las diferentes puertas de ese pasillo. La de en medio era la sala de maestros, fácil tomé mis llaves con cuidado de no hacer algún ruido e introduje la llave en la cerradura, giré y entré.

Bebidas... bebidas.. estúpido Rin.

Camino el pequeño tramo y abro la nevera, me sorprendo un poco cuando no veo ninguna soda o algo de agua, no... en lugar de eso había varias botellas de alcohol.

Si regreso con las manos vacías, Rin va a pensar que no vine y que me hice la tonta. Pienso molesta, tomo una de las botellas con cuidado y cierro la nevera. Al menos esa sería la prueba de que cumplí el reto.

Regreso todo el tramo en tan solo cinco minutos, ya estaba de vuelta y Rin me esperaba en su cama, recostado. Al verme se incorporó.

—¿Qué tal te fue?

Cierro la puerta detrás de mí y le muestro la botella.

—No había otra cosa. —me excuso. Rin se ríe.

—¿Quieres tomar, Ryota?

—Oye, tú me retaste a esta tontería. —me quejo.

—¡Lo siento! —se ríe. Toma la botella y la deja a un lado. —No es bueno tomar una noche antes de la competencia. Sigamos jugando entonces. —Elijo verdad. —dice Rin.

—¿Te caigo bien? —pregunto al instante. Rin me mira confundido.

—Sí. Me caes muy bien. ¿No parece?

—Ni siquiera yo lo sé. —me encojo de hombros. —Elijo verdad.

—¿Tu actriz porno favorita? —se burla preguntándome lo mismo. Me sonrojo.

—¿Eh? Yo tampoco veo porno.

—Entiendo. —palmea la cama junto a él para que me siente, eso hago. —Verdad.

—¿Tu libro erótico favorito?

—Supongo que "Ardiente Verano". —confiesa. Me sorprendo. —¿Qué?

—Así que te prende el sadomasoquismo. —me burlo. Rin se sonroja. —¿Quién iba a pensarlo?

—No es del todo cierto... —bufa. —Solo se me hace interesante.

—Entiendo... —me río entre dientes, sonaba como idiota. —Verdad.

—¿De qué forma es la que más te gustaría hacerlo? —su voz se arrastra un poco pero parecía interesado.

—¿Hacer qué?

—Ya sabes... tirarte a una chica.

En definitiva no me gustaría.

—¿Por qué no? —pregunta curioso. Espera... ¿Lo dije en voz alta?

Me sonrojo poco a poco y decido desviar la mirada a la botella de alcohol, si la tomara tendría más valor de responder.

—¿Es que acaso nunca pensaste en tirarte a tu novia? —sigue preguntando. Ya me acordé por qué elegí reto hace rato.

—¿Puedo cambiar? Elijo reto.

—No puedes. —niega divertido, alzando su dedo índice frente a mí. —Oh vamos... ¿Ninguna chica? ¿Enserio?

No contesto sino que me quito la chaqueta porque comenzaba a tener calor, el rostro de Rin poco a poco se transformó a sorpresa.

—Ryota... —me llama.

—¿Qué?

—Yo... ¿Cómo preguntar esto? —se dice a sí mismo. —Ryota... ¿Acaso tú eres gay?

Me quedo estática en mi lugar. Maldición, su teoría no era cierta pero de alguna manera se acercaba a mi mayor secreto.

—La posición del misionero me gusta. —respondo rápidamente. Acomodo mi cabello pelinaranja hacia atrás. —Tu turno.

—Ryota... —quiso hablar pero interrumpí.

—Muchas preguntas para un turno, no estás jugando justo. —sentía las mejillas cada vez más acaloradas. —¿Verdad o reto?

—Elijo reto. —sentencia sin quitarme la mirada de encima. Un silencio abrasador se instaló en nuestra habitación. Todo este tiempo había pedido verdad y ahora pide un reto, juro que la incomodidad era palpable en nuestro alrededor.

Rin tenía una sonrisa tímida al mismo tiempo que su mirada brillaba con travesura, quería provocarme.

—Maldición, todos ahora están dormidos. —me quejo. —Te reto a que... hagas diez flexiones de brazos pero... que estés parado de cabeza.

—Rayos... —se ríe entre dientes como si fuera muy divertida la situación. Acomodó su cabello y al instante puso sus manos en el suelo quedando de cabeza, comenzó a hacer flexiones. —¡Woah!

Estaba tan entretenida viendo su abdomen descubierto por estar de cabeza, que ni me di cuenta cuando cayó a un costado golpeándome el rostro con su pie. Ambos nos miramos y estallamos en carcajadas.

—¡Listo! —dice él. —Maldición, esta polera ya está toda sudada.

Está bien, dejé de reír en el momento en el que vio al pelirrojo con el torso completamente desnudo. Al contrario, me atraganté con mi saliva.

—Rin... ¿Qué haces?

—¿Qué no ves? —se sienta en el suelo a modo indio. —Espero a tu turno. ¿Verdad o reto?

No, ya no era gracioso. Si decía verdad me preguntaría si soy gay, pero si digo reto me irá muy mal.

—Ya no quiero jugar.

—No puedes echarte para atrás ahora. —niega. Hago una mueca. —Anda... una última vez, verdad... o reto.

—Elijo reto. —sentencio, no iba a dejar que se la pasara interrogándome toda la noche. Rin se ríe entre dientes, se incorpora del piso y se sienta a mi lado en la cama. Suspira mientras que en sus manos sostenía su polera sudada.

—Reto... uhm.... —lo piensa detenidamente. —Sabía que elegirías reto.

—¿Y bien? —murmuro nerviosa, el chico pelirrojo estaba frente a mí sin prenda alguna en su torso. Muerdo mi labio inferior. Rin me miraba con curiosidad, pensando en lo que preguntaría.

No puedo evitar mirar sus labios... sus dientes... este chico era tan lindo y atractivo.

—Lo tengo... —suelta emocionado. —... Te reto a que me digas en qué estás pensando.

Pensando.

—Uhm... —lo miro a los ojos. —Pienso que...

—¿Que.... ?

—Que ya es tarde, y mañana tienes competencia. —señalo levantándome de la litera. —Así que a dormir.

—Aburrido. —Rin se recuesta en su cama. —Buenas noches, Ryota.

—Descansa.




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—Buenas tardes, senpai.

Alzo mi vista del libro, un chico del club de lectura estaba ahí. Supuse que era de primer año por la forma en la que me habló.

—Buenas tardes.

—Etto... ¿Puedo sentarme con usted? —señala el sitio a mi lado. Sonrío con amabilidad.

—Claro que sí.

El chico suspira aliviado mientras toma asiento. Mira mi libro y me mira a mí.

—¿Es un buen libro?

—Eh... Sí, está interesante. Un poco extraño, pero suele ser un clásico.

—Entiendo. —murmura por lo bajo. —No creí que estuviera aquí, senpai. Digo... suele pasar mucho tiempo con el club de natación y... hoy competían. ¿No?

¿Hoy competían?

—¿Hoy es domingo?

—Sí...

—Mierda. —susurro acariciando mi cabello. Suspiro, creo que lo mejor será tomar mi distancia con Rin hasta que se aclare todo, ayer tuvimos un momento incómodo. Además de que seguro cree que soy gay.

—Senpai. ¿Está bien?

—Sí... No creo que necesiten mi apoyo. Estarán bien.

—Si usted lo dice... —desvía la mirada. —... senpai, escuché por ahí que planea dejar el club.

—Sí, sucede que últimamente estoy un poco presionado por ser el delegado de la clase. Así que salirme del club me ayudará a tener un poco de tiempo libre. —explico. Mi kouhai asiente.

—Era de los mejores, senpai.

—Gracias. —sonrío con ternura.

Pasé toda la tarde platicando con mi kouhai ahí en la biblioteca con cuidado de no alzar la voz, él también tomó un libro y me lo mostró, al parecer era uno de sus favoritos por el autor Dan Brown. La biblioteca se fue vaciando y también mi Kouhai, que en verdad se llama Eiji. En cambio yo me quedé ahí, pensando en lo que tenía que hacer.

Lástima que llegó el momento en el cual me tenían que correr de la biblioteca, al menos ya era de noche y ya había estudiado para los exámenes. Mikoshiba dijo que al final del año el club de natación participaría en el Festival Cultural. Dijo que necesitaría ayuda...

—Rayos. —susurro afuera de mi propia habitación. Casi entro en pánico al ver a Rin, éste estaba de pie. —Hey... Hola.

—Hola. —contesta no muy seguro.

Silencio incómodo. No quise romperlo yo, seguí adelante y fui por mi pijama. Rin tampoco me dijo absolutamente nada.

Nuestra relación volvía a cambiar una vez más.

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