🔵 XI

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Pero de todas formas, Ian no lograba sacar esos sentimientos malos de él.

Y al pasar de los días, Lisandro notó un cambio en su amigo desde aquella vez en la que «adivinó» su signo. No lo sentía presente cuando decía curiosidades de los piscianos, ni de los librianos, ni de nada zodiacal. Como si ya no le interesara opinar del tema, o lo esquivara; incluso, como si le desanimara.

A la salida de la escuela lo invitó a comer helado, y antes de que Ian se negara, lo jaló con él. El otro se dejó llevar como barrilete por el aire.

Ian esta vez solo pidió de chocolate, sin más, sin entusiasmo de mirar la lista de sabores o de disgustar al vendedor pidiéndole menta granizada.

Lisandro se sentó a su lado en la banca de la plaza y luego de unos minutos de más silencio, su cabeza cayó de lado en el hombro de Ian.

Un minuto más pasó. Recién allí, Ian apoyó su cabeza en la de Lisandro.


—¿Estás bien? ¿Estás molesto conmigo por algo? —murmuró Lisandro con preocupación.

—Hm...

—Si querés podés hablarme de lo que quieras. No te lo guardés. Me gustaría hacerte sentir mejor.

Ian solo atentaba a su helado para evitar que se derritiera sobre su mano.

—Es una boludez nomás —respondió finalmente en un suspiro.

—Si te hace sentir mal, no es una boludez —cuestionó el otro.

Lisandro se enderezó y buscó la oscura mirada decaída de Ian. Le tomó la mano libre con la suya.

Ian abrió un poco más los ojos. De pronto se sintió seguro de hablarle. Si Lisandro insistía en que estaba bien decirlo, tal vez así esa molestia se iría más rápido.

Entonces le dijo:

—No soy de Piscis.

Lisandro recalculó la frase, intentaba entender a qué se refería. Rápidamente ató todos los cabos desde el día de la revelación con el desánimo de Ian hasta este momento.

—Oh... Ehm... ¿Ah, así que sos de Escorpio?

Y su amigo asintió con la cabeza.

No podía creerlo... ¡Con lo mal que habló de ese signo!

De repente Lisandro comenzó a balbucear arrepentido:

—¡Ay, y yo que dije cosas re feas, perdón! ¡No era mi intención! —Lisandro le lloriqueaba y torpemente lo abrazó. Ian estaba más sorprendido por el hecho de que en ese movimiento el helado de frutos del bosque y crema de Lisandro no terminó estampado en su espalda—. No te quería hacer sentir mal, perdón. Yo soy un boludo, no sé nada de los signos, mucho menos de Escorpio, debe ser el mejor signo de todos. Mucho mejor que el mío por lejos.

Suspirando, forzando una sonrisa pequeña y apenado, Ian respondió:

—No me importa mucho cómo dicen que es ese signo. Por mí estaría bien cualquier cosa, pero no me gustaría que creas que soy malo o que te puedo lastimar por eso.

—¡No, no, para nada!... Si sos el mejor, Ian...

El muchachito escorpiano se quedó en silencio pensando en que no fue la gran cosa aclararlo; que más bien todo ese torbellino de inseguridad se debía solo a eso, a que no quería parecerle un mal chico en ningún aspecto a ese amigo tan querido. Pero, aun así, le parecía curioso que con solo ese abrazo y esas disculpas espontáneas de Lisandro, se sintiera tan bien así sin más. 

Por fin le correspondió el abrazo como pudo, con el temor de que el helado de cada uno pudiese mancharles la ropa.

Tardaron muchísimo en soltarse porque ambos estaban tan sonrojados que querían evitar el contacto visual.

N/A: Así es gente. Ian es... EMO. Ahre.

Muchas gracias a lxs que siguen esta historia cursi.  ♥️

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