Capítulo 24 A Tu Lado

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Yessabell siguió a Ezra por la escalera de la derecha. Llegaron al segundo piso. Cuatro habitaciones con baño y ducha cada uno. La habitación que ocuparían, tenía vista al prado detrás de la casa, donde podía verse una gran piscina, bajo un toldo transparente. Y un pequeño comedor de madera al otro lado, bajo el mismo toldo.

Mientras Yessabell apreciaba la vista, Ezra dejaba las maletas junto a la gran cama con dosel.

-Es una gran vista.

-Y aun no has visto todo –Murmuró Ezra, con media sonrisa –Ven –Le extendió la mano y Yessabell la tomó.

Caminaron hasta el tercer piso y después, subieron por unas escaleras de caracol, hasta la azotea de la casa.
La tarde comenzaba a caer y el cielo estaba pintado de naranjas, rosados y rojos intensos. Desde esa altura, podía verse la mayor parte del pueblo y los grandes prados que se extendían alrededor de la propiedad y los lugares aledaños.

Ezra se paró detrás de Yessabell y la abrazó, mientras admiraban la vista.

-Es hermoso Ezra… esto es… es perfecto. Muchas gracias por traerme –Suspiró y se dio la vuelta –Sé que dijimos que nada de promesas, pero necesito saber que no te iras. Que no me dejaras, que esto… que esto es real y no terminará como siempre.

-Yessabell, no te lastimare, jamás te dejaré y esto es más que real –Aseguró viéndola a los ojos -¿Por qué no terminas de creerlo? –Preguntó con algo de tristeza en la voz.

-Porque esto pasa siempre Ezra –Dio un paso atrás y comenzó a caminar de un lado a otro –Cada vez que estoy con alguien… cuando creo que nada malo puede pasar… cuando la relación es estable y maravillosa. Todo acaba y de verdad que no quiero salir lastimada. No más –Se detuvo y se paró frente a Ezra –Prometeme, jurame, que esto es más, que no nos separaremos por una estupidez.

-Yessabell… –Se acercó y tomó su rostro entre sus manos –Mirame –Le pidió y ella lo vio a los ojos –Te juro por mi vida, que nada nos separará. Por favor, tienes que confiar en tu instinto y tu corazón. Quiero que sepas que siempre estaré a tu lado. Pase lo que pase.

-Confiaré Ezra, lo haré –Se acercó y lo besó, escuchar las palabras de Ezra era reconfortante, pero sobre todo, la hacía ver la realidad y aceptar que ni Derek, ni Stephen estaban en su vida, ya no más.

A veces las promesas son necesarias, para confirmar lo que el corazón siente. Y Yessabell, definitivamente sentía amor por Ezra y sabía que él sentía lo mismo por ella.

Yessabell llamó a su madre y le dio la buena noticia. Su Novela sería publicada en la penúltima semana de Junio, cuando las clases terminaran.

-Vamos Yessabell, mañana tenemos un gran día –Pidió Ezra en la cama.

Yessabell estaba sentada en la orilla de la cama, meditando todo lo que estaba pasando en su vida. Se dio la vuelta y subió a lado de Ezra. Él la abrazo, viéndola a los ojos.

-Me gusta estar en tus brazos, es mi lugar favorito, donde me siento segura y protegida –Murmuró cerrando los ojos.

-Lo sé, y a mí me gusta tenerte conmigo. No sabes cuantas veces soñé con esto y ahora que está pasando, aún no me lo puedo creer –Susurró sin dejar de verla.

Yessabell sonrío con los ojos cerrados.

-Buenas noches amor.

-Buenas noches corazón –Le dio un beso en la frente y se quedaron dormidos.

A la mañana siguiente, se levantaron temprano, desayunaron y se vistieron para salir de caminata.

-¿A dónde vamos? –Preguntó Yessabell cuando salieron de la propiedad, Ezra con una pequeña mochila negra en la espalda, donde guardo un poco de comida, dinero y dos chamarras por si las necesitaban.

-Es una sorpresa, pero sé que te gustará, te gustan los retos, así que no te preocupes, será divertido –Contestó tomándola de la mano.

Después de media hora de caminar, llegaron a una especie de observatorio. Varios turistas recorrían las calles y el pueblo se sentía lleno de vida y paz. El olor a tierra húmeda, inundaba el ambiente.

-Llegamos –Ezra llevó a Yessabell a la pequeña puerta del observatorio y entraron al recinto.

Una especie de torre circular, llena de hermosas antigüedades y pinturas del lugar. Al costado derecho, estaban unas escaleras que subían en espiral al segundo, tercer y cuarto piso. Ezra condujo a Yessabell por las escaleras, hasta llegar al cuarto piso, donde un hombre de unos cuarenta y tantos, y su esposa, los esperaban.

-Buenos días señores Hans –Saludó Ezra estrechando las manos de ambos –Ella es Yessabell, mi novia.

-Hola Ezra –Contestó el señor Hans –Mucho gusto señorita Lovato.

-¿Me conocen? –Preguntó Yessabell estrechando las manos de ambos.

-Todos aquí te conocen –Contestó la señora Hans con una sonrisa amable, soltando la mano de Yessabell.

-Estamos listos para la aventura –Intervino Ezra sonriente.

-Bien, vengan –El señor Hans los llevó al otro lado del edificio y Yessabell se dio cuenta de lo que iban a hacer.

Un arnés, un fuerte cable de acero y varios elementos de protección los esperaban, iban a bajar la montaña en la tirolesa.

-Colóquense estos –La señora Hans le puso el arnés a Yessabell y después a Ezra –Ahora, van a bajar juntos, no se tensen, solo relájense y déjense llevar –Volteó a ver a Yessabell -¿Ya habías hecho esto antes?

-Sí –Contestó ella un poco nerviosa. Aunque solo lo hizo dos veces, fue de poca altura y en brazos de su padre –Dos veces, en los Alpes, pero no a una altura como esta –Admitió riendo.

-No te preocupes, estoy aquí –Ezra le tomó la mano y le dio un ligero apretón.

-Ok, vamos –Yessabell le sonrío y Ezra le devolvió el gesto.

-Bien, vamos chicos –El señor Hans coloco el arnés en el cable y Ezra y Yessabell, caminaron a la orilla, donde la señora Hans, abrió la rejilla del barandal. Realizaron los últimos ajustes, al tiempo que el señor Hans contaba hasta tres –Uno… dos… tres… ¡Vamos! –Los empujó y Yessabell soltó un grito.

-¡Uuuu! –Ezra gritó de felicidad y Yessabell se rió -¡Relajate amor!
–Exclamó sonriente.

El viento soplaba a su alrededor, el sol estaba saliendo y se asomaba entra las rendijas de los árboles, mientras descendían por la montaña, el destino, era el centro del pequeño pueblo.

Yessabell contempló todo a su al rededor, la naturaleza verde y fresca y los colores vivos, como nunca antes los había visto.

-¡Es increíble Ezra! –Gritó y él le sonrío.

Llegaron a tierra firme, donde los esperaban dos chicos, que les ayudaron a quitarles el arnés y los despidieron, no sin antes, pedirle un autógrafo a Yessabell.

Ezra llevó a Yessabell a un pequeño restaurante, cuyo establecimiento, era un viejo barco gigante.

-¡Wow, Ezra!… –Pasó la mirada por la fachada, parecía que el barco formara parte de la naturaleza misma, como si hubiera salido de la tierra –¡Es sensacional! –Exclamó emocionada.

-Vamos, tomemos un pequeño tentempié, antes de nuestro siguiente paseo –La tomó de la mano y entraron al restaurante.

Los pisos y paredes recubiertos de madera, con cuadros de piratas de la historia. Una gran chimenea en el centro del lugar. Pequeñas mesas circulares con bancos blancos a juego. Dos barras a los costados, donde se anunciaban diferentes postres, bebidas y bocadillos.

Llegaron a una pequeña mesa, en el rincón derecho del lugar, donde las ventanas circulares, tenían vista del lago que se encontraba detrás del restaurante.

-Bien, voy a pedir algo, ¿Qué te gustaría tomar? –Preguntó dejando a Yessabell en su banco.

-Amm… no lo sé, lo que pidas estará bien –Contestó no sabiendo muy bien que pedir.

-Ok, ya vengo –Se dio la vuelta y caminó hasta la barra. Ordenó dos moka con chocolate y dos rebanadas de pastel de coco. Mientras esperaba su orden, un grupo de jóvenes, se acercó a Yessabell, le pidieron autógrafos y fotos.

-Eres más bonita en persona –Aseguró un chico, después de tomarse una foto con ella.

-Muchas gracias –Les sonrío y terminó de dar autógrafos.

-Aquí esta –Ezra se acercó a la mesa con una pequeña charola, le pasó un café y un plato a Yessabell y después se sentó –Pedí pastel de coco y moka de chocolate, el pastel de coco es una especialidad aquí –Explicó.

-Muchas gracias –Yessabell hundió la cuchara en su rebanada de pastel y tomó una cucharada –Mmmm… tenías razón, es delicioso –Tomó un sorbo de café, no muy dulce y tampoco simple –El café es riquísimo.

-Que bueno que te ha gustado –Habló comiendo su pastel muy sonriente.

-Ezra, gracias por traerme aquí, de verdad que me está gustando mucho vivir esto contigo, me encanto el viaje en la tirolesa, fue increíble y muy original. Te has ganado un premio por eso –Aseguró sonriéndole.

-No tienes nada que agradecer bonita, yo también estoy feliz de poder compartir esto contigo ¿Qué es lo que me gané? –Preguntó inquieto.

-Es sorpresa, lo sabrás después. Ahora dime ¿A dónde vamos a ir?

-Bueno, cuando terminemos aquí, lo sabrás –Contestó hábilmente.

-Ok –Yessabell le dedicó tiempo a su pastel, mientras contemplaba la vista –¿Hace cuánto tiempo lleva el restaurante? Es realmente maravilloso, único. He visto muchas cosas en este mundo, pero sólo pocas como este lugar.

-Lleva aquí desde que era niño, la verdad no sé cuánto tiempo. Pero sí, es maravilloso. A veces… olvido que eres una chica de mundo... difícil de impresionar –Murmuró bajando la mirada y terminando su pastel.

-Eso no es verdad. Podré haber visto muchas cosas, pero a tu lado, todo es una maravilla, todo es nuevo para mí –Explicó terminando su café –Ahora llevame a esa sorpresa –Se puso de pie y le extendió la mano.

Ezra levantó la mirada y le sonrío.

-Lo de bajar en la tirolesa fue sorpresa, no sé si esto te vaya a sorprender, pero vamos –Tomó la mano de Yessabell y se puso de pie.

Salieron del restaurante y Ezra la guió al lago que se encontraba en la parte trasera del restaurante.
Yessabell se llevó la sorpresa ya que la vista desde la ventana no lo era todo y había dejado de lado el hermoso paisaje.

Los árboles frondosos dejaban caer algunas ramas y sus grandes hojas colgaban en las orillas, haciendo el camino que conducía al gran lago. Algunos patos nadaban alrededor y en la orilla se encontraba una tarima de madera, donde descansaban cinco pequeñas lanchas, dos con cubierta y las otras tres sin cubierta.

-¿Vamos a dar un paseo en lancha? –Preguntó Yessabell, cuando llegaron a las tarimas.

-Sí –Ezra se dio la vuelta y dos hombres de avanzada edad se acercaron.

-Es un gusto verlo de nuevo señor Miller. ¿Quieren dar una vuelta? –Preguntó uno de los hombres, indicándole a su amigo, que le entregará dos chalecos salvavidas a Ezra.

-Hola señor Summers. Sí, por favor –Contestó Ezra tomando los chalecos –En una lancha sin cubierta.

-Claro, vengan –Los llevó a una de las lanchas sin cubierta y Yessabell subió primero, después Ezra –Regresen cuando quieran –Los despidió y Ezra tomó los remos, mientras el señor Summers, soltaba la lancha.

-No sabía que supieras remar –Yessabell estaba asombrada con las habilidades de Ezra, no importaba cuantas de los cosas que hacían juntos ya las hubiera hecho antes. Con Ezra, todo era como ver el mundo por primera vez.

-Bueno, hay algunas cosas que aún no sabes de mí –Le dio media sonrisa y remo hasta llegar a la mitad del gran lago -¿Quieres alimentar a los patos? –Preguntó viendo a su alrededor.

-¡Claro! –Contestó riendo.

-Debajo de tu asiento, hay varias bolsitas con pan, puedes sacar una –Señaló con la cabeza.

-Ok –Yessabell se agachó y tomó una bolsa de pan, comenzó a arrojar algunos trozos a los patos, mientras Ezra seguía remando –Esto es tan hermoso. Me gusta pasar el tiempo contigo Ezra, eres otro mundo –Confesó viéndolo a los ojos.

-Eso es exactamente lo que pienso de ti –Comentó acomodando los remos a los lados y soltándolos –Todo el tiempo. Es como… no sé… siempre estas sorprendiéndome. Nunca tendré suficiente de ti.

Yessabell le sonrío y se sonrojó.

-Estás haciendo que me enamore perdidamente de ti –Susurró –Eres bueno en esto.

-No te imagino con alguien más –Declaró inclinándose hacia adelante.

-No lo hagas –Se inclinó acortando la distancia entre ellos y lo besó.

Después del paseo en lancha regresaron a la casa. Prepararon una deliciosa comida y después se arreglaron. Ezra tenía una cena especial preparada.
Salieron al comedor del jardín, bajo el toldo. Ezra decoró con flores y pequeñas velas. Colocó una pequeña grabadora cerca, dejando que la suave música de piano, envolviera el ambiente de romance. Era como estar en una verdadera escena de película. Ambos enfundados de gala. Ezra en esmoquin y Yessabell, en un exquisito vestido lavanda.

-Te ves hermosa mi Yessabell –Le sonrió tomándola de la mano y llevándola hasta su silla.

-Tú también te ves muy guapo –Declaró cuando Ezra tomó su asiento.

-Gracias amor, antes de que comencemos, quiero hacer un brindis –Ezra tomó su copa y Yessabell lo imitó –Quiero brindar por la única promesa que tenemos, por estar siempre a tu lado. Porque nuestra relación sea duradera, porque esto que estoy viviendo contigo, no tenga final –Expuso levantando su copa.

-Porque sea duradera –Repitió Yessabell, aunque no se escuchaba muy convencida.

-¿Qué pasa? –Le preguntó Ezra, bajando su copa y concentrándose en ella.

-No quiero que un día despierte y… me dé cuenta de que todo fue un sueño –Confesó con algo de melancolía –Tengo miedo de que todo acabe y no pueda volver a amar. De que… me rompas el corazón, sé que te lo he repetido muchas veces y que tal vez ya te has cansado de escuchar lo mismo una y otra vez, pero es lo que siento Ezra y si vamos en serio con esto quiero que sepas lo que estoy sintiendo, soy honesta contigo y conmigo y creeme, que estoy haciendo lo posible por convencerme de que esto es real, que por fin puedo disfrutar del amor, pero hay algo que no me deja tranquila y ese pensamiento de que todo puede terminar en cualquier momento, no deja de perseguirme –Terminó algo triste.

-Yessabell, no temas. No te haré daño –Aseguró viéndola a los ojos –Entiendo tus palabras, tu sentir, después de todo lo que has vivido, no debe ser fácil volver a creer, pero te pido que solo te dejes llevar por tu instinto. Lo que dicta tu corazón. Para el amor no hay reglas. Y nosotros estaremos juntos para siempre. Eso no lo dudes.

Yessabell empezó a sonreír, el alivio creció en ella después de soltar todo el peso que estaba cargando y el escuchar las palabras de Ezra, era todo lo que necesitaba para estar más segura.

-Confiaré en mi instinto –Le aseguró sonriendo, esta vez más convencida –Porque de verdad quiero que las cosas funcionen contigo.

Terminaron el brindis y en esa ocasión Yessabell sintió que por fin dejaban el pasado atrás.

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