Capítulo 29 Promesa

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-¿Qué más quieres Stephen? –Preguntó Yessabell caminando a prisa hasta su camioneta.

-Que te quedes conmigo... –Contestó siguiéndole –En cuanto el ramo cayó en tus manos, saliste corriendo como si hubiese un incendio, dijiste que estarías conmigo...

-Sé muy bien lo que te dije, pero tengo que irme –Informó sin detenerse, buscando a Malcom entre la gente de seguridad –¡Malcom! –Grito sobresaltando al pobre hombre.

-¡Voy señorita! –Se apresuró a abrir la puerta de la camioneta para que Yessabell subiera.

-Yessabell por favor... –Suplicó Stephen tomando su mano antes de que ella subiera.

-No puedo Stephen –Confesó empujandolo ligeramente para que la soltara –Mañana es mi último día aquí, antes de irme a los olímpicos, tengo muchos pendientes que arreglar y no quiero desvelarme.

-Por lo menos déjame acompañarte –Pidió esperanzado.

-No Stephen —Declaró suspirando.

-¿Estás así por lo que significa atrapar el ramo en las bodas? –Preguntó sonriente.

-¿Atrapó el ramo señorita? –Cuestionó Malcom entrando en la conversación –¡Felicidades joven Lakes! –Murmuró sonriente, a lo que Stephen le devolvió la sonrisa.

Yessabell se cruzó de brazos y lo vio molesta.

-Disculpe señorita –Malcom se apresuró a subir al asiento del conductor.

-No te molestes con él —Pidió Stephen riendo –Está bien si no quieres quedarte, pero entonces déjame ir contigo.

-Ok –Accedió de mala gana –Pero como te dije, tengo muchos pendientes y si no te presto mucha atención, no es mi culpa.

-No importa, no te causare molestias, seré tu sombra –Aseguró sonriente y la ayudó a subir a la camioneta –Lo que sea por estar a tu lado.

Yessabell le sonrió incrédula y recarga su cabeza en el hombro de él, mientras se dirigían al departamento de ella.

-¿Dónde estamos? –Murmuró Yessabell en los brazos de Stephen, mientras él la cargaba hasta su habitación.

-Pues en tu habitación princesa –Contestó riendo –Te quedaste dormida junto a mi... sé que a veces no tengo buena platica, pero no es para tanto...

-No es verdad... –Murmuró abriendo los ojos lentamente.

-¿Me puedo dormir contigo? –Cuestionó recostandola en su cama.

-Si –Contestó sonriente –Pero...

-¿Pero qué? –Interrogó quitándose la corbata, para después sacarse los zapatos y los calcetines.

Yessabell se arrodilló sobre la cama y lo contempló por un momento antes de contestar.

-Esta noche... quiero más... –Confesó mordiendo el borde de su labio inferior.

Stephen se sorprendió ante su revelación, pero al mismo tiempo se emocionó, pues era lo que había querido desde hace tiempo, además de que era un paso más para romper el acuerdo y estar juntos nuevamente.

-¡Yessabell! –Se inclinó un poco, quedando a solo unos centímetros de ella –Cada vez me sorprendes más bonita...

-Te aseguro que te sorprenderá más... lo que puedo hacer contigo... –Susurró sobre sus labios y tomando los bordes de su camisa por el cuello, lo jaló hacia ella.

Los besos comenzaron suaves, con ternura y pasión, ambos teniendo una idea diferente de las circunstancias; mientras Stephen pensaba que era el momento idóneo para recuperar su relación con Yessabell, ella pensaba en que podría ser la última vez que se entregaría a su amado en vida.

En tanto él iba despojando a su chica del vestido, ella le ayudaba a él a deshacerse de su traje, entre risas y besos iban despejando las dudas.

Ambos cuerpo con cuerpo, tendidos sobre la cama, bebiendo cada parte de su ser, no dudaron en explorar cada centímetro de su amor.

-Mi Stephen... –Yessabell estaba recostada boca arriba, viéndolo directamente a los ojos.

-Mi amada y terca Yessabell... –La reclamó besándola desesperado –No entiendo... por qué te resistes... a estar conmigo... está claro que me deseas... –Se movió sugerente sobre ella, rozando su miembro contra la parte íntima de ella –Tanto como yo a ti princesa...

-¡Ahh! –Respingo ella curveando la espalda –Te deseo Stephen –Cerró los ojos aferrándose a las sábanas –Quiero que me hagas tuya... tantas veces como puedas... –Murmuró reanudado los besos –Tómame ya, que mi cuerpo tiene sed de ti...

-Tus deseos son ordenes amor –La besó con ternura sobre el cuello bajando lentamente a su clavícula –Eres mía Yessabell, solo mía –Susurró contra su piel –Fue dejando un camino de besos sobre sus pechos, para después bajar a su estómago y luego a su vientre.

-¡Stephen! –Lo nombraba ella sintiéndose más y más excitada –¡Ahh! ¡Mmmm!

-Se paciente princesa –Pidió sonriente alvercomo ella lentamente se abría de piernas –Estás tan caliente hermosa...

-¡No pares! –Suplicó entre jadeos.

Stephen sonrió con satisfacción viendo a su amada con los ojos cerrados, pidiendo con urgencia por él.

Se inclinó un poco y suavemente comenzó a pasar su lengua por la entrepierna de Yessabell, haciendo que ella se removiera sobre la cama. Continuó bajando hasta hacercarse a su clitoris, donde comenzó a hacer pequeños círculos con su lengua, provocando más a su chica, quien estaba cada vez más urgida por sentir a Stephen sobre ella.

-Solo tú... solo tú me pones así... –Declaró tomándolo por su melena –¡Stephen...! –Se aferró con más fuerza a las sábanas sintiendo la excitación aumentar en su interior –¡Ahh!

-Espera un poco bonita... –Pidió levantándose un poco para introducir dos dedos en su vagina, mientras regresaba a chuparle el clitoris.

-¡No puedo más! –Declaró apretando los ojos y abriendo más las piernas instintivamente –¡Stephen! –Grito su nombre cuando sintió el orgasmo llegar –MmmmStephen...

-Yessabell me ponestan... –Sonrió satisfecho tomando la mano derecha de ella y acercandola a su miembro erecto –Tan caliente cuando te entregas así.

-Es tu culpa... –Se levantó rápidamente y de rodillas sobre el colchón, se apresuró a tomar el miembro de Stephen en su boca.

-¡Yessabell! –Pronunció sorprendido cerrando los ojos y entregandose por completo a su amada –¡Carajo Yessabell! –Exclamó aún con los ojos cerrados, sintiendo cómo ella lo reclamaba suyo.

Yessabell estaba dispuesta a darle a Stephen una gran noche y demostrarle la gran pasión y el deseo que tenía por él, era la mejor forma para ella.

Introducía tanto como podía el miembro de Stephen en su boca y lo sacaba lentamente jugando con su lengua alrededor de el, una y otra vez ayudándose de su mano para sostenerlo, mientras Stephen movía las caderas adelante y atrás.

-¡Yessabell amor! –Pronunciaba su nombre con fervor, sintiéndose cerca del orgasmo –Para bonita... no quiero... –Pidió haciendo sus caderas hacia atrás, pero ella no hacía caso –No quiero terminar... en tu boca...

-Callate y dejate llevar –Pidió ella haciendo una pausa para después terminar solo con su mano, haciendo movimientos ágiles de arriba a abajo, viendo con satisfacción el miembro de su chico derramar ese líquido blanco.

-Yessabell... –Susurró dejando correr su orgasmo con los ojos cerrados.

-Te dije que te sorprendería... –Murmuró con inocencia para después jalarlo a la cama nuevamente y entonces él abrió los
ojos, para encontrarse frente a frente uno al lado del otro –Stephen...

-Yessabell...

-Hazme tuya... –Pidió con ternura regalándole un suave beso –Es todo lo que quiero de esta noche, ser tuya...

-Pero si ya eres mía –Le sonrió y entonces volvió a colocarse sobre ella, rozando su miembro contra su entrepierna –Si me permite bella dama, quiero entrar ahí... –Suplicó con una voz seductora que hizo a Yessabell volver a encenderse.

-Con gusto guapo caballero... –Abrió las piernas y Stephen no lo pensó dos veces, lentamente introdujo su miembro en el interior de ella –¡Ay Stephen! –Mencionó sintiendo el cosquilleo entre sus piernas.

-Shh –Susurró intentando relajarla y moviéndose lentamente mientras la penetraba –Tranquila hermosa...

Sus movimientos eran suaves y lentos, queriendo lograr que Yessabell estuviese tranquila y que al mismo tiempo sintiera que no era solo cosa de una noche, sino que de verdad quería estar con ella en todos los sentidos.

Sin perder el control fue subiendo la intensidad de sus movimientos, haciéndolos más rápidos pero sin llegar a lastimarla.

-¡Oh Stephen! –Murmuraba entre jadeos sosteniéndose de las sábanas y cruzando las piernas sobre las caderas de él –¡Si! ¡Sigue así! ¡No pares por favor! –Suplicaba viéndolo a los ojos, esos hermosos ojos grises que brillaban de deseo.

-No lo haré hermosa... –Jadeo moviéndose con más intensidad sin apartar la mirada y sintiendo que llegaba al orgasmo nuevamente.

-¡STEPHEN! –Grito ella apretando los ojos y aferrándose a las sábanas con los puños cerrados.

-¡Ah! –Grito él derrumbandose sobre ella para después acomodarse a su costado izquierdo –Yessabell... –Murmuró prestando atención a sus respiraciones agitadas.

Yessabell seguía recostada boca arriba pero con la mirada al balcón.

Sintió las lágrimas correr por sus mejillas y no lloraba de tristeza, sino de felicidad, pues sino regresaba de los olímpicos, por lo menos se iría con la dicha de haber conocido el amor, de amar y ser amada.

-¿Qué pasa bonita? –Preguntó él jalando el edredón para taparla –¿Te hice daño? –Interrogó preocupado al escuchar el leve llanto de Yessabell.

Ella se dio la vuelta lentamente para quedar frente a él.

-No amor, para nada –Respondió sonriendole y él de inmediato le secó las lágrimas con sus pulgares –No me has hecho daño... –Aseguró con una voz suave, aunque no era verdad, pues el mayor daño de su vida, lo había provocado él.

-¿Entonces por qué lloras? –Cuestionó acariciando su mejilla.

-Porque soy muy feliz a tu lado... me has hecho muy feliz.

-Entonces promete que, cuando regreses de los olímpicos hablaremos, quiero que vuelvas conmigo.

-Te lo prometo –Aseguró sonriendole, aunque no estaba segura de cumplir esa promesa. Cerró los ojos y se acomodó sobre su pecho –Te prometo que hablaremos... –Susurró.

-Es una promesa –Mucito notando la velocidad con la que latía el corazón de Yessabell.

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