Capítulo 17

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“El destino está escrito en hojas de papel, las mismas que podemos arrancar para pintar en lienzos un nuevo comienzo”


Había pasado una semana desde la discusión con Dick, Edrick había regresado al día siguiente a la casa, intercambio un par de palabras con su padre y se había dedicado a jugar el resto del tiempo. Salía sólo a comer, hacer un poco de ejercicio, y en caso de tener que realizar algún depósito para participar en ciertos torneos, lo hacía. No había hablado con Idunn, la chica le había escrito varios mensajes, pero él no contestaba, igual sucedía con las llamadas. Cameron y Max intentaron hablar con él, pero no abría la puerta, había bloqueado la entrada que llamaban ellos “De emergencia”.

El único que tenía acceso a la casa era Dick, pero de nada servía ya que mantenía la habitación cerrada con pestillo. Quería demostrarle a su padre que no importaba lo que ocurriera a su alrededor, él no se movería de la silla, pero había un motivo más fuerte, dejar los videojuegos en este momento implicaba tener que dejar que los recuerdos fluyeran.

Su madre los había abandonado días antes que él cumpliera años, a la celebración llegó la familia Meyer, la mayoría eran mayores que él. No había niños para jugar, sus primos que rondaban su edad, eran los que formaban parte de la familia de su madre. Quienes se habían alejado de ellos poco después de lo ocurrido, aseguraban que la muerte de ella se debía al descuido que ellos habían tenido.

Aquel día en la fiesta habían llegado, reclamando que ellos eran los culpables «¿Quién culpaba a un niño de cinco años? ¿por qué?». La familia Meyer siempre había tenido un alto estatus en la ciudad, de manera que la infidelidad de la mujer fue noticia, así como su fallecimiento: “Infidelidad termina en un accidente pasional, dejando dos muertos, entre ellos Tamara Meyer”. Así que buscaban ensuciar el nombre de Dick, tratando de culparlo, indicando que él había tenido que ver con el accidente. Sin embargo, el registro de llamadas y de cámaras de seguridad, habían sido claves para hacerles ver que nada de eso había ocurrido. Incluso se sometió a Edrick a un examen, para asegurarse que su padre había estado con él todo el tiempo.

Tamara había dejado una corta carta para Edrick, la cual le fue entregada cuando el chico tenía siete años.

“Para mi pequeño de ojos fascinantes.

Los humanos cometemos errores, cariño. Tú en algún momento los cometerás, espero no sean tantos —¿qué clase de madre le decía a su hijo?—. Tu padre y yo ya no somos felices, te quiero, te amo, no lo olvides nunca, pero he de seguir a mi corazón.”


«Vaya estupidez, me amaba, ¿pero quería seguir su corazón? ¿qué no ese está donde están tus hijos? Menuda porquería».

Los días de la madre se volvieron una decepción, Edrick era un niño atractivo desde muy pequeño, los maestros siempre pedían que participara en los eventos del día de la madre, pero a su corta edad él contestaba con un rotundo “No”, agregando: “No tengo mamá, ¿por qué he de ir a un lugar donde no estará la mía? A menos que venga Dick, acepto".

Muchas veces algunos niños se comparecieron de él, odiaba ver que le tuvieran compasión. Él no tenía mamá porque con su papá la habían descubierto al lado de  otro sujeto, pero no por otra cosa, sabía porqué ella no estaba, y así como muchos le insinuaban cosas, se defendía y terminaba peleando con el resto de los niños.

Dick trató de diferentes formas distraerlo de aquella situación, habló muchas veces con él y aunque logró obtener el resultado que quería, Edrick ya era un niño con conocimiento más amplios para su edad. El chico leía, pedía que su padre lo llevara a la biblioteca, museos y demás lugares que le enseñaran cosas, pero que llevaran a Max con ellos. Todos los conocimientos que obtenía por su parte le ayudaban a mantener una madurez impresionante, en varias ocasiones el mayor se arrepentía de aquello, pero cuando se dio cuenta que el niño estaba convirtiéndose en alguien que los estudios le gustaban, siguió apoyándolo.

En ocasiones discutía con sus profesores sobre ciertos temas, teniendo él la razón, no le gustaba perder contra nadie en los debates que él mismo iniciaba, por lo que pasaba horas leyendo y estudiando. Dick había obtenido su cometido, distraer su mente de los recuerdos de su madre. El problema ocurrió cuando él inició su vicio al alcohol, siempre se había preocupado por la salud mental de Edrick, pero nunca había sanado sus heridas, entonces cuando el pequeño tomó un campamento de arte durante las vacaciones, comenzó a salir por las noches a bares. En ningún momento se acostó con alguna mujer, salía con varias, se embriagaba con ellas y aunque su estado era penoso, no se permitía estar con alguien más, mucho menos que le hicieran perder su dinero o reputación de padre joven intachable.

Dejó de visitar los bares para embriagarse en casa. Cuando el ojiazul regresó temía que aquello afectara a su hijo, así que comenzó a trabajar en ello, no había dejado de beber, hasta varios años después, pero Edrick tuvo que verlo pasar por ese proceso, el que su hijo fuera tan maduro influyó en las actitudes que este tomó contra él. Su relación no era la típica de padre e hijo, salían juntos, incluso cuando el chico ya podía beber, iban por cervezas juntos.

Ver a su padre en varias ocasiones, con aspectos deplorables recostado sobre la mesa, en el sofá o la cama, no era la mejor imagen que tenía de él. Edrick extrañaba a aquel hombre sonriente con quien iba casi todos los días a jugar o ver baloncesto. La mirada gris brillante de su padre se había extinguido, con él se fueron las ganas de ambos por vivir aventuras como las que antes experimentaban, así mismo se perdió el brillo de los ojos del castaño. Hasta ahora que Hanna había aparecido en sus vidas la mirada gris de Dick estaba volviendo a tener el brillo que tanto extrañaba, pero ambos habían crecido en edad y en madurez.

Su padre ya no era el joven con quien salía cuando tenía cinco años, tampoco él era el niño que seguía a donde fuera su papá, Dick se había entregado a él durante el tiempo que pudo renovar su vida, y ahora, aunque en el fondo de su corazón anhelaba poder convivir con el Dick feliz de antes, no quería hacerle perder más tiempo del que ya lo había hecho desde que su madre decidió irse.

Él había crecido y ahora estaba dispuesto a irse a España, seguiría estudiando arquitectura, pero se anotaría a una escuela de arte, quería reforzar sus conocimientos y había logrado aplicar a la plaza en la escuela.

Dick sabía que su hijo la estaba pasando mal, que todo lo que hacía era en busca del tan anhelado sueño por ser feliz, sabía que los videojuegos eran la caverna a prueba de recuerdos, pero no podía seguir enfrascado en ello, así que antes de iniciar el año escolar le propuso pagar sus estudios en el extranjero, más que todo para que reforzara su arte y el chico aceptó.
Tantas cosas atormentaban en gran medida al chico, alguna vez se había imaginando siendo el hermano mayor de alguna niña, pero aquello nunca se había dado. También visitando a su madre en el trabajo, sorprendiéndola con detalles, viajando a los lugares a donde Dick lo llevaba, comiendo helados en su heladería favorita, pero ni esto, ni aquello podría ser posible.

Los días cercanos al aniversario de muerte y del abandono de su madre siempre lo agobiaban, de manera que, durante ese entonces prefería aislarse de todos. Él sabía que su humor nunca era bueno, pero en días como aquellos, era peor. No le gustaba relacionarse con las personas a las que podía herir con las estupideces que su boca soltaba cada nada.

   —Cameron está aquí —informó Dick desde el marco de la puerta.

   —Dile que le hablo luego —comentó sin moverse de su puesto.

   —¡Ay! Es demasiado tarde, ya estoy dentro —habló la chica adentrándose en la habitación.

El hombre se fue dejándolos solos, mientras el castaño dejaba sus asuntos en la computadora para dirigir su vista hacia la mulata que se encontraba recostada en el puf que estaba al lado de la cama.

   —¿Te volverás un neandertal? Déjame decirte que eran feos —bromeo—, tú no lo eres.

   —¿Crees que lo haré?

   —A diferencia de otras veces te has aislado totalmente de nosotros, ya sabes, Max y yo.

   —¿Acaso les hago falta?

   —Es estúpido que preguntes eso, Meyer.

   —¿A qué has venido, Cameron?

   —Que maleducado eres, y eso que Dick te crío bien —el chico blanqueo sus ojos—. He escuchado cosillas por allí, ¿por qué no hablas con Idunn? Es tu novia.

   —¿Y qué tiene?

   —No es justo que la dejes botada sólo porque te pegó el dios del culo enojado.

   —¿El qué?

   —Como sea, levanta tu trasero apestoso de allí, te bañas y te vas conmigo.

   —Paso.

   —Irás a ver a tu novia, tanta estupidez sobre la supuesta inteligencia me tiene hasta la madre —dijo perdiendo su educación—. Y no me obligues a moverte de allí y bañarte, sabes que lo hago, Meyer. No me retes.

   —¿Para qué quieres que salga?

   —Cariño, ¿eres consciente qué fecha es hoy? Ya estamos a ocho de julio, te perdiste la independencia de los Estados Unidos —se rio—. Max está de buen humor, nos ha invitado a cenar, nada formal, pero lo ha hecho. Nos está esperando allá fuera y si no quieres que ambos veamos tus bolas, levántate y hazme caso.

   —Dicen que el grano en el culo soy yo, ¿pero ya se han dado cuenta de lo que son ustedes?

   —No me importa, de pie, Meyer.

   —Cameron, no quiero ir.

   —Mira Edrick, tú sabes que no me meto en tu vida, que soy un puto ser invisible cuando de problemas personales se trata, además que a ti todo eso no te gusta. Pero cariño, estás haciendo mierda tus mejores años de vida, yo sé que no soy quién para hablar del dolor sobre perder a una madre de una forma tan inesperada, más cuando tú y Dick son, a mi opinión, los hombres más encantadores que pudieran existir, Max también, pero no es el punto. Ojitos, tienes tantas cosas por explotar en ti y aunque eres el puto amo de los videojuegos, eso se acabará en algún momento, tendrás que dejarlos, eres un dios creador del arte, tienes un padre increíble y un ego que mantener en alto. Cuentas con dos amigos completamente grandiosos y perfectos, igual que tú —ambos rieron—, y tienes una novia que está esperando por ti y por noticias tuyas.

   —¿Cuánto te han pagado?

   —No seas estúpido —lo golpeó—, levanta ese culo de allí y te espero allá abajo.

Cameron era la única mujer con el don de hablar con Edrick cuando se tornaba insoportable, a la única a quien le hacía caso, incluso si estaban enojados entre ellos. Su amiga tenía la capacidad para hacerle entender muchas cosas con pocas palabras, ella no solía entrometerse en la vida de ninguno de sus amigos, sabia que su amistad era pura, pero que ese dúo era más allá de una amistad. Así que, su intervención aparecía cuando alguno de los dos aterrizaba en la realidad, ya que, el resto del tiempo se tenían entre ellos.


●●●


La cena transcurrió entre risas, bromas y recuerdos bonitos, de esos que anhelaban tener en algún otro momento de la vida.

   —Deberíamos ir a beber unas cervezas —propuso Max.

   —¿Prometes no embriagarte como la última vez? —recordó la mulata.

   —No prometo nada —rio—, ¿te apuntas Edrick?

   —De acuerdo —contestó.

   —Pero no seas tan serio, gruñón —dijo Cam.

   —Ya, ya, pero uno de nosotros debe beber menos, ya saben, para conducir —indicó el castaño—. Es jueves.

   —Vayamos a algún lugar, alguno del que podamos salir desde temprano, así no estamos fuera —propuso el de cabello de rizado— Edrick —volteó a ver su amigo—, tú conoces muchos lugares, ¿tienes algo en mente?
   —Bien, vámonos —dijo el chico.

Esa noche aquel trío de gamers se embriagó, gastando el efectivo que traían en bebidas y boquitas. Querían disfrutar de aquello que en mucho tiempo no se habían permitido, tener una noche de secretos, confesiones, canciones para curar almas y un sinfín de momentos que atesorar. Tenían años de conocerse y todos sabían que por mucho que tomaran, sus recuerdos quedarían grabados en la mente de cada uno.

El castaño necesitaba un poco de esto, una noche a su lado, fuera de lo que eran los videojuegos, los juegos y la competitividad que mantenía todo el tiempo.


●●●


Durante los últimos días Idunn había estado ocupada con tareas de la escuela, pero ocupaba el tiempo disponible para dedicarse a jugar, había tenido un desgaste mental y tal vez físico, no se sentía bien y trataba de dormir. Sus padres le habían atribuido a la falta de convivencia con Edrick, incluso hablaron sobre la infidelidad que ella les había planteado días atrás. Pero Elliot aclaró que todo había sido una confusión —ella había hablado con sus amigos sobre lo ocurrido y Max también acudió a comentarle lo ocurrido—, así que todos culparon a la cantidad de tareas que habían estado haciendo.

En cuanto al desgaste físico, se trataba de su rutina, por las mañanas se iba a estudiar, más tarde se dedicaba a hacer tareas y luego de todo eso, se ocupaba jugando hasta que el sueño la dominaba. A veces dormía más, a veces menos.

La premiación del torneo internacional se daría la siguiente semana, donde las parejas de la región (las mejores) estarían realizando una demostración de sus estrategias para jugar. No había hablado con Edrick, tampoco estaba segura sobre su asistencia al evento, ella iría sólo si los ánimos mejoraban, pero por el contrario, no pretendía hacerlo, menos acordar con el chico.

En el fondo sabía que ella le debía una disculpa, pues había malinterpretado todo lo que ocurrió aquel día que fue a su casa, también por no prestar atención a lo que le sucedió con sus manos, hasta este momento seguía desconociendo sobre lo que le había pasado. No había querido hablar con Max sobre eso, porque el día después de lo que pasó tuvo una actitud para nada agradable con él.

Sin embargo, su novio también tendría que pedir una disculpa, el día que había ido a hablar con él la dejó sola en su casa y de no ser porque Dick se encontraba en casa, hubiera tenido que esperar todo el rato a que él se dispusiera a ir a dejarla. Ciertamente, había visto a Dick como un tipo de salvación, pero algunas cosas de las que tuvieron oportunidad de hablar, le hacían dudar de todo lo que estaba pasando. En su interior, anhelaba que los seis meses que sus padres impusieron, llegaran a su fin.

Al día siguiente Idunn tenía una prueba que presentar, era viernes, así que luego de salir de la escuela había organizado una pequeña salida con sus amigos, quería divertirse, sentía que lo necesitaba, así que, por primera vez después de cumplir los dieciocho años, se aventuraría a tener una noche de peda como decía Elliot.


●●●


Todo había salido muy bien en la prueba que Idunn había aplicado, se trataba de aquella que podría sumarle puntos a favor para optar por una buena universidad. Ella no se había planteado nada sobre su futuro, en verdad no era eso lo que le atormentaba la cabeza y al parecer, a sus padres tampoco, en realidad no lo había hablado con ellos, prefería dejar que el tiempo pasara.

Elliot, a diferencia de ella, había estado hablando sobre dejarse llevar por una ingeniería, pero no estaba seguro cuál de todas le parecía más atractiva. Mientras tanto, Young-mi aplicaría a una universidad pública, lo haría sólo para no dejar pasar las actividades del instituto, pues sus padres estaban considerando regresar a Corea o al menos, que ella estudiara su educación superior en dicho país.

Así como los días habían estado pasando, Idunn ya no volteaba a ver hacia el sitio en el que se estacionaba siempre su novio, si es que aún podían llamarse novios. Sus padres habían estado preguntando por él, luego de aclararles que no le había sido infiel, pero ella no supo qué contestar y terminó indicando que estaba estudiando, sin especificar nada.

Aquella noche se quedarían todos en casa de la castaña, sus padres habían salido de vieje por unos negocios que debían resolver, por eso mismo la chica invitó a sus amigos a quedarse en casa, también aprovecharían a salir a algún antro o bar para poder tener su primera experiencia con el alcohol.

   —¿Le has dicho a tus padres que nos embriagaremos? —preguntó Young-mi, quien haría esto a escondidas, pues sus padres eran muy estrictos.

   —Sí, me han dejado dinero exclusivamente para eso.

   —¿En serio? —cuestionó la pelinegra, mientras esperaban a su amigo.

   —He llegado a pensar que mis padres son muy extraños —dijo recordando el reto que le impusieron—, ¿no lo crees?

   —Quisiera que los míos fueran como los tuyos.

   —Créeme que no —aseguró.

   —Pero tampoco desearías unos como los míos, así que supongo que es mejor que no te quejes.

   —Tienes razón —su rostro expresaba duda.

   —¿Qué pasa? ¿Has hablado con Edrick? —ella negó—. Podría preguntarle a Max por él —ofreció la asiática.

   —No, creo que no.

   —Idunn —su tono era leve.

   —¿Qué pasa? —entrecerró los ojos.

   —Le he dicho a Max que nos acompañe hoy —soltó sin siquiera respirar.

   —¿Qué? Pero Young-mi —su tono era de desaprobación.

   —Elliot llevará a Nina, yo también quería que fuera Max.

   —De acuerdo —resopló.

El moreno las interrumpió depositando un beso en la cabeza de cada una, seguido se unió su novia. Tomaron rumbo a la casa de la castaña y almorzaron todos juntos, trataron de preparar algo de comida, pero armaron un desastre en la cocina.

   —Cuatro personas en la cocina, no son buena idea —comentó la rubia y todos estallaron en carcajadas.
Las horas comenzaron a transcurrir. Idunn les había enseñado a las otras dos chicas a jugar RallyForce, habían perdido en varias ocasiones, realizaron un tipo de mini torneo entre ellos cuatro, cada uno impondría un reto al perdedor. Claro que Idunn era la experta entre ellos, seguida por Elliot.

Tiempo atrás, el de cabello rizado visitaba a su amiga todas las tardes y jugaban hasta tarde, incluso en ocasiones, se quedaba a dormir en casa. Cuando Idunn decidió volver a la escuela las cosas cambiaron, pues se veían entre clases y en ocasiones, por las tardes. Esto cuando no tenían demasiadas tareas o cuando él no pasaba tiempo con Nina y ella con Edrick, aunque últimamente, la castaña no veía a su novio. Había pensado que si él no la buscaba era porque en realidad tenía otra persona en su vida, sin embargo, por lo que había conocido de él durante el tiempo que se ausentó la otra vez, si dudaba que fuera así.

El chico le había pedido a Young-mi que invitara a Max, con la intención que tal vez, Edrick llegara con ellos, no sabía qué podría pasar, pero bien si llegaba, así podrían arreglar las cosas de una vez por todas. Su mejor amiga era demasiado orgullosa, así que no pretendía pedir una disculpa o cosa similar, pero también había escuchado sobre el alto grado de orgullo del castaño, así que si su amiga era orgullosa, el chico lo era multiplicado al infinito.

Max llegó por su novia a eso de las seis de la tarde, había acordado que regresarían alrededor de las once de la noche, y sólo si el ambiente lo ameritaba, se quedarían hasta más tarde. El chico venía solo, el castaño no había llegado y de seguro no lo haría, aquello no le importó a Idunn, a fin de cuenta no tenía por qué estar apegada a él, era un estúpido reto y nada más. Pero eso no lo sabían sus amigos, quienes creían que tal situación la tenía mal.

Elliot había ideado que bebieran en casa, pero la de nombre nórdico insistió tanto en que debían ir a un lugar que tuviera un ambiente propicio para su primer noche al lado del alcohol. Así que le pidió a Max que los guiara por los senderos que él ya había recorrido en algún momento de su vida, como todo un buen chico, así lo hizo, los llevó a un bar donde solían ir él y sus amigos por las noches que solían estar desocupados.

Al llegar el lugar estaba lleno de luces de varios colores, la música retumbaba y era pegadiza, la gente se movía de aquí para allá, otros bailaban incluso fuera de la pista, en otro lado muchos chicos tenían vasos en sus manos y realizaban juegos que implicaban bebidas alcohólicas, la barra estaba libre, pero cada cierto tiempo se movían las personas a pedir algo de beber y los meseros iban y venían con charolas con vasos y copas de bebidas exóticas.

   —Sólo tengan mucho cuidado, de preferencia consuman sólo bebidas que ustedes pidan en la barra, si creen que les está pegando demasiado, traten de sentarse y ubicar a alguno de nosotros. ¿Sí? —asintieron—. Ahora, ¡a divertirse!

A partir de ese momento se dedicaron a comer, beber y las parejas bailar. Idunn, a diferencia de las otras chicas, no solía realizar actividades dancísticas, no podía bailar. Varios chicos se habían acercado para tener el gusto de ir a la pista con ella, pero se negaba, otros lo hacían ofreciendo un trago, pero la castaña no aceptaba. Sin embargo, las botellas que habían pedido se iban acabando.

Luego de un rato de estar bailando, Max le propuso a la chica bailar, ella se negó indicando que no podía hacerlo, no sabía cómo. El resto de sus amigos la motivó, pero ella se resistía, finalmente, el castaño de ojos marrón logró convencerla.

   —Ese es mi don —alardeaba a todos.

Se posicionaron sobre la pista, la música era contagiosa, pero de pronto la bachata se apoderó del sitio, Max al igual que Edrick solían bailar muy bien, gracias a Dick, así que aquello no se le dificultaba y se movía con gran facilidad, al contrario de Idunn. Pues la chica se encontraba sonrojada ante el baile del que estaba siendo víctima —como lo pensaba—, durante este chico decidió hablar para romper la tensión, ambos se encontraban con un alto nivel de alcohol en su organismo, aunque ella más que él.

   —¿Has hablado con Edrick? —cuestionó.

   —No.

   —¿Por qué no?

   —No me ha hablado —se sinceró.

   —Ni lo hará —soltó risueño.

   —¿Hm? ¿por qué dices?

   —Porque así es él.

   —¿Y debo ser yo quien le hable? —dijo un poco confundida.

   —Podría ser —contestó el chico.

   —Eso también lo dice él —apuntó la chica con risa puesta.

   —Lo sé —ambos comenzaron a reírse sin motivo alguno.

   —Es un idiota, un idiota encantador —las palabras salían automáticamente.

   —¿Encantador? —rio—. Sí, seguramente —a diferencia de Idunn, Max tenía más experiencia con el alcohol, así que, aun cuando estuviera con copas de más, él se recordaría de lo que ella estaba soltando.

   —Es muy lindo, ¿no lo crees? —la chica dejó de bailar y le pidió que fueran a la mesa.

Al llegar al sitio donde debían estar los demás, sólo la pelinegra estaba sirviéndose otro trago. Su amigo y su novia no estaba, pero ella no lo notaba.

   —Estábamos hablando de Edrick —informó la castaña y su amiga alzó la vista y sonrió.

   —Tu novio también es un bombón, como el mío —Max se rio, él todavía era consciente de lo que estaba escuchando.

   —Sus ojos me confunden, pero me idiotizan en ciertos momentos —confesó la castaña.

   —¿Por qué? —preguntó Young-mi.

   —¿Los has visto? Cambian de color, como cambia él de humor, pero lo hacen ver tan… —hizo una pausa—. Perfecto, sí esa es la palabra que lo define a él.

   —Te has enamorado, amiga, te dije que lo harías —puntualizó la otra y Max bebía y escuchaba lo que las amigas conversaban.

   —Young-mi —dijo con pesadez y llamó la atención del chico—, te he dicho que no me enamoro —aquel arqueó su ceja—. Pero he de admitir que…

   —¿Max? ¿Idunn? —habló una voz masculina.

   —¡Amigo! —exclamó el castaño—. ¿Quieres? —le ofreció un trago y este negó.

   —Oh, eres tú —dijo Idunn, sus ojos se entrecerraban y se servía un trago más.

   —No sabía que bebías —señaló.

   —Es la primera... vez… —la chica arrastraba las palabras.

   —¿Y Edrick? —ella se encogió de hombros y Max contestó:

   —Se han peleado bien cabrón —rio.

   —Creo que han bebido demasiado, los vi hace rato, pero no estaba seguro si eran ustedes.

   —Nicholas, ¿por qué no te acercaste antes? —dijo el chico tratando de no lucir tan ebrio.

   —Vi que su amigo se fue, así que tal vez sea hora que ustedes también lo hagan.

   —Ese imbécil de seguro se fue a follar con su novia —agregó la pelinegra y todos la vieron con los ojos muy abiertos y sólo Idunn soltó una carcajada ante su comentario.

   —Creo que es mejor que todos nos vayamos —indicó el de coleta.

   —Sí, es lo mejor —habló Max.

   —¿Lugares de destino? —inquirió—. Yo los llevaré.

   —He traído el auto —indicó el castaño.

   —Pero, ¿puedes conducir así? —asintió—. ¿A dónde van a ir?

   —Nos quedaremos en casa de Idunn —respondió la asiática.

   —Bien, me llevaré a Idunn, ¿sale? —todos asintieron.

Los cuatro salieron del lugar, no sin antes buscar a Elliot que, quién sabe dónde se había metido. Sin embargo, la preocupación no era tanta, pues el chico tenía más experiencias de ese tipo, así que sabía cómo resolver sus asuntos, además, estaban seguros que la pelinegra no mentía en sus palabras.

Nicholas dejó a Idunn en el auto y regresó a recoger su chaqueta, también a avisar que se retiraría. Al regresar al vehículo, la chica se encontraba recostada en el asiento y con sus ojos cerrados. Se había dormido. Cuando encendió el motor, se removió en el lugar y comenzó a balbucear, aquella escena le daba risa y ternura a la vez, entendía porqué su amigo estaba preocupado.

Max le había contado a Edrick sobre la reunión que tendría con el par de mejores amigas y el otro chico. Intentó convencerlo que fuera con él, sin embargo, tal y como lo había dicho en su embriaguez, el chico no iría porque tendría que pedir algún tipo de disculpas y él no estaba dispuesto a pedirlas a un minnion de 1.61 cm. mucho menos porque él no tenía la culpa de nada. Ella había malinterpretado todo lo ocurrido con Ivania.
Sin embargo, a pesar de negarse a asistir, sabía quién sí iría al lugar y se mantendría más sobrio que su mejor amigo. Nicholas. El joven que destilaba elegancia, solía asistir a bares cada fin de semana, formaba parte de ciertos grupos —algunos pertenecían a RallyForce—, de manera que cada finde iba de fiesta en fiesta, pero aquello no significaba que terminara vomitando cada noche, no, al contrario, Nicholas era un chico que bebía lo prudente, pues le gustaba mantenerse en la postura coherente que siempre había dado a conocer.

Así que Edrick tomó la oportunidad y le había llamado para saber a qué bar o antro iría ese viernes, Max le apuntó en un papel el nombre del bar, en caso de que cambiara de opinión. Aprovechó aquello para saber si Nicholas estaría allí y, para la buena suerte del ojiazul y de la castaña, Nich visitaría el bar entre las nueve y las once, así que había podido observar al grupo de amigos desde que llegó al recinto.

El menor de los Meyer no era posesivo y aunque en el fondo sabía que todo se trataba de un maldito juego, estaba seguro que, aunque fuera Max como “adulto responsable”, su amigo solía embriagarse, y en momentos perdía el rumbo de las cosas para luego recuperarse. De tal manera que no confiaba en que ese par de niños fueran a beber tan tranquilamente, sumándole el hecho que los Holden no estaban en la ciudad, era muy irresponsable para una niñata de ojos ámbar.

No estaba dispuesto a ir a cuidarla, él no era niñero de nadie, tampoco perdería su tiempo escuchándolos hablar de estupideces de la escuela y otras cosas —sabía que estaba en pruebas para aplicar a la universidad—, si hablaría de todo aquello o escucharía eso, sería sólo por parte de la novata y porque era parte del juego, pero no le importaba en absoluto lo que el resto dijera sobre aquel tema.

Nicholas le había tomado cierto grado de afecto a la castaña, de manera que no le molestaba llevar a la chica a su casa, además, al igual que Edrick, consideraba que ambos debían hablar, pero estando ella en aquel estado, no sería lo prudente.
Según el GPS, faltaban unas cuantas calles más para llegar a la casa de Idunn, el auto de Max no se veía por ninguna parte, de seguro se habían desviado o algo así. De repente la castaña abrió los ojos, verse en un lugar oscuro le causó pánico y dio un saltó gritando, el de coleta se sobresaltó ante aquella acción y arrastrando las palabras, ella dijo:

   —¿Qué… hago aquí?

   —Te llevo a casa.

   —¿Tú quién eres?

   —¿Qué tanta mierda has bebido?

   —Siento que te conozco —en verdad había consumido de más.

   —Te llevo a tu casa.

   —Eres Nich… olas, sí, Nich —comenzó a reírse.
«¿En qué madre te has metido, Nicholas?»

   —Llévame a casa de Edrick —continúo ella.

   —Él ha de estar dormido —mintió.

   —No soy estúpida, ese idiota no duerme por quedarse jugando.

   —Y si es así, tendrá algún torneo, no lo interrumpas.

   —Me vale una mierda. Llévame —pidió.

   —Tus padres te esperan en casa —no tenía idea de qué otra excusa inventar, no la llevaría a la casa de su amigo en tal estado.

   —Ellos no están, llévame —tomó el teléfono del chico.

   —No podemos hacer eso, es muy noche, además tus amigos nos esperan en tu casa.

   —Me vale una mierda —repitió—. Pueden esperar todo el jodido tiempo que se me dé la gana.

   —No es lo correcto, Idunn.

   —Hazlo o aviento tu celular por la ventana —dijo tomando el aparato.

   —Dame eso, por favor —aunque Nich compartía ciertos aspectos que Edrick poseía, había algo que los diferenciaría por mucho. Nicholas tenía paciencia, el castaño, no.

   —No, si no me llevas a casa de Edrick no te lo daré.

   —No podemos hacer eso —volvió a decir—, él ha de estar ocupado.

   —¡Me importa una mierda! Yo quiero ver a mi novio —espetó amenazando con lanzar el celular.

Ciertamente él podría cerrar la ventana, pero no pretendía lastimarla en el intento, a parte, podría hacer que aquello ocasionara la caída de su móvil, el que había comprado recientemente.

   —Ya, ya, pero dame eso.

   —No —le sacó la lengua. «Vaya que es inmadura…»
   —Idunn, por favor.

   —Te lo daré cuando estemos frente a la casa de Ojos locos, ¿sale? —la chica se reía sin sentido alguno.

   —Pero, Idunn…

   —Nada —lo interrumpió—. Además, necesito un favor.

   —¿Qué quieres? Eso es chantaje —se quejó el de coleta.

   —¿Tu auto tiene un buen volumen en los parlantes?

   —¿Eh?

   —Sólo contesta la jodida pregunta —al parecer el alcohol le quitaba la vergüenza para hablar como lo hacía.

   —Supongo.

   —Perfecto.

El chico intentó quitarle el móvil pero era imposible, después de varios minutos se resignó a no pedirlo más, con una chica ebria era mejor tener cuidado. Ella observaba por la ventana y sonreía, en ocasiones soltaba una corta risita, le causaba nervios al joven. «Tu novia está loca, Meyer. Si avienta mi móvil deberás reponer tú toda esta mierda». El teléfono sonaba y ella no se dignaba a contestar, luego de tres, cuatro, cinco llamadas, se dignó a hacerlo. Si Nicholas tuviera novia y ella lo llamara, de seguro escuchar la voz de otra chica al otro lado, le traería problemas, pero no, no tenía y tampoco era una chica, era Max.

   —Nich —habló con preocupación el otro joven.

   —Soy Idunn —dijo risueña.

   —¿Dónde estás?

   —Voy con Nicholas a encontrarme con el amor de mi vida —aquellas palabras quedarían grabadas en la mente de los dos amigos.

   —¿Disculpa?

   —Estamos por llegar a la casa de Meyer, adiós.

La chica terminó la llamada y justo unos minutos después, el auto de Nich se estacionaba frente a la elegante y sofisticada casa de la familia Meyer. Max y Young-mi dispusieron ir a la casa de Edrick, tras haber perdido la comunicación con los otros.

Idunn estaba por bajar, pero Nicholas la llamó:

   —Oye, mi celular.

   —Cállate —ordenó—, harás lo siguiente, ¿sale? —le entregó el móvil de ella.

El chico se bajó del auto y ella dejó su bolso dentro del auto.

   —Haz lo que te pido y te daré tu móvil, ¿sí? —las palabras de Idunn se perdían en la corriente de viento. Estaba muy ebria o simplemente, era el efecto de su primera vez alcoholizándose.

   —No sé si sea buena idea.

   —¿Quién ha dicho que mis ideas siempre son buenas? —el chico la vio confundido—. Exacto, ni yo tengo idea. Pero algún día moriré y todo se irá a la mierda, así que no está nada mal hacer esto —rio bajito.

Era viernes, Dick acababa de regresar de la casa de Hanna, así que aún estaba despierto y estaba presenciando todo aquello desde la ventana de su habitación. Si de algo estaba seguro el de ojos gris, era que la chica que había tomado su hijo como novia, estaba loca, igual que el resto de su familia, por ello aceptaba que Edrick reiterara una y otra vez que no se enamoraría de ella, sólo era un juego. Su hijo era demasiado serio y maduro para su edad, ella era una infantil.

Edrick no escuchaba el alboroto, pues tenía sus audífonos puestos y estaba concentrado jugando en RallyForce. Sin embargo, su concentración se fue al caño cuando todo dio inicio…

ᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖ💜🎮💙ᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖ

¡Holaaas! AHHH este me encantaaa xD y espero les haya gustado a ustedes :3

Sigo indecisa si subir un capítulo más ahora o esperar hasta el lunes, estén atentxs <3, que se viene algo IMPACTANTE 🤭🤭

Les agradezco de  ante mano sus votos y/o comentarios :3

Con amor:
Andy 🍀🤍

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