—Te amo, Jungkook —le dije, mientras el viento soplaba con fuerza en la azotea. No me respondió nada, así que no sé si me escuchó.

La fiesta a la que asistíamos estaba por acabar en el piso de abajo, ya no había nada más que hacer. En ese momento sólo éramos él, la luna y yo.

—La noche se acabó —mencionó él, y yo dije que era para siempre. Los malestares se presentaron veinte minutos después, mi madre creyó que era un resfriado, pero solo eres tú, Jungkook.

El amor puede ser atemorizante, por supuesto.

Todo lo que supe al final del día, es que quieres a quien quieres, y dices lo que dices; y sigues a tu corazón, incluso si se quiebra a veces. Lo que supe es que amas a quien amas, no hay otra forma.

Al día siguiente, fui a su casa a hablar. Entonces finalmente le dije lo que siento totalmente.

—Si hay algo que aprendí de un millón de errores, es que eres a quien quiero al final del día —murmuré, entrelazando mi mano con la de él, observando la preciosa sonrisa brillante que se dibujó en su rostro.