Rutina. [one shot]

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Yoongi observaba con desgano como Jungkook y Jimin iban tomados de las manos frente a él, cuchicheando de Dios sabrá qué cosas.

Estaba completamente indignado, ¿por qué su novio prefería estar con su mejor amigo?

Y también estaba molesto con Jimin, porque había olvidado el acuerdo tácito que tenían sobre el tiempo que cada uno pasaría con Jungkook.

Yoongi lo tendría seis días y medio, mientras que Jimin lo que restaba de la semana. Era totalmente justo.

Y aún así, Jimin descaradamente se había plantado en el salón de su novio, tomado su mano y jalado hacia la salida, ¡como si Yoongi no existiera!

Se sentía irritado. Mucho. Necesitaba de una vez por todas los mimos diarios de su novio. Yoongi podía hacer la analogía de esa necesidad con la droga. Los adictos se ponían gruñones cuando no consumían su dosis diaria. Eso pasaba con él.

Si a Yoongi no le daban los setenta y cinco besitos diarios, la pasaba de mal humor.

De igual forma, odiaba que Jimin se atreviera a romper su rutina. Para Yoongi era esencial caminar junto a su novio de la mano hasta la casa de este. Pasar dos horas y media ahí, entre besos y risitas, y al final hacer las tareas que no les parecieran aburridas.

Era la costumbre del día a día. ¡Jimin no tenía derecho a intervenir y desordenar su perfecta y organizada vida como si nada!

Por eso odiaba a Jimin. No se molestaba en negarlo. La única razón por la que callaba su profundo desprecio, era porque su Jungkookie lo había regañado por hablar así de su mejor amigo.

A Yoongi no le gustaba ser regañado por su chico, así que cada vez que quería insultar a Jimin y hasta decirle de que iba a morir, mordía su lengua y se contenía. No quería tener a un Jungkookie molesto porque eso le abrumaba hasta el punto de casi llorar por no ser capaz de hacer sentir mejor a su niño.

Así que Yoongi siempre se comportaba bien alrededor de los amigos de su novio. Era un buen chico, que se mantenía guardadas las ganas de echarlos a patadas cada vez que se acercaban a Jungkook.

Él era el bueno novio de su Kookoo.

Luego de unos minutos, mientras cruzaban el parque que los llevaría justo frente a la casa de su novio, Yoongi pudo respirar tranquilo.

Algún ser del más allá tuvo piedad de sus ganas de ahorcar a Jimin e hizo que este recibira una llamada. Lo último que recuerda, es que Jimin se despidió apresurado y se fue.

No le importó mucho nada de aquello. Se acercó los pasos que lo separaban de su novio y lo observó con el ceño fruncido. Se forzó a no sonreír torpemente cuando Jungkook comenzó a reírse. Quería que viera que estaba enojado.

—Vamos, Yoonie hyung —fue lo que mencionó y, entrelazando sus manos Yoongi finalmente sintió su vida acomodarse. Su mente se relajó y las personitas en su cabeza dejaron atrás el pánico.

Todo estaba como debería.

Al llegar a casa del menor, se dirigieron en silencio hacia la habitación de este. Tardaron solo unos minutos en acomodarse; Yoongi recostado con Jungkook entre sus piernas, acomodado en su torso. El mayor se dedicó a acariciar el cabello revoltoso de su novio mientras este tarareaba la canción favorita de Min.

Yoongi se relajó considerablemente, una mueca que pretendía ser una sonrisa calma surcó su rostro.

—Yoonie —llamó Jungkook luego de un momento de silencio. El “mhm” de Yoongi le hizo saber que era escuchado.—Te enfadaste por lo de Jimin, ¿verdad?

—Sí —dijo. A él no se le daba mentir —no me gusta que te tome de la mano. Eres mi novio. Tampoco me gusta que arruine nuestras rutinas.

Jungkook asintió con una suave sonrisa, su mejilla restregándose contra el abdomen de su novio.

—Hablaré con él y le diré que nada de tomarnos las manos, ¿bien? —sonrió en grande cuando Yoongi asintió, mostrando aquella mueca que Jungkook tanto amaba.

El menor no podía creer lo mucho que adoraba a su novio. Incluso a él le parecía increíble, principalmente porque nunca fue alguien lo suficientemente cariñoso.

Y Yoongi tampoco lo era. Aún así, llevaban ya tres años de una relación llena de altibajos. Jungkook ríe al recordar el primer año de relación. Fue tan difícil, porque Yoongi era tan directo y sincero, que muchas veces lo lastimó.

Pero aquellas eran cosas pasadas, porque Jungkook sabía que Yoongi no tenía un filtro cerebro-boca. Por eso lo había ayudado a pensar antes de hablar. Fue un poco difícil, porque Yoongi odiaba ser deshonesto.

Pero luego de una charla donde Jungkook resolvió sus dudas, comprendió que sí bien su intención era buena, sus maneras distaban de ser las correctas. Aprendió a filtrar un poco lo que decía y dejó de decirle a Jimin perdedor.

Jungkook estaba orgulloso de su novio y su avance y sabía que su suegra estaba agradecida también. Jeon amaba muchísimo a su hyung, así que realmente no le molestaba dedicarle mucho tiempo de su vida.

Y Jungkook sabía lo mucho que Yoongi trabajaba para ser mejor cada día. Aunque ya era el ser humano más fantástico del mundo.

Le gustaba la forma en que Yoongi expresaba sus emociones, con muecas adorables o directamente abrazos. Su corazón se aceleraba al verlo así, mostrando como se sentía.

—Kookoo —llamó entonces Yoongi, trayéndolo de vuelta de sus divagaciones. —Quiero mis besos.

Jungkook río, incorporándose y sentándose sobre sus talones con una sonrisilla. Yoongi, con algo de torpeza, tomó su cintura y lo jaloneó. Jungkook acabó acomodado en su regazo a horcajadas.

El menor sabía lo abrumantes que eran los besos muy atrevidos, así que se dedicaban a darse piquitos largos. De cualquier forma, el corazón de Jungkook se aceleraba.

A Yoongi le encantaba la forma bonita en que su Jungkookie lo besaba, como si fuera un tesoro preciado para él. Le gustaban muchas de las cosas que su novio hacía por él, aunque no tuviera las formas de agradecerle correctamente.

Pero Min sabía que su chico conocía lo agradecido que estaba con él, desde el principio de su relación.

Ninguno entendía aún como habían pasado de ser conocidos a novios en un instante. Recuerda cómo se habían visto por primera vez y, en ese momento, le da un poco de vergüenza.

Él estaba concentrado en su camino hacia su salón con su americano de cada mañana en la mano. Ni siquiera se estaba fijando en su alrededor, por lo que no tardó mucho hasta que arrojó su café sobre Jungkook.

Se enojó porque eso implicaba romper su rutina, y no le gustaba para nada. Por otro lado, Jungkook esperaba una disculpa, pero solo recibió un escueto —Fíjate —que lo dejó anonadado.

Ni siquiera pudo ofenderse por el trato del mayor hacia él. No hizo nada más que irse a limpiar e incluso le compró un café americano nuevo. Así fue como se conocieron.

Yoongi se sentía culpable al recordar como había hecho sufrir a Jungkook, pero también estaba agradecido de saber que a pesar de todo lo estaba amando aún.

Jungkook recuerda con ternura la forma en que Yoongi se apegó a él. De pronto el menor debía ser parte de su día a día y, si bien ambos sabían que aquello no era sano, lo disfrutaban.

De pronto Yoongi iba a buscarlo a la mesa donde siempre se sentaba, golpeándolo sin fuerza por no ir a buscarlo. Jeon sabía que esa era la razón de que Jimin odiara a Yoongi y viceversa.

Jungkook sufrió mucho junto a Yoongi, no puede negarlo. Su forma sincera de hablar le lastimó muchas veces. Incluso si el mayor no lo creía así, a Jeon le resultaba doloroso escuchar las palabras “mediocre” de su novio.

Jimin lo odiaba por eso también. El menor era demasiado sensible y, por sobre todo, siempre trabajaba duro por lo que deseaba. Que Yoongi llegara a su vida a cambiar eso, le parecía inconcebible. Jungkook lloró muchas veces en sus brazos, luego de discutir con el mayor porque este le llamaba “mediocre”, “conformista” y “holgazán”.

Todo solo porque Jungkook se conformaba con trabajos de medio tiempo en cafeterías y no tenía una aspiración universitaria. No es como si no deseara estudiar, es solo que no podía. Debía ayudar a sus padres en casa.

Hubo un tiempo, luego de seis meses de relación que fueron el golpe de realidad para Yoongi. Jungkook comenzaba a evitarlo y andaba siempre pegado a Jimin, cosa que lo frustraba y le dolía.

En búsqueda de recuperar a su Jungkook, habló con Seokjin. Luego de hablar sobre lo “normal” de su relación, se dio cuenta que eran insanos. Bueno, él.

No entendía mucho de sentimientos, tampoco de la importancia de las palabras. Pero junto a Seokjin y sus hermanos, Namjoon y Taehyung, comenzó a comprenderlo.

Se educó a sí mismo. Observó las expresiones faciales del menor y las comparó con las que encontraba en Naver. Ahora estaba consciente que su comportamiento había sido errado. Jungkook le sonreía dolido cada vez que se refería a él como “mediocre” y se dio cuenta que las lágrimas que soltaba no eran tontas.

Se disculpó y a partir de ese momento comenzaron a construir una nueva relación. Jimin ya lo odiaba y Yoongi lo odiaba a él por ser amigo de Jungkook. Jungkook era su chico.

Y con el paso del tiempo, habían llegado a dónde estaban en ese momento. Disfrutaban los momentos de silencio con mimos. Y a Yoongi le encantaba la forma en que los ojitos de Jungkook brillaban al hablar de algo que amaba. Y había aprendido a que nada que le importe a su novio es tonto.

Solo Jimin lo era.

Incluso si ambos se llevaban de la patada, Yoongi trabajaba duro para no hacerlo llorar. Aunque lo único que le importaba era no hacer llorar a su Kookoo.

De todas formas, Yoongi le había prometido a su novio no hacer llorar más a su mejor amigo. Y lo cumpliría, solo por él.

—Yoongi —escuchó el lloriqueo de Jungkook. Hasta ese momento se daba cuenta de su erección bajo el trasero de su novio.

Bien, eso estaba fuera de la rutina, pero a Yoongi no le molestaba romperla de vez en cuando.

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Happy Hobi day💜

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