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Capítulo 26:

Jimin se despertó dando un salto en la cama cuando sintió el cuerpo de Yoongi junto a él removerse inquieto. Sus ojos cayeron en el rostro del alfa, notando claramente que sea lo que fuese lo que estaba soñando, no era nada bueno.

Eso hizo que se arrastrara más cerca y lo tomara entre sus brazos para despertarlo.

—Machote, ey, machote despierta —susurró despejando las hebras mojadas por el sudor de su frente, sus manos masajearon su semblante contorsionado en un intento de calmar la tormenta que había en su cabeza, pero, al no conseguir ningún resultado, Jimin supo que debía ser un poco más brusco—. Machote, vamos, tienes que despertar —dijo con más fuerte sacudiéndolo con más energía.

El alfa estuvo tan sumergido en el pavor que le generó sus pesadillas que, cuando abrió sus ojos, clavó sus garras en la cama profiriendo un gruñido gutural de pura advertencia.

Sus ojos dorados recorriendo desorientados el entorno en el cual se encontraba hasta que reparó en la figura de Jimin que estaba sentado entre sus piernas sujetando sus muñecas contra la cama.

El brillante oro de sus ojos fue apagándose hasta volver a su color ónix natural. Sin embargo, estaba lejos de estar calmado, sus respiraciones eran erráticas y superficiales, mientras que su corazón más que latir, se retorcía con crueldad causando dolorosas punzadas en su pecho.

—Tal vez no lo hayas notado machote, pero tengo los mejores reflejos de todo el oeste. —Se aduló a si mismo Jimin tras liberarlo al fin.

Yoongi se dejó caer contra el cuerpo de Jimin contrayendo al fin sus garras. No había tenido una pesadilla como esa en años, lo que le hizo creer que jamás iban a regresar, pero al parecer, las recientes noticias sobre la presencia de los omegas ocasionaron que todo lo oscuro de su pasado se removiera y se deslizara hacia la superficie.

Jimin lo envolvió entre sus brazos, ejerciendo la presión necesaria para que Yoongi pudiera sentir su calor conciliador brindarle la seguridad que necesitaba en medio de tanto caos.

—¿Qué pasó? ¿qué estabas soñando? —preguntó tras unos prudentes minutos en silencio.

—No fue un sueño como tal, fue un recuerdo. El recuerdo de cuando fue atacada por los lobos traidores, el día en que mi madre murió para salvarme. Todavía era joven cuando dejé de soñar con ello, cuando las pesadillas dejaron de atormentarme cada vez que cerraba los ojos. He olvidado como se sentía el miedo frío y crudo después de despertar.

Reticente a dejar el abrigo del cuerpo de Jimin, Yoongi se despegó de él lo justo y necesario para verlo a los ojos, no había olvidado que casi lo daña.

—¿Tú estás bien?

—Como dije, tú no lo viste, pero mis reflejos fueron geniales. Apenas abriste los ojos clavé tus muñecas a la cama. Supuse que intentarías dar zarpazos al aire, así que fue lo primero que atiné a hacer.

—Eso no fue lo que pregunté, pero voy a tomarlo como que estás bien.

—¡Ey! Dame algo de crédito, ni siquiera huyendo de mi madre cuando era la hora del baño fui tan rápido —reprochó entre risas Jimin, aliviado de que su machote estuviera mejor.

Las risas cesaron y Jimin aprovechó para treparse sobre Yoongi y envolverlo con todo su cuerpo.

—Todo va a estar bien —aseveró teniéndolo cara a cara, con sus narices rozándose y sus alientos mezclándose—, estás aquí conmigo. No habrá más pesadillas esta noche ni ninguna otra machote. No voy a dejarte.

La firmeza y lealtad que demostró Jimin, hizo estragos en su ser. Cada jodido vello de su cuerpo se erizó y su pecho se llenó de un apabullante sentimiento, y sin miramientos, capturó sus labios en un beso abrasador, transmitiéndole todo a Jimin todo lo que sentía en esos momentos.

Sus manos recorrieron desde las mejillas del zorro hasta su nuca, en donde depositó pequeños masajes con las yemas de sus dedos, haciendo que Jimin gimiera gustoso por ellas. Él no pensó que era un amante exigente hasta que comenzó a explorar esos terrenos con Yoongi.

Él podría tener su carácter y todo, pero en la cama le gustaba ser consentido y mimado. Yoongi le proporcionaba placer infinito en todos los sentidos de la palabra, y aunque nunca lo dijeron explícitamente, ambos sabían que todo era mutuo.

—Lo sé, sé que estarás ahí, aunque te pidiera que te marches —reconoció el alfa con voz grave y estrangulada por las exquisitas atenciones sobre su persona.

—Sí, ni siquiera se te ocurra pensar en apartarme, porque créeme, si es así, esos omegas serán la menor de tus preocupaciones. —Le advirtió mordisqueando la piel de su cuello—. Tú de verdad no quieres conocerme enojado.

Yoongi bufó, incluso sin saber a lo que podrían enfrentarse, Jimin estaba muy seguro de poder con todo y con todos, y no sabía si era la demencia o la misma seguridad hablando por él.

—Es curioso el cómo esas nociones coinciden. —Le susurró Jimin con una risa airosa, vaya, al parecer había expresado sus pensamientos en voz alta—. Ahora ¿vamos a seguir hablando o vamos a hacer un buen uso de nuestro tiempo aquí despiertos? —Curioseó con sus ojos reluciendo como faros en la oscuridad. En un rápido movimiento, Yoongi lo dejó bajo suyo—. ¿Quieres saber algo? La vista que tengo ahora hace que el que me caigas mal, pase a un segundo plano totalmente alejado de mi cabeza —continuó repasando la inmaculada y desnuda figura de su alfa con ojos y manos.

—Así que te caiga mal ¿eh? Parece ser que es lo único que tenemos en común —dijo Yoongi llenando la piel de besos, caricias y mordidas.

—¡Terrible! Es decir, imagínate, tenerle ganas a alguien que te cae mal —respondió Jimin rodeando sus caderas con sus piernas.

—Sí... se terminó la charla. —Yoongi acabó con el juego previo al arremeter contra la boca de su mate.

Sus bocas se movían lento, pero con pasión, ellos no necesitaban apurarse, necesitaban sentirse, Yoongi lo necesitaba, aunque no lo dijera en voz alta.

Necesitaba saber que Jimin estaba ahí, dispuesto a anclarlo a la tierra cuando parecía querer perderse, necesitaba saber que lo tendría aun en el peor de los momentos, y lo magnífico de eso, era que Jimin lo sabía, lo presentía y sentía en cada molécula de su cuerpo, en cada beso, en cada caricia, y en cada roce con el cuerpo ajeno.

Jimin sabía que se había convertido en lo más importante en el mundo de Yoongi, por lo que no dudaría en mostrarle nunca que todo lo que decía y hacía tenía peso.

No obstante, no acabaron en una de sus frecuentes sesiones de sexo ardiente, sino que terminaron acurrucados bajo las mantas en su forma semi animal. Yoongi encontraba tranquilidad en el suave y aromático pelaje de Jimin y en los rítmicos latidos de su corazón.

—Cuando saqué mis garras, no te lastimé ¿cierto?

—No, no pasó nada. Y si hubiera sido así ¿qué? ¿quieres que te eche de la casa? —inquirió arqueando una de sus cejas—. Habría sido un accidente, no estabas en control de tus sentidos. Pasaste una mala noche, es normal que hayas reaccionado como lo hiciste. —Jimin cepillaba el cabello de Yoongi, el cual se hallaba de un tono negro noche debido al cambio.

Yoongi se dejó llevar y se acurrucó contra Jimin, sintiendo como las caricias lo adormecían, el sueño estaba de regreso, pero al contrario de lo que imaginó, no temió entregarse a él puesto que se sentía reconfortado y cuidado como nunca antes, y eso le brindó la paz que necesitaba para no volver a tener pesadillas.

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