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Capítulo 6:

Calor, un cálido calor lo envolvía como una capa protectora. Le gustaba, su mente adormecida y su cuerpo aceptaban de buena gana esa calidez que jamás había sentido antes.

Ronroneó acercándose más a lo que fuera que estuviera proporcionándole tal indescriptible sensación hasta que su nariz recta y con un pequeño botón al final chocó con algo duro y suave a la vez. Piña y coco ¿no era ese el aroma que había olisqueado anteriormente? Por lo intenso del aroma, aun en la nebulosa del sueño, el pequeño zorro supuso que esa era la fuente, el origen de tan encantador olor.

La imagen de su mamá compartiendo con él una jugosa piña asomó eventualmente sus pensamientos, ese aroma le recordaba a ella, a hogar y frescos veranos en el prado.

¿Podría ser que el pensar constantemente en su mamá haría que su mente le jugase una mala pasada al traer ese aroma tan familiar a sus memorias? Y, en cuanto al coco, Jimin jamás imaginó que un aroma suave como ese fuera a encajar tan bien, pero lo hacía.

Con pereza, restregó su nariz en esa zona, olisqueando de arriba abajo hasta que encontró la parte en donde el aroma era más intenso. Le gustó tanto que allí se quedó un lapso prolongado de tiempo hasta que lentamente comenzó a caer en la realidad. Sus sentidos se agudizaron, y antes de que él abriera los ojos pudo ser consciente de que, a lo que estaba aferrado con tanto ahínco, era piel. Piel caliente, dulce, suave y dura.

*Pum-pum pum-pum* el lento y relajado latir de un corazón que claramente no era el suyo se filtró por sus oídos al igual que la cálida respiración que caía sobre la pie de su oreja. Sus ojos se cerraron con fuerza, ahora si que estaba siendo consciente de la situación en la que se encontraba.

Estaba entre los brazos de alguien, un alguien que no era Taehyung, ni SeokJin, ni Namjoon, ni mucho menos Hoseok. Con mucho cuidado, y lento, muy lento (como si eso fuese de ayuda en algo) abrió sus ojos poco a poco, encontrándose con un cuello pálido y tan dulce que se vio tentado a querer clavarle los dientes para saber si su sabor se asemejaba al aroma que despedía. Por supuesto, su parte más cuerda, aquella vocecita de la razón que esporádicamente aparecía, le gritaba que eso no era correcto, que debía alejar ese pensamiento por el bien de todos, al menos hasta saber de quien se trataba.

Con el mismo cuidado que tuvo para abrir los ojos, desenredó sus extremidades del cuerpo ajeno y levantó su cabeza junto a su mirada, encontrándose con algo que lo dejó claramente desconcertado. Una cabellera rubia, suave y lisa a la vista estaba regada en la almohada, y un rostro masculino, pero con rasgos suaves se halló frente suyo.

—Por una jodida mierda. —masculló intercalando miradas que iban desde Yoongi a todo su entorno, había invadido la guarida del lobo alfa.

En un momento, de reflexión puro y duro, Jimin entendió que su escaso (nulo) sentido de supervivencia debía estar seriamente dañado, o defectuoso de nacimiento.

—Que curioso, es lo mismo que llevo pensando desde anoche. —Okey, Yoongi estaba despierto, seguramente esperando el momento adecuado para convertirlo en la principal decoración de su casa.

Sus ojos negros como el carbón se posaron en Jimin una vez que los abrió. Jimin tragó en seco al sentir la intensidad de esas orbes ónix. Como que él estaba un poquito muerto.

Aunque tal vez, si apelaba a su lado más sensible, podría salir ileso de aquel encuentro. Sí, no tenía esperanza alguna.

—¡No me veas así! —reclamó con un matiz acusador, rompiendo la extraña conexión que se había formado entre ellos—. No sé qué hago aquí, anoche salí para buscar un lugar fresco donde anidar y...y... luego, este extraño olor a piña y a coco llegó... —Y de pronto, Jimin fue consciente de que no se acordaba nada más, no recordaba cómo demonios había acabado así—. ¡Y es tu culpa! Seguramente hiciste algo para que yo caiga aquí y puedas culparme por lo que sea que hubiese pasado —acusó apuntándole con su dedo índice, no hallaba otra explicación lógica a todo eso.

—¿Qué? —preguntó desconcertado por lo que tenía que estar escuchando.

Las cejas de Yoongi se fruncieron a fondo, ni siquiera en sus más locas y delirantes fantasías habría tan siquiera imaginado en querer tener a ese mequetrefe en su cama o en alguna parte de su casa.

—¡Admítelo! ¡Tú me trajiste hasta aquí con alguno de tus trucos de lobo! ¡Desde un principio no me querías aquí, es lo más lógico pensar que harías cualquier cosa para atraparme y deshacerte de mi como si no fuera na...! ¡Aaaaah! —chilló al ser completamente tumbado sobre la cama.

Yoongi lo tenía acorralado completamente contra su cuerpo y el colchón, sus ojos antes negros tenían ahora un peligroso brillo dorado, amenazantes y hermosos a la vez.

Jimin por su parte, tuvo que hacer un enorme esfuerzo mental y físico para no recorrer aquel cuerpo macizo sobre el suyo y naufragar en el con su mirada. No, no era momento para ese tipo de cosas.

"Aunque estuviera tan caliente como el sol de verano" fue, sin embargo, el traicionero susurro de sus pensamientos. Bien ¿qué mas daba? Al demonio el instinto de supervivencia, si iba a morir ese día que al menos valiese la pena.

—Tienes razón. —Yoongi captó su atención sacándolo de la nebulosa cósmica en la que se había metido al estar frente a su lechoso y bien trabajado torso. Una sonrisa peligrosa surcaba el rostro del alfa—. Todo fue un plan para deshacerme de ti. Pensaba ser lento y cuidadoso, pero el que me hayas descubierto hace que deba cambiar mis planes y terminarlo todo más rápido.

Jimin tragó saliva y cerró sus ojos cuando Yoongi comenzó a acercarse cada vez más mostrando sus filosos colmillos desgarra carne. Iba a morir, ese lugar iba a ser su lecho de muerte y nadie iba a saberlo, probablemente Yoongi escondería toda evidencia con su delicioso aroma, tal vez no, tal vez utilizaría su piel de zorro para limpiarse los zapatos o quizás utilizaría su cabeza para colocarla sobre la chimenea que seguramente tenía en su sala o quizá...

Algo rasposo, cálido y húmedo impactó y recorrió de abajo hacia arriba por su mejilla sacándolo de sus trágicos pensamientos. Sus ojos volvieron a abrirse desorbitados cuando identificó lo que era.

—Estás de suerte, hoy no será el día. Deberías estar agradecido, no suelo ser tan indulgente. —Con lo que tenía que decir ya dicho, dejó a Jimin solo, estupefacto y despatarrado en su cama y con una de sus mejillas embarrada de saliva mientras que él se iba a su cocina por algo que de verdad pudiera comer.

A penas la puerta se cerró del todo Jimin realmente hizo un berrinche, un escándalo tan grande como él mismo. Ese lobo de pacotilla se las iba a pagar por haberlo asustado de tal forma.

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