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🝠🝭 CAPÍTULO OO3 ...

A SAVITAR FANFICTION

❛ First it hurts,
then it changes you ❜

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—¿QUE LE OCURRIÓ? —CUESTIONÓ CON FALSA PREOCUPACIÓN LA VELOCISTA, al ver a uno de sus objetivos con un brazo completamente negro.

   Casi parecía estarse convirtiendo en Venom. Era asqueroso.

—No finjas que te importa —masculló West.

—Iris, Iris, siempre tan ingrata.

—Fue Clive —informó Cisco, tratando de evitar discusión alguna entre ambas chicas.

—¿El meta-humano?

—Si.

—Estarás bien —escuchó como Barry aseguraba a su novia.

Ayra no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa, segura de que aquello no sería así por mucho tiempo.

—¿Y que han hecho para evitar la propagación de... de esa cosa? —señaló el brazo de la morena.

—No sabemos cómo detenerlo —habló una nerviosa Caitlin.

—Ideas en un minuto —murmuró la pelinegra, sabiendo que no podía dejar a Iris morir—. ¿Qué ocurre cuando metes una banana al congelador?

Todos miraron a Caitlin, comprendiendo a que era lo que se refería la pelinegra.

—Debes hacerlo —dijo Barry rogando.

—No... no puedo —se negó la castaña.

—El tiempo corre —murmuró Ayra.

—Confió en ti —le dijo la morena a Caitlin.

   Tras mostrase indecisa por unos cuantos segundos, la castaña retiró su collar el cual impedía en uso de sus poderes, y posicionó sus manos sobre el brazo de la morena comenzando a enviar un flujo continuó de frío para así detener la descomposición del tejido.

—Funcionó —murmuró alguien.

—Gracias a Dios —susurró Joe West.

—Bueno, lo hiciste —comentó a modo de felicitación con una sonrisa la pelinegra—. Debo decir que esa cosa se ve asquerosa.

—Puedes callarte, Queen —gruñó Iris.

—Que insoportable estás hoy Iris. Mucho más insoportable de lo usual —blanqueó los ojos Ayra—. En fin, me voy. Espero que no se te caiga el brazo —se burló.

   Barry le dió una mirada de reproche que la pelinegra ignoró siguiendo con su camino fuera del lugar. El castaño se disculpó con su novia y salió tras su mejor amiga.

—Ayra.

—Lo siento si. Solo intentaba aligerar el tenso ambiente —mintió ella.

—Lo sé —aseguró el velocista—. Pero trata de dejar de provocar a Iris.

—Mira, no voy a dejar de ser yo solo porque noviecita es una malhumorada —blanqueó los ojos—. Ahora, debo irme.

—¿A dónde vas? —cuestionó Barry deteniéndola de la mano.

   Ayra tuvo que retener las ganas de hacer una mueca de asco al sentir el tacto del forense sobre su mano.

—Tengo una cita.

—¿Una cita? —repitió él frunciendo el ceño.

—Si —asintió cansada—. ¿Estás quedando sordo con los gritos de West o qué?

   El velocista le dio una mala mirada.

—Dios hoy todos están de mal humor —bufó ella, alejándose por el pasillo.

   Por suerte esta vez el castaño no le volvió a seguir y en cuanto la pelinegra entró al ascensor no dudó en pasar repetidamente su mano por la tela de su pantalón. Le parecía simplemente asqueroso el toque de cualquier miembro de ese equipo.

   Savitar por otra parte, en la speed force veía una y otra vez su peor pesadilla. Porque a pesar de ser un Dios, el estar ligado a la fuerza cósmica ya le hacía sufrir las misma consecuencias que a un velocista normal.

  ¿Cuál era su tortura? Ver morir una y otra vez a lo más valioso que tenía en su vida. A ella, su pelinegra, a su Diosa. Y era simplemente torturoso cada vez que veía la imagen repetirse frente a sus ojos. Por suerte el velocista tenía una mente fuerte y seguía manteniendo en claro que aquello era netamente una imagen ficticia, y que Ayra le estaba esperando en el exterior mientras mantenía a cabo el plan para sacarle de ahí.

   Él aún recordaba el día en que se habían conocido como Dioses por lo menos. En esos entonces Ayra ya se había autoproclamado Diosa, la primera Diosa de la velocidad, pero Savitar no tenía idea de ello, por lo que cuando comenzó a correr el rumor de él siendo un Dios de la velocidad en el principio de los tiempos, se encontró con la sorpresa de que la humanidad lo proclamó como la pareja de Hadres, la Diosa velocista.

|Flashback|

   Un día realizando un viaje en el tiempo, el velocista fue empujado de la brecha en la que se encontraba viajando y él y la persona desconocida cayeron en lo que parecía ser un bosque de mala muerte. Confundido se puso de pie, aún dentro de aquel traje y la vió, la vió a ella de pie frente a él, observándole con el ceño fruncido en clara molestia y curiosidad. Ante aquella imagen una inevitable sonrisa se le formó en los labios al ojiverde.

—¿Quién demonios eres tú? ¿Y por qué demonios te haces llamar Dios de la velocidad? —Ayra cuestionó directamente acercándose de forma amenazante.

   Savitar no respondió, sólo se quedó ahí de pie, mirándola de forma minuciosa.

—Para tu información llegas tarde —ella le dio cara formando un falso y burlesco puchero—. Yo soy la Diosa de la velocidad. Yo soy la primera.

—Eso me han dicho —respondió el de traje metálico.

—Muéstrame tu rostro —exigió ella—. Y arrodíllate ante mi.

   Savitar sonrió divertido, pero claro que ella no podía ver eso. Por lo que se arrodilló frente a la pelinegra, y su traje comenzó a abrirse dejándole el paso a salir de la ostentosa armadura, cosa que él hizo lentamente.

—Hola, bee —saludó él con una sonrisa ladina.

Ayra no pudo retener su sorpresa, sin siquiera recaer principalmente en la cicatriz de aún lado derecho en el rostro del castaño. Savitar pudo ver la electricidad color lila correr en los ojos de la pelinegra, pero no logró ver cómo ella se echó a correr contra él hasta que la vió saltar sobre si propinándole un puñetazo en el rostro.

—¿Quién mierda te crees para aparecer aquí? —le cuestionó Ayra haciendo una llave en el cuello del que ella creía era su ex mejor amigo.

—Primero que nada, tu me trajiste aquí—habló dificultosamente Savitar, debido al golpe—. Segundos.., yo... no soy Barry.

—Muy gracioso, Allen —masculló la velocista, presionando más su agarre en el cuello del velocista.

—Mi nombre es Savitar.

—No seas idiota, Barry —gruñó ella con molestia.

Eso fue suficiente para el velocista tomará el brazo de la pelinegra y le diera una vuelta por el aire azotando el cuerpo de Ayra contra la tierra, liberando polvo con el impacto.

—No soy Barry Allen —masculló Savitar.

Sin embargo Ayra de un saltó se puso de pie y concentrando la electricidad en una de sus manos lanzó un puño al pecho de velocista logrando hacerle retroceder, y luego de un salto envolvió sus piernas alrededor del cuello del castaño dando una vuelta para tumbarlo en el suelo. Por último se sentó sobre el abdomen de él, con una pierna apoyada a cada lado, tomó con su mano izquierda del cabello del castaño pegándolo más al suelo y con su mano libre sacó una daga de su bota para pegarla al cuello del castaño.

—Esto es un poco excitante —comentó con tranquilidad Savitar.

Ayra gruñó con más aún molestia y presionó más la daga sobre la piel de él, sin llegar a hacer corte alguno.

—Escúchame muy bien idiota —habló con voz firme—. Vas a decirme ya mismo que demonios estás haciendo y que tienes en mente si no quieres que te mate aquí mismo.

—No serías capaz. La Ayra que yo conozco nunca mataría a alguien.

—Querido, esa Ayra murió hace mucho tiempo. Exactamente en el momento en que le diste la espalda como un niño berrinchudo y mandaste a uno de tus perros falderos a echarla de los laboratorios —masculló la pelinegra.

La sonrisa de Savitar se borró. Barry Allen y su equipo habían enviado lejos a Ayra. El recordaba bien haber visto cómo Ayra se rompía frente a Cisco cuando él le dijo que no podía seguir yendo a los laboratorios y como sin embargo la pelinegra lo había ocultado. Aquel equipo la había roto. Justo como lo habían echo con él.

—Barry Allen te rompió —murmuró finalmente el velocista.

—¿Por qué demonios habla de ti como si fueras otra persona? —cuestionó frunciendo el ceño—. Tu eres...

—No. Soy. Barry. Allen —remarcó cansado el castaño—. Mi nombre es Savitar y no soy nada parecido al imbécil ese.

—¿No? ¿Y entonces por qué luces, hablas, y recuerdas lo que él?

—Es una larga historia, Ayra —murmuró sintiendo una leve punzada en el pecho—. Si dejas de someterme y amenazar con matarme tal vez pueda contártela.

—Puedes olvidarte de ello. Ahora comienza a hablar, idiota.

Fueron unos largos minutos en donde Savitar explicaba su historia sin omisiones y explicaba todo. En cuanto terminó Ayra le observó directamente a los ojos dándose cuenta así de que él decía la verdad. Suspirando retiró la daga del cuello de Savitar y se puso de pie para luego tenderle una mano al hombre y ayudarle a ponerse de pie de igual forma.

—Entonces... ¿Savitar no?

—Si.

—Extraño —murmuró Ayra, agitando la cabeza.

El castaño sonrió.

—Entonces, dime, ¿Qué buscas convirtiéndote en el segundo Dios de la velocidad? —le preguntó cruzada de brazos.

—Lo mismo que tú —le sonrió de lado—. Venganza.

—¿Y que te hace creer que quiero venganza?

—Te conozco Ayra. Y sueles ser muy vengativa.

La velocista rió con clara gracia e ironía en su timbre.

—Déjame corregirte, estúpido "Dios" —lo señaló—. Me conocías, ahora soy muy distinta a lo que solía ser.

—Entonces déjame conocerte —comentó él, acercándose de forma peligrosa a ella.

   La velocista alzó una ceja y le observó con aburrimiento.

—No intentes coquetear conmigo, chico nuevo. No me interesas para nada —se encogió de hombros mientras volvía a guardar la daga en el interior de su bota—. Ahora, muéstrame lo que sabes hacer y lo que tienes en mente.





















BUENO
particularmente considero qué
tal vez no es el mejor capítulo
hasta ahora, pero, me agradó la
forma en que se conocieron Sav y Ayra.

editado: 10/07/2022



─𝙨𝙥𝙞𝙙𝙚𝙮𝙜𝙡𝙤𝙬

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