Capítulo 00:00

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Tal y como recordaba.

Esos ojos... Aquellas hermosas perlas color azul cielo que brillaban con el reflejo de una estrella sobre el mar, eran un pequeño universo dentro de tan vacíos orbes malvados.

En realidad, a pesar de ser tan hermosos, también eran aterradores. Estando siempre ahí, mirándolo y siguiéndolo, atentos a cada uno de los movimientos que hacía, por más mínimo que fuera. Exigiendo su constante atención.

Sí, eran aterradores. Pero más escalofriante, era a las personitas a quienes pertenecían.

Estando ahí, con su cuerpo inmóvil y solo contemplándole como si fuera su mundo entero, y en su momento, Hoseok también lo pensó así... Pero ya no.

De cierta forma, agradecía que en ese instante se encontraran de aquella forma, atrapados dentro de aquellos cuerpos de muñecos sin vida.

Pero él lo sabía mejor, en realidad no es que no tuvieran vida solo... Estaban atrapados, sellados o enjaulados. Como sea, ellos no se podían mover. Aunque eso no significaba que no pudieran escucharle y entenderle, porque aquellos hermanos lo hacían.

Y la historia de estos dos era tan triste y hasta un punto dolorosa. Si algo lamentaba Hoseok, era que tampoco pudo ser aquel dueño que ellos necesitaban y anhelaban tan desesperadamente. No los podía amar como ellos querían y necesitaban.

Estar con ellos estaba simplemente... Mal.

Su forma de amar también estaba mal, era retorcido, obsesivo, controlador y tóxico. Pero en realidad una parte de él los comprendía. Él estaría igual luego de haber vivido lo mismo que ellos.

Hoseok observó la hora y con un suspiro decidió que no iba a esperar a que fueran las 00:00 hrs, realmente no tenía la fuerza para enfrentarlos en aquella forma.

Incluso estar ahí presente, en aquella gran habitación abarrotada de otros objetos viejos e inanimados era un gran paso siendo todo el tiempo que había huido de ellos.

Teniendo miedo de hacerles frente.

—Minnie, Vante... —comenzó parándose frente a las pequeñas figuras de porcelana que reposaban sentadas sobre un desgastado baúl con sus manos unidas—. Sé que hace un buen tiempo que no he venido a verles. Creo que ustedes se han percatado ya el porqué, pero lo diré de todas formas. Encontré una pareja.

Aquellos hermosos pares azul cielo le contemplaron en silencio, atormentándolo.

—Sé que la forma en que les estoy enfrentado es la de un cobarde, pero no puedo —se lamentó—. Realmente les amé, chicos... Pero... —suspira—. Simplemente no pude con su forma de amar. Entiendo que estén enojados, les prometí amarlos siempre y protegerlos, juré ser su único y perfecto dueño... Promesas que no podré cumplir.

Casi podía sentir las voces de ambos dentro de su cabeza, reclamándole.

Lo prometiste.

Gritaban los ojos de ambos y Hoseok no pudo mantenerles la mirada.

—Lo lamento, en verdad—repitió con su garganta seca y hasta algo rasposa—. No tienen que preocuparse de su hogar, tal y como prometí, nunca derribaré esta tienda. No espero que me perdonen, pero si un día que me comprendan... Adiós.

Con esas palabras, Hoseok bajó las escaleras sabiendo que nunca más los volvería a ver otra vez.

El reloj sonó y aquella musiquita de caja musical no apareció.

00:01 hrs, el reloj se detuvo y el cambio no sucedió.

Hoseok suspiro con alivio y salió de aquella tienda para ir a su casa, a su hogar con su amada y su hijo neonato.

Una parte de su corazón, estaba con cierto pesar por haberles abandonado y defraudado, pero él no era el elegido.

Pero tenía la esperanza de que algún día, ese par inusual de chicos que no había visto más que el dolor y la decepción en su larga vida, encontrarían a aquel especial, como él hizo con su amada.


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