Capítulo 18 - Syria

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La situación ha estado más tranquila desde que su padre ha puesto el hechizo de protección bajo todo su círculo. Hasta se anima a decir que está llevando una vida normal: asiste a clases, tiene un trabajo de medio tiempo, sale con amigas los fines de semana. Su madre, claro, tendría una visión diferente respecto a su nuevo estilo de vida en la ciudad, si la viera ya estaría prendiendo velas y llamando a un pastor para exorcisarla. Por fortuna, su madre no está allí y, aunque extraña a su familia, está feliz. Como deidad, como Qebehut, está fascinada con su nueva vida. Cree que es una de las mejores reencarnaciones que ha tenido.

—Syria. ¿Syria me estás escuchando? —llama Olivia. Syria está perdida en sus pensamientos, sin prestar atención a que está sonriéndole a una pared repleta de fotos de personas muertas— ¡Syria!

La detective resopla, dándose por vencida. Toma sus bolsos, su abrigo y le habla nuevamente antes de cerrar la puerta de la oficina de un portazo. Syria se despierta ante el ruido y se da cuenta que está sola. Se levanta rápido y abre la puerta.

—¿A dónde vas? —llama a Olivia, sin entender por qué se va. Olivia se da la vuelta y sacude la cabeza con indulgencia.

—Ya terminamos por hoy. Vete a casa.

—¿Nos veremos después, verdad? ¿Vendrás? —pregunta, casi suplicando. Olivia le dice que hará lo posible y se marcha.

Syria está emocionada, tanto que siente su propia energía y buena vibra fluir por sus venas. Es su cumpleaños y va a celebrarlo en el Aoiya, el bar karaoke de la diosa japonesa de la felicidad. ¿Qué mejor que ese bar para celebrar? Además, gracias a su padre, ha podido hacerlo temático: El Antiguo Egipto.

Suelta un grito de emoción y va por sus cosas para alistarse para su cumpleaños, pero antes se detiene en la oficina de Seth. Si bien trabaja cerca de ella, hace semanas que no lo ha visto. La mayor parte del tiempo está fuera o encerrado en su oficina. Suspira, ¿cómo demonios va a conquistarlo si el hombre es un puto ermitaño?

No se molesta en golpear la puerta, así evita una respuesta negativa de su parte, y entra en la oficina de Seth. Quien está con el celular en sus manos. Syria sospecha que por la concentración en su rostro, solo está mirando algún video en youtube. Seth levanta la vista solo un segundo y vuelve a su celular.

Ella camina a su escritorio y se sube a un costado. Seth respira hondo y deja el celular sobre la mesa. A su vez, se reclina sobre su silla y mira a Syria de manera asesina. Syria da un rápido vistazo a la pantalla del celular sobre el escritorio y ve a tres mujeres teniendo relaciones, de vez en cuando mirando a la cámara de manera provocativa. Al instante, siente su sangre subirsele al rostro.

—Estaba pensando... Hoy es mi cumpleaños. Voy a festejarlo en el Aoiya. Podrías venir.

—¿A una fiesta infantil? No lo creo —dice, tratando de ofenderla. A otra persona de seguro le diría atrocidades e incluso se violentaría por interrumpirlo. Pero Syria se está dando cuenta que Seth tiene un poco más de delicadeza con ella. Un poco.

—No soy una niña. Además, no serán todos de mi edad. Vendrán amigos de Zion, vendrá Olivia e incluso algunas personas de aquí. Te vendría bien un poco de aire, sabes. Ya comienzo a preocuparme de que te convertirás en un hikikomori. —Seth la mira sin entender—. Es un término japonés que se utiliza para ...

—¿Es que acaso no te callas nunca? —dice Seth, perdiendo la paciencia. La empuja de su escritorio y va llevándola hacia la salida. Syria no deja de hablar.

—Al menos dime que lo pensarás —dice una vez fuera de la oficina. Seth le cierra la puerta en la cara.

* * *

La fiesta es tal cual Syria soñó. Todo el bar está decorado en dorado, hay estatuillas de piramides, hay meceras vestidas de odaliscas, las mujeres llevan diademas simulando oro y los hombres nemes blancos en la cabeza. Incluso hay una estatua gigante de su propia deidad: una mujer con cabeza de serpiente, llevando un jarrón de agua, rodeada de copas de champagne. El ambiente es perfecto, la música es ideal, los invitados parecen divertirse.

Alguien toca su hombro. Es Zion, esbozando una gran sonrisa y esperándola con los brazos abiertos. Ella contesta el gesto y se aferra a su padre. No solo lo quiere por ser su padre, sino también porque Zion, su reencarnación, es la persona más hermosa que ha conocido. No por lo físico, aunque debe reconocer que es muy hermoso físicamente, sino por su personalidad.

—Estás tan contenta que no necesito usar mis poderes para sentirlo —dice en su oído. Le da un beso en su cabeza y se aleja un poco, mirándola de arriba hacia bajo—. Si la diosa Hathor te viera ahora estaría furiosa de la envidia —comenta, refiriéndose a su vestido—. Aunque, ¿no es muy escotado?

—Ay por favor, no empieces, papá...

—¿Papá? —interrumpe Emilia, su mejor amiga, mirando a Zion con mucho interés.

—En broma, claro —se excuza Syria—. No es que Zion sea mi papá, claro que no. Es decir, no dan los tiempos. Imagínate. No pudo haberme tenido a los siete años —ríe nerviosa.

—Emilia —se presenta su amiga, guiñándole un ojo a Zion. Zion mira a Syria por ayuda.

—Genial, ustedes dos vayan por allí, hay bebidas —dice, sin entender las miradas de su padre. Zion suspira y acepta su destino, acompañando a la joven amiga de su hija hacia la barra de tragos, perdiéndose entre la multitud. Al darse la vuelta, Syria de encuentra con Cassiel—. Ah. Así que viniste.

Syria se había hecho a la idea de que el demonio no iría a su fiesta. Desde hacía semanas que Cassiel la evitaba y llegó un momento en que decidió dejar de hostigarlo con sus preguntas. No sabía qué había hecho mal para ganarse su indiferencia, cuando justo comenzaban a llevarse muy bien. Su presencia la sorprendía, mas en el fondo se sentía feliz por ello. Le agradaba Cass.

—Te ves... —no puede terminar de hablar, las palabras se le atoran en la garganta y toce.

—Gracias, supongo. ¿Y... cómo has estado? —pregunta, sonriendo, acercándose más a él. Lo ha extrañado, aunque, claro, no va a decírselo.

—Bien —contesta, desviando la mirada—. Vaya fiesta.

—Cortecía de mi padre. —Syria busca a su padre con la mirada y lo ve con su amiga. Emilia le habla sin parar, inclinándose hacia él, tratando de seducirlo. Ahora se da cuenta su error al mandarlo con ella—. Ay no.

Cassiel sigue su mirada hasta Zion y se ríe.

—Estoy seguro que ni en miles de vidas se ha encontrado con alguien tan descarada como Emi. No va a parar hasta tenerlo, lo sabes, ¿no?

Syria sacude la cabeza.

—Nah. No tiene chance. Creo que mi padre tiene su mirada en otro lado, aunque todavía no se permite reconocerlo. —Syria se queda mirando a Cassiel por unos segundos y lo abraza. Su cumpleaños la está haciendo emocional, más de lo normal—. Me alegra que estés aquí. Eres un maldito demonio loco y bipolar.

Las manos de Cass rozan la piel descubierta de su espalda, dándole cosquillas. También, su cuerpo huele bien y se siente bien, fuerte, sus brazos firmes. Y piensa que le encantaría, algún día, hacer una apuesta entre sus verdaderas naturalezas, para ver quién es el más fuerte. Aunque, tiene la confianza de que puede darle una buena golpiza por lejos.

La fiesta continúa, Syria siente que todo es un éxito. Mas no puede dejar de pensar que algo falta. Mientras baila y disfruta, no puede evitar detener su mirada en la entrada del bar o escanear entre la multitud. En busca del hombre que Yue predijo que sería su verdadero amor.

—¿Estás bien? —pregunta Cassiel, acercándose a ella en la barra—. Por un instante te vi muy pensativa.

—No te preocupes por mí. Puedes volver a tu harén. —Syria nota que un grupo de chicas los miran. ¿Cómo hace para tener un séquito de mujeres en cada lado? No tiene sentido para ella—. Se van a poner celosas sino, no sabes lo que son capaces de hacer las mujeres. No me gustaría tener que patearles el trasero el día de mi cumpleaños. Son mis invitadas, ya sabes. —Suspira, dejando de bromear— Y sí, quizás estoy pensativa.

—¿Puedo saber por qué? —insiste él, obviando a sus nuevas amigas—. No eres exactamente de las que piensan.

Syria se ríe.

—Esperaba ver a alguien esta noche. Creo que no vendrá. Tenía la mínima esperanza de que le importara aunque sea un poquito. —Cassiel no contesta, esperando a que ella continue.— Lo vi antes de la fiesta, estaba viendo a sus novias por video. Haciendo ya sabes qué. Supongo que debe estar en su casa ahora, muy ocupado. —Syria no quería imaginarlo, aunque era una tentación demasiado difícil de resistir—. Fue muy estúpido de mi parte pensar que le podría gustar alguien como yo. Deberías haber visto a esas tres mujeres.

—No tienes nada que envidiar a nadie —dice serio.

—Gracias. —Syria hace rodar sus ojos. Es lo mismo que le dijo su padre cuando ella tenía doce años y su mejor amigo la rechazó porque gustaba de la chica más popular y femenina de su grado.

—Lo digo en serio. Y quiero disculparme por mi comportamiento de estos días, soy un idiota. Esa es mi única excusa, la única verdad. —Cassiel se pasa una mano por el rostro y exhala, como preparándose—. Desde que vimos al dios Yue, me he sentido confundido. Siento cosas que hace miles de años no he sentido.

Syria lo mira con la boca abierta, Cassiel no es así.

—Wow. Eso es profundo viniendo de tí —dice Syria, poniendo su palma en la frente de su amigo. Cass la mira serio—. ¿Te sientes bien?

—Y todo es por tí.

—WOW.

Syria quita su mano como si la piel de Cassiel estuviera quemándola.

—Estoy jodido, bien jodido.

—Yo estoy jodida. ¿Cómo... cómo se supone que responda a eso? Ayúdame un poco, ¿quieres? No sé qué decir. ¿Debo decir algo? No vas a besarme, ¿verdad? Esto es tan raro.

Cassiel se arrepiente de haberlo dicho. El alcohol y otras sustancias lo deshiniben como si fuera un maldito humano.

—No tienes que decir nada. Yo también estoy tratando de llegar a términos con esto. Pero es así como me siento. Siento... simplemente siento, y es por tu causa. Supongo que lo supe desde que te vi y lo fui confirmando desde que comenzamos a conocernos, y luego Yue me hizo verlo, aceptarlo.

—Así que era eso.

—Sé que no te ocurre lo mismo y no pretendo nada de tu parte —comienza, pero Syria lo interrumpe.

—Necesito un poco de aire...

Sale del bar sintiéndose extraña, asombrada, anonadada, ¿invadida? ¿Quién era él para decir algo así justo en el día de su cumpleaños? ¿Acaso pensaba que sería igual que todas sus amiguitas y se lanzaría a sus brazos? ¿Además, qué era toda esa mierda del amor a primera vista? ¿Estaba tratando de hacerla otra de sus conquistas?

Grita para sí misma, odiando no haberse transformado y darle su merecido. No. No podía, tenía invitados humanos también. Aunque... podía volver a entrar y darle un puñetazo. Sí, eso haría.

Una mano en su hombro la detiene. Al mirar, su rostro se ilumina...

—Oh, por dios, estás aquí. Finalmente estás aquí.

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