⋆Capitulo 21⋆

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Amanda estaba llena de felicidad. Tumbada boca arriba sobre su cama. Reflexionó un poco sobre los últimos días. Apenas saliera el sol y todos estarían en el gran coliseo, en espera de la primera prueba. Por un instante tembló, aunque no lo decía, comenzaba a lamentar que los de primero no hubieran podido participar, pero por otra parte se sabía que, los horrores que albergaban en el mundo eran en su mayoría peligrosos. Pensando en todo y dándole vueltas y vueltas, terminó por quedarse dormida.

Por fin amaneció y era un día fresco, dorado de nubes. Amanda estaba sentada sobre su cama, aún estaba cobijada. Estaba rodeada de una satisfacción emocionante. Era como un halo de firmeza, experimentaba una felicidad perfecta, pues ese día era el primero de las tres pruebas de la Academia. Saltó de la cama y aventó su cobija, la cuál resbaló y cayó hasta el suelo. 

Apresurada abrió el placard para elegir una blusa violeta, era nueva, la había adquirido en los campos Elíseos y deseaba usarla aquel día. La blusa estaba adornada de un hermoso encaje. Aquel detalle fue lo que más le había gustado a la joven, que entusiasmada comenzó a vestirse.

Se miró por unos largos minutos en el espejo y se regaló una sonrisa. Se aventuró en la idea de que, todo ese día sería perfecto, así que alucinó que Yeun podría ser el ganador, después de todo, era su padre el entrenador de aquel hombre. Y luego, tan de pronto su mente fue invadida por la voz de Alexandra.

— Lo siento, estabas muy entretenida en tus pensamientos, pude darme cuenta, pero debemos apurarnos, recuerda que la primera prueba dará inicio en unas horas más y no olvides que debemos apoyar a Alistair de Sagitario y a Camelot de Piscis, ellos pertenecen a Hawsy y esa es nuestra casa  — dijo la joven con la misma emoción que su amiga.

— Por supuesto, Alex — respondió Amanda, aunque en el fondo su admiración y apoyo pertenecían a la casa Hawne.

— ¡Vamos! — Alex tiró del brazo de Mandy y la llevó jadeando fuera de la recámara. 

Las dos jóvenes, bajaron como un rayo. Todos en la academia apostaban los unos a los otros. La gran mayoría se dividía, en especial los miembros de cada casa. Un grupo de alrededor diez mujeres o más, apostaban de que sería la rubia, quién saldría victoriosa. Hasta la profesora Gala, que por lo general, era muy introvertida, estaba de fiesta con aquel grupo de bellas mujeres. No era en vano imaginar la expresión de triunfo de la profesora Gala, si ganaba Adrya. 

Era bien sabido que los mellizos eran extraños, pero ese día eran más de lo normal, cualquiera hubiese pensado que, el más preocupado debía ser Sebastián, pero era todo lo contrario. Seline no paraba de dar vueltas en un mismo lugar, lo repetía constantemente, parecía estar bajo el efecto de algún poder de aturdimiento, pues de repente sus acciones se volvían más anormales que las anteriores. 

Sebastián, por su parte ansiaba que, la carta que había enviado hubiera llegado a las manos de su tío, sin embargo no tenía respuesta alguna de la torre de la correspondencia. Intentó marchase y buscar. Y cuando estaba a punto de hacerlo...

Saga ya lo esperaba para arribar al coliseo — Debes apurarte, todos avanzan a tomar su lugar en el torneo. Con suerte, esperemos que sean eliminados lo antes posible y seas tú el ganador — dijo con la certeza de que, así sería.

Sebastián asintió y su hermana se detuvo de golpe, era como si la voz de quién era su padre, la hubiese despertado de un hechizo —. Seline — la llamó Saga —. Encárgate de buscar más información sobre criaturas mitológicas en los libros que has adquirido — ordenó.

Seline corrió hasta su habitación, por fortuna su compañera de cuarto, yacía en las gradas del gran coliseo. Recordaba que entre los libros que había comprado, los títulos más destacables eran: 

▬ La guarida del dragón, por Dracon Lenfire 

▬ Seres mitológicos y otras leyendas, por Artemisa 

▬ El poder del cosmo, por Fahn Yong 

▬ La caída de los dioses, por Zeus

▬ El secreto del Dios del cielo, por Héctor de Hidra 

▬ Las armaduras divinas, por Mackie de Minotauro

▬ Otros mundos más allá de la galaxia, por Fahn Yong 

▬ Cómo sonreír al mundo Libro De Motivación por Helga Jones

Entró apurada a través de la enorme puerta azabache. La joven intuyó que la valiosa información yacía en las páginas del libro de los seres mitológicos y otras leyendas. Buscó entre letras y letras y aunque le dolió en el alma arrancó una de las páginas, prefería cometer tal disparate que sufrir de nuevo una regañada por parte de su padre. 

Nuevamente salió apresurada de la habitación y buscó a su hermano, que siga conversando con Saga, ambos charlaban de la prueba a la que en unos momentos se sometería. 

Seline esperando no ser inoportuna, entregó a su hermano la hoja que había tenido que desojar de su libro. Lucia un enorme título y toda la información necesaria, Sebastián sonrió y leyó en silencio:

Hidra de Lerna

                    Es un antiguo y despiadado monstruo acuático ctónico con forma de serpiente (cuyo número de cabezas va desde tres, cinco o nueve hasta cien, e incluso diez mil) y aliento venenoso. La Hidra poseía la virtud de regenerar dos cabezas por cada una que perdía o le era amputada, y su guarida era el lago de Lerna en el golfo de la Argólida. Bajo sus aguas había una entrada al Inframundo que la Hidra guardaba.

Cuando hubo terminado de leer. Sebastián no se inmutó, aunque hubiese preferido enfrentar a un minotauro o centauro. Su padre Saga miró por encima de los hombros de su hijo para vislumbrar con detalle la información del Hidra. Le parecía absurdo,  que en eso, consistiera la primera prueba, pues el hombre rezaba a los dioses que su hijo enfrentará a Leviatan. 

Sin más, colocó su mano sobre el hombro de Sebastián y con la voz más fría de lo que llevaba su tiempo en la academia, prorrumpió: — Vencerás a la criatura y se que estarás en la segunda prueba. Eres el hijo del hombre que estuvo a punto de conquistar el santuario, así que por ende posees todas mis habilidades.

Sebastián suspiró, las palabras de su padre lo alentaban, sabía que su tío era experto en los mares y también que Kanon ya había enfrentado antes un Hidra, así que el consejo del hombre era aún más valioso que el de su padre, sin embargo ¿quién era él, para cuestionar a su padre respecto a su tío? Evadió el tema y se marchó junto a Saga, en la espera del combate. 

No muy lejos de la academia. Justo en el campo de entrenamiento. Alistair y su padre mantenían una conversación sobre la primera prueba —. No debo reprimirte en caso de que, no salgas victorioso, sin embargo tengo la certeza de que lo harás. Una criatura mitológica es feroz en batalla — dijo el caballero de sagitario, mientras observaba con indulgencia a su hijo — .Harás un buen trabajo.

Alistair sonrió y un aire helado pareció pegarle en el rostro. Movido por un súbito impulso se incorporó de inmediato del verde césped y miró repetida veces el coliseo que se engrandecía ante las miradas profanas de los mortales que por allí se paseaban. 

Aioros se incorporó al poco rato y junto a su hijo, también vislumbró el coliseo. De pronto comenzó a desprenderse de su listón rojo, aquel que presumía sobre su frente. Acto seguido lo obsequió a su hijo, que se emocionó de inmediato. Se colocó el listón para lucirlo como antes su padre había hecho. Además ahora más que nunca se sentía comprometido con el torneo, solo esperaba que después de la dura prueba, todo fuera más tranquilo. 

Alistair suplicaba por un ocio. Además ya añoraba volver a las clases de cosmo, pues aunque podía entrenar junto a su padre, anhelaba ya terminar su curso en la Academia y dadas las últimas actividades, aquel año pasaría en blanco para la gran mayoría, a excepción para los de primer año. 

Adrya estaba más confiada que los otros compañeros del torneo. Su padre el día anterior le había obsequiado "El Rosario de las ciento y ocho cuentas", que por años él había llevado consigo, por fortuna no había alzado la voz por haberse ido a pasear a los campos Elíseos. Aunque no dudaba que deseará hacerlo. 

Shaka y Aioria mantenían una charla muy seria acerca de las pruebas que, Adrya debía afrontar, pues aunque sabían que la joven era dotada en técnicas y ataques, sus compañeros podían llegar a ser más rudos en la competencia.

— ¿Estás lista para la primera prueba? — preguntó de nuevo Shaka de Virgo.

Adrya respondió con positivismo, su piel estaba igual de pálida que siempre y no parecía estar asustada.

— Bien, entonces si estamos todos de acuerdo, debemos ir directo al coliseo, en una hora más dará inicio la competencia — aclaró Aioria.

Los tres se encaminaron hasta el coliseo. En el camino se les unió Beth, quien dio un fuerte abrazo a su amiga y le deseó la mejor suerte posible. Al contrario de Adrya, Beth tenía miedo. Apretó sus labios y pidió que fuera lo que fuera, la criatura no hiciera el mínimo daño a su amiga.

Yeun y Seiya ya estaban esperando en el coliseo. El joven había tenido la fortuna de poder hablar con su padre por correspondencia y éste le había enviado el escudo de libra, un objeto imposible de destruir. Podía sentirse lo bastante confiado, aunque no subestimaba el poder de los seres mitológicos.

Por otro lado, Leta y Mackie entraron junto con sus alumnos, Camelot llegó montado en tan asombroso pegaso, por lo que causó un poco de envidia entre sus compañeros que prorrumpieron un quejido de enfado. 

Channing había perfeccionado el gran cuerno y lucia lo bastante fuerte, por lo que no existía duda alguna de que los entrenamientos habían rendido fruto. 

Sebastián observó detenidamente a su compañero Alistair. Aunque no lo decía le molestaba tanto verle con el listón rojo que llevaba, eso solo indicaba que era obvio, que llevaba una buena relación con su padre. Y aunque no era prudente su actitud, jamás perdonaría que el hombre se alzará de más, antes de iniciar la primera prueba. 

Sigilosamente se acercó al hombre y comenzó a burlarse: — Mi padre y yo hemos apostado, le dije que no durarías ni diez minutos en el torneo, pero él piensa que no durarás ni cinco.

Alistair frunció el entrecejo, pero no podía caer en las provocaciones del mellizo, así que sin más le dio la espalda y se alejó del hombre, quien lo destellaba de odio con su mirada.

Seline entró presurosa, por lo que casi tropezaba contra el caballero de Leo, quien la detuvo de inmediato y procuró que la chica pudiera continuar su andar con más cuidado. Adrya frunció el entrecejo, aunque Seline le agradaba, no iba a pasar por alto que Aioria de Leo fuese quien le tendiera la mano. Olvidándose del asunto del torneo, se acercó sigilosa al caballero y lo tomó fuerte del brazo, con la excusa de que comenzaba a sentirse aterrada por la prueba. 

Aprovechó tal dilema, para abrazar al caballero, qué hacia lo imposible por calmarla y Beth, que apoyaba a su amiga se unió al teatro que estaba armando. Shaka se apuró a tranquilizar a las dos jóvenes, que de inmediato se comportaron dignamente. 

Seline entregó a su hermano una carta sin que su padre se diera cuenta y luego salió lo más antes posible del recinto. Sebastián con la excusa de que, quería tomar un poco de aire fresco, salió de inmediato. 

Sobrino, Sebastián 

                    Me ha sorprendido que pudieras escribirme sin el permiso de tu padre. Me he enterado que has calificado en el torneo galáctico y te deseo la mejor de la suerte. Supuse que temías que una de las pruebas fuese en el mar o contra seres acuáticos. Pero para alguien como tú, no deberían representar problema alguno. Tuvimos un arduo entrenamiento, por lo que eres mitad Géminis mitad dragón marino en el caso de tu constelación. 

                    Puedes manejar perfectamente el mar con las técnicas que te he enseñado y con la daga de oro destruir el corazón del hidra. Estuve unos días en los campos Elíseos, procure no ser visto por nadie, y conseguí toda la información necesaria para tu prueba. Recuerda protegerte del veneno de hidra, ya que es letal, yo te recomendaría que una vez que lo mates, guardes un poco de el, tengo la certeza de que, podrá ayudarte para tu próxima prueba en el torneo. 

                    Sin más, espero verte pronto con la copa del torneo galáctico.

 Te desea suerte, tú tío Kanon.

Sebastián guardó la carta, algunas partes le habían resultado confusas, él no podía ser mitad Géminis y dragón marino, pues sabía por buena fuente, que su tío había hurtado la armadura de aquel caballero, además también estaba por enterado de, que su tío iba a pelear contra su padre por la armadura de Géminis. 

Dejó aquel tema de lado y buscó entre sus cosas un frasco, pues si su tío daba aquel consejo debía ser porque era lo bastante efectivo. De nuevo volvió al recinto y su padre lo esperaba ansioso. Pues, el director se encontraba dentro. 

Beth ya no estaba en el lugar, ya que, solo los campeones y sus maestros podían estar dentro de la carpa. Sebastián tomó lugar junto a su padre, quien le regaló una extraña mirada, un poco confusa, como si algo se sospechará. 

Sebastián intentó evadirla, pero sintió un respingo que lo inquieto. Solo esperaba que el director diera las indicaciones y comenzará la prueba y así fue, como si Frederick hubiera leído sus pensamientos habló: — En unos minutos más comenzará la primera prueba. Todos deben sentirse orgullosos de pertenecer al torneo, así que no intenten exigirse demasiado y menos reprocharse si no llegan a la segunda prueba. Deben ser conscientes de sus habilidades y de qué hoy por hoy, esto será solo una aventura más.

Los campeones por primera vez después de un largo tiempo. Estaban inmutados y lívidos, no prorrumpieron ni un solo movimiento y muchos menos alguna palabra.

— Ahora todos formen un círculo. Obtendrán un pequeño pedazo de pergamino de este casco, esto indicará el número en que entraran al coliseo. Por suma recomendación recuerden que el viento está helado, por lo que agua que rodea el coliseo ronda por los menos centígrados de diez. Sean precavidos con las habilidades que demostrarán en el campo. 

Cada indicación se volvía más severa que la anterior. Por lo que aunque no lo decían, los estudiantes ya deseaban no haberse inscrito al torneo. 

— La primera en obtener su número será usted señorita, Adrya — el director se dirigió a la joven, quien siguió las instrucciones y metió su mano esperando obtener el último número, sin embargo parecía, que sería la cuarta en entrar al coliseo. Observó a su padre detenidamente y el hombre colocó su mano sobre su hombro.

— Es su turno, Yeun — se volvió al joven, que resultó ser el primero en abrir el torneo. Seiya no se preocupó, por el contrario intentó no alarmar al joven, por lo que el destino había designado para él.

Saga frunció el entrecejo, ya que prefería que el beneficiado con aquel número hubiese sido su hijo.

— Su turno, Camelot — dijo el director, mientras observa con asombro el pegaso que se encontraba junto al estudiante, que sacó el número seis.

— Alistair, sea tan amable de elegir su número — pidió el director. Alisatir estaba consciente de que, cualquier número al final del día no tenía la mayor importancia. Sebastian y Saga estaban tan ocupados en ver cuál sería el destino del Sagitario que, por momentos ignoraron todo a su alrededor.

— Así que será el número cinco — dijo el director.

Pero, al sagitario parecía no importarle en lo absoluto.

 — Llegó su turno, Sebastián — pidió el director. Sebastián estaba muy agradecido con su número, pues el tres indicaba la casa de Géminis, por lo que se sentía más que apacible en salir a combatir en ese puesto.

— Channing serás el número dos en salir, te ha tocado también el número de tu casa — dijo el director y Channing asintió con gusto.

— En cuanto suene el cañón, saldrá Yeun de libra y así será sucesivamente — aclaró el director —. Les deseo la mejor de la suerte.

El cañón sonó y Yeun pasó saliva a través de su garganta. Temió salir, pero no podía rehusarse, en esos eternos minutos se jugaba su honor, el de su familia y sobre todo, el de su maestro. Así que, pese a que el miedo se apoderó de él, salió. 

Todo el coliseo estaba lleno y las ovaciones eran más aturdidas que cualquier otra cosa que antes se hubiese escuchado. Y allí estaba él hidra, una enorme criatura de una cabeza alargada por su cuello, media casi más de ocho metros de altura y era feroz, muy feroz. 

Las horas pasaban lentamente y cada vez era más constante el miedo, pero en cuanto sonó de nuevo el  cañón. Se sabía que Yeun, había logrado vencer al hidra y que Channing había dominado el gran cuerno como se había rumoreado en la Academia. 

Sebastián salió a paso decidido, gracias a los consejos de su padre y tío no le resultó difícil vencer al hidra y por suerte había logrado tomar algo de veneno, que pretendiendo no ser visto, guardó en un frasco oscuro.

Llegó el turno de Adrya en salir. La chica intentó anticipar su futuro, así que estuvo meditando durante el combate de sus compañeros, todo indicaba ser positivo para ella, así que salió confiada, el temor para la sorpresa de sus compañeros se había esfumado. La chica había salido victoriosa del enfrentamiento y eso alegró instantáneamente a las chicas de la casa Hexe, que dieron un brinco de su asiento. 

Cómo se indicó, Alistair salió a enfrentar al hidra. Sebastián estaba muy atento observando el combate de su compañero. Incluso se había rehusado a ir a la enfermería, pues estaba más interesado en ver al hombre enfrentar al Hidra.

Aiden gritaba fuerte desde su asiento, en su ovación lo acompañaba el profesor Chadwick, que parecía no querer perderle la pista ni por un segundo. De momentos sus gritos eran opacados por los constantes abucheos por parte de los alumnos de Hexe, quienes apoyaban al géminis.

La lucha había favorecido a Alistair, que con la flecha dorada había conseguido dar directo en el corazón del hidra. El movimiento fue tan ovacionado por todo el coliseo, que ahora los abucheos estaban hundidos. Tanto Sebastián como su padre destellaron un odio infinito.

Finalmente, Camelot hizo su aparición la cual fue la más ovacionada. Pues su entrada en un pegaso, provocó cierto asombro en las miradas de todos los estudiantes. — ¡Camelot! ¡Camelot! — gritaban sin cesar.

Tal júbilo no se había visto antes en la academia y cuando Camelot salió victorioso encima del pegaso, el colegio se hundió en gritos de felicidad. Todos alzaban sus estandartes por los aires y gritaban una y otra vez.

Los campeones fueron llevados a la enfermería por obligación del director. 

Allí fueron atendidos, por Misery de Camaleón, una mujer rubia de tez blanca de algunos sesenta años. Presumía ser diestra en el arte de las virtudes curanderas que habitan en el mundo. Parecía una ambulancia, pues salía y venia de la enfermería y atendía con rapidez a cada uno de los campeones, quienes ansiaban recibir su puntuación. 

El director entró enseguida acompañado de cada uno de los maestros de los campeones, quienes estaban aún más desesperados que los discípulos.

— Primero que nada, debo felicitarles campeones, todos lo han hecho muy bien, ahora les asignaré su calificación final, y recuerden que la decisión que el jurado ha tomado es inapelable y ha sido otorgada por todo el comité de la Academia, por lo que ha sido unánime — aclaró — .También tomen en cuenta que podrán recuperar puntos si logran pasar la siguiente prueba.

Todos acordaron estar de acuerdo, aunque no lo estuviesen del todo. El director mostró una pizarra que contenía la puntuación de cada uno:

▬ Camelot 96.7 

▬ Alistair 96. 5 

▬ Sebastián 93. 8

▬ Adrya 92.9

▬ Channing 92.7

▬ Yeun 92. 5

— El ganador de nuestra primera prueba es el, joven Camelot, por lo que contará con una ventaja sobre la siguiente prueba — indicó el director y Leta sonrió complacida, después de todo su estrategia de utilizar un pegaso había funcionado.

Saga frunció el entrecejo y no fue porque, Camelot hubiera ganado, sino por ver al hijo de Aioros en segunda posición. Tenía una puntuación, casi decente, no había duda que nadie dejaría de hablar del tiro blanco que había realizado en el torneo.

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