⋆Capitulo 27⋆

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Nunca antes había llegado una mañana así a la academia zodiacal. La mayoría de los estudiantes yacían en el gran comedor, charlaban acerca de la prueba que tendría lugar hasta las siguientes dos semanas. Además se rumoreaba que Saga de Géminis había llegado en compañía de Aioros de Sagitario a la academia, los dos tenían informes importantes que dar al director, quien jovialmente los esperaba en su oficina. 

— ¿Qué fue lo que sucedió en Grecia? — preguntó apacible el director, mientras observaba por el ventanal empañado los verdes campos del colegio.

— Los tontos del Consejo Estelar, pensaron que yo estaba detrás de tal acto — aclaró entre burlas Saga de Géminis, mientras se paseaba de un lado a otro.

Aioros posó sus ojos verdes en el caballero, que seguía moviéndose . — Director, me temo que exista una amenaza en el mundo. No es común recibir un ataque así, tan inesperado — comentó. — Y yo mismo custodie a Saga hasta el castillo, porque para serle franco, tengo la certeza de que no tiene lugar alguno en este hecho.

Saga tamborileó sobre el escritorio del director y encaró al castaño —. Yo sé, hacer cosas mejores, así que sólo por eso estás en lo cierto, no tengo absolutamente un papel fundamental, con lo que sucedió en Grecia.

— No lo dudo — aclaró Aioros —. Sin embargo me temo que debemos estar atentos ante cualquier ataque.

Saga comenzó a mofarse, incluso no podía evitar soltar una carcajada que fue escuchada por casi toda la academia. Sus ojos se tornaron a un rojo intenso, mientras que sus cabellos antes azules, comenzaron a pintarse grises.

Frederick levantó la vista y dio un golpe fuerte con su lanza — .No permitiré que vuelva a burlarse de lo que posiblemente es una amenaza. Ya que a todos nos concierne este asunto. 

— ¡No me alce la voz! — exclamó Saga — O seré yo, quien no le permita tan insolencia — gruñó.

Frederick se mantuvo apacible, evitó a toda costa una pelea sin cuartel, aunque en el fondo la actitud del caballero de Géminis fuese reprobatoria. Nunca antes el director se había salido tanto de sus casillas, presumió con correr al caballero de su oficina, sin embargo no lo hizo.

— Saga, deberías calmarte, la situación es insostenible, ahora nuestros hijos están en medio de un torneo y después de lo que Adrya de Virgo anticipó hace meses en la clase del profesor Chadwick, es probable que estemos en medio de una guerra nuevamente — afirmó Sagitario, intentado apaciguar el recinto.

— Si es muy probable...pero no cancelaremos las actividades, por supuestas teorías, no estamos conscientes de que sea una guerra, es más, por su tranquilidad yo mismo me haré cargo de todo, revisaré Grecia...

Frederick interrumpió de inmediato — No hace falta, el ministro encargado de los asuntos cósmicos trabaja en ello. Ahora lo más prudente es continuar con las actividades y no alarmar a los estudiantes, mucho menos debemos infundir el pánico en nuestro mundo. 

Esas fueron las últimas palabras que escucharon del director, pues pronto los dos Caballeros salieron de la sala de dirección.

— Aioros, no vuelvas a intentar ayudarme. Sabes bien que tenia todo bajo control, los estúpidos no tenían como inculparme de un crimen que no cometí — aclaró Saga con dejó de odio.

Aioros le regaló una sonrisa encantadora y lo miró a los ojos — Concuerdo que tenías todo bajo control, pero no estaba de más acompañarte en tan bochornosa situación, temía que esta vez optaran por encerrarte.

Saga frunció el entrecejo y apretó fuerte sus nudillos — Para encerrarme necesitarían traer a todos los Caballeros posibles a luchar contra mi, y aún así no conseguirían derrotarme — alarmó alzando la voz.

Aioros asintió — No te preocupes Saga, aún intenten capturarte, yo no pienso contribuir, aunque tú seas culpable ...

Saga se quedo inmutado, intentó no molestarse sin embargo lo hizo, aquellas palabras podían ser contraproducentes ante cualquier situación y por supuesto que no se iba a dejar guiar por la compasión o lo que fuera que eso fuese. Tomó aire y luego le dio la espalda a Aioros, sin más que decirle terminó por marcharse en busca de su hijo y Aioros imitó al Géminis, después de todo, era de suma importancia avisarle a Alistair, que todo marchaba igual que siempre.

Ya era un claro atardecer de Enero y el campo verde reflejaba las nubes del ocaso dorado. Uno de los pájaros que volaban por encima del castillo, emitió un triste sonido, o al menos era más triste que otras veces. 

Una oleada de estudiantes había decidido salir a los campos Elíseos, subían unos tras otro a los carruajes que con fortuna los llevarían a su destino. Georgie, Diana y Alexandra eran una de las muchas estudiantes que llevaban a cabo su avidez. 

Amanda y Aiden tuvieron que quedarse en el colegio, pues nuevamente habían sido citados por el profesor Chadwick, al igual que la vez anterior desconocían tal invitación, pero no podían negarse a ir. Recordaron que el profesor Chadwick los había hecho firmar un contrato de confidencialidad y compromiso, por lo que no podían negarse a asistir a ninguna de las pláticas que brindará tan extraño personaje. 

Entraron a la peculiar sala D y el profesor aún no estaba en el recinto. Supusieron qué tal vez se había encontrado algún estudiante prodigio y ahora mismo charlaba sobre su vida con éste y es que era muy común que, el profesor Chadwick pasará largas horas manteniendo una calurosa platica con aquellos estudiantes que consideraba valiosos en algún futuro. 

Adrya estaba sentada en sofá anaranjado, un libro de una cubierta oscuro estaba a su lado, permanecía cerrado. Adrya tenía las manos enlazadas. Les regaló una sonrisa y luego habló de pronto: — Es una pena que se hayan suspendido las clases. Se que hubiese sido buenos estudiantes en la clase de adivinación.

— Gracias — respondieron ambos jóvenes, que aunque no les agradaba la clase de adivinación, les hubiese gustado poder convivir con la joven, pues ahora era una de las participantes del torneo y se sabía que, era una de las mujeres más destacadas de la academia.

— Es probable que lleven la misma asignatura el año venidero. Yo aún estaré en la academia así que si aún quieren mi ayuda, con gusto la tendrán — comentó la joven con voz apacible y modesta.

Los jóvenes asintieron, era de las primeras veces que, Adrya entablaba cierta comunicación con ellos, pues por lo general la joven estaba más enfocada a sus estudios y a la meditación, y últimamente pasaba horas y horas en la biblioteca intentando descifrar las pruebas a las que se enfrentaría. 

— Tú padre es un hombre interesante, y encantador — comentó Adrya con una sonrisa a Aiden — Ha sido un gran maestro durante mis pruebas, con gusto son bienvenidos a mi casa. Siempre que termino el año, mi padre me realiza una ceremonia, así que cuentan con una invitación.

Aiden estaba estupefacto, pasó saliva a través de su garganta y estaba más lívido que en las clases de la profesora Leta. No se atrevía a prorrumpir ni una sola palabra, así que Amanda habló por él: — Gracias, seguro que contarás con su presencia.

Adrya sonrió y volvió a lo suyo, abrió una paleta de caramelo y se dispuso a continuar leyendo el libro que tenía a su lado. Amanda jaló a Aiden y a duras penas lo llevó hasta una de las butacas. Tomaron asiento y comenzaron a charlar sobre la Navidad, que aunque era un tema pasado, ellos no habían tenido la oportunidad de contárselo todo. 

De golpe la sala D, se abrió, Sebastián entró enfurecido en compañía de su melliza, detrás de los Géminis entró Alistair, que estaba más regocíjate que nunca. No era nuevo que los dos hombres estuviesen discutiendo, porque si existía alguien con la habilidad de hacer enojar a Sebastián ese era: Alistair. 

El hombre siempre conseguía sacarlo de quicio. — No me interesa lo que tengas que decirme de tu padre, el no contribuyó para nada con el ministerio. Sabes perfectamente que mi padre no es un criminal y me ofende que si quiera te atrevas a insinuarlo — bramó enfurecido Sebastián, mientras de golpe se sentaba en el banco más alejado y que daba justo a la ventana.

Su melliza no decía nada, es más ni siquiera emanaba un molesto quejido, pero estaba furiosa y no dejaba de mirar a Alistair, con un odio igual de profundo que el de su hermano gemelo. En un instante en que nadie se dio cuenta, entró el profesor Chadwick y como todos habían supuesto, venía acompañado del nuevo profesor Audino. 

Parecía que ambos se conocían de años y llevados por las risas y las bromas terminaron soltando estruendosas carcajadas en la asombrosa sala D 

— Que gusto verlos a todos aquí — dijo entre risas el profesor que justo sostuvo por un fugaz momento su mirada — .Me acompaña el profesor Audino, al cual ya conocen. Pero el día de hoy llevarán una clase particular con él.

Los presentes aplaudieron apoteósicos. Audino se puso más rosado que cómo comúnmente estaba. Le dio tanta pena que no se atrevió hablar, y es que aquella sería su primera clase y hablaría de los centauros, sabía mucho acerca de aquellos seres, pero desconocía si el tema fuese hacer interesante para sus ahora alumnos.

— Es un honor estar aquí con ustedes. He preparado para la clase del día de hoy el tema de los centauros — dijo dejando fluir las palabras, no podía mantenerse absorto de sus pensamientos, sin embargo tenía que intentarlo. Audino hubiese preferido empezar hablando acerca de los dragones o calamares gigantes, pero definitivamente no podía ser así. 

Conforme la clase avanzaba los estudiantes estaban más interesados en escuchar toda clase de leyendas de criaturas mitológicas, en especial, aquellos que estaba en el torneo, pues no dudaban que la próxima prueba contará con más de una criatura feroz. 

Cautelosos tomaban apuntes al mismo tiempo que interrogaban a Audino, que se sentía el centro de atención y aquello no enfureció para nada al profesor Chadwick, al contrario tenía la sensación de que la final de la clase, los campeones se lo agradecerían y así fue, justo antes de que la clase hubiera terminado, los tres candidatos a ser vencedores al torneo, se levantaron y agradecieron la clase al profesor Chadwick. 

El resto de los estudiantes abandonó la sala  y Audino con orgullo en su rostro se marchó de inmediato a sus aposentos. El profesor Chadwick dirigió su mirada a Alistair — ¿Cómo vas con la próxima prueba? — preguntó inquisitivamente.

— Bien, tengo la confianza de ser yo, quien obtenga la ventaja — respondió.

— Esperemos así sea — dijo entre dientes el profesor —. Ya sabes que puedes contar con mi apoyo. De hecho es por ello que te recomendaría apegarte al profesor Audino, como te habrás dado cuenta esta muy familiarizado con todo tipo de criaturas mitológicas, puede serte de muy grata ayuda.

Alistair lo pensó y es que lo que decía el profesor Chadwick tenía verdadero sentido, tal vez necesitaba hablar con el profesor Audino para que éste le explicara más acerca de las criaturas mitológicas. 

Sin volverse al profesor y sin dar las gracias, salió pronto de la sala D. El curioso profesor denotó una sonrisa gélida en su rostro, sin darse cuenta acaba de dar el mejor consejo a un estudiante.

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