⋆Capitulo 9⋆

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— ¡Es grandioso! — exclamó el profesor Chadwick evitando caer del asiento por tal gran impresión —. Así que has logrado despertar el séptimo sentido. Bueno no podía esperar menos de la hija de Shaka de Virgo, el hombre más cercano al Dios. Pero cuéntame más acerca de tu padre.

Adrya se entretuvo un largo rato hablando con el profesor. La joven parecía estar en regocijo, por ser el centro de atención, como comúnmente estaba acostumbrada hacerlo. Las horas pasaban más lentas de lo normal. Y en el club de la inminencia todos ocupaban un lugar de suma importancia. 

El profesor Chadwick intentaba ser lo bastante cordial con los miembros de aquella brigada. Por lo general daba consejos interesantes para la hora de los combates y contaba anécdotas que sin duda en algún futuro podría llegar a funcionar a cada estudiante. 

Amanda estaba muerta de aburrimiento. No lo decía, pero ya prefería pasar las tardes en su habitación que el club. Deseaba irse, pero no sabía cómo hacerlo sin parecer maleducada. Por su parte, Aiden parecía disfrutar de las charlas del profesor Chadwick. Además de que podía entablar más comunicación con su primo, pues la diferencia de edad les evitaba coincidir en las asignaturas. 

Sebastián cumplía su promesa, ignoraba a toda costa a Alistair, que aunque no lo decía estaba furioso. De repente lo miraba con desdén y pasaba horas sin escuchar los relatos de los otros compañeros. Seline discretamente observaba las fotografías de la enorme mesilla del profesor. Algunas destacaban más que otras. Y no existía duda alguna, de qué se trataba de, algunos de los padres de los estudiantes, por supuesto aquellos que en su momento fueron prodigios. 

Amanda también acompañó la mirada de Seline. Intentó alzarse un poco para vislumbrar los rostros de las fotografías. El profesor Chadwick, que se percató de tal acción habló: — No sean tímidos. Si desean ver mi repisa con confianza. No teman ser regañados.

La mayoría se puso de pie y se encaminó hacia la repisa. Seline fijó su vista hacia una fotografía de su padre, cuando esté era patriarca. Sebastián, que se encontraba de lado de su hermana. Manifestó una sonrisa confiada. Muchos en la academia teorizaban que el hombre anhelaba dominar el universo, sin embargo, no podían decretar tal hipótesis. 

Alistair se acercó sigiloso hasta el oído de Sebastián — No llegarás a ser patriarca cuando llegues al santuario.

Sebastián frunció el entrecejo. Sus ojos despidieron el mismo color rojo intenso. Evitó responder tal ofensa y se alejó lo antes posible hasta su asiento. Alistair dejó escapar una risa y miró a Sebastián de reojo. El hombre mantenía fría su mirada. Sagitario ya se estaba acostumbrado a pasar desapercibido por Sebastián y aquello no le molestaba en lo absoluto, a decir verdad le llegaba a parecer absurdo.

El profesor Chadwick se encontraba a un lado de la enorme mesa y no perdió la oportunidad de hacerse notar  — Son las fotos de sus padres y alumnos brillantes de la academia. Si ustedes llegan a sobresalir tanto como ellos, tengan por seguro que ocuparán un lugar de mayor importancia en al repisa de la inminencia. No todos son merecedores de tal nombre, aunque no dudó que posean otros talentos y habilidades, sin embargo en este club no se permite el ingreso de cualquiera que no se considere digno a tal cargo — manifestó con regocijo.

Sebastián estaba rebosante de alegría. Nunca antes unas palabras le habían parecido tan conmovedoras. Era obstinado y confiado, así que sabía que ocuparía el mejor lugar en aquella estancia. 

— Ya casi es la hora de terminar. Así de debo informarles que la próxima ves que nos veamos habrá una grata sorpresa. Les recordaría venir muy elegantes. Debido a que no seremos los únicos en este salón. Les haré llegar una invitación con todo lo que deben saber. Sin más preámbulo. Pueden marcharse. Les deseo un agradable día. — las palabras fueron dichas con voz trémula. El profesor incluso tembló un poco mientras hablaba, aunque no se trabo ni un solo instante. 

Cuando salían de la sala D, Sebastián le lanzó una mirada asesina a Alistair, que éste le devolvió con creces.  Luego siguieron su camino por los mal iluminados pasillos de la academia.

 — Por fin se ha acabado — masculló Aiden —. Ese Chadwick es un poco raro, ¿no les parece?

— Sí, un poco — coincidió Alistair sin perder de vista a Sebastián. — ¿Qué te ha parecido el club, Amanda? 

— Es un poco extraño — rió —. Pero muy divertido — estaba nerviosa.

Los pasillos se habían quedado casi vacíos y de nuevo, los alumnos debían volver a sus deberes. Alistair de despidió de su primo y de Amanda y fue lo bastante ágil para marcharse.

Los minutos corrieron abriendo paso a una nueva ahora. Amanda y Aiden iban apresurados a la clase de la profesora Lorraine. No todos estaban capacitados para tomar tal clase, sin embargo Aiden podía levitar objetos y a personas a una determinada distancia. Por ello se le permitió asistir como oyente. 

Alexandra había pasado los últimos días hablando poco con sus compañeros, aunque todo parecía indicar que el enfado del club se le había pasado. Y ahora la chica estaba más enfocada en sus clases de natación. 

La hora de la telequinesis y telepatía había llegado, Amanda y Aiden entraron al aula y ya las clases habían dado inicio. Amanda se sintió tan apenada, pues la profesora Lorraine era quizás quién más altas expectativas tenía de la joven. 

— Lo siento profesora, tuve un percance — se disculpó de inmediato. 

—. Está bien Amanda. Ve a tu lugar. Recuerda que es importante tratar de ser puntual en las clases — manifestó sin enfado. 

Aiden se sentó apartado de Amanda. Trató de no ser visto por la profesora. Así que puso sobre su rostro un libro.  

— El mensaje también es para usted Aiden. Aunque asista como oyente, yo le recomendaría intentar ser puntual en las clases. Pues la puntualidad también forja a las personas y más aquellas destinadas a ser grandes cosas — comentó acercándose al joven y bajando el libro.

— De acuerdo, profesora. — asintió apenado.

La profesora designó que aquel día usarían su habilidad en la telequinesia sobre sus compañeros. Debían suprimirlos sobre el piso. Sin abusar de sus poderes. Amanda intento no dañar a Aiden, que estaba boca abajo. Intentó levantarse poco a poco y aquello le funcionaba. 

— No te estás concentrado los suficiente — aclaró la profesora a Amanda.

— Debes desconectar tu mente de todo lo qué hay a tu alrededor, sino te aseguró que no podrás dominar tus poderes mentales. 

La joven rubia asintió. Cerró sus ojos con fuerza y los abrió de golpe. No parecía estar concentrada. No entendía bien la razón. 

— Lo mejor será, que el día de hoy demos por terminada la clase contigo Amanda. Tu mente no parece estar enfocada. Mi recomendación sería que sigas entrenando. Y podrás dominar todo a tu alrededor — sugirió la profesora.

Aiden se incorporó. El joven estaba rojo por la presión que había manifestado. No quería volver a ser el compañero de combate de Amanda. Aunque lo prefería a tener que ayudar a algún otro compañero que dominará a la perfección los poderes telequinequicos. 

— Aiden, tú también intenta enfocar tu mente. La levitación es una de las ramas de la telequinesia y estoy segura que podrás elevar tu cosmo y adquirir cierto don — comentó la profesora — Los dos pueden irse de la clase. Deberán prometerme que entrenarán. Para la próxima clase ambos deberán enfocar su mente.

Los dos asintieron al mismo tiempo que se despedían de la profesora — No deseo decepcionar a la profesora Lorraine, así que le pediré ayuda a Adrya para enfocar mi mente. Después de todo pensaba pedirle ayuda para las clases de adivinación — dijo Amanda, mientras mordía una manzana. — Alexandra y yo hemos tenido que inventar tonterías sobre el futuro...

Aiden se detuvo en seco — Ni me lo digas. También he tenido que inventar una que otra tontería — admitió — y si vamos juntos a pedirle ayuda a Adrya, es que me da algo de pena ir solo. Es decir, ella es la chica más bella de la academia y si me ven hablando con ella, podrían mal pensar.

Amanda estaba en shock, no daba crédito a todo lo que Aiden había dicho, pero le parecía una buena idea ir juntos a buscar a Adrya.

— Bien. Apenas estemos los tres y buscamos a Adrya. Espero que acepte tal petición, por qué de no ser así, no sólo reprobaré adivinación sino también la materia psíquica y me daría mucha pena con la profesora Lorraine —. Amanda dejó de comer la manzana y comenzó a sentir un nudo en el estómago. La idea de ser la peor estudiante de toda la academia rodeó su mente. No quería ser la burla de nadie y mucho menos que el profesor Chadwick el día de mañana se riera de sus padres o ella. 

— No te preocupes, nos irá bien. Ahora vamos a buscar a Alex — sugirió Aiden.

Los dos prosiguieron sin detenerse. Buscaron por todos los lugares de la academia hasta que finalmente encontraron a Alexandra junto a Georgie. Ambas estaban sentadas sobre los lindes del prado, junto al lago. Georgie mantenía sus pies dentro de las aguas, mientras daba de comer algunos pescados, mientras que Alexandra estudiaba sobre el cosmos.

— ¡Holas chicos! — pegó un grito Georgie que de inmediato alarmó a su compañera. — Me da gusto verlos. 

— También nos da un gusto verte — respondieron en unísono.

— ¿Qué sucede? — preguntó Alexandra —. Pareciera que estuvieran participando en olimpiadas.

— Es que necesitamos buscar a Adrya, queremos que nos ayude con adivinación y preferiríamos que fuéramos los tres— comentó Amanda.

Alexandra cerró su libro e inmediatamente lo guardó — Me parece una muy buena idea. Ojalá que aún esté bajo el árbol. Hace un momento allí estaba — comentó.

— ¿La clase de adivinación? — cuestionó Georgie.

— Así es — respondieron.

— Iré con ustedes. Yo también estoy en esa clase, pero me perdí las primeras dos sesiones. Además siempre he querido hablar con Adrya. Ella destaca por ser una de las mejores estudiantes. Tal vez también ha podido hablar con los fantasmas de la academia — dijo Georgie al tiempo que se ataba las cintas de sus zapatos.

Los tres jóvenes estaban inmutados. Solo esperaban que Georgie no asustará a Adrya, sino las posibilidades de que aceptará ayudarles era nula. Los cuatro caminaban por toda la academia, estaban en busca de Adrya, ya que no se encontraba meditando.

— Quizás este en la biblioteca — comentó Aiden —. La he visto allí un par de veces.

Las tres chicas se detuvieron y lo miraron a excepción de Georgie, quien sólo se detuvo para no perderse.

— ¿Por qué nunca le preguntaste? — preguntó molesta Alexandra.

 — Me moría de nervios — respondió.

Alexandra negó rotundamente y continuó el andar. Las chicas y Aiden la siguieron. — ¿Cómo les ha ido en el club? — preguntó. Intentado cambiar el tema.

— Bien. Todo parece indicar que el profesor Chadwick prepara una sorpresa. Espero no sea nada tan desagradable — manifestó Amanda un poco harta. 

— Escuché el rumor de que sus padres vendrán ¿es cierto? — preguntó Georgie con aire pensante.

Amanda casi se ahoga con el último pedazo de manzana y Aiden estaba estupefacto.

— ¡Debe ser una broma! — exclamó Alexandra — No creo que sus padres vengan a la academia. Amanda no lo dudo le instante, pues conociendo a profesor Chadwick, sabía que era capaz de invitar a los mismísimos dioses.

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