« ᴘʀɪᴍᴇʀᴀ ᴘᴀʀᴛᴇ »

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Manchar sus manos de sangre ya no le quitaba el sueño.

Vivir escuchando súplicas era el pan de cada día, apretar el gatillo, la forma de conseguirlo.

No por nada era el mejor en ello. Igual de despiadado a la hora de matar, cumplía con las órdenes dadas sin poner pero, en un segundo agregaba a su lista más rostros, más muertes.

— P-por favor, te lo suplico, p-por favor... — había dicho aquel muchacho, apenas un retoño empezando a crecer, quién por mala suerte decidió jugar a ser valiente.

Sin titubear colocó el arma en su frente, ningún atisbo de misericordia cruzó por su mirada al ver las gotas cristalinas caer por las mejillas del menor.

Un estruendo acabando con el llanto.

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El frío de fuera hace efecto en su piel, vellos erizados, mejillas coloradas y labios fríos. El vaho mancha la vista perfecta que tiene del cielo al suspirar por décima vez en la noche.

La luna está en su punto más alto, siendo acompañada de esos pequeños brotes de luz pura que la hacen parecer más brillante, a sus pies, el mar le alaga mostrándole su reflejo, siendo como siempre el más fiel de sus admiradores.

Sus pies disfrutan la textura fina de la arena al caminar, la brisa que otorgan las olas se encarga de hacer retumbar sus oídos, su camisa siendo arrugada al adherirse por un costado de su cuerpo.

— Te presento el mar, — el suave murmullo siendo entregado a través del viento. — luna mía.

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Al llegar a su destino, el sonido de las suaves risas y tintinear de botellas vidriosas lo recibe. El olor a cigarrillos le hace fruncir el ceño, provocándole molestia y desagrado.

Conforme avanza, escucha voces provenientes de la sala, diferencia cada una de ellas, incluso la que sólo afirma en sonidos bajos. Todos sus compañeros se encuentran festejando su reciente triunfo, consistente en cabezas rodando y dinero en bolsillos.

Cada uno de ellos calla al verlo entrar, Kai tira su cigarrillo al piso para apagarlo e intenta dispersar el humo con las manos, Shownu levanta una ceja con soberbia y Mingyu lleva a su boca el trago que tenía en la mano.

Yoongi permanece callado como siempre.

— ¿Dónde está? — pregunta, la cabeza de Yoongi se mueve ligero hacia la derecha, señalado la playa. No hay nada más que agregar, las suelas de sus zapatos suenan al alejarse de nuevo.

Si piensan que aquello fue respeto, se equivocan, porque no es así. Al menos no por completo.

Al salir, puede ver lo que el hombre a varios metros de distancia aprecia. Las hebras de su cabello son acariciadas y danzan forzadas al mismo tiempo. Está seguro que justo ahora ambos se conocen, el mar y la luna, un deseo más cumplido.

Importándole muy poco llenar su calzado de arena, sigue su camino hacia él y al llegar, la misma brisa que le congela los huesos se encarga de llenar sus fosas nasales del aroma de aquel hombre.

— He vuelto, — es suficiente para hacer que el otro abra los ojos y los pose en él. — Jungkook.

— Fuiste rápido, ¿Todo quedó resuelto?

— No tienes que preocuparte más por ese chico.

Un suspiro, — Bien hecho. — tan frío como el mismo clima.

Su mirada oculta tantos sentimientos ahora mismo que es difícil decir cual de ellos es el más fuerte.

Ambos regresan de inmediato, Taehyung retira su calzado dejándolo a un lado de la puerta corrediza, los hombres en la sala poniéndose rectos al ver entrar a Jungkook está vez.

— Necesito que mañana me dejen solo, no quiero que nadie me moleste.

Aquellos que llevan más tiempo junto al hombre saben la razón detrás de las palabras, siendo Taehyung el único que las sufre por igual en silencio.

— Como usted diga, señor. — Por supuesto, nadie en esta casa tenía el derecho de dirigirse a él por su nombre, sólo Taehyung.

— ¿Sería algo así como un día libre? — el más joven se atreve a cuestionar, recibiendo silencio como respuesta.

Jungkook se retira a su cuarto, perdiéndose en el pasillo largo hasta adentrarse por fin en la puerta del fondo, todos mantienen sus posiciones hasta que el sonido del seguro hace eco en el silencio prominente.

— Bienvenido a la mafia, pequeño imbécil. — Shownu molesta a Mingyu, con evidente alcohol de más en sus venas. 

— Cállate idiota.

Taehyung se mantiene impasible, los recuerdos de hace años esperan ocultos en su memoria, comparte fragmentos de ellos en otra mente, siendo confidentes testigos y víctimas de un cruel momento.

— ¿Quieres que te sirva algo? — Yoongi se acerca, él niega.

— Deja de besarle los pies, Min. — risa, odio u envidia, bien recibida igualmente. — Tiene manos capaces.

— Tranquilo,— advierte el pálido. — no quieres saber que tan capaces son.

— En realidad, si que quiero, ¿Por qué no me muestras que tan bueno eres, Taehyung?

Una de las comisuras de su boca se eleva, opacando el cinismo detrás del reto, bien sabe que la habilidad que quiere descubrir el mayor no es precisamente aquella que el mismo no posee, sino la que puede ocasionar largos minutos de la mejor tortura, placentera y exclusiva.

Kai y Mingyu se preparan para un momento de tensión en cuanto ven como Shownu se acerca a los dos restantes, encarando al menor de ellos gracias al valor artificial que lleva encima.

— Dices ser el mejor en todo, muestrame como llegaste a ser el favorito. — el asqueroso olor de su aliento provocándole nauseas. — Fueron las mismas manos que empuñan el arma, esa boca que me insulta cada tres segundos ó esto.

El muy estúpido posa la mano en su trasero, el límite de paciencia en Taehyung ha sido sobrepasado. Una de sus manos capaces, como había alabado Yoongi, fácilmente roba el arma en la cadera contraria y apunta con ella la mandíbula de Shownu.

— Esto. — dice, una pizca de pánico clavándose en los ojos rasgados del mayor.

Kai y Mingyu han actuado por impulso, siendo considerados y atentos ante la acción de Taehyung con Shownu, ambos mantienen sus armas arriba, preparados para atacar. Yoongi los mira de reojo, despreocupado.

— Por favor, te encanta tener una polla en el culo, ¿te incómoda una mano? — sarcasmo, detestable sarcasmo acompañado de una risa fingida, el mayor no puede ocultar el miedo en sus facciones de cualquier forma.

— No vuelvas a tocarme.

— Dispara, no puedo prometer nada. — hay otra presión en su cien ahora, jugar tanto se está haciendo aburrido.

— Acabemos de una vez, me estás cansando, imbécil.

— Yoongi. — Mingyu es el encargado de advertir el intercambio posible de vidas, el pálido no puede estar menos interesado.

— ¿Qué es esto? ¿acaso eres una damisela en apuros? — voz grave se filtra en la habitación, el hermano de Taehyung ha regresado de dónde quiera que había ido.

Namjoon observa fijo a su hermano, cruzando las piernas al recargarse en la pared, Taehyung cede la batalla entre ambos, pero propina a cambio un buen golpe bajo que hace al contrario perder el equilibrio y literalmente, besar sus pies.

Yoongi sonríe satisfecho, los restantes ahorran comentarios y expresiones.

— Linda manera de convivir, buenas noches. — agrega por último el mayor, siguiendo a los hermanos Kim afuera.

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Cálidos brazos rodean su cuerpo, tibieza llenando cada rincón de alma, comprimiendo su corazón de igual manera.

Hay un golpeteo ansioso cada que se deja envolver por él, no es propio, pero duele. Ilusión rota convertida en lazos de amistad inquebrantable.

Aún así, agradece el gesto cuando se otorga, regresando una pizca de lo que, ambos saben, nunca llegará.

— ¿Todo bien? — pregunta, de entre todos siempre es él.

— Sabes que no. — musita bajo, dejando sutiles caricias sobre las manos que le resguardan.

— Es igual para ambos, tú deberías estar con él mañana. — lo suponía, eso no es lo que realmente quiere decir.

— No sigas haciéndolo. — silencio, el sonido favorito de ambos. — Deja de empujarme hacia él como si en realidad no quisieras que corra hacia ti.

— Si no puedes con la culpa solo, ¿qué te hace pensar que él si lo hace? — evade a lo último, Taehyung agradece eso también.

De repente, la fuente de calor se aleja, dejando atrás frías sensaciones y pensamientos nostálgicos. El rostro precioso de su ángel le acompaña por largos minutos, mientras su mente le juega en contra pidiéndole ir hacia su tentación y su corazón ruega por permanecer intacto de heridas.

Mente fuerte, corazón débil. 

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Recuerdos dolorosos se clavan con firmeza apenas abre los ojos y ve por un momento su silueta entre la luz natural del sol, tan hermosa como el tiempo mismo ha querido que permanezca.

El calendario ha alcanzado la misma fecha, el aniversario de su separación, el comienzo de la espera por reencontrarse.

Finalmente, luego de tanto, volverá a sumergirse en la desgracia de aquel día, cada gota de sangre obtendrá una gota de alcohol hasta que su misma imagen sea borrosa y el agonizante momento de la última sonrisa de su luna no le cause sentir alguno.

Nuevamente, después de tanto, le llorará hasta secarse, le extrañará en soledad y dibujará en su cabeza cada pequeño minuto a su lado.

Haciéndose daño sin poder evitarlo.

taeblush_♥

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