ෆ ❝𝑳𝑨𝑺𝑻 𝑨𝑪𝑻 ━━━ 𝑴𝒚 𝑬𝒙𝒄𝒆𝒑𝒄𝒊𝒐𝒏𝒂𝒍 𝑳𝒐𝒗𝒆❞

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—Deja de mover tu pierna que arruinarás el maquillaje —se queja Alice hacia Amelia que se encontraba sentada enfrente del tocador.

—Lo siento —se disculpa la rubia algo nerviosa, comenzando a jugar con su anillo de compromiso.

—Te disculparé si dejas de moverte tanto —responde Alice sin dejar de maquillar a la futura novia.

—Mejor hazle caso o terminará matándote a ti y a Edward por hacerle pasar tantos dolores de cabeza —asegura Rosalie en un susurro, consiguiendo que la modelo se riera por lo bajo.

—Literalmente estoy a menos de un metro de ustedes, puedo escucharlas —se queja la vampiresa de corte pixie tomando su brocha del rubor.

Tanto Alice como Rosalie trabajaron en equipo para poder terminar de arreglar a la novia que se mantuvo callada en todo momento, intenta tranquilizarse y recordar que todo estaba perfectamente planeando y que Alice se encargaría de que nada malo pasara ese día.

—Oye, ¿ya encontraste a nuestra hija? —le pregunta Olivia a su esposo que se encontraba de pie a mitad de la escalera de la casa.

—¿Son birretes de graduación? —pregunta William con desconfianza y un tanto incrédulo por el cuadro que estaba mirando en la pared.

Olivia frunce el ceño por su pregunta y dirige su mirada hacia donde su esposo se encontraba bastante ocupado mirando, la mujer no evita sonreír con diversión tras visualizar cada uno de los diversos birretes de colores diferentes.

—Que creativo —asegura Olivia emocionada, teniendo intenciones de seguir su camino.

—O extraño —susurra William para sí mismo, pero se gana un duro golpe por parte de su esposa que regresó a verlo de mala manera.

—Déjate de juegos y ven conmigo, tenemos que encontrar a nuestra hija —ordena la mujer para seguir subiendo las escaleras junto a su esposo para llegar al segundo piso de la casa—. ¿Amelia? ¿Alice?

—¡Aquí mamá! —grita Amelia en respuesta, manteniendo sus ojos cerrados en todo momento ya que una de sus cuñadas terminaba de dar los últimos retoques a su maquillaje.

Olivia se dirige hacia la habitación de donde se escuchó la voz de su hija y no evita sonreír emocionada tras poder apreciarla mucho mejor ya que Alice se hizo hacia un costado, los ojos de la mayor se llenaron de lágrimas tras poder a su única hija estando a punto de casarse con el hombre que amaba.

—Oh Dios mío, estás hermosa —asegura Olivia emocionada, acercándose a su hija para tomar sus dos manos con sumo cuidado.

—Mamá —susurra Amelia, intentando no romperse a llorar con la mujer que intentaba tranquilizarse.

Alice le extiende a la madre de la novia un pañuelo que no dudó en tomar con una pequeña sonrisa en su rostro.

—Muchas gracias Alice —susurra Olivia viendo como la mencionada negó ligeramente mientras sonreía—. ¡¿William?! ¡¿Dónde estás?! ¡Ven aquí!

—¿Seguras? —pregunta el mencionado tras inclinar su cabeza un poco y dejar ver nada más esa parte de su cuerpo—. No quiero incomodarlas o ver algo que no...

Amelia se levanta de la silla en donde se encontraba sentada y veía impresionada como su padre se acercaba a ella lentamente, William le sonríe a su hija que había comenzado a reírse por lo bajo.

—Ya sé, me veo extremadamente sexy —responde el hombre con seguridad tras darle una radiante sonrisa a su hija.

La novia cubre su boca con sus manos para evitar soltar una fuerte carcajada, William niega divertido y se acerca a su hija para dejar un corto beso en su frente.

—Queríamos verte antes de la boda porque tenemos algo para ti —explica Olivia por su esposo que se quedó de pie a su lado.

William le muestra a su hija la caja que tenía en manos y la abre con cuidado para que Amelia pudiera ver su contenido, la rubia mira sorprendida el hermoso tocado que sus padres le estaban ofreciendo.

—Era de mi madre —explica William en un susurro hacia su hija que ya tenía los ojos llenos de lágrimas—. No la recuerdas mucho porque apenas eras una niña cuando lo conociste, pero ella me pidió que el día de tu boda llevaras esto, así podrías sentirla cerca en un momento tan importante.

—Tal vez no seas nuestra hija biológica, pero sabes que te amamos sin importar nada —recuerda Olivia con una sonrisa en su rostro—. Tú eres y serás siempre nuestra única hija, nuestra pequeña princesa.

Amelia intenta contener sus lágrimas, pero eso no evitó que corriera hacia los brazos de su madre para abrazarla con fuerza. Olivia igual contiene sus ganas de llorar y acaricia con sumo cuidado la espalda de su hija ya que no quería arruinar su peinado recién hecho.

Luego de que Amelia se alejara de su madre, esta se acercó rápidamente hacia su padre que no pudo evita soltar unas cuantas lágrimas de emoción.

 —Te amo, hija —susurra William hacia la rubia que se negó a soltarlo, al menos no por el momento.

—Y yo te amo a ti, papá —responde Amelia bajo el mismo tono conteniendo con todas sus fuerzas las ganas de llorar que tenía.

Una vez que padre e hija se alejaron, el hombre le entregó a Rosalie el tocado que le perteneció a su padre para que así lo integrara al peinado de Amelia que se dejó hacer con tranquilidad.

—Llegó la mejor parte —dice Alice de repente tras ver que el peinado de su cuñada ya se encontraba listo—. ¡Es hora del vestido!

Olivia aplaude con emoción y ve como Alice se acercó al armario de la habitación para sacar el vestido de novia de Amelia que Layla se había encargado de hacer.

Amelia deja que Rosalie y Alice hablen unos cuantos minutos con su madre, mientras que ella volvió a abrazar a su padre que se mantuvo sonriendo en todo momento.

—Vamos William, nuestra hija tiene que terminar de prepararse —avisa Olivia, acercándose a su esposo otra vez para tomarlo de la mano.

El matrimonio se despide de su hija y salen de la habitación para darles privacidad, Layla llega a la habitación junto con Jasmine ya estando vestidas con el atuendo que llevarían todas la damas de honor.

—¿Necesitan ayuda? —pregunta Jasmine emocionada por la boda de su mejor amiga.

Entre todas las mujeres consiguieron ponerle el vestido a la novia, no hubo ningún contratiempo, así que todas respiraron tranquilas luego de ver a Amelia casi lista.

Jasmine y Rosalie se encargan de acomodar el velo en el peinado de la rubia, Alice alisa la falda del largo vestido aunque también ayuda a que Amelia se pusiera los tacones correspondientes, finalmente, Layla se encargó de tranquilizar un poco a su mejor amiga ya que se encontraba muy nerviosa.

—No pasará nada malo, deja de pensar negativo —pide Layla con diversión por lo abrumada que se veía la rubia.

—¿Y si se me olvidan mis votos? ¿Y si me tropiezo al entrar al altar enfrente de todos los invitados? —sigue preguntando Amelia aterrada, hasta que negó con velocidad.

—Relájate, Alice se encargó hasta el más mínimo detalle de la ceremonia y de la recepción —recuerda Layla—. Ella fue la persona indicada para planear todo esto, y ya la conoces, sabes que es perfeccionista cuando se trata de algo como esto.

—Me lo tomaré como un cumplido ya que por el querer que todo salga perfecto, una de ustedes tuvo la boda de sus sueños y la otra vivirá lo mismo dentro de poco —asegura Alice con una radiante sonrisa en su rostro.

—Chicas, los invitados ya se encuentran en sus lugares —avisa Cassie al otro lado de la puerta—. Es momento de que la novia salga para la ceremonia.

Rosalie y Alice salen apresuradas de la habitación para cambiarse lo más rápido que pudieron, Jasmine se despide de sus mejores amigas y deja únicamente a las dos en la habitación.

—Quita esa cara, dentro de poco estarás casada con el hombre de tu vida y al cual amas —recuerda Layla, consiguiendo que Amelia sonriera emocionada—. Ya ambos lucharon mucho para poder llegar a este momento, no dejes que tu preocupación lo opaque y no te haga disfrutar de este día tan importante.

Ambas se tomaron de las manos emocionadas hasta que se abrazaron con cuidado, las dos se ríen por ser tan cuidadosas en su abrazo ya que no querían arruinar la manera en que Amelia se encontraba.

Layla se aleja de su mejor amiga para tomar el ramo de flores ya listo para la novia, Amelia lo toma con cuidado y asiente con seguridad. La rubia toma el brazo de su mejor amiga y ambas comenzaron a caminar hacia la salida de la habitación para así comenzar de una vez con la ceremonia de matrimonio.

Al momento en que las dos llegaron a la biblioteca, se dieron cuenta de que Alice se encontraba terminando de dar unas cuantas órdenes a todas las damas de honor.

—Pareces una princesa, tía Amelia —asegura Matthew hacia la futura novia que no pudo evitar sonreír con emoción.

—¿En serio lo crees, corazón? —pregunta Amelia y ve como su sobrino asintió con seguridad, sin tener algún tipo de duda.

—Ya todas saben la formación —recuerda Alice tomando lugar justo detrás de Jasmine—. Matthew y Valeria van primero, Isaac tú vas después.

El niño asiente y se forma detrás de su primos, detrás de él se encontraba Layla, luego la seguía Jasmine, Rosalie, Alice, Judith y hasta el final se encontraba Bella.

Amelia toma con fuerza el ramo de flores que tiene en manos e intenta controlar su acelerada respiración junto con los latidos de su corazón, necesitaba calmar sus nervios para poder disfrutar de su día.

—¿Lista, princesa? —pregunta William tras quedar al costado de su hija que regresó a verlo inmediatamente.

—La verdad no —admite Amelia en un susurro tras regresar su mirada hacia el hombre.

—Todavía puedes huir si quieres, yo me haré cargo de que tu madre no quiera asesinarte —susurra William con diversión, consiguiendo que su hija se riera y se relajara un poco—. Créeme que yo tampoco quiero que te cases, pero desde que llegaste a nosotros, sabía que pasaría en algún momento.

William acaricia con cuidado una de las mejillas de su hija que cerró los ojos para disfrutar de dicho acto, el hombre deja otro beso en la frente de Amelia antes de extenderle su brazo.

—En cada paso que des, tú madre y yo siempre estaremos junto a ti para apoyarte —asegura el hombre en un susurro—. Nunca te dejaremos caer, Amelia.

Amelia le sonríe a su padre luego de abrir los ojos para verlo fijamente y tomar su brazo, William arregla el velo de su hija para que quedara parte de este enfrente de su rostro. El hombre toma la mano de su hija que se encontraba tomando su brazo para dejar ligeras caricias que llegaron a tranquilizar a la rubia.

Las damas de honor junto con los más pequeños de la familia comenzaron su camino hacia el altar una vez que la música comenzó y todos los invitados se levantaron de sus lugares para recibir a la novia.

Edward se encontraba igual o más nervioso que Amelia, este se encontraba ya listo junto al altar teniendo a sus hermanos detrás de él ya que eran sus padrinos.

—Relájate, de ves más pálido que de costumbre —susurra Emmett con diversión, consiguiendo que el novio pusiera los ojos en blanco.

—¿No dejarás de molestarme ni siquiera en mi boda? —pregunta Edward por lo bajo hacia su hermano.

—No, siempre es un buen momento para molestarte —afirma Emmett sin algún tipo de culpa.

Jasper lo golpea en el brazo mientras se reía y le pedía que se comportara, los tres chicos Cullen tomaron una postura derecha tras ver como su madre regresó a verlos de mala manera.

—Se comportan —ordena la mujer en un susurro mirando amenazante a sus tres hijos que le sonrieron.

Layla y Jasper se sonrieron tras poder verse al momento en que ella pasó en medio del pasillo que daba al altar, Jasmine le dio una radiante sonrisa a Emmett que pareció perderse en el rostro de la morena por varios segundos antes de que ella tomara su lugar en la primera fila.

Edward no evita sonreír emocionado tras poder ver a Amelia al final del pasillo junto a su padre, ambos se encontraban mirando fijamente y mantenían una sonrisa en sus rostros.

Emmett le da unas cuantas palmadas en la espalda a su hermano luego de que este cubriera sus ojos con una mano, pero no perdió su sonrisa en ningún momento. Amelia siguió caminando junto a su padre hasta poder quedar enfrente del castaño que pudo retomar su compostura.

William se encarga de entregarle con delicadeza a Edward la mano de Amelia, este mira fijamente a su yerno y le da una ligera sonrisa.

—Mi esposa y yo te entregamos a lo más valioso que tenemos —asegura el hombre hacia Edward que no dudó en asentir—. Cuídala mucho, por favor.

—Se lo juro —afirma Edward sin dudar consiguiendo que su suegro pudiera sentirse mucho más tranquilo.

William toma el atrevimiento de darle un corto abrazo a Edward que no dudó en corresponder dicho gesto, los dos estrechan sus manos antes de que el mayor regresara su mirada hacia su hija.

Amelia le da una radiante sonrisa y el Señor Hamilton no pudo evitar sentirse tan feliz al ver la ilusión en los ojos de su princesa, toma con cuidado una de las manos de su hija para dejar un delicado beso en sus nudillos.

La rubia se encarga de secar con sumo cuidado algunas de las lágrimas que derramó su padre sin darse cuenta y deja que este vuelva a entregarle su mano a Edward.

William toma lugar junto a su esposa que no dudó en entrelazar sus manos y recargar su cabeza en su hombro.

Edward y Amelia toman lugar enfrente del sacerdote que oficializaría su boda, ambos entrelazaron unas de sus manos teniendo una sonrisa en sus rostros y mirándose con complicidad unos cuantos segundos.

—Queridos hermanos, estamos aquí reunidos en este hermoso día para presenciar la unión de Amelia Beckham Hamilton y Edward Anthony Masen Cullen —comienza a hablar el sacerdote, llamando así la atención de todos los invitados que volvieron a sentarse—. Repitan después de mí, por favor.

Jasmine recibe el pequeño ramo de flores que Layla le extendió ya que esta se acercó a Amelia para tomar su ramo para que así pudiera decir sus votos adecuadamente.

Isaac y Valeria se encargaron de acercarse hacia los novios teniendo dos pequeñas almohadas en sus manos, Rosalie fue la persona que los acompañó para no dejarlos solos.

—Yo, Edward Cullen, te tomo a ti Amelia Hamilton, como mi esposa entregándote este anillo como promesa de mi amor y de mi fidelidad —comienza a hablar el castaño tras tomar el lazo matrimonial de oro que le extendía su pequeña sobrina la cual le dio una radiante sonrisa sin un diente—. Prometo amarte en las buenas y en las malas, estar contigo en la riqueza y la pobreza, en la salud y en el dolor, prometo apoyarte en los momentos de necesidad y prometo ser tu apoyo incondicional durante los momentos difíciles que nos ponga la vida. Prometo seguir enamorándote cada día como la primera vez, prometo cuidarte y seguirte a donde sea que vayas, prometo confiar en ti y serte fiel todos los días de mi vida, prometo amarte y adorarte con la misma intensidad con la que te amé desde la preparatoria.

Amelia no evita reírse un poco por las últimas palabras de su futuro esposo, deja que este tomé su mano izquierda delicadamente sin que alguno de los dos dejara de mirarse.

—Todo lo mío, ahora es tuyo —susurra Edward sin alejar la mirada de los claros ojos de su amada que se mantuvo mirándolo con adoración.

Edward desliza con suma delicadeza el anillo de oro en el dedo anular izquierdo de Amelia, logrando que este se hiciera uno con su anillo de compromiso. El castaño deja un casto beso en el dorso de la mano de la rubia antes de volver a verla fijamente con una sonrisa.

—Yo, Amelia Hamilton, te tomo a ti Edward Cullen, como mi esposo entregándote este anillo como promesa de mi amor y de mi fidelidad hacia ti —recita la rubia una vez que tomó la alianza matrimonial de oro que le extendió el pequeño Isaac—. Prometo estar contigo en las buenas y en las malas, en la riqueza y la pobreza, en la salud y en el dolor. Prometo amarte incondicionalmente hasta el último día de nuestras vidas, prometo escucharte, atesorarte, confiar en ti, serte fiel tanto en cuerpo como en alma, prometo ser tu apoyo incondicional en los momentos de necesidad. Prometo siempre volver a ti en esta vida o en la siguiente.

Amelia toma la mano izquierda de Edward para poder deslizar el anillo de matrimonio en su dedo anular izquierdo sin que alguno de los dos dejara de sonreír.

—Todo lo mío ahora es tuyo —susurra Amelia fijando sus ojos en los de Edward, ambos se sonrieron una vez más luciendo tan ilusionados.

—Edward Cullen, ¿aceptas como tu legítima esposa a Amelia Hamilton para amarla y respetarla hasta el última día de sus vidas? —pregunta el sacerdote hacia los novios que no dejaron de verse fijamente.

—Acepto —responde Edward sin dudar, tomando con cuidado las manos de su amada.

—Amelia Hamilton, ¿aceptas como tu legítimo esposo a Edward Cullen para amarlo y respetarlo hasta el último día de sus vidas? —pregunta el sacerdote hacia la novia que no dudó en asentir.

—Acepto —responde Amelia con seguridad, viendo con una sonrisa la manera en que Edward se encargó de besar sus nudillos.

—Por el poder que se me fue concedido, ahora los declaro marido y mujer —habla el sacerdote en voz alta para que todos los invitados escuchara—. Lo que Dios ha unido hoy, no lo separe el hombre. Puede besar a la novia.

Edward levanta con cuidado el velo de Amelia para así dejar descubierto su rostro, toma con cuidado las sonrojadas mejillas de su ahora esposa y ambos se acercaron al cuerpo del rostro.

—Ahora no podrás escapar de mí —susurra Edward hacia la rubia que sonrió con diversión.

—Ni tú de mí, colmillos —susurra la rubia en respuesta, consiguiendo que su ahora esposo se riera por lo bajo.

Amelia siente como su corazón dio un salto tras poder sentir el frío material del anillo de matrimonio que llevaba Edward en su dedo y que rozaba con su mejilla.

Edward se inclina para poder juntar sus labios con los de su amada y así poder cerrar su promesa de amor para siempre frente a todos sus seres queridos.

Los invitados no dudaron en levantarse de sus lugares para comenzar a aplaudir de emoción por la pareja de recién casados que se besaron por varios segundos más, Amelia se encargó de enredar sus brazos en el cuello de Edward mientras que este la tomó con posesión de su cintura para pegarla todavía más a su pecho.

Amelia se aleja de los labios de Edward para darle un delicado beso esquimal que lo hizo sonreír, los dos escuchan como todos sus seres queridos aplaudían y gritaban emocionados por su reciente alianza.

Ambos dirigen sus miradas hacia los invitados, Edward se mantuvo tomando la cintura de su ahora esposa que pasó uno de sus brazos por detrás de su espalda. 

El castaño le susurró algo al oído a su esposa que la hizo sonrojarse considerablemente y reírse algo nerviosa, Amelia le da un ligero golpe en el pecho a su esposo hasta corresponder el beso que dejó este en sus labios que logró hacer que los invitados aumentaran sus gritos emocionados.

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La recepción no fue tan caótica a como la pareja de recién casados creyó que sería, todos los invitados se encontraban disfrutando de la fiesta junto con los novios que se mantuvieron en su mundo en todo momento.

La nueva Señora Cullen y el Señor Cullen estuvieron juntos durante toda la velada, saludaron a varios invitados y Amelia pudo conocer a familia por parte de Edward que no conocía, como los Denali.

Justo en ese momento Amelia y Edward se encontraban bailando en la pista, junto a varios invitados más, una canción de música lenta que hacía todavía más romántico el ambiente entre los recién casados.

—Intentaste huir de mí varias veces y al final terminaste siendo mi esposa —comenta Edward en voz baja hacia su rubia que se mantuvo mirándolo en todo momento. 

—Es de admirar su perseverancia, Señor Cullen —asegura Amelia con diversión, inclinándose para dejar un casto beso en los labios de su esposo—. Pero tenemos que aceptar que si yo me hubiera propuesto no volver contigo, lo habría cumplido.

—De una u otra manera lograría que estuviéramos juntos —responde Edward con el mismo tono de voz burlón que tenía su esposa—. Parece que no me conoce, Señora Cullen, soy bastante orgulloso al igual que usted.

Edward se inclina para dejar un corto beso en el labio inferior de Amelia y, segundos después, los dos volvieron a besarse por más tiempo.

—Si lo necesitan, pueden adelantar la Luna de Miel —comenta alguien ajeno a los recién casados que logró interrumpir el momento entre la pareja—. Disculpen las molestias, tortolitos, pero queremos hablar con ustedes.

—Siempre tan oportuno —se queja Amelia antes de alejarse un poco de su esposo para ver a Sebastian Avery—. Honestamente creí que no vendrían, no los vimos en la ceremonia.

—No queríamos que fuera incómodo para ustedes nuestra presencia —explica Stefan por su hermano que asintió estando de acuerdo con él.

Edward no evita tomar con posesión la cintura de Amelia que sonrió encantada por dicho reflejo, el castaño deja un delicado beso en la sien de su esposa que cerró sus ojos unos cuantos segundos.

—De verdad no queríamos interrumpir su momento, pero necesito hablar contigo Amelia —explica Stefan hacia la rubia que regresó a verlo—. Es algo importante.

Amelia mira a su esposo que ya se encontraba mirándola, los dos se comunican con la mirada unos cuantos segundos, hasta que Edward le sonrió y se inclinó dejando un casto beso en su frente.

—Veré si Rosalie quiere bailar un poco —avisa Edward hacia su esposa que le sonrió a manera de agradecimiento.

—Espera, primero deja que yo le pregunte —pide Sebastian con velocidad, comenzando a caminar a la par de Edward que puso los ojos en blanco.

Amelia y Stefan se quedaron solos, pero igual en silencio por varios segundos, hasta que la rubia le dio una ligera sonrisa al modelo.

—¿Quieres bailar un poco? —pregunta la mujer extendiendo una de sus manos hacia el castaño que no dudó en tomarla.

Ambos comienzan a bailar al ritmo de la música sin emitir alguna palabra, se balancean unos segundos más, hasta que Stefan pudo decir lo que estaba guardando desde hace semanas.

—Quería pedirte disculpas otra vez por lo que te hice, Amelia —habla por fin el modelo hacia su antigua mejor amiga—. Lamento tanto el daño que te hice, hasta el día de hoy me sigo arrepintiendo y me arrepentiré por lo que resta de mi vida.

Stefan esperaba que Amelia lo insultara, que le deseara la muerte, pero lo único que hizo fue darle una ligera sonrisa como si estuviera simpatizando con él de alguna manera.

—No voy a poder olvidar el hecho de que me hechizaras para estar conmigo íntimamente, pero puedo perdonarte de todas maneras porque tú fuiste una persona importante en mi vida —recuerda Amelia tras pensar bien sus palabras—. Eso no asegura que tú y yo volveremos a tener la misma confianza que antes teníamos, mantendré mi distancia de ti para poder curarme totalmente de todo lo que me ocurrió, pero podrás contar conmigo cuando más lo necesites.

—¿Cómo una compañera de trabajo? —pregunta Stefan divertido, dándose cuenta de que la rubia sonrió sin algún tipo de falsedad.

—Como una compañera de trabajo —afirma Amelia, viendo como su ex mejor amigo asintió sin estar del todo de acuerdo, pero aún así respetaría su decisión.

Los dos se sonrieron y siguieron bailando al ritmo de la música, Amelia abrazó con cuidado a Stefan para mínimo intentar dejar de sentirse tan mal consigo misma ya que ella no lo había causado.

La pareja de recién casados entra riendo a la habitación principal de la casa en donde se encontraban y en donde iban a pasar su Luna de Miel.

—¿Es totalmente necesario? —pregunta Amelia divertida manteniendo sus brazos alrededor del cuello de Edward que la tenía en brazos cargada al estilo nupcial.

—Sabes que soy muy tradicional, mi hermoso ángel —recuerda Edward con diversión entrando totalmente a la que sería su habitación.

Edward deja con cuidado a su esposa en el suelo para que pudiera apreciar mejor la habitación en donde se encontraban, Amelia deja caer sus zapatos al suelo y mira a su alrededor totalmente fascinada.

—Es perfecto, Edward —asegura la rubia emocionada mientras caminaba hacia dos grandes ventanales que daban al exterior.

Amelia abre las puertas y sonríe tras ver que era un extenso balcón que dejaba ver la hermosa vista de la Isla en donde se encontraban.

—¿Es de tus padres? —pregunta Amelia hacia su esposo al sentir como este la abrazó por la espalda con cuidado.

—No exactamente —admite Edward un tanto nervioso y decidió hacer que Amelia se diera la vuelta para poder verla fijamente—. Es un regalo de bodas.

—¿Un regalo de bodas? —pregunta Amelia confundida acariciando con cuidado los brazos del vampiro—. ¿Es un hotel en donde estamos, no?

—Esta casa junto con la Isla la compré para ti, Amelia —revela Edward consiguiendo que su esposa quedara totalmente en blanco—. Es tuya.

—Tienes que estar j-jugando, ¿cómo...? —Amelia ni siquiera pude terminar de formular su pregunta ya que Edward la acercó a su cuerpo para poder besarla con necesidad.

Amelia se deja llevar por unos cuantos segundos, sintiendo como su esposo la hacia retroceder lentamente hasta que cayó en la suave cama de la habitación.

—¿Está intentando seducirme para intentar hacerme olvidar el sermón que le daré por comprarme algo tan excesivo, Señor Cullen? —pregunta Amelia en un susurro jugando con el cabello de su esposo.

—Puede ser —admite el vampiro, logrando que su esposa sonriera divertida—. ¿Está funcionando?

—Tal vez —responde Amelia volviendo a juntar sus labios con los de Edward con necesidad.

El beso se vuelve cada vez más intenso y caliente, Edward pasaba sus manos por los costados del cuerpo de su esposa que jugaba con el cabello de este. El vampiro comenzó a fingir unas cuantas embestidas que hizo que Amelia abriera sus piernas por reflejo.

—Te amo tanto, Amelia —dice Edward luego de comenzar a despojar de sus prendas a la mencionada que estaba haciendo lo mismo con él.

—Yo también te amo, Edward —afirma la rubia con la respiración agitada.

Los dos juntan sus labios una vez más y se dejan llevar por todos los sentimientos que los inundaban en ese momento, se dejan llevar por el amor que compartían y por la necesidad de sus cuerpos.

Ambos habían arriesgado varias cosas a lo largo de su relación para que pudieran estar juntos, hubieran sido capaces de cualquier cosa a cambio para que los dos pudieran ser felices, eso es lo que uno hace estando enamorado. Arriesgarse sin pensar en las consecuencias.

Eso era lo que Amelia y Edward habían hecho.

Arriesgaron sus vidas para que los dos pudieran estar juntos y poder vivir así un amor excepcional que, con el pasar de los años, únicamente se volvería cada vez más fuerte e intenso.


No puedo creer que hemos llegado al final oficialmente de esta historia... ¡POR FIN LO LOGRÉ! ¡YA PUEDO DESCANSAR EN PAZ! ¡PUEDO DORMIR PARA SIEMPRE A EDWARD CULLEN EN MI PERFIL!

Les pido una disculpa por todo el drama que causé, también por haberme tardado tanto en terminarla y dejarla en olvido por tanto tiempo :'v

La historia en general me causó muchos conflictos por el poco apoyo que tenía, me dejé llevar por mis inseguridades llegando a considerar el hecho de cancelarla para poder darme un respiro.

En fin, dejaré todas las palabras bonitas y varias de mis explicaciones en los agradecimientos que se subirán dentro de un rato junto con el Epílogo :D

¿Qué les pareció el final, hermosas personitas? ¿Les gustó? ¿Me siguen odiando por todo el dolor que les hice pasar a ustedes ya nuestros principales a lo largo de la historia?

Quiero leer sus opiniones sobre el final, me encantaría poder leer sus comentarios una última vez antes de despedirme oficialmente de todos estos personajes T^T

Aquí abajo les dejaré una foto de referencia de la boda de Amelia y de Edward, junto con el vestido de ella para que puedan verlo mucho mejor, el velo, los vestidos de las damas de honor y el conjunto con el que Amelia fue al destino de la Luna de Miel:

La Luna de Miel llevó acabo en las Islas Maldivas, pero pueden imaginar que es otra totalmente distinta e imaginen que Edward de verdad pudo comprarla para Amelia.

Les agradezco todo el apoyo que le dieron a esta historia, y aunque sea una caca de historia, siempre estuvieron ahí leyendo y apoyándome para poder continuar escribiendo. De verdad espero que este capítulo junto con la historia completa les hayan gustado mucho T^T

Dentro de un rato subiré el epílogo junto con los agradecimientos, así que estén muy pendientes porque no tardaré en publicarlos :D

No se olviden de votar y de comentar qué les pareció el final, recuerden que falta el epílogo, tampoco se olviden de cuidarse en donde sea que se encuentren y de que los amo con todo mi corazón❤️

💜𝐌𝐎𝐀𝐍𝐀💜


Esta es una historia original de Wattpad, actualmente igual se encuentra disponible en Inkitt y en Booknet, si la lees en otra plataforma se debe a un virus y una copia sin mi permiso.


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