❥ ❝O48 | 𝑳𝒖𝒏𝒂 𝒅𝒆 𝑴𝒊𝒆𝒍❞

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La fiesta continuó sin algún retraso o complicaciones, los novios disfrutaron mucho de su recepción, aunque tuvieron que complacer a cierta vampiresa de corte pixie de que Edward le quitara la liga a Alessandra.

Después de todo, y aunque la novia quiera negarlo, en verdad lo disfrutó.

Justo en ese momento, los recién casados se encontraban bailando juntos con una sonrisa en sus labios, pero tuvieron que alejarse al momento en que dos reconocidas vampiresas se acercaron a ellos.

—Tenemos que prepararte para el viaje, Ale —le avisa Rosalie a su cuñada—. Su vuelo sale en menos de una hora y no pueden perderlo.

La castaña regresa su mirada hacia Edward, ambos se sonríen ligeramente antes de que se acercaran al contrario para poder besarse cortamente. El vampiro afianza su agarre en su cintura para pegarla un poco más fuerte a su cuerpo, mientras que ella mantuvo sus manos alrededor de su nuca.

—Vámonos, Romeo —ordena Emmett al acercarse a ellos junto con Jasper—. Tienes que arreglarte para ir a tu Luna de Miel.

El azabache toma del cuello del saco a Edward y lo obliga a que se aleje de Alessandra, la italiana se ríe un poco al ver como su ahora esposo se quejaba porque lo alejó de ella, pero Emmett lo ignora junto con Jasper.

La novia termina por ir con Alice y Rosalie hacia la casa Cullen en donde podría cambiarse mucho más tranquila, tomándose su tiempo para poder prepararse.

Al llegar a la habitación, la vampiresa de corte pixie no duda en comenzar a buscar todo lo necesario para Alessandra.

—¿Tienes el conjunto? —le pregunta Rosalie a su hermana menor tras terminar de cerrar la puerta y se encamina a cerrar las cortinas de la recámara.

—Sí —responde Alice con una sonrisa en sus labios—. Lo tengo seleccionado junto con la sorpresa para Edward.

Alessandra levanta una de sus cejas por esas palabras, pero termina por negar ligeramente al resignarse, ya que sabía que sus cuñadas no la dejarían en paz hasta que aceptara la idea que tuvieron días antes.

La castaña se quita el tocado de su cabello con sumo cuidado junto con el broche que sus padres le dieron antes de la boda, mantiene el peinado hecho por Rosalie y decide quedarse con el maquillaje intacto que utilizó durante la velada. El vestido pudo desabrocharlo con ayuda de su cuñada rubia, mientras que Alice sostenía el conjunto que Alessandra se pondría.

Pasan algunos minutos antes de que la novia estuviera totalmente vestida con el atuendo seleccionado e incluso con la sorpresa que ambas hermanas tenían preparada para Edward. Una vez que la italiana se puso los zapatos, se abrocha unos brazaletes.

Asegurándose sus anillos en su dedo anular izquierdo, Alessandra termina por salir de la habitación junto a sus cuñadas y las tres se encaminan hacia las escaleras de la casa. Una vez que se encontraban en el primer piso, la recién casada se encontró con su ahora esposo.

Edward, al ver a su esposa, no duda en acercarse a ella para poder tomarla de la cintura y pegarla a su pecho con cuidado, así los dos pudieron besarse con necesidad.

—Los invitados ya están afuera —avisa Alice, algo divertida por lo desesperado que se mostraba su hermano mayor al no tener cerca a su pareja—. Los esperamos.

—No hagan ruidos raros —advierte Rosalie antes de seguir a su hermana menor.

Los recién casados se alejan con una sonrisa en sus labios y se miran fijamente por largos segundos.

Sei così bella, stella mia [1] —asegura Edward en un susurro, mientras miraba con total fascinación a su mujer.

Alessandra no evita reírse un poco estando avergonzada, ya que su esposo hizo que diera una vuelta frente a él. Ambos se ríen un poco por el acto, pero terminaron por besarse una vez más.

Al separarse, deciden entrelazar sus manos y comienzan a caminar hacia la puerta principal de la casa, en donde comenzaron a pasar por un pasillo rodeado por los invitados a la boda, quienes se encargaban de tirar arroz hacia ellos.

Los novios sonríen avergonzados, pero es Alessandra quien suelta la mano de Edward para que él pudiera ir al auto, así ella podría despedirse de su familia.

—Oh, mi niña hermosa —susurra Bianca conmocionada y no duda en acercarse a su hija para poder abrazarla.

Alessandra corresponde el abrazo con una sonrisa, disfrutando del calor que le daba su madre.

—Está bien —asegura la novia con un poco de diversión.

—¿En serio no te dirá a dónde irán? —le pregunta Bianca al alejarse de ella y mirarla fijamente.

Las dos mujeres regresan sus miradas hacia Edward, quien se encontraba hablando con Carlisle sobre algo que no alcanzaban a escuchar.

—No —termina por decir Alessandra, bastante emocionada—. Es sorpresa.

—Ay, mi princesa —susurra Bianca con la voz rota.

La mayor comienza a jugar con el cabello de su hija con sumo cuidado, siente una calidez en su pecho por poder mirar como los ojos de Alessandra brillaban con notable ilusión. Ambas se ríen un poco cuando Bianca se tomó el tiempo de quitarle algunos granos de arroz del castaño cabello de su hija.

—No olvides ponerte protector solar —le pide la mujer a la recién cada con una sonrisa en sus labios—. Cuídate mucho, ¿sí?

Alessandra sonríe ante la pregunta y no duda en asentir con seguridad, dejando un poco más tranquila a su madre, las dos vuelven a abrazarse por unos cuantos segundos, pero terminaron por alejarse al momento en que escucharon como alguien se acercaban a ellas. Al momento de girarse, se encontraron con Beatrice.

—Hablaré con ella —le explica la italiana a Bianca, quien no dudó en asentir con una sonrisa en sus labios.

—Ella va a respetar la decisión que tomes —asegura la mujer antes de dejar una delicada caricia en la mejilla de su hija.

Ale le agradece en un susurro y toma el valor para encaminarse hacia donde se encontraba Beatrice de pie, con una notable expresión de ilusión al momento en que se miraron fijamente.

—Hola —se saludan las dos al mismo tiempo.

—Yo..., en verdad espero que seas feliz, Ale —le asegura Beatrice con notable sinceridad en su voz y en sus ojos—. Eres mi hija y siempre querré lo mejor para ti.

—Sé que fue dura contigo luego de que se supera toda la verdad de mi origen, pero me tomó por sorpresa —explica Alessandra.

—Si tu intención es disculparte conmigo, no lo hagas —pide la mayor con un poco de diversión—. Merezco tu rencor porque te mentí toda tu vida y entiendo que estés molesta conmigo, aceptaré si quieres que después de esto no quieras verme otra vez.

—Solo necesito un poco más de tiempo —le confiesa Alessandra—. Entiendo tus razones, pero tenías otras opciones por las cuales podías optar.

—Supongo que fue más mi necesidad por querer protegerte, que no me detuve a pensar en lo que sucedería en el futuro —habla Beatrice bastante arrepentida—. En verdad espero que seas feliz, Ale.

—Gracias —susurra la castaña con sinceridad en su voz—. Tal vez tu manera de protegerme no fue la correcta, pero estabas bajo mucha presión y más estando sin tu alma gemela.

—Lo único bueno que él pudo darme, fue a ti —asegura la vampiresa antes de tomar la valentía para acariciar con delicadeza una de las mejillas de su hija biológica—. Deseo que tú sí puedas ser feliz junto a Edward, sin importar las condiciones acerca de las almas gemelas.

—Yo deseo lo mismo —confiesa Alessandra por lo bajo y toma la mano de Beatrice que se encontraba en su mejilla para darle un ligero apretón.

—¿Todavía no le dices? —pregunta la mujer algo preocupada.

—Con todo lo de la boda no me he dado el tiempo para poder hablar con él —le explica la recién casada con una mueca en sus labios—. Tengo la esperanza en que no sucederá nada, pero ahora estamos casados, y que esto es para toda la vida.

—Literalmente —susurra Beatrice, consiguiendo que ambas se rieran un poco—. No te preocupes, Edward va a entenderse y sé que no te dejará sola.

—Gracias otra vez por decírmelo —habla Alessandra.

—Disfruta de tu Luna de Miel, sobrina —le pide la mujer con algo de diversión en su voz, pero consigue que el ambiente entre las dos se aligere un poco.

—Lo haré, tía —responde la castaña avergonzada mientras las dos mujeres se reían.

Las miradas de ambas se dirigen hacia su costado y se encuentran con cierta vampiresa de ojos dorados quien les dio una radiante sonrisa.

—Todo está empacado y listo —avisa Alice hacia su cuñada que asintió ligeramente.

—Gracias —responde Alessandra sin perder su sonrisa.

Alice sonríe y se aleja de ellas para dejarlas a solas otra vez, pero tanto Beatrice como Alessandra fijaron sus miradas en Carlo, quien las miraba a lo lejos con cierto brillo en su mirada, específicamente, a su hija.

—Voy a hablar con él —avisa la castaña hacia su madre biológica que no dudó en asentir.

Se despiden otra vez antes de que Alessandra comenzara a caminar hacia su padre quien, al momento de ver a su hija, no dudó en comenzar a reírse por la manera en que la castaña le dio un ligero empujón a manera de broma para intentar animarlo.

—Tal vez al principio no resentí tanto tu ausencia en casa porque sabía que estabas con tu alma gemela, pero ahora que estás casada..., lo siento un poco diferente —confiesa Carlo al mirar fijamente a Alessandra—. Será bastante extraño tener que aceptar que mi pequeña hija por fin cumplió su sueño de casarse.

—Lo sé —responde ella—. Para mí también será extraño, todo esto es nuevo para mí, pero prometo ir a visitarlos.

—Cuídate mucho, principessa mia —pide el hombre con una clara mirada nostálgica.

—Te quiero mucho, papá —responde ella al asentir ante su pedido.

Carlo baja la mirada para intentar contener sus lágrimas, pero falla totalmente al momento en que sintió como Alessandra lo abrazó con fuerza. Ambos se mantienen así por varios segundos, siendo él quien acariciaba su espalda y parte de su cabello con suma delicadeza, disfrutando de su cercanía.

—Yo también te quiero, core mio [2] —susurra Carlo al cerrar los ojos y derramar unas cuantas lágrimas.

Padre e hija se mantienen así por un momento más, hasta que él tomó la suficiente resignación para alejarse de ella, ya que su Luna de Miel estaba por comenzar.

—Creo que ya tienes que irte o perderás el avión —asegura el hombre hacia su hija, pero no evitó poner los ojos en blanco—. A donde quiera que vaya.

Alessandra se ríe por esas palabras y no duda en acercarse a Carlo para dejar un tierno beso en su mejilla que lo hizo sonreír. Ambos se toman de las manos por unos cortos segundos, pero terminaron por alejarse, ya que ella comenzó a caminar hacia su esposo.

Edward sonríe encantado al reconocer a su esposa y no duda en tomarla de la cintura para poder pegarla a su pecho, dejando un delicado beso en sus labios que Alessandra no dudó en corresponder. Los dos caminan hacia el auto, siendo el vampiro quien le abrió la puerta a ella y, tras rodear el auto, el lector de mentes entra a este igual. Abrochándose los cinturones, las almas gemelas regresan a verse.

—¿Lista, stella mia? —pregunta Edward hacia Alessandra.

Ella sonríe emocionada al sentir como él tomó su mano izquierda y la acercó a sus labios para dejar un delicado beso en sus nudillos, asintiendo, deciden emprender camino hacia el aeropuerto de Forks.

Edward arranca el auto mientras que Alessandra se despedía de los invitados, agitando su mano libre con ligereza, ya que la otra seguía siendo sostenida por el vampiro, aunque este condujera con agilidad.

Los recién casados se mantienen en un agradable silencio, sintiendo una grata sensación en sus pechos. Poco a poco fueron cayendo en cuenta y no evitaron ocultar su emoción.

Por fin eran marido y mujer.


El conjunto que utilizó Alessandra para la Luna de Miel se encuentra en multimedia, en el siguiente capítulo les publicaré la imagen de la sorpresa que le tiene Alessandra a Edward.

En un rato subo el siguiente capítulo (7w7) así que no desesperen, nos vemos en un rato hermosas personitas❤️

❣️𝐌𝐎𝐀𝐍𝐀❣️


Esta es una historia original de Wattpad, actualmente igual se encuentra disponible en Inkitt y en Booknet, si la lees en otra plataforma se debe a un virus y una copia sin mi permiso.


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