Capitulo 35

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Faltaba un solo día para que Anne Boonchuy se convirtiera en Anne Wu, y la novia estaba que echaba humo porque la estúpida de su vecina todavía no le había devuelto su preciado anillo de compromiso.

¡Cómo se suponía que iba a subir el altar sin el anillo de Marco! ¡Qué le iba a decir en el momento en que le preguntara por él! Hasta ahora había conseguido evitar comentarle el extravío de la alianza sugiriéndole que era tan caro que le daba miedo que se lo robaran, por lo que lo tenía guardado en la caja fuerte. A saber dónde narices guardaba realmente Sasha su anillo, seguro que lo tenía por algún lugar tirado despreocupadamente. Anne había esperado hasta el último momento para darle la oportunidad a Sasha de ser una buena persona y devolver el objeto robado, pero estaba visto y comprobado que la Salvaje nunca había sido una buena persona.

¡Decidido! Ésa era la noche en la que recuperaría su anillo, no podía esperar ni un segundo más a que esa majadera hiciera lo correcto, pero ni loca iría sola: esperaría que la oji escarlata no estuviera en casa y cometería un allanamiento de morada con la inestimable ayuda de sus hermanos. Seguro que ellos no le negarían nada de lo que les pidiera, después de todo era su encantadora hermana pequeña y ellos la adoraban.

―¿Estás loca? ¡Ni por todo el oro del mundo te voy a ayudar a robar en casa de nuestra amiga Sasha! ―exclamó Polly tras escuchar la proposición de Anne.

Ella miró suplicante a Sprig a la espera de su respuesta.

―Anne, tú sabes lo alocado que soy, pero, en serio, ¿allanamiento de morada? ¿No te parece algo demasiado drástico? ¿Por qué no le pides el objeto que te ha quitado y ya está?

―¿Es que acaso no creéis que lo he intentado, que no le he suplicado y llorado que me lo devuelva?

―Anne, tú no sabes suplicar, seguro que más bien se lo has ordenado ―sentenció Polly.

―¡Sois mis hermanos, se supone que tenéis que apoyarme en todo!

―Sí, Anne, pero no en un robo. Además, ¿qué es eso tan importante que te ha quitado, a ver? ―quiso saber Polly, interesado.

―Mi anillo de pedida ―murmuró después de unos momentos de indecisión en los que no supo si contárselo a sus hermanos o no―. ¡Vale, me robó descaradamente mi alianza de pedida y se niega a devolvérmela! ¿Cómo me presento mañana ante el altar sin ella?

―¿Se puede saber cómo te robó Sasha tu anillo de pedida sin que te dieras cuenta? ―indagó Sprig asombrado.

―¡Eso no es de vuestra incumbencia! ―contestó Anne sonrojada al recordar el momento exacto de la pérdida del anillo.

―¿Has intentado emplear la amabilidad y el encanto, para variar, a la hora de pedirle que te lo devuelva? ―curioseó Polly.

―¿Crees que eso me va a funcionar con Sasha, quien me lleva torturando desde pequeña?

―Anne, os torturabais mutuamente, por eso nos negamos a meternos en medio de vuestras peleas ―señaló Polly.

Bien, si no me ayudáis me veré obligada a decirle a Marco que vais a su despedida de soltero. Sé que estáis deseosos de asistir ―chantajeó Anne admirando la cara de espanto de sus hermanos―. Ah, y no tendré más remedio que sentaros junto a mi cuñada y a mi suegra, ya que creo que no hay otro sitio libre para vosotros.

La cara de sus hermanos pasó del espanto al horror en pocos segundos. Esperó a que asimilaran la terrible situación antes de añadir:

Claro que, si me ayudáis, siempre puedo excusaros con Marco o buscaros otros asientos más adecuados, quizá junto a las damas de honor.

―¡Joder, Anne! Si nos lo pides así... ―comentó Sprig.

―... no podemos negarnos ―finalizó Polly.

Sasha estaba sorprendida ante la inusual petición de Marco Regino Wu III de que acudiera a su hogar para tomar medidas para unos nuevos muebles que pretendía encargar. Sobre todo porque ése era el día previo a su boda y también el día previsto para su despedida de soltero.

En el momento en el que tocó el timbre, el mismísimo dueño de la casa en persona abrió y la invitó a entrar, la condujo a su despacho y le sirvió una copa mientras la invitaba a sentarse.

Por su parte Sasha prefirió permanecer de pie, al mismo nivel que su odiado competidor, y esperar a ver qué tenía que decirle, porque sin duda ese día no había sido llamada para hacer ningún trabajo, sino para ser intimidada por el dinero y el poder de Don Perfecto. Aunque había un problema con eso: ella nunca se dejaba intimidar por nadie.

―Bien, ¿para qué me has llamado? ―preguntó Sasha impaciente ante la pasividad de Marco.

―Creo que ya lo sabes; no obstante, te lo recordaré: mañana es el día de mi boda y quiero que dejes en paz a mi mujer ―ordenó mirándola fríamente.

―Todavía no te has casado ―repuso Sasha―, aún tengo la esperanza de que Anne recapacite y te deje plantado en el altar.

―¿Crees de verdad que Anne haría algo así? Ella es educada y culta, una perfecta señorita; si tuviera dudas, ya la hubiera dejado.

―Tú conoces a Doña Perfecta, pero yo conozco a Anne Boonchuy, y créeme cuando te digo que ella es capaz de eso y de mucho más.

―¿No te has preguntado nunca por qué sólo tú conoces la parte más desagradable de ella? ¿No será porque no le gustas?

―Oh, sí que le gusto ―contestó Sasha sonriendo ladinamente.

―Entiendo ―comentó Marco flemáticamente, sin mostrar furia alguna―. Que hace años os hubierais acostado no te da derecho alguno sobre ella.

―Anne es mía y, aunque decida casarse contigo, siempre será mía ―indicó Sasha con decisión.

―Y dime, entonces, ¿por qué no se casa contigo mañana en vez de conmigo? ―preguntó maliciosamente Marco.

―Porque, según ella, tú eres su hombre ideal ―refunfuñó, molesta.

―Ah, entonces ella te ha dicho que no... ¿cuántas veces? ¿Y cuántas más te tendrá que rechazar para que desistas? ―insistió Marco metiendo el dedo en la llaga.

―Eso es entre ella y yo.

―Sí, pero desde mañana pasará a ser problema mío. Cuéntame cómo podrás seguir aquí viéndola vivir su vida a mi lado, tener mis hijos...

―Yo...

―Y si has pensado en convertirme en un cornudo, te diré que no me agrada en absoluto; además, ¿has meditado sobre cómo podrá vivir ella consigo misma si me es infiel?

―Ella no se casará contigo ―insistió firmemente Sasha.

―Pero, si decide hacerlo, te diré que no me convence para nada la idea del divorcio, así que, aunque se dé cuenta después de la boda de que ha cometido un error, según tú, yo ya no la dejaré escapar.

Tras una breve pausa, Marco continuó:

―Dime cómo solucionamos este asunto: ¿la metemos a ella en nuestra lucha diaria y la hacemos tremendamente infeliz o uno de los dos se marcha mañana del pueblo y no vuelve a aparecer nunca más en la vida de Anne? ¿No te gusta tanto hacer apuestas? ¡Pues apostemos! Si ella se casa conmigo mañana, tú te vas para siempre. Si por el contrario me abandona en el altar, soy yo el que se larga de aquí sin mirar atrás ―propuso Marco Regino Wu III.

Sasha miró la mano extendida de su enemigo a la espera de que aceptara el acuerdo. Tras pensar en lo que sería su vida diaria observando desde lejos a Anne con otro, estrechó su mano cerrando el trato.

―Espero que a pesar de tu apodo seas todo seas confiable y cumplas con tu parte del trato ―sugirió Marco.

No te preocupes, Don Perfecto, yo cumplo siempre mi palabra. Espero que tú también, porque, si tengo que sacarte del pueblo, yo no actuaré gentilmente.

―¡Yo siempre mantengo mi palabra! ―replicó Marco indignado.

―Bien, mejor para ti. Y ahora te dejo, tú tienes mucho que hacer en tu despedida de soltero y yo tengo que impedir una boda: la tuya.

―Espero que no hagas nada demasiado drástico para intentar impedirla.

―No te preocupes, ¿qué tendrías que temer de alguien a la que todos apodan la Salvaje? ―concluyó alegremente mientras se terminaba la copa de un trago y se marchaba decidida hacia su hogar a esperar la visita de Anne, porque estaba totalmente segura de que esa noche sería visitada por la novia en su búsqueda desesperada del anillo.

Sasha sonrió mientras palpaba en su bolsillo, donde se hallaba oculto el ostentoso diamante de Marco. «¡Pobrecito! -pensó Sasha mirando a Don Perfecto-, aún no sabe que juego sucio.»

...

―¿Me queréis explicar por qué narices habéis venido a robar vestidos de blanco? ¡Un poco más y os ponéis un letrero luminoso en el culo! ―gritó Anne a los descerebrados de sus hermanos.

―Perdón, no sabía que había una etiqueta de vestimenta para cometer un robo ―comentó Polly sin arrepentirse en absoluto de llamar la atención.

―¡Pues la hay! ―exclamó Anne, sulfurada―, ¡negro, joder, negro para que no se te vea en la noche! ¡No blanco luminoso ni amarillo chillón! ¡Simplemente negro! ¿Es que no ves las películas de ladrones?

―No me gusta ese género, ¿por qué tengo que admirar a un tipo que le roba a otro por diversión? Que se gane el dinero como todo el mundo: trabajando ―zanjó Polly.

―¡Pues no sabes lo que te pierdes! ¡Las de Ocean's Eleven están muy bien! ―comentó Sprig emocionado―. Además, hay unas chicas que...

―¿Hemos venido a robar o a hablar de cine? ―cortó Anne con enfado.

Hombre, si tenemos dos posibilidades, yo preferiría el cine ―bromeó Sprig.

―¡No, me vais a ayudar! Para eso sois mis hermanos ―concluyó Anne.

―Está bien, si insistes... ―se resignaron los dos mansamente al recordar las consecuencias de no prestar su ayuda a su inestimable hermana.

―Bueno, ahora vamos a comprobar si alguna de las ventanas está abierta y me aupáis para que yo pueda entrar en la casa y abriros la puerta.

―La de la cocina está abierta ―apuntó Polly.

―¡Bien! Pues ayudadme a entrar ―ordenó Anne dirigiéndose hacia la ventana de la cocina.

Polly elevó a Anne, y ésta intentó entrar, pero la ventana sólo estaba ligeramente entreabierta, así que al final Anne quedó atascada y sin poder moverse hacia fuera o hacia dentro de la casa. Simplemente gritaba y pataleaba escandalosamente apremiando a sus hermanos a que la sacaran de allí.

―¡No te preocupes! Ahora mismo entramos ―explicó tranquilamente Polly―. Debo tener la llave por alguna parte ―dijo tanteando sus pantalones.

―¡No me digas que tienes una llave de la casa de Sasha! ―chilló Anne―. Entonces, ¿me puedes decir, Polly Boonchuy por qué narices estoy atorada en esta maldita ventana?

―Por impaciente ―repuso Sprig mientras los dos la dejaban pataleando para dirigirse con lentitud hacia la entrada.

Finalmente sus hermanos se dignaron a entrar en la cocina, pero en vez de ayudarla fueron hacia el frigorífico y rebuscaron en él, sacando dos cervezas frías que se tomaron con gran tranquilidad mientras estudiaban qué podían hacer para sacarla de allí.

―La ventana está demasiado atrancada. Voto por dejarla aquí e irnos a celebrar la despedida de soltero de Marco por nuestra cuenta ―propuso Sprig alegremente.

―No sé... ¿adónde podríamos ir? ―contestó Polly ignorando los gritos de Anne.

―Hay un club en las afueras del pueblo donde las tías hacen estriptis, y me han dicho que hay un espectáculo donde una de ellas se agarra de la barra únicamente con las tetas, ¿te imaginas cómo deben de ser? ―manifestó Sprig emocionado.

―¡Eso no me lo pierdo! ―comentó Polly olvidándose de su hermana, que parecía un animalillo salvaje capturado en una trampa.

―¡No seréis capaces de dejarme aquí así! ¡Os juro que os pondré junto a los más desagradables parientes de Marco durante el resto de vuestra vida! ―gritó Anne, histérica.

―Bueno, bueno... Ya te sacamos, sólo estábamos de broma ―dijo Sprig resignado a quedarse sin ver el espectáculo de la chica, la barra y las tetas.

Los Boonchuy comenzaron a tirar de su hermana hacia el interior de la casa hasta que oyeron el ruido inconfundible de la furgoneta de Sasha; fue entonces cuando los muy cobardes la soltaron y salieron corriendo, dejándola a ella incrustada en la ventana de la cocina como a una ladrona cualquiera.

Ella les gritó, les suplicó que volvieran para sacarla de allí.

Finalmente acabó maldiciéndolos e insultándolos mientras esperaba a la dueña de la casa en una posición algo comprometida.

―Este culito me suena ―declaró una Sasha sonriente acariciando el trasero de Anne sensualmente.

―¡Estate quieta, Waybirthg! ¡No tienes ningún derecho a sobarme! ―gritó ella furiosa.

―¡Ah, pero si es el precioso culito de Anne Boonchuy! Cariño, si querías ofrecerte a mí, no hacía falta que te pusieras en una posición tan complicada: con que me esperaras en la cama, bastaba.

―¡No me estoy ofreciendo! ―chilló Anne removiéndose inquieta.

―¿Estás segura? La otra opción es que has intentado colarte en mi casa, ¡chica mala! ―exclamó Sasha dándole varias palmadas en el culo. 

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