XIX

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—Debes casarte con ella —sentenció Safiye.

—No —contradijo Murad, mientras bebía un poco de vino.

—No te estoy pidiendo permiso Murad, te estoy dando una orden.

El Sultán dejo de lado su copa con vino y miro detenidamente a su esposa.

No vio miedo, no vio un atisbo de duda en su rostro. Sólo vio seguridad y algo en su interior lo hizo temblar. Él sabía muy bien que si no hacia lo que ella le pedía, rodarian muchas cabezas y la suya sería la primera.

—¿Y si no quiero tomar a Şemsiruhsar como mi esposa? —preguntó el Sultán, tomando el mentón de la pelirroja.

—Te obligaré a hacerlo —masculló la Sultana con molestia—. ¿O acaso quieres que esta dinastía se extinga?

Él guardo silencio y ella sonrió triunfante.

«¡Maldita bruja pelirroja!» pensó Murad, volviendo a beber de su vino una vez que Safiye se fue de sus aposentos.

El humo del incienso inundaba cada rincón de esa habitación que apenas era iluminada por un par de antorchas. Era el lugar perfecto –dentro del pueblo– para que las personas importantes se reunieran y platicaran sus planes.

La nueva Valide Sultán y la Reina de Polonia se encontraban reunidas en ese lugar, en espera de que la tercera persona hiciera acto de aparición.

—Creí que la que vendría sería Gülbeyaz —habló la Valide Sultán en tono serio.

—La Reina Consorte de Francia ha caído bajo, ya no hay rastros de aquella mujer que intento matar a Nurbanu Hatun —informó la Reina.

—Una gran mujer que cayó por amor, eso es humillante.

La Reina asintió y antes de pudiera decir otra cosa, unos pasos apresurados se escucharon por los pasillos. Por las puertas entró una bella dama de cabellos de fuego y mirada esmeralda.

—Perdón por el retraso, apenas si pude escapar de los guardias del palacio —dijo la pelirroja.

—Buenas noches Sultana Safiye —dijo la Reina con sarcasmo ante el evidente retraso de su contraria.

—¿Y tú quién eres? —preguntó Safiye con molestia.

La susodicha sonrió y dejo ver el blanco rostro que se escondía detrás de la capucha.

—¿Fatma Nur? —cuestionó la Haseki Sultán, totalmente sorprendida.

—Antes solía ser Fatma Nur Sultán, hija del Sultán Süleyman y Mahidevran Sultán. Sin embargo, mi padre fue el Rey Armand de Polonia y yo he tomado su lugar; ahora soy la Reina Alenka.

La Valide Sultán sonrió totalmente complacida de la mujer en que su hermana se había convertido. Ya no era una Sultana y por ello muchos la vieron como una sucia infiel, pero eso a ella no le importaba.

—No perdamos más tiempo hermanas, tenemos el tiempo en nuestra contra y debemos actuar ya.

Las tres mujeres se enfrascaron en una larga conversación que iba desde trazar planes complicados hasta los más sencillos. También hubo una que otra cachetada, ellas estuvieron a punto de pelearse enserio de no ser porque sus criadas intervinieron.

La pluma paso muchas veces por diversas hojas que posteriormente fueron quemadas, ninguna de las tres llegaba a una solución satisfactoria. Y así se pasaron la mañana y gran parte de la tarde, hasta que una criada de nombre Süheyla sugirió algo que rompería la frágil paz que hay entre polacos y otomanos.

El plan poco a poco fue tomando forma, hasta que todas las piezas estuvieron en sus respectivos lugares; solo quedaba ponerlo en marcha para así poder acabar con el reinado del Sultán Murad.

••••

—¿Tú crees que funcione? —preguntó Safiye a su hermana.

—Tiene que funcionar Safiye —respondió la Valide, mientras veía como el barco de Alenka se alejaba.

—¿Y si no funciona? ¿Qué haremos?

—Si no funciona, entonces que Alá se apiade de nosotras porque Murad descargara su ira y nuestras cabezas rodarán.

Safiye Sultán asintió.

—Ya deberán estar preguntando por nosotras —dijo la pelirroja, tomando entre sus manos su daga—. Debemos volver al palacio, Valide Mihrimah Sultán.

La boda entre Şemsiruhsar Kadin y el Sultán Murad se celebró sin ningún contratiempo. Todo salió tal y como se planeo, aunque no faltaron aquellas miradas de lástima hacia la Haseki Sultán.

Si esto hubiese ocurrido antes, Safiye lloraría en silencio, se sentiría rota porque el hombre que amaba estaba con otra. Sin embargo, las cosas son completamente distintas. A la Sultana ya no le importaba con quién se metía Murad, así que podía pasar sus noches en total tranquilidad.

Aunque parecía que esa noche sin luna, ella no podría estar tranquila.

—Tengo que hablar con usted Sultana —pidió Ayşe Sultán, mirando a su tía.

—Estas no son horas para hablar, mejor ve a descansar —ordenó Safiye a la joven sultana.

—No puedo dormir, las pesadillas no me dejan.

La Haseki suspiró y con una mirada, le indico a su criada que trajera el brebaje para inducir el sueño.

—¿Y qué es eso que quieres decirme? —preguntó Safiye, mientras dejaba que Ayşe se acomodara a su lado en la cama.

—Conozco las costumbres y se que pronto deberé casarme como Sultana que soy —habló la rubia.

—Así es, pero aún eres muy joven para pensar en el matrimonio.

—Era muy chica cuando el esposo de Ismihan me encerró en un cuarto oscuro y me hizo cosas que no quiero recordar —dijo la joven Sultana y la mayor tragó en seco—. Y no solo fue él, también hubo más hombres que hicieron lo mismo. Ismihan todas las noches me visitaba y me obligaba a bailar para ella. Después de eso, se quitaba la ropa y me pedía que la tocará.

—Ya no sigas por favor, ya fue suficiente —pidió la pelirroja, totalmente asqueada.

Ayşe calló y aceptó con gusto el brebaje que su tía le ofrecía.

—Quiero a Halil Paşa... —susurró la joven quien empezó a perderse en el mundo de los sueños—, como mi esposo.

—Claro, mañana hablaré con Su Majestad.

«Ni después de muertos dejan de atormentarla. Ojalá se estén pudriendo en el infierno» pensó Safiye.

Después de 84 años volví por aquí 😂

En fin, ¿qué les pareció el capítulo? Dejen su opiniones.

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