XXII

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Su mente aún trataba de procesar lo que hace unos instantes había escuchado.

Safiye creyó por mucho tiempo que su verdadera madre había muerto después del exilio. Por su mente jamás paso la idea de que si llego a Túnez y que mucho menos se entregó en cuerpo a un nuevo señor.

Sin embargo, que Hürrem haya sobrevivido quizás no era lo importante por ahora.

¿Y si Halime estaba mintiendo? ¿Qué tal si solo quería ganar poder por el simple hecho de ser su hermana?

Esas interrogantes no la dejaban tranquila desde que llegó a sus aburridos aposentos.

—Mamá.

Safiye volteó al escuchar la dulce voz de su pequeña Fatma.

—Deberías estar durmiendo mi amor —dijo la pelirroja, tomando a su pequeña para poder sentarla en sus piernas.

—No sentí a Ayşe a mi lado, eso me asustó mamá —confesó la pelinegra.

—¿Qué Ayşe no está? ¿No la viste salir Fatma?

—No recuerdo bien mami, solo vi que se puso bonita y que luego salió con Zeynep Hatun.

La Haseki torció su boca en una extraña mueca de enfado.

—Muchas gracias por decirme Fatma, ahora mismo mandaré a buscar a tu prima.

Fatma Sultán asintió y tomó la mano de su niñera para volver a la cama y seguir tomando su siesta de la tarde.

«Puros problemas en estos días, no puedo estar tranquila antes del gran día»

—Fahriye Hatun —llamó la Sultana su criada personal.

—¿Si Sultana?

—Ve a buscar a Yakup Ağa y dile que traiga a Ayşe Sultán. Después irás con Hüma Kalfa y le pedirás que investigue todo acerca de Halime Hatun —ordenó la pelirroja a la castaña.

—Como ustedes ordene mi Sultana.

Safiye Sultán asintió y con una seña pidió estar sola.

«Que Alá nos ampare está vez»

—Eso es imposible, se supone que teníamos un tratado de paz —chilló la Haseki Sultán del imperio.

—Pues la Reina ha rato ese tratado —masculló Murad con enfado.

—Y pensar que los polacos antes eran nuestros aliados —susurró la pelirroja con lástima, claro que fingida pues en su interior se sentía feliz.

—Yo mismo me encargaré de dirigir al ejército. Haré pagar a esos sucios polacos por su osadía.

Después de esa pequeña charla, Safiye fue a buscar a su hermana Mihrimah.

Tenía que contarle las buenas nuevas.

En un principio dudo de la veracidad de la Reina Alenka, pues ella alguna vez fue miembro de la dinastía otomana y no la creía capaz de traicionar a su antigua familia. Sin embargo, la pequeña acción de romper el tratado de paz, la hizo darse cuenta que haría de todo para acabar con su esposo, el Sultán Murad.

Tan sumida iba en sus pensamientos la Sultana, que por poco no nota la aquella extraña presencia.

—¿Quién eres? —preguntó Safiye a aquella figura encapuchada.

La misteriosa figura de quitó su capa dejando ver una bella piel cremosa con un hermoso cabello oscuro que le hacía contraste.

—Şahihuban —susurró la Haseki Sultán.

—Sultana Safiye.

—¿A dónde vas tan arreglada? Sabes que mi marido ya no recibe a nadie desde que tomó a Şemsiruhsar como esposa.

—Eso lo se muy bien, tan sólo quiero advertirle de un gran peligro.

—¿Peligro? ¿Qué peligro?

—No te hagas la que no sabes —dijo Şahihuban, acercándose demasiado a su contraria.

—Conoce tu lugar Hatun o me olvidaré de que eres la madre de un príncipe.

—La que debería conocer su lugar eres tú —murmuró la pelinegra—. ¿Acaso crees que no se que tú, con ayuda de la Valide Mihrimah y la Reina Alenka, planean derrocar a Mi Señor?

—¿Pero que disparates dices? Yo nunca haría semejante cosa como destronar a Su Majestad. —Se defendió Safiye.

—No son disparates, yo sé lo que vi y oí.

—En ese caso, le diré al Sultán Murad de tu amorío con Damla Hatun.

Lo siguiente sucedió demasiado rápido.

Una daga atravesó sin más su vientre, sintiendo así como su sangre comenzaba a abandonar su cuerpo. Después sintió que la golpeaban en la cabeza con un objeto duro que solo hizo que perdiera aún más aquel vital líquido.

No podía defenderse, no podía hacer absolutamente nada más que esperar el abrazo eterno de la muerte.

«Mis bebés, mis amados hijos...»

Tres días después

Sintió su cuerpo muy pesado, como si un montón de caballos hubiesen pasado por encima de ella.

Intento levantarse, pero un tacto frío se le impidió. Quizás eso era lo mejor pues aún sentía demasiado dolor en ella.

—¿Sultana? ¿Puede escucharme Sultana?

No reconocía esa espantosa voz, así que simplemente decidió ignorar.

—No te hagas la tonta, déjame ver esos lindos ojos verdes que tienes —habló otra voz que reconocería en cualquier lugar.

«Halime y su florido vocabulario»

Y con mucho pesar, la pelirroja mayor abrió lentamente sus bellos ojos.

—¡Gracias a Alá! Estos días fueron muy oscuros, pero me siento feliz de que hayan terminado.

—¿Tan malos días fueron Mihrimah? —preguntó Safiye con burla..

—¡Claro que fueron malos! Primero fuiste atacada por la mugrosa de Şahihuban y luego Murad se ha ido a la guerra.

—Ojalá ese bastardo no regrese —masculló Halime, totalmente enojada.

—¿¡Y cómo te atreves a insultar a tu Sultán!? —vociferó la ojiverde con enojo fingido.

—No te hagas hermanita, yo todo acerca del complot en contra de mi cuñado. Pero tranquila, de mis labios no salió palabra alguna.

—Más te vale Halime o te arrancaré la lengua —sentenció Mihrimah Sultán, mirando a la otra pelirroja.

«Menos mal, no tendré que lidiar con mi nueva hermanita que salió de la nada»

—¿Y Şahihuban? —preguntó la primera Haseki.

—Muerta —respondió Halime con alegría—. Ayşe Sultán y yo nos encargamos personalmente de ella.

—¿Y su hijo?

—Ya no es más un príncipe, solo eso diremos —contestó Valide Mihrimah, dando por terminado ese asunto.

Safiye sintió como un peso abandonada su ya pesada carga.

Volvió a cerrar a los ojos para disfrutar lo más posible su tan deseada paz, pero dos asuntos la hicieron enderezarse de golpe: la pequeña Sultana rubia y Halime.

—¿Dónde está Ayşe? Fatma se quejo de que la vio salir sin mi permiso —cuestionó la esposa de Murad a sus contrarias.

Mihrimah suspiró.

—La hija de Selimiye se atrevió a casarse con Halil Paşa sin el permiso del Sultán —informó Mihrimah con cierta pena.

—¿¡Cómo!? —gritó Safiye, pero solo logró lastimarse la herida—. Esa niña algún día nos matará de que se yo.

—Déjala, ella ya sufrió bastante —pidió Halime.

—Y respecto al otro asunto —habló Mihrimah, mirando a la joven pelirroja—, Halime Hatun si es nuestra hermana.



¡Holis!

No iba a subir este capítulo el día de hoy ya que wattpad "eliminó" el borrador. Pero después me apareció, así que decidí subirlo xd

Y no quise poner la muerte de Şahihuban porque lo vi innecesario, pero ya se imaginarán como le fue a ella y a su amante.

Ayşe (la hija de Selim y Selimiye) y Halime no se tocaron el corazón para nada.

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