17 ┇Dulces sueños

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Todo estaba oscuro pero por los chirridos que daba el piso al caminar y el olor de madera húmeda supo inmediatamente dónde estaba. A su izquierda vio la luna a través de una ventana rota, corrió en esa dirección y miró a través de ella. Esa calle, el auto oxidado frente a esa casa, la maleza alrededor. Estaba en la casa Neibolt.

Sintió un escalofrío correr por su espalda, la casa de sus pesadillas más oscuras.

Se hacía la valiente frente a los demás entrando y saliendo del lugar en experiencias anteriores pero nadie sabía lo que había pasado en esa maldita casa.

Escucho una risa que le puso los pelos de punta, era divertida pero causaba terror. Giro buscando al dueño de aquella carcajada, lo cual fue inútil debido a la oscuridad.

No pensaba moverse, el miedo la tenía congelada en ese lugar. Además se sentía segura en aquella esquina poco iluminada por luz natural. No quería ir a la oscuridad, los monstruos se escondían ahí.

De la nada apareció una pelota roja rodando en su dirección. Temerosa como acto de reflejo la pateó de nuevo a la oscuridad. Escucho un gruñido y ella trago duro. Ahora la pelota fue enviada con más fuerza que la de antes y justo cuando dejó de rodar a los pies de la chica la parte que quedó a la vista decía con una horrible caligrafía "Georgie". Ahogó un sollozo.

Conocía ese balón, hace unos meses fue a devolvérselo a Bill.

Volvió a patear asustada el balón y se alejó de la ventana otra vez yendo al centro de la habitación tratando de darse refugio ella misma. Retrocedía de la pelota hasta que sintió como chocaba con alguien. Giro rápidamente asustada pero no había nadie, incluso estiró los brazos buscando dicha textura pero no había absolutamente nada.

Ahora si ya estaba llorando de miedo.

Desde la otra esquina del cuarto escucho una respiración muy pesada. Camino en dirección contraria pero su voz la detuvo.

— Flotarás... Todos flotamos aquí abajo, tu también flotaras — escuchaba susurros en su oído más no había nada a lado de ella. Era como si vinieran de todos lados pero a la vez de ninguno.

— No... no — Dijo con lágrimas en los ojos mientras se tapaba los oídos. Era una horrible sensación, solo quería que se callara y salir de ahí.

— Si lo haces también vendrás conmigo, estaremos juntas como antes. — Una tercera voz un tanto chillante pero mucho más espeluznante se escuchó al fondo del cuarto. Exactamente en la esquina contraria de donde estaba ella.

Supo reconocerla, vivió con ella un largo tiempo.

— No quiero ser lo de antes... — suplicó con los ojos inundados en lágrimas mientras sollozaba — No quiero volver a ese lugar... no... ¡no! — Un grito desgarrador salió de su garganta a la vez que tenía una mueca de dolor en el rostro mientras que en el fondo se escuchaba una risa espeluznante digna de un loco.

El progenitor de la risa comenzó a tomar forma en la oscuridad, se distinguía por una sombra realmente alta. Estiró su mano enguatada que era iluminada por la luna sujetando un globo rojo. Levantó la vista con pavor y se topó con dos ojos amarillos brillantes flotando en la oscuridad.

Antes de que pudiera si quiera gritar un vidrio se escuchó romperse a sus espaldas, por reflejo volteó pero sintiendo el peligro detrás de ella giro nuevamente encontrándose absolutamente con nada.

Volvió a soltar otro sollozo.

— ¿Cuál es tu nombre...? — Preguntó imagino la sombra con voz siniestra.

Lloriqueo unos segundos antes de contestar titubeante.

—Ma-Mathilda — Tartamudeó viendo a la nada. Buscando inútilmente la sombra que se le presentó anteriormente.

— ¿Cuál es tu nombre? — Exclamó nuevamente la voz ahora pareciendo molesto insatisfecho con la respuesta anterior.

Mathilda cerró los ojos y apretó los labios no queriendo dar aquella otra respuesta.

— ¡Dilo!

— Danielle... — dice entre sollozos.

Entonces de las sombras sumerge otra sombra mucho más baja que la anterior y con una silueta muy usual sobre todo para ella. Abre los ojos más de lo que un ser humano podría sorprendida.

La sombra camino de forma dificultosa hacia la luz revelando su identidad.

Era ella.

Pero no era Mathilda, era Danielle.

Tenía su misma forma física, solamente que su impostora era más pálida y demacrada, tenía grandes moradas ojeras bajo los ojos y los labios demasiado partidos, como si viniera del lugar más frío del mundo. Y sus ojos, Dios sus ojos, eran de un azul casi blanco brillando, como los de un ciego. Aun así tenían esa chispa de maldad que nunca había visto antes.

No tenía ninguna expresión en el rostro lo cual la hacía más tétrica.

— ¿No estas feliz de verme? — sonrió macabramente  al terminar la frase.

La verdadera Mathilda estaba en shock, todo su cuerpo temblaba y sudaba, más sin embargo no podía moverse por su propia cuenta.

Hasta que alguien la toma de los hombros sacudiéndola y girándola en otra dirección del cuarto.

Ya con su vista acostumbrada a la oscuridad corroboró quien era esa persona. El rey de todas sus pesadillas y desgracias.

Su tío Jeffery.

— Mira cariño, te traje un conejo, — le acerco a la cara un conejo blanco con sangre seca en su pelaje y los ojos excesivamente rojos — ¿Quieres más? Podemos ir por más al bosque si quieres. — Dejó caer al animal al suelo y luego la tomó de los hombros y trató de acercarla a su cuerpo.

Mathilda inmediatamente lo empujó más asustada que nunca.

Creyó librarse de él. Era todo parte de su mente, el ya no estaba ahí, se había ido a California, el ya no estaba.

— ¡No quiero ir! — Lloro a mares — ¡Déjame en paz!

Sin fuerzas de seguir aguantando se sentó en el piso abrazándose ella misma llorando más fuerte que antes. Tocó su punto débil.

Escucho pisadas rápidas alrededor de ella. Se abrazó más fuerte asustada.

— Mathilda — Levantó la vista rápidamente al reconocer esa voz.

— ¿...David? ¿Estas... ? — preguntó confundida en un susurro entre cortado.

— Están en peligro, — la cortó hablabando demasiado rápido —todo Derry se va a ir al carajo, no hay tiempo. — Tomó aire, parecía agitado — Eso dura más de un año despierto y si quiere puede acabar con todos nosotros.

— ¿D-De qué hablas? — La tomó de los hombros y la miró directo a los ojos.

— Aléjate de los payasos. Corre, huye de Derry.

— David, — ambos giraron asustados ante la melodiosa pero tétrica voz que llamó al pelinegro — ¿Qué haces con nuestra invitada?

Los dos jóvenes se miran temerosos. Pennywise estaba frente a ellos sonriendo con un globo en mano.

— ¡Mathilda!

Entonces despertó.

Intento tomar una gran bocanada de aire, sentía que se ahogaba y tenía esa necesidad de gritar pero le era imposible, lo único que salía de su boca eran quejidos a medias, pero lo suficientemente altos para despertar al chico en la habitación continua.

Este entro corriendo al cuarto agitado y asustado.

— ¿Que sucede? — preguntó preocupado un Richie con los anteojos mal puestos y adormilado — ¿Todo en orden?

Ella tosió y carraspeó aclarando un poco su voz.

— Ahg, no vuelvo a tomar — tomó su cabeza con ambas manos.

— ¿Tienes resaca?

— No... no es eso solo... — Levantó la vista de repente — Un momento ¿dónde estamos y qué hago contigo? — preguntó confundida.

— Te emborrachaste en los Barrens, te encontré y... te traje a mi casa — dijo un poco temeroso por su reacción — Lo lamento temía que si tus padres te veían así te regañarían.

Ella soltó un suspiro cansado. Y miró la hora en el reloj eléctrico que estaba sobre el buró. 7:03 AM

— ¿Y tus padres? — se frotó los ojos para quitarse unas cuantas lagañas.

— Están de viaje, ellos no quisieron llevarme y estoy solo... — Ella lo vio sorprendida.

— Vaya que triste.

— No lo es mucho si lo piensas bien — Dijo con una risa nerviosa y ella solo levantó los hombros restándole importancia, no era asunto de ella lo que pasaba en la vida del chico de cabello rizado.

— ¿De verdad no quieres una pastilla o algo de desayunar?

Richie estaba sorprendido de si mismo. Nunca se portaba así, ni siquiera cuando familiares iban a pasar días en su casa. Pero era ella, si ella quisiera pasar un charco de lodo sin querer manchar sus botas el se pondría sobre el charco para dejar que lo pisotee.

Bueno ese fue un ejemplo algo exagerado pero no le aleja mucho a la realidad.

— La pesadilla me quitó el hambre, pero gracias, por todo en realidad — Lo miró con una sonrisa sincera haciendo que todo dentro del de gafas diera un brinco de felicidad.

Entonces recordó la palabra "pesadilla" saliendo de sus labios preocupándose al instante.

— ¿Quieres hablar de eso? — se acercó unos pasos a la cama.

Ella negó instantáneamente.

— Solo quiero dormir otro rato...

Richie asintió.

— Te dejare descansar. — Comenzó a caminar hacia la salida pero su voz lo detuvo.

— Richie... ¿te quedarías conmigo? — preguntó en un tono diferente al usual.

Su voz se hizo más chillona, parecía que tenía miedo y con los ojos de cachorrito que puso le fue imposible negarse.

Sin decir nada a paso lento se dirigió hacia ella y se acosto en la cama.

Ella aún con miedo lo abrazo rápidamente en el momento que el término de acostarse en la cama.

El chico sintió miles de sentimientos en su estómago y pecho.

Era como un sueño hecho realidad. No podía estar más feliz. Era algo indescriptible, no encontraba las palabras para explicar su emoción.

Lo único que atino hacer fue también abrazarla y acurrucarse a su lado. Ambos cerraron los ojos y antes de quedar inconscientes Mathilda abrió un ojo.

— Oye Richie.

— ¿Si?

— ¿Tu me quitaste la ropa anoche? — El abrió los ojos asustado.

— ¡Te juro qué hay una explicación!

— Eso espero, ahora quiero dormir.

Así fue como ambos terminaron dormidos nuevamente.





ESTAMOS NOMINADOS A LOS WATTYS!!!!!
De verdad les agradezco por tanto apoyo a la historia y por hacer esto posible, neta mil gracias 🙏

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