𝙘𝙝𝙖𝙥𝙩𝙚𝙧 𝙩𝙝𝙧𝙚𝙚

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CAPÍTULO TRES
UNFRIENDLY MEETINGS
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        TORCIÓ LOS LABIOS furiosa sintiendo un nudo en el estómago mientras apretaba el teléfono en sus manos para después colgar de golpe.

No pudieron escoger peor momento para soltarle aquella bomba.

Refunfuñó varias groserías por lo bajo mientras corría escaleras abajo y por último tomando su abrigo del perchero para salir de su casa pero antes fue retenida por su madre, la cual recién aparecía con varias bolsas de compras en los brazos.

— ¿Adónde vas? — preguntó está extrañada.

— Afuera.

Lo dijo de una forma tan fría y aquella mirada que lograba asustar a cualquiera.

La rubia la miro con duda sin estar segura de lo que pasaba.

— ¿No prefieres... — dudó — quedarte en casa esta vez, cariño?

La menor sonrió con hipocresía. Para ella, esa mujer no era nada suyo más que la zorra que pagaba por el techo donde dormía temporalmente, por así decir.

— No, voy a salir ahora.

Y dando por terminada aquella situación cerró la puerta de la entrada de golpe pese a los intentos de Joan de detenerla.

Iba cegada por la ira que ni siquiera se dio cuenta que alguien más iba igual de distraído que ella ocasionando que ambos chocaran y que la cosas del desconocido salieron volando por los aires.

Stan, sacado de órbita miro a su alrededor como algunos papeles de la iglesia y otros del trabajo que estaba por ir a hacer a la casa de Bill estaban regadas por todos lados y al ver a la culpable su expresión cambio de una confundida a una hastiada. Y sin dirigirle una mirada comenzó a recoger sus cosas haciendo que la chica rodara los ojos fastidiada para después alcanzarle unas cuantas hojas también que él recibió con disgusto.

Ni siquiera tuvo que haber pasado, estaba tan concentrado leyendo uno de los libros del torá ya que después de su Bar Mitzba; que lo hizo perfecto, su padre pensaba en la idea de que también fuera pastor en la iglesia y comenzara a dar misas pero para ello debía pasar por muchas preparaciones y su aprobación, claro.

— Perdón — musitó de forma baja y difícilmente el de rulos mientras que la pelinegra le pasaba su libro.

— No yo- Iba distraída... — Aquello no sonó como una disculpa pero a Stan le importaba poco o nada.

Pero repentinamente el entrecierre de los ojos mieles de la mayor junto con esa mirada curiosa lo pusieron alerta.

— Te he visto antes. — Aseguró más para ella misma que para él.

Aveces tanto tiempo encerrada en tu propio mundo lograba hacer que tuviera confusiones como esa.

— Tal vez. — Él se encogió de hombros distante en tanto ella le daba un último vistazo de arriba a abajo.

— Como sea, — Soltó sin importancia pasándolo de largo — tengo algo que hacer. — Murmuró más él chico aún logró oírla.

— Mmmh — Exclamó seco.

Así ambos se dirigieron en direcciones contrarias.








— Esto es raro. — Hablo con la mejor voz seria que pudo hacer — No puedo creerlo.

— Eres un idiota. — Regañó el más bajo — ¿No puedes alegrarte de que algo bueno pase?

Richie rodó los ojos pero aún si rostro continuaba perplejo.

— ¿Entonces te hablo...? ¿A propósito? — Habló anonadado.

— Si, l-lo se. — Dijo sin poder creerlo o sin lograr decir otra cosa.

— Estoy feliz por ti, Bill. — Sincerizó el de pecas sentándose a su lado.

— La verdad yo no, estoy nervioso. — Se mordió las uñas ansioso el de lentes — Porqué parece que algo no funciona, no sé... ¿Acaso alguno de nosotros morirá?

— Pues si abres tu bocota y Henry se entera tal vez Bill no esté respirando mañana. — Se cruzo de brazos el de pecas.

En tanto Richie se sacudió alejando un poco su negatividad. Era normal que mathilda reconociera y hablara con Bill ¿no? Eran vecinos al fin y al cabo, lo que no esperaba es que su amigo fuera capaz de poder responder con más de dos frases.

— Okey... — Suspiro — Aunque no lo crean, estoy feliz por ti. — Señaló al ojiazul que levanto ambas cejas asombrado por aquella declaración — Si alguno de nosotros estará con ella. Me alegro que seas tú.

— ¿D-De verdad?

— No, claro que no. — Le enseñó su dedo medio borrando cualquier rastro de amabilidad — Te odio jodido tartaja.

Stan, alejo a la discusión de sus amigos estudiaba leyendo su grueso libro de judaísmo recostado en la cama de Bill impaciente porque decidieran dejar de hablar sobre Mathilda y pusieran en marcha el proyecto que tenían pendiente.

— D-Dijo que era g-gracioso... C-Creo que le agrado. — Tartamudeó sonrojado el castaño ojiazul.

— No le gustas. — Aclaró rápidamente el de lentes cruzado de brazos.

— ¿Ah?

— Ella me vio contigo, — Mencionó obvio —¿cómo le gustaras tú si ya a visto a esta belleza? — Richie se lamió dos dedos y los pasó por ambas cejas mientras hacía poses "sexys".

Bill soltó un fuerte bufido e iba a decirle algo — no muy apropiado — pero antes de poder abrir la boca Eddie los interrumpió calmando los aires, como siempre.

— ¿Por qué no ven lo genial del asunto? — Se regreso tomando algo del buró del dueño de casa — Nos regresó la pelota. — Mostró dicho objeto con una sonrisa.

Sus amigos asintieron admirando aquel objeto cuando en seguida fueron interrumpidos por un aplauso pausado acompañado de una sonrisa más falsa que Papá Noel proveniente de su amigo de rulos.

— ¡Genial! — Exclamó con felicidad fingida —, ahora no podremos jugar con ella porque la pondrán en un altar por el simple hecho de que Mathilda la tocó. — dijo su nombre con un tono de desagrado y finalmente se cruzó de brazos molestó.

Estaba harto y cansado del mismo tema que por más vueltas que diera la vida no terminaría en algo concreto o en sueños demasiado fantasiosos.

Bill lo pensó un momento y se dio cuenta de porqué Stan actuaba así, el no quiso decir nada pero aún así Eddie se le adelantó.

— Stan — Llamó cauteloso — ¿tú estás...?¿celoso?

— ¿Celoso..? — Preguntó serio con el ceño fruncido para luego soltar una risa seca y sin gracia — Claro... Yo... Celoso...

—¿Q-qué es tan gra-gracioso?

Bill ya tenía suficiente con que Mathilda les atrajera a Eddie y a Richie ¿Ahora también Stan?

— Oh nada... Solo se me hace divertido que piensen que estoy celoso ya que ni siquiera la trago... — Se puso serio de repente — ¿De qué estaría celoso? Yo odio a esa...Tipa. — Aclaró con desdén.

— ¿Por qué? — Preguntó Eddie extrañado — Si ella es tan... — Comenzó a decir con aire soñador pero Stan lo corto.

— Ni siquiera lo digas. — Amenazó el rubio —Es la novia del tipo que todos los días nos hace la vida imposible y no hace nada por ello. — Respiro hondo antes de continuar — Y que ustedes la idolatren sin razón aparente no ayuda mucho. Así que perdón por no amarla. — Rodó los ojos volviendo a su lugar.

— No comprendes Stan. Ella es un ángel.










Sonrió en despedida hacia sus amigas notando cómo estás ya estaban muy lejos como para notarla cuando paso por un callejón y sintió un fuerte jalón para que después su espalda fuera azotada contra el concreto.

Miro a la causante con miedo.

— Mathilda.

La pelinegra sonrió con un aire de malicia

— Rachel.

— Soy Raque-

— Shh shhh — La ojimiel puso su dedo en los labios de la rubia para silenciarla. — Como sea, no me interesa... Ahora ¿qué hiciste en física?

— ¿Q-Qué?

— ¡¿Qué-! — Le interrumpió a su misma, no debía gritar ni llamar la atención — ¿Qué hiciste en física? — Repitió impaciente.

— No lo recuerdo, es una clase aburrida.

— Oh ¿y por eso mismo chismorreas sobre la vida de los demás con tus patéticas amigas?

La rubia abrió los ojos asustada, no podía ser cierto que la hubiera escuchado o en todo caso que alguien haya ido a contarle.

— No es lo que crees.

— ¿Puedes repetirme que dijiste?

— Por favor, Mat... — Dijo rendida pero está sin hacerle el mínimo caso volvió a tomarla de su chaqueta golpeando su espalda con la pared de ladrillos. La ojiazul respiró hondo — No quiero problemas.

Mathilda soltó una risa seca.

— Que ovarios tienes, chica. — Acercó su cara a la suya con misterio — Pero bien sabes qué pasa cuando me hacen enojar. — Hablo en un tono triste como si tuviera lastima de aquella pobre alma.

— Fue un comentario tonto.

Mathilda siguió con esa sonrisa traviesa mientras cambiaba su anillo más grande a su dedo del medio en la mano derecha.

— No fue tonto... — Acarició su mejilla con delicadeza para después apretar fuertemente su rostro — Fue estúpido... y de muy mal gusto... — Siguió usando ese tono libertino con aires oscuros que solo alteraba más los nervios de Raquel.

— ¡Solo déjame en paz! — Grito harta de tanto juego y mathilda entorno los ojos sorprendida — sin dejarlo ver — por su atrevimiento que se echó para atrás.

— Mmm no, no Raquel, no te dejare en paz. — Dio pasos lentos hacia ella tal cual león acechando a una gacela — ¿Sabes por qué? — Su expresión dejó de ser divertida y cambió a una seria, mortal — Porque dijiste que mi novio te rogaba para tener sexo. — Resaltó el "mi" volviendo a esa actitud burlona.

Raquel tragó duro.

— Si sabes que es mentira ¿por qué te molesta?

— No, no... La que me molesta eres tú.

Y con ello finalmente le soltó un golpe en la nariz que hizo su cabeza ir hacia atrás también golpeándose con la pared donde la tenía asechada cayendo al piso.

Se agachó de cuclillas a su lado.

— No quiero que vuelvas a sí quiera pensar en él. ¿Entendiste? — La chica solo asintió mientras tomaba su nariz deteniendo el sangrado. — Que bueno que lo entendieras, me daría mucha pena tener que romperte la cara porque no eres fea del todo.

La rubia ya ni se atrevía a mirarla a la cara y mathilda satisfecha Manzo una carcajada al aire para después tomar una goma de mascar de su bolsillo para finalmente alejarse del callejón mientras se colocaba sus lentes de sol.







Miró a su novia devorar el horrible puré de patatas de la cafetería haciendo carreras con Belch y cuándo está hizo una pausa para tomar agua le dedicó una sonrisa corta que él muy apenas y regresó para después seguir con lo suyo rápidamente.

Henry se integraría al albur como siempre de no ser porque sentía algo raro en Mathilda aquella mañana. No desprendía su brillo de siempre y todo lo que decía tenía cierta... malicia. Y ya tenía una idea de lo que podía ser pero no quería decir nada en voz alta o frente a ella ahora, tendría que esperar hasta que regrese.

Conocía a su chica y no era la que hacía trampas al chico de gorra tirándole manotazos y haciendo que su cuchara calera para tener ventaja. Ella era más... auténtica.



FLASHBACK

Le lanzó algo de comida a la mejilla de Víctor con su cuchara como catapulta y al dar en el blanco y ver cómo el platinado se molestaba chocó los cinco con Patrick divertido para después aumentar su carcajada al escuchar el fuerte eructo de Belch.

No fue cuando repentinamente una charla de chicas se fue haciendo cada vez más fuerte y que varias charolas se colocaban en su mesa que se extrañaron y que incluso lograron dejarlos perplejos.

— No. — Bramó cansada una rubia de rulos, Greta, en dirección a la pelinegra que tomaba asiento junto a él — Jennifer beso a Rick en la fiesta de Taylor y ella le dijo a Jefferson y él se lo contó a Katie y por eso rompió con Erick.

Mathilda asintió levemente tratando de comprender el revoltoso rumor hasta chocar miradas con su persona que sonrió un poco en forma de saludo pese a la mirada confusa de él. Dio una mirada a sus amigos los cuales no parecían saber más que él y que incluso lo veían interrogantes en busca de respuestas. Por lo general solo eran ellos en aquella mesa, solo ellos. No eran los raros a quienes podían molestar pero no encajaban en el grupo de perfectos populares de Nick Johnson, pero poco o nada les importaba, él y sus ineptos riquillos podían irse al diablo, ellos tenían su propia reputación con la cual intimidar y les gustaba, tenían respeto y eso bastaba.

— ¿Y cómo entra Karla en todo esto? — Preguntó desde la otra esquina una castaña pecosa, Betty, creía que se llamaba.

— Duh, ella se acostaba con Erick y por eso Jen hizo eso, por despecho. — Nuevamente habló la rubia como si aquello fuera lo más obvio del mundo.

— Como sea. — Le restó importancia Ara o Ari, no recordaba su nombre — ¿Irán a la fiesta de Isaac? — Preguntó en general tomando arroz con su tenedor de plástico.

Henry y sus amigos se dirigieron una mirada rápida sin saber que decir aún pero Patrick con una sonrisa coqueta se acercó hacia la castaña clara de forma insinuante.

— Yo iría si tú me lo pides.

La chica hizo una mueca de asco y se alejó de él como si este quemara para después verlo a él.

— ¿Qué tal ustedes? — Preguntó un tanto insistente, más él no lo noto como la pelinegra junto a él.

— Buena pregunta ¿irás? — Se dirigió directamente con él mientras jugueteaba con los hilos sueltos de su muñequera.

El la observó curioso más no movió su brazo. Comenzaba a sospechar que Mathilda obligo a su grupo a sentarse con ellos pues Greta parecía preferir que un autobús arrollara su pie y Ara por alguna razón igual lucía molesta mientras que Betty estaba indiferente.

— Aún no... no lo sabemos. — Se aclaró la garganta — Sus fiestas son una mierda. — Se encogió de hombros.

— Si se van a las nueve si. — Soltó con burla la rubia — A más de la una Isaac saca la hierba.

Aquello pareció interesarles pues se acomodaron en una posición más interesada olvidando lo extraño de la situación.

— Igual, el after seguirá con July, sus padres se irán de viaje todo el fin de semana. — Mathilda le dio un leve apretón en su muñeca junto con una sonrisa cómplice para después alejarse repentinamente y poner atención a su bandeja de comida.

Genial, le acepto unos cigarros y ahora no se la podía quitar de encima, era una tonta.

— Suena interesante... — Musitó Victor.

Henry estaba por acomodar la metida de pata y decir algo que no comprometiera mucho su asistencia — aunque tampoco le importaba quedar mal — pero en eso Beverly Marsh paso por detrás de las personas frente a él siendo imposible que la ignorara.

Sabía bien quién era o algo así, Greta no dejaba de parlotear sobre la pelirroja aunque Mathilda prefería no decir nada ya que no la conocía pero a leguas podías notar que el caso de Greta era pura envidia pues solo hablaba sobre que su cabello seguramente era teñido y que debería tener alguna operación.

Él lo admitía, era muy bonita más no llegaba a lograr conseguir un polvo con ella y eso lo frustraba bastante pero no perdía las esperanzas.

En tanto, Mathilda noto como la atención del chico se dirigía a alguien ajena a ella frunció el ceño y se colocó delante de él y así obstruía su vista hacia la despampanante pelirroja. Admitía que ardía de celos, ¿por qué Henry la miraba cuando no hacía nada cuándo ella hizo de todo para que siquiera la notara? Era injusto. Pero eso más que desanimarla, la motivaba.

— Espero y esta semana puedas pagarme, chico rudo. — Guiño su ojo coqueta para después darle una mordida a su manzana. — Pero puedo descontarte si vas conmigo a lo de Isaac.

Henry bufó echándose para atrás, se aprovechaba de él y eso lo fastidiaba.


FIN DEL FLASHBACK










~ EDITADO

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