CHAPTER. - N I N E

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Camino hasta él. Está algo lejos, quizá a unos veinte metros. Lo diviso desde donde estoy, pero mi estómago me hace querer darme la vuelta y largarme a llorar. Me encuentro seguro, lo siento, sé las palabras no saldrán claras; que revolveré todo y terminaré yéndome con una decepción.

Pero, si en algo tienen razón mis dos amigos, es que sin intentarlo nunca sabría qué pudo haber pasado.

Y es que el hubiera no existe.

- Vamos... Minho, sabes que puedes hacerlo -me digo. Intento alentarme.

Quiero convencerme, que todo lo haré bien. Que él gusta de mí tanto como yo siento que estoy enamorado, lamentable. Las cosas del amor, las cosas donde todo se vuelve un problema e involucras a tu corazón. Ese corazón que por más que creas que es fuerte, se lesiona, se lastima. Lo sientes. Sientes no poder ser un buen amigo frío que ni siquiera tenga noción de lo que sucede con sus sentimientos.

Pero, seamos realistas, eso sólo pasa en las películas. Porque, por más que alguien diga que no, y actúe frío; por más que finja ser alguien sin sentimientos, tiene un talón de Aquiles.

Me he puesto de pie, a medio camino. Estoy nervioso, y pienso lo que voy a intentar decir. Siento a Changbin llegar por detrás mío.

- Minho, tranquilo. Es un chico.

No. Él es « el chico »

- Lo sé -asiento-. Solo, un momento. Me estoy preparando para las dos posibilidades.

¿Qué debería decirle? La verdad, era que inevitablemente diría una tontería. Hablo de una cursilería. Odio ese lado de mí.

Demonios, no sé qué estoy haciendo. No sé hacia dónde va esto, qué podría pasar. Pero, de algo estoy seguro, no me arrepentiría. Tenía dos cosas en ese momento: la frase me gustas y la otra frase lo lamento. ¿Por qué? Una la uso de comienzo, y la otra en el peor de los casos, de despedida.

- Bien... Vamos -retomo mi camino.

Pienso en él. En el por qué de estar metido en este embrollo. ¿Qué es lo que lo hace tan especial a mis ojos? ¿La manera en la que sonríe? ¿Cómo es tan amable? ¿Cómo siempre es un chico pesimista que lo oculta en positivismo? ¿Sus ojos? ¿Sus labios? ¿Su manera tan molesta de hablar? ¿El sabor de sus belfos?

O quizá todo en conjunto.

Quizá todo aquello. Quizá sólo me encantaba porque era él mismo, porque era una hermosa combinación. ¿Cómo es que pude aguantar tanto en darle un beso?

Sólo espero ser bueno, que él me vea igual. Que no sea cruel con el pobre corazón que ha caído ante él. Fue inevitable. Y para cuando me di cuenta, estaba a unos pocos pasos.

Suspiré pesado, queriendo decirle al de arriba que me hiciera un favor. Que no le pediría nada nunca más. Tan solo lo quería a él.

- Seungmin -hablo. Esos ojos cafés me miran, algo confundidos, pero se tornan en otro sentimiento. Me siento atragantar-. ¿Puedo hablar un momento contigo, a solas?

No sé qué ha sido peor. Qué él me viera con un sentimiento indescifrable, o que se pusiera de pie al instante en el que se lo pedí. Aunque puede ser bueno, yo retrocedí aturdido y él me miró raro.

¿Y ahora qué? ¿Qué se supone que se hace después de...?

Bien. Esto de estar enamorado, créanme que les afectará parte de su intelecto. Me siento algo idiota diciendo esto, pero Seungmin atontaba todo en mí. Me hacía sentir nervioso, a cada movimiento que yo hiciera temía ser juzgado por sus ojos.

Como si yo girara entorno a él, y fuera como un tipo de Dios al que necesitaba agradarle.

Él era la tierra, y yo su Luna.

- ¿Y... Bien? -me pregunta.

Salgo del estado pensativo en el que estaba y le miro. Tiene una sonrisa, que solo logra hacerme sentir un estúpido nervioso porque también le sonrío, y sus cejas están alzadas.

- Oh, claro, ¿te parece si vamos afuera?

- Está bien.

Era hora de decirle, que aunque no quisiera e intentara ahogar mis sentimientos en un vaso de agua, era imposible no estar enamorado de él.

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