•°~°Capítulo 19°~°•

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Ben pasó toda la noche ahí, sentado en el sofá de cuero y terciopelado del cual no se había movido desde ese enconces. Algo atormentaba su mente; a cada segundo veía la cara de Bennett. Le asqueaba, y sinceramente estaba pensando en irse, pero... pero ahí estaba, no podía moverse por la extraña sensación de "repulsión" que sentía recorrer su cuerpo.

Todo esto, fue culpa de su discusión con Margaret. No dejaba de pensar en ello, echándose la culpa por dejarla ir, y por tratar de "sostenerse" en su colega, que, nada tenía que ver.

Literalemente, no tenía nada que ver, ni con él, ni con ella.

Mucho menos ahora que una delgada, pero poderosa pared invisible de asco les separaba ¿Cómo rayos miraría a la cara a Bennett? En parte, fue un impulso, algo que quiso hacer por mucho, pero no con él, sino con la mujer a quien anteriormente había visto. Era como lo que el pelimorado le dijo hace apenas unas cuantas horas antes, él quería tanto a Margaret, que, aunque ella le esté haciendo tanto mal ultimamente, no podía -ni quería- odiarla.

La verdad es que, la extrañaba, deseaba besarla, abrazarla cuanto menos. En eso, siempre en ese punto, recordaba las charlas con Bonnie, quien se esmeraba un montón en sacarle una sonrisa cuando estaba "de malas" por situaciones como estas.

Por ahora estaba totalmente abrumado, que muy poco le importaba que pensase Bennett en estos momentos.

Se había confundido como no tenía idea, nunca le pasó algo parecido, pero aun siendo "su culpa", no iba a disculparse por nada. No pudo controlar ese impulso de saciar sus ganas de sentir ese... ese calor que por poco iba a tener con ella. Margaret era muy, manipuladora; inconscientemente ella podía dominar algo a la perfección con solo una mirada. Pero a él simplemente le dejaba a medias.

Estaba bien, Margaret ya no siente nada por él ¡lo entendía! Pero su doble papel de mujer fría a víctima le resultaba tan estresante. Si no quería nada con él, salvo que le deje en paz ¿por qué mierda era ella la que le buscaba?

Ben masajeó sus sienes, frotando las yemas de sus dedos índice y medio con los codos sobre sus piernas. Inhaló frustrado, echando su cabeza hacia atrás para expulsar el aire que guardaba para regular su respiración y calmarse. Ya que ahora no solo tendría que lidiar con la extraña actitud que estaba adoptando su ex, sino que también con el peso de haberle dado más de un beso a su compañero. No se sentiría tan mal, si hubiese sido con una mujer, pero fue con Bennett lo que le propinaba un enorme golpe a su consciencia.

― Ah, maldición. ―colocó toda su mano derecha sobre su frente, casi cubriendo sus ojos. Ahora mismo, su mente se hundió en un profundo blanco, un vacío, mientras su mirada se centraba total y absolutamente en el suelo.

Pensaba en todo, pero a la vez en nada.

Fue entonces, cuando abrió por completo los ojos, aun con la sensación del dolor punzante en su cabeza, que le hacía doler la vista y nublarla también. Las finas cortinas color vino dejaban pasar el poco de luz que emanaba el recientemente despierto sol. Aspiró el aroma a... mañana.

Debía tranquilizarse si quería pensar mejor. Tampoco era como que, perdía algo importante dándole un beso a un hombre. Ya de por si, trabajar haciendo el papel de homosexual degradaba su orgullo. Exajerar el hacerlo fuera de eso pensando en una mujer, era, quizá propio de él, pero seguía pensando que era asqueroso.

Carraspeó la garganta, se puso de pie, y planeó ir al baño para hidratar su rostro. Ya que no durmió en todo lo poco que tuvo de noche.

Pero no pudo ni dar siquiera un paso tras notar como, en la mesa que lograba verse desde aquí, estaba el pelimorado apoyado, durmiendo con una tranquilidad tan... notoria.

Su rostro formó una mueca totalmente torcida.

Él simplemente pudo irse a dormir, cómodo, pero se quedó sentado, con sus brazos haciendo de almohada para su cabeza. Trató de sonreír mostrando cierto grado de ternura, pero sin embargo, le causaba un revoltijo de sensaciones que abrumaban su conciencia.

Todo esto, pasó por nunca tener en claro que es lo que realmente quería. Siempre acababa discutiendo consigo mismo por tratar de "aclarar" todo lo que pasaba a su alrededor.

Y también, por su estúpida forma de comparar a Margaret y a Bennett. Pero simplemente no podía, dejar de ver a Margaret y ver a Bennett, quien tanta similitud y a la vez tanta diferencia tenía con ella. ¿Por qué?

Porque todo lo que hacía el pelimorado, le resultaba tan agradable, y todo lo agradable le traía esos recuerdos de cuando Margaret y él...

Margaret y él. Ella y él... él y ella. Todo el tiempo. ¿Qué?

Recién venía a darse cuenda de que a cada cosa que pensaba, decía o hacía, le agregaba un "él y ella" como si su rabia todavía persistiera para talar con un hacha de doble filo, el roble que protegía su demasiado blando corazón, tratando de destruir esa armadura de hierro que le brindaba ese curioso semblante borde, haciéndole ver débil.

Tal y como es.

Decidió simplemente irse, cogiendo consigo la bufanda rojiza que se encontraba justo en el sillón de al lado, para ponerla sobre sus temblorosos labios. Y dejando, su penetrante mirada más heladora que el clima mismo de la mañana.

🌻

El guitarrista abrió los ojos, con cansancio, pues no había podido dormir bien durante la noche. Su nariz percibió un notable olor a fresco, y el helador ambiente le rodeaba al momento de ponerse más recto en la silla, abrazandole y colandose entre las mangas y cuello de su chaqueta abierta junto a su polera.

Tocó su garganta, y su cabeza, ambos estaban cálidos. Sus cabellos despeinados y sueltos se pegaban a los costados de su rostro un tanto seco. Él... sintió un gran cosquilleo en los labios de la nada, logrando hacer que sus dedos se posaran sobre ellos, que estaban ahora secos, pero no demasiado. Tembló. Relamió sus labios humectandolos y reviviendo lo que pasó ayer o ¿hoy en la mañana?

Hace unas cuantas horas... en realidad.

Había sido tan real, suspiró como un tonto, retocando sus labios una y otra vez. Entonces volvió a parpadear.

Si fue real. Pero no se explicaba el porqué lo fue. Normalmente estas cosas pasaban en su cabeza, pero ¿qué importaba? ¡fue real! Daría un gran salto de no ser porque su cansancio no se lo permitía; y su cabeza dolía un poco por la presión de haberse preguntado una y otra vez que pasaba.

― No entiendo nada. ―frotó con suavidad sus ojos. Arregló su cabello y ordenó sus vestimentas. Decidió no pensar mucho en ello, hoy planeaba descansar un poco y que mejor que empezar por ir a la cama y seguir durmiendo, necesitaba un descanso después de todo― igual, no importa, tengo... mucho sueño.

Bostezo enderezando su espalda, vaya que había dormido mal. Y ni recordaba el porqué se durmió allí, siendo que había ido al baño a remojar su rostro; y de ahí quizo hablar con Ben, pero no se atrevió a acercarse a él por miedo a algún tipo de reproche o reacción sobresaliente.

De alguna u otra forma, no pensaba, ni se interesaba en meterse mucho en el asunto del beso. Aprovecharía todos estos días de un casi normalizado descanso para plantearse algunas cosas importantes; como por fin liberarse de esa presión que tenía encima. Lo necesitaba.

🌻

― Me alegra tanto que hayas podido venir. Perdona si te he citado justo en un lugar tan rústico como este, pero me gusta mucho y es menor masivo. ―Tania Pharter, había regresado del viaje de negocios que realizó junto a su hermano mayor, y con quien primero quiso hablar, fue con Ben.

El moreno sonrió en su sitio. Traía un gorro de lana sobre la cabeza, no era muy su estilo, pero con tal de no lidiar con gente pegona prefería usarlo. En su cuello seguía esa bufanda rojiza brindándole un calor extra. Muchas veces miraba el rostro de alegría en Tania, y aunque no lo pareciera, ellos dos tenían mucho en común.

― ¿Hay alguna razón importante para llamarme a esta hora? Tengo trabajo en una hora y la verdad el camino de allá para acá me tiene algo movido. ―habló con normalidad, sin tratar de sonar frío o muy emocionado.

― No en realidad. Quería hablar contigo ¿acaso no puedo? ―la mujer sonrió ampliamente, tomando un sorbo de la taza con té que pidió― bueno, antes de llegar a Canadá tuvimos que hacer una escala en Estados Unidos, precisamente, en Kentucky, Frankfort y... ¡Dios, pasé por un sector donde estaba repleto de niños hermosos! Y... uno se parecía a ti hahaha, pero era más lindo, tenía carita de Angel y ojos avellana.

― ¿Niños? ¿Viniste a hablarme de niños...? ―la chica asintió con una sonrisa― ah, vale, supongo que no es tan mal tema de conversación viniendo precisamente de ti.

― ¿Qué esperabas? Yo también soy una niña, es normal que hable de mi generación.―volvió a sorber el té.

― Tienes 20 años, no me vengas con que me citaste aquí solo para hablar de que has hecho nuevos amigos.

― Ya, perdón, no era eso a lo que venía a hablar. Eres... como mi mejorcito amiguito desde hace mucho tiempo. Quiero decirte algo ―la pelirroja rodeó la taza de té con sus manos cálidas y acarició la loza con sus uñas pintadas de un tono azulado― verás... a mi me gusta alguien.

― Me alegro.

― Pero... es una mujer.

Ben casi se atraganta con el sorbo que había tomado de té, disimulando muy bien su sorpresa. Y sus ansias por decir algo bueno respecto a eso bajaban, recientemente había salido de una situación "de ese tipo" y no le apetecía hablar de algo parecido.

― No voy a decir nada al respecto, me parece asqueroso. Ya debes saberlo. ―Bueno, al parecer no pudo decir algo mejor. Lo había intentado.

― No te estoy diciendo esto para que me lo celebres tontito. ―la chica frunció el entrecejo― yo quiero que tu se lo digas por mi.

― Olvidalo.

― Oye, al menos piénsalo ―habló molesta― ¿quién te ayudo a llamar la atención de Margaret antes? Ah ―levantó la mirada― ¿quién le dijo por ti que querías tener algo serio con ella? Eres un cobarde. Ahora es cuando necesito que tú me ayudes también. ―se cruzó de brazos― no te estoy pidiendo que la enamores por mi, por favor. No acepté irme con mi hermano solo porque me gusta estar de carga en los viajes. Intentaba sacarla de la cabeza... uhg.

La moreno bajó la vista al suelo, volviendo a la recompostura en su silla, cerrando los ojos con esa melancolía y dilema interno en cual pensaba, hasta que terminó resignandose.

Que le gustase una persona de su mismo sexo, no era tan malo como ella pensaba.

Ben la miró, esa expresión tan llena de martirio y a la vez de una calidez tan transmitida, le hacían recordar las veces que estuvo así por Margaret, cuando notaba sus cambios de actitud, su forma muy bien actuada de hacerle creer que todo entre ellos dos estaba bien, hasta que de la nada terminaron, y ella se encargó de siempre estar ahí para verlo simulando no estar afectado.

Luego se le vino a la cabeza todo lo que pasó anoche, y sobre todo, el rostro de sorpresa en Bennett cuando decidió forzarse a calmar esas locas ganas e impulsos de comparar a su compañero y a Margaret.

― De acuerdo. ―suspiró acomodando los pocos mechones de cabellos que sobresalen de las partes laterales del gorro bien acomodado― ¿Qué podría hacer yo por ti?

Tania sonrió encogiéndose de hombros, mientras apretaba los labios. Entonces, también respiró hondo.

― Primero que nada, ahórrate esos comentarios ofensivos. ―dijo la oji-azul, levantando su mano a la altura de su pecho en señal de alto. Ella conocía bastante al peli-calipso, pero debía admitir que él era una persona bastante cerrada, y cuando creía conocerlo, se daba cuenta de que con suerte sabía lo tan básico como sus gustos o datos personales. En fin, simplemente conocía que tan cruel podía llegar a ser Ben por sus tontos prejuicios y críticas.― enserio, por muy raro que te resulte ¿vale?

― Como quieras, pero si me vas a salir con que quieres que te devuelva el favor empezando por adivinanzas tontas hasta que se de cuenta de que te gusta, déjame decirte que no. Porque tú eres muy obvia, Tania. ―se adelantó el moreno―. Aunque, trataré de no ver el lado malo si esa otra es bonita, porque sino, no sé que pensar.

― Eres un ignorante, Benjamín. Por eso ya nadie te quiere. ―Sonrió, tras un bufido de fastidio por parte del oji-verdoso― pero tranquilo, yo aun te quiero, eres como un hermano mayor, serías el de al medio, porque Frederick es el primero ya sabes haha.

― ¿Me vas a decir quien carajo es? ¿o me vas a salir con que quieres que sea un puto secreto? ―Ben arrugó el entrecejo, llevando dos dedos a su cien, mientras brindaba una heladora mirada a su amiga.

― ¿Pero prometes no enojarte conmigo? ―la cantante alzó las cejas rodando los ojos.

― ¿Quién es? ―volvió a preguntar.

― Solamente no le digas a nadie, porque es muy penoso que se enteren de algo como esto ¿sabes? ―rió con nerviosismo.

― ¿Quién demonios es?

― Ben, yo te quiero mucho, y así como yo te apoyé en todo con lo bonito de tu relación antes, también quiero que tú me apoyes haha.

― No voy a repetirlo, habla.

― M-Me gusta tu prima.

La pelirroja estaba centrada en su sitio, con los hombros encogidos y la mirada en la parte superior derecha de la mesa. Sus manos seguían aderidas a la loza de la taza blanquecina, mientras sus labios oprimidos se congelaban por la repentina longitud del silencio.

― Olvidalo; arréglatelas tú sola, no me metas a mi en esto. ―diría un incómodo Ben, que planeaba levantarse dejando el dinero en la mesa, pero fue detenido por la morena―, Tania, ni pienses en cobrarme la palabra cuando dije que te ayudaría. Ya suficiente tengo con que a una de mis casi únicas amigas le... agh, tu sabes que. No gracias, no voy a acercarme a esa mujer solo por ayudarte.

― Sabía que ibas a decir eso. Ya superarlo, a Lilyana nunca le gustó la forma en la que tomaste las cosas. Ella también es tu familia y te quiere en serio.

― Que te guste no significa que tengas que justificar todo lo que ella hace. Esta bien si no nos hablamos mucho, pero un desprecio como el de ella, el que ellos me dieron fue demasiado. A mi me bastaba con un "no me interesa lo que hagas" a algo como el hacérmelo saber de otra manera. ―el hombre se quedó pensando― son unos...

― Ellos nunca te apoyaron en nada, y cuando comenzaste una relación con Margaret ya no pudieron encontrar una manera para que no lo hicieras. Perdón, pero es la verdad. En lo único que estuve de acuerdo, y perdona de nuevo por no decirte, era en tu relación formal con Margaret. ―suspiró― ¿has escuchado eso de que los padres tienen el instinto de protección en sus hijos? Pues, ellos te habían dicho que ella no era para ti, ni a mi me agradó mucho su noviazgo al principio, pero... haha parecías tan enamorado de ella que yo si te apoyé porque eres mi amigo. Aunque se le notaba que no estaba tan enamorada de ti como tu de ella.

― Mejor no hablamos de eso.―Ben bajó la vista.

― Si, mejor hablemos de como vas a acercarme más a tu PRIMA ―recalcó. Para que Ben pudiera entender que aunque no le gustase o creyera en la familia, debía aceptarlo― y de paso, me cuentas como te ha ido. A ti te pasan cosas muy interesantes en pocos días haha.

― Bien.

🌻

Los días pasaron volando, cada vez el frío incrementaba y la ansiedad en Bennett desaparecía, quizá porque se resignó a que después de ese momento "sin explicación" no se vería a Ben y a él en el mismo nivel de cercanía. Tal vez ni esto último haya. Pero él haría ese intento por salvar al menos un poquito de la amistad tan difícil de conseguir.

Ben habría notado que él respondió al beso, de eso podía estar seguro, él no era distraído en ese sentido. Mordió su labio.

Salió de la habitación de hotel en dirección a los ascensores y posteriormente a la recepción a entregar la llave para irse, no tenía nada que llevarse, y aunque ya no tendría donde esperar para irse, las abrazadoras calles de un helador viento y claro sol eran geniales, con sólo él, y su guitarra en retaguardia. Sus compañeros se habían ido media hora antes, lo que significaba que él tendría que tomar algún transporte que le llevase hasta Bolton; que pereza le daba. Ya después les reclamaría a sus compañeros por hacerle lo mismo siempre. ¿Y si algo le pasaba? Ya iban a ver cuando llegue, quizá se haga pasar por muerto a ver que hacían luego sin él. Tragó lento y profundo.

― ¿Y si tomo un taxi? ―pensó un momento y negó con la cabeza. Los taxis eran carísimos a parte de que tomar uno que le llevé de Londres a Bolton costaría un poco más y tardaría bastante, si lo veía así― No me quiero perder aquí, he estado muchas veces, pero tampoco es para saberme los sitios de memoria. ―suspiró provocando que el vaho en frente suyo le hiciera ver el frío que estaba haciendo. Apretó más la banda de la funda de su guitarra.

Mordió nuevamente su labio, con una mano sutilmente colocada sobre estos, mientras pensaba. No podría ir por ahí con su pobrecita guitarra, ella tenía que descansar también. Rió un momento. Entonces, por un segundo pensó en que quizá llamaría a... a Jeremy, si, había pensado en Ben, pero eliminó esa opción instantáneamente, él no se tomaría la molestia de venir a recogerle por una tontería suya. De eso estaba seguro. De hecho, si lo pensaba bien, ni siquiera le escucharía antes de que se lo pidiese. Hizo un puchero.

Cogió el teléfono y buscó el contacto del peli-naranja.

¡¿AH?! ¿Hola? ¿quién es y por qué hurtó en las cosas de mi amigo? ―se escuchó una voz seria desde el otro lado de la linea. Bennett suspiró, Jeremy solía tener una... imaginación muy hiperactiva― por favor, no le haga nada a mi hijito bonito y hermoso, él no tiene la culpa. Llévate todo pero a él no le hagas nada. Ten clemencia. No sé que haría sin mi niño, es como mi hijo. Donde sea que esté yo iré por él ¿Cuánto es? Que esté a mi alcance eso si, tampoco soy millonario. Tengo cien pesitos nada más haha, ni los he cambiado por las Libras ¿cuánto seria con esto mi buen señor?

― Como tres libras con setenta...u ochenta, no sé bien.―El menor suspiró conteniendo la risa, pero no podía hacerlo si su mayor era tan... divertido―¿De qué carajos está hablando ahora que lo noto? haha ―Bennett no pudo evitar reír euforicamente.

¡Oh, Bennett Elliot Thompson Britt de las mercedes, estás vivo! ¿qué acontece? ―rió el otro― perdona lo anterior; es que como nunca sueles llamarme, es muy raro recibir una llamada que sea precisamente tuya, me asusto. Ignora toda la historia de antes hahaha.

― ¿De acuerdo...?

¿A qué se debe su llamada alteza?―habló contento el hombre al otro lado de la línea.

― Hehe, pues... me da algo así como cosita irme solo y quería pedirte si podías venir a por mi aquí a... la capital. ¿Puedes? ―la voz del pelimorado sonó extremadamente tierna, por lo que el mayor no pudo evitar suspirar.

Tengo que cuidarte hasta de adulto. Eres una ternurita ―soltó una leve carcajada― ¿Dónde estás?

― Afuera del hotel.

¿En cuál? Sé más específico, mi niño. ―Rió el de cabellos anaranjados, mientras buscaba algún papel para anotar de ser necesario, y es que si él no olvidaba algo, era el pelimorado quien lo hacía.

― Pues el que está por aquí al lado de la Estación Victoria, no sé, espera un poquito ―Bennett se volteó buscando el nombre del hotel. No era realmente su culpa, William solo le había dado la dirección y había ido con Ben la primera vez al hotel, por lo que días siguientes casi se perdió buscándolo― ¡Ah! Es The Goring, si. ―carcajeó.

No sabes ni en que hotel estás haha... bien, asegúrate de llevar un mapa la próxima vez o al menos ya de plano te compras un carro, ou, cierto, no sabes conducir. Bueno, no importa hijo mío. ―Jeremy desgarró la pobrecita hoja para sacar el trocito y guardarlo en su bolsillo― bien, voy por ti en... ¿cuánto es de aquí para allá?

― Como cuatro o cinco horas por la autopista eh... no recuerdo cuál, pero... ―suspiró―. De todas formas iré a dar un paseo por el sector, no me gusta pasar encerrado en un mismo sitio. Al menos no cuando no estoy con mis perritos.

Se escuchó un suspiro largo y tortuoso de parte del fotógrafo.

Espero este cacharro llegue hasta allá ―volvió a reír, y es que un Jeremy que no reía de esa forma tan extraña no era Jeremy― y si llego antes de las dos de la tarde, aprovecho y te tomo unas cuantas fotos. La inspiración va en el aire por allá.

― Hehe, como desees. ―Bennett sonrió, mientras miraba el lechoso cielo, y el clima tan frío pero a la vez que hacía tan hermoso a los paisajes― por cierto ¿cómo están Alan y Matthieu? Los Lunes y Martes les gusta comer a gusto, así que espero cuando llegue no haya ni rastro de comida para perro.

Exageras, ellos están bien. Pero si preguntas qué pasó en la cocina, no fui yo, fue el perro, te lo juro. ―diría observando por la puerta abierta de antes mencionada donde se encontraban algunas cosas tiradas y el desastre que hizo tratando de preparar algo para comer―. En fin~ Diviértete y nos vemos luego, cuida a Tara la guitarra. De lo vieja que es ya debería ser una reliquia.

― De acuerdo hehe. No te mueras antes de llegar, no me quiero quedar aquí solito~ ¡ah! y no se llama Tara... mi guitarra es un hombre.―dijo divertido.

Hombre, mujer, perro, gato, mariposa o lo que sea; se llama Tara.―rió― en fin. Sería negligente si dejo a mi pequeño solo en medio de la ciudad. ―el mayor rodó los ojos―. Ahora sí, hasta luego. Tus bebés están durmiendo así que voy a aprovechar para salir.

― Ok. Adiós Jeremy, gracias.

🌻

Eran las dos y media de la tarde, Bennett iba animado en el coche de su amigo Jeremy. Tenía el móvil en las manos y escuchaba alegre la música que estaba a un volumen moderado. Ahora mismo traía su cabello atado en una coleta alta, como comúnmente la llevaba cuando salía en televisión o algún evento importante, sólo que esta vez lo traía así por mero gusto. También porque a su ex tutor le gustaba verle con el cabello atado en alto.

― Oh ¡Oh! Jeremy, subele, subele. Esa me gusta. ―apagó la pantalla de su teléfono, para inclinarse un poco al lado donde estaba el concentrado peli-naranja mirando al frente― ou, cierto. Hehe perdona. Yo le subo ―con sus dedos índice y pulgar rodó el botoncito para subir el volumen de la música― ¡Ya está! Cante conmigo, Jeremy~

― Mi niño, estoy conduciendo. ―alegó bastante calmado el mayor― estamos en la autopista y en unos kilómetros más adelante tengo que cambiar de pista, no me distraigas. A menos que quieras que nos muratemos.

― Que nos matemos. ―corrigió el oji-Rubí con gracia― suena raro si lo dices en ese extraño Espanglish tuyo.

― ¿Cómo se dice en inglés entonces?

― Kill us* aunque puedes variarlo depende el contexto. ―rió el pelimorado― ya, pero no voy a distraerlo, Jeremy. Sigue conduciendo tranquilo. ¿Importa si le subo más?

El de cabello medio ondulado negó con la cabeza. Bennett enseguida sonrió y le subió el volumen, después de todo, no molestaba a nadie el ruido. Los automóviles iban a una alta velocidad; por lo que solo se escuchaba en su gran mayoría el sonido de las ruedas.

― Dime una cosa ¿qué tienes? ―volvió a hablar el mayor, causando cierta curiosidad en el pelimorado, luego de que finalizase el tema musical― normalmente andas de negativo por ahí, fingiendo estar todo calmado, pero ahora estás alegre. Eso es raro.

― No es nada. No necesito razones para estar feliz o triste ―Bennett agachó el entrecejo, mirando por la ventana. Quizá si estaba algo contento, por fuera, pero por dentro sentía esa extraña sensación de que algo no andaba bien. Hizo morritos mirando a su amigo― ahh, Jeremy. ―le llamó, este alzó la vista, ya que no podía despegarla del frente― Verás... siento una cosita rara en el estómago, y no paro de pensar en... bueno, un poquito nada más, pero como que no sé que voy a hacer al llegar.

El fotógrafo volvió a emitir un sonido de indagación, esperando que el pelimora se especique más.

― No entiendo.

― Bon estaba algo raro esa noche, como si tuviera algo con que lidiar. Y bueno... ―apoyó su cabeza en el hombro de Jeremy, algo extrañado― me besó esa noche, pero fue tan raro. De todas formas fue tan rico y tuve que evitar dejarme llevar y... y...

― ¿Me estás diciendo que Benjamín te besó, así de la nada? ¿qué onda con eso? ―parecía estar algo confundido, y en verdad que lo estaba― tus líos amorosos son mi novela favorita, pero si me pierdo los capítulos anteriores no sé que está pasando. Desde donde me quede por favor.

― Intentaré resumirlo.

Bennett suspiró, les quedaba como dos horas más de viaje, así que tenía tiempo de sobra para una imteresante historia suya. Sonrió acomodandose mejor en el asiento.

🌻

Otra vez estaba ahí, esperando tras la puerta del departamento de su... de Ben. Con el rostro serio, y el maquillaje alivianado dejando su piel clara lucirse como a él le gustaba. Como por alguna razón a ella le hacía sentir cómoda al lucirse frente a ambos, sintiendo sus miradas recorrerla el rostro y de vez en cuando analizar su cuerpo. Suspiró.

No tenía idea del porqué hacía esto, ni tampoco el porqué se esmeraba tanto en acercarse nuevamente a Ben para tratar de saber qué es lo que quería ahora. En realidad, ella siempre sabía lo que quería, pero el que Ben este en su camino la hacía sentir algo ansiosa. Más porque no quería admitir que quizá si haya algo de cariño por él todavía, y que todo esto que estaba haciendo ahora fuese en vano. No, no iba a hacerlo ni permitiría que todo su esfuerzo fuera tirado en balde.

Sin embargo el mirar el rostro de Ben, ese mismo rostro moreno, y esos ojitos verdes observándole, le partían el alma. No quería molestar en su tranquilidad, pero tampoco podía quedarse de brazos cruzados en caso de que no haya pan y ella tenga que coger el pedazo.

Sonaba demasiado mal si lo pensaba de esa forma.

¿Por qué siempre llevaba hasta este punto? Y luego se detenía cuando veía alguna esperanza oculta en los ojos del peli-calipso.

Talves porque verle tan triste -aunque no lo demuestre- le brindaba una culpa pasajera. Y la culpa no le gustaba para nada, deseaba deshacerse de ella para sentirse mejor consigo misma.

― Abre... Ben. ―volvió a llamar, sabiendo que al otro lado de la puerta estaba su ex peleando por si abrir o simplemente dejarle ahí esperando.― quiero hablar contigo, cariño. ―y supo en ese instante, que la puerta se abriría para darle paso.

Exactamente como lo pensó. Su Ben no podía ser más... él. Era obvio que aunque ella no le diga nada, él abriría la puerta aunque tuviese que preguntárselo a sí mismo por media hora. Ella sonrió mordiendo su labio sutilmente, le hacía ver más sensible de lo que era y podía llegar a ser si se lo proponía.

― ¿Qué demonios quieres ahora? ―se recargó en la puerta, mirando de pies a cabeza a la mujer. Refunfuñó por lo bajo. En verdad que ahora no se encontraba de ánimos para hablar con ella, y mucho menos cuando acababa de tener una "conversación" con su ahora única cercana "familia". Peor aun, que había intentado, no, tan solo pensó en llamar a Bennett... ni idea para qué. Pero su cabeza daba muchas vueltas y tenía un millón de asuntos tanto laborales como personales por resolver―. Ni creas que no conozco tus estúpidas intenciones ¿qué mierda pretendes? Estoy hasta aquí de asuntos importantes para que ahora vengas tú a molestarme ―habló molesto, llevando su mano hasta su frente para gesticular. Mientras la sonrisa de la fémina empezaba a decaer al observar el rostro serio, muy serio de él― sobre todo, que vengas TÚ precisamente aquí a quien sabe que quieras. Estoy ocupado, se breve.

― Yo... vengo a... ―se puso demasiado nerviosa, y venga ella a saber porqué lo hacía. Si venía con todo para charlar con él, amablemente, de forma clara y hasta si se le daba la oportunidad, tratar de decirle eso que tanto le carcomía por dentro. Desvío la vista al suelo. Arrepintiéndose de haber venido― quiero... uhh quiero hablar contigo. Es solo un momento, Ben.

― Muy bien ¿qué tienes que decirme? ―Ben podía cortante, odioso y frío cuando quería. Y en este caso lo que menos quería era ver a Margaret, se combinaban esas dos formas de malhumorarlo rápidamente, y le hacían perder la paciencia.

― Quiero disculparme por todo lo que te hago...―Margaret juntó sus manos, de manera que la hacía ver bastante... linda frente al moreno, que no evitaba pasear su vista por todo el cuerpo de la mujer, y hacerlo lo ponía molesto. La oji-ámbar podía notar esa molestia en los ojos de Ben― sé que verme y que yo me pegue a ti como si nada hubiera pasado te afecta, y mucho. Pero no sé muy bien como debo de tratarte ahora que... no somos nada, porque no quiero que te sientas mal. También tengo muy en cuenta lo mucho que estás comenzando a despreciarme por mi actitud, pero ¿cómo crees tú que debería actuar si todo el mundo te está presionando para que les digas quien te gusta? Para mi es muy difícil decirlo... de verdad.

Acabó con la respiración agitada tras decir todo aquello, y es que en serio que la fémina quería disculparse al menos con Ben, porque sus intenciones al terminar su relación con él no eran malas, hasta que se dio cuenta de algo que la hacía sentirse algo extraña y acabó por persuadir a la persona que más quiso anteriormente, solo por... afirmar sus sospechas.

Ya lo había hecho. Y no entendía porqué se sentía tan mal. Ni cuando estaba con Ben en una relación sintió esa presión en el pecho.

― Entonces solo dímelo a mi. Para mi también es muy difícil ver como nada de esto te importa, ni cuando sabes lo muy mierda que me siento cuando hablas de él como si fuera lo más importante de tu vida―El mayor se cruzó de brazos, haciendo sentir pequeña a la chica delante suyo, y eso exactamente era lo que quería provocar en ella. Porque más que amarla, ahora comenzaba a sentir una molestia creciente cada cuando la veía sonreír como si hubiera sido liberada de todo culpa o inseguridad. Aun así la extrañaba, extrañaba tenerla entre sus brazos― y ahora vienes aquí a hacer tu papel de victima.―dijo con molestia― ¿Qué quieres? ¿que te perdone para que te sientas mejor contigo? Hahaha, por favor... vete... estoy muy ocupado..―tocó su cabeza, sintiendo un punzón a un lado.

― No era eso...―la peli-miel apretó un poco la chaqueta de fina tela para seguido darse la vuelta y abrir con desgano la puerta. Y ella que... quería arreglar un poco la antipatía entre Ben y ella, pero a veces él tenía un poco de razón― está bien, ya no te molesto, pero si me quieres hablar estaré las veinticuatro horas para charlar contigo ¿bien?

― Solo vete...―diría un cansado Ben, que de pronto sentía un dolor de cabeza leve. Talvez después de correr a la chica de su departamento él iría a descansar a su cama, o simplemente seguiría debatiendo mentalmente mientras organizaba unas propuestas escénicas para el próximo mes, donde quizá esperaba que todo este asunto de Margaret se torne más liviano― y no insistas más, cuando se te pase toda esta tontería puedes recién pensar en venir a molestarme. Gracias...

Se aseguró de que la puerta estuviese bien cerrada, y suspiró sintiendo sus ojos ponerse más cálidos de lo que normalmente eran. Tenía unas inmensas ganas de irse a dormir, pero eso afectaría su horario nocturno y alteraría sus ganas de dormir por la noche, haciendo que esté más cansado de día. Si.. lo pensaba de esa forma, entonces se aguantaría al menos hasta las nueve de la noche, que era ahí cuando su jornada de trabajo bajaba y tenía todo el resto que quedaba del día para él y sus cosas. Hasta de descanso pensaba en malgastar su tiempo haciendo algo como eso, antes, era su compañero quien siempre llegaba a su puerta a proponerle salir a respirar y pasarla relajado cuando no tenía nada que hacer. No hacían nada lo suficientemente agradable, pero admitía que si la pasaba mejor al salir con él a quedarse vagando en su mente recostado en el sofá mirando la tele.

Tanto las tontas ocurrencias del pelimorado como el abrazador viento helador del aproximado invierno le gustaban, y mucho. Pero daba igual, ahora prefería no hacer nada y estar sentado mirando los papeles y guiones en la mesita le parecían lo único entretenido por ahora.

🌻

Por otro lado estaba el mucho más relajado Bennett, con su guitarra a cuestas y una radiante sonrisa en el rostro. A su lado Jeremy le comentaba una que otra cosilla mientras subían escaleras a paso calmado. Hace un clima bastante neutro, frío como era desde hace unos meses por supuesto, pero con ese aire tan fresco y el viento que, aunque estuvieran en el edificio ya, se sentía suave, a veces extrañamente cálido, y en otras ocasiones tan helador que hasta les congelaba los huesos. Jeremy rió un poco, cuando pudo leer en la mirada del de ojos rojos como se fundía de pronto en esa conversación que ambos tuvieron anteriormente. Por alguna razón, el más alto estaba segurísimo de que Bennett no le haría el menor caso y al cabo de que él se retirase de dejarle sano y salvo en su departamento, este correría hasta el doce avo piso para saber algo de Ben.

― ¿Tienes algún plan para hoy? Es un día bastante bonito, y aunque no se ve el sol, el cielo esta clarísimo. ―Mencionó el semi-castaño entrando al departamento de Bennett, quien a su vez cambió su mirada pacífica a una mortífera en cuestión de segundos―, ah... fueron los perros ―bufó― obviamente cuando salí no estaba así, te lo... te lo juro, mi niño.

― Por Dios Jeremy, mira este basurero ―el pelimorado llevó su mano derecha hasta su cien, rodando los ojos para luego mirar hacia la alfombra, donde yacían dormidos los dos perros de pastor mallorquín uno sobre el otro―. Mis angelitos no pudieron haber hecho esto, ellos se portan bien ¡hasta me avisan cuando algo está sucio para limpiarlo!

― Hijito... verás yo... ¡Está bien, si fui yo pero te juro que iba a limpiarlo! ―juntó sus manos sobre las ajenas soblando un poco sus rodillas.― lo siento, cielito~ ―se abrazó al menor.

― Ay joven Jeremy... ―Bonnie miró hacia un lado― ayúdame a limpiar y luego podemos hacer cualquier cosa aquí, no quiero dejar a mis bebés solos ¿bueno?.

― De acuerdo. ―Sonreía Jeremy sin ningún tipo de preocupación.

Después de todo fue el quién terminó de limpiar todo, hasta la cocina mientras el dueño jugaba con sus cachorros que tanto le extrañaban. De todas formas, aun era bastante temprano y a Bennett no le agradaría dejar a sus perros enla vivienda solos, porque al parecer tampoco querían salir.

Aunque había algo que no dejaba a Bennett tranquilo, y era que no tuvo contacto con el peli-calipso en todo ese periodo que se mantuvo fuera, y claro, después de eso tan raro que había pasado en el hotel. Se planeó ir a verle después de que Jeremy se fuera, porque no quería parecer desobediente cuando claramente su ex tutor le había dicho que esperase un poco a que ese tema se calmara y fuera el mismo Ben quien le quiera empezar charla. Pero no podía esperar.

Conocía tanto a su Ben, y sabía lo terco que era; si le costaba tanto disculparse por cosas como siendo él enojado, por algo como un beso sería peor.

No podía esperar... y vaya que estaba intentando no impacientarse ¡es que no se podía! Quizá el terco era él, pero quería al menos saber si no estaba enojado, o al menos no verle con ese semblante descuidado con el que le veía a menudo últimamente gracias a Margaret.

Soltó un largo y profundo suspiró.

― Tengo sed, voy por un vaso de agua. Ni se te ocurra moverme una pieza o... me... me pondré muy triste. ―dijo el más alto levantándose del suelo. Él y Bennett estaban jugando ajedrez en el suelo, con los perros de por medio, como siempre―. Ya vuelvo.

― Si... ―contestó de forma cansada que hasta parecía somnolienta. Se estiró de estómago sobre la alfombra y usó de almohada a Alan, apoyando su mentón sobre el lomo del perro, mientras dejaba sus brazos estirados hacia adelante, al igual que sus piernas hacia atrás, obviamente.

Pensaba en todo lo que le debe estar pasando a Ben, y en como se sentía. Independiente de lo del beso, pero no ajeno al tema de su ex. El veía la televisión, y se enteraba de cosas que no le importaban mucho. Aunque siempre lo que tenga que ver con su amor platónico le ponía de orejas alzadas.

Seguro el pobrecito de Ben estaba solo en su departamento carecente de alguna emoción de regocijo.

Al igual que él, que su rostro mostraba una ostensible gama de emociones relacionadas con Ben, y es que, cada día sentía como que algo le faltaba cuando no charlaba siquiera con el moreno. Y no le gustaba sentirse dependiente de esa sonrisa superior, o de esa mirada que decía y mostraba mucho, a la vez que no mostraba una emoción que se pudiera connotar perfectamente.

Pero la verdad es que si estaba esa sensación en su piel, su corazón se estrujaba cuando algo le hacía mal a Ben. Estaba seguro de que no era lo mejor estar como un idiota detrás de él sabiando que no tenía una oportunidad aunque quisiera, pero... se conformaba con ser solo su amigo, por ahora. Por ahora él podría soportar el desprecio de Ben que de un segundo a otro pasaba a una mirada amistosa para luego no ser nada. Podía estar ahí para él, sin que esto pasase a ser algo dañino para su persona. ¿Qué importaba? Llebaba un par de años observandolo y llevando su vida con normalidad; unas semanas o meses más no le harían el menor roce.

― Te toca mover a ti. ―a su lado estaba Jeremy, con los codos sobre la cómoda alfombra terciopelada y el mentón en la palma de sus manos. Dirigió otra mirada por quinta vez a su compañero y agachó el entrecejo― ¿qué pasa, Bennett? Puedes decirme.

El menor espabiló y frotó sus ojos para enfocar el rostro cercano de su mayor.

― ¡Ah! No es nada. Estaba pensando un poco en... ―mordió su labio, y es que en la mirada de Jeremy se notaba que estaba siendo muy obvio, pero daba igual. Se encogió de hombros utilizando sus brazos para levantarse un poco y sentarse más a gusto― ya sabes que me dan ganas de ir a ver a Bon... él... debe estar solito, Jeremy~ ―hizo un puchero cerrando los ojos con un aura de sufrimiento alrededor, cosa que más que preocupar al peli-naranja le causó gracia, y cierto grado de ternura.

― Escucha, no soy el mejor consejero del mundo, porque sabes que mis consejos son una mierda en su totalidad, pero... ―suspiró llevando su dedo índice a la frente de Bennett― no tengo idea qué está pasando en esa cabecita tuya ahora. Creo que mi poder telepático está perdiendo su efecto en ti. ―rió leve.― ¿Qué importa si está solo? Él se lo busca también, déjalo tranquilo un momento. No puede ser que lo primero que hagas al llegar, después de pegarte a tus perros como chicle, sea ir como imán a la puerta de Benjamín. Mi niño, piensa en ti un momento, y luego, podrás pensar en él. Así sabrás qué es lo que está mejor, si ir a verlo, o no hacerlo. ―trató de ser claro― Entonces... ¿qué piensas?

― Es mejor ir a verlo. ―soltó de inmediato.

― Bennett, por favor... razona un poco. No debieras ir, al menos no hoy.

― Si, pero fueron cuatro días. No importa lo que pasó, yo no estoy enojado, y creo que él tampoco. Y si lo está no pasa nada ¿verdad? ―buscó apoyo con su mirada de cachorrito, como le enseñaron sus mascotas cuando eran unos descuidados cachorros pequeños― ¿verdad?

― Yo apoyo el BonxBonnie y el BenxBennett, mi niño. ―le sonrió amable inclinando su cabeza hacia un lado. Suspiró y señaló el tablero―. Terminemos este juego y vas a verle ¿dale?

― ¡Ahh! Gracias~ ―Bennett se acercó para abrazarle por sobre los hombros. Es que su mayor siempre había sido como un hermano para él, se alegraba de que este haya vuelto y ahora esté acompañandole. Más tarde se lo recomendaría en su tiempo libre.

― No es nada, compa, para eso estoy. ―rió correspondiendo al abrazo del oji-rubí, y luego le separó―. Anda, te toca mover.

― ¡Si! ―el de cabellos morados movió el caballo. Después sonrió ante el movimiento de su colega y le asechó con el alfil― eh... jaque mate. ―se levantó― cuide a mis perritos, y a ti obviamente. Voy a ver a Bon, ya vuelvo.

― Mmm... ―el de ojos anaranjados se quedó observando el tablero luego de que divisara a Bennett salir a toda máquina del lugar― es un tramposo, el alfil no se movía en línea recta.

Se quejó en silencio, pues tampoco tenía nada que reclamar. El pelimorado estaba prácticamente desesperado por ver a Ben, era como el mechero de su llama, sin él no podía llevarse a cabo un día alegre y feliz. Por lo que Jeremy podía notar con tan solo observar calladito las actitudes de su aun muy inmaduro Bennett.

En cuanto al de hebras moradas, este corría por el pasillo del décimo segundo piso ya. En ascensor había tardado poquísimo en subir la verdad. Se detuvo frente a la puerta de madera fina y oscura, tragando saliva a la vez que acomodaba su desordenada ropa, estirando la chaqueta de tono azulado mientras llevaba algunas de sus desacomodados cabellos detrás de su oreja o peinandolos hacia arriba. Ahora empezaba a arrepentirse de haber venido. Tal ves el peli-turquesa si este molesto con él, y verle ahora le haría molestarse más, o quizá siquiera le habrá la puerta. Tenía ese tipo de miedos absurdos de los cuales estaba acostumbrado a escapar como hacía comúnmente. Pero... era por Ben, siempre hacía todo por él, y ya estaba aquí parado. Golpear la puerta y esperar ver la fachada de su querido oji-verde era igualmente una costumbre, éste, o no éste molesto por algo o alguien.

Ya que, no iba a echarse para atrás. No cuando su mano hecha puño tocaba suave y repetidamente la puerta, causando un sonido rítmico. Su respiración comenzó a salir un poco más acelerada, y su pecho se calentaba con el paso de la lentitud del tiempo a su alrededor. Tenía la punta de las orejas calientes, y sus labios se remojaban al pasar su húmeda lengua por encima, humectandolos a cada que estos se secaban por la ansiedad. Mordió su labio inferior, y por dentro de su boca apretaba ambas palas, esperando que los eternos siete segundos que le tomó oír que alguien abría la puerta no fueran en vano y terminara yéndose a causa de una heladora y tosca mirada esmeralda. Y la cuenta regresiva acabó cuando la puerta por fin se abrió, dejando a Bennett visualizar al hermoso Ben que tocaba su cabeza con los ojos cerrado y una mueca de frustración. No le gustaba verlo así, pero admitía que se veía tan irresistible como siempre, o mejor.

― Te dije que ya no vinieras a molest-- ―Ben no acabó de reclamar cuando delante de él vio al joven pelimorado con ambas manos entrelazadas y la mirada retraída al igual que su cuerpo― Bennett... ¿qué estás haciendo aquí? ―arrugó el entrecejo, pero al instante dejó su mirada neutra. El dolor de cabeza se hacía más fuerte con la anterior acción, y además, no tenía porqué molestarse por la "sorpresiva" visita del oji-rojo.

― Yo... ―era como si se fuese a derretir, y le parecía tonto encontrar tan lindo a Ben cuando se encontraba molesto o frustrado. Tomó algo de aire disimuladamente―, hehe hola ¿c-cómo estás? ―sonreía nervioso― venía a verte... ―hablaba observando las muecas de dolor que ponía el peli-cian. Agachó el entrecejo preocupado― ¿estás bien? ¿te duele algo? ¿t-te duele la cabeza? Ah... yo... esto, verás... ahm.. ―farfulló.

― Deje de balbucear, no me pasa nada. ―articuló el oji-verdoso, tocando con dos dedos su frente. Le dolía la cabeza desde hace un rato, pero peor le hacía sentir esa amabilidad tan torpe que traía consigo el contrario; otra razón de sus problemas emocionales, en especial esa emoción de atracción confusa que tenía sobre su compañero. Y le molestaba― ¿qué quieres?

― Verte... ¡d-digo! Que ver como estás hehe ―rió llevando una mano hasta detrás de su nuca―, es que... bueno, no hablábamos desde que... ¡desde hace días! ―rió desviando la mirada y con las mejillas ligeramente enrojecidas por la vergüenza. Tampoco iba a venir y soltar todo el asunto del porqué de ese beso, esperaba no incomodar a su Ben, por eso no diría nada de nada.

― ¿Para qué quieres ver cómo estoy? ―Ben apretó los labios. Pasando su mano, con la que anteriormente tocaba su cabeza, por el lado de la puerta para llevarla hasta la manija.

― Bueno porque... ―pensó― ahm... ¿porque si? ―se cuestionó más a sí que como una respuesta.

― Ahá. Pues estoy bien, ya puedes irte... si quieres. ―se achicó de hombros, como dando a considerar la posibilidad de poder charlar con Bennett quizá, pero la verdad no sabía como decirle de una forma no obvia aquello.

― No estás bien... ―el rostro de Bennett ya estaba empezando a mostrar esa preocupación tan evidente que hasta sus ojos parecían cristalizarse junto a esa preocupada mirada inmadura en estos― quiero decir que... q-que no se te ve tan bien, porque t-tu cara... se nota que estás como más pálido y... ―sin permiso, como solía hacer siempre, puso su mano en la frente del moreno, dándose cuenta de que como pensaba; tenía fiebre― estás caliente.

― Me duele un poco la cabeza nada más, no tengo fiebre, tonto. ―se quejó el oji-verdoso retirando la mano ajena de su rostro.

― P-Pero...

― No tengo nada. Tampoco soy un niño que se anda enfermando por cualquier cosa. ―dijo serio― un dolor pequeñito de cabeza no es nada. Ni creas que por preocuparte vas a hacer que... ―en eso veía como en la cara de su colega se reflejaba una preocupación que le hacía ver tan... adorable; con sus mejillas un tantito rojas y los ojos vidriosos―. Vale, pasa. De todas maneras quiero hablar contigo un momento, para aclarar algunas cosas...

Abrió la puerta un poco más, dejando ver el plano interior de su vivienda. En el fondo se podía distinguir al can dormidito sobre el sillón, echo bolita y bastante mejor que antes. Se podía notar bien gracias al brillo de su pelaje, y el relajo con el que estaba durmiendo. Bennett tuvo una sensación de agrado en el momento en el que notó a la cachorra sobre una chaqueta de interior de polar, en la que dormía tan calmada. Al parecer Ben no estaba tan mal en ese aspecto. Sonrió unos segundos antes de pasar nervioso a un lado del moreno, que estaba tan neutro que hasta le transmitía un escalofrió mezclado con incomodidad. Se quedó a centímetros dando la espalda al de hebras claras, con las manos juntas esta vez sobre su pecho, tratando de acoplarse al calor que le empezaba a entrar. Miró hacia el sillón una vez más, doblando la mirada hacia el sofá esta vez, que estaba casi al lado, en donde habían unos papeles que parecían contener acordes y letras. Levantó las cejas.«Pobrecito Bon» Pensó, al ver que hasta con dolor de cabeza y todo el asunto de Margaret, su Ben se ponía a repasar cosas como esta, y hasta veía, por otros papeles que estaban ahí, que se centraba en todas sus actividades laborales cuando tenía este, y el día siguiente de descanso. Por lo que sabía, pues se lo habían comentado cuando estaba allá de "descanso" después del concierto.

― Ahm... ¿de qué quieres hablar conmigo? ―Preguntó, realmente intuyendo de que sería la charla. Tomó aire girandose sorpresivamente, causando que el moreno casi chocara contra él luego de cerrar la puerta y mirar al frente―. P-Perdón hehe, perdona... ―se echó para atrás.

― Si, si. No importa. ―su rostro mostraba fastidio, en ambas situaciones, tanto en el sofocante dolor de cabeza, como en la empalagosa mirada rubí del contrario. Ambas le asfixiaban de la misma forma.

Bennett pasó a sentarse a la orilla del sofá, observando al lado al perrito dormir tan tranquilito. Ver al can así le daba ese aire de relajo haciéndole calmar su ansiedad, y el fuerte palpitar acelerado de su pecho, provocado por el miedo a que Ben saque ese tema de conversación y terminé por ser tan breve cortando su amistad de una vez por todas. Tragó saliva, pasando ese líquido salivar por su seca garganta, y respirando hondo por su rojiza nariz.

Decidió dejar de pensar cuando el peli-turquesa se sentó a su lado, a treinta centímetros de distancia, corrió los papeles de la mesa hacía un lado, para tomar un vaso de un lado y servir algo de cerveza en él. Volvió a dejar la botella grande sobre esta, logrando que un seco sonido alerte al menor, que ahora se concentraba en sus movimientos a partir de ese ruido.

― Eh... ¿Bon? ―Bennett trataba de romper el silencio, que al menos para él se estaba convirtiendo en uno tortuosamente incómodo. Se quedaba quieto en su sitio levantando tímido la mirada, como si muchas miradas se posaran sobre él haciéndole sentir pequeño. Pero en verdad solo bastaba esa penetrante mirada verdosa, para hacerle sentir todo eso, y aun más.

― En primera; quería pedirte una disculpa, por lo de... ese día. Fue una falta de respeto la verdad, supongo que para ambos. ―dijo Ben como si nada. Elevó el vaso con amarillenta cerveza de calidad y bubujeante sabor, para llevarla hasta su boca y beber un poco.

Realmente eso había sonado bastante neutral, y le encontaba que su cabeza trabajase en controlar el tono de su voz aun sin importar como se sintiera. Una sensación de agrado le llegó al ver que su colega no hacía ningún tipo de gesto de molestia, al contrario, parecía sentirse aliviado. Le vio suspirar como si estuviese quitándose un gran peso de encima, o al menos así lo interpreta nuestro peli-cian bastante neutral en su sitio.

― Ah... no... no hace falta ―sonrió. Pensaba decir algo con respecto al trago, pues si al mayor le dolía la cabeza, tomar en este caso no le sería muy efectivo. No quería que él después tenga un peor dolor de cabeza por ello. Aunque... si ese fuera el caso, encantado estaría ahí para cualquier cosa que Ben necesite. Suspiró profundo, ya estaba acostumbrado a perecer un tonto con esos suspiros tan... suyos.― entiendo que... ―pensó una buena forma de justificar a Ben, de una forma creíble y como siempre, poco ilusionista para él― Tal ves te sentías abrumado por algo... sé que tú no querías darme... b-bueno besarme...―miró hacia abajo, aunque se acostumbraba, igual dolía un poquito.

«Ahí está el problema.» pensó Ben. Porque una parte de él le decía que si quería, porque algo en el pelimorado le llamaba la atención desde hace un buen rato, y no eran prescisamente sus bonitos labios, que en ese momento fueron su centro de atención antes de arremeter contra estos esa vez. Era algo más, mucho más extraño. Más bien era esa actitud tan tonta que tenía, y esas sonrisas que trataban de justificar su mal comportamiento. Apretó los labios frunciendo el entrecejo, lo que le llevó a dejar el vaso reposado sobre la mesita de centro en la cual estaban arrinconados los papeles y la botella de efervecente abierta.

Por otro lado, también estaban esas ganas de mandar todo a la mierda y reprimir en la cara del otro lo asqueroso -y exquisito en ese punto- que había sido recordar como el otro complementaba ese beso, profundizandolo a su antojo. Pero no iba a decir nada, no le importaba y suponía que había sido por culpa de la presión del momento.

Después de todo, el beso no había estado mal, y le había gustado.

Aunque...

Pensar que las actitudes de Bennett eran adorables desde su punto de vista -y también inmaduras y tontas- no tenía nada que ver con lo que trataba de decir; que era nada más y nada menos que una simple disculpa por asechar en los labios ajenos como si se tratase de una mujer a la que besaba, y lo peor de todo, como si se tratase de algo que podía hacer por mero gusto cuando quisiera.

Ben creía que el pelimorado no le había hablado por eso, por la molestia de sentirse afectado. La mismo que el menor en edad creía de igual forma.

― Si quería... pero no en ese sentido. ―dijo, mirando como la reacción del menor era de vergüenza y confusión, mucho más de esta última― lo que digo es que... te pareces a una mujer, desde donde yo puedo mirar. No te lo tomes a mal, solo digo. ―Suspiró― bueno y me confundí, así, no es como si hubiera querido quitarme las ga-―corrigió―darle un beso a un hombre, tú sabes lo asqueroso que es, no me hubiera pegado a ti por nada. Perdona si te incomodé en ese momento

Su voz ya no estaba siguiendo las ordenes potentes que le entregaba su mente. El dolor de cabeza no era una razón tan fuerte como para hacerle nublar de la nada, y reaparecer en frente de Bennett le provocaba cambiar de rumbo lo que trataba de decir ¡que maldita sea, eso solo una disculpa y nada más! No costaría tanto decirle "perdona por eso de la otra vez" y listo. Suspiró. Ya daba igual.

Bennett sentia como sus ojos se calentaban, más por el desconcerto que por algo que a él le pareció obvio. Le parecía lindo que su Bon se esté disculpando por algo que creía talves fue su culpa -como pensaba siempre- pero le sorprendió saber que pensaban lo mismo, solo que de diferente manera.

Quería... tenía unas inmensas ganas de abrazarlo, eso aunque sea.

― Eh... no pasa nada. No me incomodó, de hecho, yo creía que te había incomodado a ti. Pe-pero no digo que me haya gustado haha n-no... o... n-no hehe. ―confesó― por eso pensé que... si te llamaba o algo, te molestarias conmigo por ser tan.. ¿eh.. imprudente? Tengo la costumbre de creer que la mayoría de las cosas que pasan son mi culpa... ―admitió algo nervioso, que algo, bastante la verdad. Y sabía que Ben le estaba mirando tan fríamente, pero con ese toque cálido que contrarrestaba a esa fachada, un interior muy grato que era difícil de encontrar a simple vista.

― Todo siempre es tu culpa. ―sonrió.

Y a Bennett esa sonrisa le decía tantas cosas. A la vez que ocultaba más de la mitad de las que ya conocía.

Ben era misterioso a veces, y cuando quería serlo, él acababa perdiéndose en medio de ese misterio, tratando de encontrar su respuesta.

― Entonces... ¿está todo bien? ―levantó las cejas, alegrandose por si solo, cayendo en la posibilidad de que solo haya sido un resbalo del moreno a causa de... Margaret, y que su amistad no se vería afectada de por medio―, no estás enojado conmigo ni nada ¿verdad? ―cual perro regañado por su dueño, se hizo para atrás antes de tratar de abalancearse sobre el oji-verdoso en el momento que este dijo que si con un movimiento de cabeza y esa misma sonrisa fatigada, pero hermosa como siempre.

― Necesitaba disculparme contigo sobre todo. Eres una gran persona y no me gustaría que me tengas asco siquiera... -dijo el de acanelada piel, pasando sus dedos por los despeinados cabellos claros, echandolos hacia atrás- ya sabes. Es denigrante que otro hombre te de un beso sin razón aparente. Pero... ya te conté... perdona de nuevo.

Se disculpaba más consigo mismo que para Bennett en sí. Quería que su submarino saliera por fin de ese mar de extrañas sensaciones, mismas que empezaban a tomar su tiempo libre tratando de hallar la forma. No conseguía nada aun planteándose la idea de que todo pasa desde su rompimiento con Margaret.

― Si supieras... yo soy peor que tú en ese aspecto ―murmuró hacia un lado, haciendo morritos por lo tonto que se sentía. Pero de pronto levantó la mirada, reconociendo para si mismo que Ben era la persona que más quería en este mundo, sin duda alguna. Nadie le trataba tan bien, exceptuando sus amigos obviamente que ya le conocían desde hace mucho, pero hablando en su situación, nadie le trataba así, así como Ben disimulaba su cariño hacia él― Ahh~ ¿eso significa que yo te importo tantito? ¿seguimos siendo amigos?―su corazón dio un brinco al ver al hombre asentir seriamente― Ahhww, yo ya me ponía triste porque pensé que no querías verme más por eso... que alivio, gracias.

Apartó unos centímetros de distancia del camino para acercarse un poquito más, sonriendo cerca del oji-verdoso.

― No te me pongas cariñoso. ―se quejó de inmediato, como regañandole a él y a la vez a su consciencia― si me disculpo es porque no quiero mal entendidos entre tú y yo. Eres mi amigo, y créeme que hasta ahora eres el mejor que he tenido. No voy a devolverte los favores, pero voy a ver que hago.

«Ámame, es todo lo que quiero» Bennett se estremeció, se sentía derretir, pero mantuvo la postura.

― Haha... no te preocupes, no quiero nada. Está todo correcto, todo en orden. ―agitó su mano de arriba hacía abajo gesticulando de una manera que, a los ojos de Ben, le hacían ver tan afeminado y tierno― me conformo con ser tu amigo y que no estés molesto conmigo. Además, déjame decirte que si te duele la cabeza, que por cierto, se te nota mucho más ahora, no deberías de beber, te va a hacer mal y no me gustaría que te de un dolor más fuerte, Bon.

Bennett tomaba confienza muy rápido, y con Ben no hacía falta familiarizarse para conocerle e invadirle un poco con sus ocurrencias. Porque por alguna razón el mayor era demasiado paciente con él, y cuando digo demasiado, es demasiado en todo su sentido.

Porque Bennett no era igual con nadie más que con Ben. Todo lo que hacía por Ben, acabab siendo especial.

Y el peli-cian parecía sentir que si esa voz tan pegadiza le seguía habla y habla a cada rato no solo el alcohol le haría incrementar el dolor de cabeza. Aunque le agradaba saber que su colega pelimorado no estaba asqueado por eso, y por lo bien que se lo había tomado a pesar de que eso era algo un tanto grave, según creía él.

― ¿Me harías un favor, Bonnie? ―le miró, causando que este se quedase mirándole fijo.

Bennett sonreía disfrutando de la "reconciliación" amistosa.

― Por supuesto, lo que sea.

― Cállate, hazme ese favor ¿si?.

Las tonalidades de su voz cambiaban mucho más fácil de que creía, y le encantaba producir un efecto tan reconfortante en Bennett como lo era el tenerle sumiso como un padre pidiendo la atención de su hijo y, la obediencia de este al instante.

El de menor edad disfrutaba hacer compañía a su colega, aun si no estuviera enamorado de él, Ben era un tipo genial, sin duda sería su amigo de todas formas. Ben era fantástico, y Bennett no hacía más que ver cosas buenas de él, las malas las buscaba y trataba de corregirlas indirectamente. Porque él a simple vista era guapo y talentoso, un poco más de cerca era frío e irreverente tanto como distante y, al verle de mucho más cerca, de forma profunda podías encontrar a un hombre amable, cariñoso y muy blando. Al menos así pensaba Bennett, que trataba de adentrarce al círculo oculto de Ben, ese en donde la profundidad de las profundidades no llegaban; era como conocer a otra persona, la persona que se ocultaba detrás de ese irresistible envoltura que decía tener en su interior un simple caramelo corriente.

Al cabo de unos minutos el de piel blanquecina manchada en tonos rojos le hacía compañía. Ben estaba obligado a aceptar su "preocupación" porque, reconocía que quizá si estaba un poquito agotado. Observó todas las caras graciosas que ponía Bennett con cada mueca de dolor que producía el mayor debido al dolor de cabeza que iba en incremento y, esto a su vez combinado con la fieble y el cansancio le hacían sentir una corriente fría que a su paso debilitaba sus ganas de levantarse. Los toques en su frente a cada cinco segundos le estaban matando, la voz ahora chillona del pelimorado empezaba a desesperarle tanto que trataba de reprimirse para no descontrolar las ganas de reclamarle espacio al menor.

― ¡Ah! Tienes más fiebre ―mordía sus uñas con las cejas levantadas y dobladas hacia abajo en signo de preocupación― ¿qué hago? ¿te llevo a un hospital? ¿llamo a un doctor ahorita? ¡Boon~! ¿y si es grave? ¿te imaginas y es algo aun peor y... Y TE MUERES? ―puso las palmas de sus manos sobre el sofá, a milímetros del torso moreno del otro abriendo abruptamente los ojos preocupadisimo.

― A veces me haces dudar si en verdad eres hombre o mujer. Tus actitudes más que desagradarme a veces, me frustran. ―dijo desganado. Tapaba sus oídos para evitar escuchar una ridiculez por segundo salir de los anchos labios de Bennett― enserio... ¿te puedes callar? Creo que a estas alturas el perro me cuidaria mejor... porque al menos no se estaría ladra que ladra a cada rato.

― P-Perdona... ―sacó su lengua y la aplastó con sus dos labios, frotando su mano izquierda sobre su nuca otra vez avergonzado― es que... bueno... ―juntó sus dedos índice haciendo morritos.

― Ni te molestes en buscarte justificativos. Con una pastilla estaré mejor ―Ben utilizó sus brazos para levantarse, quedando semi-sentado en el sofá. Bennett a su lado solo se dedicó a cumplir con el espacio que requería Ben, aunque más que nada luchaba por acercarse aun si es un poquito.

― No, no. ―negó con la cabeza― la pastilla va a quitarte el dolor por un rato y luego te va a volver peor. ―dijo― mejor te traigo un vaso con agua y ya. También podrías comer una sopa. Cuando yo estuve así de enfermo, mi mamá me preparaba sopas y me obligaba a tomar agua con hielo. Creo que es mejor que una pastilla inservible.

― Pero yo no soy como tú.

― Nunca me he enfermado desde entonces, odio las pastillas. Tú no deberías de tomarlas. Mejor te traigo un poco de agua...

― No es necesario. Me voy a acostar, tengo sueño ―se levantó, quitando de al lado al pelimorado, para poder mirar al cachorro que ahora despierto movía su colita a un lado del menor― puedes irte si quieres, no quiero que molestes.

― Pero... Bon ―apretó los labios, formando una fina linea recta y cuveada, mientras sus ojos trataban de convencerle al menos.

― Si quieres llévate al perro contigo, y me lo traes después. Dentro de poco le va a dar hambre y va a empezar a ladrar.

El oji-rojo sonrió. No era lo que quería, pero la cachorra era un amor.

― ¡Bueno! ―cogió a la perrita y la cargo en sus brazos como si se tratase de un pequeño niño, mientras brindaba una cálida sonrisa al moreno―, nos vemos luego entonces.

Ben se le quedó mirando, como alegremente este se iba sin preocupación con el perro en brazos. Tocó con delicadeza su cabeza con dos dedos, una mueca de desagrado le invadió de inmediato, y obligó a que ese calor le llevase a desabrochar los primeros tres botones de su camisa. Suspiró relajado cuando el sonido de la puerta juntarse con el marco le envolvió, señal de que Bennett ya se había ido. Le alegraba bastante estar solo otra vez. Creía que por ahora era lo que necesitaba, pero no quería ser grosero con el menor obligándole a irse cuando venía con esas buenas intenciones que hasta una vibra grata le rodeaba.

Se inclinó un momento sentándose de nuevo en el sofá, para no cansarse demasiado al quedarse parado sin hacer nada por más de tres minutos. Tenía este miércoles y jueves para tomarse un descanso, y literalmente pensaba tomarse uno, porque ya estaba lo suficientemente mareado como para seguir con esos asuntos pendientes que podía ver más tarde. Volvió a levantarse, solo para ir rápido a su habitación antes de que esa sensación de calor y nublada de visión le lleguen de nuevo.

Finalmente acabó por quitarse los zapatos y recostarse así nada más, necesitaba recuperar energías, tal vez haya sido porque no durmió bien el día de hoy y era ahora en donde su cuerpo requería de esas ganas de dormir y relajarse, de poder descansar sobre todo. Se tapó hasta el cuello y como pocas veces solía hacer, se acurrucó doblando las piernas y llevando sus manos juntas hacia un lado de su rostro, haciendo como almohada. Por el frío que sentía gracias al calor corporal que ascendía en él, se hacía bolita buscando estar cómodo y caliente bajo las cobijas de la cama. Suspiró sintiendo como su cuerpo caía en el relajo abruptamente, y parecía no sentirlo tan pesado. Cuando menos se dio cuenta ya había caído dormido relajandose a fin de cuentas.

🌻

Bennett entró a su departamento, algo nervioso mientras abrazaba al perrito. En la puerta estaba el peli-naranja, sujetando la perilla con una ceja alzada.

― Tus ratititititos son bien largos. ―dijo el más alto, cerrando la puerta cuando su amiguito entró. Observó al perro en manos de Bennett― ¿cómo te fue? ¿hicieron las pases y acabaron por ser amigos otra vez? ¿o ya de plano le dijiste que querías con él y te lo hizo?

― Jeremy, por favor... ―el pelimorado rodó los ojos.― te dije que él no estaba enojado conmigo, fue un error. Haha, como te lo dije.

― ¿Entonces qué? Creí que tu crush era homófobo o algo. ―dijo sentándose en el sofá, para continuar viendo la tele, aunque a veces le costaba entender todo al cien por ciento― ¿Te bateo?

― No, ni le dije nada. Fue algo así como un malentendido. ―confesó el más bajito― sabía que Bon estaba algo consternado con los asuntos de Margaret.―estaba algo desanimado, de alguna manera sabía que tenía que ver con ella, siempre tenía que ver con Margaret. Infló las mejillas.

― No me digas que fue algo así en plan "oye sorry por lo del beso" y el otro ahí como "nah no importa, perdona tú, no soy gay y como que me salí de onda" y tú como "¿simis imiguis intincis?" Y ahí mataste todo el ambiente. Fin. Olvídate de tu boda y los tres perros blancos que pensabas adoptar. ―se cruzó de brazos.

Bennett sudó frío, a veces no se creía eso de que era tan obvio.

― Ah... no, no, no fue así. Tal vez te confundes con los guiones de la serie ―rió mirando a un lado.― y-ya sabes... es que... ah.

― Si, claro. Llevo cuatro años viendo como lo idolatras y nada de nada. Ya parece teleserie turca con tantas vueltas que le das al mismo tema y no has avanzado casi nada. Te hubieras ido por la trama mexicana, al menos así llegas al drama en segundos y a los cinco capítulos ya te la ¡fuiiht! ―hizo un sonido poniendo su brazo en horizontal y el otro lo atravesó en perpendicular lo que causó que el menor frunciera el ceño avergonzado― luego lo demás no importa mucho. Aunque como eres tú, seguro y te le arrancas. ―se quejó divertido.

― ¡Hey! También cuesta acercarse a alguien como él. ―infló las mejillas.

― La guionista llegó hace apenas dos años y medio y ya fue amiga de él a los tres meses. Y ni hablar de Félix Winehouse, ese tipo se la llevó fácil, y eso que es homosexual. ―Jeremy alzó las cejas sonriendo, la verdad es que le gustaba provocar así a su compañero, era una de las pocas maneras de quitarle lo cabeza hueca a veces―. Eres tú el que se la pasa atrasado y con miedo a que te diga que no.

― Obvio que tengo miedo a que me diga que no. Prefiero quedarme siendo su amigo a que me diga que le doy asco. ―se sentó a su lado, poniendo el cachorro sobre su regazo para acariciarla lentamente― soy cobarde.

― Y a mucha honra. Desde que te conozco que le haces honor a la cobardía. ―bromeó cambiando el canal. Escuchó un refunfuño por parte de su contrario, lo que le obligó a sonreír rodeando con su brazo izquierdo al contrario. El tenía un hermano menor, pero nunca se llevó tan bien con él como lo hacía con Bennett, era como una mezcla de hermandad y cariño paternal a la vez―. Mejor dicelo cuando te sientas cómodo con eso, o ya si quieres dejar de ser su amigo lo sueltas y ya. Aquí voy a estar para abrazarte si algo sale mal.

― A mi todo me sale mal y no has estado ahí conmigo. Te fuiste mucho tiempo a estudiar para al final volver como un fotógrafo nada más. ―le sonrió.

― Tampoco voy a aparecer así super rápido si me llamas. No soy instantáneo. Además te dije que todo pasó tan rápido, uh, igual, ni quería ser doctor haha. ―parecía que el ambiente se calmaba cuando tenía la oportunidad de charlar con Bennett. Extrañaba las sensaciones de sentirse cómodo con alguien, a quien apreciaba como si fuera su única familia.

― Si... ―miró la tv, donde pasaban una serie que a él le gustaba, no tanto, pero al menos era un entretenimiento visual de momentos― oh, déjala ahí.

― Que asco ¿apoco te gusta esta porquería? ―le dijo el otro. En la pantalla se veía uno de esos tantos programas de televisión en donde la comedia era la dominante, aunque igual sacaban temas estúpidos que a él le resultaban desagradables. Más porque no entendía un carajo.

― Si. Es una basura, pero me gusta.

Al final Jeremy tuvo que soportar las estupideces que Bennett miraba tranquilo, abrazando a la cachorra que se había quedado dormida sobre él. Tenía su cabeza en el regazo del oji-marrón anaranjado, el cabello atado en una coleta alta otra vez y una bufanda que estaba por ahí haciéndole de cojín para estar más cómodo. Miraba relajado la televisión, casi no prestando mucha atención a los movimientos de los personajes o el diálogo en sí. Estaba más concentrado preguntándose ¿cómo estaría Ben ahora? Esperaba que bien, porque a pesar de que le gustaba la idea de cuidarlo si estaba enfermo como en la televisión, el verlo a su vez, en ese estado le daba cierta presión en el pecho. No le gustaría que se sienta mal.

Que pena que mañana tenía que trabajar e ir al estudio. Estaría todo el día fuera y no podría ir a ver a Ben en todo el día. Seguramente llegaría cansado y se dormirá antes de poder siquiera pensar en comer algo e ir a visitarlo.

― Bennett ¿puedo cambiarla? Ya se pusieron idiotas ―hablaba bajando el volumen de la tele, para evitar escuchar las tonterías que al menos si entendía él―. Te daré lo que quieras pero no me hagas ver esta cosa. Tu programita ya terminó y no quiero ver esto, me hace sufrir.

― Cambiala si quieres. No... ―bostezó, acomodandose lo mejor que podía con el perro encima― tampoco me gusta ese...

― Si tienes sueño ve a dormir al otro lado del sofá. Yo te pondré otro perro encima para que no te de frío ―diría con gracia, siendo que el pelimorado si le hizo cosa y se acomodó un poco mejor al lado, apoyando su cabeza en el otro lateral del terciopelado sofá― te voy a dejar dormir un rato nada más. Que después alegas que no puedes dormir en la noche.

― Bueno... me despiertas en una media hora ¿vale? ―volvió a bostezar, esta vez más lento, sintiendo calentitos sus ojos y las ganas de cerrarlos por un momento. No era sueño, era más bien que sus ojos estaban cansados, pensaba Bennett.

Jeremy respondió con un sonidito a boca cerrada. Más cómodo en donde estaba, cambió por fin ese canal que a esta hora se ponía estúpido, porque la transmisión en si, era muy buena en las mañanas y noches.

🌻

Paró sus pasos en seco. La puerta de la vivienda de Ben estaba entre abierta, pero como escuchaba antes de entrar, el dueño si se encontraba dentro. Podía oír su respiración y el sonido del vaso de vidrio chocar contra la pequeña mesa que estaba en el centro entre ambos sofás y el sillón a un lado. Pidió permiso antes de empujar leve la puerta hacia adentro, ahí estaba él sentado con la cabeza hacia atrás, mirando el techo. En sus labios apreasaba la punta de un cigarrillo.

¿Ahora qué? Pensaba Bennett arrugando entre ambas cejas.

Se percibía en el aire ese aroma a tabaco. Ben parecía estar en su mundo, frustrado como siempre, pues sus muecas corporales cuando estaba molesto por algo eran muy comunes de ver. Bennett siempre le veía así, la mayoría de veces.

Ahora por sobre el puente de su nariz se notaba un rubor al igual que en sus mejillas, ambos provocados por el calor que desprendía a causa del dolor de cabeza y el aumento de la temperarura.

― ¿Cómo... estás ahora? ―cerró con cuidado la puerta y se giró para mirar a la cara del mayor, que seguía ignorandole con la mirada, pero que parecía estar escuchando lo que decía― ¿te sientes bien? No deberías fumar y beber. ―dijo. Ben tenía las mejillas coloradas y estaba con la camisa desabrochda hasta la mitad. Aplastó su labio inferior con la pala superior mientras apegaba más a su pecho al cachorro que encajaba sus redonditas zarpas en su chaqueta.

― No me digas que hacer y que no. ―escupió con desgano. Su garganta estaba seca, pero volvió a medio hidratarla con el vino fino que se deshacía en su boca. No acostumbraba a beber solo porque estaba abrumado, pero ahora se hallaba en la necesidad de hacerlo sin razón aparente. Algo que él no entendía le obligaba a actuar sin tener un objetivo.

― Lo siento. Vengo a traerte a la pequeña, creo que te extraña. ―se fijaba en como rascaba con sus garritas su chaqueta, mirando al igual que él, en dirección al peli-turquesa― si quieres... me voy.

― Y si tú quieres también te puedes quedar. ―dio una opción, sintiéndose amable de un momento a otro.— no es necedario que vengas ya después de todo este tiempo y sigas como un imbécil pidiendo permiso para todo.

Bennett sabía que su Ben amable siempre venía acompañado de su réplica totalmente contraria, lo que provocó un gesto que parecía ser una sonrisa torcida; reflejaba de entre extrañera y gratitud, porque al menos el contrario no le estaba echando.

Esta vez se concentró en enderezar su caída sonrisa, extendiendo sus labios para dejar ver sus cuidados dientes parejos y blancos. Se agachó solo un poco, permitiendo que la cachorra diera un brinco para correr hasta donde estaba su dueño, moviendo su colita de un lado a otro mientras se paseaba por encima de las piernas del oji-verdoso. Le resultaba tan lindo ver a la pequeña tan contenta por ver a su dueño, se notaba que lo quería mucho. Se acercó también para mirar al moreno, preguntando otra vez si es que se encontraba bien. Como siempre, el mayor le miraba fijamente asintiendo con la cabeza.

― Mmm... ―estiró su brazo de pronto, para llevar la palma de su mano hasta la frente acanelada de Ben, removiendo sus cabellos cortos que le hacían de flequillo.― ya no tienes tanta fiebre, pero enserio... te aconsejo que mejor no tomes, mucho menos que empieces a fumar.

― Ya lo sé, Bonnie.

― ¿Y entonces por qué sigues fumando? ―bajó el entrecejo.

― Porque no me importa.

¿Qué acaso no le importaba sentirse mal? Botaba grandes cantidades de humo por sus labios, y volvía a aspirar el tubo blanco al cabo de unos segundos, como si el cigallo pudiera quitarle cualquier problema de la cabeza. Bennett no quería que Ben se sintiera mal, pero claramente no era una autoridad, o por menos, alguien serio para imponerle algo a él. Era Ben después de todo, siempre se mandaba solo.

― P-Pero... ¡a mi si me importa! No es que me moleste que fumes, está bien, pero no lo hagas ahora. ―apretaba sus labios, como temiendo a algún reproche por siempre estar metiéndose en las cosas de Ben, como si le pertenecieran o tuviera alguna relación con ellas. No podía dejar que Ben ande de terco, y termine enfermandose o algo―. Te ves cansado, no igual que antes, pero se nota bastante. Tampoco bebas.

― ¿Y tú quién te crees para estar dándome ordenes? Encima me dices que es lo que puedo y no puedo hacer. ―gruñó bajando una ceja mientras que la otra la subía. Dio unos toquecitos al cenicero, y luego aplastó el cigarrillo en medio de las otras tres colillas de cigarro acadas dentro de esta―. Gracias.

Sonrió tan repentinamente acompañando aquella extraña sonrisas cálida con una ligera risa. Ahora el que estaba perdido era el pelimorado, que para entendía en qué está pensando Ben, era tan difícil de entender a veces.

― Perdón... ah... yo ¿por qué me agradeces? ―Bennett acabó por sentarse al lado del otro, acariciando el lomo del pequeño cachorro que se restregraba haciéndose cariñitos entre ambos.

― Me da mucha gracia como te comportas. Pareces un niño. ―acarició la cabeza del menor, refiriéndose a lo que acababa de decir, que, tal cual como la pequeña perrita, parecía emocionarse por ese pequeño toque. Le resultaba divertido, por no decir extraño y ver el lado positivo de esa actitud tan Bennett.― no te antes preocupando por mi, yo siempre estoy bien. Mejor vete preocupando por ti y que seas tú el que no se enferme.

Apuntó a su cuello descubierto, y a la chaqueta azulada sin cerrar, dejando ver el polar de la polera verdosa pastel que no llegaba hasta a cubrir más arriba de sus hombros.

― ¿Qué? Aquí adentro hace algo de calor. Igual el edificio es calentito. ―dijo juntando las lados de su chaqueta para cerrarla un poco de esa forma. Subir la cremallera y unir los botones era molesto―. A veces no entiendo lo que quieres decir. Creí que te habías enojado conmigo por andar de entrometido.

― Si me molestas que te metas en todo lo que hago. Aunque es tonto que te preocupes por mi, me gusta. ―admitió, pensaba en callarselo, pero le divertía las muecas que ponía el oji-rubí cuando hablaba de cosas así. Eran tan lindas que hasta le resultabab afeminadas y delicadas como para un hombre; empezando desde su notorio rubor corporal y sus facciones bastante endebles que estaban bastante definidas.

― Pareciera como si nadie en la vida se hubiera preocupado por ti ―carcajeó el pelimorado calmoso llevando su mano hasta sus labios. A veces sentía que cuando reía de esa forma tan afable las miradas iban directo a su boca, y en la forma redondeada que tomaban sus labios al reír tan suave―. Haha, era broma, no te molestes.

― ¿Por qué crees que voy a molestarme por cualquier cosa que digas o hagas? ―Ben estaba pasmado en la desatenta mirada bermejo de su colega, que pestañeaba a cada rato esperando respuesta. Apartaba la vista para mirar a la cachorra bulliciosa que masticaba las ropas de Bennett y saltaba por encima de ambos juguetona.

― No lo sé... ―se achicó de hombros acariciendo la cabecita de la perra, que al instante se quedó quieta levantando el cuello para pegar la mano calientita del pelimorado a ella.

En ese momento Ben analizó bien a ambos, tan tranquilos y a la vez tan inquietos como siempre. Bennett era como esa cachorra, tan juerguista y cuando les convenía se portaban bien. Y así como le fastidiaban ambos, en un comienzo les fue de su agrado, pero luego empezó a quererles hasta sentirse cómodo y familiarizado con ambos.

Sonrió, más que nada por que...

Por primera vez comparó a Bennett con alguien que no fuera su ex. O al revés el asunto, pero daba igual.

― No sé ni para qué te pregunto si nunca sabes nada. ―lo que tenía de hiriente a veces lo tenía de cariñoso y calmado cuando quería. Pero ahora no quería, sin embargo habían unas pequeñas ganas.

― Si...

― Que negativo eres, no lo decía en serio. ―aunque eso fue con buena intención. La suave palmada en el hombro de Bennett y su mirada tan neutral que parecía asustar al menor contradecia mucho sus buenas intenciones.

― ¡Uyy! ―se estremeció el pelimorado regresando su vista al frente al momento de erizarse. Como si eso lo hubiera asustado.

Ben frunció el entrecejo.

— Calmate, Bonnie. No iba a reclamarte nada. —se quejó el peli-cian. Poniendo una mano sobre la cabeza del pelimorado, volviendo a asustarlo.

— Si, si... —ahora Bennett sentía el ambiente incómodo, pero no del malo.

― Agh por la mie--..

― ¡Está bien, está bien! ¡Si capté el mensaje! No me asusto, abrazaba al perro. ―le regresó a mirar el pelimorado dejando de abrazar a la cachorra.

— Como sea. Cállate, me agradas más si mantienes la boca cerrada.

Pasaron unos momentos. Ambos estaban sentados a pocos centímetros del otro. La cachorra dormía plácidamente en ese huequecillo que quedaba en medio de los dos. La mano calentita de Bennett pasaba lenta y cariñosamente por encima de la pequeña cachorra hecha ovillo, ordenando sus pelitos y acariciando su cabecita.

A Bennett le era tan relajante hacer eso que no importaba si estaba muy molesto, triste, alegre o lo que sea, tener a una compañía como un animalito y encima con Ben al lado resultaba ser regocijante. Miró a un lado, ahí estaba él, el de orbes esmeralda lucía algo cansado y verdaderamente, como siempre, aunque estuviera fatigada se seguía viendo guapo, aun con esa mirada de aburrimiento y agotamiento junto al entrecejo fruncido, su rostro no se veía mal. Formó una sonrisa ladina mientras desviava la vista hacía la televisión, su mirada no se alimentaba con las imágenes en movimiento transmitidos en la pantalla, pero quizá la información subliminal quede en su cabeza, claro, si es que había espacio en donde tenerla y que no moleste, porque solo tenía cabeza para el trabajo, sus perros y amigos, y otro gran espacio para Ben.

El perro se removió acurrucandose más en su posición, disfrutando del calor corporal de su dueño y el pelimorado. El de orbes carmín se detuvo un momento, para acomodar su pelo hacía un lado, mirando al pequeño cachorro con ternura, luego levantando la mirada, para llamar a Ben con la vista.

— Bon... ―musitó peinando el pelaje miel amarillento de la perra, utilizando la yema para pasar por el pequeño animal, tocando sus orejitas caídas con lentitud. Ya no recordaba como era sentir las orejitas pequeñas de sus perritos, aunque no eran iguales, le brindaba tanta ternura haciendo que sus mejillas se pintasen de un rojo tenue, además del poco calor que rodeaba su cuerpo.

— ¿Qué quieres? —fingió no interesarle, ya que la verdad estaba desde hace un buen rato observando las acciones y movimientos gesticulares que hacía.

— ¿Cómo se llama la pequeña? —pesteañeó— Porque le has puesto un nombre ¿cierto? —inquirió curioso. Algo en él le hacía pensar que Ben ni se ha molestado en ponerle un nombre, ya le conocía, no iba a extrañarle que la respuesta fuera un "no tiene nombre" o una simple negación. Sonrió.

— Ah... no. No le he puesto un nombre.

Bennett sintió un cosquilleo. Se sentía bien acertar en la mayoría de cosas que pensaba acerca del de hebras celestinas.

— ¿Y por qué no le pones un nombre? Debieras de llamarla por algún nombre que ella pueda considerar suyo.

— ¿Para qué?

— Ah... pues... —Bennett ladeó la cabeza— para que tenga un nombre obviamente. Tampoco puedes estarle llamando "la cosa esa" a cada rato. —dijo con una sonrisa— la pequeña es muy linda, necesita un nombre tan lindo como ella. Si es una chica de raza... Mm.. —miró al perro—. Retriever... un... Labrador si... no sé mucho de razas caninas. Aun es muy pequeña, así que no sé. Le vendría bien un nombre simple, creo.

— No necesita un nombre, así está bien. —dijo el moreno indiferente pegando su atención a la tele—. Y más le vale no crecer más que ya así me causa problemas grandes.

— Va a crecer de todos modos haha —rió em pelimorado. Ya no le daría más vueltas a un asunto tan corto que empezó por una simple preguntita.— tengo hambre.

— ¿Y qué quieres que le haga?

Tan amable era su Ben.

🌻

Ben se encontraba sentado a un costado de su cama, con la cachorra en las manos. Le elevaba hasta la altura de su rostro, mirándola a la vez que esta sacaba su lengua respirando extrovertida. El moreno divisaba de un lado a otro, observando entre ese limpio color de pelaje miel como movía su colita complementando la alegría que tenía.

Los constantes ruiditos en la cocina provocados por el guitarrista que trataba de buscar que hacer para comer estaban desconcentrandole de lo que intentaba hacer; que era nada más y nada menos que pensar en qué nombre podía ponerle a la perrita. Uno acorde a como él guste de llamarla, pero que no escuche mal al nombrar al can.

— Mmm... tienes cara de Isabella —le miró, le recordaba a una tía suya, que hasta ahora había sido la única familia que le importaba. Pero ya casi ni la veía.

La cachorra tenía unos oscuros ojos grandes y brillantes, que la hacían parecer a veces un peluche a simple vista. Unas pestañas largas que se mezclaban con su pelaje a los lados y en total un rostro bastante agradable. El animal era bonito, y lo admitía pero de ahí a cuidarlo y ponerle nombre era otra cosa. Aun ni entendía porqué tenía a ese perro aquí si a él no le gustaban mucho los sucios animales callejeros.

— ¡Bon! ¿dónde está la sal? —preguntó desde la cocina, doblando un poco su espalda hasta atrás para lograr mirar hasta la puerta de la habitación del mencionado.

— Por ahí debe estar.

— Uhm... —regresó a lo que hacía, rodando los ojos. A veces Ben era muy extraño y molesto, pero le gustaba.

Al igual que el pelimorado, Ben fijó su vista hasta la cachorra, que ladeaba su cabeza haciendo un sonidito ligero de indagación. Pegó sus cuatro patas a su tronco y empezó a rugir seguido de corto y nada desagradables ladridos; tenía hambre.

Pero el de ojos verdes tardó unos veinte minutos más en entender esa señal.

— Ow ¿tienes más hambre? ¿quieres sopa sin caldo? —ofreció el oji-rojizo a la canina con una sonrisa mientras acababa de terminar su plato con una simple sopa con papas cortadas en cuadritos.

— ¿Cómo es eso de sopa sin caldo? —levantó una ceja su compañía, mientras dejaba la cuchara con sopa a medio camino antes de llegar a su boca.— por cierto, no está tan mal, esta bastante rico. Gracias por tomarte la molestia de preparar algo. No tengo ganas de hacer nada por ahora... —suspiró cansado, por fin llevando la cuchara de plata con una sopa bien condimentada hasta su boca, absorbió el líquido y se relamió los labios.

— Esta bien, gracias... —giró la mirada hacia el cachorro, que rasguñaba con sus patitas su pantalón pidiendo algo de atención y alimento. Suspiró mordiendo su labio; el atender al perro y a la vez prestar una discreta atención a Ben eran cosas algo complicadas si se mezclaban—. Ya... ya vengo.

El de hebras celestes le miró, con una sonrisa le vio irse hasta la cocina para darle de comer al perro. Algo se revolvió en su estómago, y no era prescisamente la sopa que estaban tan rica, que tenía un sabor como a esos que hacía su mamá cuando era un niño, de esas que aunque fuera solo agua caliente, sal y aceite estaba rica de todos modos. No le estaba elogiando, pero al menos tenía en cuanta lo milagrosas que eran las sopas y comidas a veces.

Volvió a sentir recorrer un frío por toda la columna vertebral, cuando el aparecido pelimorado le sonrió volviendo a sentarse, y quedándose viendo hacia su sitio con algo de inquietud.

— ¿Qué?

— ¿Pasa algo, Bon? —pestañeó. Llevó la cuchara hasta su boca y comió tranquilo. En plato empezó a jugar con la sopa, mientras apoyaba su barbilla en el dorso de su mano— ¿aún te duele la cabeza? ¿te... sientes mal?

— No.

Así le gustaba, que esa mirada cansada pasase a ser una fría y penetrante, como eran esas miradas amenzantes de Ben. Le era extraño ver los ojos del peli-turquesa sin mostrar esa superioridad, y le hacía pensar que era parte de sus ocurrencias tontas como siempre.

Ahora es cuando empezaba a sentirse tranquilo, porque al parecer su Ben estaba mucho mejor que hace un rato.

Más tarde...

Se encontraban Bennett jugando con la cachorra, sentado en la alfombra mientras esta se paseaba por encima de él como si fuera el mismo piso. Le mordía leve los ropajes y jugueteaba con su cabello, de vez en cuando se metía en medio de su chaqueta abierta hasta pasar debajo de su polera y llegar a su cuello. Era bastante divertido jugar con un animalito tan mono como ella. No entendía porqué a Ben no le gustaba si era lo mejor del mundo.

— Bon, mira, se está parando con sus dos patitas —diría animado el de orbes rojos, como si se tratase de una madre viendo los pasos de su primogénito—. Me acuerdo cuando Alan y Matthieu eran unos cachorritos y siempres se ponían a levantarse de sus patas traseras. —rió.

— Oh si, que bien. —el moreno ni prestó atención, se encontraba con el móvil en mano mientras estaba desparramado en el sillón, como un holgazan.

— Uhss... linda, ve a molestar a tu dueño. —le dijo al perro empujandole para que corra hasta dónde estaba cómodo Ben. De ves en cuando fastidiar al oji-verdoso esa divertido.

— ¡Wahhhff! ¡wahhff! —el can saltó encima del moreno tirando el móvil en el sofá mientras que le pisaba el torso dando saltitos.

— ¿Y ahora qué?

— No sé, creo que me aburrí. —le Sonrió Bennett— deja que ella juegue contigo, está ansiosa haha.

― No quiero que el perro esté cerca mío.

― Ah... ¿por qué?

― ¿Qué te importa?

― Oh... ―Bennett fingió estar molesto. Con una sonrisa oculta bajo la manga de su chaqueta mira a Ben levantar una ceja indagando en sus gestos. La perrita salta sobre el rostro del moreno, haciendo que de pronto soltase una risa.

― No te rías.

― No eres mi papá para decirme eso. ―reía enseñando su lengua amistosamente, a su vista el cachorro daba vueltitas en círculos sobre el rostro ladeado de Ben, que trataba de quitarsela de encina solo logrando que la perrita mordiera algunos de sus mechones de cabello en un acto de inercia.

― Yaaa~ déjame, ve con Bonnie. ―se quejaba tras las lamiditas y mordiscos del can sobre y cerca de su rostro. Que asco le daba, y Bennett no hacía más que sentarse cómodo de piernas cruzadas sobre la alfombra― dile algo, maldición. Ayúdame, quítame al perro de encina de la cara.

― ¿Y eso no lo puedes hacer tú? ―inquirió el oji-rojizo.

― ¿Qué crees que intentó hacer? Por supuesto que trato de sacarla de encima, pero me está agarrando el pelo con los dientes y hasta las patas las tiene al lado, como me rasguñe ya va a ver. ―reclamaba a  regañadientes.― ayúdame, Bonnie.

A pesar de que sus quejidos no eran para nada en buena onda, la voz del mayor sonaba bastante divertida, con un tono agudo por las quejas y ese tono grave tan característico de él al acabar con una frase.

El pelimorado sonreía divertido, echándose para atrás siendo sostenido por sus brazos y palmas de sus manos apoyadas en la suavesita alfombra. Miraba a Ben, y luego levantó ambas cejas pensando un poco.

― ¿Qué me darás a cambio si te ayudo?

Minutos después la cachorra dormía plácida sobre su camita -que tan solo era una almohada con una mantita encima-. Bennett se aseguraba de que estuviese bien  relajada para que después no le siga cuando salga de la habitación.

Al ir a la sala donde se encuentra Ben, este le mira y al percatarse de su mirada botó todo el aire para volver a retomarlo.

― ¿Qué me miras así?

― Creo que ya no va a molestar. ―sonrió el menor.

― ¿Le pegaste?

― ¡¿Qué?! ¿cómo le voy a pegar? Obvio que no. Tan solo la llevé a dormir.

― Como si fuera una niña.

― Ahm... si.

― Ven ―extendió sus brazos desde el sofá donde estaba sentado.

― ¿Qué?

― ¿No querías un abrazo?

El rostro del menor se iluminada de sopresa, y sus ojos irradiaban una emoción repentina. Se acercó despacio hasta donde estaba él -quien le miraba con una sonrisa ladina, y una ceja gacha- para lanzarse luego a abrazarlo. Que bien se sentía.

Ben sólo rodó los ojos como si esto ya fuera común, el que Bennett le abrazase tan fuerte estrechandole entre sus delgados brazos, como si fuera algo muy importante que quería retener.

Sonrió abarcando al menor, rodeandole con sus brazos como Bennett le rodeaba a él.

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Hola :3 ¿qué tal?

Este capítulo va más por la liana de lo relajado. Me demoré un poquitín en subirlo porque tenía que arreglar algunas cosas. Iba a estar listo antes del 28 de mayo que se cumplía un mes. Pero bueno... tarde o temprano igual lo iba a subir.

Y así como he dicho, este capítulo va a marcar un salto de tiempo en la historia. No tan prolongado, pero tampoco tan reducido.

Si necesitan saber algo o no entienden unas cositas pueden comentar y yo responderé uwu.

Quizá el que ambos personajes en el desarrollo de la historia a veces concuerden muy bien, les llegue a confundir por el choque de sus personalidades. Pero no olviden que aun falta conocer más sobre que es lo que pasa por sus mentes, el porqué de las cosas y el cariño que se vayan teniendo. Sin contar que lo que hace difícil su relación es el hecho de que son hombres y obviamente por esto no es fácil.

Trato de hacer que su desarrollo sea lo más realista posible, porque no es como que por ser cercanos haya amor o algo parecido. Los amigos hombres no son algo en plan que si uno te abraza es porque es gay y quiero contigo xdxd. Un hombre no se vuelve "homosexual" de la noche a la mañana, al igual que con las mujeres.

Es una aclaración -que tal ves mucho ya sepan y entiendan perfectamente uwu- porque a partir de ahora me centraré también en la gran cercanía que Bennett empiece a tener con Ben.

Bueno, en conclusión a mi el capítulo no me convenció mucho; pero si me pareció bastante calmado y liviano. Me gustó.

Espero que les haya gustado el capítulo, que, aunque fue largo a la vez parecía que no. Tuvo poco contenido, pero lo poco que se vio fue... bueno (?.

Y como me gusta ver el mundo arder conmigo adentro (?) Dejaré un spoiler chiquito >:3

Spoiler chido: el próximo cap tratará sobre cierta mujer y las cosas que pasan a su alrededor. Veremos además que tan bueno puede llegar a ser Ben con su coleguita pelimorado y algunos de las razones que abarcan en la cabeza de Bon para ser como es y el porqué.

Aunque prácticamente es como un resumen de lo que voy a poner en el próximo capítulo.

Ahora si, no quito más tiempo uwuwuwu.

Pd: si hay errores ortográficos o cualquier cosita fuera de lugar perdonen uwu.

Bye~ :3

_NiaKu.

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