𝐂𝐢𝐧𝐜𝐨: 𝐒𝐞𝐨𝐤𝐉𝐢𝐧

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Francia...

La tierra del amor.

JungKook sonrió ante aquella absurda afirmación.

Estaba contento porque la reunión con los inversionistas había sido un éxito.

JiMin le había dicho que confiaba ciegamente en sus capacidades para conseguirlo. Le alegraba que su hermano valorara su intelecto.

Y es que era genial estar de vuelta.

JungKook había sido criado para ser un hombre de negocios, el día que sus padres fallecieron, JiMin se hizo cargo del Imperio Jeon, y cuando el Omega cumplió la mayoría de edad, tuvo la dosis justa de trabajo esperándolo.

Había sido feliz sintiéndose capacitado para apoyar a su hermano en la dirección de la empresa.

Pero claro, al haberse casado tan joven, HoSeok quiso apoderarse de su parte en las acciones de la empresa que por derecho era suya tanto como de JiMin.

Pero bendito sea su hermano, nunca permitió que HoSeok lo despojara de sus pertenencias. De no haber sido así, ahora sería Jung quien estuviera al lado de JiMin dirigiendo la empresa.

Tembló levemente ante el horrible pensamiento.

¿Cómo es que se había dejado pisotear así?

Pero no más, ningún alfa idiota volvería a menospreciarlo.

Un Daiquiri, por favor.

La columna del Omega se estremeció al escuchar esa voz.

No fue ruda ni grave, más bien, fue suave y masculina.

Discretamente su mirada se dirigió hacia aquel hombre.

Un alfa...

Alto, cabello negro y lacio, zapatos relucientes y enfundado en un traje hecho a medida, su piel parecía nivea y clara.

Cuando alzó la mirada se topó con un par de orbes tan azules como el cielo, que lo miraban fijamente.

JungKook se quedó hipnotizado, jamás había conocido un alfa al que pudiera llamar hermoso, pero ese hombre que le devolvía la mirada, era más que hermoso, parecía angelical, un ser inalcanzable.

Puedes tomar una foto si quieres. -Dijo el extraño de repente. Bebió de su vaso con elegancia.

Jeon salió de su aturdimiento. Siguió mirando al hombre con incredulidad, ¿acaso le regresó la broma que hace unos días le hizo a su hermano? Era insólito.

Ah... Eh... -Cerró la boca porque parecía un idiota balbuceando.

Ya conozco las vocales, gracias. -Siguió el alfa con tono burlesco.

JungKook se sonrojó. ¿Cómo se atrevía ese tipo?

Oye, ¿puedes hablar, verdad? -Consultó el de ojos zafiro con una media sonrisa malvada.

El Omega sentía que su cara ardía en vergüenza y furia.

El hecho que pueda hablar no quiere decir que deba hacerlo contigo. -Contestó a la defensiva.

¿No quieres hacerlo conmigo? -Susurró el hombre al que le brillaban los ojos con diversión.

JungKook abrió la boca mientras se paralizaba unos segundos. ¿Qué había dicho?

Dos Cosmopolitan, este chico necesita ambientarse. -Pidió el alfa oscuro al barman con una sonrisa sugestiva.

Jeon no sabía si golpearlo o besarlo.

Es que esa boca sensual, que solo decía estupideces, se veía apetitosa, con esos labios carnosos y rosados.

Pronto, tenía un vaso de Cosmopolitan frente a él.

Salud. -El alfa inclinó su vaso hacia el Omega esperando el ansiado choque.

Sin poder resistirse, el suave sonido de sus vasos chocando les indicó una breve tregua, mientras disfrutaban la bebida.

Alfa y Omega se miraban con interés, JungKook no sabía por qué ese hombre se le hacía tan llamativo, estaba acostumbrado a que muchos se acercaran a él con claras intensiones, pero ese tipo, con un rostro de ensueño y un cabello brillante, no había hecho ningún movimiento. Era extraño.

No eres de acá, ¿verdad? -Habló por fin el alfa.

No. -Respondió simplemente el Omega. Lo miraba por sobre su vaso mientras bebía.

Soy SeokJin. -Se presentó, sus penetrantes ojos azules mirándolo a la espera.

JungKook. -Dijo sin más.

SeokJin sonrió complacido. —Está bien, JungKook. Espero verte pronto.

Y así, sin una sola palabra adicional, el alfa dejó un par de grandes billetes como pago, para después marcharse.

El Omega se quedó mirando el lugar por donde se había ido aquel misterioso caballero. Con un extraño sentimiento de pena por no saber más de él.

SeokJin... Su nombre era bonito, pero más bonitos eran sus ojos, un tono que jamás podría olvidar.

Ojalá pudiera verte de nuevo... Pensó con anhelo.

Prontó negó, ¿qué locuras estaba pensando? Seguramente estaba siendo influenciado por su Omega.

Sí, eso debía ser.

No podía interesarle un alfa desconocido. Nunca.

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