Chapter 14 | Y no estaban en verano.

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Yoongi mantenía sus castaños ojos sobre las hojas de los formularios que se había encargado de recoger, notando uno en particular cuando sus pasos se acercaban lentamente al escritorio del joven tutor. En la cabeza de la hoja se reflejaba el nombre "Park Jimin", debajo sostenía la carrera que deseaba en el futuro: "Sin decidir", se leía en una elegante y clara letra enfundadas en tinta negra. Apretó sus labios sin saber por qué, entregándole el recado al adulto y volviendo a su asiento a tomar su mochila, siendo el único estudiante en el salón después que el resto abandonara la escuela al tocar la campana que daba por terminada la jornada del día.

Fue interceptado por la voz del tutor y volteó con un semblante dudoso cuando este le hizo señas para que se acercase.

—Min, quería hablar con usted de algo que me preocupa. —El estudiante asintió y tomó asiento cerca del escritorio—. Me preocupa su compañero Park Jimin.

—¿Qué sucede con él? —Se removió y prestó atención.

—Estoy preocupado por él, ya que no ha mostrado avance en sus expectativas de su futuro y como verá, es su último año en la escuela —informó y Yoongi supo de qué hablaba, el "sin decidir" vino a su cabeza como un recordatorio preocupante—. Pensaba que, como delegado, ¿podrías intentar guiarlo? Hablar un poco con él sobre eso.

Yoongi se quedó en silencio, realmente no se le daba bien las charlas o consejos, siempre fue relativamente reservado con una pizca de retraído pero nada severo para que lo excluya de la sociedad e impida hacer amigos. Además que no fue su voluntad lo que lo llevó a ser delegado, simplemente una elección colectiva que le dio esa posición en la clase y la idea de mantener una charla con alguien como Jimin no le hacía mucha gracia.

—Te lo encargo. —Sonrió el adulto y Yoongi volvió en sí.

—S-sí —susurró.

Caminó hasta la entrada del colegio, donde las filas de casilleros lo esperaban y fue hasta el suyo, de donde abrió y sacó sus zapatillas para salir. Los rayos cálidos entraban por los ventanales, dándole un clima de tonos naranjas al lugar y cuando tiró sus zapatillas al suelo para vestirlas, vio una figura –que era bordada por la luz– que lo observaba al final de los casilleros. Yoongi se quedó estático por unos segundos y luego se enderezó para saludar.

—Hola… —saludó una dulce voz acercándose lentamente con timidez dejando sin palabras a Yoongi que esperaba el próximo movimiento del muchacho de ojos celestes—. ¿Podría hablar contigo por favor? Pro- prometo no robarle mucho tiempo. ¡Solo si no es molestia! —soltó por último escondiendo su rostro al bajar la cabeza y el contrario no supo cómo reaccionar.

—Claro, ¿qué necesita, Park? —Cuando el mencionado se acercó dos pasos más, Yoongi pudo verlo con claridad. Un rostro suave y algo aniñado con regordetas mejillas teñidas de un ligero melocotón; labios pomposos de un tono cereza y bonitas pestañas.

—Umh… Es sobre la última actividad que hicimos —murmuró escondiendo sus pequeñas manos detrás de su cuerpo e intentando mantener una postura firme, dejando que sus elegantes mechones cayeran sobre su frente.

—Oh, justamente quería hablar de eso —se atrevió a decir Yoongi, colocándose las zapatillas y guardando las que estuvo usando dentro de la escuela. Cerró su casillero y con un gesto incentivo a Jimin a caminar junto a él. Tan pronto salieron, el atardecer chocó contra su pálido rostro en una caricia veraniega y ese momento, donde la calma y la calidez persistían, fueron suficiente para darle un abrazo a su corazón—. ¿Aún no tiene decidida la carrera que seguirá? —preguntó al chico a su lado, quien observaba con fascinación los árboles en la colina y no hacía un alboroto al caminar, con su uniforme de verano dándole un aura más ligero. El chico con expresión serena se volteó a verlo cuando sonó su voz.

—No lo decidí aún, tampoco descubrí una carrera que llamara por completo mi atención —comentó con su frente en alto y mirada al frente, había preocupación en sus facciones y Yoongi lo comprendía, claro que lo hacía.

—Yo tampoco decidí qué quiero estudiar.

—¿Qué? —Se volteó sorprendido Jimin, su silueta trazada por el crepúsculo y las sombras de su rostro resaltadas por la posición a contraluz. Yoongi creyó que la reacción se debía a su título como delegado, alguien que debía guiar, alguien completo y él… No era alguien que se consideraba completo o apto para guiar. Observó a su compañero con su uniforme de colores cafés combinándose con la tez medianamente morena a comparación de él y su piel pálida, que usualmente se quemaba bajo la exposición directa del sol. Aunque las interacciones entre ellos eran reducidas y hasta se atrevería a decir que podía contarlas con sus dedos, no negaría la belleza atrayente que poseía el chico y por ello no era raro pasar por el patio del colegio en primavera y ver a algunas señoritas confesar su eterno amor al muchacho.

—Sí… —murmuró torpemente al recaer que practicamente analizó la apariencia de Jimin y esperaba que este no se hubiera dado cuenta o realmente no podría lidiar con la vergüenza.

—¿Qué sucede? —preguntó ingenuamente tomando las correas de su mochila.

—Solo… Aún tenemos tiempo para decir, ¿no? No te apresures y ve a tu ritmo, piénsalo con calma que aún tienes tiempo.

[•••]

—Yoongi. —Su cuerpo tembló ante el llamado emitido por la neutral voz, volteando con cierto vacilo y miedo hacia la figura en la ventana del club. El paisaje del otro lado era un vasto desierto blanco y los copos de nieve se acentuaron al acercarse el crepúsculo, solo que no hacía mucha diferencia dentro de la oscura habitación—. ¿Sucede algo?

"¿Por qué de pronto recordé eso?", se preguntó tocándose la frente con dolor y llena de dudas.

—No, no sucede nada —contestó tratando de sonar imperturbable y metió sus manos dentro de su abrigo, esperando a los demás miembros del Club Tradicional. Se estaban tardando.

—Parecías perdido —confesó Jimin sin apartar su árida mirada del pueblo enterrado. El invierno podía ser devastador cuando se lo proponía.

—¿Ah, si? —Un escalofrío cosquilleó sobre su columna, recordando al anterior Jimin de colores cálidos en aquella tarde de verano. "Aún tienes tiempo", esa frase se repitió igual de hostigador que el "Yoongi, oigo voces" y su corazón martilleó al son de la culpa. ¿Por qué sentía que esa frase había sido tan incorrecta? De seguro sonaría egoísta decir que, esperaba que Jimin volviera a casa para que sus palabras no se deformen a un tétrico escenario y para no sentir ese peso sobre sus hombros el resto de su vida. De nuevo, de nuevo pensaba en él y su propio bienestar mental… Era un desgraciado en pocas palabras. Sabía que era un desgraciado, un descarado e insípido desgraciado moribundo con la insensatez llegándole hasta la médula.

—¿Estabas… Recordando? —interrogó bajito el castaño que se encogió al soltarlo. Yoongi se congeló.

De nuevo, las escenas del pasado se repitieron.

Abrió su boca pero fue cerrada de inmediato por el ruido de la puerta y vio a una chica de lentes entrar con tranquilidad. La presidente del club, tan áspera como siempre y ganándose la gratitud de Yoongi al ser un salvavidas en el momento justo. Pudo ver como Jimin volvía a perderse en el paisaje, de nuevo logrando escapar.

—Buenas tardes —saludó la muchacha con su uniforme con falda café y medias opacas; había dejado su bufanda en la mesa junto a su mochila y acomodó su cabello—. ¿Te comió la lengua el gato?

—Lo- lo siento. Buenas tardes, Misuk —saludó y la chica observó los alrededores mientras se sentaba en la mesa del salón—. Aún no llegaron los demás.

—No me sorprende. —Yoongi infló una de sus mejillas con aburrimiento y observó de reojo a Jimin, quien se había sentado en el marco de la ventana y terminó dormido—. ¿La reunión de delegados fue tediosa? —preguntó sacando un libro de Agatha Christie.

—Algo así. Solo nos informaron que el Festival Invernal se pospondrá y las clases se cancelarán mañana —susurró estresado por el futuro evento y sintiendo amarga la palabra "festival" en su boca, le retorcía el estómago pensar que fue el detonante para su insomnio.

—Ya veo —dijo con la vista metida entre las páginas del libro—. Pero intuyo que eso no es lo que te molesta, ¿me equivoco?

Yoongi se mantuvo en silencio, con sus brazos cruzados sobre la mesa y su rostro enterrado entre ellos. Sacudió su cabellera.

—¿Crees que sea egoísta? —Misuk posó sus oscuros ojos sobre él por primera vez desde que ingresó al espacio. Sus anteojos rojos, que perfilaban su esbelto rostro, se dejaron caer sobre su nariz al escucharlo. Ambos se conocían desde primer año y ella era una chica bastante sosegada, seria y a veces fría y que aunque no lo admita, también era alguien amable y con un oído para escucharlo.

—¿Por qué la pregunta? —suspiró dejando su libro a un lado.

—Curiosidad. —La chica de cabellos largos y negruzcos no pareció conforme con su respuesta, pero no lo presionó y entró en un estado pensativo.

—No sé por qué de repente planteas si eres egoísta o no, pero es innegable que todos tenemos una parte egoísta en nosotros y eso no te hace mala persona. Es discutible si hablamos de la cantidad de egoísmo, pero… A mí parecer no eres una mala persona.

Los ojos de Yoongi se iluminaron, como una caricia de alivio en su pecho y volvió a esconderse entre sus brazos.

—Gracias, Misuk.

Cuando las actividades del club acabaron, todos se despidieron y tuvo que rechazar la oferta de Sangyoon de irse juntos. Necesitaba un momento a solas, así que se quedó un momento más en el lugar, observando sus zapatillas a la vez que sentía a Jimin en la silla a su lado… El silencio no era abrumador, era cómodo y era extraño sentirse así, sentirse en sintonía con alguien.

—Estaba recordando… Te estaba recordando a ti —soltó de repente con el calor acumulándose en su rostro, cabizbajo para no enfrentar los ojos del chico y lo suficientemente orgulloso para no mostrar lo nervioso que estaba. Aún así, sabía que Jimin lo oía atentamente—. Recuerdo que hablamos pocas veces, puedo contarlo con los dedos de mis manos y algunas ni siquiera podrían considerarse una charla, sino más bien un intercambio de palabras o información... Solo que, no importa si hablamos por un segundo, pude conocer una pequeña porción del anterior Jimin y no puedo simplemente ignorar esta situación. Me mentía a mí mismo diciéndome que éramos desconocidos para escapar de todo esto, para no verme involucrado en el caos y yo… Simplemente no puedo, no puedo seguir mintiendo de esa forma. —Fue bajando el volúmen hasta ser un tenso hilo a punto de quebrarse—. No puedo fingir que eres un desconocido para mí cuando sé que tu nombre es Park Jimin, que aún no has decidido tu futuro y que los paisajes te emocionan.

Llevó su dedo pulgar a su lagrimal para darle una leve presión y detener la gota a punto de desbordarse. Lo había dicho, sus miedos, su confesión y su egoísmo. Temía en la respuesta que obtendría y solo cerró sus párpados esperando alguna reacción… Solo sintió un peso en su hombro y un silencio acogedor, ¿era normal sentirse tan bien por algo tan mínimo? Exponer sus sentimientos que fueron recibidos por esa apaciguante calma podría volverse una de sus cosas favoritas.

—Aunque no recuerde nada de mí, ni de ti… Gracias. No tengo recuerdos de ti pero sé que eres una buena persona. Gracias por seguir aquí… Conmigo —declaró y se quedaron en esa posición sin intenciones de separarse en ese vacío salón donde solo ellos dos existían.

Yoongi sonrió levemente con timidez.

Luego de unos minutos, observó sus zapatillas viejas y la nostalgia se aferró a su pecho, al instante el sentimiento fue reemplazado por adrenalina al notar algo que todo este tiempo estuvo delante de sus ojos. Al parecer Jimin notó el cambio abrupto y se separó con confusión de su cuerpo.

—¿Qué suce-

—Las zapatillas.

—No entiendo- ¡Yoongi! —gritó Jimin cuando Yoongi de pronto salió corriendo del salón. El pálido no se detuvo, tuvo una iluminación y su mente al fin dejó la pereza y comenzó a trabajar. La sangre recorría sus venas con fiereza y todas las piezas que su memoria había guardado comenzaron a revelarse. El chirrido de sus zapatillas contra el suelo hizo eco en la entrada de la escuela donde estaban todos los casilleros y no le tomó mucho tiempo encaminarse a uno en específico.

"Estaba cinco casilleros del tuyo. Cinco… Cinco".

Park Jimin se leía en la etiqueta en la compuerta, como un tabú, un secreto bien guardado y la abrió con cuidado, con el pulso tembloroso y los nervios vibrando por todo su cuerpo. Entonces vio el interior…

En el interior habitaban unas botas de nieve...

Y no estaban en verano.


















©mysverse

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