『Chapter 38.2: J』

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Es una trampa disfrazada de sonrisas

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La fosa de las Marianas: es, hasta el día de hoy, la parte más profunda conocida de los océanos del mundo.

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↑↑ ¿Sabías que se ha encontrado basura en esa fosa? Hasta donde ha llegado el desastre de nuestra especie :)

(*・∞・)ノ。Capítulo dedicado a: Arianah2207, -idontgiveashit, PENPAINAPOLAPOLPEN, Alexiagr183Alex

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Jimin caminó a un lado de Jungkook, su cabeza gacha mostraba su sumisión y cohición, sus manos temblaban y por un momento quiso huir y pensar en él, pero no sabía los resultados que traería esas decisiones, sus labios se apretaron entre sí y jugó con su oreja nuevamente, un viejo hábito que tenía al estar nervioso. Tocó con su dedo el aro con el dije de un Rubí ficticio.

«¿Cuándo llegaremos?» no paraba de hacerse esa pregunta cada vez que dejaban una calle atrás, ¿por qué no fueron en auto? Jungkook tenía el suficiente dinero para eso.

Tragó saliva, las personas alrededor miraban maravillados a Jungkook al ver el emblema de los Jeon en su traje.

Cerró sus ojos para tranquilizarse y poder respirar con moderación, así no llegaría a ningúna parte si no actuaba calmado y con la mente despejada, el ritmo de su corazón era acelerado y la ansiedad que recorría su sangre era descomunal, varias preguntas llegaron a su cabeza, planteándose reiteradas veces su plan de huída o excusa si lo descubrían, ¿cómo serán los Jeon?

De repente Jungkook habló en el silencio— Primera regla, no hables si no es necesario —Levantó su mano mostrando su dedo índice, iniciando un conteo sin mirarlo y siguiendo con su camino ante la atenta mirada de Jimin—, segundo, no te rías —Sus ojos oscuros atemorizaron al rubio—, tercero, no les hagas tantas preguntas y menos si son muy personales —Elevó un cuarto dedo—, cuarto, no mires directamente a mi padre a los ojos —El ceño de Jeon se frunció en una mueca de molestia, una que Jimin no entendió, pero estaba seguro de algo; no era por él—, y quinto; ni se te ocurra recorrer la mansión o levantarte de la mesa, obedece todo lo que digan y estará todo bien...

Su voz gélida salió, Jimin dejó caer sus  párpados y asintió, memorizando cada regla para no dar un paso en falso y arrepentirse luego, no se sentía bien, estaba lejos de casa y no conocía a nadie que no fuera Jungkook, aunque Jeon tampoco le aspiraba demasiada confianza de todos modos. Miró sus costados notando que ya no hay gente a su alrededor y al contrario, casas lujosas se hicieron presentes, era un barrio de gente de clase alta y él no encajaba allí.

A lo alto se detuvieron, el cielo oscuro era tapado por una gran estructura, una descomunal mansión con un gran patio, una reja refinada los detuvo, sus ojos viajaron por todo el lugar, viendo a dos guardias a los costados que abrieron la reja al identificar a Jungkook. Un sendero de piedras lisas los conducía hacia la entrada principal de la mansión, a los costados había arbustos cortados y bien cuidados, junto a un césped sin basura y pulcro, mientras que la gran puerta de roble de más de dos metros estaba frente a ellos, la “J” estaba tallada en ellas con su caligrafía elegante. El timbre fue tocado y a los segundos una mujer apareció con trapos de colores negros y blancos cubriendo su cuerpo, con la cabeza gacha y haciendo reverencia delante de Jungkook.

—Buenas noches joven amo, lo estábamos esperando, su madre lo espera en la sala, la comida está a punto de ser servida, su padre llegará pronto —informó la muchacha calmada y sin expresión alguna, Jungkook avanzó pasando de ella con un asentimiento de cabeza, la muchacha le echó un vistazo a Jimin quien se inclinó para saludar a la mujer que se sorprendió por su acción, al fin mostrando alguna emoción en su rostro, fue sorprenderte que después de tanto tiempo alguien en esa casa hiciera una reverencia para ella.

El rubio siguió a Jungkook, la peluca rubia con ondas era incómoda pero no podía sacarsela aunque quisiera. Tragó saliva cuando avanzaron por un pasillo donde algunos cuadros con fotos de los Jeon estaban presentes, en cada una de ellas estaba la familia... Lo sorprendente fue que a medida que el tiempo pasaban en ellas, la sonrisa de Jungkook se desvanecía hasta finalmente desaparecer en la más reciente. Las fotos no las pudo ver con detalle, apenas logró ver a Jihyun y Jungkook que eran casi iguales...

Unos sirvientes aparecieron a los lados de una puerta, abriéndola cuando vieron al menor de la casa aparecer y dejar a su vista el interior de un comedor extenso con una mesa rectangular con un mantel rojo opaco junto a varias decoraciones. Un escalofrío hizo cosquillas en su espina dorsal cuando sus ojos recorrieron el lugar, los colores eran fríos y apagados, al parecer los Jeon tenían una preferencia por el rojo ya que estaba presente en todos lados.

—No está... —escuchó el susurro de Jungkook que captó su atención, ambos se adentraron al comedor.

—Buenas noches joven amo, siéntese aquí, los lugares fueron reservados —Apareció un chico de rasgos delicados que en la etiqueta en su chaqueta residía el nombre “Minhyuk”, el muchacho los guió a sus asientos, uno a un lado de otro, habían otras sillas vacías, los platos estaban allí pero sin contenido, Jungkook lo miró de reojo, aunque parecía igual de nervioso que él...

Pero sus cuerpos se tensaron por completo al escuchar el rechinido de la puerta y de ella se asomara una cabellera negra y larga junto a los sonidos de unos tacones que chocaban contra el duro piso. Una suave risa que resonó detrás de ellos les congeló la sangre, Jimin se levantó cuando Jungkook lo hizo, quedándose atónito con la mujer con curvas y un vestido rojo con algunas lentejuelas que hacían hincapié en sus marcadas curvas, sus labios, mejillas y la mayor parte de su rostro se parecían tanto a sus hijos, una sonrisa decoraba su cara arrugando un poco las esquinas de sus ojos. Se sorprendió por lo jóven que se veía y entonces dedujo que era quizás la hermana de Jungkook.

La mano sobre su espalda lo obligó a inclinarse y recién se dio cuenta que su acompañante estaba haciendo una reverencia.

—Buenas noches... Madre —¿¡Madre!? Jimin se sorprendió, no se espero aquello.

—B-buenas noches señora Jeon —Su voz tembló por lo asustado que estaba, teniendo miedo de levantar la mirada y toparse con esos ojos filosos nuevamente.

—Oh, tú debes ser Lee Youngmi —Una sonrisa apareció en su rostro y Jimin no pudo evitar fruncir su ceño pero al sentir el apretón en su espalda, lo entendió.

—Sí señora Jeon, soy yo —Su tono era más dulce y agudo para pasar desapercibido, irguiéndose en su posición cuando Jungkook lo hizo.

—Siéntense por favor —pidió la mujer que se sentó delante de ellos con delicadeza como si fuera una muñeca de porcelana ligera y fácil de romper, la sonrisa de labios sellados se mantenía en ella, sus ojos se estrechaban cuando miraba a Jimin, se le fue tan difícil leer sus acciones porque no había señales en sus movimientos corporales, casi como si estuviera al tanto del mundo del engaño y fuera una profesional en ello. Tragó saliva—. Soy Jeon Jeonghee, ¿cuántos años tienes preciosa? —Se cruzó de piernas en su asiento delante de ellos y sus dedos se entrelazaron esperando una respuesta.

—Tiene 16 años —respondió Jungkook sobre sus palabras, Jimin ocultó su sorpresa pero se tensó cuando Jeonghee le sonrió a su hijo de una forma aterradora.

—Le hablé a ella, Jungkookie —Hasta aterró a Jimin quien se removió en su lugar por lo natural que se escuchó su tono dulce aunque no fuera así, acomodó su falda y se sentó de nuevo—. Bueno, ¿cómo se conocieron, Youngmi? —Parecía tan tranquila, sabiendo que intimidaba al chico, consciente de que parecía superior, parecía que un juego de ajedrez se interpusiera en ellos, ambos oponentes tratando de predecir al otro, buscando la siguiente casilla vacía que podrían utilizar para su próximo movimiento y hacer jaque mate, tan persuasiva con una sonrisa victoriosa.

—Bueno, fue amor a primera vista —Sonrió Jimin sin su característico eyesmile, Jungkook asintió tomando de repente su mano sobre la mesa, sorprendiendo al rubio.

—Fue en un restaurante, ella estaba con sus amigas y se dio en el momento —Jungkook contó seguro pero dudando de si desviar la mirada o mantenerla, Jimin percibió como la manzana de Adán del contrario descendía y ascendía.

La tensión era notable pero cuando los labios rojizos de la mujer estaban por separarse para hablar, apareció el anterior sirviente que se acercó a Jeonghee para susurrarle algo en el oído y ésta abrió sus ojos sorprendida para luego sonreír y mirar de reojo al par de curiosos.

—Buenas noticias Jungkookie... Tu padre llegó —La sonrisa de la mujer se ensanchó cuando unos pesados pasos se extendieron alrededor de la sala, el cuerpo de Jimin quedó estático, temblando a medida que el sonido se acercaba, miró de reojo a Jungkook que parecía tenso pero su rostro mostraba relajación, imitó su inclinación aún sin ver el rostro del hombre, sólo viendo sus finos zapatos de marca y bien pulidas.

—Buenas noches —Profundo que calaba tu alma, gélido como un glaciar seco y un rugido gutural de una bestia que nacía de la oscuridad. Estuvo aterrado hasta sintió sus ojos mojarse, por primera vez una voz lo asustó tanto y apenas era el inicio, miró por casualidad sus manos y darse cuenta que no paraban de temblar.

—Buenas noches —dijeron al unísono los más jóvenes, sentándose de nuevo y Jimin se atrevió a levantar la vista para mirar al señor Jeon.

Y fue como estar en una pesadilla, una donde tu mente se rehúsa a despertarte y terminar aquella ilusión aterradora donde sientes que te ahogas y es inútil luchar, porque al fin de cuentas, te atrapan entre sus largas y filosas garras y tu muerte es inevitable. Así se sintió Jimin cuando retuvo su respiración al encontrarse con los ojos del señor Jeon, los mismos que los mellizos poseían, oscuros como las fosas marítimas de las Marianas y la niebla presente que abrumaban sus sentidos. Un par de pliegues decoraban su rostro de forma sutil sin perder su esencia juvenil, un par de canas casi imperceptibles decoraban la cabellera negra, labios finos y un aura de superioridad acompañaban la media sonrisa que llevaba y el traje azul marino le daba su toque. Se ahogó con su saliva al recordar la cuarta regla.

«No mires directamente los ojos de mi padre».

Desvió su mirada a sus manos, el aire era pesado y su respiración comenzó a fallarle, podía oír los latidos propios de su corazón tan cerca de sus oídos, quiso reír por lo tonto que era su reacción con un sólo un vistazo y como su cuerpo actuaba en contra de su voluntad.

El hombre se sentó en la punta de la mesa con su perfil recto y sin un ápice de duda, su mirada era dura al igual que sus facciones, la señora Jeon se levantó de su lugar para acercarse a su esposo.

—Hola cariño —Besó la mejilla del hombre quien rodeó con un brazo la cintura de su esposa.

—Hola amor, ¿los hice esperar mucho? —preguntó el hombre sonriendo levemente, sus voces en calma y armonía... Tan sigilosas como los silbidos del viento en un cementerio a medianoche.

—Claro que no —Sonrió.

En la cabeza de Jimin, esos dos individuos eran sombras gigantes con una sonrisa siniestra y ojos rojos, como demonios que miraban a su víctima.

—Tú debes ser la novia de la que tanto nos habló Jungkook —El hombre estrechó sus ojos con una burla parpable para luego mirar de reojo al menor de sus hijos que tembló bajo su mirada.

—S-sí, soy... Soy Lee Youngmi, un gusto señor Jeon —Trató de no mirar nuevamente sus ojos, antes cometió un error grave.

—Oh... Soy Jeon Seongji, que bueno que estés con mi hijo —Sus comisuras se elevaron sin mostrar su dentadura, había cruzado a otro nivel, el juego subió su dificultad a una completa de apuestas donde tenía que cuidar sus palabras.

«No puedo creer que la señora Jeon sólo fue una prueba de calentamiento para conocer al verdadero jefe del juego, já».

Sonrió en su interior, tan cansado y sólo pasó un par de minutos desde que piso esta mansión.

»—¿Y cómo te enamoraste de mi hijo? —Jimin rechistó en su mente, tenía que pensar rápido o sino se vería demasiado sospechoso, se giró para mirar con una dulce sonrisa a Jungkook, tomó de su fría mano.

—Bueno... Creo que fue lo atento que llegó a ser conmigo, que sea dulce... y perdón, no sabría qué decir, son tantas cosas que no tengo palabras para explicarlo —Jungkook apretó sus labios buscando alguna reacción de sus padres quienes sonrieron sastisfechos pero ninguno quitando su mirada de Jimin.

—¿Y cómo te va en la escuela? ¿Dónde  estudias? —Jeonghee preguntó apoyando sus codos en la mesa para observar mejor a la rubia.

—Bueno, tengo muy buenas calificaciones y no recuerdo muy bien el nombre del lugar del que estudio ya que no se me da bien la pronunciación en inglés —Explicó con elegancia, moviendo sus manos a ratos y mirando de vez en cuando a Jungkook que seguía en silencio en todo ese rato, quiso protestar y preguntarle por qué no hablaba, que no lo deje solo.

—Oh... ¿Tus padres te ayudan con tus estudios? —Ahora fue Seongji el que se atrevió a hacer una pregunta de índole personal.

Jimin apretó sus dientes en su interior al terminar de escuchar la oración, arrugando sus cejas y desprendiendo desconfianza de sus ojos.

«No les hagas tantas preguntas y menos si son muy personales», Jimin lo comprendió, las reglas influían solo en él, no podía preguntar pero ellos sí, sólo ellos ganaban aquí consiguiendo información a su favor, mientras que él estaba en terreno desconocido.

«Así que de eso se trata...» ladeó su boca en una sonrisa irónica, pero aunque quisiera, ni siquiera podía extraer información con sus movimientos y actitudes, mordió el interior de su mejilla.

—Claro y les agradezco eso —Una contestación corta como la pregunta, sin divagar más en el tema.

—¿Y tú, Jungkook? ¿Cómo te va en el colegio? —El muchacho a su lado tembló pero miró a su padre, más bien cualquier dirección que no fuera su rostro.

—Bueno... Entré de nuevo entre los 10 mejores promedios de mi año... —confesó y Jeonghee sonrió, una tan falsa.

—¿Cuál puesto?

Jungkook enmudeció y Jimin posó su pequeña mano en el muslo del contrario, le dio pena su situación, parecía tan manipulado, los hilos que prendían de él y los que controlaban todo eran esos dos.

—Sexto... —balbuceó con presunto miedo.

—Oh Jungkookie... El año anterior estabas en el tercero, ¿qué sucedió? —La mujer preguntó amable, ladeando su cabeza, sus ojos filosos posados en su hijo y aunque Jimin sabía que era su mente, juraba ver el carmín destellante en ellos.

—Bue-

—Con permiso y perdón por interrumpir, la comida ya está lista —Entró Minhyuk pero se acercó al señor Jeon para susurrarle algo, los más jóvenes temblaron al ver la gran sonrisa  en su rostro luego de que el muchacho se separe de él.

—Pon un quinto plato en la mesa —Jimin sintió el temblor en el cuerpo de Jungkook, ambos se sorprendieron, ¿un quinto plato? ¿Quién era el nuevo invitado?

—Sí señor Jeon —El sirviente desapareció en la puerta.

—¡En hora buena! —Seongji elevó sus manos con una sonrisa, elevando su voz y luego dirigiendo su vista a la puerta que se abrió.

—Oh padre, que gratificante bienvenida, es triste regresar sin poder contar algo interesante, el viaje ha sido cancelado...

Jimin estaba helado, miró a Jungkook que tenía peor expresión que él, su labio inferior temblaba y sus ojos estaban más abiertos de lo usual, su cuerpo no paraba de temblar y Park no supo cómo salirse de esa.

Esa voz...

—Bienvenido... Jihyun.
















































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Holaa, quiero agradecerles porque nuestra familia creció Uwu, somos 1.81K ❤❤🤧🤗, muchas gracias por apretar el botón de "seguir" y darle una oportunidad a mis historias ❤

Ahora...

¿Cómo les pareció el capítulo?

¿Qué opinan de los Jeon?

Niconitty©

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