❝Chapter 60: 여정: 고백 III❞

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Fuiste el frenesí de mi felicidad e ira

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♔; Bonancible: “Que es tranquilo, sereno y suave”.

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En el anterior capítulo de EL COME LIBROS...

Un extraño encuentro entre Yoongi y Hyeonwoo desata dudas acerca de su relación. Esa misma tarde, Hyeon se da cuenta la solitaria vida que lleva sin Jimin y en un arrebato, compra una vestimenta bastante ostentosa a su hijo.

Jimin y Jihyun tienen otra charla, y una propuesta es dicha; "¿qué te parece unirte a mí?". Bajo esa tensión, el grupo de amigos de Jimin arman un plan para interrogar a su siguiente sospechoso, Kim Namjoon.

El relato de Kim Namjoon cierra interrogantes y abre otras. La estatuilla, la nota y el robo de las llaves del club de arte toman forma tras la confesión del moreno. Quien a su vez, expone sus sentimientos hacia Seokjin y recibe una respuesta afable pero dolorosa.

Mientras que Namjoon se declaraba, por otro lado, Taehyung y Jungkook se encuentran y con ello, una pelea se desata. Y con cada puño desmedido, se descargaba el resentimiento e ira. Tras la pelea, terminan heridos y bajo atención médica. La profesora Im se debe hacer cargo de los estudiantes involucrados y actuando bajo esa responsabilidad, encuentra una bolsa de marihuana en la mochila del pelirrojo. Al ver esto, Jimin asume la acusación para salvarle el pellejo a Taehyung.

Capítulo 60: Viaje: Confesión III

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Capítulo dedicado a la mamá que me dio la vida, la más preciosa, a la más bonita a quien amo con todo mi corazón: susy1599 🐤

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Aviso muy importante al final del capítulo. Advertencia: capítulo ultra largo (+23k)

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×

Hyeon suspiró luego de un día cansino. El trabajo fue más pesado, tuvo sexo con el idiota para pasar el rato y luego fue a tomar unas botellas en un vago intento de llenar el vacío dejado por la ausencia de su hijo. Su estabilidad emocional dependía totalmente y exclusivamente de su pequeño. Sabía que no estaba bien, pero tampoco quería cambiar por ahora, solo quería quedarse un tiempo más así.

Llevaba las bolsas de compras en su mano izquierda mientras con la otra sostenía la correa de su bolso. Esperaba que el regalo le gustara a Jimin y si no lo hacía, se lo regalaría a alguien. Tal vez Yoongi… No, no, no creía que el muchacho usara ese tipo de ropa, parecía alguien mucho más reservado con su cuerpo. ¿Quizás el niño grosero? Aunque pensándolo bien, ni siquiera creía que le quedara el pantalón. Chanyeol era demasiado grande físicamente… Ese niño… Tenía varias dudas acerca de todo lo que escuchó de su boca pero se abstuvo a preguntar. Precisamente dudas con el estado actual de la familia Park.

—Como si no fuera suficiente —habló cuando entró a su casa —a medias por las renovaciones— y notó que el picaporte estaba levemente tibio. La última instalación sería un nuevo método de entrada: la cerradura eléctrica. Era más moderno y el resto de las casas del vecindario tenían una.

»—¡No tengo tiempo para esta mierda, ¿okey?! ¡Estoy cansada, preocupada y de muy, muy mal humor! So… La persona imbécil que se está escondiendo como una cobarde rata, vete ahora o te juro que… —Tiró sus cosas al suelo, lamió su labio inferior y crujió sus dedos con una sonrisa sádica—. I'll break every bone in your body, you filthy rat.

No hubo un solo movimiento y Hyeon sopló su mechón de cabello con sonora decepción.

»—Probablemente esté envejeciendo y estoy comenzando a imaginar cosas —justificó y tomó las cosas con tranquilidad, entrando a la casa con confianza.

En el otro ambiente, específicamente la sala de estar, había un hombre encapuchado que se escondió tan rápido la mujer había gritado. La vio caminar por la cocina y perderse por ahí, no se movió, demasiado cauteloso para hacer algo.

—Es mejor que me digas cómo entraste a mi casa y qué buscas —susurró una voz tan baja como oscura, rozando la amenaza implícita en su nuca y llevándolo al borde de un abismo con el tacto frío y muerto deslizándose por su espalda baja.

»—Or do you need me to speak to you in another language to get an answer? —continuó con una ligera risita—. A mozhet na russkom?

La luna en Seúl pasaba desapercibida por el manto de nubes y una joven adulta de apariencia frágil, enfermiza y —a la vez— bella observaba la calle a través de la ventana de su casa. A pesar de que le dijo a Hoseok que se iría con unas amigas, no fue capaz de pedirles el favor y terminó suspirando en el sillón de la casa. Se notaba la ausencia de su hermanito porque la televisión no estaba susurrando en la sala para no molestarla, las zapatillas no estaban esparcidas en la entrada junto a las incontables disculpas y unos "lo haré después" para no arreglarlo; sus cantos en la cocina o al limpiar, también el sonido ruidoso que hacía al sorber cualquier bebida o su estruendosa risa. Ahora mismo la casa podía compararse con el silencio de un funeral.

Jiwoo tomó aire con nostalgia. Ahora mismo probablemente Jisoo estaría a su lado pidiendo helado a domicilio y eligiendo alguna estúpida película de terror para reírse.

Entonces cuando estaba por ponerse a llorar, sintió el dije contra la piel de su pecho y tiró rápidamente la cadena para observar la mitad del corazón. En el cajón de su mesita de luz, descansaba la parte complementaria y se preguntó por qué volvió a sus manos. ¿Qué significaba ese gesto?

Su mirada fue atraída por el viento feroz que azotó la ventana y accidentalmente vio una sombra deslizarse a un costado. Escondiéndose… Siempre escondiéndose.

Abandonó el sillón como pudo, caminó torpemente con la muleta y abrió la puerta con el corazón acelerado. Vio a la distancia aquella figura alejándose, corrió lejos de ella y su desesperación actuó. Su necesidad de obtener respuestas escapó de su garganta como un remolino.

Gritó rompiendo el sonido de la noche. No le importó si llamaba la atención de los vecinos, ni tampoco si despertaba a alguien de su siesta. En ese momento, su vergüenza desapareció por su anhelo de reparar su corazón roto.

—¡¿Eres tú, verdad… Kai?!

Los motores de los autos clamaron en el cielo oculto y los edificios llenaron de luces la ciudad.

En la misma ciudad, en un pequeño departamento de un edificio modesto, descansaba un muchacho de caballera gris en el suelo junto a un pequeño cachorro hecho bolita a un costado. El pálido observaba la luz apagada del techo y entrecerró los ojos con irritación.

—Carajo.

[•••]

Taehyung miró de soslayo a Jimin antes de salir de la habitación junto a la profesora Im. No entendió dicha acción, ¿por qué tomó la responsabilidad de algo que no hizo? Era estúpido a menos que lo hiciera por algún motivo oculto y eso definitivamente lo molestaba. Gruñó molesto y su enojo se intensificó cuando vio a Seokjin dirigirse hacia ellos en el pasillo.

—Profesora Im, déjeme ayudarla —ofreció el peli-rosa y la adulta accedió. La mujer dejó de agarrar la cintura del menor y tomó con cuidado el brazo de Taehyung en sus hombros para entregárselo a Seokjin. Aunque el pelirrojo parecía reacio a ser ayudado por el otro.

—Puedo solo, no me molestes —murmuró Taehyung cuando Seokjin lo tomó de la cintura y lo ayudó a caminar. La profesora Im se apresuró a avisarle al resto de profesores a cargo del viaje que se iría con los chicos al hospital.

—Deja de quejarte por un segundo y deja que te ayude —contraatacó molesto y Taehyung se quejó por el dolor que atacó su garganta cuando quiso alzar la voz—. ¿Te duele mucho?

—Algo, ya se me pasará —respondió inconscientemente y al darse cuenta, chasqueó su lengua. Guardó silencio por el resto del trayecto y Seokjin no volvió a hablar hasta que llegaron a las afueras para esperar la ambulancia.

Cuando Seokjin ayudó a Taehyung a sentarse en uno de los bancos afuera del hotel, fue que se permitió soltar su opinión.

—Su pelea fue estúpida, ¿lo sabías? —Taehyung no respondió—. Tanto él como tú son unos idiotas —regañó con la voz temblorosa de la preocupación.

—Tú no sabes nada —dijo el pelirrojo con las cejas arrugadas, la furia comenzó a crecer en su interior.

—Claro que no lo sé, no lo sé porque jamás me intentaste aclarar nada —argumentó—. Te dije, te había advertido que no metieras con los malditos Jeon. —Sus belfos se aplastaron entre sí por la impotencia contenida. Taehyung permanecía sentado y Seokjin caminaba de un lugar a otro, nervioso de que esta impulsiva pelea generara mayores consecuencias.

—Tú no sabes nada —repitió como único argumento con la cabeza gacha y la mandíbula tensa. Seokjin se detuvo enojado, con la mirada chispeante y el cuerpo rebosando de temblores.

—¡Claro que no lo sé! Solo sé que eres impulsivo como siempre. Que tomaste una decisión estúpida al meterte con esa familia podrida hasta la médula y ahora esto. ¿Qué piensas lograr al alzar el puño? ¡Dime! ¿Y si se enteran, eh? ¿Y si trae consecuencias? ¿Y si te pasa algo por esta impulsiva pelea por fantasmas del pasado? —Seokjin hablaba con libertad porque nadie estaba cerca, porque había ruido alrededor y ese ruido le daba la oportunidad de sacar todo lo guardado. Su preocupación, su molestia, su nerviosismo y miedo, todo fue sacado en cada palabra.

—¡Si me sucede algo ese no es tu problema! —gritó con tonadas disparejas por el golpe pasado en su laringe. Demasiado afónico para formular un alarido sin toser.

Seokjin lo miró colérico.

—¡¿Crees que no me preocupo?! —Taehyung estrechó sus hombros—. ¡¿Por qué te sigues metiendo con su familia?! ¡¿Por qué eres tan orgulloso?! —exigió respuestas al no comprender las acciones de su ex-mejor amigo.

—¡Sí, sí! ¡Soy un imbécil por meterme con ellos! —respondió elevando lo más que podía sus palabras, todo lo que sus cuerdas vocales le permitieran—. ¡Lo lamento, ¿si?! ¡Mi orgullo me exigió correr a menearle la cola a esa familia para pagar las jodidas deudas de mi madre! ¡Para vivir! ¡Me até la puta cuerda al cuello porque no podía solo hacer la vista gorda! —explicó con las venas de su frente y cuello a punto de explotar. Seokjin lo observó tratando de calmarse pero oyendo con claridad cada oración que soltaba el pelirrojo que, si no fuera por las heridas en su cuerpo, ya se hubiera puesto de pie para golpear al peli-rosa y, en su interior, agradecía que no pudiera moverse y ello le impidiera caer de nuevo en el descontrol de sus sentidos.

—Pudiste haberme pedido ayuda, ¡pude darte dinero! —inquirió Seokjin con los ojos temblorosos de solo saber que Taehyung estuvo luchando una batalla él solo.

Taehyung soltó una pequeña risa que guardaba de todo menos alegría.

—¿¡Y arriesgarte a perderte por no saber cómo resolver el basurero que dejó esa maldita!? —soltó rendido, cerró los ojos y ya no tuvo energías para discutir. Estaba cansado, a veces quería simplemente entregarse a su destino y dejar de luchar contra la corriente, pero entonces recordaba que, si hacía eso, le estaría dando la razón a ese chiste de humano que alguna vez llamó "madre".

Seokjin boqueó, sin saber cómo reaccionar al respecto.

»—No pude hacerlo… —susurró lastimado. Si le pedía ayuda, solamente lo expondría al peligro porque no sabía hasta qué punto llegarían las personas peligrosas con las que se metió la bruja, y no podía imaginar también perder a Seokjin de este mundo. No quería perderlo por culpa de ella.

Seokjin no dijo nada, no supo qué decir. Guardó silencio y enfrió su cabeza. Taehyung tampoco dio indicio de volver a retomar la charla y lo agradeció porque necesitaba pensar un poco. Aunque ese efímero momento ensimismado en todo lo que conllevaba ese intercambio de palabras con su ex-mejor amigo, fue interrumpido por una escena a la distancia. Vio a Namjoon caminar hacia el hotel y detrás de él lo seguía Hoseok.

—No es necesario que me acompañes, Hoseok —dijo Namjoon y escuchó una negación.

—No es como si estuviera muy ocupado. —A decir verdad, estaba preocupado por el moreno luego del rechazo de Seokjin y además, tanto Chanyeol como Jimin estaban en su mundo y decidió darles su espacio por ahora. Su intuición le decía que se quedara con el alto.

Namjoon asintió y abrió la puerta de su habitación compartida con Seokjin. Vaya, sería duro para él convivir con el peli-rosa luego de esa charla en el bosque y reafirmó su teoría de que debería acompañar al moreno.

»—¿Quieres que te traiga algo para tomar? ¿Algo de la enfermería…? Bueno, de este último lugar será algo difícil porque están los mellizos pero si necesitas otra cosa, puedes decírmelo. —Sonrió formando un corazón con los labios.

—No necesito nada… —murmuró tímido y vio como Hoseok se sentaba en la silla del escritorio—. No es necesario que hagas todo esto, Hoseok —comentó avergonzado de la atención y vio como el otro ladeaba la cabeza confundido.

—Solo… Umh, solo estoy preocupado tanto por ti como por Seokjin —admitió rascando su nuca y soltó una risa nerviosa.

—Lo entiendo de Seokjin pero a mí casi no me conoces, ¿entonces por qué…?

—¿Acaso es necesario hacerlo para preocuparme? —preguntó algo ofendido. Infló sus mejillas y se cruzó de brazos. Namjoon rio con sinceridad cuando lo asemejó con un niño pequeño haciendo berrinche—. No necesito conocer hasta tu tipo de sangre para saber que un rechazo es doloroso.

Namjoon borró su pequeña sonrisa y escondió su rostro en la sombra de su cabello. Apretó sus labios con sus ojos cristalizados, ¿por qué de pronto tenía tantas ganas de llorar? Cuando Seokjin pronunció esas dolorosas palabras, no tuvo esa sensación de ahogo y picazón en la nariz. Entonces, ¿por qué de pronto sucumbía a esa fea sensación bajo esa amable mirada y palabras comprensivas?

»—¿Lo estás reteniendo, verdad? —Hoseok extendió sus brazos con una ligera curva en sus delgados labios. Los orbes de Namjoon obtuvieron un destello parpadeante y arqueó su boca junto a un sonoro sollozo—. Ven.

Namjoon se lanzó al cuerpo de Hoseok y dejó ir la laguna que se precipitaba por sus lagrimales, se permitió caer por las caricias de consuelo en su espalda. Un agudo sonido se escapó en el preludio de una cadena de lamentos y dolor contenido, porque recordaba las noches de dilemas, los latidos incontables, los suspiros o su actitud torpe cuando el peli-rosa le dirigía un poco de su atención. Sus horas dedicándole a la estatuilla, las charlas memorables o su promesa juntos; todo eso se acumuló en el miedo que sintió al asco, a una mirada de asco por la persona que todo ese tiempo admiró, le dedicó muchos de sus pensamientos y un sentimiento tan fuerte como el amor.

Su corazón estaba roto.

El llanto perduró hasta la decadencia de energía por parte del moreno. Hoseok lo ayudó a acostarse en la cama y caminó hasta la salida, cerrando con cuidado para no despertar al chico. Suspiró con alivio cuando no hizo ruido alguno y se sorprendió cuando al darse la vuelta, vio a Seokjin apoyado contra la pared a un lado de la puerta. Su expresión decaída lo hizo tomar una larga respiración y con un gesto de cabeza, le indicó que lo siguiera. Quería hablar en un lugar más privado que un pasillo lleno de ojos y oídos.

—¿Crees que fui demasiado duro con él? —preguntó tan pronto se sentaron en una banquilla en el jardín vacío. El cielo nocturno se sumía sobre ellos y escucharon a lo lejos la bocina de la ambulancia. Seokjin se tranquilizó al saber que Taehyung iba a ser atendido, así que su corazón se aliviano un poco.

—¿Fuiste grosero con él? —Seokjin arrugó sus labios.

—No —respondió mientras recordaba la cara que había puesto Namjoon cuando le dijo que no estaba interesado. ¿Acaso tuvo que elegir otras palabras para borrar ese gesto roto? Aún no comprendía cómo debía lidiar con esas cosas y de nueva cuenta podía decir que las relaciones sociales eran tan complicadas.

Hoseok posó una mano en el hombro de Seokjin y le propinó tranquilidad.

—Entonces está bien. Fuiste honesto con él y contigo mismo. Duro y grosero sería que le hubieras mentido.

Los labios de Seokjin temblaron y tomó una calada de aire. No entendía como había dejado ir a una persona tan maravillosa como Hoseok.

—Gracias, Hoseok —agradeció y el nombrado le dedicó una gran sonrisa—. Iré con Taehyung. La ambulancia ya llegó.

—Ve —pronunció dándole un leve empujoncito cuando se pusieron de pie. Seokjin contuvo una sonrisa e inició su camino hacia la ambulancia en la parte delantera del hotel.

Minutos atrás, Jeon Jihyun le había pedido a todos que lo dejaran a solas con su mellizo en la enfermería. Cuando estuvo seguro de que no había nadie, se volteó a ver a su hermano acostado en una camilla y lo miró fríamente.

—Te advertí, te lo dije y no me hiciste caso. ¿Acaso quieres un castigo? —habló con tranquilidad, como si el peso de sus palabras equivalían a menos de un gramo. El terror se proyectó en los oscuros ojos del mellizo y no tardó mucho en negar con la cabeza en busca de piedad cuando su hermano se acercó a paso lento.

—Por favor no, por favor no. No de nuevo, me duele todo, no lo soportaría —pronunció torpemente. Llenó su rostro de lágrimas y se ahogó con sus propias emociones. La mano de Jihyun se deslizó por su nuca y le dedicó una sonrisa de labios sellados cuando cerró sus dedos entre los mechones y tiró de la cabeza de Jungkook para que lo observara a los ojos.

—¿Crees que soy un estúpido? ¿Cómo te atreves a humillar el apellido de nuestra familia de esa forma? ¿Cómo te atreves a perder tu orgullo gracias a un perro callejero? —Con cada pregunta, la fuerza en su cuero cabelludo crecía y Jungkook jadeó del dolor. Los mocos cayeron junto a sus nuevas lágrimas y cerró los ojos para no cruzarse con esa mirada tan fría, tan desconocida y lejano de la persona que alguna vez admiró.

—Por favor, por favor, por favor —suplicó entre el llanto silencioso—. No lo haré más, no lo haré más, no lo haré más… Así que por favor, por favor no de nuevo. Todo menos eso —lloró tomando con su mano izquierda el brazo de su mellizo.

Jihyun lo observó fijamente y Jungkook no supo que pasaba por su mente cuando abrió los ojos y se encontró con una expresión tan distante, tan enigmática.

La bocina de la ambulancia llenó la estancia y Jihyun lo soltó sin apartar sus ojos de él.

—Ya vino la ambulancia y espero no tener que explicarte sobre lo que no debes decir.

Esa última amenaza fue suficiente para que la sangre de Jungkook se helara y el brillo de sus oscuros ojos se apagara. Jihyun lo ayudó a aproximarse a la ambulancia y luego fue a hablar con la profesora Im cuando lo dejó a cargo de los paramédicos.

—¿Qué pasa, Jeon? —preguntó la profesora cuando Jihyun se acercó con una sonrisa carismática.

—Los acompañaré al hospital. Jungkook es mi hermano y deseo poder acompañarlo. —Sonrió y la profesora Im, a pesar de no estar muy de acuerdo, asintió.

Jihyun esperó que la profesora terminara de hablar para irse con una expresión de fastidio en su rostro. Era un completo dolor de cabeza el asunto.

Se detuvo cuando se sintió observado de forma tan penetrante y encontró al núcleo de tan pesada presencia. Reemplazó su expresión de irritación por una sonrisa cuando se encontró a Kim Seokjin mirando a lo lejos, juzgaba cada uno de sus movimientos y descartó la idea de relajarse por un momento de tantas sonrisas amables.

[•••]

El ruido del agua cayendo en la ducha engañaba los sollozos y llanto con gotas feroces. La melodía de tortura llenaba la habitación, penetraba los oídos de Jihyun y este se removió en su cama con los brazos cruzados detrás de su cabeza. Sus párpados colapsaron y sus cejas casi se tocaron. No sabía si Jungkook había potenciado sus ruidos lastimeros o era su mente, de todas formas, se puso de pie y tocó con fuerza la puerta del baño. Habían acabado de regresar del hospital y Jungkook se encerró durante una hora en el baño apenas tocaron la habitación.

—¡Apúrate con el baño, Jungkook! —exigió y esperó en silencio con la respiración chocando contra la madera de la puerta. La falta de ruido lo hizo estrechar los ojos.

—Voy. —Fue la respuesta corta, débil y baja, pero allí estaba, tan difusa entre tanto llanto.

Jihyun apretó su mandíbula y volvió a la cama. Dejó caer todo su peso sobre la superficie y esperó, esperó y contó cada segundo. Cada gota que caía en la ducha era el tiempo, el tiempo era lento a veces y a veces, el tiempo era un infierno. Al cabo de unos minutos, Jungkook salió del baño con su expresión cubierta de oscuridad y tristeza; sus vidrios rojos empañados por el vapor de sus suspiros ásperos y su piel suave cubierta de relieves antiguos y nuevos, degradándose a colores bizarros y dolorosos. Caminó con cuidado por la habitación, tapaba lo más que podía su cuerpo pero accidentalmente revelaba el maltrato y heridas que jamás desaparecerían de él… Como aquella marca grabada profundamente sobre su espalda cerca de su hombro. Tampoco se había observado al espejo del baño, no quería ver cómo había quedado su rostro. El mellizo menor se sentó con cuidado en la cama, con sus mechones mojados goteando sobre sus piernas apretadas entre sí, temblorosas por las sensaciones que aún vivían sobre ellas, sobre todo su cuerpo como algo tan vivo.

Jihyun sacó algo del bolsillo de su jogging negro y se lo lanzó a su hermano.

—Toma una y vete a dormir —ordenó sin dejar otra opción en su tono y Jungkook atrapó la tableta de pastillas entre sus manos. Asintió sin decir nada, tan sumiso y dominado.

Jungkook se hizo pequeño en su lugar y cerró los ojos asustado cuando Jihyun se puso de pie. El heredero lo miró con sus orbes sin brillo y solo caminó hacia la puerta. Ignoró al menor que seguía alerta hasta que abandonó la habitación.

Jihyun salió del edificio sin ser detenido por alguno de los profesores que lo vieron. La frialdad de su mirada era más helada que la vestisca que chocó contra su cuerpo al salir y arrugó su nariz con molestia antes de seguir caminando hacia una zona más desierta, un punto ciego para el resto de estudiantes y se sentó en una banquillo de madera. Sin esperar un segundo más, sacó un cigarrillo y la dejó descansar entre sus delgados labios antes de encenderla y dar una profunda calada. El humo llenó satisfactoriamente sus pulmones y boca. Sonrió de forma burlona mientras observaba la luna y recordaba el sonido sordo de las profundidades del agua y el fuego chispeante.

No se inmutó cuando la profesora Im lo descubrió cuando ella hacía sus rondas, ni siquiera gastó energía ni tiempo en ocultar el cigarrillo porque la mujer solo desvió la mirada y siguió con su camino. Dio otra calada y dejó que el humo se deslizara por su boca. La cara de ese divertido rubio vino a su cabeza y otro gesto burlón se coló en su rostro como un intruso. Soltó una risa ronca y baja, las cosas se pondrían interesantes.

—¿Qué haces aquí afuera? —cuestionó una dulce voz a su costado y Jihyun volteó con el cigarrillo en la boca y las cejas ligeramente elevadas.

—Pensando. Está fresco para que estés aquí —refutó viendo a Irene caminar hacia él con tranquilidad.

—Vi que saliste cuando iba por agua —explicó y se sentó a su lado. Irene le quitó el cigarrillo de los labios y lo tiró al suelo para darle un pisotón que lo apagara—. ¿Cómo está Jungkook? Vi la ambulancia y escuché varios rumores al respecto —preguntó apoyando su cabeza en el hombro de su novio y no podía ver claramente su rostro por su entrometido flequillo.

—Nada realmente, solo tuvo una estúpida pelea pero está bien —respondió e Irene lo miró con duda y tomó a Jihyun de la mandíbula para que pueda enfrentar sus oscuros ojos.

—¿Está todo bien? —Jihyun no demostró emoción alguna en su rostro.

—¿Por qué la pregunta? —Irene volteó hacia el residuo en el suelo y Jihyun se zafó del agarre antes de tomar la mano de la chica y entrelazarla con sus largos dedos.

—No me respondas con otra pregunta, Jeon Jihyun —reprochó Irene y Jihyun elevó una de las comisuras de su boca.

—Simplemente… Tengo un mal presentimiento.

[•••]

El pelirrojo arrugó su entrecejo cuando la estúpida luz no lo dejaba caer en el maravilloso arte de dormir.

—Apaga la jodida luz, Park —extendió el brazo como pudo y apagó la lámpara. Con una sonrisa cerró los ojos pero el gesto se borró cuando todo se iluminó en nueva cuenta.

—No. —Fue lo único que dijo el rubio y Taehyung maldijo a todos los seres vivos por haber. Park Jimin y su molestosa fobia.

—Vas a dormir de todas formas, ¿no? Cierras los malditos ojos y no ves una mierda. No veo la jodida diferencia. —Apagó la lámpara y tan pronto lo hizo, Jimin la encendió de nuevo.

—Como tú no puedes dormir con la luz encendida, yo no puedo dormir con la luz apagada —afirmó molesto desde la otra cama a un lado de la mesita de luz.

—Eres tan exasperante. Apaga la maldita luz, me da en toda la cara —gruñó apagando la luz y al apoyar su espalda, todo se iluminó de nuevo.

—Solo tapate hasta la cabeza y ya.

—Que gracioso que eres. ¿Acaso quieres que me muera asfixiado, imbécil?

Jimin rodó los ojos.

—O date la vuelta, no sé —intentó buscarle una solución y Taehyung simplemente se estiró de nuevo para apagar la luz, pero esta vez, no soltó el interruptor y Jimin tampoco dio índice de ceder. La batalla entre la luz y oscuridad comenzó con el forcejeo, la habitación entonces había pasado de ser un lugar de descanso a una discoteca. Ambos gruñían y murmuraban entre dientes sus argumentos.

—¡Ya dejen en paz esa luz por el amor de Dios! —De repente apareció Jackson abriendo la puerta y los juzgó con la mirada. Ambos se quedaron tiesos con una mano en el interruptor de la lámpara—. La gente necesita dormir —añadió con las mejillas rojas—. Chicos, solo bajen el nivel de luminosidad de la habitación para no volverla totalmente oscura ni totalmente iluminada.

Jackson no tuvo que preguntar por qué la habitación del par parpadeaba, se hizo una idea gracias a la experiencia posterior que tuvo con Jimin cuando este tuvo un ataque de pánico en el armario de educación física por su fobia a la oscuridad y los lugares estrechos. Así que sacó la conclusión rápidamente y buscó una solución al instante.

—Ah —dijeron al unísono la pareja de viaje ante la solución.

—Bien, ahora a dormir, ¿si? Buenas noches —culminó su regaño con las manos en su cintura y se retiró cerrando la puerta con cuidado.

Se quedaron en silencio. Jimin carraspeó y caminó hasta el interruptor de la luz en general del lugar y la bajó hasta tener la suficiente luz para saber qué pasaba a su alrededor y no molestar a Taehyung. El pelirrojo apagó la lámpara y se acomodó de costado, miraba hacia el lado derecho donde estaba la lámpara porque no podía dormir mirando el lado izquierdo.

El rubio corrió hasta su cama y se tapó hasta la boca. Taehyung lo vigiló durante horas con las mantas hasta la mitad del rostro y las veces que Jimin volteaba a chequearlo, cerraba por completo sus ojos. El pelirrojo se estaba aburriendo de esperar a que el bajo se durmiera, este no había un pegado un ojo durante toda la noche y cuando se quiso dar cuenta, ya había caído dormido y al despertarse, Jimin ya no se encontraba en la habitación.

—Maldita sea —gruñó con la voz grave y ronca —en gran parte por el golpe que le dio Jungkook en la garganta— al darse cuenta que su plan se fue por la borda.

Se lavó los dientes con una expresión de fastidio del inicio de un nuevo día y caminó con cuidado al comedor para desayunar. Según los doctores, los resultados médicos no indicaron ninguna alerta pero aún así, debía hacer reposo y no realizar ninguna actividad que exigiera mucho esfuerzo físico. Maldito Jeon, le había jodido la nariz y la garganta, así que ahora debía andar con vendas en las zonas. Sus nudillos también eran tapados por gasas al igual que algunas banditas en sus brazos y piernas; le habían hecho algunos puntos en su pómulo y tenía la piel de la zona entre rosada y violeta.

Maldijo molesto cuando llegó al comedor y muchos ojos se posaron sobre él. No vio a Jungkook por ninguna parte y solo vio a Jihyun dirigirse hacia él con esa falsa preocupación bañando su negra alma. Jimin se encontraba sentado junto a Seokjin, Hoseok y Chanyeol. No esperó a que Jeon mayor llegara para buscar su comida y luego se sentó para recibir delante de él al presidente, quien le dio la espalda al resto de estudiantes. Ellos no podían ver la expresión oscura que tenía el mellizo mayor.

Irene los observaba a la lejanía con las cejas arqueadas y los labios en una fina línea. A pesar de que el resto no lo notaba por la expresión y actitud de Jihyun, él claramente no se hallaba de humor.

—No harás una escena aquí, así que más vale que te controles —inició la conversación con una postura que no invitaba a la interpretación de nada, solo era un chico relajado teniendo una amena charla con un "amigo" que fue golpeado y comía con total naturalidad. No había nada sospechoso al respecto. La mayoría conocía la actitud carismática y empática del presidente, oh claro, a excepción de algunos.

Taehyung apretó sus labios y entrechó sus cejas ligeramente, comenzó a untar la mermelada de fresa sobre sus tostadas para calmarse a sí mismo.

El bullicio era la perfecta cortina para darle rienda suelta a la venenosa lengua de Jihyun.

»—Lo que hiciste es inaceptable, ¿sabes? —explicó Jihyun con sus ojos brillando de un carmín amenazante y lo más perturbador era que esa sofocante presencia contrastaba tanto con la expresión inocente y carismática que emitía. Era de esperar que fuera tan popular y apoyado por la mayoría del cuerpo estudiantil si se desconocía la verdadera naturaleza de ese monstruo que aún no había salido de las profundidades y se mantenía hibernando—. A pesar de que mi hermano es tan… decepcionante. La sangre Jeon sigue corriendo por sus venas y no puedo aceptar que un simple perro ensucie nuestra imagen de esa forma, ¿comprendes? Dime si comprendes porque no me gusta repetir las cosas dos veces. —No hubo alguna partitura amenazante entre sus cuerdas vocales o en sus movimientos y eso era lo que más lo inquietaba.

—Comprendo —siguió la orden a regañadientes.

—Bien. —Sonrió Jihyun dándole un sorbo a su café—. No puedo dejar pasar este episodio y no sé si sabes pero mi madre te dejó a mi cargo —informó como si fuera una buena noticia y toda la rabia de Taehyung se enfrió en un segundo—. Tendré que darte un ligero castigo para que recuerdes cuál es tu lugar en el eslabón más bajo —comentó y Kim tensó su mandíbula.

—No lo volveré a hacer. —Miró directamente los ojos de Jihyun como una especie de suplica.

—Esas cosas no funcionan conmigo —negó decepcionado e hizo un falso puchero—. Pero descuida, seré complaciente en esta ocasión porque Jungkook no hizo honor a su apellido y permitió que un perro callejero lo mordiera. —Taehyung apretó sus puños hasta que sus nudillos perdieron color—. Así que… No quiero que esto se vuelva a repetir porque la próxima vez… —Jihyun fijó sus lunas sangrientas en la llama flameante—…no seré tan amable.

—Entiendo. —Taehyung sabía que no debía ser imprudente con Jeon Jihyun. No le temía a los Jeon, ellos eran humanos y su ambición era su mayor debilidad… Sin embargo, su intuición le gritó desde siempre que Jeon Jihyun era realmente un monstruo.

—Recuerda tu lugar. Créeme, no quieres hacerme enojar —finalizó con una sonrisa.

Taehyung no dijo nada y prefirió no tentar su suerte. Jihyun fue llamado por su grupo de amigos y se retiró, no sin antes decirle un "recuperate". Con la presencia de Jeon mayor afuera de sus sentidos, notó al instante las miradas de los actuales amigos de Seokjin y el mismo Seokjin. Quería apresurarse a comer e irse, de todos modos ni siquiera fue partidario de semejante viaje y al recibir la noticia de su regreso preventivo a Seúl, su pecho se llenó de felicidad. Ya quería irse de ese ambiente lleno de niños ricos y sonrisas hipócritas.

Pero a pesar de su malestar respecto a su alrededor, recordó que le habían asignado una tarea y debía al menos llevar algo. Levantó sus ojos con discreción y desinterés para dejarlos caer como peso muerto sobre la figura de Park Jimin. Le echó un vistazo veloz a todo lo que se relacionaba con él y pudo conocer que el rubio no estaba fascinado por la comida. Una barra energética era lo único que se llevaba a la boca y entonces, de imprevisto, cruzó miradas con el rubio ojeroso y frunció el ceño. Maldita sea, a qué le recordaba eso.

Lo segundo que descubrió fue: cuando todos salieron del hotel para pasar el tiempo libre —que duraba entre una a dos horas— y siguió con la vista al grupo de Jimin. Vio a Seokjin irse a jugar tenis, al alto peli-violeta retirarse con Changbin y, algo peculiar que notó fue que Kim Namjoon se había acercado a ellos antes de que todos de separaran y sospechó que algo pasaba con toda esa escenita que vio. Acostado en el césped contra un árbol y con la mano sobre su abdomen adolorido, pensó sobre la relación que había entre el moreno y Jimin. ¿Desde cuándo eran tan cercanos?

Lo siguiente que encontró interesante, era que el único que se había quedado con Jimin fue Hoseok. Vio como tenían un forcejeo, el rubio al parecer quería que Jung se fuera a disfrutar el tiempo y según las negaciones en esa cabellera castaña oscura, este quería quedarse. La "discusión" no duró mucho porque Hoseok terminó obligando a Jimin a recostarse contra él, precisamente dormitar sobre su regazo.

Taehyung sabía que Jimin había pasado la noche en vela y se preguntó cómo pudo aguantar todo ese tiempo sin dejarse derrotar por el sueño, ya que en el viaje tampoco durmió. Al cabo de unos minutos, la cabeza de Jimin cayó dormida y alzó una ceja con curiosidad. Ahora entendía las bolsas oscuras debajo de esos claros ojos.

Le pareció graciosa la estrategia de dormir en público. Jimin se relajó y se entregó al sueño en pleno tiempo libre, rodeado de testigos por si sucedía algo y con la protección de sus amigos. Por la noche estaba desprotegido y lo felicitó por pensar en todo ello. Pero a la vez no creía que Jimin se atreviera a dormir, seguramente fue idea de Hoseok.

Se atragantó con su saliva cuando Hoseok lo observó y lo saludó tímidamente.

Un ligero calor abrasó sus mejillas por la vergüenza y bajó la mirada.

Mordió el interior de su mejilla, nervioso al darse cuenta que ninguno de los Jeon estaba cerca y una chispa de preocupación nació para rápidamente apagarse con su rencor. Apoyó su cabeza en el tronco y apreció las hojas del árbol de un color tan verde esperanzador y suspiró con un nudo en la garganta, tan exhausto de nuevo. Tan solitario.

Abrió los ojos de repente cuando oyó la voz de la tutora Im e insultó por quedarse dormido en un momento tan crucial.

—Kim, en un par de horas sale el vuelo a Seúl, así que necesitas prepararte para el viaje, ¿bien? —explicó y Taehyung asintió guardándose el bostezo por dentro y se levantó como pudo. La profesora Im caminó hasta el dúo, Hoseok despertó a Jimin y los vio poner una expresión de decepción. Jung cambió su gesto por preocupación y tuvo un mal sabor en la boca.

Dicho sabor en la boca tomó sentido cuando vio a Jimin con las maletas en la entrada de la posada junto a Jungkook.

—¿A dónde vas? —cuestionó con recelo. El rubio se giró con mala cara.

—A Seúl. —Giró bruscamente hacia Jimin y gruñó adolorido. El escándalo llamó la atención de Jungkook que los miró de reojo y Taehyung se aguantó las ganas de mandarlo lejos de su "conversación".

—¿Es por eso…? —preguntó cauteloso y la culpa lo invadió lentamente. Jimin no respondió, solo mantuvo su ceño inexpresivo y fue absorbido por esa frialdad. No tuvo que pensar mucho para saber que fue por su culpa y la marihuana que encontraron en su mochila.

—Bien —interrumpió la profesora Im al llegar—. Park, regresarás junto a Kim y Jeon a Seúl. Una vez allí, serás llevado directamente a la escuela y ustedes dos al hospital. Sus tutores legales los esperarán en el aeropuerto, en el caso de Park, tu tutora estará esperando en Seungli —explicó cansada luego de una reunión con el resto de profesores y una llamada con la escuela para decidir todo ello. Luego de recibir consentimiento por parte de los padres para regresarlos a Seúl y llegar a un acuerdo monetario con ellos, se decidió el destino de los tres estudiantes—. Serán acompañados por el profesor Chung de educación física.

Jimin en su cabeza no la estaba oyendo porque no le interesaba. A cambio, solo pensaba en relajarse al menos un poco al volver a Seúl porque creía que las cosas irían al menos por un buen camino y tenía un sentimiento ligeramente reconfortante al saber que su casa estaba recibiendo remodelaciones. Además, las piezas se iban uniendo y de a poco conseguía nuevos aliados. Esperaba que el viaje de regreso pasara rápido porque Taehyung y Jungkook no le aspiraban calma y mucho menos confianza.

—Jimin —lloró Chanyeol cuando se fueron a despedir de él antes de subirse al autobús—. No vamos a poder ir a la playa o a ver la cascadas, ni las miles de cosas que pudimos haber hecho —recordó con una mano en el corazón y un puchero en los labios. Jimin golpeó los brazos que lo aprisionaban contra el gran cuerpo.

—Ya te entendí pero suéltame, no puedo respirar —pidió y el peli-violeta quedó en silencio antes de soltarlo.

—Jiminnieeeeee —llamó Hoseok apresurándose a abrazarlo y Seokjin rodó los ojos.

—Chicos, lo volverán a ver cuando volvamos.

—¿¿Y eso cuándo será?? ¿Dentro de una semana? ¿Meses? ¿¡Años!? Los días se volverán milenios —dramatizó mientras sacudía el cuerpo del rubio y lo abrazaba, lo soltaba para sacudirlo de nuevo y lo volvía a abrazar.

—¿Qué clase de círculo vicioso de una relación tóxica es esta? —murmuró Jimin riendo cuando nuevamente fue sacudido y abrazado.

—Ya, ya. —Seokjin se acercó a despegar a Hoseok y a Chanyeol de Jimin, el alto en algún punto se había unido al abrazo—. Espero que vaya todo bien en el viaje.

—Gracias —dijo Jimin con un extraño sentimiento acechando su pecho.

Seokjin levantó su vista hacia la ventanilla donde estaba Taehyung con sus auriculares y apretó sus labios.

—Es difícil pedir esto pero… cuídalo por favor. —Jimin entendió a quién se refería y no se pudo negar al pedido, no cuando los ojos de Seokjin brillaron de esa forma tan inestimable.

—Bien, me tengo que ir —se apresuró a decir al ver a Jihyun bajar del autobús escolar luego de despedirse de Jungkook y ver al profesor Chung llegar.

Sus amigos no pararon de despedirse con las manos a pesar de ya estar sobre el autobús o cuando arrancó el transporte y se fueron alejando. Se sentó al fondo del bus para devolverles el gesto acompañado de una sincera sonrisa con una mota de tristeza por no poder continuar con el viaje. Su dentadura fue cubierta al instante que visualizó a Jihyun con esa sonrisa de labios sellados y mirada filosa. La amargura se acentuó en sus facciones y agradeció que la figura desapareciera por el horizonte. Ya no podía verlos, sus amigos se habían esfumado por completo de su vista y se sintió extraño; triste, desolado, vacío por dentro y lleno de pánico, como si perderlos de vista fuera el fin del mundo o el infierno.

—¿Planeas sentarte? —preguntó la grave voz de cierto pelirrojo luego de estar bastante tiempo en la misma posición y con la mirada ensimismada en el más allá.

Jimin parpadeó confuso, asintió lentamente y se reincorporó en su lugar. Se sentó correctamente en los últimos asientos del bus y de repente una extraña enredadera creció en su garganta, se ató firmemente a su voz y tomó varias caladas de aire para calmar esa picazón en sus venas y la necesidad de llorar al sentirse tan fuera de lugar. Movió su vista con desespero en la cantidad de asientos vacíos y los contó para alejarse de esa quemazón en su pecho. Jungkook estaba sentado en un asiento compartido en la fila delante suyo, el pasillo central separaba ambas hileras y Taehyung estaba del lado contrario. El profesor estaba delante de todo durmiendo junto al viejo conductor que iba concentrado en el sendero.

Tiró su cabeza hacia atrás, perdió la cuenta de las veces que contó los asientos o las veces que intentó respirar y esa enredadera le impedía el paso del aire.

Ja, de repente el bus era demasiado pequeño.

Una brisa golpeó su rostro y enfocó su nublosa mirada en dirección a Taehyung, quien había abierto la ventana. Un pequeño objeto cayó sobre sus piernas.

—¿Por qué me lanzas cosas? —le preguntó a Taehyung con un tono ridículamente tembloroso.

—Solo cómelo —gruñó Taehyung antes de colocarse su capucha e ignorarlo. Jimin infló una mejilla con fastidio y dudó mucho en comer el dulce, pero antes de medir sus acciones, se lo había llevado a la boca y se concentró en el movimiento de su mandíbula. Su mundo gradualmente se acomodó y el autobús ya no era tan asfixiante como antes y el choque de diferentes emociones se disipó como popa al borde del mundo.

Mientras masticaba silenciosamente, se fijó en Jungkook y su silencio desde que subieron al autobús. Este no interactuó con ellos desde que se había decidido que los tres regresarían a Seúl y tampoco había volteado un segundo su mirada del paisaje del otro lado de la ventana. Deslizó sus ojos celestes hacia el pelirrojo y este estaba más calmado de lo que había imaginado. Ninguno de los dos se había dirigido la palabra o la mirada. No sabía cómo habían llegado a intercambiar puños o qué palabras se habían dicho para que se formara ese ambiente tan fúnebre entre ambos. A juzgar por los golpes, ninguno se contuvo lo suficiente para disimular el odio que se tenían. De nuevo se cuestionó la relación de ambos.

—¿Por qué pelearon? —salió de su boca y revisó que el sueño del profesor Chung no hubiera sido perturbado.

—¿Qué te importa? —Taehyung no disfrazó su brusquedad y Jimin lo miró con tranquilidad. No se podía mover por las heridas, así que aprovecharía eso.

Jungkook no se inmutó.

—Me importa la verdad. ¿Si tengo derecho a exigir una respuesta? Umh, no. ¿Que quiero saciar mi curiosidad? Sí —explicó honestamente y Taehyung rio amargamente.

—Ni siquiera lo ocultas.

—¿Por qué debería? Tú sabes mis intenciones, sería una pérdida de tiempo no ir al punto, ¿no? —Alzó sus hombros con desinterés y observó a Jungkook, este no hacía ningún amago de involucrarse en el tema.

Taehyung tensó su mandíbula.

—¿Tú no dirás nada, verdad? —El pelirrojo se refirió al chico de ojos negros que no se volteó—. Ah, espera. Ya entiendo, ¿no es tu asunto, verdad? Lo lamento, joven amo —soltó con acidez y dejó caer todo su peso sobre el asiento. Jimin los analizó en silencio y el dulce en su boca junto a los apretones que le daba a su oreja, estimularon la creación de sus teorías.

—¿En serio se odian? —Sí, se habían peleado físicamente sin contenerse y no había un segundo donde Taehyung no parara de insultar a Jungkook o Jungkook despreciara a Taehyung en muchos sentidos. Pero necesitaba preguntar porque había oportunidades donde sentía que Taehyung sufría insultando a Jungkook o Jungkook se despreciaba a sí mismo y no a Taehyung.

—¿Qué clase de estúpida pregunta es esa? —Jimin estrechó sus párpados. Jungkook de nueva cuenta hizo oídos sordos—. Hey, Jeon. ¿Acaso la serpiente mordió tu lengua?

Jimin volteó hacia la víctima de Taehyung y apretó sus labios. Comenzó a pensar que no tuvo que haber encendido la mecha de la bomba dentro del interior del pelirrojo. Suspiró irritado cuando nuevamente se formó esa bruma entre el par gracias a los ataques constantes de Kim.

»—¿Qué? ¿Acaso tus padres te dieron una paliza como castigo? —sugirió Taehyung chasqueando la lengua. Jimin enserió de repente por las palabras crueles y recordar la piel lastimada de Jungkook. Revisó la postura de Jungkook y este seguía igual, lo que no pudieron notar es que el mellizo menor mantenía un brusco agarre en su antebrazo izquierdo.

"Una paliza suena mejor".

—Fue suficiente, Taehyung. —Lo detuvo, harto por las provocaciones del cabeza de fogata.

—¿Y tú qué? —Rodó los ojos por la actitud infantil.

Lo mejor fue no responder, según Jimin. Taehyung apretó sus puños sobre su pecho y formó un combo de rabia contenida por el incesante movimiento de su pierna derecha y el choque constante entre sus dientes.

Jimin dejó caer su cuerpo en el respaldar del asiento y se fijó en Jungkook. Sintió pena por él. No creía que fuera un santo con las manos limpias, porque tenía la creencia de que en el mundo, nadie estaba exento de la suciedad y corrupción. Ni siquiera sus propias manos estaban limpias. De todos modos, a pesar de desconocer motivos o contexto, creía que Jeon Jungkook era un cascarón vacío y desde su nacimiento estuvo destinado a sufrir en una familia tan asquerosa. Sin elección, sin escape. Se apiadaba de él.

Debía alejar esa misericordia asentada en su pecho temporalmente como huésped y se  concentró en su objetivo, aquel objetivo que de a poco le quitaba trozos de su ser para jamás ser devueltos.

—Sé que se conocen hace bastante... —aseguró después de conectar las piezas. Las miradas, sus formas de hablar o posturas al dirigirse al otro, absolutamente todo gritaba una relación pasada. Tanto Taehyung como Jungkook se quedaron callados—. Lo supe desde que los presenté por primera vez y no actuaron como dos desconocidos. No hicieron ningún gesto o palabra usualmente hechas y dichas en esas situaciones. ¿Por qué actúan como si no se conocieran? O mejor dicho, ¿por qué no quieren que el resto sepa que se conocen? —Sus acciones cautelosas o los secretos que divagaban entre sus bocas, todo era sospechoso—. ¿Qué sucedió para que se odiaran? Bueno, digamos que esta última pregunta está más dirigida a Taehyung, ¿no creen? Odias mucho a los Jeon, pero sobre todo a Jungkook... Pero hay algo más, ¿me equívoco? —Taehyung había mostrado repudio hacia los Jeon en general, no su usual asco a la gente adinerada, no, particularmente los Jeon recibían un odio más personal pero Jeon Jungkook era otra historia. Ni siquiera Jeon Jihyun que tenía una personalidad tan desagradable obtenía el asco total del pelirrojo, a cambio de su mellizo que con solo respirar era bombeardeado de insultos. Sabía que había una historia detrás de eso.

—¿Por qué tan curioso? —habló Taehyung con un deje de molestia. Jimin jugó con el dulce en su lengua.

—Porque hay tantas cosas que quiero comprender y ustedes son una pieza fundamental —explicó cruzando sus piernas y entrelazó sus dedos. Elevó su barbilla y los analizó con sus fríos ojos—. Vicepresidente, ¿te acuerdas de la pregunta que te hice hace unos meses atrás? —Observó al mencionado y elevó una comisura. El profesor Chung estaba en su octavo sueño y estaban lo suficientemente alejados para no ser oídos, además que el ruido del autobús ocultaba sus voces—. Sobre el día negro, recuerdo lo que me dijiste: "me dolía la cabeza y fui a la enfermería, debí quedarme dormido y me despertó la alarma de evacuación…", eres un pésimo mentiroso.

Jungkook no se giró, solo mostraba su perfil desinteresado y sombrío.

El inicio de las cejas de Taehyung se arañaron ante las palabras de Jimin y se acomodó en su asiento sin entender el nuevo curso de la conversación.

»—Kim Seokjin me dio la misma respuesta, pero a diferencia de ti, él sí tiene pruebas que demuestren su coartada —añadió con un sentimiento de satisfacción burbujeando en su estómago. Ahora miró a Taehyung y su cara de enfado por no entender la situación—. Taehyung, ¿tú recuerdas qué me dijiste?

El pelirrojo blanqueó los ojos con obviedad. Pero rápidamente captó el rumbo que estaba tomando el discurso de Park.

—¿A qué quieres llegar?

Jimin ignoró lo dicho.

—"Fui a dejar un libro en la biblioteca y luego me entretuve en los baños", fue lo que dijiste —recordó con cierto atisbo divertido que irritó a Taehyung y observó de soslayo a Jungkook—. Puede que no sea del todo mentira, ¿no? Pero lo de ir a la biblioteca fue una excusa. Cabe señalar que a principios de clases, cuando éramos amigos, me mencionaste algo que me llamó la atención. Precisamente estamos hablando del libro "Extraños" de Kimberley Mccreigh, libro que me habías dicho que no leíste pero… Dándole una leída a un par de documentos viejos de la biblioteca, descubrí que el libro que devolviste es el mismo que me dijiste que no leíste. ¿Por qué precisamente ese día fuiste a devolver ese libro que ni siquiera terminaste? Hay tantas preguntas que tengo al respecto pero la más importante es…

»—¿Por qué mienten? —Su sonrisa socorrona desapareció y su mirada de afiló, el celeste cielo se heló y se reflejó en el mar Antártico.

Taehyung y Jungkook quedaron en silencio.

—Que perturbador que hayas llegado tan lejos por un comentario que hice hace meses —comentó Taehyung con un gruñido y Jimin le sonrió con los labios sellados.

»—Vamos a proseguir —siguió intercambiando de lugar sus piernas—. Hace un tiempo, la fallecida bibliotecaria de Seungli, Han JungAnh, me narró lo que ella experimentó aquel día. Entre todo, me llamó la atención algo en esa narración… Cuando estaba en el baño, ella escuchó voces y vio dos siluetas… Reconoció una voz grave entre ellas. —El cuerpo de Taehyung se tensó, tan predecible—. Has dicho que después de devolver el libro, has ido a los baños para usar el celular… El horario del homicidio fue en hora de clases, los salones de los clubes del ala A estaban cerrados y los baños estaban disponibles, un perfecto lugar para hablar o esconderse, ¿no creen?

Taehyung deslizó su cuerpo por el asiento y dejó caer su cabeza. Tapó su rostro con un brazo y comenzó a reír. Jimin mantuvo su expresión neutral a pesar de la reacción inesperada. El pelirrojo quiso hablar pero se le dificultó por las pequeñas carcajadas que aún luchaban por salir y tuvo que esperar para finalmente tranquilizarse, aunque mantuvo esa sonrisa jocosa.

—¿Insinúas que estuvimos juntos ese día? —habló a duras penas. Volteó la mitad de su cuerpo y apoyó su brazo sobre los asientos con cierta confianza—. ¿Y luego? ¿Qué sigue luego de eso? —preguntó burlesco y Jimin no cayó ante sus provocaciones, demasiado cansado para seguirle el juego.

—No lo sé, no sé qué tipo de relación tenían para seguir con mi teoría —respondió, sin embargo, a pesar de hablarle a Taehyung, observó a Jungkook.

—Hey, Jeon —llamó Taehyung, ahora abandonó esa brizna osada por una más adusta y frívola—. ¿No dirás nada? —El aura reservada de Jungkook no abría paso al diálogo y Jimin ya se había resignado a eso. Taehyung ahora lo observó—. No puedo saciar tu curiosidad, Ji-min. Así que ríndete con eso —concluyó Taehyung volviendo a tomar una postura cerrada. Jimin suspiró decepcionado y guardó silencio.

Una voz rígida, baja pero firme nació de los yacimientos de la furia, decepción y curiosidad. Taehyung y Jimin se voltearon ofuscados hacia el núcleo de todas sus preguntas.

—No lo dejarás aquí, ¿no es así, Park? —Esos dos agujeros negros intentaban absorber la terquedad que brillaba en esa mirada templada.

—Por supuesto que no —reconoció y Jungkook ahora se fijó en Taehyung antes de devolver su muerta mirada al rubio.

—Si te contamos todo sobre ese día, entonces quiero que a cambio no te vuelvas a acercar a mí y tampoco vuelvas a mencionar el tema —ofreció y la propuesta fue tentadora pero Jimin debía pensarlo bien, porque podría ser contraproducente.

—¡Oye! —gritó el pelirrojo entre murmuros—. Eso no lo decides solo tú, hijo de perra.

—¿Qué? Sé que él no dirá nada. —Jungkook posó sus intensos ojos sobre él—. Él tiene secretos y yo sé algunos de ellos.

Jimin se atragantó con esa revelación y apretó sus puños. Las alertas rojas saltaron en su cabeza y Jungkook no daba ningún índice sobre a qué se refería. A su cabeza llegó Jihyun, ¿quién más podría ser? El nerviosismo fue ocultado de inmediato y Taehyung alzó una ceja sin entender pero tampoco hizo el intento de entender.

—¿Es una amenaza? —consultó.

—Tómalo como quieras —respondió—. ¿Aceptas o no?

Jimin abrió la boca, meditó al respecto y los pros y contras que tenía saber la verdad. Observó a Taehyung, quien parecía ya relajado y rasgó nuevamente la piel de su oreja lastimada.

—Acepto.

El dulce se disolvió en su boca…

El sabor era agradulce.

[•••]

Un castaño delgado y de cabello corto permanecía de pie en una sala ostentosa con decoraciones rojizas. Observaba una réplica más pequeña del Jardín de las delicias de Jheronimus Bosch, maravillado por la dedicación y minucia en ella. Sus manos estaban escondidas en los bolsillos de su chamarra grisácea. Su vestimenta contrastaba con el ambiente lujoso construído en torno a él y rascó su pierna cubierta por su jean desgastado. Quiso venir lo más presentable posible, pero no poseía trajes de marcas o ropa relativamente nueva y no se podía dar el lujo de gastar dinero en sus necesidades.

Suspiró porque sus piernas entumecidas querían descansar sobre alguno de los tentadores sillones pero se negaba a tocar algo que valía más que su vida y que ni tres reencarcaciones le bastarían para compensar algún posible daño o pagar la cifra de dinero adeudada. Además, la música de jazz que sonaba de fondo le daba escalofríos e imaginaba miles de escenarios de horror con esa puesta en escena. Bostezó y se tragó su sueño cuando un hombre alto entró por una de las tantas puertas, a juzgar por su vestimenta, podría ser un mayordomo.

—Podrá pasar a la oficina cuando… —El chico dejó de oír el monótono tono del hombre cuando por el pasillo vislumbró una fina figura de un porte despreocupado y jovial. El mundo se realentizó por un segundo eterno, fue un frenesí de emociones que colapsó en su apagada mirada y prendió un destello en ellos cuando se encontró con unos ojos grandes, inocentes y llenos de vida. "Ojos de bambi", pensó al instante que su mente conectó con su corazón. Un árbol de cerezos brotó en su interior y desprendió sus flores entre ellos. La sorpresa lo desconectó de la realidad y volvió a ella cuando el muchacho desapareció de su vista.

Cerró sus labios cuando notó que quedó con la boca abierta. Carraspeó y asintió a las palabras del hombre, como si hubiese oído sus palabras.

»—Así que, Kim Taehyung, le pediré que aguarde unos minutos más por favor.

El castaño se quedó observando el pasillo vacío con la ligera esperanza de volver a ver al chico, no obstante, jamás sucedió, ni cuando salió de la mansión luego de una hora.

Click.

El flash de su cámara barata capturó la esencia de las flores con un ángulo desde el suelo y dejó participar al cielo en el deleite de la belleza. Sonrió triunfante y buscó a los alrededores algún escenario que pudiera congelar en el tiempo. Tenía que aprovechar esta oportunidad, había tantas cosas bellas que comprendían ese elegante edificio y no creía que en otra ocasión pudiera ingresar por su cuenta; al fin y al cabo, se trataba de una escuela primaria con una cuota de ingreso más cara que su casa. Seokjin lo había invitado por el festival cultural y no se pudo negar al ver la emoción cargada en sus ojos por mostrarle la atracción que tanto le costó realizar.

Seokjin se había ido a preparar la presentación con sus compañeros y él se tomó el tiempo para merodear y apretar el botón de su cámara. El jardín del lugar estaba lleno de colores, diferentes flores y árboles; también había una fuente de agua en el centro y aprovechó que no hubiera nadie en el lugar para liberar esa fascinación por las cosas preciosas. Le sacó una foto a la fuente y alejó la cámara para observar la preciosa imagen. La admiró por unos segundos antes de levantar el lente y enfocar algún objeto o escenario que valiera la pena almacenar.

Deslizó el lente por el borde de las flores, los patrones de las rejas con sus bonitos acabados o la textura rugosa de los árboles en plena catarsis hasta llegar a los balcones del primer piso. Fue cuando por la pantalla de la cámara que se convirtió en testigo de un reencuentro que, sin saberlo, tanto ansiaba. Luceros bailaron en su mirada almendrada cuando vio tan bonito perfil apreciar el paisaje con cierta nostalgia y su corazón latió despavorido al instante que sus mundos se encontraron. Otra vez pudo hallar esa joya en bruto, ese bonito color oscuro que resguardaban todo un universo y ese mismo universo, ahora mismo lo estaba observando con sorpresa.

Click.

Por reflejo apretó el botón de la cámara.

Al darse cuenta de lo que hizo, se exaltó y verificó que el chico siguiera allí. Se decepcionó cuando no lo encontró allí. ¿Lo habrá asustado?

—Te estaba buscando, ¿por qué te fuiste tan lejos? —Se quejó Seokjin cuando llegó a su lado en el salón principal donde se llevarían a cabo las exposiciones. Taehyung le regaló una sonrisa cuadrada como manera de disculpa.

—Perdón, es que ese jardín me tentaba.

Click.

Le sacó una foto a la escultura de Seokjin, dos metros de una figura a base de plástico reutilizado con formas de flores y que constituían un corazón gigante. Alzó su puño como modo de apoyo cuando su mejor amigo en el escenario lo observó nervioso y los aplausos resonaron hasta taladrar sus oídos. Sostuvo su cámara algo aturdido y cuando su mejor amigo terminó su discurso, se retiró del lugar para tomar un poco de aire. Salió por una puerta que suponía que daba al patio posterior y apoyó sus manos sobre sus rodillas para buscar estabilidad; su cámara colgaba a su costado y sus pulmones se inflaban para atrapar oxígeno. Todo el aire reunido quedó varado en su boca al oír una dulce y suave voz detrás de él.

—Te encontré.

Se volteó asustado y otra vez, como si fuera predestinado y mágico, los hilos se ataron.

—Taehyung —llamó su tía y el menor dejó su cámara en su cama recién tendida, en la pantalla del aparato se encontraba esa primera foto que marcó el comienzo de un rompimiento.

—¿Si, tía? —preguntó asomándose por la puerta.

—Iré a la tienda del señor Yeong, ¿podrías prender la ornalla de la cocina por favor? —Taehyung frunció su ceño y rápidamente salió de su cuarto para ir a la entrada.

—Puedo ir yo —contestó al ver la mirada blanquecina de la mujer y un bufido exasperado lo hizo encogerse.

—Puedo hacerlo sola, que me haya quedado ciega no significa que haya muerto en vida. Aún me quedan mis otros sentidos, ¿si? Deja de hacer berrinche y enciende la ornalla —regañó ofendida y el pequeño castaño infló su mejilla.

—Ya voy. —No tuvo que caminar muy lejos para llegar a la cocina. Escuchó la puerta cerrarse y suspiró asustado. La calle era un peligro, había autos, ladrones, gente peligrosa y miles de cosas que podrían terminar en un accidente. Tiró lejos esos pensamientos pesimistas y tomó el encendedor para prender la llama, sin embargo, no salió ninguna y gruñó cansado cuando cayó en cuenta que se habían quedado sin gas.

"No puede ser".

—¿Crees que pueda ser contratado como fotógrafo? —consultó y Seokjin dejó de tomar su jugo de naranja para contestar sin dudar.

—Por supuesto —afirmó—. ¿Por qué la pregunta?

—Quiero ganar dinero. —Su mejor amigo ladeó la cabeza—. Soy un niño, así que será difícil ganar dinero.

—¿Quieres que te preste-

—No —contestó de inmediato y Seokjin blanqueó los ojos.

—Recibir ayuda de vez en cuando no te matará, Taehyung.

¿Era así? ¿En serio era así? ¿Podía pedir ayuda? No, no era así. No podía pedir ayuda.

»—A ver, quiero ver las fotos que sacaste en el evento —pidió el azabache luego del silencio. Taehyung asintió sin pensarlo mucho, cerró los ojos para descansar mientras escuchaba los comentarios halagadores de Seokjin y en su interior, sonreía orgulloso. Sin embargo, un sonido despectivo lo hizo abrir los ojos—. ¿Por qué tienes una foto de un Jeon en tu cámara?

Taehyung le arrebató la cámara con el ceño molesto.

—Fue un accidente, estaba sacando fotos y por accidente le saqué la foto.

Seokjin lo observaba duramente.

—Es un Jeon, Taehyung. No te acerques a ellos —advirtió.

—¿Lo conoces? —preguntó curioso y Seokjin no esfumó ese enfado de sus facciones.

—No, pero no es difícil identificarlo. Piel pálida, ojos y cabello negro, mirada afilada. No es muy diferente a Jeon Jihyun, supongo que es su mellizo.

—¿Jeon Jihyun tiene un mellizo?

—Sí, Jeon Jungkook pero sus padres aún no lo presentaron públicamente —informó a duras penas—. Un par de veces lo crucé en la escuela pero pasa bastante desapercibido.

"¿Cómo puede pasar desapercibido?".

Seokjin sacudió su cabeza, recordó el inicio de la charla.

»—De todas formas, no te involucres con un Jeon. Ellos no traen nada bueno.

Ah… Hubiera seguido su consejo.

—Hola —saludó con su peculiar sonrisa.

El chico de cabellos negros se giró a observarlo y le mostró su inocente dentadura. El día del evento, luego de que Jungkook lo hubiera encontrado y este admirara su fotografía, mantuvieron contacto.

Jeon vestía casual pero Taehyung sabía que sus prendas seguramente costaban una fortuna.

—Hola, llegaste temprano —resaltó y Taehyung rascó su nuca nervioso, algo culpable de sus pasadas llegadas tarde.

—¿Vamos? —extendió su mano para ayudar a Jeon a ponerse de pie. Lo había esperado en el parque cercano al acuario que recurrirían, Jungkook le dijo que quería ir allí y Taehyung podría sacar fotos dentro. Por suerte, la entrada era gratis por una oferta para fomentar las visitas a centros culturales y el castaño aprovechó la oportunidad.

Una vez dentro, Taehyung le quitó el flash a su cámara y caminaron por los pasillos oscuros. Se encontraron con el primer estanque lleno de pequeños peces de colores y Jungkook corrió como un niño hacia el barandal que separaba a la gente del vidrio y quedó encantado por la danza de los animalitos. El castaño siguió atentamente sus acciones con un brillo en su mirada y alzó su cámara para sacarle una foto a la delgada figura delante del estanque que resguardaba un escenario fantasioso. Jungkook se volteó cuando escuchó el click y sonrió emocionado, señalando a los peces que iban de aquí para allá.

Taehyung lo apreció de lejos.

Pasaron por varios estanques. Tiburones, mantarrayas, peces globos, anguilas, etc. Jungkook observaba todo con ese brillo inocente, uno tan atrayente y encantador a su manera.

Ambos reían al salir del acuario. Ambos disfrutando del momento con los ojos cerrandos y dejándose llevar. Taehyung se olvidó por completo del apellido que estaba atado al destino de la persona a su lado.

—¿Hace cuánto tienes la cámara? —preguntó Jungkook cuando estuvieron sentados en una zona tranquila de un parque cercano. Taehyung acarició el aparato colgado de su cuello.

—Desde que era niño, fue un regalo de mi madre… Es lo único que conservo de ella —contó con cierta tristeza mezclada con resentimiento. Jungkook parpadeó algo confundido y Taehyung sonrió para relajarlo—. De todas formas, está en el pasado. ¿Quieres comer helado?

—¿Sabe rico? —cuestionó receloso y Taehyung abrió exageradamente los ojos.

—¿¡Si sabe rico!? ¡Es delicioso! —afirmó con baba invisible bajando por su mandíbula a cascadas—. Definitivamente debes probarla… —Guardó silencio al ver la expresión afligida de Jungkook y entendió que hablaba muy en serio—. Lo siento —susurró y tiró ligeramente de la remera del chico—. Podemos ir a tomar helado cuando quieras.

"O cuando obtenga dinero", pero no quería apagar esa ilusión en los nochezcos ojos.

Acompañó a Jungkook cerca de su casa, no lo suficiente para ser vistos por los Jeon pero bastante para asegurarse de que el chico llegara a su casa. Estaban a punto de despedirse cuando una voz suena a sus espaldas y Taehyung se voltea a la defensiva, en cambio, Jungkook se encogió en su lugar. Notó la lejanía que se había formado entre ellos.

—¿Dónde estabas, Jungkook? —El castaño quiso ver al portador de aquella demanda y encontró un rostro similar del muchacho que tenía a su lado. Sin embargo, ni siquiera se acercaba a la inefable sensación que le trasmitió Jungkook; ese chico solo exhalaba una vibra tétrica que le erizó los vellos.

—Jihyun… —murmuró Jungkook a su lado y el castaño se tensó por completo. ¿Aquel era Jeon Jihyun? Era la primera vez que lo veía en persona—. Estaba volviendo, solo salí a pasear —rio nervioso y sonrió de una forma que a Taehyung no le agradó. Le gustaba más la sonrisa que había puesto mientras observaba los peces en el acuario.

Jihyun se quedó en silencio, posó sus vacíos ojos sobre Taehyung y este se removió inquieto.

—Vuelve a casa, Jungkook. Ya es tarde —ordenó sin apartar la mirada del castaño.

Jungkook no dijo nada hasta que su mellizo pasó por su lado en silencio y se desvaneció entre las sombras que creaba la tarde. Taehyung no supo interpretar la mirada apagada de Jeon y sintió tristeza.

Las salidas fueron recurrentes. Se encontraban e iban a algún lugar de visita o simplemente encontraban un lugar tranquilo, lejos de las miradas, para charlar. Con cada encuentro, el corazón de Taehyung latía con mayor vigor.

No obstante…

—¿Algún día podré ir a tu casa? Tú ya conoces la mía. —Jungkook infló su mejilla izquierda.

Taehyung rascó su nuca y desvió la mirada. Rio para disipar alguna sospecha.

—Algún día, supongo —contestó sin realmente estar de acuerdo con esa respuesta. En su corazón, una pequeña espinita le inyectaba una especie de culpa por ocultarle su estilo de vida a Jungkook… Pero no podía visualizar a un chico como Jungkook en su pequeña casa, llena de goteras, paredes con signos de humedad o sin grandes delicias en su refrigerador. Y ese miedo crecía en su pecho cada día, un miedo de ver el asco en esos grandes ojos al enterarse de que la persona a su lado en realidad no era de su clase.

Acarició el botón de su cámara con tristeza ante la sonrisa satisfecha de Jungkook, quien creyó en sus dudosas palabras.

Suspiró lastimado por dentro y siguieron caminando. El parque en primavera se llenaba de flores y quería sacar un par de fotos como recuerdo.

Cambiaron el tema de conversación y se interesaron en el tipo de comida que les gustaban. Jungkook respondió con platillos ostentosos o nombraba restaurantes de alto prestigio y por su lado, quiso retroceder y guardarse su "mi comida favorita es la hamburguesa que venden en la tienda de convivencia cerca de mi casa", mas, guardó silencio y nuevamente comenzó a negarse a sí mismo.

—Ya es tarde, ¿crees que tu cámara capture las flores? —preguntó Jungkook con sus cejas arqueadas hacia arriba y Taehyung levantó su dedo pulgar con una sonrisa.

—El parque estará iluminado y puedo usar esas luces. Está bien, además le dará un toque nostálgico y bonito —animó y le contagió las energías a Jungkook.

Al llegar al parque, Jungkook se sentó en un banco mientras veía como Taehyung hacía diferentes posiciones para sacar fotos de muchos ángulos. En algún punto, Taehyung le había pedido al contrario que posara entre las flores y así lo hizo. El color —ya pálido— de la piel de Jungkook era absorbido por la luna y contrastaban con la viveza de la primavera en el auge del atardecer. Kim apreció la obra de arte a través de la pantalla, pero esta no era suficiente y no se acercaba en lo absoluto a la belleza en todo el sentido de la palabra. Apartó el aparato y lo apreció con sus propios ojos, endulzado por el chico que sonrió tontamente sin una razón aparente.

—¿Qué sucede? ¿Tengo algo en mi rostro? —Jungkook se tocó la cara asustado y Taehyung negó con una pequeña risa.

—No es nada —respondió con un tono bajo y sacó otra foto con la luna cayendo sobre sus figuras, así reforzando la inminente atracción.

Después de la sesión de fotos, se sentaron en un banco a hablar un poco sobre temas triviales y algunas cuestiones algo profundas. Taehyung se cuestionó si la noche embriagaba a las personas, porque no podía comprender aquel raro sentimiento que se mecía entre ellos, como si estuvieran más cerca que nunca. Se preguntaba si Jungkook sentía lo mismo.

Miró el cielo nocturno, tan inmenso y hermoso.

Al salir de parque, Jungkook de pronto hizo un pregunta que creyó olvidada.

—¿Por qué estabas en mi casa aquel día?

Taehyung abrió su boca titubeante y deslizó sus almendrados ojos lejos de esa expresión confusa y en busca de respuestas que no quería darle.

—Yo-

Aunque, fue interrumpido por una brutal embestida que lo hizo tambalear y soltar la cámara entre sus manos. Cayó al suelo junto a un sonoro crujido que hizo eco en su cabeza, una repetición tan sosa y llena de malicia, como si aquella cámara fuera el contenedor de una energía oscura, resentida y llena de tristeza… Y odio. Los delgados labios de Taehyung temblaron al igual que sus pupilas opacadas y comprimidas de la estupefacción. Los grillos resonaron en su cabeza, el pequeño grito de Jungkook sonó lejos de su raciocinio y las avellanas fueron consumidas por una plaga de moho, una masa negra que envolvió su corazón.

Fijó su nublada vista en el hombre —evidentemente— ebrio y un burbujeo nació desde su estómago hasta consumir las venas de sus puños.

—Oye, no es para tanto —excusó la voz rasposa y deslizante del hombre. Ese tono torpe, pausado por hipos y una sensación tan distante que su mente se desprendió.

Su corazón fue consumido por su ira y el deseo indomable de sus impulsos.

Cuando volvió en sí, tenía los puños ensangrentados y al ebrio bajo su pequeño cuerpo, a su lado escuchaba súplicas junto a un ligero llanto. La mitad de cara ardía y estaba seguro que recibió un duro puñetazo.

"¿Qué?"

Bajó su vista hacia la mano que se aferraba a su brazo y abrió sus labios con la necesidad de decir algo que aún no había formulado.

—Jungkook —llamó con la voz quebrada y cansada, cansado de sí mismo y de esa maldición que no podía separar de su vida. El bonito chico que lo había cautivado desde el primer momento lo observó con sus vidriosos ojos y mejillas rojas de la desesperación. Quiso posar su palma en el pálido rostro y sentir esa suavidad que lo reconfortara, pero se detuvo a medio camino, observando sus nudillos rojos y bajó la cabeza decepcionado—, lo siento.

Jungkook no volvió a hablar, solo lo dirigió a una tienda de convivencia para comprar vendaje, alcohol y algodón. Taehyung se quedó afuera, no se atrevió a refutar las acciones del chico y obedeció. El silencio de la noche lo estaba haciendo añicos y ya no quería prolongar esa tortura, solo quería que Jungkook le reafirmara el monstruo que era y se alejara.

No dijo nada cuando una cálida mano tomó la suya para comenzar un paseo sempiterno bajo los faroles de Seúl. Miró la espalda de Jungkook y quiso hablar, no obstante, con cada intento parecía querer romper en llanto y ya tuvo suficiente para que sus emociones volvieran a explotar. Se adentraron a una atracción para niños en una plaza dentro de un gigantesco parque, era pequeño pero ambos entraban en ese reducido espacio cerrado y con una única entrada. Jeon sacó —en silencio y con cuidado— las cosas que había comprado.

El toque en su rostro fue delicado, una ola paralizante y ardiente se extendió por su pómulo cuando el algodón aterrizó en su lastimada piel. Intimidado por la seria expresión de Jungkook, intentó quedarse quieto y bajó la vista, incapaz de mirarlo a los ojos. Observó el piso engomado… Goma que fue llenada lentamente por pequeñas gotas de agua. El contacto sobre sus heridas se pausó y eso lo incitó enfrentar la mirada de Jeon.

Solamente encontró una mirada cristalina, un rostro bañado de lágrimas de tristeza y no de enojo o asco como pensó.

—Lamento lo de tu cámara… Fue un regalo de tu madre y… —sollozó mirando la bolsa con el cadáver de muchos recuerdos congelados.

Los ojos de Taehyung obtuvieron un brillo y se sintió tan pequeño y querido. Abrió su boca y soltó un llanto alto, transparente y doloroso.

Abrazó al chico y negó una y otra vez. Negó el retumbar de su corazón, negó el impulso que invadía su pecho, se negó a sí mismo y a su pasado.

—No tiene importancia, no tiene importancia —repitió las veces que hicieran falta para convencer a Jungkook y tal vez, también convencerse a sí mismo. Unos brazos lo envolvieron y dejó de sentirse solo.

Los grillos cantaron.

Taehyung tarareó una canción mientras esperaba a Jungkook. Estaba ansioso por saber por qué le había insistido por encontrarse, creyó que por los acontecimientos del día de ayer no le volvería a hablar y aquí estaba, esperando a que llegara el chico que traía la dulce noche consigo.

—Lo- lo lamento, ¿esperaste mucho? —preguntó Jungkook al llegar corriendo, se detuvo a descansar con las manos sobre sus rodillas y una mochila colgando de su espalda. Taehyung ladeó la cabeza con curiosidad.

—No, acabo de llegar —mintió. En realidad llevaba esperando media hora, pero valió la pena al ver los ojos llenos de vida mirarlo con tanto afán.

—Perdón por llamarte de repente, pero todo fue tan- —calló y tomó aire— inesperado —completó y sintió alivio al ver la sonrisa inocente. Era el mismo de siempre. Jungkook se sacó su mochila con un extraño cuidado y Taehyung apretó sus labios con ímpetu, emocionado de saber qué había ahí adentro—. Antes de eso… Quiero hacerte unas preguntas. —Todo el alivio que reunió el castaño se deslizó hasta su estómago y se estancó. Oh, eso nunca significaba algo bueno.

—¿Sobre… qué exactamente? —No quiso sonar a la defensiva ni tampoco demasiado desconfiado, solo no pudo evitarlo. Jungkook le regaló una pequeña sonrisa para calmarlo y fue tomado con cuidado del brazo. Se sentaron en el césped de aquel abandonado lugar, el patio de una fábrica que había cerrado hace dos años.

—Ayer… —Taehyung quiso huir, no quería contestar porque hablar con la verdad significaba  revivir su pasado y eso traía cosas malas—. Sobre lo de ayer… ¿Qué sucedió exactamente ayer? Ya sabes de qué hablo, Taehyung. —Lo vio encoger sus hombros, ¿del miedo? ¿O de preocupación?—. ¡N-no te equivoques! No te estoy reprochando ni nada, solo… Solo quiero entender qué sucedió. —Jungkook dejó su mochila a un lado con delicadeza y abrazó sus piernas, apoyó su mejilla en una de sus rodillas y observó a Taehyung con esos ojos de bambi—. Tu cámara fue un regalo de tu madre y entiendo tu enojo… Pero… —murmuró y Taehyung desvió la mirada. Sabía a qué se refería. Quedó en silencio hasta que una mano lo tomó de la mandíbula y lo giró con el cariño de una pluma. Ligero, suave y agradable. Sus avellanas brillaron cuando se encontró con esa galaxia infinita.

—Yo… Fui diagnosticado con TEI —balbuceó dejando escapar unas lágrimas avergonzadas de su secreto. Su expresión era débil y apartó a un costado su mirada.

—¿TEI? —Su corazón latió con miedo, miedo al rechazo. Aunque, si apuraba el proceso, tal vez fuera menos doloroso.

—Trastorno explosivo intermitente… Estoy yendo a terapia —aclaró.  En realidad, "iba" a terapia. Apretó su propia muñeca y unos dedos hicieron presión sobre su mano para que aflojara el agarre y dejara de hacerse daño.

—No te hagas daño.

—¿No dirás nada?

—¿Qué quieres que diga? Sigues siendo Taehyung… Pero estoy feliz de saber más de ti —confesó limpiando las lágrimas del castaño con un cariño inusual.

—Y también soy pobre. —Cuando no oyó una respuesta y el tacto se alejó, supo que su suerte se había acabado. Sin embargo, no esperó la melódica risa que llenó sus oídos. Jungkook se tomaba de su estómago y presumía de su resplandeciente sonrisa.

—¿Y?

—¿Cómo que "¿Y?"? Somos de mundos diferentes —explicó enfadado y Jungkook volvió a reír.

—¿Y eso es acaso un obstáculo? —rebatió divertido—. No me importa si eres pobre, si tienes TEI o eres fan de Justin Bieber —agregó aquello último en broma y le quitó una carcajada a Taehyung, quien abruptamente se sumió en una inigualable tranquilidad.

—Pero tú eres fan de Justin Bieber —contraatacó y Jungkook quitó sus manos del rostro del castaño e hizo una mueca ofendida que luego cambió a una risa.

—No puedo negarlo —aceptó y Taehyung ya no sentía aprisionado. Los minutos pasaron, charlaban de cosas tontas y algunas más reflexivas. Uno sentado a un lado del otro, alejados de la gente, alejados de una sociedad corrupta y juzgadora.

»—Quiero conocer tu casa —manifestó luego de unos minutos de pura tranquilidad y Taehyung hizo una expresión inquieta.

—Mi casa es un asco. No será de tu agrado. Demasiado pequeña, informal y…

—Acogedora. En un futuro, quisiera una casa pequeña y acogedora —declaró y Taehyung alzó una ceja—. ¿Qué? Las casas grandes dan miedo.

Taehyung rio y negó.

—De todas formas…

—Hey, no es justo que solo tú conozcas mi casa.

Y esa lógica le resultó bastante sensata. Además, no se podía negar a esa mirada llena de ilusión.

Allí estaba, abría la puerta de su casa con cautela y antes de permitirle a Jungkook ingresar, se aseguró que no hubiera nadie en casa. Su pecho se sacudía inquieto cuando dejó entrar a Jeon y analizó cada gesto, no hubo repudio ni rechazo, solo curiosidad y emoción. Una sonrisa apareció en esos delgados labios rosados y Taehyung pudo sentirse relajado, ahora un poco más confiado.

—¿Dónde está tu cuarto? —preguntó impaciente y Taehyung tomó su mano para guiarlo. El contacto era cálido, se expandía más allá de su mano y llegaba hasta su corazón, llenaba ese vacío en su pecho que se había formado con la indiferencia del tiempo. Jungkook soltó un chillido emocionado cuando entró a su pequeña habitación y notó la tabla con fotos en una de las paredes. Lo observó desde el umbral de la puerta y apoyó su cuerpo sobre el marco, apreció como Jungkook miraba todo con la emoción de un niño—. No tienes fotos de personas —señaló.

—Oh, le sacó fotos a las cosas que me gustan. No me gusta sacarle fotos a las personas.

Jungkook quedó en silencio y Taehyung creyó que dijo algo malo.

—Tengo algo para darte —admitió y se sacó la mochila de su espalda con una lentitud que lo desesperó. ¿Al fin podría ver qué había allí adentro?—. De nuevo: lamento lo que sucedió con tu cámara. Era un regalo importante para ti, un recuerdo de tu madre y ese idiota te lo arrebató —comentó con la furia asomando su sombra entre sus palabras.

—Ya dije que no te preocuparas —suspiró y se dedicó a trazar con la mirada las espinas de su pequeño cactus—. Además, no era tan importante… Más bien no era un regalo, solo una atadura.

Jungkook quedó boquiabierto y sus manos sujetaron con fuerza su bolso rojo.

—¿Por qué sería una atadura un regalo? ¿No amas sacar fotografías? —cuestionó inquisitivo y dejó caer ligeramente sus párpados.

Taehyung rascó su brazo izquierdo y tomó asiento sobre su cama con sábanas azules.

—No es eso… Amo tomar fotografías. La fotografía me ayudó a no decaer por completo, pero esa cámara no fue una puerta a una liberación, fue la entrada a una prisión. Odio esa cámara, odio el significado de tenerla y en parte, estoy aliviado de ya no tenerla. —Sus dedos se enredaron entre sí al igual que sus recuerdos. Flotaban torpemente como hojas caídas en otoño.

—¿Por qué la tenías entonces? —La ligera luz de una vela se apagaba en sus ojos, parpadeaba y se esfumaba lentamente.

—No lo sé —respondió con un brote de angustia en su grave voz.

El silencio se formó entre ellos y agradeció que Jungkook ya no estuviera haciendo preguntas. No quería entrar a esa casa opaca en un denso bosque, no quería abrir esa puerta de dolorosos recuerdos. Ya le había costado mucho poner candados para no dejar salir todo eso que no quería volver a sentir, como para volverla a abrir.

Vio los pies de Jungkook entrar a su campo visual y un dedo levantó su mandíbula. De nuevo con ese cariño, de nuevo con esa calidez innata.

—Entonces crea nuevos recuerdos —ofreció Jungkook bajando sus dedo hasta enredar el toque en su mano. Su palma fue expuesta, se sobresaltó cuando una bolsa cayó y quedó colgada por la fuerza de sus largos dedos.

—¿Qué- qué es esto? —Una bolsa roja con un listón. No supo cómo reaccionar a eso y balbuceó oraciones incoherentes. Jungkook soltó esa risa de "todo está bien", un sonido que expresaba hogar.

—Ábrelo —incitó y no sabía cuál de los dos estaba más emocionado.

Obedeció confundido y abrió la bolsa. Dentro había una caja envuelta con un papel de regalo y sus ojos brillaron. Sus movimientos ganaron confianza y arrancó el envoltorio para encontrar una imagen de una cámara. Su respiración se estancó y dejó caer al suelo los restos; pretendió meditar con esos segundos de shock, aunque los saltitos entusiasmados de Jungkook lo instigó a proseguir.

El contenido de la caja era una cámara ostentosa, demasiado costosa a simple vista y consigo el resto de accesorios. Sus dedos temblaron y no supo qué decir.

—¿Esto… para qué… me lo das? —preguntó con las mejillas rojas. Jungkook sonrió y unas preciosas arrugas se formaron a los costados de sus ojos.

—Es un regalo para ti.

Su garganta se secó… Pero su corazón se aceleró.

—No… No puedo aceptarlo. Yo- yo no puedo pagarlo. —Guardó silencio cuando Jungkook por primera vez lo observó enfadado. Dejó con cuidado la bolsa en el suelo y negó con la cabeza. Un dedo picoteó su pecho.

—Guarda silencio, tontotae.

—¿Tontotae-

—Yo decidí darte este regalo porque quise. Porque adoro tus fotos y no me vas a hacer cambiar de opinión, ¿entendido? No permitiré que rechaces mi regalo o te perseguiré hasta el infierno por pisotear mi orgullo, ¿o-ís-te? —Taehyung asintió enternecido y a la vez levemente asustado por la amenaza.

—¿Me estás amenazando para recibir tu regalo? —bromeó y Jungkook alzó sus hombros.

—Quizás.

—Eres una mala persona —declaró y tomó al chico de sus antebrazos, quien soltó un gritito de sorpresa al caer a la cama y quedó atrapado bajo el cuerpo de Taehyung.

Las risas llenaron la estancia cuando los dedos traviesos se colaron en las arrugas de la ropa y dieron vueltas por la cama en un combate de dominación. El regalo estaba a salvo fuera de la cama, lejos de los ataques de los juguetones adolescentes.

Taehyung se reincorporó cansado y apoyó su peso sobre sus antebrazos para poder alejarse del cuerpo de Jungkook. Sin embargo, revivió ese primerizo sentimiento inefable cuando sus miradas volvieron a encontrarse. El cálido color de la avellana siendo acariciada por las brisas de una fresca noche con luna. Mechones revueltos, piel perlada, pecho incontrolable y esos delgados labios atrayentes se abrían y cerraban en busca de regular su exaltada respiración.

No lo pensó dos veces porque era impulsivo.

Fue impulsivo cuando, suavemente, posó sus propios labios sobre esa fruta prohibida.

El tacto fue suave, rápido y torpe.

Y reaccionó.

Se alejó sin detenerse a ver la expresión del azabache y la gravedad hizo su trabajo cuando cayó de espaldas directo al suelo. Su columna vertebral recibió un daño —nada grave— y comenzó a marearse por el brusco cambio de perspectiva. Jungkook primero se asomó por el borde la cama a revisar y luego soltó una carcajada. Taehyung se quedó tendido en el suelo y le pidió a algún dios existente que lo desapareciera en ese preciso momento. Si no se movía, probablemente Jungkook no lo notaría.

—Lo siento… Por eso —comentó Taehyung cuando ya no aguantó la penetrante mirada sobre él. Tapó su rostro con sus brazos y apretó sus labios para calmar el calor en sus mejillas. No recibió una respuesta e intuyó que eso era un rechazo. Idiota, idiota, idiota. ¿Cuándo sería el día que pensara antes de actuar?

Un tímido toque se asomó por su antebrazo hasta tomar sus manos y destapar su rostro de tomate. Otra vez esa galaxia, más brillante que nunca y esa sonrisa que curaba cualquier herida mortal. Tal vez… Fue gracias a ese gesto que su corazón lastimado había cicatrizado.

—Hazlo de nuevo —pidió dulcemente con timidez y sin saberlo, estuvo esperando por ello.

Besos, puentes de saliva y el click de una cámara cuando Jungkook descansaba envuelto en sus sabanas después de una larga sesión de besos. Era feliz, era realmente feliz y Jungkook fue quien le brindó esa infinita felicidad, una que había dejado de perseguir hace tiempo.

—¿A qué secundaria iras? —le preguntó a Seokjin luego de darle un mordisco a su sándwich. El azabache puso mala cara.

—A Seungli —afirmó con asco y Taehyung parpadeó sin entender.

—¡Pero eso es genial! ¿Qué hay de malo en eso? —cuestionó inocentemente y Seokjin negó con dramatismo.

—Tae, Tae, Tae, no entiendes nada, pequeño tigre. —El nombrado resopló—. Seungli es una escuela élite y estará lleno de niños ricos-

—Pero tú eres un niño rico.

—Cállate, déjame terminar —silenció y volvió a tomar una profunda calada para continuar—. Estaré rodeado de hipócritas, ¿entiendes eso? —Observó con intensidad a Taehyung que mantuvo su ceño desinteresado y le daba un exagerado mordisco a su sándwich.

—Ajá —contestó y rio divertido cuando Seokjin le dio un golpe en el brazo.

—-Hablo en serio —suspiró—. Personas que me caen mal estarán allí, Jeon Jihyun por ejemplo —murmuró arrugando su nariz y Taehyung asintió—. ¿Ah? Ni siquiera lo conoces, ¿o si? —Oh, ¿fue descubierto? Se sintió nervioso bajo esa mirada y rascó su nuca.

—Si tú lo odias, yo lo odio. Además, me has hablado de él y parece ser un completo imbécil —explicó para intentar despistarlo y Seokjin pareció tragar su excusa. Aunque, no era del todo mentira. En boca de su mejor amigo, Jeon Jihyun era un completo idiota con él y solo con eso, se había ganado su desagrado. El casual encuentro que tuvieron cuando llevó a Jungkook a su casa, solo reafirmó esa imagen.

—De todas formas, él no es el único problema. Su mellizo también estará ahí, será como tener a dos Jihyun ahí y no solo él, Minseok también.

—¿Tu primo también? —La verdad le importaba un comino el parlanchín, estaba interesado en la primera afirmación. Jungkook no era para nada una copia del gusado de su hermano, era todo lo contrario; dulce, ingenuo y amable. Había momentos donde quería contarle a Seokjin sobre su actual relación romántica y se echaba para atrás por la tensión que existía entre ambas familias.

—Sí, es lo normal. Las grandes familias llevan a sus hijos a Seungli. Estudiar allí te abre muchas puertas a grandes universidades —indicó y se llevó una lechuga a su boca. Dejó de comer y observó a su amigo con ese sentimiento que a Taehyung no le gustaba, porque significaba que seguido del gesto, vendría una propuesta desconcertante—. ¿No quieres venir a Seungli conmigo? Sé que es un nido de hipócritas, pero será un impacto positivo para tu futuro y si estás conmigo, nadie se meterá contigo.

—Jin, ya te lo dije. No eres mi padre para atribuirte esa responsabilidad —rechazó—. Eres mi mejor amigo, así que no me debes hacer estos favores.

El azabache suspiró con tristeza.

—Sería bueno que algún día aceptaras mi ayuda.

Taehyung no contestó. A veces era tentado y quería aceptar, esas ocasiones solían aparecer cuando tocaba fondo y ya no podía con el peso de sus problemas. Pero no quería arrastrar a su mejor amigo al fondo del océano junto a él. No podía imaginar que algo malo le sucediera gracias a los monstruos del pasado.

—¿Qué piensas, Kim Taehyung? —Esa fría voz disfrazada de cariño generó un profundo repudio en la boca de su estómago y veía venir el vómito. La mujer detrás de ese escritorio sonreía falsamente y no pudo evitar arrugar su nariz, una risa elegante llenó la estancia—. Eres inteligente y te has ganado una beca, ¿no te parece genial?

—¿Usted me recomendó, señora Jeon?

—Umh, cambia el "señora" por "señorita", suena mejor y respecto a lo otro, claro. Tienes potencial, ¿no lo ves? —aclaró mostrando sus dientes y Taehyung rodó los ojos, no estaba asustado, estaba asqueado.

—Pero no obtuve la beca por mis propios méritos, sino por su influencia. Así que realmente no es un logro personal y no debería festejarlo ni estar feliz —respondió tajante y la mujer estrechó los ojos, aún con esa pequeña sonrisa.

—Míralo como un premio, muchacho. Te has portado bien y necesitas ser premiado por tu trabajo. Siéntete feliz por ser competente para la familia, ¿si? —Jeonghee se recostó ligeramente en la silla con ruedas y mantuvo su quijada elevada y firme. Entrelazó sus piernas y su traje se tensó—. Acepta mi regalo, Kim Taehyung.

—No es como si tuviera otra opción.

Cerró los ojos con resignación.

—¿Por qué tan pensativo? —preguntó Jungkook con somnolencia, acariciando su pecho con pereza y sonrió enternecido por la imagen a su lado izquierdo. Le dio un beso a su frente y lo abrazó.

—Eres tan bonito —halagó y Jungkook le dio un golpe a su hombro.

—No digas de repente esas cosas —balbuceó avergonzado y Taehyung estampó sus labios. Con cada beso, sus labios inexpertos mejoraban en los movimientos y subían de nivel. Eran solo dos recientes adolescentes tanteando las sensaciones de la vida y lo bien que se sentía besar a la persona que amaban.

Jungkook entreabrió sus labios y una juguetona lengua se deslizó entre la húmeda cavidad. El choque fue avasallador, caliente y resbaloso. Un gemido bailó entre ellos y Taehyung se separó para observar al emisor de tal sonido lujurioso. Esos oscuros ojos tenían un toque lascivo, seductor y excitante, no tardó en atacar esa boca de nuevo con mayor salvajismo e intensidad. Las posiciones intercambiaron y ahora quedó arrinconado contra el colchón con su novio devorando lo que le pertenecía. Llevó sus grandes manos a su trasero cuando sintió un toque travieso a sus pezones.

—¿Dónde estás tocando? —cuestionó con broma y Jungkook sonrió juguetón.

—¿Y tú dónde crees que tienes las manos, Taetonto? —refutó y Taehyung mostró su cuadrada sonrisa.

Estaba enamorado.

Su corazón latía rápido, el burbujeo cálido en su estómago y el cosquilleo ansioso en sus dedos por tocar ese lienzo confirmaban sus sospechas.

—Vayamos al parque luego —pidió Taehyung sobre la boca impropia. Jungkook asintió, devolviendo el beso con ternura.

Click.

Jungkook posó junto al estanque con sus lentes de sol negros y Taehyung carcajeó al ver la exagerada expresión de soberbia. La melodía se completó con la suave y dulce risa de su pareja.

—¿No crees que ya tienes muchas fotos mías? —La pregunta vino con el acercamiento de Jungkook. Le mostró las fotos con entusiasmo.

—Por supuesto que no —dijo feliz y colgó su cámara sobre su cuello. Quería besarlo ahí mismo, pero Jungkook ya había sido totalmente explícito con rehusarse a las muestras de amor en público y aceptó a duras penas. No ayudaba mucho que su cuerpo a veces actuara impulsivamente e hiciera movimientos peligrosos que se ganaban protestas.

Jungkook estaba concentrado en observar con detenimiento las fotos y sus ganas de besarlo comenzaron a impulsarlo. Sin embargo, sus articulaciones se congelaron al ver a lo lejos a su mejor amigo con esa cara que —sabía— no traía nada bueno.

—¡¿Por qué estabas con Jeon Jungkook?! —cuestionó cuando entraron a la habitación de Seokjin luego de haberse despedido de Jungkook. Había saludado a los trabajadores de la mansión y no vio a ninguno de los señores Kim en el rápido camino hasta el segundo piso.

—¿Por qué? ¿Por qué debería decírtelo? No te incumbe —masculló y dejó su cámara a un lado al ver la piel de su mejor amigo rojo de la furia.

—¡Claro que mi incumbe como tu mejor amigo! ¡Me preocupo!

—¡No tienes que preocuparte por nada! ¡Solo estaba con él!

—¡Es un Jeon, Taehyung!

—¿¡Y!? ¡Él no es como su familia! ¡Ni siquiera lo conoces! —defendió y el enojo se coló por su sistema.

—¡No necesito conocerlo para saber lo que es! ¡Su apellido lo dice todo! —argumentó colérico. Alzaba las manos y estrechaba sus hombros, dándole mayor potencia a sus gritos.

—¡¿Desde cuándo eres tan prejuicioso?! —Pasó con fuerza su mano por su frente en busca de calmarse.

—¡No es ser prejuicioso, es ser cuidadoso! ¡Es un hecho que su familia está podrida hasta la médula! ¡¿Acaso no hablamos de esto?! —La rabia llegó a un punto donde los ojos del azabache se cristalizaron y creía que también llegaría a ese extremo.

—¡Jungkook es diferente!

—¿¡Por qué lo defiendes tanto!? —exclamó y Taehyung del puro enojo, soltó lo que tanto guardaba.

—¡Porque lo amo! —Calló tan pronto lo soltó. Cubrió su boca con sus manos y Seokjin no disimuló su impacto. Cerró sus ojos dispuesto a afrontar el rechazo y los insultos, gritos llegaron, pero diferentes a lo que él creía.

—¡¿De todas las personas en el mundo justo tuviste que fijarte en un Jeon?! —bramó frustrado y se sentó en su cama. Taehyung se apoyó en el escritorio detrás de él y tomó largas respiraciones para aflojar sus puños—. Justo en un Jeon, Taehyung… —suspiró roto—. No me molesta si también te gustan los hombres, solo… ¿Un Jeon? Ellos no traen nada bueno…

»—Solo traen desgracia.

Esas palabras se quedaron grabadas junto a las lágrimas que Seokjin derramó esa tarde. La sensación molesta en su pecho seguía allí y para deshacerse de ella, abrazó a un dormido Jungkook a su lado izquierdo. Este estaba de espalda con su respiración tranquila y lucía como un completo ángel. Besó su sien, este se removió y se apegó a su pecho. Sonrió con cariño y se acomodó para dormir. Hundió su nariz entre los negros mechones y se dejó envolver por la oscuridad.

No quería pensar en eso. Jungkook era diferente.

—¿¡Ah!? —gritó Seokjin cuando le dio la noticia—. ¿¡Conseguiste una beca!? —Seokjin se levantó de la cama con una sonrisa emocionada y se tomaron de las manos para dar saltos de alegría. La noticia fue repentina para Taehyung y tan pronto la recibió, corrió hasta la mansión de su mejor amigo y —no sin antes saludar a cada empleado del lugar— entró a la habitación como un huracán.

»—¡Sabía que lo harías! —comentó y en el interior de Taehyung, la felicidad disminuyó un poco ante el recuerdo de esa sonrisa.

"Acepta mi regalo, Kim Taehyung".

A la siguiente persona que se lo dijo fue Jungkook, este había ido a su casa cuando su tía no estaba y cuando estuvieron en su cama, soltó —un poco desganado— la información.

—Gané una beca en Seungli.

Jungkook lo observó por unos largos segundos y luego acarició sus mechones.

—Eso es genial —susurró dándole un beso en la mejilla—. Iremos a la misma escuela entonces —sonrió y Taehyung dejó a un lado su vacilación para devolverle esa felicidad.

El día de la inauguración para los recién llegados arribó en Seungli. La entrada estaba decorada con flores y había un gran cartel con la palabra "Bienvenidos"; el jardín mantenía aires de lujo y al entrar al edificio, la magia continuó. Las paredes eran de un color sutil pero nada realmente vibrante, madera refinada y había una estatua en honor al fundador de Seungli; un fino escritorio y alto ocultaba a la recepcionista con anteojos que le sonrió al verlo. Le mostró su papel y ella le indicó amablemente dónde quedaba la sala de actos.

Los pasillos tenían cuadros y bonitos adornos florales que disfrutó. No pudo evitar sacarle el seguro a su cámara y comenzó a fotografiar los paisajes llamativos y hermosos. Había personas, adultas y jóvenes, la cantidad se concentraba a medida que llegaba a su destino.

—¡Tae! —llamó su mejor amigo y Taehyung alzó una ceja al ver el cambio radical en su apariencia.

—¿Te teñiste el cabello? —Seokjin se sonrojó y desvió la mirada.

—¿Me queda tan mal? —Taehyung bufó y le dio unas palmadas en la espalda.

—Sabes que todo te queda bien —comentó y se ganó la sonrisa de su mejor amigo—. ¿Y por qué estamos aquí?

—Para la presentación de la escuela, nos van a informar de diferentes cosas; luego la rectora y el presidente del centro estudiatil darán un discurso para cerrar la inauguración.

—Que aburrido —afirmó y Seokjin estuvo de acuerdo.

Estuvo un par de minutos buscando con la mirada a Jungkook y no lo encontró en ningún lado.

—Escúchame atentamente, Taehyung —susurró su mejor amigo —ahora peli-rosa— a su lado y se acercó discretamente para escucharlo mejor sobre el bullicio incesante en el salón.

—Te escucho.

—Hay un par de cosas que debes tener en cuenta si estudiarás aquí. En esta escuela lo importante es la reputación, jerarquía y el apellido. La jerarquía es importante y debes saber quiénes son los nuevos peces gordos; también con quiénes debes juntarte y con quiénes no. —Tragó saliva y asintió—. A las 12 en punto, Kim Namjoon. —El mencionado estaba riendo junto a otros chicos, al parecer su carisma atrajo a otros estudiantes—. No es un mal chico y es amigo de la familia, solo intenta no meterte con él, su familia es poderosa y no deberías tampoco enojar a alguien gentil. Dan miedo.

»—El de allí —apuntó con sus ojos—. Ya lo conoces, es mi fastidioso primo, Kim Minseok. —El muchacho de baja estatura charlaba con otro chico y comía de unas gomitas—. Puede parecer indefenso y realmente puede que lo sea, pero realmente es mejor estar cauteloso con personas así. Solo ten cuidado si le llegas a hablar y cuida de tus palabras, porque a partir de ahora las paredes tienen ojos y oídos.

—Que miedo —admitió Taehyung arrugando su nariz.

—Ese. —Ahora el punto de atención era un muchacho alto que hablaba con otro igual de alto—. Ese es Seo Changbin, niño rico y no representa una verdadera amenaza; el otro es Wu Yifan, de la familia Wu y él sí es peligroso. Me gustaría que te mantuvieras alejado de él, porque está metido en cosas turbias y preferiría que no te involucres accidentalmente —aclaró con sus facciones duras y el castaño asintió para tranquilizarlo.

»—Bae Irene, hasta ahora la novia de Jeon Jihyun, y también viene de una familia adinerada. Ella no es una amenaza, su novio sí lo es y deberías evitar el contacto con ella por precaución. Su novio es el verdadero problema, Jeon Jihyun. —Un chico de cabello negro, piel pálida como la nieve, labios finos y pequeños, orbes completamente oscuros y con un gran parecido a su mellizo, sin embargo, el lunar coqueto debajo de su ojo solo le pertenecía a él. Jeon Jihyun, la estrella del momento y centro de los comentarios. Esa dulce sonrisa carismática, la gracia de sus movimientos y su postura segura eran el habla entre los estudiantes—. Él es un verdadero peligro y definitivamente ni lo mires, ni respires cerca de él y no le dirijas la mirada. Puede parecer buena persona pero de seguro es la reencarnación del diablo —advirtió—. Luego hay varias personalidades más, pero que no tuve la oportunidad de conocer. De todas formas, no confíes tan rápido… Oh, ahí viene Hoseok —agregó feliz y ambos sonrieron al recién llegado.

Con la mirada vagó los alrededores. Habían otras personas de años superiores que captaron su curiosidad. Como aquel muchacho vestido completamente de colores fríos y oscuros con los auriculares puestos, o también la chica en la fila de los estudiantes de tercer año que reconoció como la hermana mayor de Hoseok o ese chico de cabellos grises y grandes ropas que pasaba por completo desapercibido.

El acto inició y Jungkook no apareció.

No sabía cuánto había pasado hasta que se anunció que el presidente daría su discurso.

Toda la sala quedó en silencio cuando una figura delicada y de melena larga caminó por el escenario hasta el micrófono. Le dio unos suaves toques y le dirigió al público una sonrisa. Taehyung quedó en silencio ante tal sorpresa al ver que el presidente era una chica de aspecto gentil.

—Oh, hay mucha gente —rio y le sacó una sonrisa a más de una persona presente. La mayoría de personas en primero se veían asombrados—. Soy la presidenta del Centro Estudiantil de Seungli, Jisoo. —La chica se presentó ante las expectantes miradas e hizo una inclinación—. Como sabrán, cada año, estudiantes se retiran y nuevos entran. Conocemos nuevas caras y recordamos otras. Esta etapa de nuestra vida es muy importante, usualmente se define el camino que tomaremos y en el caso que no sea así, no se preocupen, no todos somos iguales, no todos vamos al mismo ritmo y está bien. En este punto de nuestras vidas, es muy importante el estudio, pero también crear recuerdos, descubrir nuevas sensaciones y encontrarnos a nosotros mismos. —Taehyung apretó la cámara entre sus manos y el brillo en su mirada se acentuó—. Este año será el último para mí y para muchos de nosotros, así que demos lo mejor de nosotros mismos para seguir adelante y disfrutemos al máximo este año como si fuera el último. Mucha suerte a todos y… ¡Que tengan un genial año!

La motivación se manifestó en potentes aplausos y sintió esa adrenalina en sus venas.

—Puede pasar. —Una agradable voz le permitió el pase desde el otro lado de la puerta y Taehyung tomó una gran burbuja de oxígeno antes de acceder al espacio.

—Hola… Con permiso, me dijeron que aquí es el salón del centro estudiantil y podía encontrarla aquí —murmuró apretando su cámara entre sus dedos. Una muchacha se levantó de su asiento y le hizo un gesto para que se sentara. No era intimidante, tenía un aire bondadoso pero a pesar de todos esos factores… Fue cauteloso.

"…No confíes tan rápido".

—¿Qué sucede? —preguntó Seokjin separando sus palillos y sin dirigirle la mirada, con una tranquilidad que a veces asustaba a Taehyung—. Has estado raro desde ayer en la apertura. ¿Es porque no lo viste?

—Umh, ¿estás seguro que asiste a esta misma escuela? —El peli-rosa entrecerró sus ojos.

—¿Dudas de mí? Déjame decirte que soy una fuente confiable, Kim Taehyung. Me ofende que lo dudes —bramó y llevó un poco de kimchi a su boca.

—Es que… Hoy es el primer día de clases y no lo vi. —Bajó la cabeza y se apoyó entre sus manos—. Me preocupa…

Dejó de hablar cuando Seokjin lo miró fijamente con un sentimiento extraño y luego desvió la mirada, parpadeó de forma inusual y supo que le estaba ocultando algo.

»—Escupe lo que tengas, Seokjin.

Su mejor amigo maldijo por lo bajo.

—Es cierto que Jeon menor faltó el día de ayer pero… Hoy sí asistió a clases y es más… Ahora mismo está entrando a la cafetería —murmuró enojado y Taehyung giró rápidamente su cabeza. Allí estaba, tan radiante y hermoso, esa belleza le dio un vuelco en el estómago al verlo rodeado de chicos y chicas. Estaba lejos, demasiado para él.

De alguna forma, sentía una gigantesca brecha entre sus mundos.

—Al parecer hay un club de fotografía pero los clubes aún no están habilitados —murmuró amargamente, sin querer pensar en el Jungkook a la lejanía. Contrario a él, Seokjin observaba al mellizo con rencor y al oírlo, se giró rápidamente.

—Eso es bueno, antes ibas a un taller de fotografía y probablemente ahora Seungli te conceda materiales para trabajar —alentó emocionado con un brillo en sus cálidos ojos y  Taehyung olvidó —por el momento— a Jungkook.

Un beso. Dos besos y toqueteos indecentes.

La habitación de la humilde casa se llenó de calor y Taehyung llevó sus largos dedos por debajo de la camisa de Jungkook. En un instante, su mundo se puso de cabeza y terminó encontrándose con una plena vista del techo oscuro. Jungkook lo había tirado al suelo.

—No. —La voz suave de Jeon cambió a una áspera, dura y cargada de rechazo—. No vuelvas a hacer eso.

—Yo creí que-

—Nada. No creíste nada. No lo vuelvas a hacer —escupió Jeon y se levantó de la cama con prisa.

—¿A- a dónde vas? —Su corazón dolía al ser alejado de esa forma y nuevamente un vacío se abrió en su pecho ante la distancia que se estaba creando entre ellos.

—A casa —contestó fríamente y se puso sus zapatos para ir hasta su mochila—. Nos vemos. —Se despidió con un portazo. Taehyung quedó en silencio en el suelo de la habitación, sin comprender qué había sucedido y en qué momento las cosas habían cambiado de esa forma tan tosca.

¿Estuvo tan mal?

—Es un idiota —insultó Seokjin y llevó el pico de la botella a sus labios. Taehyung no dijo nada al respecto, estaba lo suficientemente confundido para no reprender a su mejor amigo—. Que no te carcoma la cabeza. Es solo un idiota y deberías darte cuenta antes que te haga un daño irreparable, Taehyung.

—Mmh. —Las horas de clases fueron más extensas que otros días. Se sumió en sus pensamientos y Seokjin no estaba junto a él para ayudarlo a sobrellevar ese maldito tiempo. Movió su cabeza de adelante hacia atrás con la idea de mitigar un poco la bruma en su mente. Quería borrar esa inseguridad, esas dudas que llevaban rondando su cabeza desde que comenzó su primer año de secundaria y sintió que hubo ligeros cambios en su relación con Jungkook.

Cuando tocó el timbre, no buscó a Seokjin y se fue directo a la parte trasera de las gradas. Tomó asiento y sacó de su bolsillo unos cigarrillos y un encendedor. Posó la barra entre sus labios y prendió la mecha, aunque nunca alcanzó la  nicotina. El contacto en su boca desapareció y apareció el ceño enfadado de una chica vestida con un uniforme de porrista.

—¿Qué se supone que haces, Kim Taehyung? Fumar está prohibido —cuestionó con las cejas fruncidas y lentamente, comenzó a sentir sus manos inquietas y un fuego encenderse desde el interior.

—¡Dámelo, por favor, Jisoo! ¡Lo necesito! —suplicó y estiró su brazo para recibir el único cigarrillo que había encontrado en casa. Lo había dejado, lo había dejado, lo había dejado. Había abandonado esa mierda pero la necesitaba ahora.

—Wow… Tan joven y adicto —murmuró con ese toque que odiaba tanto. Lo había oído tantas veces, lo había visto tantas veces. En las miradas, en las voces o en las acciones. Lo odiaba tanto. Odiaba esa voz acompañada de esa mirada.

—¡No necesito tu jodida pena! ¡Dame el puto cigarrillo! —explotó. Ardía, su piel, ojos y la vena a punto de explotarle en el cuello. A pesar de sus gritos, Jisoo se veía serena.

—Ya veo —dijo y guardó el cigarrillo en su bolsillo, aunque sacó otra cosa—. Tendré que confiscarte el cigarrillo y el encendedor. Lo que acabo de ver ahora es una falta grave pero lo dejaré pasar. Vi tu expediente, Kim. Necesitas permanecer en Seungli y al mínimo error, te revocaran la beca. —El temblor en Taehyung se afianzó. Seokjin le había advertido que no contara nada sobre la beca. Seungli era un colegio lleno de niños ricos y no recibían del todo bien a los becados—. ¿Sorprendido? Como soy presidenta del centro estudiantil, puedo acceder a esos archivos… No diré nada, descuida. —El semblante de la chica se suavizó y le tendió una paleta—. Es de cereza.

Taehyung dudó en tomar la paleta y sus nervios exigían algo; no tardó mucho en abrir el empaque y saborearlo.

—No soy adicto —afirmó luego de calmarse—. ¿Cómo me encontraste?

—Estaba yendo a reclutar miembros para las porristas y te vi dirigirte aquí. Es bastante sospechoso en mi opinión y mi deber es estar al pendiente del bienestar de los estudiantes —explicó alzando sus hombros—. Como sea, si estás pasando por un mal momento, come un dulce… Bueno, te saldrán caries así que… Ve al psicólogo —recomendó al divagar con su consejo—. De todas formas, ¿está todo bien?

Taehyung se encogió y abrazó sus piernas. Seokjin le dijo que tuviera cuidado… A pesar de eso, necesitaba soltar ese asqueroso sentimiento de su corazón.

—Mi pareja… Umh, tuvimos una discusión y... —¿Acaso eso había sido una discusión?

Se detuvo y un sonrojó salpicó sus mejillas.

—¿Y…? —Volteó a verla, ella lo observaba atentamente y oía cada una de sus palabras. Taehyung bajó la mirada, avergonzado por tanta atención—. Oh vamos, he oído muchas cosas. Hasta las más descabelladas. —Su risa llenó el aire y de alguna forma, logró reconfortarlo.

—Nos besamos y metí mis manos bajo su camisa. Reaccionó mal, me tiró de la cama y me dijo que no vuelva a hacerlo. Se fue de inmediato después de hablar —contó.

—Umh… ¿Es la primera vez que estaban de forma íntima?

—No.

—¿Fue la primera vez que llegaron a ese punto? —Asintió y Jisoo se quedó en silencio— ¿Tú por qué crees que lo hizo? —Lo observó y el castaño lo pensó. Ya se había planteado eso pero sus ideas eran influenciadas por sus inseguridades y les quitó mérito solo por eso.

—Quizás porque estaba asustado… O estaba asqueado. Su forma de reaccionar fue más de rechazo —murmuró—. De todas formas pienso disculparme, tuve la culpa por ir demasiado lejos —concluyó enterrando su rostro entre sus rodillas.

—Así que un chico —señaló Jisoo y los vellos de Taehyung se erizaron. Él y su gran bocota. Levantó la cabeza tan rápido que oyó un trueno—. Oye, descuida. Está bien. No tiene nada malo —calmó la muchacha y no pudo confiar—. Oh vamos, ¿tan retrógrada me veo? —Sonrió.

—Un poco —devolvió y Jisoo abrió la boca con indignación. Por fin soltó una sonrisa divertida y la presidenta exhaló divertida.

—¿Por qué mejor no hablas con él? En una relación es bastante importante la comunicación. Tal vez ni siquiera eres tú, tal vez es por otro motivo. Necesitan hablar para comprender al otro.

Las avellanas fueron bañadas de una jalea agridulce.

—¡Te estoy diciendo que está bien! —gritó Jungkook.

—¡Solo quiero entenderte! ¡Has cambiado desde que iniciamos las clases!

—¡La gente cambia!

—¡No de la noche a la mañana! —argumentó quedándose sin aire por el potente alarido. Jungkook retrocedió y apretó sus puños.

—Estamos en la secundaria, Taehyung. Reacciona de una jodida vez —recordó y tomó su mochila para irse de la habitación—. Dejaré las galletas aquí.

La puerta se cerró nuevamente y con eso, un huracán arrasó con la habitación. Las galletas se rompieron, los papeles volaron y los muebles fueron maltratados nuevamente.

  —No funcionó —informó Taehyung cuando estuvo a solas con Jisoo. Esta acomodaba un par de papeles mientras oía a Kim.

—La situación es difícil. No debes bombardearlo, Taehyung. Debes ir con cuidado y suavemente… Quizás así, podrían solucionar las cosas…

"Solucionar las cosas con calma…"

—¿Qué sucede? —cuestionó Jungkook cuando entraron al cuarto de Educación Física. Estaban rodeados por estantes con materiales para la clase y conos en el suelo.

—Quiero hablar contigo sobre nosotros. —Jungkook cambió su expresión relajada a una tensa y Taehyung deseó bajar la mirada—. Lamento lo del otro día-

—Otra vez con eso, te dije que lo olvidaras —contestó Jungkook con irritación y Taehyung apretó sus puños dispuesto a responder.

—Pero no puedo hacerlo. —La aflicción decayó en las comisuras de sus labios y miró los aros de educación física—. Lamento lo del otro día… Yo avancé sin tenerte en cuenta. ¿Tú quieres avanzar? Yo… Yo sí quiero pero no puedo saber si tú quieres. Quiero entenderte… Si algo te está molestando, puedes decírmelo y- —Las palabras murieron en su lengua cuando vio las gordas gotas caer por las mejillas de Jungkook. No pudo mantener las manos quietas, acunó el rostro entre caricias e intentó cesar el río con sus pulgares.

—Lo siento —sollozó Jungkook y Taehyung apretó sus labios.

—Está bien, podemos solucionarlo, ¿si? —La frente de Jungkook descansó sobre su hombro y la humedad se extendió en un frío tacto—. Solo… Puedes confiar en mí, ¿si? —Se separó y deslizó sus manos por los brazos de Jeon para separarse y mirarlo directamente a los ojos.

—Mmh —respondió. Se sorprendió cuando fue rodeado por dos brazos en un estrecho abrazo. Jungkook ocultó su rostro en la piel de su cuello y el aire caliente rozó la sensible zona—. Estaba asustado, eso es todo.

Un beso en su cuello.

Un lamida.

Y los labios se acariciaron en una provocación pasiva.

Taehyung estampó sus labios con los impropios en un hambre voraz y atacó esa boca que lo enloquecía tanto. Jungkook enredó sus dedos entre los castaños cabellos y lo obligó a abrir la boca para introducir su lengua. No se quedó atrás y por sobre la ropa, con su dedo pulgar presionó uno de los pezones de Jeon y este coló su rodilla entre sus piernas. Su miembro recibió una descarga y el ambiente de antes se borró por completo. Lo que quedó fue una atmósfera llena de seducción y lujuria.

Los jadeos y los gemidos ocasionales llenaron la estancia.

La luz del exterior iluminó el cuarto y sus cuerpos apenas pudieron reaccionar cuando vieron la expresión pasmada de Jisoo en el umbral.

—Oh… —soltó la muchacha. Jungkook empujó a Taehyung y huyó de la escena al hacer a un lado el cuerpo de Jisoo con algo de brusquedad.

»—Lo siento, mal momento —se disculpó Jisoo encendiendo totalmente las luces del lugar y revelando la expresión afligida de Taehyung. La ligera sonrisa tímida que tenía cambió al ver la mueca decaída del castaño—. ¿No irás por él?

—No es necesario —murmuró—. ¿Por qué viniste? —Se sentó con pesadez en una colchoneta y sacudió sus mechones. Jisoo suspiró mientras ponía un pie dentro del lugar y se recostaba en la pared a un lado.

—Cuando estaba a punto de entrar al gimnasio, oí a las porristas hablando sobre que escucharon "sonidos extraños" del cuarto de educación física y creían que eran fantasmas. Vaya sorpresa, no eran fantasmas. —Movió su mano junto al relato, cerró sus ojos y exhaló cansada para fijar sus ojos cafés en la dura mirada de Taehyung—. ¿Y bien? ¿Solucionaste las cosas con él?

La pregunta lo tomó de improvisto y tambaleó sus piernas con un ligero puchero.

—Eso creo —dudó y Jisoo ladeó la cabeza.

—¿Crees? —La presidenta negó con la cabeza y alzó sus manos junto a sus hombros—. La verdad estoy sorprendida —agregó y llamó la curiosidad de Kim—, no creí que tu novio sería Jeon Jungkook. —Taehyung percibió un sentimiento extraño en ella; no emitía la misma aura gentil, bonancible y delicada de siempre.

—De todas formas-

—¡Te juro que oí gemidos-! —Unas figuras aparecieron repentinamente en la entrada y tanto Jisoo como Taehyung se estremecieron ante el estupor de las nuevas presencias.

—¿Ji- Jisoo? —preguntó Jiwoo asomándose entre los cuerpos de los estudiantes. Taehyung quiso esconderse bajo tierra.

—¡Hey! ¿Por qué vinieron tantos? —preguntó Jisoo con una sonrisa amable y Taehyung la observó de soslayo, algo asombrado de no ser delatado y contrario a eso, ella intentaba despistarlos.

Reconocía los abrigos que usaban los chicos presentes, eran del equipo de básquet y dos de ellos eran novatos, Wu Yifan, o mejor conocido como Kris, y luego estaba Seo Changbin. Las chicas pertenecían al equipo de porristas, vio a Bae Irene y a Jiwoo entre ellas.

—Hyuna había oído gemidos antes cuando quiso venir a buscar las pelotas de básquet y ahora vinimos para saber quién usaba el almacén  como motel —explicó Kris. Taehyung lo maldijo mentalmente.

—De todas formas, ¿presidenta, qué hace aquí? ¿No debería estar en el gimnasio? —Irene habló entre las voces.

—Vine a buscar las pelotas de básquet con anticipación-

—¿Y él qué hace aquí? —La atención cayó encima de Taehyung, quien estaba inmóvil para pasar desapercibido y al ver que su plan quedó frustrado, solo le quedó desviar la mirada—. Oímos que Jeon Jungkook acaba de salir de esta habitación y… ¿qué se supone que hacían? —El asco en la última pregunta lo dejó helado. Su vista tambaleó del miedo al ser —probablemente— descubierto y ya previno el infierno sobre sus hombros… Una risa bastante conocida llenó la estancia y atrajo la mirada de todos.

Jisoo reía y abrazaba su estómago.

—Lo siento, fui demasiado ruidosa pero no me pude contener a dos guapos chicos —habló con un tono bajo y una mirada lasciva. Taehyung tragó saliva cuando unos finos brazos se deslizaron por su cuello y un cuerpo se pegó al suyo—. Aunque Jeon Jungkook es bastante correcto y decidió irse antes de que comenzara la diversión. Digno de alguien de su apellido —comentó y su respiración chocó contra la mejilla acanelada. Los seductivos movimientos atrajeron los ojos de todos y Taehyung no sabía cómo responder. Si se alejaba, la mentira caería y arrastraría la reputación de Jungkook junto a él.

—¿Te atraen los chicos de primero, presidenta? —preguntó Kristal, otra nueva integrante del equipo de porristas. Jisoo ladeó una sonrisa. Pasó su mano suavemente por la otra mejilla de Taehyung y ligeramente volteó su rostro, así sus narices se rozaron.

—Reconozco a un chico guapo cuando lo veo —finalizó posando los labios juntos y dejando sin habla a los presentes. El grupo se retiró cuando vieron como el beso subía de tono.

Al sentir la ausencia de los espectadores, Taehyung la tomó de los hombros y se separó del toque. Vio a Jisoo limpiarse los labios con el dorso de su mano y arrastró su mirada filosa a la puerta del cuarto.

—¿Por qué me besaste? —La pregunta fue estúpida pero la sentía necesaria.

—No los hubiera convencido. Además, esta escena opacara la mención de Jeon Jungkook en el asunto… Así que descuida, su nombre no estará en la boca de todos —explicó acomodando su falda y camisa—. Pero, sí hablarán de ti, lo siento por eso y también lamento haberte besado sin previo aviso.

A pesar de lo que dijo, la que estuvo en boca de todos fue ella. Él fue un punto irrelevante en el rumor, dejaron de hablar de él poco tiempo después y se centraron en Jisoo. ¿Acaso ella sabía que sería el blanco de todos? Era alguien influyente en Seungli e involucrarse en cualquier cosa insignificante… Sería el motivo suficiente para recibir críticas o ser el tema principal de los rumores. "Prácticamente se sacrificó", pensó. Y los esfuerzos de Jisoo fueron recibidos por un ceño fruncido por parte de Jungkook.

—Ella sabe lo nuestro, Taehyung. —La inquietud en su cuerpo creció. Él estaba enojado de que ella lo supiera y no que ella lo hubiera besado.

—Gracias a ella el resto no se enteró de lo nuestro, Jungkook. Nos salvó. —Jungkook no estaba convencido, estaba nervioso y temblaba al caminar de un lado a otro en su deteriorado cuarto. La cámara fotográfica descansaba sobre su escritorio con polvo en su lente.

—¿Y? Lo sabe. ¿Y si se lo cuenta a alguien más? ¿¡Y si todos se enteran!? —exclamó colérico e intranquilo. Taehyung apretó sus puños.

—Ella no parece ser ese tipo de persona, ¿si? —"Ella no le dijo a nadie que salía con un chico y me estuvo aconsejando a pesar de que no era su asunto".

—¡Tú no puedes saber el tipo de persona que es alguien! —reprochó dejando a Taehyung al borde de las lágrimas. Odiaba los gritos, odiaba las discusiones, odiaba sentirse tan patético y vulnerable. ¿Por qué todo tenía que ser tan complicado? Observó la caja debajo de su escritorio, dentro de ella guardaba una cámara rota y abandonada. Su corazón se oprimió.

Odiaba eso.

Seokjin llevó un pedazo de zanahoria a sus labios. El comedor se encontraba repleto y juraba que se taparía los oídos con pan si el bullicio aumentaba más.

—Jisoo me está ayudando bastante con el club de arte y me siento mal de robarme su tiempo. Debe tener su agenda bastante cargada con reuniones del C.E.S y las prácticas con las porristas. —El peli-rosa al parecer logró notar su malhumor—. ¿Qué pasó con Jeon?

—¿Cómo sabes que se trata de él? —Jugó con los vegetales en su bandeja. Su apetito era casi inexistente.

—Porque te conozco —afirmó con la mirada fija y Taehyung se sintió reconfortado—. Además, antes no quise mencionar los rumores acerca de Jisoo y tú; sé que hay una causa detrás de ellos porque, aunque no me gusta, estás totalmente embobado por Jungkook y no tienes ojos para otras personas. ¿Él se enojó contigo por eso? —Seokjin se calló cuando Hoseok se acercó a la mesa y antes de que se pusiera sentar con ellos, contestó:

—No, no fue por eso —admitió dándose cuenta que esa afirmación le traía tantas dudas a la cabeza.

Al final de la última clase de la jornada, aprovechó el momento donde todos salían lentamente del salón y acostó su cabeza sobre el banco para pensar en todo lo sucedido desde que entró en Seungli. La relación con Jungkook había ido en picada y no sabía la razón; tal vez era el cambio de etapa o estaba haciendo las cosas mal en la relación… Quería saber el motivo y poder respirar nuevamente. Miró con sus apagados ojos avellanas el cielo nublado del otro lado de las ventanas y culpaba al mal tiempo de su desánimo.

Se levantó de su silla con pereza y estaba guardando sus cosas cuando Jungkook entró de repente a su clase y pegó con fuerza un papel contra su pecho.

—¡Míralo! —No tuvo tiempo de reaccionar cuando Jungkook le gritó y tuvo que tomar el papel entre sus manos para no dejarlo caer. Oh, no era un papel. Era una fotografía. En ella estaban Jungkook y él dándose un beso, en el pie de esta había una nota: "Solo esperen que todos de enteren de esto, homosexuales asquerosos".

»—¡Te lo dije! ¡Te dije que ella lo haría! ¡Se lo dirá a todos! —Jungkook seguía exclamando y él solo estaba pasmado, la fotografía temblaba entre sus manos y recordó las diferentes charlas con Jisoo. Se sintió traicionado y enojado. ¿Todo fue mentira?

—Jungkook… —Quiso tomar su mano, sin embargo este lo alejó.

—Si mis padres se enteran, ellos… Ellos no me aceptaran en la familia —murmuró con pánico, llevando sus dedos entre sus hebras y el cuerpo débil del miedo. Nuevamente intentó aproximarse pero Jungkook le arrebató la foto entre sus manos y la arrugó.

—Jungkook —repitió sin saber qué más decir, sin saber cómo actuar ante todo lo que sucedía a su alrededor. Su cabeza estaba por explotar y el burbujeo en su pecho lo estaba devorando desde el interior.

No obstante, solo recibió un golpe en la cara. Su novio le había arrojado el papel y se había ido. Otra vez quedó solo en el salón.

Sus labios luchaban por reencontrarse a través de las palabras sin sonido y las avellanas fueron cubiertas por las nubes oscuras del cielo. Observó fijamente el bollo arrugado en el suelo y cuando todo hizo click en su mente… El burbujeo cesó…

Para abrir paso a un frenesí.

Tomó la fotografía, abandonó su mochila y caminó con pesados pasos entre los pasillos. Su respiración era inestable, sus cejas fruncidas le estaban provocando un dolor de cabeza y cada centímetro de su cuerpo era cubierto por un calor abrasador. Los puños a los costados de su cuerpo cosquilleaban y la tensión lo estaba matando; su mandíbula temblorosa producía el chirrido de sus dientes y la vena en su cuello latió con un fervor descomunal. Fue entonces que llegó a los corredores del aislado ›Ala A‹ y vio a su mejor amigo y a la causa de su ira riendo juntos. Avanzó sin pensar, con seguridad y desbordando furia en cada poro de su piel. Sus ojos cegados por la oscuridad se encontraron con las suyas; Seokjin lo observó alarmado y Jisoo le sonrió pero su gesto cambió tan pronto se acercó amenazante.

La empujó con una fuerza desmedida y Jisoo cayó duramente al suelo. Seokjin gritó alarmado y lo primero que hizo fue tomarlo del brazo.

—¡Taehyung, detente! —suplicó el peli-rosa. A pesar de eso, su mente era una pantalla sin señal y sus puños añoraban la liberación de esa incomodidad en su pecho.

Jisoo estaba en el suelo, aturdida y con una mano tapando el rasguño que se produjo en su mejilla.

Taehyung luchaba con el agarre en su extremidad y sus oscuros ojos estaban perdidos en una neblina de emociones.

Cuando "despertó", estaba jalando el cuello de la camisa de Seokjin y detrás de él, estaba Jisoo. Los brazos extendidos del peli-rosa hacían un escudo humano y por un momento, aflojó el agarre y al ver los ojos hundidos en pánico de Jisoo, recordó cómo es que habían llegado a esa violenta escena y apretó la tela bajo sus dedos.

—Hazte a un lado, Seokjin —pidió y por dentro, entre las olas de furia, quería que su mejor amigo se apartara porque odiaba tener que enfrentarlo. Odiaba tantas cosas y odiaba esta complicada situación.

—No puedo hacer eso, Taehyung —respondió decidido y soltó un quejido cuando la tela de su camisa lentamente hizo presión sobre su cuello.

—¡¿De qué lado estás?! ¡Es obvio que fue ella! —gritó cerca del rostro contrario y su amigo cerró los ojos. ¿Por qué todo tenía que ser así? ¿Por qué las cosas salieron tan mal? ¿Por qué no había alguien que se pusiera de su lado? Era tan frustrante, quería llorar y tirarse al suelo como un niño, porque los niños simplemente podían hacer un berrinche si sus emociones se desbordaban. Era doloroso porque en algún momento, las cosas se derramaron de sus manos y sus esfuerzos por llevar una vida normal se veían cada día frustrados.

Aún conservaba algo de esperanza. Seokjin probablemente lo entendería y… Su mundo se derrumbó cuando vio los ojos llenos de reproche y molestia.

—Taehyung… Reportaré esto a los superiores si no paras. —No hubo una pizca de vacilación en sus palabras y la soledad nunca se sintió tan insufrible como en ese momento. Se estaba hundiendo y la única mano que se extendía hacia él… Desapareció.

Estaba solo en ese momento.

—¿En serio vas a defenderla? ¡Tu viste esta puta mierda con tus propios ojos! —Tomó el papel entre sus manos y se lo arrojó a la cara. Seokjin lo observó desorbitado y abrió el papel.

—Chicos, en serio basta, podríamos hablar esto más tranqui- —Al oírla, recordó las charlas, sus consejos y luego los gritos de Jungkook mientras le recriminaba sobre la jodida foto. La ira se desbordó por su garganta.

—¡Tú, maldita perra asquerosa! —Cayó en sus mentiras, como un idiota le creyó. Tuvo que hacerle caso a Seokjin, seguir sus palabras y desconfiar. Fue un tonto, un estúpido por ser tan ingenuo.

—¡Taehyung! —regañó Seokjin. El grito resonó entre los corredores. Hace tiempo, la mayor parte de los estudiantes, se habían ido a casa bajo el cielo gris.

Estaba tan gris.

—¿¡Qué!? ¡¿Me dirás que no es sospechoso?! La fabulosa, angelical y buena Jisoo no resultó ser diferente al resto de esta repugnante escuela que finge un estátus que no tiene —rugió y miró los ojos de la muchacha, quien apretó sus labios y bajó la mirada. Avanzó un paso y Seokjin se interpuso de nuevo. Él había visto la foto, él sabía la historia… ¿Por qué la seguía defendiendo? Su pecho se oprimió dolorosamente—. ¿En serio harás que me expulsen solo para defender a esta arpía, Seokjin? —Al ver que no cedió ni un poco y el brillo determinante en su mirada no dudó por un segundo, gruñó y sintió un escozor en su garganta.

Arrebató la fotografía de las manos de Seokjin y dio media vuelta. Se rindió. De todas formas, ¿por qué se estaba esforzando?

—Taehyung… —llamó Jisoo y se dio media vuelta, sus ojos quemaban pero con toda la rabia acumulada, soltó:

—¡Muérete!

Lloró cuando estuvo con la compañia de su almohada. No quería preocupar a su tía, así que lloró en silencio hasta quedarse dormido y, al despertar, apenas pudo abrir los ojos a causa del ardor insoportable. Se preparó para clases, trató de no pensar en los sucesos del día anterior y desayunó un pan antes de darle un beso de despedida en la mejilla a su tía. El camino lo ayudó a pensar y el cigarrillo entre sus labios fue un pequeño alivio. Hubiera deseado poder faltar a clases pero eso afectaría su rendimiento y en serio necesitaba esa beca. Quería ofrecerle una mejor vida a su tía y salir de esa casa a punto de desplomarse.

Cuando puso un pie en Seungli, no supo si fue su imaginación o qué, estaba seguro que sentía varias miradas sobre él. Habían estudiantes siguiendo con su rutina, aunque no podía decirse lo mismo de aquellos que estaban al día con las nuevas noticias entre los estudiantes y los murmullos eran prueba de eso. Apretó las correas de su mochila e imaginó el peor escenario… Todos se habían enterado de lo suyo con Jungkook.

—Al parecer se pelearon por Jisoo…

¿Qué?

Buscó inconscientemente con la vista a Seokjin y no lo encontró en ningún lado al igual que Hoseok. Tampoco vio a Jungkook y en su lugar, vio la mirada analítica de Jeon Jihyun, como siempre, rodeado de personas y apretó sus labios por la irritación. Era como tener a Jeon Jeonghee allí observando sus movimientos y se sintió una miserable pulga en ese mundo de gigantes. De nuevo las clases eran estresantes, no por las explicaciones y la práctica, sino el peso del avispero a su espalda, hablando de rumores que oía incompletas y nombres omitidos por conveniencia. El aire se volvía una piedra en la suela del zapato y las letras del pizarrón se veían borrosas. Sacudió su cabeza y se concentró. Si perdía la beca, perdería la oportunidad de darle una buena vida a su tía. Intentó ser positivo, las cosas se resolverían con Jungkook y mejorarían.

Tocó el timbre del almuerzo y salió del salón. Buscaría a Jungkook. La aglomeración en los pasillos fue decreciendo a medida que el comedor aumentaba la multitud y tuvo mayor ventaja de recorrer más cómodamente el lugar.

Y lo encontró.

Estaba al final del pasillo y venía en su dirección junto a un modesto grupo. Todos vestían marcas caras y llevaban esa egocéntrica expresión. Tomó aire y caminó hacia ellos. Ignoró a todos y su visión solo se fijó en ese aterciopelado rostro.

—Jungkook. —No escuchó su propia voz, su boca había actuado por su cuenta y dejó atrás ese nombre agridulce. El resto lo observó pero solo deseó que esos bonitos ojos de bambi se encontraran con los suyos y lo único que recibió fue indiferencia de dos pozos oscuros.

Ese lindo chico de sonrisa tierna, encantadora e inocente; de mirada ingenua y voz llena de dualidad que llegaba a ser suave como la caricia de una pluma o cargada de seducción. Esa misma persona que encontró entre flores y le regaló una cámara, ahora pasaba a un lado de él como si no existiera. Sus hombros se rozaron y ese único toque era suficiente para saber que era real y no una pesadilla.

—¿Lo conoces?

—No.

Durante la próxima clase, la carga mental que llevaba había colapsado y ni siquiera tenía ganas de entrar al salón. Su corazón estaba destrozado y era tan solitario ese vacío que quería encerrarse en el baño para tumbarse por ahí y morir. Desajustó su corbata por la falta de oxígeno y desordenó sus mechones.

Abrió su cuadernillo para tomar apuntes y una nota cayó.

"Hablemos después del almuerzo en el Ala A.

—Jisoo".

Su ira fluyó entre sus venas al ver ese nombre escrito y levantó la mirada sin encontrar al profesor. Al parecer estaba llegando tarde. Observó de reojo su mochila entreabierta y vio la excusa perfecta, un libro que había tomado prestado de la biblioteca hace unos días. Lo tomó y caminó fuera del salón. En el corredor, se topó con su profesor y le avisó que iría a devolver un libro; no lo dejó responder porque había aumentado su velocidad y se perdió a la lejanía. Hablaría con esa arpía a toda costa, tenía un par de cosas que decirle.

—¿Taehyung? —Cuando llegó al Ala A, oyó esa característica voz que la primera vez le había robado el aliento y volteó con esos luceros en los ojos. Se encontró con la negruzca mirada confusa y sus pulmones fallaron.

—Ah- Umh —bajó la mirada sin saber cómo actuar o qué sentir. Enojo, tristeza, felicidad o amor. Antes había ignorado su presencia y negó su conexión. No pudo decir nada y solo escuchó un bufido. Fue tomado del brazo y arrastrado por los pasillos. Jungkook era centímetros más bajo que él, la diferencia no era mucha y aún así, en ese momento se sentía pequeño… Y estúpido.

—¿Qué haces aquí?

—Jisoo me citó para hablar.

Un brillo nació entre la oscuridad y la molestia se deslizó entre las dulces facciones. Taehyung estaba meditando a la hora de llegar a los baños de hombres. Al segundo baño de hombres en el Ala A, más alejado del Ala B y agradeció que no hubiera estudiantes merodeando los alrededores.

»—¿Y tú? ¿Qué haces aquí?

—Jisoo también me citó —gruñó y Taehyung no contuvo su evidente enojo.

—¿Qué sucede contigo de repente? —cuestionó. Olvidó a Jisoo y colocó a Jungkook bajo el reflector de su ira.

—¿De qué hablas?

—¿Cómo de qué hablo? —Sus dientes rechinaron y las venas de los puños aumentaron ante la presión. La indiferencia en su actitud lo desconcertó y tembló de la rabia. Esa misma postura, expresión y actitud era un patrón que había visto en los miembros de la familia Jeon y jamás pensó que se repetiría en Jungkook. En ese dulce chico con ojos de bambi—. ¡Me ignoraste!

Jungkook estaba cruzado de brazos y le dirigió su afilada mirada. Una mirada que hasta ahora no le había mostrado. Una víbora se deslizó por el cuerpo del Jeon. Albina, ojos rojos y unos colmillos cargados de veneno.

—¿Y eso qué tiene de malo? —cuestionó con una sonrisa ladeada. Ese gesto no mostraba para  nada la inocencia que había sacudido su corazón en el pasado; era una sonrisa cargada de burla y diversión.

—¿No somos pareja? —murmuró con la voz rota y con el burbujeo en su pecho. Las miradas, los murmullos y las risas a sus espaldas desde que entró a Seungli esa mañana. Seokjin y Jisoo, dos traidores y una discusión que derrumbó toda emoción positiva en su corazón. Tuvo esperanza en un inicio y fue iluso de su parte tratar de ser positivo en una tormenta.

Una risa o una carcajada, de todas formas no importaba porque retumbó en su cabeza. Se quedó helado al ver los rojizos ojos de Jungkook y una curva en sus delgados labios que soltaban una melodía perversa.

—¿Pareja? —La carcajada se intensificó—. ¡No me digas que te creíste todo eso!

"¿Ah?"

»—Eres más tonto de lo que pensé. —"No sigas hablando"—. ¿Creíste esa farsa? ¡Que asqueroso! ¿Cómo crees que realmente saldría con alguien como tú? —"Cállate por favor"—. Deberías recordar tu lugar, maldito perro. ¿Acaso creíste que podría fijarme en ti? Solo estaba aburrido, ¿sabes? Es repugnante que en serio lo hayas creído. Aunque no me sorprende lo idiota que eres. Solo eras mi presa perfecta. Un idiota sin futuro, sin nadie y fácilmente manipulable que rogaba por un poco de atención y amor. Me costaste caro la verdad, pero valió la pena por un poco de diversión.

—¿Es mentira? Estás mintiendo… ¿verdad? —murmuró con la cabeza gacha y entre sus mechones, pudo ver la sonrisa cargada de genuina diversión. Todos esos momentos que pasaron juntos se destrozaron en mil pedazos y otra cosa en su interior se había quebrado.

—Me das asco, maldito perro.

Un puño cortó el aire y el cuerpo de Jungkook cayó al suelo junto a un sonoro quejido. Le propinó otro puñetazo a la mejilla izquierda y con su peso, mantuvo el cuerpo arrinconado bajo él. Hizo caso omiso a las gotas que caían sobre el rostro que tantas veces apreció. Su vista empañada apenas pudo percibir la mano que se liberó y estrelló contra el costado de su abdomen. Perdió fuerzas, buscó ponerse de pie y fue atrapado por detrás por un par de brazos y piernas. Fue inmovilizado y comenzó a perder el oxígeno por el apretón en su cuello. Intentó deshacerse del peso en su espalda y corrió en reversa hasta una de las paredes. Lo probó una vez más y solo consiguió una queja.

—Eso me dolió, hijo de puta —comentó Jungkook cerca de su oído y la fuerza empleada aumentó. Esta vez, Jeon usó su propia corbata en su contra y la enredó en su cuello para hacer presión. Se estaba quedando sin aire. No podía respirar.

Otra vez.

Dio unas grandes zancadas adelante, luego retrocedió con prisa y embistió con todas sus fuerzas el cuerpo detrás suyo contra la pared. El agarre se debilitó y zafó su brazo, le dio un codazo al estómago de Jungkook.

—Asquerosa víbora —escupió y tiró el cuerpo de Jungkook nuevamente al suelo. Se posicionó sobre él con los muslos a los costados y no le dio tiempo de contraatacar. Lo atacó una y otra vez, golpes directos al rostro que lo dejaban aturdido y sin tiempo de responder.

La sangre empapó sus nudillos.

De nuevo.

De nuevo volvió al punto de partida.

"Solo traen desgracia", tuvo que hacerle caso a Seokjin. Tuvo razón en todo, sobre Seungli, en no confiar y en no enamorarse de un Jeon.

Ignoró su humedecido rostro, el ardor en su garganta, el dolor en sus costillas o en su abdomen. Sobre todo, ignoró el gran dolor en su moribundo corazón.

Y en medio de ese dolor… Una alarma de evacuación sonó.




























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No me mateeeeen. Quería comentarles de un par de cuestiones bastantes importantes para el resto de la lectura y las actualizaciones.

1. Yo escribo por un celular, actualizo a través de mi celular y hago todo con mi celular. No tengo laptop ni tampoco el dinero para comprarme una. Mi celular actualmente estuvo pasando por incontables problemas técnicos y muchos más. En ocasiones hasta lloré de la frustración por no saber qué hacer. Ahora, lo importante. Como dije, tuve problemas con mi celular y una de ellas es que me borró todas las conversaciones de WhatsApp. En ellas tenía notas de ECL y de muchas otras de mis historias. Gracias a esto, estuve a nada de abandonar Wattpad porque no puedo seguir sin mis notas ya que poseo una muy mala memoria. La verdad ando bastante frustrada con el asunto y sí, probé maneras de recuperar esos chats pero no pude. Así que por ahora, tendré que seguir ciegamente.

2. En un comienzo, yo quería meter el Namjin sí o sí, pero a medida que fue avanzando la historia, muchas de mis ideas fueron cambiando. En la confesión de Namjoon, iba a hacer que Seokjin le diera una oportunidad para abrir una futura pareja oficial PERO, me di cuenta que no sería algo propio de Seokjin, quien a lo largo del fic, no se ha interesado en el romance y sería repentino e incoherente que de pronto, quiera hacerlo. Además, DATO: Seokjin es asexual arromántico. Abandonen sus esperanzas, camaradas.

3. DATAZO: el TaeKook en esta obra son versátiles (y no serán los únicos). Aquí la mayoría de las parejas homosexuales serán versátiles, excepto el YoonMin como ya aclaré incontables veces.

4. ULTRA MEGA IMPORTANTE: ¿Vieron que les dije que tengo una memoria mala? Bueno, hay un error técnico muuuuy importante en la obra. El año donde Jisoo fue asesinada no fue en 2012, sino 2009. 2012 es la actualidad en la obra, 2009 es el año donde sucedieron la mayoría de los problemas en Seungli.

5. Muchas veces me cuestionaron por qué no me gusta ECL. No me gusta por sus fallos argumentales, errores de gramática y temporales, además de faltad ortográficas y cómo no hablar de la plantilla de los personajes (son muy inestables porque comencé a darles atención a mitad de la obra). En fin, son muchas cosas que odio y por eso no pienso sacarlo en física (además que me gustaría sacar en físico algún libro original y no un fanfic. Ojo, no digo que es malo que otras personas lo hagan, es simplemente lo que haré yo akdjks).

6. ¿Qué les llamó la atención del capítulo? ¿Qué piensan? ¿Teorías? ¿Opiniones? Saben que amo leerlos TT

Por último, FELIZ AÑO NUEVO. Espero que se encuentren muy bien, los quiero mucho 🐥❤❤

Nos leemos dentro de un milenio 🐥

©mysverse

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