24: Este es el fin...

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Yoongi vio como Namjoon fue el último en aterrizar en el balcón con la ayuda de Changkyun. La puerta del departamento deshabitado estaba cerrada, el único mordedor que había yacía inmóvil bajo una sábana que encontró Dongyul y la tela ya estaba bastante húmeda por la sangre. Chunghee quedó completamente derrotada por el cansancio y se desparramó por el sillón. No podían salir porque en los pasillos habían mordedores y no tenían energía para luchar. En resúmen, estaban encarcelados allí y la tensión en sus cuerpos causaba temblores de rabia, rabia de tener quedarse con los brazos cruzados cuando la situación no lo ameritaba. Su objetivo se estaba perdiendo, conseguir el medicamento para Jungkook con el tiempo contado y a los sentimientos de Yoongi se agregaba el hecho de haber dejado a Jimin en aquella mansión. Cierta parte de él intentaba convencerse de que estaba en buenas manos, nada había pasado para preocuparse y que al volver podría abrazarlo.

Mierda, estaba aterrado.

Raspó con sus manos la piel de sus brazos y mancilló su miedo para concentrarse en calmar su respiración. Tenían que recuperarse pronto.

La televisión del comedor se encendió por el peso de Chunghee sobre el control remoto escondido en el sillón. Entraron en pánico por unos segundos hasta notar que el noticiero poseía la pantalla.

—El ejército surcoreano intenta combatir con esta plaga y dicho orígen se sigue desconociendo. Por ahora, las instrucciones del gobierno y de la OMS, piden que no salga de su casa y si es posible, clausure todas las entradas para evitar invasiones. Se intenta pedir que no entren en contacto con las personas enfermas, ya que la transmisión se propaga fácilmente y la población de infectados crece a grandes escalas... —Escucharon atentamente a la periodista y sentían una pizca de esperanzas dentro de sus pechos—. Aún siguen las investigaciones de este virus, por lo tanto, la forma de transmisión sigue en debate al igual que los síntomas. Si usted sufre de fiebre, dolor corporal o vómitos, es sospechoso de portar el virus y como respuesta, ponerse en cuarentena y evite el contacto con otras personas.

—Tiene que ser una broma —murmuró Changkyun al ver los diversos vídeos que mostraban, sus autores varían de influencers, estudiantes o trabajadores. Algunos mostraban a mordedores golpeándose la cabeza contra la puerta de sus hogares, otros intentando entrar a sus tiendas o ángulos a gran altura desde los edificios, donde captaban el pánico en las calles: personas corriendo desesperadas, agentes del cuerpo policial disparando, bocinas de autos o animales alterados por el alboroto. El humo provocado por los diversos incendios cubría el cielo en nubes grises y los helicópteros sobrevolaban las zonas afectadas. Aviones tiraban agua para cesar los incendios y otros hogares estaban destrozadas por el impacto de algún móvil que se desvió de la ruta.

—Repito, no salgan de sus casas y no dejen que nadie salga ni entre de sus hogares. No entren en contacto con los enfermos y esperen a las nuevas instrucciones dadas por el Gobierno. Los transportes estarán inhabilitados durante la epidemia. Repito, no salgan de sus casas. Si usted presenta alguno de los siguientes síntomas… —Yoongi tragó saliva, los síntomas coincidían con los malestares de Jungkook, ¿y si…?—. La ciudad de Seúl llegó al pico de infectados, se intenta evitar el aumento a las ciudades cercanas, así que no salga de la ciudad y manténgase en su hogar hasta que la ayuda acuda a su rescate. Repito, no abandone la ciudad y quédese en su hogar hasta que la ayuda acuda a su rescate. El distrito de Gangnam-gu cayó en manos de los infectados y los siguientes distritos también son considerados como caídos… —mencionó a los diferentes distritos y entre ellos estaba el distrito donde se encontraba su secundaria—. Los embotellamientos en los puentes están siendo controlados por militares y actualmente se prohibió el paso en ellos —informó y otra grabación se apoderó del noticiero: los gritos coléricos de los ciudadanos queriendo pasar por el puente y las bocinas que atraían a los mordedores—. El Gobierno chino mantiene custodiado su frontera con Corea del Norte para evitar la propagación…

—Básicamente estamos en la mierda —concluyó Changhee y Yoongi estuvo silenciosamente de acuerdo con ella. Recordó los cadáveres en las calles y volteó a fijarse en el mordedor bajo la sábana. En tan solo un par de horas la ciudad había caído y en unos días todo el país sucumbió al caos.

—¿Habrá algún teléfono o celular por ahí? —indagó Dongyul abriendo los cajones e ingresando a las habitaciones. Namjoon se levantó para ayudarlo al igual que la melliza y Changkyun se quedó en silencio, no supo nada de su familia desde que esto comenzó y aunque toda esta adrenalina lo mantuvo con la cabeza ocupada, en los momentos de descanso sus pensamientos eran llenados de preocupación.

—Kyun… —susurró Yoongi preocupado por la mirada perdida de su mejor amigo—. Si encontramos alguna forma de comunicación, serás el primero en usarlo, ¿si?

El alto ladeó una sonrisa por el pequeño gesto del peli-gris.

—Gracias. —Apretó el hombro del pálido y tiró su cabeza hacia atrás, exhausto de cada segundo que pasaba.

—Oigan —llamó Dongyul ingresando ofuscado a la sala con un objeto milagroso en la mano izquierda. Changkyun se levantó de sopetón con la mirada iluminada de esperanza—. Tiene batería y hay cargadores en la habitación —susurró y le entregó el celular a Kyun. Yoongi se quedó en el mismo lugar, escuchando la respiración acelerada de su mejor amigo en la espera tortuosa por recibir una respuesta del otro lado de la línea después de haber marcado un número.

Un hilo de voz temblorosa perforó todos los oídos a pesar de que la bala era de seda. Las lágrimas fluyeron por el agraciado rostro de Changkyun y el pecho de Yoongi se estrechó.

—Mamá… —susurró roto el alto. El resto pudo simpatizar con el alivio en aquel suspiro realizado por el alma en un abismo de preocupación.

El tórax de Yoongi se expandió y cerró los ojos sintiendo la sensación de paz que atravesó a su mejor amigo por segundos. Al fin una buena noticia en el infierno… Sin embargo no podía sentir una pizca de felicidad, no sabiendo el contexto detrás de toda esta escena y que la manecilla del reloj estaba llegando a su límite. Por ello, tan pronto Changkyun terminó la diminuta llamada con una sonrisa en su húmedo rostro y los gruñidos en los pasillos cesaron, fue que se permitió ponerse de pie y posar su venosa mano en el hombro de su mejor amigo.

—Estoy feliz por ti, Kyun —comentó honestamente ladeando su boca—. Pero tenemos que volver pronto y allí podremos pensar mejor en cómo puedas reencontrarte con tu familia, ¿si? —Palmeó sobre la remera de su amigo y recibió un pequeño sollozo afirmativo.

Bien, ahora no podían permitirse otro desvío.

"¿Dónde estaba el otro?", se preguntó Jimin al notar que no era el mismo mordedor de la pierna destrozada que se paseó por la habitación anteriormente. En cambio su respiración se atracó en su garganta al ver que el mordedor seguía buscándolo debajo de la cama y buscó en todo el espacio algún lugar para esconderse, encontrándose con una ventana, un sillón y un escritorio donde podría ocultarse por un momento. Con las lágrimas colgando de su barbilla y los mocos derramándose en delgados ríos hacia el arco de cupido; dio un paso y toda célula que componía su cuerpo murió cuando un peso sobre su espalda lo tomó por sorpresa.

Su alma salió de su cuerpo con un pensamiento de despedida.

"Voy a morir".

El gruñido en su oído, la humedad de la sangre deslizándose sobre su espalda y el peso muerto le indicaban que era su hora.

Al final de ese túnel de desesperación podía oír una tenue voz grotesca que el viento aproximaba en un alarido de furia.

"¡Eres un pequeño sinvergüenza!".

"¡No mereces vivir!".

"¡¿Crees que alguien le daría un poco de importancia a tu miserable existencia?! ¡Nadie volteará a escuchar tus lamentables gritos, así que cierra la puta boca!'.

Lo sé…

Sé que no merezco vivir…

Sé que mi mera existencia es una molestia.

Sé que no puedo ser considerado ni siquiera alguien que merezca respirar el mismo aire que el resto.

Lo sé…

"Hyung estará para ti", el recuerdo lo descolocó y abrió sus cristalinos ojos estupefacto.

Fue consciente del peso detrás de él y se agachó con miedo, causando que el mordedor tropezara y cayera al suelo. Eso no fue suficiente porque esa cosa enredó sus dedos en su tobillo y abrió la boca al acercarse a su extremidad inferior. El horror grabado en sus facciones junto al brillo despiadado de su desesperanza fue iluminada por ese único recuerdo que lo impulsaba a continuar.

Pateó para zafarse y la sangre se agolpó en sus pómulos al ver que atrajo la atención del otro mordedor que se estaba recomponiendo. Ejerció más fuerza en la última patada directa a la mano que se aferraba a su pierna izquierda y aflojó lo suficiente el nudo para dirigirse a su libertad. Su objetivo se fijó en el armario del lado derecho detrás de él.

Con pasos torpes y temblorosos, logró caer de espaldas dentro del estrecho cuarto que conformaba el armario y cerró la puerta. Pegó su cuerpo contra la pared y se aferró a un milagro invisible, al deseo de que esos seres desaparecieran. Los golpes en la puerta resonaron dentro de su cabeza y su cerebro ambientó todo para recordar. La oscuridad, el espacio que lo asfixiaba y el temblor de la madera que apretaba su corazón lo llevó a la locura… A desenterrar esos recuerdos que había sepultado para minimizar el dolor de las viejas heridas marcadas en su cuerpo, su alma y su vida.

Sus manos taparon sus oídos y tomaron su cabeza con angustia.

Recordó el pequeño ropero que tenía, ese mueble que no alcanzaba ni el metro y medio, donde solía guardar impecablemente las prendas que le compraba su madre en sus cumpleaños. En ese lugar Yoongi siempre lo encontraba cuando jugaban a las escondidas o su guarida para llorar cuando se enojaba o estaba triste. Sin embargo, la inocencia que cargaba ese mueble perdió su esencia cuando lo usaba de escondite cuando quería escapar de las manos de ese hombre.

Los golpes que oía eran igual de fuertes y brutales que los de aquella época.

En ese tiempo siempre temía por el temblor de la madera, rezaba para que la resistencia del material aguantara un minuto más. Solo un minuto más. Un minuto fuera de la vista de ese hombre era suficiente, nunca era codicioso, nunca pedía algo más grande. Siempre pedía un minuto.

Solo un minuto.

Para él no existió un dios que lo ayudara, ni tampoco un salvador. El día que apagaron las llamas que quemaban su alma, fue demasiado tarde porque solo salvaron cenizas.

"Solo un minuto más…", pidió nuevamente con el mordedor golpeando el armario y, en su mente, solo era el vivo recuerdo de su infancia porque…

Ambos representaban lo mismo para él.

—Espero que Jimin se haya podido esconder —susurró Sana sosteniendo un mueble que impedía el paso de los mordedores a la habitación y Chaeyoung estuvo de acuerdo—. Tuve que haber verificado que nos estuviera siguiendo —se culpó.

—No digas eso. De seguro está bien, ¿si? No hemos oído nada y eso podría significar algo bueno, ¿no?

—Pero… ¿Jimin gritará? —Ambas se quedaron mirando fijamente con la duda en sus rostros. Maldición, ni siquiera podían confiarse o reconfortarse con optimismo.

»—Podríamos salir y buscarlo.

—Salir significaría una muerte segura. Si tuvieramos a Yoongi o Namjoon aquí, de seguro podríamos con los mordedores de afuera, pero no podremos contra tantos —aseguró Chae con un sabor amargo en la lengua por esa realidad—. Solo significaría morir en vano.

Sana bajó la mirada con culpa de tener que quedarse a esperar.

—Si no atendemos a Jungkook pronto, no sé qué puede pasar si llega a empeorar más —informó Nayeon con las cejas arqueadas en frustración. El menor del grupo vomitó en el balde con ayuda de Seokjin y Hoseok tosió con la nariz roja sobre su piel pálida.

El profesor —con las manos sosteniendo delicadamente la cabeza del menor— pensó en todos los conflictos que lo rodeaban. Habían tres miembros del grupo perdidos, los más "fuertes" se encontraban ausentes, tenían dos enfermos y a todos con la mente en completo caos. Como si fuera poco, los mordedores estaban dentro y nadie quería arriesgarse a ahuyentarlos. Querían vivir y el miedo no los dejaba actuar.

—No creo que la barricada aguante —murmuró Hoshi poniéndole los pelos de punta al adulto.

—Por favor, no pienses en eso. —"No me agregues más preocupaciones".

Hoshi calló y observó a Jaebum en un rincón de la habitación con las manos enterradas en sus brazos. Daehyun intentaba retener los temblores de su cuerpo y revisaba la puerta con cada segundo que pasaba.

Todo pensamiento de Seokjin se detuvo al escuchar un estruendo proveniente de afuera y lo único que captó antes de reaccionar fue la reacción rápida de Hoshi y en su regreso, informó con fuertes palabras:

—La barricada cayó.

Lo siguiente que supo provino del "click" de la llave de la puerta, el velador deslizándose por el suelo para impedir cualquier intruso y todos alejándose de los gruñidos detrás de ese único obstáculo que tenían los mordedores para comerse su carne.

—Este es el fin —lloró Jaebum negando con la cabeza y el rocio mojando las mangas de su campera.

Seokjin afianzó su mano sobre el mango de su cuchilla que, anteriormente tomó y guardó, todos llevaban encima una todo el tiempo por el consejo que les había dado Namjoon: "lleven siempre algo para defenderse con ustedes y nunca se separen de ella. Nunca saben cuándo el peligro está cerca".

Cerró sus ojos, suplicando que su final fuera rápido. Morir lentamente mientras arrancaban su carne, su piel y extirpaban sus órganos era algo que imaginaba y le resultaba doloroso; ese final era completamente lejano a lo que se imaginó alguna vez, él esperaba morir en calma, con nietos, ya siendo un anciano y haberse enamorado al menos una vez. No quería revivir como una de esas cosas, no quería dañar a otros o dañar a sus alumnos… ex-alumnos o bueno, sus compañeros.

—Mierda, no quiero morir aquí —maldijo Hoshi con el tono quebrado.

Nayeon, con una tela cubriendo su nariz y boca, se acercó a ambos enfermos y los cubrió con sus brazos cargados de miedo. La puerta no resistiría, morirían y no quería morir.

Cerró sus ojos, no queriendo ver el momento donde la madera cediera y se aferró a los cuerpos sudorosos de Hoseok y Jungkook.

Esperaba que fuera rápido.

Abrió los ojos lentamente cuando los gruñidos se alejaron de la puerta y en cambio, los reemplazó un escándalo proveniente del subsuelo. Todos se observaron sin entender qué sucedía y creyeron ingenuamente que se trataba de los tres miembros desaparecidos. Inmóviles escucharon como de a poco las presencias de los mordedores desaparecía y el crudo sonido de huesos rompiéndose se hacía más audible. Se pusieron alertas cuando veloces y pesados pasos parecían subir las escaleras con impaciencia.

Los filosos cuchillos y las redondeadas puntas de los bates apuntaban la única puerta de la habitación en modo de defensa. Sin embargo, la duda cayó sobre los hombros de los sobrevivientes cuando tres toques fueron dados en la puerta. Hoshi fue quien corrió a mirar por la cerradura y todos quisieron detenerlo cuando sacó la llave para destrabar la cerradura.

El suspenso generado en el ambiente cuando la puerta fue abierta lentamente revelando un bate ensangrentado por un brazo igual de sucio y finalmente descubriendo el rostro de su salvador, los hizo comprimir sus pulmones.

Aunque, el miedo no desapareció de sus venas cuando aquella filosa y perturbada mirada se paseó por la habitación con sigilo y cautela, buscando a alguien entre todas esas impactadas expresiones y culminó en un susurro penumbroso que heló la sangre de cada cuerpo vivo en esa jaula de cuatro paredes.

—¿Dónde está mi hermano?





















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Lamento la tardanza y espero que hayan disfrutado el capítulo TT

Nos leemos luego 🐥

©mysverse

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