XIX. Better together.

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Jungkook.

Estaba dormido. Soñando con nada en especial, removiéndose por la cama.  Y pudo haber pasado más tiempo así de no haber sentido un peso sobre él.

— ¡Despiértate, Jungkook! —escuchó una voz conocida con su marcado acento.

Abrió los ojos, encontrándose con la traviesa mirada de JiMin y tras él a YoonGi mirando su celular.

— ¿Qué hacen aquí? —Preguntó con una sonrisa adormilada —, no me avisaron que vendrían.

Park lo miró —. Tú me dijiste que querías que te acompañáramos a comprarle algo a TaeHyung para cuando regresara y...hoy regresa.

Jeon alzó las cejas —. ¿Qué? ¿Hoy? ¿Qué día es?

—Son las doce del mediodía de este bello domingo—contestó JiMin—, y TaeHyung vuelve hoy.

— ¿A qué hora, exactamente?

—Me dijo que en la tarde—informó el poseedor de ojos felinos—. Así que tienes tiempo, Romeo.

—Joder—maldijo y se levantó bruscamente, ocasionando que Park se cayera.

Se adentró en el baño, tratando de ducharse lo más rápido posible. El champú le cayó en los ojos varias veces, pero lo ignoró (o trató dé).

Una vez listo, salió sólo para encontrar a YoonGi acostado en su cama con JiMin a un lado, leyendo los mensajes de su celular. Riendo.

—Dejen eso—regañó, mientras les arrebataba el aparato—. Tiene contraseña, ¿cómo lo desbloquearon?

—Eres muy predecible—respondió JiMin—. Tanto como para poner una contraseña de solo tres números.

—Los cuales eran 823—concordó el rubio.

— ¿Y ustedes cómo supieron que eran esos, intentos de Sherlock Holmes?

—Porque esos números forman Tae, creo que es algo obvio—volvió a contestar YoonGi—, aunque, casi lo bloqueamos—rió—, perdón.

—Da igual—el pelinegro negó—, vámonos antes de que se haga más tarde.

Los otros chicos asintieron y lo siguieron, dándose golpes entre ellos. Jungkook suspiró. Algunas veces dudaba que él fuera el único infantil.


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TaeHyung.

Estaba feliz.
O algo muy parecido.

Era su último día de su estadía con sus abuelos y eso lo alegraba de cierta manera.
No era que los odiara, los quería, pero nunca le agradó demasiado DaeGu. Además que quería ver a Jungkook, pero eso ya era algo aparte.

—Tonto, mamá pregunta si ya estás listo—comentó Irene, estaba parada en la puerta de la habitación.

—Dile que ya casi—contestó, aun recogiendo parte de su ropa—, ¿sabes cuándo nos vamos?

—Dentro de media hora, después de comer—TaeHyung asintió y la chica se fue.

Terminó de preparas sus cosas y se tiró en la cama, a pesar de ya haberla tendido. Miró su celular. Jungkook no le había enviado ningún mensaje en el día y se le hacía raro, pero lo dejó pasar.

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Jungkook.

Se habían demorado más de lo debido y todo porque los tres optaban por diferentes opciones para el regalo de TaeHyung.

Jungkook le quería regalar un suéter y en eso todos estuvieron de acuerdo, sin embargo no al momento del diseño o estampado de la prenda.

Jeon quería uno mientras que YoonGi decía que no y JiMin siempre saca su argumento de "yo lo conozco mejor y sé que ese no le gustará".

Y al final, terminaron comprando dos.

Uno rosa con un lindo unicornio en el centro (fue la opción de YoonGi y uno blanco con detalles negros (el que escogió Jungkook).

Alrededor de las cinco treinta de la tarde, los tres iban caminando hacia el hogar de los Park, tranquilos y hablando de temas triviales.

Jungkook casualmente dirigió su mirada hacia la residencia Kim. El auto ya estaba ahí y eso significaba que TaeHyung también. Sonrió.

— ¡Ya llegó! —anunció. JiMin lo miró.

—Ve a verlo, en un momento te alcanzamos.

Jungkook sonrió y fue. Tocó el timbre y educadamente esperó hasta que la puerta se abrió. Irene lo miraba desde dentro.

—Oh, hola Jungkook—saludó—, TaeHyung está dormido, pero un momento lo despierto, pasa.

El pelinegro quiso decirle que no lo hiciera, pero la chica ya se había adentrado en la sala.

—Tarado, tu novio está aquí, despiértate—escuchó y tuvo que aguantarse las ganas de reír.

— ¿Quién? —la voz adormilada de TaeHyung se hizo presente.

—Jeon, Jungkook, cabello largo, tu novio, como lo conozcas, levántate y no seas grosero—finalizó.

Jungkook, a pesar de que le habían dicho que podía pasar, seguía en la puerta, esperando. Lentamente la figura adormilada del mayor de los Kim se hizo presente, tallando uno de sus ojos mientras bostezaba.

— ¡Jungkook! —TaeHyung dio un pequeño salto para abrazar a Jungkook por el cuello, lo había extrañado.

El morocho sonrió y lo abrazo devuelta.

—Hola, Tae—sintió como el azulado acomodó su cabeza en su hombro, dispuesto a dormir más.

—Tengo mucho sueño...—murmuró.

Rió—, se nota. Pero, espera, tengo algo para ti—dijo, separándose y entregándole la bolsa donde los suéteres se encontraban. No tuvo tiempo de envolverlos.

Kim, curioso miró hacia el interior de aquella bolsita. Abrió por completo sus adormilados ojos y sonrió.

Sacó el suéter blanco y se lo puso arriba de su simple camiseta—, están muy lindos...me gustó mucho el rosa—rió—, ¿los compraste tú?

—En parte, yo escogí el blanco y JiMin con YoonGi el rosa. Dijo que te gustaría—explicó, con una sonrisa.

—Son adorables...gracias—dijo, con una pequeña sonrisa.

— ¡Oh! —Exclamó Jungkook—, tengo algo más—anunció y del bolsillo de su pantalón sacó dos boletos de cine—, ¿recuerdas que te dije que fui a ver Cinderella? —TaeHyung asintió—, pues quiero volver a ir, pero contigo.

El más pequeño parpadeó—, me parece bien.

—Creo que JiMin y YoonGi nos alcanzarán allá, así que vamos, la función es a las siete.

TaeHyung sonrió y asintió.

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TaeHyung.

Habían comprado papitas y galletas en una tienda externa al cine, puesto que en  la tienda de snacks  había mucha gente. Y ahora, estaban discutiendo el cómo la adentrarían a la sala puesto que no tenían bolsas.

— ¿Y si compramos una bolsa? —opinó el mayor de todos.

—Ya no hay dinero.

Suspiró.
—A ver, denme sus cosas—dijo. Los demás lo miraron—, solo dénmelas. Por suerte no compraron muchas cosas...—murmuró.

— ¿Qué harás, TaeHyung? —cuestionó JiMin.

—Hay algunas ventajas en usar ropa demasiado grande—explicó—, y no es sólo lucir adorable.

Debajo de su suéter, TaeHyung cargaba sus compras.

Realmente no sabía si eso iba a funcionar, pero no perdían nada con intentarlo.
Al llegar con la muchacha que pedía los boletos, ésta lo miró extrañada. JiMin se aguantaba la risa.
Se veía que la chica iba a decir algo, pero TaeHyung se adelantó.

—Estoy gordo, lo sé.

Los chicos rieron y la joven solo sonrió incomoda—, disfruten la función—murmuró.

TaeHyung sonrió.

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Al ser una costumbre, TaeHyung se quedó dormido. Pero, ésta vez, Jungkook lo abrazó.

Lo había extrañado mucho.

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