♡ » Cap. 1 -

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

#Martes.

- Respira, Ni-Ki se decía a sí mismo. Era más fácil decirlo que hacerlo. Por lo general, el aire frío de la pista de hielo despejaba su mente y hacía más fácil para él sacar el oxígeno, pero hoy, se sentía sofocado. Incluso sin su chaqueta de calentamiento, de la cual se había despojado tan sólo quince minutos después de llegar a la pista a las cinco de la mañana, estaba calentando, gotas de sudor se hacían presentes en su frente.

Ni-Ki cerró fuertemente sus ojos y frotó sus manos enguantadas, tratando de bloquear el sonido producido por la gente que lo rodeaba; patinadores de todos los niveles comprimidos delante de él mientras trataba de concentrarse.

¿Qué no entienden que está entrenando para así pasar su prueba mayor de patinaje, a la cuál su entrenadora personal — Kazuha — finalmente había accedido? ¿Qué no entienden que él tiene que pasar esa prueba para competir en concursos de alto nivel y así ser reclutado? ¿Qué eso no significa nada para ellos?

¿A quién estaba engañando? Claro que no les importaba. Si existe un gran defecto que todos los patinadores artísticos tienen, es que son inmensamente engreídos.

Con los ojos bien abiertos, se impulsó hacia adelante, asegurándose de maniobrar entre los otros patinadores, los que no parecían molestarse en ver hacia donde se iban. Al llegar a un extremo de la pista, se dio la vuelta y comenzó a patinar hacia atrás, haciendo crossovers en sentido contrario al de las agujas del reloj. Sin detenerse siquiera a parpadear, se volvió de nuevo, dando un paso adelante con su pie izquierdo. Doblándose tanto como pudo, lanzó su otra pierna alrededor y sacó su cuerpo hacia arriba, girando en sentido inverso una vez, dos veces, y—

—Maldita sea—, gritó Riki mientras sus patines se estrellaban contra el hielo justo a la mitad de una rotación. Sus rodillas se sacudieron por el impacto, volteándose y casi perdiendo el equilibrio antes de enderezarse de nuevo. Debería sentirse aliviado —romperse la cara en frente de los demás patinadores no era algo a lo que quería enfrentarse esa mañana o en ningún momento, siendo honestos— eso sí, su alivio fue opacado por la ira que lo invadía.

Era más que frustrante que, a pesar de que Riki había estado patinando desde que tenía cuatro años, aún existieran momentos en los que sus saltos quedaran cortos o sobregirados. Él es un patinador de 17 años de Nivel A, demonios, no un amateur de tres años. Bueno todavía no era un patinador de Nivel A, pero eso pronto cambiaría. Él había estado esperando esta prueba por cerca de seis meses. Estaba listo —había estado listo desde hace mucho— pero ahora que la prueba se acercaba, su triple Axel decidió ponerse difícil. Jodidamente perfecto.

El chico sacudió los brazos y rodó su cuello un par de veces, tratando de librarse de todas las vibras negativas; no tenía sentido patinar de mal humor, ya que por lo general eso sólo empeora las cosas. Una vez que se calmó, regresó a la pista, patinando con un propósito, con especial atención, con...

—¡Princesa de hielo! — Una voz resonó a través del aire, distrayendo a Ni-Ki de su preparación.

Ni-Ki gruñó y miró al techo, en silencio retando a Dios a atreverse y traerle más distracciones, antes de girar y hacer frente a JungWon, su ruidoso y desagradable mejor amigo/compañero de cuarto, quien estaba de pie en las tablas. JungWon tenía esa sonrisa en su cara como si fuera la mejor maldita mañana y no una mañana que estaba causando tantos problemas para Riki.

—¿Qué quieres? — Riki respondió, sin moverse de donde estaba. Sabía que era de mala educación gritar a través de la pista, pero la verdad es que le valía mierda.

—Ya es hora de clase, idiota. — JungWon divulgó como si no se encontrara en un lugar público. Varias de las patinadoras más jóvenes se estremecieron e incluso una se cubrió los oídos con sus manos (en serio), como si con eso lograra ignorar el vulgar lenguaje de JungWon.

Riki corrió hacia JungWon y saltó fuera del hielo. — Wonnie, querido, ¿contaminando los oídos de los jóvenes tan de mañana?

JungWon se encogió de hombros. —Lady Gaga dice que yo nací de esta manera.

Ni-Ki tuvo que reírse de eso, su molestia hacia sí mismo empezando a quedar de lado, debido a la presencia de su amigo. —Tú ni siquiera escuchas a Lady Gaga, — señaló. —No puedes usar eso como una excusa.

JungWon decidió hacer caso omiso a eso y extendió sus manos ofreciendo una manzana, una barra de granola, y un gran termo de té verde para acompañar, el desayuno de Ni-Ki. Una de las mejores cosas de JungWon era que entendía la dedicación de Ni-Ki por el patinaje artístico (y por lo tanto entiende el hecho de que Riki se arrastra de la cama cada mañana a las 4:30 para practicar antes de que las clases inicien) y había comenzado a llevarle el desayuno porque —Soy un gran amigo y necesitas energía.

—Te amo tanto. — Ni-Ki tomó su comida con gratitud y dio un sorbo al té verde, sin darse cuenta de cuán sediento estaba. Pasando al lado de JungWon, se dejó caer en el banco y comenzó el doloroso proceso de quitarse los patines. Por el dolor en sus pies, sabía que no iba a ser agradable, sólo esperaba que no le salieran muchas ampollas nuevas.

—¿Cómo te fue? — Preguntó JungWon, apoyándose en los tableros luciendo genial sin ni siquiera tratar, algo que Riki le envidiaba en algunas ocasiones. Él podrá ser agraciado y elegante en el hielo, pero fuera de él, es bastante torpe.

—Me hubiera ido mejor si la pista no estuviera llena de esta... Gente. — Respondió tratando de no poner mucho veneno en esa última palabra y fallando en el intento. Y por gente se refería a los principiantes, los que patinaban sólo porque sí, los que no tenían idea de qué estaban haciendo. —Mi Triple Axel me está causando problemas de nuevo, pero creo que puedo manejarlo.

—¿Lo necesitas para tu prueba esa? — JungWon siempre se rehusaba a llamarla por su nombre, a pesar de que sabía cómo se llamaba.

—Sí, es algo importante. — Ni-Ki ofreció una media sonrisa, pero la seriedad de la situación hizo que desapareciera. Todos los hombres patinadores debían ser capaces de hacer Triple Axels si quieren que se les tome en serio en el mundo del patinaje. —Tal vez si dejara de comer tantos carbohidratos y mi trasero no fuera tan grande, lo lograría.

JungWon alzó sus cejas —Amigo, suenas como una chica.

Riki se rió. —Creo que las chicas me lo han contagiado.

—Eso espero. — JungWon comentó, viendo como Ni-Ki se deshacía de sus patines. Por cierto, se había equivocado, no aparecieron nuevas ampollas, sólo grandes marcas rojas justo donde la bota rozaba su piel. —Tal vez sólo estás desconcentrado. ¿Cuántas horas dormiste anoche? ¿Cuatro?

Ni-Ki se tensó un poco ante eso. JungWon no sabía la razón por la que Riki llegaba a casa a la medianoche diariamente. Él pensaba que Riki salía a escondidas con su adorable, divertida, inteligente, atractiva, patinadora artística, novia, EunChae, y honestamente, a veces deseaba que fuera así. Ni-Ki había estado enamorado de EunChae desde el año pasado, y por fin se había atrevido a salir con ella en junio, durante una de sus sesiones de práctica de verano. Ella era perfecta para él, realmente, y nunca había un momento aburrido entre ellos.

Pero no, la razón por la cual siempre tenía que escabullirse entre los pasillos a altas horas de la noche era porque se quedaba hasta tarde en la pista de patinaje. Él había estado haciendo eso desde el inicio del año escolar, hace aproximadamente un mes, desde que Kazuha había comenzado a considerar dejar que él tomara su prueba de Freeskate. Al inicio había sido increíblemente aterrador quedarse después de la hora (lo cual era una estupidez, ya que Ni-Ki hacía cosas mucho peores que pasarse el toque de queda), pero ahora estaba acostumbrado a eso. Y mejor aún, estaba mejorando, lentamente, pero sin retrocesos. Iba a pasar su prueba Freeskate, de eso no tenía duda.

—Cuatro y media—, corrigió Riki apretando los dientes mientras se masajeaba un calambre en el talón. — EunChae vale la pena. — Tragó la ola de culpa que siempre le acompañaba cuando le mentía a su amigo. Pero no importaba cuánto le dolía ser deshonesto, decir la verdad sería peor. JungWon sin duda se preocuparía demasiado, o peor aún, trataría de evitar que practicara mucho, y eso era lo último que Ni-Ki necesitaba.

Una sonrisa se extendió a lo largo de la cara de JungWon.

—¿Y cómo estuvo?

Riki hizo la misma cara que siempre hacia cuando JungWon trataba de obtener detalles acerca de su vida sexual. —¿Te gustaría saber? — Mientras tanto guardaba los patines en su mochila y se acomodaba su chaqueta. Revisó el reloj y se dio cuenta de que ya eran las 7:15.

Su primera clase comenzaba a las 7:30.

—Mierda. ¡Nos vemos en clase! — exclamó Ni-Ki mientras pasaba de largo a JungWon y corría tan rápido como podía, entrando a uno de los vestidores. Puesto que estaba en la pista oriente de la escuela, también conocida como aquella que era utilizada por el equipo de hockey, las duchas ahí eran bastante asquerosas. Sin embargo, esta era la única que estaba abierta antes del horario escolar, y Riki aprovecha todo el tiempo en el hielo que pudiera conseguir.

Se duchó rápidamente, secándose aún más rápido y vistiéndose con lo que sea que haya traído con él, un jersey blanco y unos jeans ajustados de color negro. Después de ponerse sus botas, estaba de nuevo afuera, con la cabeza gacha mientras corría fuera de la pista y todo el gran patio que tenía que recorrer.

La academia Stray Hills era un lugar muy grande, sin duda, uno de los mayores centros de estudios en Japón. Tan sólo el campus universitario era lo suficientemente grande para que los nuevos estudiantes se perdieran, y contando los dormitorios, las salas de recreación, y los centros de deportes, la Academia era básicamente su propia ciudad. Perdiéndose fue de hecho cómo había conocido a JungWon:

—Mierda, voy muy retardado, — Ni-Ki se quejaba consigo mismo mientras desenvolvía su mapa de la escuela y le echaba un vistazo por sexta vez. No tenía caso, estaba completamente perdido.

—¿Necesitas ayuda amigo? — un chico de cabello negro le preguntó, saliendo de detrás de un árbol y asustando de muerte a Riki.

—¡Dios mío! — el chico más alto exclamó, sujetando su mano sobre su corazón. —¿Que tu madre nunca te dijo que no debes espiar a la gente?

—¿Y que tu madre nunca te dijo que no debes ser un imbécil con la gente que te está tratando de ayudar?

Ni-Ki entrecerró sus ojos al chico nuevo, mirándolo de arriba a abajo. Con su jersey holgado gráficamente diseñado, pantalones un poco flojos, tenis, y el pelo desarreglado mirando en todas direcciones, pero aun así luciendo bien, Riki supo casi de inmediato que no era un patinador —no era su competencia. La razón más importante para poder ser amigos.

—Soy Nishimura Riki, — le dijo al chico, ofreciéndole su mano.

El chico de cabello oscuro sonrió y se acercó —incluso a esa distancia Ni-Ki podía distinguir el olor a marihuana que desprendía— y estrechó su mano. — Yang JungWon.

Y es así como comenzó.

Ni-Ki y JungWon no tenían mucho en común. Demonios, no tenían prácticamente nada en común. Ni-Ki pasaba la mayor parte de su tiempo en la pista de hielo, estudiando, o con EunChae y JungWon pasaba prácticamente todo su tiempo alucinado como un cometa y trabajando en algún nuevo cuadro. Pero tal vez por eso funcionaban tan bien: se complementan entre sí en lugar de ser clones... O alguna mierda cursi como esa.

En fin, Ni-Ki había estado yendo a Stray Hills durante cuatro años, y sabía moverse ahí mejor que la mayoría, incluso conocía varios atajos directos. Fue así como se las arregló para lograr llegar a su clase de literatura tan sólo unos tres segundos antes de que sonara la campana. Se dejó caer en su asiento, situado al fondo y junto a JungWon, quien sonrió mientras Riki trataba de recuperar el aliento.

—Apenas y lo lograste hoy, — dijo como el hijo de puta que él era, como si no fuera la cosa más obvia del mundo. —Tal vez deberías conseguir un reloj.

—Tal vez tendría uno si mi miserable excusa de mejor amigo no lo hubiera tirado a la piscina de la escuela cuando estaba drogado, — dijo Ni-Ki.

JungWon levantó las manos como diciendo ¿Cuál es tu punto? —Me encanta tu suéter, por cierto. ¿Es así como los niños los usan en estos días? —


Riki frunció el ceño y se miró a sí mismo, apenas ahogando un gemido cuando vio que, en su prisa, se había puesto el suéter al revés. —Genial— murmuró, desplomándose en su asiento.

—Bien, clase, atención. — El profesor Cha EunWoo demandó, sus ojos pequeños y brillantes pasando sobre las caras de los muchos estudiantes. El hombre de treinta lucía especialmente preparado ese día, su saco un tanto apretado sobre su pecho y su pelo claro, largo hasta sus hombros y lacio. Era el tipo de maestro que vivía y respiraba el idioma Inglés, siempre hablando sin cesar sobre lo hermoso que los sentimientos provocaba. Hablando con una voz tan baja que apenas se oía.

Sin embargo, los estudiantes alrededor de Ni-Ki se quedaron en silencio casi de inmediato.

—Gracias, — el profesor continuó, con un tono condescendiente. —Ahora, se les fue asignado una tarea ayer y asumo que todos la han terminado. — La clase soltó un quejido armonioso. —Sí, sí, estoy seguro de que una tarea de una página es tan agotadora para ustedes, teniendo en cuenta que todos ustedes tienen muchas otras cosas que deben hacer.

Yo sí, Riki pensó amargamente. Él consideraba la escuela como una distracción más.

—Me siento terriblemente apenado de haber interrumpido sus importantísimas actividades diarias... —obviamente no estaba apenado— Pero debo preguntar...

Un ruidoso coro de risas interrumpió al profesor cuando dos chicos entraron al salón, haciendo caso omiso al hecho de que la campana ya había sonado. Incluso sin sus estúpidas gigantes chaquetas varsity, Riki los reconocía: el más alto, de piel pálida y facciones perfectas era Shim JaeYoon. El alto con el cabello negro alborotado, ojos cafés y barbilla puntiaguda, bañado en lunares era Park SungHoon, y ya que eran jugadores de hockey, pensaban que estaban por encima de la ley.

El profesor EunWoo se rió discretamente al ver que los chicos lo acababan de interrumpir. —Sr. Shim, Sr. Park, no deben hacer un hábito esto de llegar tarde, — dijo, sus palabras significando un castigo, pero su tono parecía sólo mimarlos. —No queremos que se pierda el primer juego en casa este viernes.

SungHoon rodó los ojos y Jake apenas podía contener su risa.

—No pasará de nuevo, profesor, — SungHoon prometió falsamente. Era una mentira, todos lo sabían: SungHoon llegaba tarde a la clase al menos dos veces por semana, simplemente porque quería.

Él y Jake tomaron sus asientos en medio del salón donde su otro amigo, Kim SeonWoo, ya estaba sentado, y Ni-Ki podía sentir su coraje quemando su interior. El odiaba a los jugadores de hockey (cualquiera podía aprender a empujar un disco sobre el hielo; se necesitaba de talento para poder ejecutar a la perfección una combinación de un giro ángel-camello). Odiaba la manera en que los maestros los amaban y mostraban abiertamente su favoritismo. Odiaba la manera en que todos los otros estudiantes morían cuando alguno de ellos los honraba al dirigirles la palabra. Pero, sobre todo, odiaba a Park SungHoon. Odiaba su arrogancia, su tan famoso encanto, y la forma en todo el mundo pensaba que estaba hecho de oro. SungHoon no estaba hecho de oro, era un imbécil. No era más que otro tonto deportista de hockey al que no le importaba nada ni nadie más que él.

—Como estaba diciendo... — El profesor continuó. —Por favor pasen sus tareas al frente y prepárense para lo peor porque estoy seguro de que todos hicieron un pésimo trabajo.

El resto de la clase pasó rápidamente con espontaneas apariciones del profesor diciendo cómo mañana comenzarían el primer proyecto grupal del año. No sonaba tan mal para Riki, hasta que el maestro dijo que las parejas serían asignadas por él. Ni-Ki reprimió un suspiro, no había manera de que el profesor lo emparejara con JungWon; a ese hombre le encantaba complicarle la vida a Ni-Ki.

Cuando sonó la campana, Riki y JungWon abandonaron el salón juntos antes de ir en direcciones opuestas, Ni-Ki tenía física y JungWon iba a matemáticas. Los pasillos estaban tan llenos como siempre, repletos de estudiantes, la mayoría de ellos vestían los colores de Stray Hills — que eran rojo y negro— como si no fuera suficiente estar en la escuela, tenían que vestirse así. Pero como Ni-Ki ya estaba acostumbrado a esquivar a patinadores torpes, no tuvo problemas para pasar entre un grupo de alumnos escandalosos. Ya casi había llegado a su salón de clases cuando oyó una voz hablándole.

—¡Hey, giritos!

Ni-Ki se detuvo en seco. Conocía ese apodo, había estado oyéndolo durante años. Sólo los jugadores de hockey se referían a los patinadores artísticos de esa manera. Poco a poco, Ni-Ki se dio la vuelta para hacer frente a la persona que le había hablado.

Park SungHoon estaba a sólo unos metros de distancia, SuNoo y Jake cerca de él. Estaba mirando a Riki como si fuera la cosa más divertida del mundo.

—¿Qué quieres? — replicó Ni-Ki, no estaba de humor para enfrentar a SungHoon.

—Me pregunto si siempre usas tu suéter al revés o sólo hoy. — Jake se rió a carcajadas a pesar de que no era gracioso, pero SuNoo sólo miró a SungHoon, molesto.

Riki movió los ojos hacia abajo para notar que el interior de su suéter estaba hacia afuera, y tratando de evitar la mirada de SungHoon. Había una variedad de cosas ingeniosas que podía haber dicho en ese momento, pero todas parecían nada en comparación con lo que estaba a punto de hacer.

Sin pensarlo, Ni-Ki tomó el dobladillo de su suéter y lo tiró por encima de su cabeza, de su pelirubia cabellera, dejando al descubierto (ya que iba sin camisa debajo ese día) su pecho desnudo. Varios de los estudiantes a su alrededor se detuvieron y se quedaron mirando la escena; algunos incluso silbaron. Ni-Ki hizo caso omiso de todos ellos y comenzó a arreglar la prenda de modo que quedara del lado correcto.

Fue entonces cuando sus ojos se encontraron de nuevo con Park SungHoon, quien estaba mirando fijamente a Riki con una mezcla de sorpresa y algo que Riki no podía identificar.

Sus ojos lucían más oscuros, más intensos.

—¿Mejor? — preguntó Ni-Ki, sonriendo al jugador de hockey antes de girar sobre sus talones y marcharse a su próxima clase. No le importaba si los demás estudiantes pensaban que estaba loco o drogado, se sentía bien hacerle frente a SungHoon. Más que eso, se sentía maravilloso ver la reacción en las caras de esos idiotas cuando se despojó de su suéter. Eso probablemente sólo aumentaría los rumores de que era gay, pero a él no le podía importar menos.

Jeongin llegó a su clase un momento después y se sentó, pero mientras tanto, Park SungHoon seguía de pie exactamente donde Ni-Ki lo había dejado. Su boca se había secado inexplicablemente al ver a Nishimura Riki sin camisa. Eso era algo con lo que había estado soñando durante las últimas semanas, y sin embargo esperaba que sucediera de una manera completamente diferente a la que sucedió.

Sin embargo, había pasado. Y todo lo que SungHoon podía pensar era en una cosa: Maldita sea.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro