O6.─ »

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- Jay caminó a paso lento y cansado a través de los pasillos del palacio, los cuales estaban bañados en un profundo silencio de mañana temprana. Tomó una respiración profunda, y notó de reojo, como SungHoon lo observaba, seguramente con gesto preocupado. Estaba tan satisfecho como exhausto, HeeSeung había drenado toda su energía física y mental. Habrían sido cinco días completamente agotadores. JongSeong sabía, y con seguridad HeeSeung también lo hacía, que su calor había terminado para el cuarto día. Jay no quería pensar en el hecho de que no lo habría dejado ir para brindarle oportunidades mayores de salvar su vida, porque esto significaría admitir que de alguna forma se había metido bajo la piel del hombre. Y no quería ver las cosas así, porque entonces todo sería mucho más difícil.

─ Joven Jay.

JongSeong observó a SungHoon y asintió hacia él, mostrándole que tenía su atención.

─ Las concubinas están reunidas en el patio, es día de fiesta, ya que la tercer princesa a vivido su primer año.

Jay pudo jurar que más que un comentario, sonaba como una clara advertencia a que vaya con cuidado. Tantas mujeres de importancia reunidas, eran problemas, sobre todo para él que indirectamente apuntaba hacia el mismo puesto que ellas.

─ Gracias SungHoon.─ le dedicó una pequeña sonrisa ─. Tendré cuidado.

─ Diría que te muerdas la lengua muy fuerte.─ asintió a sus palabras y se inclinó hacia JongSeong para susurrar ─. Muchas son como víboras y no tardarán en lanzar su veneno.

JongSeong se vio tentado a contarle a SungHoon sobre su primer encuentro con WooYoung, pero no se atrevió. Era demasiado riesgoso hablar tan libremente de esos temas.

SungHoon abrió las grandes puertas de madera para él, y entró al lugar, preferiblemente con la cabeza baja y el rostro en una expresión serena.

─ ¡Mi querido Jay! ─ exclamó una estridente y autoritaria voz ─. Ya que nuestro señor decidió dejarte ir ¿Por qué no te unes a nosotras?

Jay subió la mirada con renitencia. WooYoung estaba sentada en el centro, rodeada de otras tres mujeres, una de ella llevaba una pequeña bebé sobre las piernas.

─ Señoras ─ saludó con una inclinación ─. Sería un honor unirme a ustedes, pero realmente no soy de su condición para hacerlo así.

Una de las mujeres sonrió satisfecha y estiró una mano hacia Jay.

─ Tonterías ─ dijo dulcemente ─. Únete a nosotras, sabemos que pronto te sentarás a nuestro lado libremente.

─ Por supuesto, Jay.─ WooYoung sonrió de lado ─. Después de todo, debes conocernos, ya que seremos quienes cuiden de tu pequeña princesa cuando no estés aquí.

Una corriente de frío recorrió la espalda de Jay, y entonces decidió tomarse el consejo de SungHoon muy a pecho, y morder su lengua con fuerza.

La mujer que antes le habló amablemente, observó a WooYoung con enojo, pero no dijo ni una palabra. Después de todo, ella era la madre del príncipe. Jay lo habría conocido en el tercer día que pasó con HeeSeung, cuando el pequeño fue a ver a su padre. Era idéntico a él.

La mujer señaló el lugar a su izquierda, y Jay se sentó en silencio.

─ Mi nombre es YuNa.─ se presentó ─. Segunda concubina y madre de una bella princesa.

Jay inclinó la cabeza respetuosamente.

─ Me presentaría, pero estoy seguro que mis señoras han oído de mis estúpidas muestras de innecesaria valentía.

Otra de las mujeres, una especialmente joven, soltó una suave risa.

─ Hemos oído de tí, sí. Nada comparado a la realidad. Eres realmente agradable a la vista, completamente encantador. Entiendo porqué mi señor aceptó tu juramento ─ sonrió suavemente ─. Soy Kazuha, es un placer conocerte, valiente Jay.

JongSeong sintió su rostro arder, y le dedicó a Kazuha una suave sonrisa avergonzado. Era una mujer especialmente hermosa. Un cumplido así de alguien como ella, era sin dudas vergonzoso.

La última mujer, quien llevaba a la princesa en sus piernas, lo observó con el ceño fruncido.

─ Demasiada amabilidad para alguien que no tendría siquiera que estar sentado junto a nosotras ─ gruñó ─. Soy Liz ─ agregó con aspereza.

─ ¿Qué dices? ─ refunfuñó YuNa ─. Cualquier concubina o concubino, merece respeto sin importar si ha tenido hijos de nuestro señor o no.

Era claro que las últimas tres mujeres contaban con perfecta libertad para retarse y pelearse entre ellas. WooYoung, sin embargo, tenía toda su atención sobre JongSeong.

─ ¿Duran tus calores tanto, o has engañado a nuestro señor para retenerlo en su cama? ─ preguntó WooYoung de golpe, frenando la discusión de las otras mujeres.

Jay quiso morder su lengua otra vez, pero esta se negó a cooperar.

─ Solo tres de los cinco días, más mi señor a decidido que le agrada mi presencia en su cama.

El rostro de WooYoung se tiñó de rojo y bufó con fuerza, sin embargo, guardó silencio. Jay estaba agradecido por ello.

─ Jay.

Volvió la cabeza hacia un costado, encontrándose con una seria YuNa.

─ ¿Sí, mi señora?

Dejó de lado la pluma y el papel, en donde practicaba su escritura, y se acercó a la mujer.

─ Camina conmigo.

JongSeong asintió y la siguió en completo silencio. Caminaron hasta la fuente en medio del patio, en donde YuNa se sentó y lo animó a también hacerlo.

─ Tienes que tener mucho cuidado ─ fue lo primero que dijo ─. Creo que eres un muchacho inteligente y puedes ver el panorama completo. Todos hablan del tiempo que pasaste con el rey. Nunca había sucedido, no tanto tiempo.

JongSeong sintió su estómago apretarse en reconocimiento de lo que prefería ignorar.

─ WooYoung, especialmente, ha tomado nota de ello. Cuando no regresaste al cuarto día, ella estaba enfurecida, llena de ira. Y las mujeres hablaban. Hablaban de ti, como un valiente joven había conquistando el corazón del rey.

─ Eso no es así ─ se apresuró a responder.

─ Si lo es o no lo es, solo nuestro señor lo sabe. Pero no se puede ignorar la realidad, Jay. Él jamás había pasado tanto tiempo con una sola concubina. Si lo ha hecho para salvarte, o porque realmente lo has cautivado, solo pertenece a nuestro señor saberlo. Sin embargo, las mujeres hablan, y una debe decidir si tapar sus oídos o dejar su corazón enredarse en los chismes. WooYoung ha llenado sus oídos de ti, y de como conquistaste a nuestro señor, como solo te dejó ir al sexto día, por respeto a su pequeña princesa.

YuNa posó una mano sobre su hombro y lo observó con tristeza.

─ Lo siento mucho, pero ella hará hasta lo imposible para que no lleves un hijo de nuestro señor en tu vientre.

JongSeong sintió como si patearan su pecho con fuerza, y abrazó su vientre con los brazos.

─ Deberías tener cuidado desde este mismo momento, mi querido. He visto cosas, sobre esa mujer, que solo los años a su lado pueden responder. Está llena de maldad. Y quizás, ahora mismo, un príncipe esté creciendo dentro de tí. Ten mucho cuidado. Yo rezaré por tí.

JongSeong también rezó por su suerte. Rezó toda la noche. Rezó por paz, rezó por un niño, y rezó para mantener a WooYoung lejos suyo. Lejos de HeeSeung, lejos del hijo que deseaba llevar en su vientre.

Había dejado demasiado atrás, para que una mujer con poder, decidiera arrebatarle lo poco que le quedaba.

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