🍒 ━ Capítulo diez:

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CAPÍTULO DIEZ:
Observó el pasado
recordando lo que el tiempo se ha
llevado, miró hacia su lado, un vacío había encontrado.


|Narrador omnisciente|

  Hace un mes y algunos días Malory falleció, las cosas en la casa de los Lovewood no iba del todo bien. La madre de Daniel, o sea la abuela de Tom y Alma, había llegado de visita, ella no es alguien agradable por así decirlo, nunca quiso a Malory por como era, quería que su hijo estuviera con una señorita que sepa hacer todo, cocinar, bordar, hacer el aseo, pero Daniel no le hizo caso a su madre y siguió su corazón, se casó con Malory y eso fue una de las mejores cosas de su vida.

  Tom se había ido a Nueva York, no soportaba a la abuela Martha y se fue más antes de lo esperado, Alma quedó con su padre, Molly y la abuela. Para Alma era un infierno estar ahí y cada segundo que estaba fuera de la casa lo disfrutaba, Martha le estaba consiguiendo una nueva esposa a su hijo, Alma estaba asustada, no quería, pero a su padre no parecía importarle, se había vuelto alguien serio y frío.


















   Primer día de escuela, Alma había salido más antes y Molly apenas y le pudo dar su almuerzo. Alma salió antes porque no quería ver la cara de su abuela en el desayuno. Camino a la escuela paso por la lápida de su madre y la de John a dejarles un par de flores que había recogido en el camino.

   Llegó a la escuela y se dirigió al arroyó a dejar la leche y vio a Cole Mackenzie, eran amigos de pequeños, pero la familia de Cole era complicada por eso Cole se alejó de Alma.

   Una pelota pequeña de color blanco cayó justo al lado de Cole, pero este siguió concentrado en su dibujo y no le dio importancia, Alma sonrió y recordó lo hermoso que dibujaba Cole.

— ¡Oye, Cole! ¿No nos pasas la pelota? —preguntó Billy, Alma gruñó al escuchar su voz, Cole ignoró a Billy— ¡Oye, niña! —Cole alzó su cabeza y miró a Billy— Si, tú —Cole cerró su cuaderno, tomó la pelota y la lanzó— Buen brazo, ¿jugamos? —preguntó.

— No, no quiero, pero gracias —respondió Cole y se volvió a sentar.

  Un amigo de Billy rió y este le lanzó la pelota pegándole en su estómago, Alma al ver esto negó. La campana sonó y todos se fueron a dentro.

— Es un idiota —susurró Alma para ella, pero Cole la escuchó.

— Y mucho —Alma rió y lo saludó con su mano y este repitió su acción.

   El profesor Phillips estaba leyendo, Alma se quedó dormida cuando un estruendo se escuchó haciéndola sobresaltar.

— ¿Estás bien? —preguntó y rió Josie.

— Si, si, solo me asusté —susurro y rió.

   Alma dirigió su mirada a Cole y luego a Billy, quería golpearlo. El profesor escribió en la pizarra "No dibujaré en clase".

— ¿Te gusta dibujar? —preguntó Phillips con su patética voz y se acercó a Cole— Dibuja eso y que sea legible —dijo.

   Alma suspiró y negó, se levantó y junto con Anne recogió las cosas de Cole, en el cuaderno la tinta seguía sin secar así que embarró dos de sus dedos y los pasó por la cara de Billy y le entrecerró los ojos, intimidante, este gruñó, pero no dijo nada.

— Señor Andrews, ¿le gusta maquillarse? —preguntó Phillips y toda la clase río— ¡Silencio y pónganse a leer!

Cole terminó de escribir, era una hermosa letra, Alma le llamó la atención y sonrió encantada. Phillips suspiró profundamente y miró a Cole seriamente, tomó el borrador.

— Menos adornado —lo señaló con el borrador— Necesitas espacio para cincuenta más —le dijo a Colé y borró lo que Colé había escrito, Alma furiosa presionó la punta de su lápiz contra la mesa haciendo que esta se rompiera.

— Cole, es super guapo —suspiro Josie y Alma la miró sorprendida— ¿Qué? —preguntó Josie desviando la mirada.

— Nada, Josie, nada —respondió Alma aguantando las ganas de reírse, empezó a leer pero veía de reojo a Cole.

   La hora del almuerzo había llegado, Alma estaba con Charlie y Moody comiendo.

— ¿Tienes biscottis? —preguntó Moody revisando la canasta de Alma, esta le pegó en las manos y le quitó la canasta.

— No hay —suspiro— Mamá los preparaba con Molly —trago saliva y se levantó— Ire por mi leche —Alma fue al arroyó y Charlie le pego en la cabeza a Moody.

   Alma recogió su leche y recordó el día que Gilbert le regaló una manzana, sonrió y se fue. Al llegar vio a Moody y Charlie acabándose su pastel de manzana.

— Debe ser una broma —dijo, Charlie y Moody sonrieron con la boca llena— ¡Por Dios!, Dejen de hacer eso, es asqueroso, ¿Cuantas veces tendré que repetirlo? —preguntó mientras reía.

— Ok, mamá —dijeron Charlie y Moody, siguieron comiendo el pastel de manzana, Alma negó sonriente y tomó un pedazo de pan con mantequilla y entró a la escuela, se acercó a las chicas.

— Si Gilbert cae por la borda y se ahoga será tu culpa, Anne —dijo Ruby y al ver a Alma habló— ¡Y tuya, Alma! —le exclamó.

— Ya déjame, Ruby —se quejó— me lo dijiste hace tres días y hoy en la mañana —Ruby alzó sus hombros, Alma se sentó a la par de Josie.

— ¿Oíste?, Será tu culpa —le susurro burlona Josie, Alma gruño y la empujo, ambas se miraron y rieron— Saben que Gilbert volvería en segundos si supiera qué hay oro en sus tierras —dijo Josie y Alma frunció el ceño, ¿Oro?

— Esperen, ¿oro? —preguntó Alma.

— ¿No lo sabes? —preguntó Tillie y Alma negó— Uno de los inquilinos de los Cuthbert dijo qué hay oro en Avonlea —dijo con un toque de emoción— ¿Emocionante no?

— Si, emocionante —susurró.

— Alma y Anne podrían mandarle una carta —dijo Ruby— ¿No es así? —preguntó.

— Anne, se la puede mandar —dije con rapidez.

— Ambas lo haremos —dijo Anne y Alma hizo una mueca y asintió— Que solitario se ve —dijo Anne con la mirada puesta en Cole.

— Creo que es más triste y guapo que solitario —dijo Josie, Alma le pegó en una costilla, Josie la miró y Alma alzó y bajo sus cejas con rapidez, esta negó un poco sonrojada y soltó una risilla nerviosa.

— Josie está enamorada de Cole —canto Jane.

— No es verdad, simplemente soy observadora —dijo Josie.

— Claro y yo soy buena cocinera —dijo Alma, Josie la miró pero Alma miró a su pan evadiendo su mirada, Josie chocó su hombro con el de Alma y esa le jaló su cabello.

— No hay un joven más triste y guapo que Gilbert Blythe —dijo Ruby, Alma se enderezó, sintió su corazón latir con fuerza al escuchar aquel nombre.

  Anne y Diana se miraron y asintieron, se levantaron y se fueron a sentar con Cole.

— ¿No van a venir también? —preguntó Diana, Jane, Tillie y Ruby se fueron dejando a Josie y Alma solas.

   Josie se levantó y miró la ventana.

— Por supuesto, Prissy, si quiero almorzar contigo y las chicas mayores —dijo y Alma rió.

— Vamos, Josie, deja tu orgullo por una vez en vida —dijo Alma levantándose, esta negó y se fue. Alma suspiro y se dirigió hacia los demás— ¿Hay espacio para una vieja amiga? —preguntó Alma a Cole y este sonrió y asintió, Alma se sentó y le dedicó una sonrisa— Bueno, Diana, dame tarta de fresa, Charlie y Moody se comieron lo que había en mi canasta y tengo hambre —todos rieron, Diana le dio tarta de fresa a Alma y a los demás.


















   Alma entró a su casa y vio a su padre con el periódico en la mano, estaba sentado en el sofá.

— Hola, padre —saludó y se acercó.

— Hola, Alma —saludó este sin quitar la mirada de su periódico.

— Yo quería saber, ¿si tú harás lo del oro? —preguntó Alma y Daniel bajo el periódico para verla fijamente.

— Eso no te incumbe —le contestó Daniel con un tono frío.

— Creo que soy parte de esta familia —le dijo Alma— Así que si, si me importa —agregó sería, con el mismo tono que uso su padre.

— No, no te importa —dijo, Alma se levantó dispuesta a irse— Y Alma —la llamó y Alma sé detuvo— Ponte algo decente para cenar, vendrá alguien —dijo y Alma lo miró con el ceño fruncido y se fue.

   Llegar a las escaleras se topó con su abuela.

— Oh, Alma, cariño, vístete bien —le dijo su Abuela.

—Ya padre me lo dijo —le dio una sonrisa falsa.

— Mira niña, me canse de fingir contigo así que escúchame: compórtate como la señorita que debes ser y no como la salvaje de tu madre —le dijo y Alma suspiro profundamente.

— Si no fuera por qué tienes como mil años juro que te hubiera tirado por las escaleras —dijo Alma y se fue dejando a Martha enojada.























   La noche cayó, Alma estaba frente al espejo mirándose, tenia puesto un vestido viejo de color turquesa, Martha entró a la habitación sin tocar y miró a Alma con desaprobación.

— ¡Cámbiate! —le exclamó.

— No —respondió Alma y la miró a través del espejo. Martha iba a gritar pero Molly llegó e interrumpió.

— Disculpen, pero la cena ya está servida —dijo Molly y Alma asintió y bajo, al llegar a la mesa había una mujer de cabello castaño, su piel era pálida, sus ojos verdes, sus labios no eran ni tan finos ni tan gruesos y su nariz era fina, vestía un hermoso vestido azul.

— Sol ella es Alma mi hija, Alma ella es Sol... mi prometida —dijo Daniel, Alma miró a su padre sorprendida y sintió un peso en su pecho, ¿Tan rápido había olvidado a su madre, a su esposa?

— Un gusto —sonrió falsamente Sol a Alma, miró de arriba a bajo y hizo una mueca de desagrado.

   La cena concluyó, Alma no habló en ningún momento, estaba en su habitación mirando por la ventana.   
   Vio como su padre y su abuela se despedían de Sol, esta se montó al carruaje y se fue, Alma con rapidez bajo y vio que Martha entró a la habitación que le habían asignado, así que fue a buscar a su padre, este estaba en su oficina, Alma entró sin tocar y cerró la puerta con fuerza exaltando a su padre.

— ¿Qué demonios te sucede, Alma? —preguntó molesto.

— ¿Qué demonios me pasa?, ¡No!, ¿Qué demonios te pasa a ti? —preguntó Alma y se acercó al escritorio— ¿Ya olvidaste a mamá? —pregunto con tristeza.

— Es mi vida, Alma —le respondió Daniel.

— Era mi madre y tú esposa, falleció hace un mes, un mes padre —dijo con voz quebrada.

— Lo se, pero necesito una mujer que se encargue de la casa —jamás pensó escuchar a su padre decir algo así.

— ¿Te casarás por obligación no?, ¿Es por la abuela Martha? —pregunto molesta.

— No te incube —respondió Daniel— Y vete a dormir.

— No quiero esto para nosotros, padre, mamá hubiese querido que te casaras por amor no porque tú madre de presiona —dijo Alma y arrodillo— Te lo suplico no lo hagas —rogó.

— Levántate, no eres una niña —le dijo su padre— Ya comprenderás cuando seas adulta, debes comportarte como una señorita Alma.

— No quiero ser una señorita —hizo una mueca— ¡Quiero ser yo misma! —exclamó Alma.

— Justo eso pensé, por eso te mandaré a la escuela de modales para señoritas de la señora Harrison —le dijo su padre— Es la madre de Sol y te acepto —Alma gruño.

— ¡No iré a una ninguna escuela de señoritas! —le gritó a su padre y salió corriendo de la oficina, entró a su habitación y como siempre su imaginación le ayudó e ideó un plan.


















   Alma espero que todos se quedaran dormidos y salió de su habitación y se dirigió a la de su hermano Tom, tomó la ropa que él usaba de niño y se la llevó, se vistió de niño y se miró al espejo.

— Esto es tan cómodo —susurro. 

   Escribió una carta para Gilbert y una nota para Molly, entró a la cocina, dejó la carta y la nota donde sabía que solo Molly la encontraría.

──── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ────
Nota;

Hola, Molly, soy Alma, ya sabrás por qué lo hice, no le digas a papá ni a la bruja de mi abuela, asegúrate que esta carta llegue a manos de Gilbert si regresa, porque sé que lo hará. Te quiero y jamás olvidare tus deliciosas comidas. Eres como una segunda madre para mi.

—Alma Lovewood.




















Alma salió de su casa y miró la luna, sonrió y tomó la bicicleta que usaba Tom para irse hasta la estación de trenes pero no usaría la de Charlottetown obviamente.

— Comienza la aventura —dijo Alma y sonrió.


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