3. Somewhere in Ann Arbor

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5 años atrás... (19 años)


Escapar puede parecer la opción más sensata cuando te sientes perdido y no sabes qué más hacer con tu vida. Algunos podrían considerar que evadir la realidad es un acto de cobardía. Jungkook, quien no supo cómo manejar un amor que se transformó en algo inesperado, optó por alejarse. Se encontraba roto, completamente destrozado y, sobre todo, agotado de enfrentar su vida y los sentimientos que una vez entregó con alegría.

Ann Arbor se presentaba como una ciudad rebosante de alegría, como un refugio donde esperaba encontrar consuelo para su corazón herido. Al decidir estudiar allí, albergaba la esperanza de que el cambio de escenario le brindara la distancia necesaria para cerrar ese capítulo de amor al que había entregado todo de sí mismo.

Era una noche fría y ordinaria, en la que le resultaba imposible conciliar el sueño. Decidió ponerse su chaqueta y salir de casa. Se subió a su auto y comenzó a conducir por un camino que conocía demasiado bien, más de lo que hubiera deseado. Las calles estaban desiertas, ya que la hora era bastante avanzada. Finalmente, después de conducir por un rato se detuvo en aquel semáforo averiado.

Aquel semáforo que parpadeaba con suavidad, como si lo hiciera exclusivamente para él.

Jungkook buscaba refugio en el frío de la noche, permitiendo que este lo envolviera hasta la llegada del amanecer. Dirigió su camino hacia el estacionamiento al que siempre acudía, sabiendo que permanecería vacío, convirtiéndolo en el lugar ideal para contemplar la luna. Su resplandor le recordaba los ojos brillantes de aquel a quien amó profundamente.

La soledad era algo con lo que se sentía tan familiarizado, estaba a miles de kilómetros de su hogar y no, no se refiere a su casa. Si no a él, porque sabía joder, que nada se sintió tan cálido y especial como el castaño.

La soledad era algo con lo que se sentía profundamente familiarizado. Se encontraba a miles de kilómetros de su hogar, y no se refería a un lugar físico, sino a aquel chico. Porque, a pesar de todo, sabía, maldita sea, que nada se sintió tan cálido como estar entre los brazos de aquel castaño.

Taehyung era su hogar.

—¿Qué hice mal? —se cuestionó con tristeza, mientras pequeñas lágrimas mojaban su rostro—. ¿Por qué? ¿Por qué me siento tan asfixiado?

Jungkook simplemente no podía entenderlo. ¿Por qué le resultaba tan difícil dejarlo ir? ¿Por qué incluso la distancia no era suficiente para olvidarlo? Oh, él lo sabía, simplemente no quería aceptarlo. Porque no necesitaba tenerlo cerca para sentirlo; podía recordarlo en la brisa de la tarde, en las flores a su alrededor, en el canto de los pájaros y, sobre todo, en su mayor tortura: en el brillo de la luna.

Realmente ansiaba que las cosas empezaran a cambiar pronto; no soportaba más ese vacío en su corazón, ese que le apretaba hasta más no poder.

Aunque para todos pareciera que el azabache tenía la vida que deseaba, que todo estaba bien para él, porque así lo aparentaba, ¿por qué demonios no podía sentirse como se supone que debería? Todo era una mierda.

Cerró los ojos con fuerza, intentando dejar que ese dolor se disipara. Pero no pudo evitar que su mente divagara hacia la tarde de hoy, cuando fue a su cafetería favorita. Se había sentado en la usual mesa junto a la ventana, esa que siempre compartía con un asiento vacío. No podía evitar sentirse miserable cada vez que iba, deseando poder compartir ese lugar con alguien.

Con él.

Es cierto que Jungkook intentó seguir adelante en numerosas ocasiones. Dedicó noches enteras a aquel chico de cabello largo y castaño, Seokjin. Todavía recordaba su encantadora sonrisa, pero por más que lo intentaba de corazón, se daba cuenta de que solo se estaba engañando a sí mismo. En realidad, solo buscaba en Seokjin todo lo que extrañaba de Taehyung.

Después de romper con aquel chico, Jungkook se dio por vencido. ¿Acaso no había forma de llenar el vacío que sentía? Estaba desesperado por borrar todo ese rastro de él que lo atormentaba, porque Taehyung no solo se había grabado en su piel, no. Jungkook podía sentirlo debajo de ella, como parte de sí mismo. Era más esencial que el propio oxígeno para respirar.

Se había cansado de todo y trató, de la manera incorrecta, de borrarlo de su ser.

Aquella habitación de hotel fue testigo de cómo Jungkook dejó de ser él mismo. De cómo intentó llenar la soledad con pieles ajenas, una tras otra. Solía fingir que era lo que quería, que se sentía bien de esa manera. Sin embargo, podía engañar a todos... pero no a sí mismo. Y al final, siempre escapa a la noche que fue su refugio, aquella que le recuerda una sonrisa cuadrada, bailes torpes y besos llenos de amor.

¡Joder! Lo tiene todo, todo lo que siempre esperaron para él. Entonces... ¿por qué mierda no se siente como se supone que debería?

—¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? —se cuestionó con frustración una y otra vez, mientras sus lágrimas se derramaban con profunda tristeza—. ¿Por qué no puedo olvidarte?

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