❪𝟭𝟮❫ ; 𝗮𝗻 𝗮𝗻𝗴𝗲𝗹 𝘁𝗵𝗮𝘁 𝗳𝗹𝗶𝗲𝘀 𝗮𝘄𝗮𝘆 𝗳𝗿𝗼𝗺 𝗵𝗲𝗹𝗹.

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ARC ONE; THE ECLIPSE❫
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CAPÍTULO DOCE;
UN ÁNGEL QUE VUELA LEJOS DEL INFIERNO
Una única oportunidad

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©Shanxlabyx
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EL AMBIENTE ESTABA TOTALMENTE SILENCIOSO Y TRANQUILO, de cierta manera. Iyassu al parecer no estaba haciendo su escándalo del entrenamiento con los ahora dos niños que quedaban con vida allí. Al parecer a nadie le afectó lo sucedido con Senshi que no sean los tres que los cuidaban y Hatsulin junto a Keizuke. Este último ha estado extremadamente callado desde ver cómo desintegraban e integraban nuevamente a Senshi, casi todo su rostro tenía un vendaje, era claro la cicatriz que tendrá.

Los pasillos de aquella cede estaban solitarios como normalmente era, no estaban los tipos que a veces inspeccionaban aquellas zonas justo como unos guardias ya que estaban en una reunión con su superior aparentemente. Todo estaba mayormente sólo y pacífico, si se podría decir así. No pareciera que fuera a suceder algo nuevo o interesante, aparte de que no había técnicamente nadie por allí como para observar algo interesante.

Unos cortos cabellos rojizos se balanceaban con brusquedad de un lado un lado a otro mientras corría, se escuchaba el sonido de sus pies descalzos impactar con el suelo por la forma apresurada en la que se desplazaba, con una velocidad y a la vez necesidad como si eso dependiera de su vida; técnicamente si dependía de su vida justo ahora, en aquella oportunidad. No dejaba de jadear fuertemente por la carrera que estaba haciendo en un intento de encontrar una de sus paradas antes de salir de aquel infierno de una vez por todas.

Hatsulin era quien corría por los pasillos de ese lugar, estaba efectivamente mejor que antes, seguía con vendas en la mayoría de su cuerpo y en su rostro sólo había una gasa cubriendo la mayoría de su mejilla derecha, justo debajo de su ojo derecho. Ambos orbes poseían pequeñas hinchazones debido al llanto que aún mantiene y pequeñas ojeras por la falta de sueño e igualmente por ser despertada tan temprano.

—K-kei... Keizuke-kun...

Miraba de un lado a otro al detenerse en dos esquinas, usaba demasiada cautela al caminar por allí, sobre todo cuando abría alguna de las puertas que le hacían la impresión de que estaba su compañero de cabello blanquecino y ahora de una mirada perdida. De verdad había sido horrible lo que vio, dios, a ella le pareció horrible sólo escuchar las salpicaduras de sangre... Agitó su cabeza de un lado a otro tratando de regular su respiración, no debía pensar mucho en eso.

Tenía que encontrar a Keizuke rápido, tenía que hacerlo; quería que escaparan los dos. Quería escapar con Hiroshi pero sería muy difícil y según le había dicho él al pedirle que fuera con ellos en el momento que la ayudó a salir de la habitación con discreción, dijo que lo mejor sería que se fueran sin él, que una vez había tratado de irse de ese lugar e ir con su familia y al salir del bosque, rápidamente lo capturaron de vuelta. Eso le dió una sospecha de que le tenían algún rastreador o algo. Estaba claro que a Keizuke y a Hatsulin no les habían colocado así que sería más fácil para ellos.

Una pequeña lágrima rondó por su mejilla ahora rojiza por la agitación. No quería irse sin él, del tiempo infernal que había pasado allí, quizás casi un año o más, considerando que su cabello creció ligeramente luego de ser cortado, había sido lo más cercano a un familiar que pudo tener. Fue el primero que le mostró gentileza y sinceridad en sus acciones, fue el primero en darle una sonrisa y tratar de sacarle a ella y a sus compañeros. No era capaz de dejarlo, pero por mucho que insistió, estaba allí, buscando una puerta similar a la de su habitación donde estaría Keizuke, sin Hiroshi.

No quería irse sin él...

Suspiró temblorosamente mientras bajaba la mirada, tenía que pensar en recordar las indicaciones de Hiroshi a la habitación de Keizuke. Ojalá no se haya perdido o algo por el estilo por tantos pasillos a su alrededor. Respiró hondo limpiando con su dorso la lágrima que se le escapó, no tenía los grilletes ni aquellos guantes anti y retiene quirks. Hiroshi tenía la llave los grilletes y al instante se los quitó, y luego le dió las demás llaves, para hacer lo mismo con Keizuke.

—Izquierda, derecha, recto, izquierda, recto... —susurraba un poco perdida la pelirroja, mirando hacia su alrededor para poder distinguir de alguna forma la forma de salir—. Derecha.

Inmediatamente fue hacia aquella dirección corriendo de nuevo, tenía una triste oportunidad ahora en escapar, pero al costo de que Hiroshi se arriesgara al igual que Melly y Kiyama, ya que ellos al parecer también estaban ayudando e iban a estar del lado de la coartada del ojiverde. Tenía miedo de que Kaito los asesinara al enterarse de lo que habían hecho, pudo darse de cuenta fácilmente que era un hombre desgraciado y despiadado.

Nuevamente agitó su cabeza, ¡no debe distraerse, debe seguir adelante!. Se detuvo justo enfrente de lo que sería una puerta grande de mármol y un tipo de metal, era similar a la suya. Se quedó viendo a unos metros otra puerta de un diferente diseño, pero se veía más asegurada. Sus cejas cayeron a sus lados por ver aquello, sabía claramente que era donde estaba antes Senshi.

Suspiró con dificultad, aún le dolía aquella perdida de quién había considerado un amigo y un hermano mayor como para terminar cayendo en cuenta que ya no estaba con ellos. Se alegraba en parte que ya no sufriría más ese infierno y podría volar al cielo como el ángel que era. Ya no sentiría más dolor y podría ser feliz en aquel lugar.

Eso deseaba ella, que estuviera feliz.

Siguió su camino de forma desesperada y a su vez cautelosa, ahora no quería encontrarse con nadie que no sean los adultos que los cuidaban en varios aspectos y a Keizuke, también quería y debía encontrar a Yuu. No tenía ni idea de dónde podría estar, pero recuerda claramente como Hiroshi le había dicho que si había un perro Husky en aquel lugar y estaba vivo así que, tenía que buscarlo e irse junto a Keizuke.

Suspiró nuevamente viendo a la dirección en la que estaba la puerta de la habitación de Senshi. Su corazón no dejaba de estrujarse con fuerza al pensar en él, aunque su personalidad hubiera sido testaruda, había ganado un pequeño lugar en su corazón.

Volteó su cuerpo enfrente de la puerta donde debía estar el albino, esta estaba menos asegurada que la de Senshi. Se quedó mirando varios segundos aquella superficie y luego vio las llaves en sus manos, así que como pudo abrió la puerta lentamente para poder esperar el encontrarse con Keizuke. Efectivamente se lo encontró, estaba sentado en la cama con su vista en algún punto de la pared, dando su espalda a su dirección.

Tragó un poco de saliva y suspiró con alivió. Estaba bien, vendado, pero bien. —K-keizuke-kun...

Notó el cuerpo del nombrado tensarse un poco en su lugar, de forma inmediata volteó su cabeza por sobre su hombro para verla. Tenía varias vendas en su rostro de forma dispareja, no la cubría por completo pero si en su mayoría, sus ojos estaban con una mirada aún perdida y a su vez seria. Hatsulin sintió su tristeza de una forma intensa, haciéndola aguar sus ojos.

—Hatsulin... ¿que haces aquí? —murmuró en un tono monótono el niño, se veía cansado y decaído—. ¿Cómo estás aquí?

—Keizuke-kun... y-yo —susurró un poco nerviosa por sus ojos, más que nada porque su mirada y sus sentimientos podrían hacerla llorar en algún momento; pero colocó una mirada más determinada, con su mano sosteniendo las llaves a la altura de su pecho—, ¡estoy aquí para poder irnos, Keizuke-kun! Hiroshi-san nos ha dado la oportunidad de salir al igual que Melly-san y Kiyama-san. Podemos irnos juntos de aquí, podemos salvarnos.

Keizuke siguió mirándola de una forma sorprendida a pesar de sus ojos ahora impotentes y tristes por naturaleza, era muy claro que ver lo sucedido con Senshi le afectó ¿a quien no? aquel sonido de sangre salpicar con intensidad no salía de su cabeza. El albino siguió observándola y luego desvió la mirada, viendo como su cabeza se iba hacia adelante, quedando con su vista agachada.

No dijo nada por varios segundos, cosa que inquietaba a Hatsulin. Él, aunque no siempre lo dijera a comparación de ella y Senshi, quería salir claramente de aquel lugar, necesitaba ver por su cuenta su alrededor, volver con... su familia. Sus cejas cayeron a sus lados por ese hecho, ya que podía entender porque estaba dudoso y callado, su familia ya no existía.

—Vete sin mi. Sólo escapa de aquí —los ojos de Hatsulin se abrieron como platos por sus palabras, negó un poco con la cabeza. No podía decir eso, debían escapar, no iba a dejarlo en aquel infierno solo—. Si te preguntas por qué; yo no tengo salvación, no hay nadie quien me espere en casa, ni siquiera tengo casa, en cambio tu si. Así que disfruta lo más que puedas tu familia antes de que te la arrebaten. Sólo vete sin mi, y aunque insistas... no me iré.
De cualquier manera yo sufriré, no vale la pena que me vaya.

—Keizuke-kun... ¡por favor, no digas eso! ¡no voy a dejarte aquí, n-no quiero dejarte solo! —exclamó Hatsulin ya derramando gran cantidad de lágrimas por sus lastimadas mejillas. Negó con brusquedad, apretando sus manos en puños—. ¡Puedes venir conmigo, puedes vivir conmigo! ¡podemos seguir juntos p-pero por favor, no me iré sin ti!

Keizuke nuevamente no dijo nada, haciendo que la pelirroja soltara un sonoro sollozo ya que eso le daba a entender que estaba hablando en serio. Hatsulin apretó sus labios tratando con todas sus fuerzas no ser demasiado escandalosa al llorar y llamar la atención de alguien que estuviera cerca y no sean los adultos a cargo de ambos y que ahora les estaban dando una oportunidad de escapar; una oportunidad que no podrían compartir los dos, por decisión del albino lleno de vendas.

Todo se inundó en un profundo y tenso silencio, uno que sólo provocaba más lágrimas a la única Tsubomi presente. Apretó sus manos con impotencia, lastimándose las heridas que de por si ya tenía y aún estaban un tanto recientes; sus grandes ojos estaban fijos de una forma necesitada y a su vez impotente en su contrario, aquellas gotas saladas no dejaban de caer por su rostro hacia el suelo, escuchándose el ligero "tap" de sus lágrimas caer.

—K-keizuke-kun... —llamó por tercera vez, en busca de convencerlo y que lo que decía sólo era una señal de que también estaba asustado de que todo saliera mal.

—Hatsulin... sólamente vive, vive por ti, por Senshi, vive por mi la vida que nunca voy a tener —murmuró el albino de ojos amatistas, aún manteniendo su cabeza agachada pero luego, fue volteándola por sobre su hombro colocando una leve sonrisa a ojos cerrados que aumentaron las lágrimas de ella; era una sonrisa dulce y demasiado triste—. Vive con coraje y felicidad, yo estaré bien. No debes preocuparte de como me vaya aquí por qué todo estará bien.

Sus ojos temblaron levemente sin detener ni un segundo las lágrimas, su corazón estaba palpitando fuertemente y a su vez con dolor, ya que le dolía cada palpitar por escuchar aquellas palabras del niño que eran una mentira, él no estará bien solo en ese lugar. Su cuerpo se exaltó un poco cuando a lo lejos se escuchó una exclamación «¿¡Hah!? ¡la puerta de la niña está abierta y no está por ningún lado!» «¡Hay que buscarla!». Hatsulin se exaltó aún más por aquello de que se hayan dado cuenta finalmente de su huída, mirando por sobre su hombro con miedo.

—Por favor, Hatsulin, vete de aquí, no tienes porque irte conmigo, no tengo a donde ir —habló con una enorme tristeza y a su vez suavidad, manteniendo su vista hacia abajo, llamando la atención de Hatsulin. Su expresión era rara y triste, se veía aún traumatizado y a su vez totalmente roto—. Sólamente vete, de alguna forma puedo detenerlos para que no te alcancen, así podría al menos ayudarte pero; no me iré...

La chiquilla de cabello rojizo y ahora despeinado lo siguió observando, mordiendo y apretando su labio mientras daba débilmente un paso hacia atrás, totalmente en contra de tener que irse de aquel lugar sin él, sobre todo por notar la mirada que ahora poseía; era ida y totalmente melancólica, le provocaba más tristeza verlo de esa forma.

El albino de repente mordió algo en su muñeca, deteniendo la acción de Hatsulin, en eso como pudo lanzó lo que era y después aparecieron unas pequeñas chispas y destellos azules que terminaron por guiar aquel objeto a las manos de Hatsulin. Era un tipo de pulsera de cuero negra, aunque no parecía cuero real, era sintético, con un pequeño nudo en la parte de abajo que lo mantenía unido y una superficie rectangular en medio de metal, viéndose un vago reflejo, la pulsera de cuero tenía algunos detalles azules aunque mayormente era negro. De verdad era bonita a pesar de la sencillez pero ¿por qué se lo daba?.

—Una manera de que estés tranquila, ahora fuera, vete de aquí. —insistió con el mismo tono de voz que tenía, bajando nuevamente la mirada hacia la cama, provocando que sus cabellos cubrieran su rostro—. Vive con fuerza, vive por mi, por Senshi y por ti, Tsubomi Hatsulin...

La nombrada apretó aquel accesorio entre su palma, con coraje y una enorme tristeza, sorbió su nariz con fuerza tratando de seguir aguantando las lágrimas. Volvió a retroceder algunos pasos con la vista agachada, sentía que algo se desgarraba por dentro suyo con tomar esa decisión sabiendo que podría agarrarlo y hacerlo correr con ella. No quería hacerlo, no quería abandonarlo, de verdad no quería...

Soltó un bajo chillido en medio de un sollozo cuando salió corriendo rápidamente de la habitación, sosteniendo aquella pulsera contra su pecho con fuerza, las lágrimas brillaron en su rostro y luego se deshacieron en el aire por la velocidad en la que corría. Su garganta dolía por el enorme nudo que se encontraba allí, quería sollozar con fuerza pero por la forma que corría terminaría ahogándose o algo por el estilo.

Duele, duele mucho dejarlo en un lugar como ese, no quiere hacerlo pero él la hizo hacerlo sólo con palabras.

Se detuvo nuevamente en medio de un pasillo, usando el dorso de su mano para tratar de limpiar de forma algo apresurada las lágrimas que no dejaban de caer al haberse alejado considerablemente de la ubicación de Keizuke antes de que llegaran esos hombres que ahora estarán buscándola como locos para tratar de devolverla a su prácticamente celda. Sostuvo mejor aquella pulsera entre su puño, manteniendo su mirada baja y algo ensombrecida más que nada por la tristeza que sentía. Era demasiado para ella justo ahora, apenas podía lidiar con lo sucedido con Senshi y ahora el dejar a Keizuke, no podía soportarlo.

—¡Hatsulin-chan!

Su cuerpo se paralizó y pegó un pequeño salto al escuchar esa voz, volteando a mirar rápidamente hacia aquella dirección, viendo con su nariz roja como Hiroshi era quien llegaba de una zona del pasillo luego de cruzar, teniendo algo peludo y blanco entre sus brazos con orejas y cola. La cara del cachorro se levantó con curiosidad e inmediatamente comenzó a mover su cola al ver a Hatsulin, quién seguía con un par de lágrimas, viéndolo.

Y-yuu-chan... —susurró apenas audible la pelirroja al ver a aquel canino luego de tanto. Su corazón palpitó con fuerza contra su pecho de verlo sano y salvo, aunque sucio ya que su pelaje era totalmente blanco originalmente y ahora se veía casi gris, incluso tenía manchas negras de suciedad, estaba más grandecito.

—Pude escabullirme y traerlo para ti, así podrían irse más tranquilos Keizuke-kun y... tú —el tono animado que había colocado el ojiverde bajó por completo al llegar enfrente de la niña y ver cómo venía sola, incluso aún llorando en silencio—. Y... ¿Keizuke-kun?...

Hatsulin bajó la mirada tratando de nueva cuenta limpiar sus lágrimas, sorbiendo su nariz hacia adentro, escuchándose el sonido húmedo de la mocosidad que ahora tenía al haberse humedecido su nariz por tantas lágrimas. —K-keizuke-kun... no quiso venir, dijo que no valía la pena irse y por mucho que le insistí no quiso... —susurró la pequeña con voz rota, levantando su mano mientras mostraba lo que le había dado el albino.

Hiroshi la observó precisamente a ella, para suspirar pesadamente mientras tragaba saliva. —No puedo creer que Keizuke-kun haya decidido eso, sabe el peligro que pasa al quedarse aquí pero a la vez... no me sorprende —se revolvió el cabello con una de sus manos para agitar su cabeza y agacharse un poco dispuesto a darle al pequeño canino quien se veía feliz—. Bueno, no te preocupes. Toma a tu perrito, verás que pronto te encontrarás devuelta a Keizuke-kun por qué haré el esfuerzo de convencerlo de que se vaya, ¿okey?

Hatsulin asintió sin decir nada, recibiendo en silencio al alegre Yuu quién lamió su rostro y a su vez fue limpiando sus lágrimas. Inevitablemente una sonrisa apareció en sus labios por eso ya que le causaba cosquillas y una cálida sensación en su pecho tenerlo devuelta, una pequeña risa salió de entre sus labios.

Daizuke se reincorporó con las manos en sus caderas, viéndola desde arriba. Ver aquella sonrisa en sus labios lo hizo sentirse cálido. Por mucho que sea pequeña, su sonrisa era cálida y sincera, al final él sonrió de lado suspirando pesadamente. Tenía varias cosas en su cabeza justo ahora; lo sucedido con Senshi, el hecho de que dos héroes se infiltraron en el lugar y con eso murieron, el escape seguro de Hatsulin y que Keizuke no iría con ella.

Hablaría con él...

—Bueno, justo aquí al voltear en esa esquina está la puerta de salida, así que sólo tienes que ir y correr lo más rápido que puedas. —comentó haciendo un ademán hacia aquella dirección la cual Hatsulin miró y luego asintió, agarrando mejor a Yuu. Hiroshi sonrió y levantó más la mirada.

Una presencia se había acercado por detrás con velocidad y luego cortó, la sangre cayó al suelo al igual que ella, terminando de costado mientras su agarre doblegaba un poco y escuchaba a Yuu chillar. Sus ojos estaban cerrados con fuerza por el impacto, para después abrirlos viendo como Yuu tenía una gran cortada en su pata trasera, haciéndola abrir sus ojos y sus labios en shock, temblando un poco en su lugar. Luego vio como cerca de sus pies cayeron más gotas de sangre, justo en dónde ella estaba anteriormente y había sido empujada por el pelinegro.

Su mirada fue subiendo lentamente con el corazón en la boca, quedó paralizada en su totalidad al ver aquella imágen; estaba Hiroshi volteado a su dirección pero la cosa era lo que sea que tenía clavado a un costado de su torso, era un filo vertical el cual se giró provocando que la carne se cortada aún más y la sangre cayera, Hiroshi no tardó en escupir levemente.

—No sé por qué pero no me sorprende que hicieras esto... —habló justo detrás de Hiroshi en dónde se asomaron unos revoltosos cabellos oscuros y una mirada tan fría y oscura como él. Su mirada se veía igual que siempre, seca y seria.

Hatsulin estaba temblando en su lugar como gelatina, ver la herida de Hiroshi, ver cómo escupía sangre y ver a aquel tipo, como un espejismo; la muerte de su abuelo pasó por su mente, en la misma posición, en la misma situación pero en un diferente escenario, haciendo que sus ojos se abrieron aún más en horror y afianzara el agarre de Yuu quién no dejaba de chillar, justo como esa noche. Tembló a más no poder al notar aquellos oceanicos ojos colocarse en ella, sin ningún brillo, o signo de sentimiento.

Es como un deja vu... ¿cierto?

Ahogó un pequeño grito por escucharlo decir eso, temblando a más no poder. Esto no podría estar pasando, primero su abuelo, luego Senshi, luego aquellos héroes y por último Hiroshi... ¿porque sucedía eso? ¿porque pasaba?.

T-todo es... todo es mi culpa...❜ fue lo único y lo primero que pensó Hatsulin, negando con su cabeza, todos aquellos acontecimientos tenían que ver siempre con ella. Escuchó una seca y débil risa, viendo como Hiroshi estaba tambaleándose en su lugar luego de que Kaito quitará la guadaña de su cuerpo.

—Hah... pero  —dijo el de ojos verdes en un tono apagado, tosiendo un poco. Levantó su mirada y le dió una gentil sonrisa a su contraria quien estaba paralizada aún en su lugar, viéndolo—; Hatsulin-chan... no estará más entre tus garras, Asahi Kaito.

—¿Mhm?

—¡Sostenlo fuerte, Melly!

De repente Kiyama y la nombrada aparecieron de entre dos pasillos, lanzándose hacia Kaito quien ciertamente le tomó sorpresa aquello, apenas alzando sus cejas cuando cayó al suelo al sentirlos apresarlo con fuerza. Frunció su ceño y comenzó a forcejear entre pequeños gruñidos, pero el rubio y la pelinaranja seguían dando su esfuerzo de no soltarlo, por mucho que se retorciera en su lugar. Hatsulin los veía sorprendida, aún en lágrimas.

—H-hatsulin-chan —su mirada subió rápidamente aunque bajó al instante ya que Hiroshi había caído de rodillas de forma seca, apenas sosteniéndose, la sonrisa en sus labios no se iba en ningún momento—. Tu sonrisa es muy hermosa, ¿sabes? trasmite demasiadas cosas inexplicables, me trasmite una calidez inmediata al pecho...

Sus orbes azulados se abrieron nuevamente, apretando un poco más al canino entre quejidos contra ella por inercia. Verlo desangrarse justo allí la sorprendía, pero lo que la dejaba en shock era que seguía sonriendo en todo momento, con gentileza y dulzura, por un momento sintió calidez en su pecho por eso.

—Deberías sonreír siempre, las personas, ten en claro, sentirán dicha calidez, incluso seguridad... —siguió hablando en un tono bajo en medio del forcejeo de atrás. La mirada del pelinegro se hacia cada vez más opaca, pero aún le sonreía. Su cabeza fue agachándose poco a poco—. Es la sonrisa que un héroe, que un ángel puede poseer...

Su pecho se oprimió por aquellas palabras, negando con su cabeza con fuerza de verlo de esa manera, verlo poco a poco morir. Escuchó de repente un «¡vete ya!» De parte de Melly quien fue lanzada contra la pared con fuerza, haciéndola sobresaltarse, la miró y después a Kiyama quién seguía tratando de mantener a Kaito en el suelo, al fondo llegaron algunos hombres que comenzaron a correr hacia allá.

—¡Vete de una vez, Hatsulin! ¡sal de este infierno y no mires hacia atrás! ¡usa la oportunidad que Hiroshi te ha dado!

Como si fuera algo automático apoyó sus pies en el suelo varias veces hasta levantarse de forma torpe y entre tropezones; comenzó correr a una gran velocidad hacia el pasillo, doblando por la esquina como había dicho el ojiverde, quién yacía con la cabeza agachada, pero aún manteniendo una pequeña sonrisa.

Las lágrimas seguían cayendo por sus mejillas mientras corría, como pudo al estar enfrente de la puerta la abrió con brusquedad apretando a Yuu contra ella, la oscuridad y el frío impacto contra ella al igual que el suelo de lo que parecía ser un bosque y estaba aquella guardia, pero no se dejó llevar por eso y corrió, siguió corriendo lo más que pudo sin dejar de apretar su mandíbula y de sollozar y llorar.

¡TSUBOMI HATSULIN! —se oyó a lo lejos la voz de Kaito, pero no miró hacia atrás, como dijo Melly, siguió corriendo lo más rápido que pudo—; ¡CADA PERSONA QUE TE PROTEJA O AYUDE, MORIRÁ, SALDRÁ LASTIMADO POR TI, POR TU CULPA! ¡NO PUEDES RECIBIR AYUDA DE NADIE, NI DE UN HÉROE!

Cerró sus ojos con fuerza aún corriendo, sus pies estaban lastimándose por las ramas y rocas en el suelo pero aún continuaba moviéndose por mucho que sus pies sangren, por mucho que su aliento se vaya, no iba a detenerse, iba a aprovechar la oportunidad y salvación que le había dado Hiroshi de salir de aquel lugar, sobre todo su sacrificio y el de Melly y Kiyama. Las lágrimas no dejaron de caer en ningún momento, perdiéndose en el aire al correr, Yuu no dejaba de chillar pero no hacía más que apretarlo contra ella.

—¡N-no te preocupes, Yuu-chan! ¡todo e-estará bien! —dijo con una dolorosa voz quebrada, mirando hacia Yuu sin dejar de correr. Una rota sonrisa apareció en sus labios—. ¡Volveremos a c-casa! ¡y-yo correré lo que sea para verte feliz y sano! ¡v-volveré a darte e-esperanza de ser feliz!

Y siguió corriendo lo más que pudo, lastimándose en el proceso pero sin importarle aquello. Quería cumplir su promesa a Yuu, quería cumplir con el ideal de Hiroshi al darle esa oportunidad, quería cumplir con lo que le dijo Keizuke.

Correría por vivir, protejer a Yuu y volver con su familia.

SUS PASOS AHORA ERAN DEMASIADO VAGOS, INCLUSO iba arrastrando sus pies con pesadez mientras caminaba. Sus brazos como podían seguían cargando a Yuu quién estaba acurrucado contra ella, sin dejar de jadear o soltar pequeños quejidos cada tantos minutos por la herida de su pata, el pedazo de tela que Hatsulin le colocó ya estaba teñido de rojo y a su vez sucio.

Sus ojos estaban casi cerrados debido a sus párpados bastante caídos, las ojeras eran notables en bolsas debajo de sus orbes azulados, estaba pálida, más que nada por el cansancio que sentía ahora luego de haber corrido quien sabe cuánto, sin ningún alimento o algo, ya que al momento de escapar fue cuando despertó, alrededor de las cuatro de la mañana. Era claro que desde ese entonces hasta ahora el cansancio y la debilidad llegaría.

«Mhm mhm» bajó su mirada casi cerrada hacia Yuu quién había chillado, sus ojos celestes la veían con atención y a la vez dolor y preocupación ya que podía notar lo débil que ella estaba. Hatsulin sólo lo observó y después sonrió con una enorme debilidad, apenas notable aquel gesto.

—N-no te... preocupes, Yuu-chan... —susurró de una forma bastante baja la pelirroja cerrando unos segundos sus ojos mientras caminaba como podía, abrió rápidamente sus orbes al notar como se habían quedado pegados algunos segundos. Falta de sueño, sentía que si cerraba sus ojos iba a terminar cayendo del sueño o que en algún momento se desmayaría.

Sus pasos cada vez eran más arrastrados y lentos, apenas podía seguir caminando pero no podía detenerse hasta llegar a algún lugar o con alguien. Tenía un enorme miedo de que si descansaba así sea un minuto alguno de aquellos hombres la atrapara y la devolviera a aquel infierno. Suspiró de forma pesada y temblorosa al recordar a Keizuke, las lágrimas sin evitar resbalaron lentamente por sus mejillas, manteniendo su vista agachada.

—L-lo siento, Keizuke-kun... —se disculpó al aire por haberlo dejado que, por mucho que le haya insistido en que se fuera con ella, no estaba allí y no ella estaba feliz con ese resultado, lo más seguro es que le estarán haciendo daño o algo.

Eso la atormentaba profundamente a pesar de que sólo fue hace unas ¿horas? la verdad ni sabe que tanto tiempo pasó, lo único que sabe es que ya estaba claro su alrededor, al menos un poco. Por suerte su cuerpo era naturalmente bastante cálido para que Yuu no tenga el frío de la mañana.

Tenían que llegar con alguien, con un veterinario para que lo atienda antes de que tan siquiera se infecte aquella herida en su pequeña pata. Ella de por sí no estaba herida -recientemente- así que no importaba, lo único que le importaba era que Yuu estaría bien.

"Crack" se escuchó claramente a unos metros de ella, justo enfrente suyo en dónde primero vio una sombra venir de allí al mantener su vista agachada. Muy pesadamente levantó su cabeza para ver quién era, sintiendo un miedo profundo en su pecho de que sea alguno de esos sujetos de Kaito y que la habían encontrado. Dió apenas un paso hacia adelante de forma temblorosa, sus pies ardían demasiado.

Había alguien de estatura promedio enfrente suyo, con un abrigo de la parte del torso de color blanco y las mangas y la capucha que cubrían su cabeza eran negros. Su vista era demasiado borrosa para poder identificar quién era, notó como se echaba la capucha hacia atrás, viendo apenas unos ojos azulados verla con asombro.

—¿Hatsulin?...

Arqueó sus cejas levemente por escucharlo y verlo, su vista era borrosa y se colocaba oscura, veía hasta manchitas al observar hacia aquel desconocido... no era de los hombres de Kaito, no lo recordaba ni parecía. Le recordaba a alguien pero no podía pensar bien.

—C-ca... casa... —susurró apenas dando otro paso, terminando por desplomarse, el chico la atajó rápidamente antes de que cayera al suelo y como pudo sostuvo al canino.

Se tambaleó un poco en su lugar para no caer con ella y causarle daño, estaba sorprendido por haberla encontrado viva y por haberla visto finalmente, sobre todo de que haya caído así, era claro que se había desmayado. Sus ojos azules bajaron a entre medio de los dos, viendo a Yuu quién chillaba observándolo.

Suspiró pesadamente por aquello para cargar de forma nupcial a la pequeña niña de unos diez u once años totalmente demacrada, pudo ver cómo las plantas de sus pies estaban lastimadas y también sangraban. Parecía ser lo más grave en ella a comparación del perro, pero eso si, estaba bastante debilitada.

La cargó mejor, dejando que Yuu se quedará encima de Hatsulin quien respiraba agitadamente y a su vez con lentitud.

—No te preocupes, Hatsulin... ya todo estará bien.

SUS PÁRPADOS ESTABAN PESADOS, SÓLO PODÍA escuchar un pequeño pitido de una forma demasiado vaga. Sentía algo en su brazo, en su muñeca, comenzaba a sentir su cuerpo cosquillear, sintiendo una muy suave y aterciopelada superficie. Por un momento pensó que estaba devuelta en ese lugar pero escuchar a personas pasar con carritos enfrente de la puerta, al parecer, no pasaba antes.

«Beep... beep...»

Su ceño se frunció levemente por aquel sonido constante. Como pudo fue abriendo sus ojos, teniendo que cerrarlos casi de inmediato al ser prácticamente cegada por la luz del bombillo. Su vista se fue aclarando poco a poco, viendo su alrededor, observando una sencilla habitación... blanca y celeste.

Cuando despertaba de un estado crítico por el entrenamiento con Iyassu y Areri, despertaba en la habitación donde estaba encerrada la mayoría del tiempo e igualmente dormía, y las paredes de dicha habitación no eran así, la habitación no era espaciosa, la cama no era esponjosa ni mucho menos alta. Nunca despertaba al lado de una máquina que revisaba sus latidos ni mucho menos con un pequeño tubo con una aguja en su muñeca.

Sus ojos se abrieron nuevamente viendo su alrededor, aún se sentía débil y somnolienta, demasiado, estaba cansada pero a su vez aliviada. Incluso se sentía limpia y ya no estaba sudada, sentía sus pies vendados, al parecer.

—Sus signos ya están estables al igual que su temperatura la cual volvió a su estado usual. Se alejó de estar cerca en un estado crítico.

Dirigió su mirada somnolienta hacia la puerta de la habitación que estaba levemente abierta, pestañeó un poco tratando de aclarar su vista. Apenas veía de espaldas a un hombre con bata blanca y justo enfrente de él a alguien de cabello rojo cubrirse el rostro con alivió, pudo comenzar a escuchar sollozos desde allí, y como murmuraba «gracias a dios» una y otra vez.

No quitó la mirada de esa mujer en ningún momento, trataba de distinguirla y saber quién era. Una de sus cejas se alzó vagamente cuando la pelirroja levantó la cara hacia el cielo, viendo un rostro familiar y a su vez cansado y lleno de lágrimas.

—¿Mamá?...

Intriga 😈

→S H A N X L A B Y X←

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