𝐧𝐮𝐞𝐯𝐞

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El amor de toda una vida.

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Levi Ackerman

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Había llegado tarde, pero al menos, estaba aquí. La noche arropaba la fría tristeza que yacía en este cementerio, repleto de soldados, veteranos o cadetes con quienes alguna vez me crucé en vida, o, no pude salvar. Estaba arrodillado, con mi mano en su lápida, pensando que al llegar, ella estaría aquí, pero se había ido más temprano de lo usual. Nuestras miradas no se habían cruzado por días, y el calor de nuestros cuerpos tampoco se habían sentido, ambos estábamos resentidos, sabiendo que nos necesitábamos más que nada. No había manera de que transmitiera mis emociones, y que dejara saber como me sentía, pero si podía describir que había una amarga sensación recorrer cada extremidad de mi alma, y cada una de sus texturas estaba cubierta de una empañada tristeza. Sentía que te había fallado Erwin, por eso estaba aquí. Una de las cosas más valiosas que me entregaste, además de esa jeringuilla, fue la vida incondicional de tu hermana. Aquella a quien buscaste y cuidaste desde lejos, y de quien me enamore con una sola mirada, años atrás. Me aferré a cuidarle, pero es tan fuerte que ella sabe que por si misma, puede valer. Ella era fuerte, más de lo que alguna ves creímos.

Pero debido a mis manos tibias con ellas, nos ha alcanzado una trágica despedida. Estuvo al borde de la muerte, sus ojos se apagaban y su boca transmití sangre aquella noche, fue la primera vez en tanto tiempo que mi corazón se fraccionaba por el temor de verle morir. No había manera de que pudiera vivir sin esos azulados ojos, me sería incapaz de continuar sin escuchar esa voz en algún lado, no podía vivir sin ella, pero ambos sabíamos que al final; alguno de los dos, tendría que partir primero. Acaricio tu lápida, como tú quizás hubieses acariciado mi hombro para darme un tipo de consuelo, fuiste un gran maestro, y aún me siento culpable de no haberte traído, pero jamás me arrepentiré de haberte dejado ir. Me levante, y me distancie, con mucha pesadez. Camine solitario en aquella noche, dejando atrás al cementerio, sabiendo que una perdida aún estaba fresca. Había visto a esa niña crecer, y convertirse en una mujer, pero a un costo inigualable que la llevo a una muerte segura. Debía admitir que su ausencia se sentiría amarga en mi escuadrón, ese que ella componía con diferencia como cualquier otro de los chicos, pero sabíamos que quizás, uno de ellos dejaría su vida más allá de estos muros.

Había caminado vagamente durante la noche, tenía muchas cosas que hacer, pero estaba cansado y solo quería verla. Necesitaba sentir su calor, y ver esos ojos, por más apagados que estuvieran, eran los únicos que me transmitían paz. Me paré frente aquella casa, apagada y con mucho silencio, escuchando una carreta y el sonido de los caballos. Me quede parado, y espere a que llegara, sabiendo que debía partir en unos días a la distancia para llevar a Zeke Jeager conmigo, y era por eso, que venía hoy hasta aquí, hasta mi hogar. La carreta se detuvo, y pasaron varios segundos antes de que Aster Arcane bajara de ella. Su cabello estaba amarrado en una coleta, sus flequillos estaban por fuera, y podía ver la gran cicatriz que yacía en su rostro. Sus ojeras estaban marcadas, se veía cansada, y sabía que también estaba sufriendo la muerte de Sasha. Ella no era una mujer que demostrara mucho su sentir, pero la conocía más que a nadie, y sabía que estaba tan abatida como yo. Ella se quedó un rato al lado de la carreta, parecí charlar con quien estuviese adentro, hasta que decidió moverse y caminar vagamente hacia mi, dirigiendo su mirada fija en la mía. Me examinaba, esperando descifrar mi postura emocional, pero no exprese ningún semblante y me mantuve neutral ante su presencia.

-Hola.-visualice a Aster, quien se colocó frente a mi, mientras que la iluminación de la noche reflejó el color rojizo de su cabello.-Lamentamos la tardanza, era mejor movernos de noche.-me indicó ella serenamente, pero no emití ningún comentario.

-Entiendo.-fue lo único que exprese.

-Ha dormido todo el camino, Armin se encargó de ella.-me contaba, a lo que asentí con gratitud, pero mi semblante continuaba pesado.-¿Crees que esto es correcto?-ella me miraba detenidamente, me conocía, sabía mis pensares.

-Debe estar con su madre.-le explicaba.-También conmigo.-añadí.-Solo será unos días, hasta que deba salir fuera de los muros. Seré el encargado de la custodia de Zeke, no confío en él, así que no la dejaré aquí.-le indicaba, a lo que ella asentía.

-Lamentó tanto su pérdida. Se que estabas ilusionado con tener la familia que nunca pudiste tener.-expresó, lamentada, pero me quede en silencio.-Te entiendo.-me indicó.

-No puedes entenderme.-respondí secamente.-Vi a la persona que amo casi irse de mis manos. Vi como estaba muriendo frente a mi.-decía, recordando esa noche, y lo fría que se sintió.-No quiero que sea parte de esto, pero ya lo es, siempre lo ha sido.-musité.

-Te entiendo más que nadie.-volvió a decir.-No olvides eso.-me recalco, mientras que visualizaba la cicatriz en su rostro, era reciente.-Te ves tenso.-me dijo.

-Lo estoy.-afirmé, cruzándome de brazos, y recostándome de la pared.-No pude ir a los funerales, no he podido estar con ella.-exprese, resentido conmigo mismo por mis acciones.

-No fue su culpa, Levi.-dijo ella, a lo que asentí, sabiendo que era cierto.-No había manera de que abandonará a Eren. Pese a todo, Eren siempre ha sido parte de su ser, no iba abandonarlo.-comentaba.

-Lo sé.-musité.-¿Pero a que costó?-pregunte.-La esperanza que sentía por salvar la poca humanidad de él, se ha ido.-indique.

-¿Qué crees que suceda ahora?-me preguntó ella, mientras que me quede en silencio ante mi falta de respuesta.-¿Qué vas hacer ahora?-volvió a preguntarme.

-Eren murió.-afirme, pesadamente.-Él ya no es el crío al que quería disciplinar, ya no es el niño gritón que quería ser valiente. Él ya no es así.-volví afirmar.-Él no dejo de ser sí mismo porque Kira no haya decidido amarle, no, no fue por eso. Él aún así desea la libertad más que nada, desea la libertad para que ella y los demás puedan vivir lo que él no podrá en unos años.-decía, mientras que ella me miraba detenidamente.-Lo único que puedo afirmarte Aster, es que voy a proteger a Kira y a mi hija con mi vida. Ellas son la única razón por la cual estoy vivo. Aunque combatir termine con mi muerte, lo haré para que vivan.-exprese, viendo como ella se quedó aturdida escuchando mis palabras como si no fuese capaz de creerlas.

-Levi.-me llamo, algo pensativa.-¿Como esa cría con dieciséis años te robo el corazón?-me preguntó, dejándome ido con esa pregunta que me había hecho hace mucho tiempo atrás.

-No lo sé.-respondí.-Ella me robo hasta la vida.-dije en un suspiro, uno de amor.-Jamás había temido perder a alguien, sabes que aborrezco la muerte, pero, pensé que iba a morir esa noche, y pensé que si moría, mi vida también; y es por eso que, me robo todo.-exprese, visualizando como Aster frente a mi se giraba para ver a Armin bajarse de la carreta, con varias cobijas en vuelta en sus brazos.

-Aquí está.-él se acercó a nosotros, hablando en voz baja, y un alivio recorrió mi ser cuando la vi, yacer dormida en sus brazos.-Esta dormida.-indicó, y asentí, tocando su pequeña nariz con la yema de mi dedo y acariciándola.-¿Como está?-mire los oceánicos ojos de Armin, él me miraba detenidamente, y en mi mente se aclaro la imagen de la niña con los ojos de su mismo color.

-No lo sé, a penas he llegado.-le respondí, mientras que mi dedo aún acariciaba la nariz de la bebé que Armin sostenía en sus brazos, de mi hija.-Debo admitir, que tengo miedo en entrar.-musité.

-Vamos, déjala.-le pidió Aster a Armin, colocándose a su lado y acariciando su brazo para que me pasara a la niña.-Ya la veremos.-le expresó ella, con una confortadora sonrisa.

-Bien.-musitó él, y con mucha pesadez me pasó el cuerpo de mi pequeña en mis brazos, ella se removió, pero continuó con sus ojos cerrados.

-Armin.-le llame cuando le vi con intenciones de girarse e irse, él se detuvo, y me miró.-Gracias.-le agradecí, dándole referencia a lo cuidadoso y protector que era con esta pequeña, fruto de mi amor con una mujer a quien amaba como hermana.

-No hay manera de que pueda agradecerte a ti y a Kira por haberla traído a este mundo, pese a que sea un caos.-Armin se acercó, y acarició los lacios y vellos finos cabellos negros de la bebé.-Haría cualquier cosa por ella, no importa el costo.-afirmó él, sonriendo de lado.-Si es hija de Kira, es como si fuese mía también.-musitaba.-Mi pequeña Kiki.-continuo sonriendo, llamando a la pequeña por aquel apellido cariñoso que le había otorgado desde que Kira dio a luz hace un año.

-Descansen.-les pedí.-Vayan con cuidado.-pedí nuevamente, viendo como ellos se distanciaban, y me quede sintiendo algo bonito en mi interior cuando les vi irse juntos, y bastante melosos.

Me quede allí parado, viéndoles irse. Me era gratitud verles juntos, y al menos intentando de ser felices a su modo. Ambos eran diferentes, pero estaba seguro de que se complementaban el uno al otro, justo como Kira y yo. La carreta emprendió marcha, y la fría brisa nos abrigo un poco. Con cuidado, abrí un poco la cobija para observarle. Mis brazos la sostenían con fuerza y con temor, quería apretarla y aferrarla a mi para siempre. Tenerla en mis brazos era una sensación indescriptible, es como si jamás quisiera que se fuera de ahí. Sus ojos estaban cerrados, pero podía saber cómo serían al abrirse. Sus manos eran pequeñas, y los hoyuelos de su nariz también. Ella era una muñeca, una que jamás imaginé tener, y mucho menos, con la mujer que estaría adentro de este hogar. Mis labios se dirigieron a su frente, y plasmaron un beso, uno que sellaba aquel pacto, de que mientras yo respirara, no había nada, ni mucho menos nadie que la apartara de mi. La acobije, y le transmití calor para así, adentrarme con cuidado a nuestro hogar. Cerré la puerta con cuidado, y el silencio era abrumador, pero estar sintiendo el peso de su pequeño cuerpo, me relajaba. Aún recordaba el día en que llegó, incluso el día en que supe que vendría, tuve mucho miedo, pero mucha ilusión.

No estaba preparado, pero si estaba seguro que no pasaría por el arduo camino que pase. Vivía con amor, y era lo único que necesitaba. Hubiera deseado que su parecido proviniera más de la mujer que amaba, pero esta niña era idéntica a mi. Su cabello y el color de ojos, me pertenecía, era una Ackerman. La sostuve, y subí las escaleras con cuidado, escuchando el ruido de la regadera encendido. Estaba tenso, sabiendo que cruzaría miradas con la única persona que me ponía en el piso de rodillas, el amor de toda mi vida. La puerta de nuestra habitación estaba abierta, así que tan solo la abrí un poco para poder acomodar a esa bebé en la cama que compartíamos cada día. Le quite las cobijas, para colocárselas encima, y poner almohadas a su alrededor. Su pecho subía y bajaba, verla me hacía sentir que esto era irreal. Me quede un rato mirándole, quizás, otra pequeña o pequeño la estuviera acompañando dentro de un tiempo, pero eso, ya era imposible. Me aislé pesadamente, visualizando aquella puerta del baño media abierta, y me quede en silencio cuando escuché unos leves sollozos provenir de adentro. Su rota voz me agrietaba, no había nada más que me estremeciera que oírla llorar. No supe si abrir la puerta complemente, temía por encontrarla allí echa pedazos, pero finalmente, abrí la puerta.

Estaba allí, sentada y con su cabeza escondida entre las rodillas, su cabello estaba empapado al igual que su cuerpo, el cual temblaba entre sollozos. El agua debía tapar sus oídos, pero pareció haberme sentido, porque ella alzó su cabeza y me dejó ver sus azulados hinchados ojos mirarme. Me baje a su nivel, manteniéndome en cuclillas, para observar su rostro entristecido, empapado de lágrimas y de las gotas de agua que le caían. Agarre la toalla, y apague el grifo. La sequé con suavidad, y me metí dentro de la ducha, para abrazarle. La aferre a mi, mojando un poco mi ropa, pero era algo que no me importaba, solo quería sentirla. Bese sus húmedos hombros, incluso sus mejillas. Cada parte de su piel, era mía. La levante con cuidado, y la continúe secando. Había dejado de llorar, pero se veía la tristeza en sus ojos. Se quedó sentada en el inodoro, como una niña pequeña, pero no podía dejar que hiciera nada, estaba destrozada en dolor. Perdió a una amiga, y a un bebé. Seque su cabello, y le coloque su ropa interior, en conjunto con una camiseta mía, que no le quedaba tan grande por su estatura, pero se veía hermosa.

-Está dormida.-le exprese cuando ella con cuidado se tumbó aún lado de la cama, la imagen que visualicé, fue espléndida; estaba ella recostada con su cabeza aguantada en la palma de su mano, con el soporte de su codo, observando a la bebé dormir plácidamente.-Armin debió encargarse de eso.-le exprese, sentándome en el borde de la cama, acariciando sus suaves piernas al descubierto.-Él la ama como si fuese suya.-comenté, viendo como ella observaba a la bebé dormir, mientras que veía sus ojos hinchados.

-Lo sé.-expresó con una voz ronca y entrecortada.-Al igual que Mikasa. Al igual que todos.-musito, tristemente.-Desearía poder ponerle un nombre significativo, al menos el apodo.-hablaba.-Es un alma genuino, inocente, que nos ha traído brillo. Pensaba en ponerle Kuchel.-sus ojos me miraron, ella sabía que era sumamente significativo para mi.-Se parece tanto a ti, que debe reflejar a tu madre.-esbozo una sonrisa, una que no supe cómo transmitió a pesar del caos que llevaba dentro.

-Mikaela será su segundo nombre.-afirme.-Las cuatro primeras iniciales de Mikasa, las últimas dos penúltima de Kuchel y Elizabeth, y la última letra, proveniente de Sasha, las recordaremos a las cuatro para siempre a través de ella.-le explicaba, viendo como ella continuaba sonriendo.-Kai Mikaela Ackerman.-llame, viendo como ella pasmada sonreía.

-Me parece bien... -sonrió, levantándose con cuidado de la cama, para acercarse a mi, y recostarse en mi pecho.-Más que bien.-volvió afirmar, mientras que acaricié su húmedo cabello.

-¿Era una niña, o un niño?-preguntó curioso, llevando mis brazos a su pecho, aferrándola a mi, con suavidad.

-Era un niño.-expresó ella con dificultad.-Pude ver a través de su alma antes de que se fuese, debido a los fragmentos de mi maldición, aunque esté sellada; si me esfuerzo, puedo ver ciertas cosas.-me explicaba ella.-Iba a parecerse a ti, de todas maneras. Los genes tuyos parecen que son algo fuerte.-expresó en una sonrisa corta, mientras que la abrazaba.-Antes de que me fuera inconsciente, soñé con Kai. Ella jalaba mi brazo, me pedía que regresara, pero era algo más grande, y cuando vi tus ojos, entendí que aún no debía irme.-ella se giró con dificultad, a lo que pude sentir como su frente choco con la mía.

-Quizás, no era momento para traerlo a este caos que se avecinara. Míranos, tenemos que enviarla lejos para protegerla a cualquier costo.-le expresaba, sintiéndola tan cerca de mi.-No fue tu culpa, mi amor. No era el momento.-le decía, intentando de calmar sus tristes emociones que la recorrían.

-Pero, quería tenerlo.-me respondió.-Planeamos tener una hermosa familia, y anhelaba tenerlo, tanto como tú.-continuó diciendo, entristecida.-Aún recuerdo aquella noche, Levi.-decía, mientras que su respiración chocaba con la mía.-La noche en la que supe que te amaba, y en qué te elegí a ti, no me arrepiento de nada.-sus labios y los míos estaban cerca, pero ambos disfrutábamos el grato momento.

-Yo siempre lo supe.-dije de manera egocéntrica, mientras que nuestros labios se rozaban en un tierno y suave beso.-Escúchame.-le pedí entre medio del beso, llevando mis manos a sus mejillas y acariciándolas.-Tenemos que sobrevivir a lo que venga, al menos uno de los dos.-le decía, y ella, negó.

-No vamos a morir, Levi.-denegaba, pero tan solo quería ser precavido, ella apretó mis manos con las suyas, y las llevó a sus labios, besándolas.-Vamos con todo, juntos.-decía, mientras que volví a llevar mis labios a los suyos.

-Te amo con toda mi vida.-le dije, apretándola a mi cuerpo, mientras nos besábamos, esto era lo que ambos necesitábamos, nuestro amor.-Eres el amor de toda mi vida, de toda una vida.-le decía en suspiros.

-Y yo te amo más a ti.-respondió.-Porque tú eres el amor de toda una eternidad.-esbozo, mientras que ambos nos aferramos en un fuerte abrazo, y ella sonrío, mientras que caíamos tumbados entre medio de la bebé, y me era inevitable no disfrutar este momento.-Cada vez que sonríes, me llenas el alma.-exclamó, cuando sonreí de lado, y observé cómo los grises ojos de Kai, se abrieron.-Y a ti, amor mío, tú eres nuestro regalo más bonito.-susurro, acariciando su rostro, y acostándose a su lado.

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Próximo capítulo: Más allá del mar.
Kira nos muestra su estadía en Marley, y como su amor con Levi se fortaleció.
Nota: Si, se supone que este episodio fuera "Más allá del mar". Pero ese será el próximo, en el capítulo anterior arregle el final. Os amo.
Nota secundaria: Kai significa mar, haciendo referencia al sueño cumplido de Kira en conocerlo. Kiki significa doble felicidad, Armin decidió apodarle así ante traerles alegría.

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