𝟏𝟖 | i knew you'd come back to me

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CAPÍTULO DIECIOCHO
SABÍA QUE VOLVERÍAS A MI




Lola aún podía oír aquellas voces en su cabeza. Oía a Vecna acusándola de ser la culpable de la muerte de Chrissy, asegurándole que estaba sola, que nadie podía ayudarla. Pero lo peor era que aún oía las voces de sus amigos diciéndole aquellas cosas tan horribles, cosas que siempre había temido que fuesen ciertas. Que ella era la culpable de todo lo malo que pasaba a su alrededor.

Tú eres la maldición.

Esas cuatro palabras eran las que más se repetían en su cabeza, pero en ese momento estaban siendo acalladas por la música que salía de los auriculares sobre sus oídos. Su canción favorita se repetía como un bucle, calmando sus pensamientos y llevándola a recuerdos felices que la mantenían atada a la realidad. Sus manos sujetaban el walkman de Max entre sus manos, observando como en su interior se encontraba aquella cinta negra con estrellas que ella misma había dibujado.

Se trataba de la última cinta que Jonathan le había grabado antes de irse a California. Era la cinta que más usaba, o al menos lo hacía cuando aún estaba con Steve. Ella creía haberla perdido, pero todo ese tiempo había estado guardada en la guantera del coche del chico Harrington.

Se sentía observada, y no solo por sus amigos, quienes se mantenían alejados de ella para darle espacio, aún sentía a Vecna como si siguiese dentro del trance. Sus poderes estaban aún más descontrolados de lo normal. Sentía como sus ojos se iluminaban de vez en cuando y el color escarlata en sus manos parpadeaba cada vez que un escalofrío viajaba por su cuerpo.

—Deberíamos seguir buscando—comenta Max hacia el resto de sus amigos—Ella necesita espacio. Observándola no la estamos ayudando, lo estamos empeorando todo.

Nancy tuerce sus labios, nerviosa. Sabía que Max tenía razón. Tal vez ella no hubiese vivido el trance por el que ellas habían pasado, pero si se parecía en algo a lo que ella había sentido al entrar en el Upside Down aquella noche 1983 donde ella y Jonathan habian estado buscando al demogorgon por el bosque, Lola sin duda debía estar deseando que la dejaran a solas, que no la miraran con pena o como si entendieran por lo que estaba pasando.

—Max tiene razón—declara entonces—Sigamos buscando.

Robin duda en seguirla al pasillo, pero Nancy no le da mucha opción, pues la agarra de la muñeca para obligarla a salir de la habitación. Lucas y Max las siguen antes de bajar al piso inferior.

—Steve...—la voz de Dustin suena como un susurro lleno de preocupación—

—Iros—les ordena, interrumpiéndole—Yo me quedo con ella.

Dylan y Dustin comparten una mirada dudosa, pero finalmente deciden hacerle caso. Todos sabían que si alguien debía quedarse con ella, ese era Steve. Y no es como si él fuese a dejarla sola de todas formas. Daba igual lo que le dijeran, él no iba a alejarse de su lado, no iba a apartar su mirada de ella, no iba a abandonarla y sin duda alguna no iba a cometer el error de dejarla marchar, no de nuevo.


Lola y Steve no sabían cuánto tiempo había pasado desde que les habían dejado a solas. Ambos se habían mantenido en silencio, en puntos distintos de la habitación. Lola mantenía sus ojos cerrados, concentrándose en la música que salía de sus auriculares. Steve caminaba de un lado a otro de la habitación, observándola cada dos segundos, asegurándose de que se encontraba bien, mientras que el resto del grupo seguía buscando alguna pista por la casa.

Cansado de dar vueltas y esperando que Lola hablara con él, Steve se agachó frente a ella y agarrando sus auriculares con delicadeza, se los quitó de los oídos. Aquello hizo que Lola abriera sus ojos, confusa y algo asustada, pero la leve sonrisa en los labios del chico y su dulce mirada hicieron que se tranquilizara al instante. La música ya no llegaba a sus oídos, pero aún así, notando el tacto de Steve, Lola se sentía igual de segura.

—Sé que es una idiotez preguntarte esto pero...

—Estoy bien—le interrumpe ella al saber cual iba a ser su pregunta—

—¿De verdad?—inquiere, elevando sus cejas de forma dudosa—

—Bueno, lo mejor que puede estar una persona que acaba de ser sometida a un trance donde un mago oscuro la ha torturado con sus mayores miedos y traumas—le explica, encogiéndose de hombros—

Steve suelta un suspiro lleno de frustración. Intentar imaginar por lo que Lola había pasado hacia que su sangre ardiera de rabia. Ahora tenía muchas más ganas de terminar con todo aquello, tenía muchas más ganas de matar a Vecna, con sus propias manos si era necesario.

—Ahora en serio, estoy bien—le asegura al ver como el rostro de Steve se endurecía—Quiero matarle, Steve. Quiero verle muerto.

—Lo harás—le asegura él—Vamos a acabar con esto.

Su tono de voz era firme, estaba muy seguro de sus palabras. Lola no sabía que pensar, por una parte se sentía tan segura como él de que al final acabarían ganando, pero otra parte de ella le decía que no iba a ser tan fácil.

—¿Puedo hacerte una pregunta?—murmura, tras unos segundos de silencio—

Steve, quien había estado mirando hacia la puerta de la habitación, pues había visto a Dylan y a Dustin pasar por el pasillo, vuelve a posar su mirada en ella y asiente levemente.

—Claro.

—¿Cómo... cómo supisteis cuál era mi canción favorita?—la pregunta toma a Steve por sorpresa, ni siquiera él lo sabía—

—No... no lo sé—admite—En ese momento, al verte así, yo... Simplemente lo sabía.

Sus miradas conectan, enviando un pequeño cosquilleo por sus cuerpos.

—También es una de mis canciones favoritas. No sé si me atrevería a decir que es mi favorita, ya sabes, asegurar que es la primera de todas. Pero... recuerdo que esa canción sonaba en varios de mis momentos favoritos a tu lado, y tenía la esperanza de que tú también lo recordaras—su mirada viaja hacia sus manos, de forma nerviosa, mientras las palabras salen de su boca, con un toque de duda en ellas. Se sentía vulnerable admitiendo eso—A pesar de todo lo malo que ocurrió el año pasado, desde el primer momento que escuchaste esa canción eras feliz. Fuera como fuera, siempre sonreías.

—Eso no era por la canción—asegura ella con rapidez. Steve levanta su mirada, confuso—No completamente al menos. Era por ti. Esta canción siempre me ha recordado a ti, Steve. Sonreía por ti.

Lola no sabía de donde había sacado el valor para decir eso. Ella nunca había sido muy buena expresando sus sentimientos, ni admitiendo que alguien le importaba. Para ella admitir que quería o amaba a alguien era como escribirles una sentencia de muerte. Y ese miedo seguía ahí, pero ahora la que tenía una sentencia de muerte era ella, así que, ¿qué podía perder?

—Escuchamos esta canción por primera vez juntos, en el cine, viendo The Breakfast Club, una de mis películas favoritas. Volvimos a escucharla una tarde en el centro comercial, Robin no estaba y la canción sonaba en la radio. Apenas tenías clientes y estuvimos bailando en la parte trasera de la tienda. Volvimos a bailarla incontables veces en el mirador. Quemamos literalmente la cinta. Y cada día la escuchábamos en tu coche gracias a que Jonathan me la había grabado en esta otra cinta—señala el walkman en sus manos—Creía que la había perdido. Y podría haberla grabado de nuevo, me conozco la lista de canciones de esta cinta de memoria, pero no lo hice. Porque no podía escuchar la canción sin ti. La canción me a salvado, pero no es tan fácil como eso, la canción me recordó la razón por la que lucho. Por mi, por mis amigos, y por ti, Steve. Porque te amo. Te he amado desde el mismo momento en el que me sacaste de tu piscina y me salvaste la vida. Te amo por lo amable, bueno y protector que eres para con los demás. Te amo a pesar de lo idiota que puedes llegar a ser muchas veces. Te amo porque aprendes de tus errores y porque tienes el valor de admitirlos. Te amo, Steve Harrington. Estoy enamorada de ti. Y fui una idiota al decir lo contrario aquella noche. No era verdad, nunca fue verdad. Yo...

—Lola—la interrumpe él en un susurro, agarrando sus mejillas de forma delicada—Cállate.

Ella le observa confusa, sin saber que decir. Pero Steve tampoco le da la oportunidad de hablar, pues estaba cansado de esperar. Hacia apenas unos minutos había estado apunto de perderla. Había sentido cómo se le escapaba de entre los dedos. Como si de una efímera brisa se tratara. Y él no quería eso.

Él quería una vida con ella. Quería estar a su lado en cada paso del camino. Pero no quería hacerlo si ella no quería lo mismo. Sin embrago ella le estaba diciendo en ese instante algo que en el fondo él ya sabía, aunque hubiese tenido miedo de que no fuese así. Ella sentía lo mismo por él. Ella quería lo mismo que él.

El espacio entre ellos se vio acortado al unir sus labios en un beso. Aquello tomo a Lola por sorpresa, haciéndola jadear, perpleja. La sensación cálida que los suaves labios de Steve producían al tocar los suyos era un sentimiento familiar. Lo echaba tanto de menos, lo necesitaba tanto, que no pudo evitar seguirle el beso. Cerrando sus ojos con lentitud, Lola comenzó a mover sus labios sobre los de él.

El beso no era apasionado, pero tampoco era tímido. Era como si fuese la primera vez que sus labios se tocaran. Ambos mostraban una pizca de miedo y a su vez de necesidad. Se necesitaban. Besarse era como respirar. Era algo que les hacía sentir vivos, más vivos que nunca.

Esta vez la lluvia y las lagrimas no se mezclaban con sus labios, dándoles así un toque mucho más dulce en esta ocasión.

Separarse se sintió como una tortura. Si por ellos fuera, se habían quedado así para siempre. Pero su cuerpo les pedía oxígeno y los pasos rápidos que hacían eco en el pasillo activaron una especie de alarma en sus cabezas.

Steve se puso en pie, alejándose de ella en el mismo momento en el que Robin se adentraba en la habitación. Ambos la observaron, expectantes, mientras que ella recuperaba la respiración, pues había subido las escaleras con una velocidad poco común en ella.

—Robin, ¿estás bien? ¿Qué pasa?—inquiere Lola al ver la expresión nerviosa en su rostro. Robin levanta su mano para que la deje respirar un segundo—

—Dime que eres tú—pide, tras unos segundos. Lola frunce el ceño, aún más confusa que antes—

—¿Ser yo? ¿Qué...

—Las luces—le explica, adentrándose en la habitación para acercarse a ellos—Dime que eres tú quien está haciendo que parpadeen.

Lola lleva su mirada hacia Steve, quien nada más oír aquellas palabras salir de la boca de su mejor amiga buscó su mirada.

Lola llevaba un buen rato más tranquila, y sus poderes se habían estabilizado tras haber estado varios minutos notando como sus manos y sus ojos se iluminaban de forma intermitente. Aún así no era descabellado pensar que al besar a Steve estos hubiesen vuelto a descontrolarse. Le pasaba a menudo. Besar a Steve, o el simple hecho de notar su piel acariciando la suya, provocaba algo en ella y afectaba a sus poderes.

—¿Las luces parpadean?—es lo único que se le ocurre preguntar. Robin asiente—

—Abajo—les informa—

Lola se pone en pie al instante y, junto a Steve, ambos se dejan guiar por su amiga hasta lo que parecía ser el comedor principal de la casa Creel. Allí les esperaban el resto de sus amigos.

Las miradas preocupadas no tardaron en posarse en ella, pero pronto desaparecieron al verla mucho más tranquila. Aunque sobretodo fue por la mirada amenazante que Steve les dedicaba que todos dejaron de mirarla. Lola odiaba la compasión y eso él lo sabía.

—Es como las luces de Navidad—el comentario de Nancy hace que Lola aparte su mirada de la gran lámpara que colgaba en el techo y la pose en ella—

El recuerdo de aquella noche en casa de los Byers, luchando contra el demogorgon, llega rápidamente a su mente.

—¿Las luces de Navidad?—murmura Robin hacia ella, confusa—

—Cuando Will estaba en el Upside Down, las luces... se encendían—le explica Lola, recordando también la explicación que Joyce les había dado cuando todos por fin se habían reunido para salvar a Will—La noche en la que Will volvió, nosotros luchamos contra el demogorgon en su casa. Tras quemarle... las luces volvieron a encenderse.

—Marcaban un camino—recuerda Steve, posando su mirada en ella—Hacia la calle.

—Si. Jonathan siempre a creído que no se trataba del demogorgon, si no de su madre y de Hopper, quienes estaban al otro lado.

—Entonces... estáis diciendo que... Vecna está aquí—señala Lucas en un murmullo—Está en esta casa.

—Si. Pero en el otro lado.

La lámpara frente a ellos se apaga, causándoles aún más miedo.

—Creo que acaba de salir de la habitación—asume Robin, intentado a su vez calmar el ambiente—

—¿Nos ha oído?—cuestiona Max, mirando a Steve y a Lola con miedo y duda—

—¿Puede vernos?—contraataca Steve, con otra pregunta aparentemente sin respuesta—

—Auriculares—ordenan Lucas y Dylan hacia ambas chicas—

Max y Lola se los colocan con rapidez, activando las cintas en sus walkmans.

—Esperad, esperad—habla Nancy llamando su atención—Apagad todos la linterna y separaos.

Nadie pone en duda su plan, ni se quejan por su estúpida idea de separarse. Porque si, Lola, como todos, sabía que Nancy era muy inteligente, pero la idea de separarse en aquella casa no era una idea muy inteligente, al menos no a su parecer.

—Pero no podremos ver nada si apagamos las... linternas—nadie escucha las quejas de Steve, pues todos habían comenzado a separarse por la casa, dejándoseles a él y a Lola en aquel oscuro comedor—Hay que joderse.

—Vamos—Lola agarra su mano y tira de él hacia el piso superior—

—En serio, andar por esta casa a oscuras me parece una idea pésima—se queja él en un susurro, como si tuviese miedo de que alguien le oyera. Lola sonríe divertida, quitándose los auriculares—¿Por qué te ríes? Sabes que es verdad. Y tú también deberías estar asustada, dadás las circunstancias.

—No estoy asustada, porque tú estás a mi lado—le explica mientras suben las escaleras—

—Ya, bueno, también estaba contigo cuando Vecna...—Steve parecía incapaz de terminar aquella frase. El simple hecho de recordar como la había encontrado una hora atrás, con sus ojos completamente en blanco y su cuerpo completamente estático, le ponía enfermo—

—¿En serio? ¿Ya te estás culpando por eso?—se queja ella—No fue culpa tuya. De hecho, por si no lo recuerdas, tú eres quien me a salvado. No pienso dejar que te culpes. ¿Me has oído?

Steve frena sus pasos, sus ojos puestos en ella. Una pequeña sonrisa se asoma por sus labios mientras ella se da la vuelta, confusa por ello.

—¿Qué?

—Nada—niega, su sonrisa se hace un poco más grande, pero sus ojos se mantienen puestos en ella—

—Steve...

—Te amo—suelta sin más—Es eso. Te amo. Y no sé que he hecho para merecerte.

—Estas siendo cursi—le acusa, sin poder evitar sonreír—Muy cursi.

Steve se limita a encogerse de hombros antes de reanudar sus pasos.

—No quiero ser quien haga la estúpida pregunta, pero... ¿Estamos... nosotros... hemos...?—Lola no era capaz de terminar la pregunta. Era algo nuevo para ella. Le parecía incómodo e incluso algo estúpido dudar de algo como eso—

Steve frunce el ceño, intentando observar cada centímetro de su rostro a pesar de la falta de luz. Sabía lo que intentaba preguntarle, y, aunque verla tan nerviosa le causaba ternura, sabía que realizar aquella pregunta le estaba costando mucho.

Se acerca a ella y une sus labios en otro beso, uno mucho más corto que el que se habían dado minutos antes. Solo quería que se callara, que dejara de pensar.

—¿Responde eso a tú pregunta?—inquiere, elevando sus cejas, al separarse—

La ahora agitada respiración de Lola le impide responder con palabras, así que se limita a asentir. Viéndose aún más tierna que antes, si es que eso era posible.

Un ruido a su espalda hace que Steve se sobresalté. Lola vuelve a la realidad y suelta una pequeña risa al verle tan asustado.

—Pareces un niño—comenta, divertida—

—No es gracioso—se queja él en respuesta—

—Un poco si, tienes que admitirlo.

—La oscuridad no es una broma—se defiende, aún asustado—

Lola sonríe y entrelaza su mano con la suya. Steve frunce el ceño al notar un extraño cosquilleo en ella. Este subía por su brazo de forma lenta, mientras que todo a su alrededor se iluminaba. Frente a él, Lola se mantenía con los ojos cerrados, pero de sus manos unidas una luz escarlata se hacía presente, rodeándoles en un extraño aro de luz.

—¿Qué demonios?—murmura aún más confuso que antes—

Lola sonríe, abriendo sus ojos para conectar sus miradas.

—Emociones positivas—le explica, sacándole una rápida sonrisa—

Steve no podía creer lo que estaba pasando. Pero Lola tampoco estaba muy segura de saber como había hecho aquello. Simplemente lo había hecho.

—Lo tengo. ¡Lo tengo!

De nuevo es Robin quien interrumpe su momento a solas, aunque no podían culparla, eran ellos los que estaban siendo cursis en medio de una investigación sobre un asesino interdimensional.

Tras separar sus manos, Lola y Steve corren escaleras abajo hasta reunirse con ella en el salón de la casa. El resto no tardan en alcanzarles.

—Lo tengo—señala la rubia, cuya linterna se encontraba encendida—Ah... lo tenía.

Baja la mirada al ver como la luz se apaga. Entonces la linterna de Steve se activa, indicándoles en que lugar se encontraba Vecna en ese momento.

—Oh... vale. Creo que se mueve—indica, comenzando a caminar—Se mueve. ¡Se mueve!

Siguiendo el parpadeo de la luz, todos emprenden su camino hasta el piso superior.

—Mierda—se queda Steve al ver como su linterna volvía a apagarse—Lo he perdido.

—No, no lo has pedido—habla Max, adelantándose hasta llegar a una puerta situada junto a ellos. Se trataba de la entrada al desván. Allí una luz tintineaba indicándoles el camino por el que Vecna había ido—

—Está en el desván—murmura Robin con claro miedo en su voz—¿Cómo no? En el desván.

Lola, quien caminaba justo delante de ella, le dedica una sonrisa tranquilizadora mientras sigue los pasos de Max y Steve.

—Esperad, tíos. ¿Y si nos esta llevando a una trampa?—se quedan Dustin, quien cerraba el camino y aún no se había atrevido a subir ni un solo escalón hacia el desván—Tíos. Tíos.

Dylan da la vuelta y corre hacia él, sujetando su mano para obligarle a subir.

—Mierda. Mierda, mierda, mierda—murmura el rizoso, sin soltar la mano de su amiga—

Una pequeña bombilla colgando del techo fue lo que les dio la bienvenida en el desván. Esta parpadeaba, iluminándose cada vez más, marcando así el lugar donde Vecna se encontraba en el Upside Down. Las linternas en sus manos comenzaron a encenderse una vez todos llegaron allí. Y fue al rodear la bombilla que las luces se intensificaron aún más.

—Vale, ¿qué ocurre?—inquiere Steve—

Nadie sabía cómo responder a su presunta, sin embrago, Lola, quien se encontraba a su lado, podía jurar que sentía la presencia de Vecna allí. Sentía su poder e incluso sentía como sus propios poderes se hacían más fuertes. Un escalofrío recorrió su cuerpo antes de que todas las linternas comenzaran a estallar.

Todos se apartaron, asustados, tapándose los rostros para no ser dañados por los cristales de las lentes. Lola sintió como su respiración se cortaba, causándole una gran presión en el pecho. No estaba segura de poder respiraras con claridad. Así que, buscando algo de estabilidad, su mano buscó el brazo de Steve para poder apoyarse en él. Este la miro preocupado.

¿Qué demonios estaba pasando?



¡¡¡Lola y Steve han vuelto!!!
🥰🥰🥰❤️❤️❤️
Estuve dudando bastante si este era el mejor momento para que eso pasara o si debía esperar un poco más, pero finalmente me he decidido y creo que es el momento perfecto. Mi ship favorito está de vuelta, no puedo ser más feliz.

Dato curioso sobre la elección de la canción que a salvado a Lola de Vecna. En la primera escena de este acto se menciona que Lola y Steve estaban escuchando esa canción, y la primera cosa que Lola dice es que The Breakfast Club, la película donde sale esta canción, es su favorita. Las pistas estaban ahí.

Espero que os haya gustado el capítulo. No olvidéis votar y comentar. Nos vemos en el siguiente capítulo, donde también veremos a Eddie de nuevo (sé que también tenéis ganas de verle y de ver momentos entre él y Lola)

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