𝙘𝙝𝙖𝙥𝙩𝙚𝙧 𝙚𝙞𝙜𝙝𝙩

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


" — Count to three. "

━━━━━━━ ⋆★⋆ ━━━━━━━


SE REMOVIÓ INCÓMODO  en su cama ante ese molesto ruido. Creyendo que era algún insecto, lanzo un manotazo al aire queriendo espantarlo pero aquel irritante sonido no se iba. Bufando, entre abrió uno de sus ojos adormilado notando que aquello era la estática de uno de sus radios por los juguetes regados en el piso.

Busco algo confuso entre tanto desorden hasta que finalmente lo encontró y apretó un pequeño botón que permitía el contacto con quien fuera que estaba "llamado".

Vagamente recordó una situación similar hace un par de años cuando un trailero que se encontraba en Texas, se equivocó de estación y con la interferencia cayó en sus manos en plena madrugada, lo envió a México en lugar de Colorado, como tenía planeado en su ruta. Sonrió malicioso esperando que fuera igual, pero se llevó una gran sorpresa al escuchar la voz de su vecina.

— ¿Malcolm, estás ahí? — Susurró algo insistente.

Reese miró al anterior nombrado en un profundo sueño con la revista escolar abierta sobre su pecho. Algo curioso la tomó leyendo rápidamente el nombre «Robin» al pie de la página, para después dar un vistazo al reloj viendo que eran aproximadamente las dos de la mañana.

Aún más interesado por lo que ocurría entre ambos, accedió a tomar respuesta.

— Mmm si, aquí estoy. — Murmuró nervioso dirigiéndose al baño para evitar ser escuchado por alguien más.

Espero un par de segundos, ansioso de que la pelirroja no notara que en realidad no era su hermano.

— Ah, que bien. — Respiro más tranquilo tomando asiento en el piso recargándose en la bañera — Lamentó tanto molestarte a esta hora... El insomnio me está matando y contar ovejas no fue de mucha ayuda...

— ¿Y eso por qué? — Talló sus ojos quitándose el rastro de sueño.

— Es que... Sonará raro, pero siento que no limpié suficientemente bien el baño hoy. — El de puntas rubias frunció el ceño extrañado al escuchar algo afligido la voz al otro lado de la línea — Es una tontería, lo sé, pero a estas horas mi cabeza se encarga de pensar mucho y no me dejan dormir.

El adolescente comenzando a comprender la situación asintió para sus adentros y tuvo un plan en mente de inmediato. Charlaría con ella hasta que se aburriera y terminé cediendo al sueño, pues, eso ocurría muchas veces en las que Malcolm no paraba de hablar durante las noches y era como un cuento para dormir para él.

— ¿Y... En qué pensabas?

Robin sonrió enternecida desde su cama, teniendo una sensación amena en el pecho al saber que tenía alguien para ella cuando tuviera un problema, era reconfortante y extraño.

En tanto, el segundo hijo de los Wilkerson no sabía lo que hacía, culpaba al hecho de qué tal vez seguía más dormido que despierto y no porque estuviera interesado en cualquier cosa en la que estuviera involucrada la pecosa.

— Agh, no puedo sacarme de la mente a la chica de la peluquería. Ella pidió un tinte rosa pero la estilista no decoloró bien su cabello y se veía mal cuando terminó.

Reese soltó una risa ante la imagen de una mujer con pelo rosa, como una mala caricatura y tomó una mejor posición.

— ¿Okey? Sígueme contando de la señora esa...

Robin expandió su sonrisa e igual rió, ya que, el chico siguió interesado en sus ocurrencias y malas anécdotas.

Después de un rato hablando, Reese recordó la revista que estaba cerca de sus pies, por lo que la tomó algo atraído pensando qué tal vez eso era lo que tanto rumoreaban entre los pasillos. No era un gran lector, odiaba cualquier cosa que tuviera que ver con letras y esfuerzo, no leía a menos de que fuera especialmente para la escuela, pero la curiosidad la invadía bastante y técnicamente esa revista era de la escuela.

Comenzó a leer con la voz de la chica por la radio de fondo hasta que después de unos minutos alejó aquel papel estupefacto. Miró a la nada un par de segundos asqueado hasta terminar riendo cubriendo su boca para no hacer un escándalo y despertar a sus padres. Releyó varios párrafos aún con la emoción de la primera vez para después tomar el radio rápidamente.

— ¿Realmente tú escribiste lo de la revista? — La interrumpió con emoción.

— ¡Si! — Respondió orgullosa — ¿Te gusto? Muchos se ven consternados por eso.

— ¿Bromeas? Esta horrible, me encanta. — Ambos rieron — No puedo dejar de leerlo.

— ¿En serio? — Preguntó asombrada.

— ¡Si! Es asqueroso — Siguió hojeando la revista buscando algo parecido pero lo que escribió Robin era lo único interesante — ¿Cómo se te ocurrió?

— Pues, veras...

Las horas pasaron en las que ambos platicaron amenamente sin un desacuerdo de por medio, en las que ambos notaron que tenían mucho en común además de que Reese soltaba ciertos comentarios que para cualquier otra chica resultaban bastante bobos o asquerosos que era sorprendente que para Robin era como si le hablaran sobre su color favorito.

Bostezo volviendo a sentir su cuerpo pesado. Pero, extrañamente eso lo hizo tomar cierta valentía como para exponer su verdadera identidad.

Carraspeó.

— Mmm Robin, la verdad Malcolm está dormido... Soy Reese.

Su estomago dio un vuelco al no escuchar respuesta del otro lado, más segundos después se tranquilizó al oír un ronquido.

Rió tierno pero inmediatamente la borró al renacer que esa acción la formuló de manera inconsciente. Se dio un par de palmadas en el rostro con abstinencia además de sacar la lengua asqueado obligándose a recordar su odio injustificado hacia la pelirroja regresando a su habitación.

Soltó un quejido reprendiendo su "buena obra" para después ver la hora, cuatro quince de la mañana, suspiró rendido tirándose a la cama enredándose entre las cobijas con pesar de que le quedaban solo dos horas de sueño antes de ir a la escuela.





✦✧✪✦✧✪✦✧





┏                                            ┓
NOT " EASY A "
┗                                            ┛



AZOTÓ LA REGLA en el pizarrón logrando que más de uno diera un brinco en su lugar.

— Bienvenidos a su primera clase de educación sexual.

Ante lo dicho por el sudoroso — raro, ya que, no movía ni un músculo — profesor de gimnasia varios se removieron incómodos en sus lugares mientras que otros buscaban cualquier distracción para olvidar que estaban en dicha clase. Destacando sobre todo una pelirroja que estaba sonrojada hasta las orejas y evitaba hacer contacto visual con aquel hombre.

» — No se preocupen, no contará para su calificación, pero con el director discutimos sobre la posibilidad de instruirlos un poco para cuando decidan tener su primera vez. — Robin y Cinthya se miraron con una mueca — Y también para que no se dejen engañar por mitos o historias de ficción.

Entonó su última frase dándole a Robin una mirada de soslayo que la hizo encogerse aún más en su lugar mientras recibía varias miradas molestas por parte de sus compañeros. Su relato para la revisa escolar era solo un cuento de terror, no pensaba que se lo tomarían tan en serio, si quería causar un impacto, pero no así, más bien su plan era todo lo contrario. Pensaba en introducirles la duda a sus compañeros y que por su cuenta investigaran, no que un adulto incómodo de ver hablara de temas aún más penosos.

Por otro lado, Malcolm — que se encontraba a un par de metros de la rojiza — notó su incomodidad y apretó sus labios disgustado por el trato hacia la pelirroja. Entendía su punto y lo que quería lograr, puesto que esta le comentó que era absurda la idealización del sexo y que con su historia podría crear consciencia y que los chicos de su edad se lo tomarán en serio y mínimo tuvieran consideraciones con las precauciones. Por lo mismo, se puso de pie dispuesto a enfrentarlo, al fin y al cabo le debía una muy grande a la ojiazul por lo ocurrido en el estacionamiento el otro día.

— ¿Usted cree en Drácula?

— ¿Disculpa, Malcolm? — Preguntó confuso el maestro.

— ¿Qué si usted cree en Drácula? — Repitió — O más bien ¿Cree que son reales las historias de terror ficticio?

— No entiendo a qué viene tu comentario, jovencito.

El chico carraspeó.

— Porque nos imagina tan tontos pensando que creeremos lo que sea como para impartir esta clase. — El mayor frunció el ceño extrañado — Créame que sabemos diferenciar entre la clase de biología y un cuento fantasioso o un mito, como usted dijo.

El profesor sonrió algo embarazoso.

— No te subestimes, chico. — Apretó la regla entre sus manos — Puedes ser muy listo en matemática, pero te apuesto que más de uno aquí vive consternado por mitos sobre la sexualidad.

— ¿Cómo cuáles? — Bramó entre risas alguien del público — ¿Qué el tamaño no importa?

Ante su comentario la mayoría rió, en tanto los otros pocos aún tenían un gramo de respeto por el maestro de educación física. Entre ellos Robin, que fijo la vista buscando al cómico que soltó aquello encontrándose a Kieran chocando los cinco con su amigo Willy sin parecer muy obvios, lo cual, la hizo rodar los ojos.

— Exacto, quien quiera que seas... — Murmuró ya fastidiado el señor Jones. — Como sea, hablemos de cuando pierdan su virginidad, pero ojo, no es un incentivo, existe una edad adecuada para que la pierdan. Deberían cuidarla, en todo caso.

Por lo dicho, un montón frunció el entrecejo, unos extrañados y otros intrigados.

— Verán, el himen de la mujer es tan sensible que al ser penetrada causa sangrado, incluso en hombres con prácticas homosexuales también puede...

Antes de que el regordete siquiera pudiera terminar alguien al fondo levantó la voz.

— ¿Podría dar la clase una mujer experta en el tema? — Alzó la mano una chica vestida totalmente de negro llamando la atención de todos — ¿O alguien que al menos sepa de lo que habla?

Robin abrió los ojos asombrada por la valentía de la chica del fondo, no negaba que el maestro estuviera soltando una sarta de tonterías, más ella por su timidez y régimen de buena actitud no se atrevería a contradecirlo en frente de tanta gente.

— ¿Perdón? — Exclamó ofendido buscando a la responsable.

— Está diciendo que no creamos en mitos, pero usted los está exponiendo. — Señaló objetiva y con una seguridad digna de admirar.

El mayor río nervioso.

— Ustedes son muy jóvenes y con poca experiencia, háganme caso...

— Claro, porque ser un maestro de gimnasia seguro le trajo mucha.

La extraña chica finalizó poniéndose de pie y tomando su mochila para retirarse del lugar sin querer oír una sola palabra más.

Ante tal hecho, los estudiantes dudosos se miraron entre ellos y siguieron a la gótica de mechas de colores solamente queriendo zafarse de esa incómoda plática.

Mientras tanto, el profesor Jones observaba todo con impotencia y rabia contenida, para después mirar con los brazos cruzados a la culpable de que se iniciara en club en primer lugar. Robin se encogió de hombros con una sonrisa torcida notando que en el salón solo quedaban Cinthya, Malcolm junto a resto de kreylboynes y otro estudiante que se había quedado dormido.











Con pesadez saco los cuadernos para su siguiente clase, cuando la revista que la había metido en tantas bocas cayó de su casillero, la tomó junto a un suspiro. Cuando en ese momento un chico de cabello oscuro y rizos se acercó con una sonrisa ladina.

— ¿Hola...? — Ella fue la primera en hablar al no escuchar palabra por su parte.

— Hola. — Paso la lengua por sus labios — ¿Estas libre esta tarde?

Robin miró de manera interrogante a Willy.

— ¿Por qué?

— Porque ayer rente "El increíble Hulk" y no hay quien la vea conmigo. — Habló simple a lo cual la pelirroja enarcó una de sus cejas.

No entendía su repentino comportamiento, a Willy lo tenía en la misma perspectiva que a Kieran, no le desagradaba como persona pero si odiaba su trato hacia los demás pese a ser agradable con ella — por Kieran, obviamente — , por lo que no entendía su repentino acercamiento, aunque después de que lo ayudó por la golpiza de Reese ya habían tenido varias charlas sin importancia y en la mayoría el otro pelinegro estaba presente, no lo consideraba un amigo, tal vez un conocido cercano.

» — A Kieran lo castigaron y me canceló recién. — Señaló algún punto al azar con su cabeza — ¿Qué dices?

— Mmm sobre Kieran... — Cerró su casillero recargándose en el — ¿Sabes por que ha actuado tan extraño últimamente? — Preguntó curiosa evadiendo su propuesta.

Podría decir que si tenía cierta curiosidad en el tema, pese a que estaba reacia a las actitudes coquetas de Kieran, comenzaba a extrañar el "Rojita" de cada mañana, mínimo era mejor que "Cabeza de Menstruación".

— Pues... Te lo dire si ves la película conmigo. — Sonrió ladino y ella frunció el entrecejo. Definitivamente era amigo de Kieran.

— Claro. — Dijo con pesadez no notoria.

— Mi casa a las cinco. — Despeinó su cabello y ella se apartó molesta con esa acción — Es una cita.

La chica estaba por replicar esa última parte pero el de rulos ya se había ido. Rodó los ojos y se peinó algo brusca.

« Estúpido Kieran, lo que hago por ti » pensó con frustración.

Ella solo quería asegurarse que no haya tenido un problema grave en su casa, pues, en varias ocasiones, casi siempre a la hora de salida de la escuela el chico le contaba un par de cosas poco gratas sobre su destructivo núcleo familiar y ella se encargaba de escucharlo y consolarlo hasta donde él se lo permitía, ya que, siempre le decía que estaba bien y la interrumpía para no verse débil. Le fastidiaba bastante que no se dejara ayudar.

Refunfuño varias palabras que ni siquiera ella entendió mientras daba pasos largos por los pasillos. Su idea de ser más tolerable no era tan fácil estando rodeada de idiotas.

Vio su grupo a lo lejos y se acercó esperando distraerse pero al momento en que se puso junto a Malcolm — el cual, extrañamente comenzó a jugar con sus manos ansioso — y escuchó su conversación supo que no podría desestresarse.

— Estos dos me los hizo la semana pasada. Y aún siguen ahí. — Dabney señaló dos moretones en su brazo.

— Igual al de mi espalda ya debería haber desaparecido. — Loyd se removió adolorido.

Robin miró interrogante al castaño ojiazul y este apretó sus labios.

— Kieran. — Dijo por lo bajo y la pecosa rodó los ojos.

— Últimamente... está más... violento. — Soltó entre suspiros el moreno de lentes.

— ¿Saben qué? — La chica alzó la voz con enojo — Dejándonos de juegos, deberían defenderse y responderle igual, que se vaya al diablo. — Sacudió su mano al aire de manera brusca sin notar que una de sus pulseras salió volando al aire para después irse como alma que llevaba el diablo.

El grupo de kreylboynes se quedó mudo no queriendo indagar en la evidente molestia de la pelirroja por lo que siguieron en su charla anterior. La cual, comenzó cuando Malcolm habló sobre su enojo y frustración con Kieran y su torpe amenaza por el asunto del estacionamiento el otro día.

— ¿Robin sugiere que golpeemos a Kieran? — Frunció el ceño Lloyd.

— No creo que haya dicho eso. — Inclinó su cabeza Cinthya.

— ¿Y si es la única forma de detenerlo? — Bramó nervioso Kevin.

— Entonces hazlo y ya. — Malcolm se encogió de hombros queriendo reforzar la idea mientras miró curioso una pulsera que reconocía en el piso.

— Pero mamá dice que la violencia es mala, prefiero la diplomacia. — Se justificó el más bajo de lentes.

El ojiazul al escucharlo nombrar a su progenitora rodó los ojos, Robin tenía razón, Kieran se lo merecía, la falla en su plan era que ninguno era apto para ponerle un alto, necesitaban más fuerza bruta y poco cerebro para una tarea así.

— ¿Y eso te funcionó? — Preguntó distraído recogiendo la pulsera del piso, haciendo una nota mental de entregársela a la pecosa después.

— No puedo hablar con la boca llena de agua del retrete. — Malcolm lo señaló obvio logrando que Dabney se cruce de brazos rendido — Bueno, ¿Cómo golpeas a alguien? — Lo miró interesado.

Malcolm balbuceó un segundo para después tragar saliva sin saber exactamente qué decir, pues, con el único que había peleado a golpes era con Reese y hasta ahora no había ganado ningún round.

— Pues... — Pensó — Cuento hasta tres.

— ¿Hasta tres? — Cuestionó el de cabello negro de casco confundido.

— Si, te preparas mentalmente y te da valentía. — Fingió estar relajado, ya que, la dura mirada de incredulidad de Stevie le hacía difícil dicha tarea — Debo ir a clase.

Rascó su nuca ansioso y se encaminó a su salón con el de silla de ruedas detrás de él negando con decepción por su terrible consejo. Al igual que ellos, los demás también se esparcieron directo a sus respectivas aulas a excepción de Dabney y Lloyd.

— ¿Y ahora qué? — Tomó las correas de su mochila el moreno.

El más bajo estaba por responder, pero antes fue tomado por sorpresa del cuello de su camisa para después sin esfuerzo alguno ser empujado hacia los casilleros cerca.

— ¡Barney! — Saludó con euforia y falsa amabilidad — Justamente a ti te estaba buscando. — Kieran lo acorraló mientras lo apuntaba con su dedo índice.

— ¿Ah, si? ¿Para qué? — Bramó asustado.

— Queremos divertirnos, — Dijo simple — ¿No es así? — Se dirigió a Willy, el cual, tenía sujeto a Lloyd a un par de pasos de ellos.

— Por supuesto. — Soltó entre risas malévolas logrando que el pánico entrara en los dos kreylboynes.

Pero a los segundos, el pequeño rubio recordó el consejo de su amigo de camisa de cuadros tomando un poco de valentía.

— ¡No! — Habló fuerte zafándose de él — Ya no nos vamos a dejar de ti.

El pelinegro que doblaba su tamaño soltó una risa seca.

— ¿Y qué harás? — Se cruzó de brazos — ¿Golpearme? — Ante ello, Dabney asintió seguro mientras que Lloyd lo observó con terror mientras negaba frenéticamente.

— Muy bien, te espero. — Indicó tranquilo, agachándose a su altura y poniendo su mejilla a su merced — ¿Lo harás ahora? Comienzo a hacerme viejo. — Espetó burlón, cosa que hizo enojar más a Dabney.

Tomó una respiración profunda dándose valor.

— Uno... — Susurró apretando su puño — Dos... — Kieran en cambio siguió con su sonrisa burlona — ¡Tres!

El de lentes cerró sus ojos con fuerza sin reparar a tiempo en la presencia a sus espaldas a la vez que estiraba su brazo soltando un golpe al aire para al instante sentir el choque de su piel con otra, pero no en su puño, más bien fue en su codo.

Inmediatamente miró espantado a sus espaldas viendo a su otra pesadilla tirado en el suelo quejándose por su labio. Regresó su vista a Kieran que tenía la boca y ojos abiertos de par en par aguantando una carcajada.

— ¿Sabes que? Podemos dejarlo para otro día. — Pronunció entre carcajadas mientras Willy se acercó a Kieran para chocar los cinco en tanto se burlaban de la situación sin notar a la otra persona que se acercaba horrorizada.

— ¡¿Qué hiciste?! — Gritó una Robin espantada frente a las narices del de lentes.

La pelirroja había vuelto al lugar al notar que le faltaba una de sus pulseras preferidas y lo único que encontró fue a Dabney dándole una paliza a Reese, indirectamente, claro.

— ¡Conté hasta tres! — Respondió igual de estupefacto.

— ¡¿Qué?! — Lo observó confundida para después dirigir una mirada rápida a Reese aún en el suelo.

— ¡Malcom me dijo que contará hasta tres antes de golpear a alguien! — Replicó histérico consiente del gran desastre que ocasionó con la carcajada del pelinegro con chaqueta de cuero de fondo.

— ¡Malcolm nunca ha golpeado a alguien en su vida! — Replicó igual de alterada antes de dirigirle una mala cara a Kieran, que este evitó desviando la mirada.

Y sin pensarlo dos veces se agachó rápidamente a auxiliar a Reese con ayuda de un temeroso Dabney. Cuando lo alzaron, el que antes estaba en el suelo soltó un quejido.

— Si, como si no te lo merecieras, — Robin rodó los ojos sosteniéndolo con calma — camina. Vamos a la enfermería.

En el camino, el más alto de los tres solo se encargaba de quejarse, alterando más a la pelirroja y que los nervios de Dabney crecieran cada vez más y más.

— Va a matarme... — Susurró tembloroso hacia la pecosa, la cual, negó simple intentando tranquilizarlo.

Pero esa era una cruel mentira.

Llegando a la sala de espera de la enfermería, sentaron al mayor — aún algo desorientado — en una de las sillas y apenas la chica se animó a acercarse y verificar su estado, también nerviosa por su reacción a sabiendas de su temperamento.

— Déjame ver. — Se puso de cuclillas frente al chico y apartó lenta su mano de su mandíbula viendo cómo en la boca del matón había un poco de sangre, y este al notar su cara de asco la apartó de un manotazo.

— ¡No me veas!

— Si, mejor cúbrete. — Volvió a tomar su mano para cubrirlo.

Robin soltó un fuerte suspiro antes de dar varias vueltas en círculos pensando en porque su mala suerte la empujaba directo a los problemas. No fue hasta que una de las puertas se abrió mostrando a la secretaria de la escuela que al recaer en la situación negó lentamente dirigiéndole una mala mirada a la pelirroja.

— El director te busca. — La chica confusa se señaló y la rubia mayor asintió seria.

Robin estaba por replicar pero al notar la revista escolar en manos de la mujer decidió callar. Bufó molesta y sin más remedio, tomó su mochila para después seguirla a pasos largos, no sin antes regresar con Dabney.

— Quédate con él. — Señaló determinada al afectado de su "acrobacia", el cual, observaba con odio al krelboyne.










El buen humor de su semana se fue al caño con su día de mierda. Fue una cosa tras la otra y su paciencia estaba hasta el colmo.

Impaciente de que George no lograra encontrar la llave correspondiente a su hogar, se las arrebató sin cuidado para abrir la puerta de entrada sin mucho esfuerzo y pasar a grandes zancadas chocando fuertemente su hombro con el de su hermano.

El moreno la observó ceñido desde la entrada mientras dejaba su mochila en el perchero.

— ¿A ti qué mosco te pico?

Apreciaba su vida más que nada, y trató de evitar el tema de su mal humor desde hace un buen rato, pero los bufidos insistentes y fuertes pisadas de su hermana le imploraban que preguntara a qué se debía su pésimo humor, pues, Robin no era alguien que iniciara su larga lista de quejas por si sola, pero una vez que comenzaba podían pasar horas antes de que se callara.

— Estoy molesta, — Habló de forma hostil — no me hables, no quiero hablar.

— Okey. — Respondió simple dirigiéndose a la cocina por un bocadillo y ella frunció su nariz hastiada hasta la médula.

Movió su pierna ansiosa un par de segundos antes de seguirlo con los puños apretados.

— No insistas, no te dire. — Exclamó fuerte, aunque este parecía más entretenido en buscar algo en el refrigerador.

— Me parece bien, como tú decidas. — Mantuvo su tono calmo.

— ¡Estoy furiosa! — Busco su mirada persistente — La mala vida me persigue.

— Es una pena, — Se lamentó encogiéndose de hombros simple — pero así es la vida. Por cierto, ¿Viste que Dabney golpeó a Reese? — Soltó una carcajada — El karma llega de formas muy raras.

Robin abrió su boca indignada y cruzándose de brazos, sin otra salida, bufó con exageración.

— ¡Está bien, te diré! — El chico rodó los ojos  — ¡El director Block me envió a detención!

— ¡Ay no, que horror!

— ¡Lo se!

— Se acabo la crema de maní. — George mostró el envase vacío con desilusión logrando que la pelirroja lo tome y lo lance lejos.

— ¡Olvídate de esto! — Gritó resentida — Hearckabe y el rector me quieren censurar por lo de la revista.

Soltó todo el aire que había en sus pulmones intentando calmarse frente a los atentos ojos de su hermano que la observaba con una ceja alzada por tanto drama.

— Oye, cálmate. — El chico intentó tocar su hombro más no supo que sus palabras habían causado el efecto contrario, logrando que la pelirroja se apartara de su camino aún más furiosa.

— ¡Nunca le digas a una mujer que se calme! — Lo señaló amenazante — Siempre nos dicen que nos calmemos, pero nunca funciona, solo nos altera mucho más ¡¿Me ves alterada?! — Balbuceó velozmente.

— Pues... — Cuando estaba por recriminar la pecosa lo interrumpió inmediatamente.

— ¡Todo es tu culpa por decirme que me calme!

Al verla tan alterada, el chico tomó el bote de maní vacío del piso y lo abrazó intentando protegerse de la loca de su hermana.

Robin viendo la incómoda situación en la que puso a su hermano intentó tranquilizarse con cierta culpa por gritarle siendo que el no tenía nada que ver en sus problemas.

— Oye, George, yo... Perdón. — Bufó frustrada. — Tengo que irme, ¿puedes decirles a mis papás que regresaré más tarde? — Habló más bajo tomando una botella de agua del refrigerador comenzando a tomarla con insistencia para que el nudo en su garganta desapareciera.

— Claro... — Bramó cauteloso — Por cierto ¿Adónde vas?

— Willy me invitó a ver una película. — Se encogió de hombros tomando el último sorbo y tirando el plástico en la basura — Intentaré averiguar que tiene tan de malas a Kieran.

— Oh, suerte con eso, entonces. — La miró — ¿Ya estás más tranquila? — Robin asintió convenciéndose más a sí misma.

— Si... Gracias, necesitaba desahogarme un poco. — Le dio un corto abrazó.

— Ya sabes que cuentas conmigo para lo que sea. — Rompió el abrazo para extenderle su mano y que ambos hicieran su saludo secreto.

Finalizando con un choque de caderas ambos sonrieron y juntaron sus puños despidiéndose.








El chico de rulos fingió un bostezo y extendió su brazo para dejarlo reposar detrás de la pelirroja, esta, algo incomoda le dirigió una mirada de soslayo viendo que este no apartaba los ojos de la televisión que reproducía Hulk.

No pasaron ni veinte minutos cuando ya quiso huir de ese sucio sótano que el amigo de Kieran usaba como habitación, y era un total desastre, típico cuarto adolescente con posters y revistas obscenas, comida a medio comer por todo el lugar, una esquina repleta de ropa sucia junto con un potente olor a calcetines sudados. Pero tenía una misión y quería concluirla antes de que se le pudiera ocurrir una buena excusa para salir huyendo de ese nido de gérmenes.

Carraspeó algo quisquillosa como su anterior acción sin parecer muy obvia.

— ¿Y... Ya me dirás? — Cuestionó nerviosa.

— ¿El qué? — Dijo este sin importancia.

— Sobre Kieran. — Bramó obvia — Dijiste que si veía esta película contigo me dirías.

— ¿Por qué ahora estás tan interesada en el? — Habló mientras tomaba un puño de palomitas y se lo metía a la boca — Creí que no te agradaba.

— Es mi amigo y me preocupa. — Evitó hacer una mueca de asco al verlo hablar con la boca llena.

— Eso quiere decir que no te gusta. — Señaló acusador con una sonrisa triunfante, él siempre tuvo razón.

— Como te dije, es mi amigo.

— ¿Entonces quien si te gusta? — Se irguió hacia ella más interesado — ¿Malcolm? — Soltó burlón.

— El también es mi amigo. — Tragó ansiosa por su interrogatorio

— Tienes muchos amigos ¿no es así? — La pecosa asintió confusa — ¿Sabes? Hay más chicos interesados en ti.

Robin frunció el ceño extrañada y con cierta incomodidad en su pecho en alerta por el cambio de tono de voz en su acompañante.

— ¿Ah, si? ¿Cómo quien? — Preguntó nerviosa retrocediendo lenta.

El chico ya no respondió, simplemente sonrió ladino y se inclinó directo a sus labios dispuesto a robarle un beso pero Robin adivinando sus intenciones logró apartarlo a tiempo poniéndose de pie de un salto.

— ¿Qué rayos ocurre contigo? — Dijo sacudiendo sus ropas sintiéndose sucia de haber estado sentada en ese apestoso sofá más de una hora.

— Vamos, lo hiciste con Malcolm — Expuso obvio rodando los ojos — ¿Por qué no conmigo?

Robin sintió sus palabras como una carga de choques eléctricos incrustados en su pecho y estómago, como si recayera en la realidad de sus actos sintiéndose pésimo consigo misma. Estaba segura de no tener efectos negativos en el tema del sexo al tener ideas liberales, pero ahora que estaba frente al problema fue como si Willy la estuviera haciendo menos por el hecho de tener una vida sexualmente activa, y lo peor del caso es que ni siquiera era cierto.

— ¿Qué? — Estupefacta bajo los hombros desanimada.

— ¿Vas a fingir demencia? — Igual se levantó — Todos te oímos en el estacionamiento.

Robin trago duro molestándose, pero aún así manteniendo la compostura. Sabía con quien explotar y con quien no, no quería arriesgarse con una actitud brava con alguien que fácilmente le ganaba por mucho en fuerza y con quien además se encontraba a solas en un sótano de mala muerte.

— Si tuve sexo o no con el es mi problema. — Tomó una profunda respiración — Y de ser cierto, no veo porque también lo haría contigo.

Se dio media vuelta tomando su bolso, yendo directo escaleras rogando a todas las deidades posibles de que el chico no la siguiera y la hiciera quedarse a la fuerza. Ya estando en el segundo piso apresuró sus pasos hacia la puerta y cuando finalmente salió de ahí por fin respiro tranquila y fue entonces que se dio cuenta que había estado aguantando la respiración debido a los nervios.

Comenzaba a arrepentirse de haber metido las manos al fuego por Malcolm, ya que, como todo hombre salió muy bien visto de la situación mientras que ella ahora debía aguantar insinuaciones de tipos como ese con una idea muy errónea de su persona, peor aún cuando se enteraban que ella era la persona que escribió el relato que estaba en boca de todos, la señalaban como una perversa.

Soltó un suspiro melancólico y abrazando su pequeña bolsa púrpura regresó a su hogar con la cabeza gacha.

Por otro lado, Willy se dejó caer derrotado en su sofá y quitando de golpe la película con cierta molestia, pensaba en contarle a Mike, pues fue al único que le confió sobre su gol aquella tarde pero ahora abstendría sus comentarios puesto que no podría con la vergüenza de ser rechazado por la chica que se acostó con un kreylboyne. Y tampoco podría fanfarronear e inventar que en verdad si tuvo sexo con aquella fenómeno; tampoco quería que los rumores llegaran hasta Kieran.









Trago sonoramente antes de entrar con timidez por la puerta que tenía escrito sobre el cristal "Detención". No le molestaba perderse un receso como a la mayoría de chicos en aquel salón, pero igual intentaba cubrirse con sus libros y evitar ser reconocida, se sentía tan fuera de lugar entre los estudiantes góticos y mal portados.

Encontró un asiento libre en la última fila y lo tomó lenta. Dio una revisión por el lugar, era vacío y poco agradable, parecía que la mísera había pasado por ahí y decidido quedarse, el aire acondicionado tampoco servía, lo cual, hacía el ambiente húmedo y creaba una mezcla de olores desagradables. Hizo una mueca y se concentró en acomodar sus lápices por tamaño y volverlos a desordenar para pasar el rato más rápido.

Sin notarlo, recordó el día anterior, aunque como podría olvidarlo, cuando llegó a su hogar apenas saludó a George y este ya la estaba interrogando por su estado de ánimo pues el moreno alegaba que parecía decaída, en ese instante detesto que la conociera tan bien, no quería hablar con nadie al respecto, por lo que fingió una sonrisa el resto de la tarde y un buen humor que no era para nada creíble para su hermano, pero tampoco insistió. Quería bloquear ese día y jamás tocar ese tema que tanto le pesaba y avergonzaba, solo quería dejarlo atrás.

Segundos después, salió de sus pensamientos debido a una bola de papel que golpeó su cabeza. Giro en busca del responsable encontrándose a una chica de mechas de colores haciéndole señas intentando capturar su atención, no estaba segura del todo pero creía que era la persona que enfrentó al señor Jones en la clase de educación sexual.

— ¿Qué haces aquí? — Ladeó un poco su cabeza confusa y Robin quedó muda por su forma de hablar tan directa — Tienes toda la pinta de niña buena, nunca pensé verte por acá.

La extraña acercó su banco al de la pelirroja sin importarle mucho si hacía ruido o no, tampoco le interesó al profesor a cargo, parecía más entretenido en terminar el crucigrama del periódico.

— Pues te sorprendería. — Susurró en respuesta queriendo regresar a sus asuntos. No quería ganar otro castigo por hablar en uno.

— ¿Y por qué estás aquí? — Se acomodo viéndola interesada — Por cierto, soy Chase.

— Robin. — Murmuró aún por lo bajo — Y por escribir el relato "El Grano" en la revista escolar.

— ¿Tu eres esa Robin? — Dijo sorprendida su nueva acompañante y ahora si interesada, la pelirroja se dirigió hacia ella.

— ¿Me conoces?

— Por supuesto, me encanto tu cuento. — Sonrió amigable — Aunque realmente te conocí por lo qué pasó el otro día en el estacionamiento. — Intentó ahogar una carcajada.

— ¿Ah, eso? — Bajo la mirada, tal parecía que esa pesadilla no acabaría.

— Si, fue muy divertido. — La de sombras oscuras soltó una leve risa, pero, al notar la incomodidad en la pelirroja borró su sonrisa y decidió cambiar de tema.

— Pero igual tu historia fue revolucionaria.

— ¿En serio? — La pecosa la observó con ilusión.

Necesitaba oír que alguien la notó por su trabajo, como quiso en un principio y no por aquel desliz.

— Por supuesto, nunca había leído el lado oscuro del sexo, a todos les encantó. Tal vez así lo chicos dejen su cosa dentro a de sus pantalones — La ánimo pero aún así Robin negó divertida sin creerle mucho. — Te lo aseguró, fue increíble. — La tomó por los hombros sacudiéndola un poco — ¿A quién no le gustaría leer sobre un sexo-adicto que contrajo una ETS y que después de masturbarse y contaminarse intentó explotarse un grano y por eso se infectó toda la cara hasta parecer el hombre mosca?

Ambas rieron divertidas, al escuchar el resumen de Chase si parecía algo loco.

— No se que estaba pensando cuando lo escribí. — Masajeo su frente más relajada.

— Tal vez que eres la hija perdida de Stephen King. — La señaló sarcástica — Pero, ¿En serio por eso te mandaron a detención?

Robin asintió resignada.

— Me pidieron que cambiara las groserías y la palabra "pene" y "vagina" por asteriscos. — Rascó su nuca encogiéndose de hombros.

Chase puso una mala cara de indignación.

— ¿Qué? — Robin asintió confirmando lo dicho — Oye, eso es censura ¿Por qué lo permites?

— ¿Qué otra cosa me queda? — Soltó desanimada.

— Quejarte, tal vez. — Soltó obvia.

— No quiero hacer más grande el problema, — Se negó rápidamente — ya de por si tenemos que soportar al señor Jones y su clase de educación sexual.

— Patrañas. — Le mostró su lengua desinteresada — Con unas amigas planearemos una huelga para redimir al hombre. — Dijo refiriéndose al maestro de gimnasia — ¿Quieres unirte?

Robin no pudo evitarlo, pero quedó viendo a un punto en la cara de Chase idiotizada, era alguien tan cool, despreocupada y con una gran boca, tan segura de si misma, todo a lo que ella aspiraba y que no lograba, pero que seguía intentando, ya que, era una chica aburrida y correcta, aunque Chase pensaba que era genial por su relato tampoco quería que creyera lo contrario.

— ¿Puedo?

La de negro asintió entusiasta — Todos son bienvenidos, entre más, mejor.

Robin asintió de acuerdo y así fue como ambas se enfrascaron en su propia charla por largos minutos interminables que resultaron ser extraordinarios para la pelirroja, con cada palabra admiraba más a una chica que ni siquiera supo cómo se atrevió a hablarle. Era tan acogedora que le tuvo confianza rápidamente.

— No se si hice lo correcto, en el estacionamiento, — Soltó de repente — últimamente hay chicos que se acercan y... Ya sabes, con otras intenciones.

No sabía si era el hecho de que también era una chica o por su manera de pensar que quería un consejo suyo.

— Te acosan. — Dijo seria y con cierta molestia.

— No... — Siguió en negación — No creo que sea tan grave.

— ¿Te incomodaron, hicieron propuestas indecentes, te faltaron al respeto? — La pelirroja asintió a cada una de ellas con cierto temor de que fuera tan exacta — Te están acosando. — Confirmó.

Negó otra vez, no quería enfrentar la verdad, era una cara de la moneda con la que jamás quiso cruzarse, y el primer golpe nunca se siente tan frió.

— ¿Te ha pasado? — Se encogió en su lugar.

— Soy mujer. — Dijo obvia — Claro que si, es el pan de cada día — Rodó los ojos.

— No te ves muy molesta por eso. — Entrecerró los ojos con sospecha, ella casi lo sentía como un trauma y no podía dejar de abrazarse intentando reconfortarse cada que pensaba en ello.

— No lo estoy, no le voy a dar el gusto a esos desgraciados de verme mal por sus comentarios. — Hizo un gesto restándole importancia.

— Entonces ¿Qué haces? — Se acercó más entretenida e interesada, aunque más emocionada por pensar en lo que le diría a continuación.

— Los encaro con la frente en alto, no deben verte asustada o sabrán que pueden intimidarte cuando quieren. — Robin asintió comprendiendo — Y les doy lo que quieren, pero... A mi manera, si sabes a lo que me refiero.

La de la blusa con un arcoíris la observó confusa.

— Mmm, la verdad no.

— Tienes mucho que aprender, querida Robin — Soltó divertida — , pero antes de mostrarte el lado divertido de la vida, dime algo... Existen dos tipos de pelirrojos, los noños y los demonios. — Alargó su sonrisa — ¿Cuál eres tú?









Cuando salió de detención estaba tan extasiada y emocionada gracias a Chase, pues, le había dado una gran lección de vida sobre cómo evadir a todas esas personas que quisieran burlarse de ella y esperaba con ansias que cualquiera se acercará para poder ponerlo en práctica. Aunque aún no estaba tan convencida de su forma tan tranquila de existir, pues, ella aspiraba solo a no ser un ama del orden, no alguien a que le importara poco o nada su vida y que hiciera destrozos solo porque si, puesto que tenía un odio completamente racional a ese tipo de personas desde lo ocurrido con su madre. Juro nunca ser como ella y de ser posible, todo lo opuesto le venía bien, pero extrañamente con aquella chica no fue así.

Hizo su pequeño baile de la victoria mientras tarareaba Walking on sunshine por el patio de su escuela hasta que todo se detuvo abruptamente, como un disco defectuoso, cuando fue testigo de una vergonzosa escena. Su buena cara cambió a una mueca de fastidio y a pasos apresurados se acercó al par azotando su mochila en la mesa llamando la atención de ambos.

— ¿Qué ocurre? — Los miró suspicaz con los ojos entrecerrados ladeando un poco su cabeza.

Aunque era evidente lo que ocurría, Reese se estaba cobrando el golpe en el labio con Dabney ahora siendo su esclavo.

El menor se detuvo un segundo para ver nervioso a la chica, aunque esto duró poco, ya que, inmediatamente siguió con su tarea de alimentar a Reese, igual que a un bebé.

— Remediando un estúpido, estúpido error. — Bajo su cabeza atemorizado, siguiendo con su tarea.

— ¡Hey! ¿Te di permiso de hablar? - Regañó el mayor de los tres, haciendo que Dabney negara rápidamente — Entonces cállate.

El anterior nombrado suspiró y continuó alimentando al matón.

— Dabney no hace falta que lo hagas, — Bramó en un tono amable la pelirroja — fue un accidente.

— Mi vida es un accidente — Respondió en un lamento, a lo cual, Robin rodó los ojos por la falta de autoestima del chico.

— Ah y quiero que hagas mis deberes de matemáticas, — Volvió a llamar la atención Reese —  tuve una mala nota y necesito subir puntos. — Terminó tomando un bocado del desayuno del kreylboyne.

Ante su comentario poco interesado, la pecosa le dirigió una mala cara.

— Tu vida es una mala nota. — Dijo sería para después verlo de manera burlona — Por cierto, tienes algo en el labio. — Señaló su propio mentón, logrando que Reese la viera fastidiado y con una sonrisa divertida la pelirroja se alejó definitivamente.

El castaño oscuro refunfuñó un par de palabras a la vez que apartaba a Dabney y con un gesto le indicó que se largará igual, y este obedeció sin replicar nada.

Soltó un suspiro profundo algo confuso por su creciente irritación, pues esta no se debía al comentario de la pecosa, sino porque tenía una respuesta perfecta con la cual contraatacar, más esta no pudo salir de su boca. Pues aún recordaba aquella noche en la que charlaron en la madrugada, el usurpando la identidad de su hermano y por eso no terminaron peleando como siempre, pero desde aquello y el que lo ayudará a llegar a la enfermería en lugar de dejarlo ahí tirado como lo haría cualquiera, lo hacía sentir extraño admitir qué tal vez no le desagradaba del todo.

Hizo una mueca ante su último pensamiento y siguió comiendo por su propia cuenta, además de sacudir su cabeza alejando dicha idea, todo se estaba convirtiendo en un embrollo, por lo que prefirió creer que lo había tomado con la guardia baja y no se lo dejaría saber, debía volver a sumar puntos y estar nuevamente en la jugada.

Decenas de jugarretas pasaron por la cabeza del joven antes de percatarse en la carta que anteriormente había encontrado en su casillero junto a la fotografía de una chica muy hermosa y sexy. La tomo y volvió a abrir impregnándose del bello perfume de olor a gardenias, leyendo con cuidado y fascinación aquellas delicadas letras que claramente decían básicamente que tenía una admiradora secreta. La carta de amor se relataba por una chica tímida que siempre tuvo una fuerte atracción hacia él pero que no se atrevía a acercarse, y por ello, dejaba su número telefónico por el cual podrían comunicarse y tal vez ir al baile de bienvenida juntos.

No sabía quién era y ya estaba perdidamente enamorado de aquella extraña.

Por otro lado, Malcolm salía del salón asignado específicamente para la revista escolar donde varias de las integrantes se mostraron enfadadas con la decisión del director Block de censurarlos, pese a que intentó tranquilizarlas no sirvió de mucho, pero tampoco es que pudiera hacer algo al respecto, estaba atado de manos, era eliminar las groserías y hacer historias más "aptas" o cancelar todas las actividades extra curriculares y en eso iba incluido El barco de cristal y eso sería mucho peor.

Todas en ese club eran bastante intensas, no es como si fuera a llamar a derechos humanos por una revista escolar, pues creía fielmente que no porque está fuera atacada era realmente buena. Solamente había entrado por Robin, y no se arrepentía pero creyó que sería algo más entretenido y sin problemas.

Justo como si la hubiera invocado, la anterior nombrada apareció a su lado acomodando una de sus trenzas, aunque no parecía estar como siempre sonriente y animada. Frunció el ceño extrañado y aceleró su andar para alcanzarla.

— ¿Todo en orden? Te ves rara. — La chica lo miró rápidamente de soslayo terminando de atar su cabello para después encogerse de hombros.

— Si claro. — Dijo simple sin molestarse en cambiar su expresión — Es una estupidez. — Rodó los ojos recordando a Reese.

— ¿Te refieres a la revista? — Preguntó interesado y Robin giró a verlo un poco interesada, ya debía saber lo que ocurrió.

— Lo se, es bobo. — Dejó salir un suspiro.

Chase le sugirió quejarse hasta hartarlos y que dejaran la revista tal y como estaba, pero no se atrevía a hacerlo, era mejor dejarlo así.

» — ¿También te llamo el director? — El chico asintió — No es justo, de verdad. — Renegó.

— Entonces si te importa. — Señaló el ojiazul.

— Escucha, los demás creen que eres brillante y creativo todo el tiempo, — Lo encaró — me agradaba que la gente pensara lo mismo de mi, pero ya no tiene caso.

Malcolm quedo mudo por largos instantes, se sentía pésimo por quitarle importancia y ceder tan fácilmente ante la autoridad sin tomar en cuenta los sentimientos de los escritores y al ver a Robin decaída por algo que en un principio parecía emocionarle mucho lo hizo reaccionar.

— El director Block no se saldrá con la suya. — Dijo de repente llamando la atención de la pelirroja — Quiso amenazarme cancelando las actividades extracurriculares y tuve que ceder firmando un torpe papel, pero si a ti te importa vamos a defendernos.

— ¿En serio? — Abrió la boca sorprendida y asustada por la idea de llevarle la contra al director — ¿No es desafiar el sistema? ¿Y si nos expulsan? — Lo bombardeó de preguntas y él la intentó tranquilizar mientras se encaminaban a su siguiente clase.

— Todo saldrá bien, yo me encargaré de eso. — Ajustó la correa de su mochila — No podrán hacernos nada, tenemos derecho a la libre expresión.

Robin mordió su labio nerviosa, la seguridad de Malcolm no la calmaba lo suficiente.

— ¿Estás seguro?

— Quieren callarte un montón de estúpidos arbitrarios por razones estúpidas y arbitrarias y eso está mal. — Soltó efusivo — Te molestaste en expresar algo que de alguna manera resultó muy buena. Esto vale la pena. — La pecosa sonrió enternecida y más animada.

— Bueno ¿Cómo te ayudo? — Se posicionó frente a él firme.

— Necesito otra historia. — Detuvo su andar.

— ¿Igual?

— Peor. — Sonrió macabro emocionando más a la chica.

— Tengo la historia perfecta. — Asintió decidida — Quería publicarla para esta semana, pero desde todo esto comencé a editarla con beeps. — Rió.

— Elimínalos, vamos a publicarla tal y como lo tenías planeado. — Robin asintió feliz para luego ponerse seria.

— Gracias por ayudarme con esto, — Dijo sincera — me quitas un gran peso de encima.

Ante el extraño cambio de ambiente el castaño por alguna rara razón se puso nervioso.

— Descuida...

— Y también quisiera disculparme por faltar a las reuniones del proyecto, — Agachó la mirada al no sentirse tan útil — desde lo ocurrido con Reese a mis padres no les encanta la idea de que vaya a tu casa.

Malcolm bufó sin demostrar su molestia, no sabía cómo es que su torpe hermano de encargaba de que cada aspecto de su vida se viniera abajo. Daba igual, ya estaba planeando su venganza por lo ocurrido con "Mancha".

— Bueno, es entendible, no te preocupes. — Fingió tranquilidad mientras apretaba sus manos — Igual podemos hacer el experimento aquí en la escuela, de todas formas estamos tomando una pequeña pausa, ya que, queremos convencer al profesor de química para que nos preste su horno y varios químicos y poder crear la enzima.

Robin asintió con una sonrisa apretada.

— Bien, de todas maneras haré lo que pueda para que sea más cómodo para todos.

Siguieron con su andar en lo que la chica hacía una nota mental de hablar muy seriamente con sus padres sobre la relación con sus vecinos.

— Me agrada como suena eso.










El esfuerzo de Malcolm por hacer prevalecer su relato en vida había sostenido su buen humor desde que había platicado con Chase, además de lograr bloquear un poco lo ocurrido con Willy.

Por ello fue extraño para su familia cuando aquella tarde estaba más sonriente y amable de lo normal, justo cuando un día antes parecía haber tenido el peor día de su vida, según ella.

Terminando de comer, George y Robert se encargaron de recoger sus platos y así fue como Robin aprovecho para hablar un momento a solas con su padre. Sabía que su vecino le estaba devolviendo un favor pero aún así no podía evitar seguir demostrándole su apoyo en los temas de interés para él, como la feria de ciencias, aunque esto tenía más que ver con que en parte de su enojo había una espina de arrepentimiento por auxiliarlo y crear el alboroto del estacionamiento, pero el chico supo como recompensárselo y a este punto ya parecía haber valido la pena.

Movió su pierna ansiosa y con una sonrisa torcida se cambió de asiento junto a su pelirrojo padre, mirándolo un buen rato sin decir palabra, hasta que esté la miró interrogante por su raro comportamiento.

— ¿Sabes que te amo mucho, verdad? — Dijo de forma retórica con un tono más chillón de lo usual.

— No tengo dinero. — Dijo rápido pellizcando los últimos trozos de lechuga en su plato.

— No te iba a preguntar eso. — Manifestó indignada — Aunque si tienes cinco dólares no me ofendo. — Chris rodó los ojos.

— ¿Qué sucede, Robin?

La anterior nombrada hizo un puchero para luego tomar una posición más firme juntado sus manos.

— Dos cosas: ¿Puedo ir a una reunión el sábado a casa de una amiga y puedo volver a hacer el proyecto con Malcolm? — Soltó de golpe.

— ¿Quieres ir a una fiesta el sábado y qué un policía vuelva a traerte a la puerta de la casa? — Arremetió contra su petición en un tono sarcástico.

La menor entrecerró sus ojos y apretó sus labios.

— Uno: no es una fiesta. — Aclaró — Y dos: Malcolm no es como Reese, de verdad sólo haremos el proyecto.

— Ese truco de "es una reunión" ya me lo sé, no tiene nada de malo que salgas a fiestas. — Su padre se encogió de hombros simple y la chica sonrió emocionada, ya tenía el permiso para ir con Chase, ya no veía caso seguir contradiciéndolo, a fin de cuentas siempre dijo la verdad desde un inicio  — Pero no iras con los vecinos, te dije que ya no te quiero cerca de esos muchachos.

— A-Ahp, — Tartamudeó un segundo — ¿Por qué no le dicen lo mismo a George, eh? — Se cruzó de brazos sin saber que más decir.

— El no le hizo pagar treinta dólares en helados a Robert. — Indicó con obviedad.

— No fueron treinta, — Replicó poniéndose de pie de un salto — fueron veinticinco. — Lo señaló corrigiéndolo — Además, Stevie también estará allí... — Insistió con un tono más suave.

— Sigo diciendo que no.

— El proyecto es muy bueno, — Se quejó jalándolo con insistencia ya sin saber que hacer o decir — de verdad creo que podemos ganar.

— ¿Y cuál es el premio? — Tomó un sorbo de su vaso desinteresado, estaba firme a su decisión.

— Pues... El folleto decía quinientos dólares.

Al escuchar la cantidad de dinero, el pelirrojo se atragantó con el agua que no pudo tragar causando un pequeño reguero en la mesa.

— Corre, ve a estudiar. — La empujó levemente en dirección contraria con dificultad mientras tosía, pero poco o nada le importó a la ojiazul que se regresó a su progenitor dándole un efusivo abrazo en agradecimiento.










Se movía ansiosa en círculos mientras entregaba la nueva revista "Porquerías muy obscenas" en la entrada de la escuela junto con Malcolm, Stevie y las chicas del club. Todos parecían emocionados por la gran idea de Malcolm pero no podía sentirse a gusto al saber que estaba haciendo lo contrario a lo que se le dijo desde que publicó su relato.

— ¿Estás seguro de que esto es legal? — Preguntó temblorosa aún sin dejar de repartir los papeles.

— Confía en mi. — El ex kreylboyne soltó relajado junto a un guiñó.

La chica asintió no muy convencida y su terror aumento al ver al director Block acercarse a ellos con una cara de pocos amigos.

— ¿Qué significa esto?

Malcolm dio un paso al frente en lo que Robin se encogía en su propio lugar.

— Es nuestra nueva revista independiente de literatura. — Dijo seguro — Hemos impreso setecientas copias y las distribuimos diez metros fuera de la escuela, como marca la ley. — El mayor lo miró con enfado pero Malcolm ni se inmutó — También decidimos poner la carta de censura como contraportada, para que no haya ningún malentendido.

El hombre con calvicie arrojó la nueva revista al suelo y se marchó con evidente impotencia, a lo cual, el par de adolescentes sonrieron con satisfacción.

— No me gusto poner la palabra "obscenas". — Señaló el castaño sin borrar su contento — Quedarán decepcionados.

Robin le restó importancia en tanto Stevie se acercaba a ellos malicioso.

— No estes... Tan seguro... — Abrió la revista en la página de su cuento — El bosque... Misterioso... Doblen... Desde la a... A la f.

Los chicos tomaron la revista e hicieron lo indicado mirándose sonrojados y asombrados.

— ¡Es un dibujo de!

— Gracias... Tele... De paga.

Observaron a sus alrededores notando como el resto de sus compañeros leían su revista y se reían a fuertes carcajadas al descubrir el dibujo del moreno de lentes.

Robin se giró a Malcolm sin contener su felicidad y lo abrazo efusiva en agradecimiento. Cosa que el recibió con sorpresa.

— ¡Muchas, muchas, muchas gracias! — Apretó su agarre — Acabas de hacerme la vida.

— Tus historias son muy buenas. — Devolvió la acción — Son terroríficas, pero tienen un gran mensaje.

Ambos rieron sin deshacer el abrazo.

— Créeme que quiero que este llegue a más de uno.

— ¿Una prostituta en busca de venganza asesinando a sus clientes por no ser respetada? — Cuestionó divertido.

— Lee entre líneas, Malcolm.

Se dieron un último apretón antes de romper su momento y así entrar a la escuela entre risas por los malos chistes del chico en silla de ruedas. Sin notar como alguien a lo lejos observaba dicha escena con sospecha.

Después de lo ocurrido en el estacionamiento, su hermano le explicó cientos de veces que en realidad no había ocurrido nada con Robin y que simplemente fue una técnica para salvarlo y quitarle su horrible apodo, si antes no estaba convencido, ahora menos.

Suspiró confundido yendo a su primera clase.

Horas más tarde, el segundo hijo de los Wilkerson no podía sacarse de la mente aquella imagen de su hermano abrazando a Robin, lo cual hacía que sintiera cierta molesta por la atención que ella le daba a Malcolm, mientras que con él la historia era muy distinta, si no lo ignoraba solo lo insultaba.

Por ello, cuando la vio a solas en su casillero a la hora de salida decidió acercarse dispuesto a confrontarla, tendría respuestas de un lado u otro.

— Lo hiciste con Malcolm. — Dijo de manera seria apenas llegó a su lado.

Robin, extrañada por su presencia y aún más por aquella falsa afirmación le dedicó una mirada dudosa mientras negaba lentamente.

Aquello desequilibró la postura del mayor, haciéndolo resoplar desviando la vista.

— No se que pensar.

— ¿Tienes esa perspectiva de mi? — Musitó lenta con la nueva revista entre sus manos.

Su nuevo cuento relataba la vida de una ex-prostituta que aunque ya no estuviera en su labor, sus antiguos clientes aún la buscaban y le exigían sus servicios a base de humillaciones, ya que, al tener las primeras negativas, disfrazaban sus peticiones como si la estuvieran cortejando para una relación seria. Entonces, cansada de todo, comienza a citarlos de uno en uno y en pleno acto, cuando menos se lo esperaban los asesinaba.

Obviamente era un reflejo a su propia vida, aunque más fuerte ha de decir, desde lo ocurrido con Mancha los chicos de su escuela se comportaban el doble de idiotas con ella.

Esperaba ese tipo de comportamientos por parte de los tontos amigos de Kieran, pero ¿Reese? Se sentía más expuesta a él, no lo sabía con exactitud pero podía apostar a que usaría aquello como una nueva forma de molestarla y lograba tolerar muchas cosas pero justamente ese tema se había vuelto sensible para ella los últimos días.

Reese frunció el entrecejo confundido, no entendía a qué se refería.

— No lo se.

No supo escoger sus palabras, pues aquello hizo que Robin sintiera eso como un golpe bajo, el hecho de conocerlo y nunca haber dado pie a ninguna otra intención y que igual la catalogara así la hacía sentir insegura de todo su alrededor.

Reese siguió serio pero su rostro se desarmó cuando noto que los ojos de robin comenzaban a ponerse llorosos.

La pelirroja volteó su mirada y sin decir más se fue a los baños mas cercanos. Se miró al espejo y parpadeo un par de veces borrando el rastro de lágrimas producidas por el enojo de la situación, pero ya no lo iba a permitir, de una u otra forma tendrían que dejar de molestarla.

En tanto, del otro lado de la puerta se mostraba un Reese nervioso y con un deje de arrepentimiento, no entendía su reacción y no estaba seguro de querer saber la razón, pero hasta un tonto como él sabía cuando había cruzado la raya, aunque no sabía que había dicho mal. A fin de cuentas no era su estilo molestar a las chicas, ellas solas salían corriendo de él en cualquier instancia, no necesitaba darle otra razón a Robin para ignorarlo nuevamente.

Cuando la anterior nombrada salió del baño, él se intentó acercar para ofrecerle una clase de disculpa o lo más cercano a una, pero está, al verlo rodó los ojos y aumentó la velocidad de sus pasos.

— ¿Sigues aquí? — El chico no supo que decir y simplemente la siguió — Escucha Reese, ya aprendí a no prestarle atención a idiotas como tú. ¿Así que, por qué no te esfumas y me dejas en paz?

El ojiverde abrió su boca indignado.

— Ni siquiera fue para tanto. — Renegó volviendo a su antigua actitud — Solo te pregunte lo que tú gritaste el otro día.

— Bueno, eso no te incumbe. — Respondió arisca.

Antes de que pudieran continuar con su discusión, fueron interrumpidos por un castaño de baja estatura y de lentes que corría hacia ellos viendo a Reese cómo su única salvación.

El más alto miró a sus espaldas buscando a Dabney — que lo uso como una clase de escudo bajo las miradas confusas del par — , molesto por su interrupción y tacto.

— ¿Quieres que te deje inválido, gusano? — Amenazó y Robin remarcó su mal gesto hacia él.

— ¿Qué pasa, Dabney? — Preguntó cautelosa.

— Es Kieran. — Exclamó con horror — No ha dejado de seguirme desde el receso.

Robin suspiro cansada mientras que Reese hizo una mueca al no tener idea del contexto de la conversación.

— ¿Quién ese ese tonto? — Preguntó en voz alta sin percatarse de que el nombrado se acercaba a espaldas de la pelirroja.

— ¿Me hablaban?

Kieran apareció con su típica sonrisa burlona abrazando por los hombros a Robin, así que la chica se apartó de inmediato para descontento del más alto.

Reese, aburrido de la situación de acercó a él con una mirada despectiva.

— Escucha novato. — Lo alejó un par de centímetros de la pecosa con un leve empujón — Dabney es mío, solo yo puedo molestarlo.

— ¿De verdad significó eso para ti? — El anterior nombrado se asomó por sus espaldas con tono y ojos soñadores.

— Cállate. — Siseó rápido.

El de chaqueta de cuero soltó una carcajada más falsa que el hada de los dientes.

— ¿Ah, si? — Se acercó retador cambiando su expresión por una más dura  — Porque yo no veo tu nombre en él.

— Es suficiente, Kieran. — Regaño la chica que se encontraba en medio de ambos — No queremos problemas.

El pelinegro la miró con una falsa sonrisa de amabilidad.

— Tu no los tendrás, rojita. — Tocó rápidamente su nariz — Pero ¿Reese? — Dijo su nombre con burla, por lo que el otro frunció más su ceño — Desde que Barney te hizo eso en el labio nadie te tiene un gramo de respeto de lo que antes.

El mayor apretó sus puños y Robin rodó los ojos hastiada de las provocaciones de Kieran.

— Por milésima vez, es Dabney y ya basta Kieran. — Espetó dura — Tu dijiste que ellos ya te aburrían, ¿no? — Intentó calmar la situación.

Pero Reese, siendo Reese, igual que un niño pequeño cedió y quiso devolver sus ofensas.

— Míralo, parece un mal chiste. — Se dirigió a Robin, la cual parecía más un árbitro que una intermediara — No sirve para esto.

— Si, por eso ya no me acuesto con tu madre.

La ojizul miró al de cuero boquiabierta por su asqueroso comentario fuera de lugar, mientras que Reese quiso dar arqueadas de asco, pero, su furia pudo con él y sin pensarlo dos veces se fue contra Kieran como una animal tumbándolo y comenzando una pelea a puño limpio en el suelo.

En cambio, Robin no pudo mover un solo músculo espantada por la escena frente a ella mientras mantenía a un asustado Dabney detrás de ella igual observando todo estupefacto.








— Eres un idiota. — Dijo molesta ayudando a que Reese no chocará con un poste debido al creciente moretón en su ojo que le obstruía la visión aparentemente.

— Pero le gané. — Replicó intentando seguir su paso para no toparse con otra cosa.

— ¡Nadie ganó! — Le recordó histérica — Los tuvieron que separar.

Reese volcó los ojos — Como sea... — Trago aún con cierta duda en su cabeza — ¿A qué te referías cuando dijiste eso sobre la perspectiva de ti?

Le dedico una mirada extrañada que el no notó. Entonces cayó en cuenta de que Reese no tenía idea o se refería a otra cosa, pero el tema del estacionamiento estuvo taladrando fuerte en su cabeza que ante cualquier cosa ya tomaba una actitud defensiva.

— A nada. — Parpadeo desorbitada.

Llegando a la casa de los Wilkerson, Robin abrió la puerta para dejar pasar al castaño, pero en medio de su acción se encontró al jefe de familia de salida con un maletín en mano y ahora una expresión de sorpresa.

— ¡¿Que te paso?! — Gritó apenas vio a su hijo con un ojo y labios morados y tierra en la ropa.

El par ingresó rápidamente a la casa, con ella aún por delante angustiada, en tanto el que iba por detrás ya estaba resignado a un regaño, por lo mínimo.

— No lo castigue, por favor, señor. — Robin trago nerviosa — Reese me defendió de un chico que estaba molestándome, lamento tanto esto. — Soltó rápidamente.

— ¿Ah, si? — Los miró atónito e incrédulo.

Reese asintió rápido siguiendo con la historia de la pelirroja y Hal suspiro rendido, pero con cierto orgullo por su hijo.

— Ponte hielo antes de que llegue tu madre. — Volvió a tomar sus cosas de nuevo en camino salida — Debo volver al trabajo, pórtense bien.

Los adolescentes se despidieron nerviosos, no fue hasta que escucharon el motor del auto marcharse que respiraron tranquilos.

— ¿Por qué mentiste? — Cuestionó algo conmocionado.

Robin balbuceó una par de segundos, ni siquiera lo sabía, solo lo dijo, tal vez muy dentro de ella le parecía injusto que castigaran a Reese por una de las idioteces de Kieran, y bien o no fue por defender a su mamá.

— Que no se te haga costumbre. — El chico hizo una mala mueca.

Sin ánimos de continuar o dar pie a una nueva discusión, el más alto fue a la cocina por una bolsa de guisantes congelados bajo la atenta mirada de la pecosa cuando antes de irse a su cuarto se detuvo en la entrada al pasillo.

— Gracias. — Bramó sincero a lo cual ella solo atinó a hacer un intento de sonrisa torcida.

Duraron así un par de segundos hasta que Malcolm apareció por la puerta antes de que se alargue el incómodo momento.

— ¿Qué haces aquí?

— Yo... — Giró hacia Reese, pero este ya se había ido — Vine a ayudarte con el proyecto.

— ¿Segura que es solo a eso? — Se acercó en un extraño tono.

El cerebrito no podía dejar de pensar en ella aunque se esforzara, era como si fuera la respuesta a cualquier ecuación. Tal vez su madre si tenía razón.

— Bueno, también para volver a agradecerte. — Se acercó igual a él con una sonrisa — Eres un buen amigo, Malcolm.

Se acercó a darle un abrazo que él no pudo seguir puesto que el shock provocado por esa última palabra lo dejó aturdido.

« ¡¿Amigo?! »















MIL PERDONES
POR LA TARDANZA
Y se que a nadie le
importa pero a Willy
me lo imagino como
Owen Teague.
Ojalá les gustara el
capítulo, lo hice un
poco más largo que
los demás.


💥 ║█║▌│█│║▌║│█║▌║ 💥
2908200326081991

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro