Capítulo 2

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Una traidora más de la familia.

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Los viajes a través del tiempo tienen la apariencia de ser un cuadro de arte.

Como si se tratara de una pintura, el autor debía planificar desde el inicio sus ideas, elaborar un boceto sobre lo que quería dibujar, mucho antes de siquiera empezar a manejar el pincel entre sus dedos y el lienzo.

Alya había ignorado aquello.

La pobre estaba muy asustada cuando encontró aquel objeto en la habitación de su primo, por lo que nunca planificó o investigó cómo usarlo.

Y cometió un gran error.

—¡Mierda! —Volvió a exclamar, sabiendo que no había vuelto al pasado.

Sobre la mesa del comedor de la mansión Black aún descansaba el periódico, con unos libros sobre este.

—1993... ¿Qué demonios hago en 1993?

La chica se percató que nadie estaba en el lugar desde hacía mucho tiempo, pues había rastros de polvo en algunos lugares que siempre habían permanecido limpios en su niñez, aunque también creyó que Kreacher debía estar limpiando de a poco.

Kreacher... ¿Dónde estaba el elfo?

—¿Kreacher? —Lo llamó, sin conseguir resultado alguno.

—Esto no me puede estar pasando...

La chica decide quitar los libros que cubrían al diario, notando la noticia de la primera plana.

—Sirius Black ha escapado de Azkaban.

Alya soltó una sonrisa nerviosa, sin creer lo que estaba leyendo.

«¿Sirius, en Azkaban? Él puede ser un idiota, pero no creo que haya hecho algo como para ser encarcelado». Pensó.

Recordó al pequeño Sirius, las travesuras y las rabietas que hacía en cada reunión familiar, y le fue imposible imaginar un crimen realizado por el moreno.

Así que, Alya se armó de valor y empezó a leer la noticia.

—Sirius Black, el hijo mayor de Walburga y Orión Black, ha escapado de Azkaban. El hombre es acusado de traicionar a los Potter y darle información a quién no debe ser nombrado, ejerciendo un rol como doble agente.

«Potter... ¿Dónde he oído ese nombre?». Analizó la chica. «Ahora que lo recuerdo... Él era su mejor amigo, no creo que haya sido capaz de hacerlo. Es más, Sirius odia mucho a Voldemort como para querer ayudarlo.»

Aun así, Alya continuó con la lectura.

—Es el primer mago en la historia que ha salido de Azkaban, y aunque no se ha logrado descubrir cómo lo hizo, el Ministerio advierte a cada una de las familias mágicas, pues este hombre es un asesino muy peligroso.
No olvidemos que, además de participar en la muerte de Lily y James Potter, mató a 7 muggles en una explosión, y a su otro mejor amigo, Peter Pettigrew.

Una imagen de Sirius se encontraba en la primera plana. Pero al contrario de cómo lo recordaba, no había rastros de aquel sonriente chico.

El cabello estaba despeinado, sus ojos habían perdido aquel reconocido brillo, y gritaba con mucho odio.

—Sirius... ¿Qué has hecho?

Alya bajó el diario de vuelta a la mesa, a la vez que su mente no dejaba de dar vueltas.

¿Por qué Sirius Black, el pequeño niño que amaba bailar, había hecho eso?

—Debo saber qué ha pasado en estos últimos 14 años.

Entonces Alya dejó la sala de estar para volver a recorrer la mansión, pero no encontraba nada útil.

Vio varias habitaciones, entre ellas, en la que encontraban todas las cabezas de los elfos que habían servido a la familia, y un escalofrío invadió el cuerpo de la joven, así como los recuerdos de la vez que fue obligada a cortarle la cabeza a uno.

De igual forma, sintió lástima cuando vio una nueva habitación. "El árbol genealógico de los Black" estaba allí, frente a ella.


La chica recorrió los lugares con su dedo, viendo quemaduras en los lugares de Isla Black, quién se había casado con un muggle; Phineas Black, quién en un momento se encontró considerando reforma positivas para los muggles; Marius Black, quién para su desgracia fue considerada una Squib al no poseer magia; Cedrella Black, quién se casó con Septimus Weasley, un traidor a la sangre que apoyaba a los muggles; Alphard Black, su tío, quién la última vez que lo vio estaba perdiendo su idea de matar a los muggles, considerado por sus hermanos como un traidor; Andrómeda Black, quién se casó con un muggle; Sirius Black, quién huyó de casa y apoyó a la causa en contra de los ideales inculcados de su familia; Y Alya Black... Una traidora más de la familia.

La joven remarcó con su dedo el lugar que llevaba su nombre, notando que solo Narcisa y Bellatrix seguían en aquel árbol.

Inconsciente, Alya llevó su dedo a la figura que estaba a su lado, llevándose un gran susto.

—Regulus Black, 1961-1979.

—¿¡Qué!?

Alya sintió cómo se le bajó la presión, y se apresuró a tomar asiento al sentir un mareo.

Regulus... Su primo menor... Estaba muerto.

Un montón de dudas empezaron a invadir su mente, entre ellas, en qué fecha exacta había muerto su primo.

Hacía ya unos pocos minutos que había visto a Kreacher llorar. Bueno, al Kreacher del pasado.

«¿Y si el elfo sabía lo que en verdad había pasado con el Black menor?». Analizó, mientras tomaba una barra de chocolate que estaba escondida en su chaqueta.

Y volvió a cometer el mismo error... Volvió a dar vueltas al giratiempos.

Necesitaba saber más. Le urgía saber lo que pasaría con Sirius, así que volvió a girar el objeto de su cuello.

Nuevamente, la habitación empezó a dar vueltas, pero esta vez, nuevas personas llegaban al lugar.

Reconoció a Sirius, lo que podía significar que había sido declarado inocente, y en algunas ocasiones parecía estar con un niño de lentes.


Por la velocidad con la que el tiempo pasaba frente a sus ojos, Alya nunca pudo ver el rostro del chico, pero se sorprendió al ver un rostro conocido... Alastor Moody.

El muy miserable se había encargado de atacar a la bruja cuando apenas tenía 17 años, justamente para sacarle información sobre lo que hacía su hermana Bellatrix.

Para su alivio, la habitación dejó de dar vueltas, pero unas voces le obligaron a ocultarse.

—¿Dices que quién tú sabes ha vuelto? —Oyó una voz femenina, la cual no pudo reconocer—. Pero si...

—Molly, querida. —Dijo otra voz—. Quién tú sabes nunca se ha ido. Ha habitado entre nosotros por casi 14 años, buscando el momento oportuno para resurgir de la oscuridad.

«¿Voldemort no había muerto aun?». Se preguntó a sí misma.

Nuevamente, un sentimiento de odio y culpa invadieron a la chica, pero necesitaba oír más.

—Pero... ¿Qué pasará con Harry? Él apenas es un niño.

«¿Harry? ¿Quién es Harry?»

—Dumbledore ha decidido que lo mejor es traerlo aquí. Sirius está más que encantado con eso, pero es muy peligroso para él.

«¿Por qué Sirius se haría cargo de un niño?»

—Ron... Él y Harry son muy unidos...

—Molly, querida, no te atormentes. Estoy seguro de que no harán nada estúpido este año...

Las voces dejaron de oírse, lo que significaba una cosa: Ambos se habían alejado.

Alya no salió de su escondite, mucho menos al oír unos pasos.

—¿Crees que a Harry le guste estar aquí?

A la chica casi le da un vuelco al reconocer la voz de su primo.

Quiso salir de su escondite, abrazarlo y gritarle por haber hecho semejantes cosas, además de preguntarle por qué había mucha gente en esta casa, y más aún, por qué había vuelto.

Pero otra voz se lo impidió.

—Sirius, Harry vendrá aquí para ser protegido y supervisado, no para unas vacaciones en familia.

La joven cerró sus manos en un puño, y pensó: «¿Qué demonios hace Sirius con Alastor Moody?»

—¿Quién más estará aquí?

—Los Weasley y su gran pandilla. —Mencionó el viejo, causando la risa de Sirius—. La señorita Granger también vendrá.

—Es una bruja muy inteligente. —Admitió el hombre—. Gracias a ella pude huir de Hogwarts.

—Es muy parecida a Lily, en lo que corresponde a inteligencia, claro está.

Sirius se sintió conmovido en ese instante. Odiaba admitirlo, pero Hermione Granger, una chica de cabello castaño y alborotado, le recordaba a su amiga de la infancia.

—¿Qué haces? —Le preguntó Alastor.

—He dejado algo en la mesa de esa habitación. —Mencionó, antes de dar unos pasos cercanos a la puerta y abrirla de par en par.

«Oh, no». Reaccionó la joven Alya, viendo que frente a ella había algunos libros que de seguro eran los que buscaba Sirius.

Entonces, volvió a rotar el giratiempos, justamente a escasos segundos de ser vista por Sirius y Alastor.

Otra vez, las personas entraban y salían de la habitación, y la chica ni siquiera sabía a dónde iba.

Esperó a que todo dejara de girar, incluso pudo haber jurado ver un hipogrifo en la habitación, pero eso no le importaba en ese momento.

Al contrario que la vez anterior, todo volvió a estar en silencio.

Le pareció raro y familiar, pues tener a personas desconocidas viviendo en la mansión Black le resultaba incómodo.

Revelio.

Alya usó su varita para verificar si había alguien en la mansión, pero descubrió que era el único ser vivo del lugar.

La chica suspiró, cansada de los viajes que había realizado, pero igualmente buscó información.

Caminó con mucho cuidado entre los pasillos, buscando un nuevo diario, con la esperanza de que alguien lo hubiera comprado.

Encontró uno, pero su mundo finalmente se fue abajo al leer la noticia principal.

19 de junio de 1996.

—Ayer, en el departamento de Misterios, se dio a conocer que, siendo 18 de junio, Sirius Black ha muerto.

El mago de 36 años era el último de su linaje, y con su muerte se ha revelado que era inocente de sus cargos.

Sirius Black nunca apoyó a Voldemort, nunca mató a Peter Pettigrew, y nunca traicionó a sus mejores amigos, Lily y James Potter.

Las lágrimas no tardaron en invadir los ojos de la morena, sintiendo una oleada de culpa.

Arrugó el diario y lo tiró al suelo, pero un rostro que conocía muy bien se encontró en la parte trasera del diario.

—Por Merlín... —Exclamó, con miedo.

Un hombre de piel pálida, si es que se lo podía llamar así, encabezaba la contraparte del diario.

Sus ojos, rojos como la sangre, brillaban con mucha fuerza.

Una sonrisa macabra mostraba sus descuidados dientes, y su aspecto le dio escalofríos.

—Ha regresado. —Leyó, con la voz temblorosa—. Quien no debe ser nombrado, ha vuelto.

—No, no, no...

Alya releyó el encabezado, con la esperanza de que todo hubiera sido un error de sus cansados ojos, pero no.

Voldemort había vuelto.

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Alya recordó la conversación de los desconocidos hace unos pocos momentos.

«A eso se referían». Dedujo. «Pero entonces... ¿La guerra no había terminado?»

Sintió odio, no solo contra el sujeto, sino también para sí misma.

—Debo volver... Debo descubrir qué pasó con Regulus, y averiguar cómo salvar a Sirius.

Alya volvió a tomar el giratiempos, pero esta vez, sí razonó.

—El primer viaje di 8 vueltas hacia adelante... —Empezó a recordar—. En el segundo, 6; Y en el tercero, 4. Entonces, si quiero viajar al pasado, debo dar exactamente 18 vueltas hacia el otro lado, y con suerte regresaré al momento en que me fui...

De pronto, un estruendo retumbó en la casa, más específicamente, en las cocinas.

—Oh, sí mi ama supiera... Un mestizo, un traidor a la sangre y una sangre sucia...

Los lamentos del elfo hicieron que Alya volviera a su posición inicial, tomó el collar y empezó a girar en dirección opuesta.

La escena cambió drásticamente.

Desde Dumbledore hasta Walburga, muchas personas transitaron por aquella sala, pero ninguna llamaba completamente su atención.

Finalmente, el reloj de la mansión Black marcó las 6 PM, y el sonido de la puerta principal cerrándose le indicó que había logrado su cometido.

Revisó el diario El Profeta, y soltó una sonrisa de alivio cuando vio la fecha.

Había vuelto a su presente.

Sin pensarlo dos veces, buscó la habitación de Regulus, casi tropezando con la pata de Troll de la entrada.

—¡Reg!

El pelinegro se dio la vuelta cuando oyó la voz de su prima, la cual no había visto desde hacía muchos años.


—¿Alya? ¿Cómo has entrado? ¿Madre sabe...?

La joven abrazó con mucha fuerza a su primo, desprendiendo lágrimas sobre su túnica negra.

—¿Estás bien?

Regulus decide mirarla a los ojos, viendo dolor en ellos.

—¿A...? ¿A dónde vas?

—Eso no te incumbe. —Respondió, secamente.

—Oh, Regulus...

—¿Dónde has estado estos años? —Le reprochó, separando su cuerpo con una ligera pizca de odio—. ¿Por qué nos abandonaste?

—No hay tiempo para hablar de aquello.

—Tienes razón. —Dijo el joven de ojos grises—. Debo hacer algo, y tú debes volver a donde sea que estés viviendo.

—¿A dónde vas? —Le volvió a preguntar.

—Cómo te dije hace unos instantes, no te incumbe.

—¡Claro que sí!

—¡Ah! ¿Ahora si te importamos?

Regulus intentó sonar molesto, tal cual su padre le había enseñado a tratar al resto, pero le resultó imposible.

No con alguien a quien había apreciado mucho.

—Es complicado...

—¿¡Qué puede ser más complicado que tu familia!?

—¡El amor...!

—¿Amor? —Regulus bufó—. Eso es solo un invento de los débiles, dime Alya. ¿Te has vuelto débil? ¿Por qué? ¿Te enamoraste de un muggle?

—No lo entenderías. —Respondió la joven, a la defensiva—. Ni tú, ni nadie de esta familia.

—¿Entonces, qué haces aquí?

Regulus le dio la espalda, secando sus lágrimas con la manga de su túnica.

«Yo pude haberlo entendido». Se dijo el chico, mentalmente, antes de volver a su habitación y llamar al elfo.

—¡Regulus, espera!

El chico siguió su camino, al menos, hasta que ella volvió a gritar.

—¡Sea lo que sea que vayas a hacer, eso te matará!

Regulus paró en seco.

«Nadie sabe de esto... ¿Cómo sabe Alya que lo que voy a hacer es muy peligroso». Pensó, aun sin mover siquiera sus dedos.

—Sé que tienes un giratiempos en tu habitación. —La chica se acercó lentamente, mientras él giraba su cuerpo, sorprendido—. Yo lo tengo...

Alya mostró el giratiempos con el fin de demostrarle que no estaba loca, pero él hizo un movimiento brusco.

Tomó del brazo de su prima con brusquedad y la obligó a entrar en su habitación, cerrando inmediatamente la puerta.

—¿¡De dónde has sacado eso!? ¡Sabes lo peligroso que sería si alguien se entera de esto!

El chico movió la caja donde supuestamente tenía su giratiempos, pero no encontró nada.

—Alya... Qué has hecho...

—He viajado al futuro. —Le dijo—. He visto todo...

Regulus quería gritar, pues sabía que eso había sido una idea estúpida.

Pero él también quería saber el futuro.

—¿Qué viste?

—Dime de donde lo has sacado, y te lo diré todo.

Regulus suspiró, antes de tomar asiento en su cama.

—Fue un regalo, por mis 17 años.

—¿Tus padres saben...?

—Oh, no. De haberlo sabido, estoy seguro que se lo habrían dado al señor oscuro para ganar la guerra.

—¿Entonces, cómo es que...?

—Me dieron un reloj. —El chico se mostró sincero—. Debieron comprarlo en el callejón Knockturn, porque solo se guiaron por el modelo y el precio, más no por lo que contenía a sus espaldas.

Regulus movió su mano, enseñando el dichoso reloj, pero deshaciéndolo con un hechizo.

—Se dice que este reloj perteneció alguna vez a Salazar Slytherin, pero nadie nunca supo que contenía un giratiempos oculto.

Alya se quitó el collar, empuñando el artefacto, a tal punto de que sus dedos se pusieron pálidos.

—Pero el giratiempos ya no me pertenece.

—¿A qué te refieres?

—Es tuyo. —Señala la caja vacía, en la cual alguna vez estuvo ese objeto—. No sé qué habrás hecho, o si tú del futuro, pasado, o lo que sea, sigues divagando por el tiempo, pero algo tuvo que haber pasado, pues si solo viajaste al futuro, el giratiempos del presente debería estar aquí.

¿A qué se refería Regulus exactamente?

—Bien, es tu turno.

Alya se tira sobre el colchón, admirando las decoraciones verdes del lugar.

—Hay... Hay mucho que debo contarte.

—Pues dime.

La chica empezó a temblar de los nervios.

—Caí en 1993...

—¿Caíste? ¿Cómo que "caíste"?

—Yo...

—No sabes usar un giratiempos, ¿verdad?

La chica negó, avergonzada.

—Da igual, continúa.

—Bueno, caí en 1993, pero en ese año todo había cambiado.

—¿En qué aspecto?

—Sirius había escapado de Azkaban.

—¿Azkaban? ¿Segura de que estaba allí?

—Era la noticia principal del Profeta —Le dijo—. Yo tampoco podía creerlo.

—¿Y por qué estaba allí?

—Traiciona a los Potter... O bueno, eso creen todos.

—¿A qué te refieres?

—Hice tres viajes, y ese fue el primero. En el segundo, esta casa era una especie de cuartel.

—¿Quién estaba aquí? ¿Los mortífagos?

Aurores. —Declara—. Alastor, Dumbledore, y quién sabe quiénes más.

Aquello dejó con muchas dudas al joven.

—¿Y mis padres? Supongo que están muertos, ellos no permitirían que esas personas estuvieran aquí.

—Me imagino, porque no pude recopilar mucha información de nosotros.

—¿Qué pasa con Sirius?

—A eso voy. —Alya suspiró—. Sirius muere en 1996, específicamente, el 18 de junio. Es allí cuando lo declaran inocente.

Irónicamente, el ánimo de Regulus cayó por los suelos.

Sirius... Su hermano... Moriría de una forma cruel, de eso estaba seguro.

Conocía muy bien a su hermano, y estaba más que claro que estaba luchando para el otro bando.

Inconsciente, Regulus se llevó su mano al antebrazo que contenía la marca tenebrosa, sintiendo una oleada de sentimientos de culpa.

¿Fue él quien mató a su hermano?


—¿Qué ocurre conmigo? —Decidió preguntarle, al fin—. ¿Me viste?

—Ese es otro punto. —La chica bajó la voz, y su pecho empezó a brincar del miedo—. Regulus... Tú mueres en este año.

—¿Cómo que...? —El chico empezó a sentir miedo—. ¿Es...? ¿Estás segura?

—No sé qué diablos vas a hacer hoy, o harás. —Corrigió—. Pero de algo estoy segura, y es que será tan peligroso, que no saldrás con vida.

—¿Por qué estás tan segura de que ocurre exactamente hoy?

—Regulus... Usé el giratiempos en esta habitación. Vi a mis tíos, incluso a Sirius, pero tú... Tú nunca volviste a casa.

El silencio se apoderó de los chicos Black, incluso pudieron sentir que el aire se volvió denso.

—Dime lo que planeas hacer. —Alya se atrevió a mirar a su primo—, yo puedo ayudarte.

—¿Cómo puedo saber que puedo confiar en ti?

—Soy tu prima.

—Bellatrix también lo es.

—Soy diferente a ella. —Respondió, a medida que el odio volvía a invadir su cuerpo—. Lo sabes muy bien.

Y era cierto.

Todos los Black eran muy diferentes, no solo hablando de aspectos físicos, sino que sus actitudes de por sí ya eran diversas.

—Bien...

Alya se acomodó en su asiento, a medida que Regulus se armó de valor.

—Te contare lo que tengo planeado, pero debes jurar que me guardaras tu lealtad y silencio.

—Dalo por hecho.

El labio inferior de Regulus tembló, más que todo porque lo que diría a continuación sería el secreto oscuro más grande de la historia.

—Alya... ¿Qué sabes sobre los horrocruxes?

N/A: Madre mía... No me imagino el lío mental por el que tuvo pasar Alya al descubrir lo que ocurriría en el futuro.

¿Creen que Regulus aceptará viajar en el tiempo?
¿Qué pasará luego?

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