❛ ᔕᗴᔕᗴᑎ丅ᗩ Ƴ ᗪᗝᔕ ❜

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❝ 𝐅𝐑𝐀𝐍𝐂𝐈𝐀 ⌇ ᗷᗩᑕᕼᗩ丅ᗩ
❛ LXII ❜ ─ 💌 ; El monegasco del medio es muy amable.

Las críticas iban y venían, Francia se sentía abrumada la mayoría del tiempo, lo que afectaba en sus carreras. Su madre biológica, María, la había tratado de contactar, pero ella se negaba a hablarle. Dios mío, ¿no la podía dejar en paz? Pensaba ella cada vez que veía su pantalla encenderse y salir aquel número desconocido que una vez contestó.

Fue inevitable alargar la fecha para la boda, otra cosa que le hacía mal, Toto trataba de animarla siempre que podía, pero aquella ola de negatividad los afectaba mucho.

Francia se encontraba sentada en el motor home mientras miraba las pantallas.

— ¿Te gusta esa estrategia? —preguntó Abby, sacándola de su mente.

La mujer parpadeó varias veces y miró a la pelirroja desconcertada.

— Pues... Si —respondió, sin tener la más mínima idea.

— Ni siquiera estábamos hablando de estrategias —dijo Abby y entrecerró los ojos.

— ¿No? —se sorprendió y se sintió apenada.

— Andas más distraída de lo normal —dijo la mujer y Francia resopló— ¿Es por lo de...? —no se atrevió a terminar la pregunta.

El semblante de la canadiense se volvió serio y desvió la mirada.

— Iré por algo de comer —le mintió, pero si le creía o no, no le interesaba.

Francia se había vuelto una completa desconocida para la mayoría, y no de forma en que se llevaba mal con ellos, sino que ya no se le notaba alegre.

— Cara larga —llamó Pierre y ella lo miró— ¿Todo bien? —preguntó.

— A veces se me olvida lo Francés que puedes llegar a ser —comentó ella de forma sarcástica.

El hombre abrió su boca, y se llevó la mano al pecho, ofendido.

— Estoy orgulloso de mi país —mencionó el.

— Y Napoleón —murmuró.

— Francia, basta —soltó y ella frunció el ceño— Esa actitud no te llevará a nada. ¿Vas a dejar que afecten tu vida? —cuestionó.

— Pierre, ya no quiero charlas motivaciones o lo que sea —se quejó ella.

— Me importa un pedazo de sandía —dijo Pierre y la tomó de su brazo, impidiéndole seguir caminando— Mientras tú estás aquí con tu nube gris, esa impostora está produciendo música.

— Me importa un...

— ¿Dejarás qué esto te afecte en tu rendimiento y tu vida? —preguntó el francés— Todos aquí te amamos, Fran. Y no nos gusta verte así.

Tenía razón, ¿cómo dejaría que aquello le afectará de tal manera? Francia le brindó una mirada con pena, tenía razón. Abrazó al piloto de Alpine y trató de contener el llanto.

— Enfócate en tu vida, has como si ellas no existieran —hablo Pierre y le besó el cabello— De igual manera, era mejor cuando ellas no estaban.

— Tienes razón —asintió ella.

El celular de la mujer volvió a sonar, aquel número desconocido otra vez. Ella rechazó la llamada y rodó los ojos.

— ¿Es ella? —cuestionó Pierre y Francia asintió.

— María quiere verme, hablar conmigo y eso... —respondió Francia.

Ambos comenzaron a caminar, iban para el motor home de Mercedes. Eran escasos los fotógrafos en el paddock, algo que agradecía profundamente la mujer.

— No debes perdonarla —dijo Pierre— No necesitas perdonar para seguir adelante —Francia asintió.

— Espera —lo miró— ¿Eso no lo dijo Taylor Swift? —preguntó.

— Una grande, ¿no? —sonrió y ambos rieron.

A lo lejos una cara se le hizo conocida, y ella maldijo. Había pasado tiempo desde la ultima vez que la vio, las ganas de vomitar aparecieron. París utilizaba la camiseta de Red Bull.

— ¿Y la vergüenza? —preguntó Pierre al notarla.

— Parece que no la conocen —murmuro Francia y rodó los ojos.

París vio a su hermana a lo lejos, junto a Pierre, ambos no tenían una buena cara. La mujer "venezolana" camino y desapareció entre las personas, suspiró y sacó su celular.

Una pelinegra pasó a su lado, ella iba mirando su celular. París la siguió y le sujetó el brazo.

— Blair —la llamo.

— Pero si es la menos odiada —bromeo Blair y París rodó los ojos— Es broma... O quizás no —rió.

— ¿Qué haces por aquí? —preguntó París.

— Eso debería preguntarte yo a ti —dijo Blair— Yo soy piloto de reserva... Tú —la miró de arriba abajo— Pues... ¿Qué eres?

— ¿Te han dicho que tienes una personalidad muy... rara? —cuestionó París.

— Rara no, encantadora si —respondió Blair.

— Horner me trajo —dijo.

— Es que el anciano no aprende —negó Blair y París bajo la mirada— Tiene una rara forma de ligar —río.

— Todos me odian —murmuro.

— Y con toda la razón —asintió Blair.

— Y mi banda ya no existe —se quejó París.

— Por algo será —se encogió de hombros la costarricense.

— Yo solo quería hacer música —dijo París, frustrada.

— Y destruir familias —dijo Blair.

— No me ayudas —gruño París.

— Pero, mi amor —río— ¿Me viste cara de psicóloga o qué? —pregunto sarcástica.

— Christian dijo que podía ir a los Grandes Premios —dijo París— El me metió en esto y...

— ¿Te doy un consejo? —cuestionó Blair y París asintió— Solo uno, no me tomes como una psicóloga personal —carraspeo— Deja de culpar a los demás de las cosas que tú haces —dijo y la morena tragó saliva— Y si, el tiene parte de la culpa, pero tú sabías a lo que venías.

— Si, pero...

— París, esa burbuja de niña buena de puede funcionar con tu mamá, pero esto es la vida real y en el mundo de la fama te despedazan sin piedad —dijo Blair.

— No soy hipócrita.

— Si, y yo no me voy a casar con Taylor Swift —carcajeó Blair.

— Creí que podíamos ser amigas, Blair —dijo París— Horner dijo...

— "Horner dijo, Horner hizo" —la imitó— No, París, no te confundas. Yo jamás me arriesgaría a ser amiga de alguien como tú —dijo y aquel aire de bromas y sarcasmo desapareció, dándole paso a uno serio por parte de Blair— Heriste a alguien que se volvió importante para mi, y eso no se quita con agua y jabón —empezó a caminar— Lastima que tu carrera haya terminado en menos de lo que canta un gallo.

París respiro profundamente y empezó a caminar con rapidez, estaba cansada de los tratos y todo esto. Quería volver a Venezuela y esconderse para siempre.

— ¿París? —ella se giró y vio a Leclerc— Hola.

— Charles, hola —sonrió aliviada.

— Esperaba de todo menos verte por aquí —dijo Charles.

— Si, bueno —se encogió de hombros— Felicidades por la clasificación —dijo— P3 es buena posición.

— Gracias —asintió— ¿Te quedarás para el domingo? —cuestionó.

— Si. También iré al de Bélgica —respondió París— Nos veremos seguido —sonrió.

— Ya lo creo —río el monegasco.

— ¿Tienes algo qué hacer después o...? —la pregunta que París estaba haciendo fue interrumpida por el pequeño de los Leclerc.

— Francia nos llevará a comer, ¿vamos? —preguntó Arthur, ignorando completamente la presencia de la morena.

— Arthur —lo regaño— Perdona, París. El es mi hermano pequeño, Arthur —lo presento.

Quitter l'humilité —hablo Arthur en francés— elle ne le mérite pas —rodó los ojos.

— No seas grosero. —dijo Charles y Arthur bufo— París, ¿quieres venir? —preguntó.

— ¿Qué haces? —susurró Arthur.

— ¿No es molestia? —preguntó París.

— Como si supieras de molestia —murmuró Arthur y rodó los ojos.

— Quizá así puedas hablar con Francia —dijo Charles.

Una oportunidad...

— Acepto.

— Estas loco, desquiciado —le dijo Arthur y se marcho.

Es fin de semana, saben lo que significa.

Maratón (1/?)

Espero poder hacerlo súper largo, porque estoy feliz. Muy feliz.

Es que... ¡FELICIDAD, FELICIDAD, FELICIDAD!

No olviden dejar su voto y un comentario. Espero les guste.
Se despide Didi 💌

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