Jungkook se encontraba en su oficina, acababa de terminar de leer y firmar unos papeles.

Ya se quería ir a su casa para estar con su omega, pero aún no se podía ir, ya que todavía tenía una junta a la cual atender.

Se acomodó en su silla y cerró los ojos por unos segundos hasta que algo se le vino a la mente.

Agarró rápidamente su teléfono y empezó a marcar el número de su omega. No pasó ni él, según tono, cuando Taehyung contestó la llamada.

"Bueno". Fue lo primero que dijo Taehyung con la voz adormilada.

"Lo siento por levantarte, mi vida". Le pidió perdón. "¿Cómo te sientes?", le preguntó.

"No te preocupes, kookie". Dijo con tranquilidad. "Estoy bien, ¿cómo está yendo las cosas por ahí?".

"Todo está terminado, solo falta la junta y después regreso a casa".  Dijo con tranquilidad. "Taehyung".

"Me alegro, espero que la junta no se alargue mucho". Se acomodó en la cama. "Mande". Puso atención a lo que sea que su alfa dijera.

Hubo un silencio en la llamada, pero fue solo cuestión de segundos para que Jungkook rompiera aquel silencio.

"Tengo pensado mi cuarto deseo". Confesó.

Un emocionado Taehyung contestó. "Te escucho".

"Sé que tal vez esto no lo consideres un deseo, pero para mí siempre será un deseo tener citas contigo. No importa si solo es para ir a comer un helado en la heladería que te gusta ir a comprar porque es la que vende tu helado favorito". Empezó a explicar. "Así que mi deseo es tener una cita romántica contigo". 

"Claro, yo me encargo de toda la comida y los preparativos para cuando tú llegues a la casa". Respondió con emoción.

"Sobre eso...", se quedó en silencio por unos segundos. "Yo tenía pensado en llevarte a un restaurante". Le informó.

"Oh, claro, también se puede hacer eso". Acepto la petición de su esposo.

"Omega".

"Dime".

"Me parece que sería preferible hacer la cena en casa, si me pongo a pensarlo bien, creo que también puedo dedicarme a pedirte mi último deseo y sobre todo hablarlo con tranquilidad y sin interrupción". Cambió de idea y se lo explicó a su marido.

Taehyung volvió a sonreír al escuchar aquellas palabras. "Claro, yo me encargo de todo, solo dime a qué hora estarás llegando a la casa para tener todo listo". Pidió con felicidad.

"Estaré en casa a eso de las ocho de la noche". Contestó.

"Está bien, adiós, te amo kookie". Le dijo para después colgar la llamada.

Dejando al alfa con las palabras en la boca.

"Yo también te amo, omega" susurró para si mismo.

Ese día iba a disfrutar de una velada muy tranquilo y hermoso con la compañía de su marido.